Partida Rol por web

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La hora de la cena de las Eminencias de Slughorn llegó y todos los invitados llegaron puntuales. El amplio despacho del profesor estaba decorado para la ocasión. Sofás cerca de la chimenea, la mesa de la cena ya preparada a falta de los comensales y la comida, zonas con copas llenas de cerveza de mantequilla e incluso champán y música de ambiente.

Slughorn fue saludando uno a uno a sus invitados y les invitó a que se pusieran cómodos en la charla precedente a la cena y tomaran una copa prometiendo que las había catado y no había peligro de envenenamiento. Así, todos se dispersaron.

Leonard y Carrie coincidieron en sentarse en la zona de los sofás y la chimenea, apartados del resto de personas. Deirdre y Zac se pusieron a hablar con el profesor Slughorn llenándose el ego unos a otros y dedicándose sonrisas amables, Oliver había entrado con su habitual porte elegante y se quedó con una copa en la mano, quizás pensando a donde dirigirse de primeras. Kaitlin e Eve estaban juntas, probablemente hablando de las cosas que no trataron durante el día, por fin a solas y Kyle estaba con Laura y Cormac, que también habían sido invitados.

Carrie nunca había sido una persona de permanecer en cama una vez estaba despierta pero aquel día había sido la primera vez que había entendido el placer de remolonear en vez de levantarse para buscar algo divertido que hacer. Pero, ¿por qué buscar la diversión fuera cuando ya la cama de Zac resultaba inesperadamente interesante por sí sola? Se había pasado alrededor de una hora despierta pero adormecida, enterrada entre sábanas y brazos, disfrutando de la confortable sensación del calor humano que emanaba del aún dormido slytherin. Aunque había llegado el momento en el que todo aquello dejaba de ser divertido, por supuesto, así que se había dedicado a despertar a Zac a base de besos ardientes.

Sin embargo aquello tampoco había durado demasiado; ambos tenían cosas que hacer, él encantarle una liga con un protego y ella estudiar más sobre los efectos del veritaserum para saber cuánto antes tomarse el bezoar y cómo reaccionar.

En el momento en el que se dirigió hacia el despacho de Slughorn junto a Deirdre y Zac en realidad se sentía perfectamente preparada para que la actuación siguiera adelante.

Carrie se hallaba sentada en uno de los sillones de Slughorn junto a Leonard, con las piernas cruzadas ante sí y los brazos apoyados en los mullidos reposabrazos, disfrutando del calor de las llamas del hogar. Parecía menos cansada que unas horas antes, aunque se notaba que le hacía falta una noche de sueño reparador.

Cuando Slughorn le había ofrecido una copa ella le había dirigido una mirada incrédula cargada de significado para finalmente acceder a tomar un zumo de calabaza al que dirigía una mirada suspicaz entre sorbo y sorbo, admitiendo para sí que no podía dejarse morir de sed.

De vez en cuando charlaba con Leonard en voz demasiado baja como para que les oyeran los demás, con un asomo de curiosidad en el rostro cada vez que le dirigía la palabra.

Ella ya se hallaba sentada en el sillón cuando Leonard había llegado, con aquella conversación pendiente acudiendo a la mente de ambos a pesar de que aún ninguno había dicho nada. Acariciaba la superficie lisa de su copa arrancando un tintineante sonido metálico cada vez que su uña lo rascaba.

- ¿De qué crees que están hechas estas copas, Leonard? - preguntó a modo de saludo mientras devolvía la mirada al contenido de la misma y después a las llamas -. No parece latón. ¿Será hierro?

Leo se había sentado en el sillón delante de la chimenea. Aquella era una de las pocas ocasiones donde el chaval se había puesto algo más arreglado, una chaqueta americana de color oscuro, con una camisa de un rojo Gryffindor. Llevaba la corbata a juego con el vestido de su pareja, y por extraño que pareciera, no iba ni con las gafas de lectura, ni las de sol.

Se inclinó hacia adelante, estirando las manos hacia el fuego, durante unos segundos y cuando Slughorn se acercó a él, ofreciéndole una copa, la tomó con un gesto agradecido. Volvió a recostarse sobre el sillón, lanzando un largo suspiro. Estaba cansado, había sido un día intenso y largo, y la comodidad del sillón le pareció un oasis en medio del desierto.

Apoyó la mano derecha sobre su rodilla, y la mano que tenía la copa, en el reposabrazos. Él si bebió sin dudarlo un momento, probándolo. Pero no pudo evitar estar unos segundos en silencio, esperando ver si le picaba o no le picaba la boca. Pero aquel picor no llegó. Eres un paranoias, tío. Pensó para si mismo, mirando de reojo a Carrie, sin decir nada durante los primeros instantes.

Pero Leo no era del tipo de persona que sabía estar callado. Y acabó por acercarse a ella, para poder hablar sin tener que alzar demasiado la voz.

- No creo que sea hierro, quizás acero - Contestó el chaval, llevando la vista hasta su propia copa, observándola. No, no había reparado en algo como aquello. Lo cierto era que nunca había reparado en la naturaleza del metal de las copas del colegio. Aun así, aquella pregunta le pareció una excelente antesala al inicio de una conversación.

Carrie había sido una buena amiga. Durante sus primeros años en el colegio, una de las pocas personas que se acercaban a hablar con él. No comprendía como la cosa se había desvirtuado tanto aquel año, quedando la relación a un tercer o cuarto plano, sin hablar nunca, ni llegar a compartir espacio común.

Seguía con aquellas dudas sobre lo que había pasado por la mañana delante de la puerta de la Sala Común de Slytherin. Por un lado, se había comportado como una bruja, pero al final, se había mostrado con ganas de colaborar. Además, la había escuchado antes de que ella le llegara a ver.

- ¿Cómo estás? Tienes mejor cara que esta mañana. - Desvió la mirada de la Slytherin, hacia el fuego. Se llevó la copa a los labios, dándole un buen trago, y dejó una vez más la mano junto a la copa, sobre el reposabrazos.

- Acero - musitó pensativa mientras comprobaba el repiqueteo de sus uñas en el metal, haciendo que el zumo salpicara un poco fuera de la taza -. Puede que tengas razón - aceptó con un encogimiento de hombros desinteresado mientras su mirada paseaba por la opulencia típica de la que hacía siempre gala el profesor de pociones -. Necesitaba dormir más, pero por algún motivo el médico que me visitó decidió que estar a punto de morir no era motivo suficiente como para saltarse una clase - respondió con un ademán desdeñoso de la mano libre.

Dejando de lado el asunto del material del cual estaban hechos las copas, Leo centró su mirada en la chica, mientras paseaba los dedos por el borde de la copa, y como aquel repiqueteó acabó por derramar algunas gotas por fuera. Omitió aquel suceso, centrándose en algo que él consideraba algo más importante.

No prestó atención a lo que estaba haciendo el profesor. Inclusive cuando ella miró a Slughorn, él, siguió con la vista clavada en ella. Seguía mediando si era buena o no el tirar de la manta. Sería un tema a tratar más adelante. Tenía tiempo, por suerte para él, y los demás parecían estar a sus cosas. Así que aprovechó para mantener aquella conversación para descubrir si algo había cambiado desde el año pasado, o si todo había sido simplemente, una acumulación de malentendidos, y su forma de pensar estaba exagerada e injustificada.

- Le pregunté a la Directora como estabas esta mañana. Podría haber sido peor... y si te llevaron a clase, es buena señal, quiere decir que estabas mejor. Supongo que aprovecharías la tarde para descansar - Acabó por decir, y tiró de la copa hasta sus labios, dándole un largo trago y terminándosela.

- No supe nada de ti este verano... ¿Cómo te fue? - Hora de tantear...

Yo también había decidido arreglarme para la ocasión, con un bonito vestido de color rojo oscuro, a juego con la corbata de Leo, claro está. Incluso llevaba zapatos de tacón, algo que nunca solía usar en mi día a día, y me había recogido el pelo de forma que resaltaban, en mi cuello, aquellos dos anillos que Leo me habia regalado.

Estaba sentada con Eve, disfrutando de un poco de tranquilidad después de todo aquel estresante día. Estábamos charlando animadamente sobre nuestras cosas, cuando el profesor Slughorn se acercó con dos copas, ofreciéndonos algo de beber. Después de saludarlo, acepté inclinando la cabeza, a modo de agradecimiento.

Dejé la copa sobre la mesa adyacente, demasiado ensimismada en mi conversación con Eve como para probarla de momento. Ya tendria tiempo después.  Y volví a inclinarme sobre ella, para comentarle algo, con una media sonrisa en los labios.

-Tia, pues lo he estado pensando hoy y... entre lo tuyo con Duncan, la pérdida de Copérnico... lo de Deirdre y Leo... -añadio, sin caer en la cuenta de que, a aquellas alturas, era posible que Eve aún no supiera del todo lo que había sucedido entre los tres aquel día, en la biblioteca. - Tía... que al final la chalada va a llevar razón... - dijo, con una sonrisilla, haciendo referencia a la clase de adivinación de las famosas predicciones. -Quien lo habria dicho.... Voy a revisar luego qué nos dijo exactamente...

Carrie se arrellanó cómodamente en el sillón, buscando la mejor posición aún sabiendo que en breve tendrían que levantarse para la cena. Pero poco importaba, en ese momento, contemplando el fuego, se podía decir que se encontraba más relajada de lo que había estado en los últimos dos días, sin importarle demasiado nada de lo que la rodeaba aunque dispuesta a disfrutar una buena comida y las oportunidades de contacto que Slughorn brindaba con sus cenas de las "eminencias", aunque ella no veía a ninguna en la sala.

- ¿Acaso supiste algo de mí los otros veranos? No recuerdo haberte enviado nunca ni una sola carta, Leonard - comentó con sarcasmo exento de malicia a la par que se llevaba ella también la copa a los labios y daba un sorbo a su zumo de calabaza -. Ha sido tan aburrido como los anteriores y tan poco emocionante como los siguientes - él sabía que Carrie encontraba las estancias en su casa soporíferas, a pesar de que su padre la colmaba de todos los caprichos que tenía, de la misma forma que sabía que era muy difícil encontrar algo que consiguiera hacer mella en Carrie incluso en el ámbito de la diversión -. ¿Y el tuyo? - aquello era una mera fórmula cordial más que real interés, todo en aras de mantener una conversación civilizada y demostrarle al gryffindor que estaba dispuesta a escuchar lo que tuviera que decirle.

Aflojo un poco el nudo de la corbata de color bronce, que me está ahogando. Ni siquiera antes de estar obligado a llevar túnica a diario, solía arreglarme para ocasiones especiales, pero ante la insistencia de Will, que argumentaba que "ser uno de los invitados a la fiesta de Slughorn era un gran honor y tenía que estar presentable", al final terminé por ponerme una camisa azul, en la que había dejado sin abrochar los dos últimos botones, y una corbata dorada. Aún así, era de las personas menos arregladas de la sala. Leo incluso se había puesto su americana y Kaitlin estaba espectacular. 

Recojo las bebidas que nos ofrece el profesor con un sincero "gracias" y le doy un sorbo, no muy grande por si acaso. Me vuelvo hacia Cormac y Laura.

- Sigo sin terminar de entender por qué estamos aquí. Cena de las Eminencias...que yo sepa, ganar un concurso de baile en una fiesta de adolescentes no te convierte en una eminencia. Ni siquiera se acerca, ¿no?

Miro a mi alrededor. La verdad es que no me puedo quejar. El banquete tiene pinta de que va a ser estupendo. 

- Los otros veranos estaba aquí o de casa en casa de mis amigos. Este verano fue... diferente - Aquel año era el primero que había estado mayormente en casa de Kaitlin, y algunas semanas en su propia casa. Y no como un nómada sin hogar ni rumbo esperando a que pasaran las semanas de aquí para allí. Y había algo que Leo no acababa de comprender, con toda la enorme fortuna que disponían los Lewis, Carrie se aburría. Con la cantidad de cosas que se le ocurrirían hacer a él. Comenzando por acabar de arreglar su casa, y para seguir viajar, ir de compras sin vigilar cuanto gastaba... comprarse un coche. Y conducirlo, por supuesto. Adoraba esos ingenios muggles.

- No entiendo cómo has podido aburrirte, se me ocurren mil y una cosas que hacer - Comentó, mirándola de reojo, y encogiéndose de hombros. Finalmente, abandonó la copa junto la mesa del sofá, estirándose para ello, y tras dejarla, se desabrochó la chaqueta, quitándosela y dejándola sobre el reposabrazos. - ¿El mío? - Aquella pregunta no se la esperaba. Miró a Carrie, con una diminuta sonrisa. - Pasé parte del verano en casa de Kait, haciendo papeleo de la licencia de animagia y arreglando mi casa en Kilrush - Resumió, con una amplia sonrisa. Acabó por acomodarse en el sofá, removiéndose para encontrar la mejor postura.

- Pero bueno... ¿Qué piensas sobre lo que pasó ayer? -

- No deberías quejarte tanto. De alguna manera esta invitación es para hacernos ver que somos especiales dentro del colegio.- comentó Laura mientras evitaba tomar nada de beber a toda costa. Parecía bastante recelosa.- Además, ¿y si lo tuyo es el baile profesional? Irás a bailar a grandes celebraciones, y todos te adorarán por ello. Aunque supongo que mirarían la forma que te hacen las mallas.- aguantó la risa ante la broma, divertida por que hacer bromas sobre bailarines fuera tan sencillo.

Cormac:- Voy un momento a saludar al profesor. Tengo algo que comentarle.

Laura:- Vale.

Y de forma imprevista le dio un beso en la mejilla al Hufflepuff que no tardó en expresar su sorpresa y desconcierto, así como su felicidad antes de marcharse, ahora, a regañadientes.

Acostumbrada a ir de vez en cuándo a estas cenas ya había aprendido qué es lo que quería el profesor Slughorn y cómo debía de comportarme yo si quería sacar también provecho en lugar de que fuese una simple obligación (por muy halagadora que fuese). El hecho de ver que el resto siempre iba super arreglado me intimidaba un poco, aunque procuraba que no se notase. 

Era por ello que traía desde hacía un par de años algo de ropa más arreglada. No era gran cosa, por supuesto, pues no contaba ni con ingresos ni con herencia y odiaba tener que pedir nada a los Hightower por mucho que ellos me lo fuesen a dar con una sonrisa. No, no me gustaba ser una mantenida pero no tenía otro remedio. Lo que sí podía remediar era no pedir caprichos.

Es por ello que llevaba un vestido sencillo que en realidad había comprado por 10 libras en el mercado tradicional del pueblo, pero eso no era necesario decirlo. El vestido estaba nuevo y era bonito, no parecía una baratija de mercadillo. Además habría aprovechado que se me dan bien las manualidades (aunque le debía mucho a la magia...) y llevaba un pequeño broche con forma de águila plateada que desviaba la atención de los más tiquismiquis para que no juzgasen mi ropa.

Había venido con Kaitlin para ponerla finalmente al día de los diferentes acontecimientos y ahora me encontraba a su lado, aceptando con cortesía la copa de Slughorn aunque mirándola con recelo. Tal vez debería lanzar con disimulo algún hechizo para ver que estaba bien... Me sentía un poco paranoica pero mirando alrededor podía ver que no era la única.

Tras finalmente dar un pequeño sorbo, volví a la conversación con Kait.

- Fue mágico - iba explicándole por el camino con una sonrisa soñadora - Primero pensé que montaba un dragón... Ya sabes que me encantan los dragones y aunque sé que eso no es posible, volar en un dragón sería fantástico. Pero mi patronus no me salió... Entonces Duncan me dijo "piensa en qué te haría realmente feliz". Y es una cursilería, pero pensé en que él me besaba...¡Y entonces sí me salió el Patronus! Era un dragón, pequeñito, pero el tamaño no importa en los patronus. Y entonces me preguntó qué había pensado... Y me puse nerviosa y super roja y entonces él me dijo que él había pensado en mí... y entonces poco a poco me fue susurrando cosas super bonitas y... Ah, fue el beso más mágico que nunca me han dado.... Aunque bueno, tú ya sabes que ése era también mi primer beso. Qué tonta puedo ser a veces... - acabé diciendo entre risas.

Tras entrar en la sala y saludar con cortesía, aceptar la copa de Slughorn y beber un trago, escuché a Kaitlin.

- Lo sé. Me pasé la noche entera cambiando mi redacción. Creo que excepto lo del castigo se cumplió todo lo que me dijiste... Creo que voy a quedarme una clase más en adivinación para ver si esto es casualidad o no.

No me di cuenta hasta un poco después que había dicho "Lo de Deirdre y Leo". Fue entonces cuándo caí en que a lo mejor sabía a lo que se refería...

- Oye Kait... No quiero meterme en esto. Quiero decir, esto es tuyo privado y tú lo cuentas si quieres, no te  obligo a nada. Pero acabas de mencionar a Deirdre y Leo... Y a Deirdre se le escaparon un montón de cosas cuándo hablé con ella en las mazmorras creo que en un ataque de desahogo. Es cierto que bueno... Leo y ella... ¿Que Leo se confundió?

- Había acariciado la esperanza de que hubieras decidido transformarte en animago ilegalmente pero supongo que los viejos tiempos han acabado - comentó con tono de burla aunque sin dejar claro si era una broma o un desprecio. Fuera como fuera, tampoco debía importarle demasiado puesto que bostezó sin demasiado disimulo y como consecuencia tuvo que secarse el rabillo de los ojos con la punta del dedo índice antes de que las lágrimas escaparan -. ¿Qué pienso? - le preguntó en vez de responder a su última pregunta, guardando silencio durante un prolongado y eterno minuto -. Pienso lo mismo que todos, supongo, aunque imagino que los prefectos pensaréis con más acierto que los que no lo somos. Han intentado envenenarnos a todos y de no ser porque era algo complicado, ahora muchos de nosotros estaríamos muertos.

-Oh, tia que bonito. Me encanta. - digo, con una sonrisa sincera y radiante, juntando ambas manos a la altura de mi pecho, algo teatrera-¿Entonces estais saliendo, saliendo? Oh, como me gusta. - añadi, con un gesto satisfecho.

Sin embargo, mi sonrisa se borró progresivamente cuando hizo referencia al incidente entre Leo y Deirdre. Y terminó por borrarse del todo cuando, además, me dejó caer que Deirdre le habia hablado de eso antes. ¿Pero que coño le pasaba a mi hermana? ¿Iba a contarle a todo el mundo lo sucedido?  Vale que Eve era Eve, pero no creo que correspondiera a ella contar aquellas cosas.

-Leo no se confundió. Deirdre se hizo pasar por mi, que es ligeramente distinto. - dije, completamente seria ahora. Obviamente, para mi eran cosas muy diferentes- Resulta que fue el dia en que a Leo le dieron la licencia de Animago. Había quedado con el en la septima planta pero Deirdre estaba alli, antes que yo. Estaba tan contento que se fue para ella, pensando que era yo, y la metio dentro del armario de las escobas. Estaba tan contento que la beso directamente, pensando que era yo y Deirdre, en lugar de decirle que parara continuó liandose con él hasta que, de repente, Leo tocó su pierna y se dio cuenta de que no tenia ningun lunar. Y entonces la apartó, cabreado y se fue. -explique, a grandes rasgos, dando mi version de los hechos, con e ceño ligeramente fruncido.

- No te confundas, Carrie... Me enseñaron la Animagia a condición de registrarme. Además, "Una Larga Temporada" en Azkaban no entra dentro de mis planes. - Lo que sí le sorprendió es cuando Carrie bostezó de aquella manera. Leo resopló, si se aburría hablando con él, solo tenía que decirlo. Apartó la mirada de Carrie, después del tono usado en su primera frase, y del bostezo.

Por último, tardó un minuto en responder a su pregunta. Para Leo, la respuesta llegó unos 50 segundos tarde. De haber recordado las conversaciones con Carrie así, no se habría sentado en el sillón, eso seguro. Más bien, no las recordaba así. Aun así, decidió seguir sentado. Non sibi, sed omnibus Pensó, mirando de reojo a los demás. Y lo peor estaba aún por llegar, lo sabía. Por qué estaba allí.

Estaba a punto de decir algo, cuando Carrie volvió a hablar. Le pareció como si le hubiera dado igual, a pesar de la gravedad del asunto. - No es un problema que se limite solo a los Prefectos, Carrie. Creo que todos debemos hacer algo. Personalmente, como pille al cabrón que intentó matarnos, lo despellejaré. Afirmó, con total tranquilidad y convicción. - Quiero encontrar a quien lo intentó. No me apetece que la proxima vez le salga bien. -

Miró a Carrie, frunciendo el ceño. Un Leo más... Responsable. O quizás un Leo que no deseaba acabar en una caja de pino. Quería ver la reacción de ella, saber que pensaba, a la hora de la verdad.

- No, no. Si no me quejo. Sólo digo que no termino de ver dónde encaja mi presencia aquí. Está claro que todos vosotros tenéis cualidades admirables y algo en lo que destacáis y que os hace únicos. Pero, lo único en lo que yo he destacado es el baile y, sinceramente...no me gustaría ser recordado únicamente porque hice una buena actuación en una fiesta de disfraces. Además, fue pura suerte.- respondo algo melancólico. Suelto una carcajada cargada de incredulidad, cuando Laura bromea con lo del baile profesional.- Ja. Avísame cuando eso ocurra.- Y termino por bajar la vista hacia mis pantalones y sonreír al tiempo que vuelvo a levantar la vista hacia la chica y le guiño un ojo. - ¿Eso es lo que tú mirarías, eh?

Por un instante, se me había olvidado que Cormac estaba con nosotros, hasta que interviene para decir que se va a hablar con Slughorn. A decir verdad, tampoco sé el motivo exacto por el que él ha sido invitado. ¿Qué tendrá que decirle?

Laura se adelanta para plantarle un beso en la mejilla y yo espero a que Cormac se aleje un poco para darle un par de golpecitos con el codo en el costado y, señalando con un gesto de cabeza al Hufflepuff, comentar.

- Parece que mi sugerencia no fue tan mala al final, ¿no?- Me quedo mirándola unos instantes, esperando su reacción. Habría jurado que hace unos días Cormac no le interesaba para nada. Los besos que le daba, el como interactuaba con él resultaban algo forzados, como si hubiese un motivo oculto bajo esas acciones. ¿Dar celos a alguién?...¡Qué dices, Kyle!. Esta última vez, me había dado la sensación de que era más natural. Aunque Cormac seguía mostrándose sorprendido...

Me distraigo observando a los invitados. Veo a una chica con un vestido verde enfrascada en una conversación con Kaitlin. Pero, ¡si es Eve! No la había reconocido con ese vestido. Era algo tan poco común en ella. Habría que convencerla para que se lo pusiera más a menudo. En los sofás, algo más alejados, Leo parece mantener una conversación con Carrie. ¿Le estará contando aquello que le tenía que contar?...Hablando de contar...

- ¿De qué le tendrá que hablar Cormac a Slughorn?- le pregunto a Laura con curiosidad.