Partida Rol por web

La señora O'Hare devolvió el abrazo a su hija con su característica ternura mientras sonreía, agradecida por tener los hijos que tenía.

- Estoy muy bien, Kaitlin. Tus hermanos nunca me dejan sola. Parece que creen que soy lo más débil del mundo, pero se lo agradezco, además, Melissa está a nada de dar a luz y se ha venido a vivir aquí conmigo. Por lo que nos cuidamos la una a la otra. ¿Sabes que aún no sabemos si será niño o niña? Creo que tu hermana quería preguntarte por nombres. De hecho quería que tanto Deirdre como tú lo eligiéseis pero... bueno, seguro que contigo le basta. Siempre tuviste buen gusto para estas cosas.- sonrió, intentando no pensar en su otra hija pequeña mientras hacían las camas de Patrick y Albert que compartirían habitación.- Dime, ¿qué tal te va todo a ti? ¿Estás contenta? ¿Vas a querer algo especial por Navidad?

Ambas chicas continuaron observándole mientras hablaba, con sumo interés al tiempo que una sonrisa cómplice se dibujaba en su rostro.

- Yo soy Aly.- respondió la chica de la coleta antes de señalar con el puñal a su amiga.- Y esta es Sasha.

Sasha:- Y ya nos gustaría ser tus compañeras de cuarto.- ambas rieron ligeramente antes de caminar hacia Kyle. Sasha le dio dos besos mientras que Aly, que resultaba ser algo menos femenina que su amiga, le extendió la mano para estrechársela.- En cuanto a tu cama... supongo que será esa que tiene ese extraño baúl encima. Admito que lo hemos intentado abrir pero...

- Jamás se me había resistido una cerradura. ¿Qué clase de cerrojo tiene? Por cierto, eres guapo, pero no dejas de ser un novato. Supongo que estás a nuestras benignas órdenes-  y sonrió con picardía, entre una mezcla de sonrisa maliciosa y divertida. Aunque a leguas se notaba que no eran esa clase de abusonas.

Sasha:- Espero que estés preparado. Y a todo esto, ¿de dónde sales? Parece que llevas días en las calles...
 

Ante el comentario final de Carrie, Deirdre alzó la ceja derecha y abrió el ojo para observarla, aún seria y preocupada.

- ¿Me vas a contar qué ocurre? ¿Se trata de Oliver? Ya sabes que puedes contar conmigo para deshacerme de él en cualquier momento. Cada vez me resulta más molesto. Realmente se piensa que puede manejarme.

Cada vez que nombraba a Oliver, la sangre le hervía. De solo el mero recuerdo de haber sido engañada, de haber sido reemplazada por una chica que no le llegaba ni a las rodillas. Y la situación cada vez la empeoraba más el hecho de que Oliver siguiera creyendo que podía seguir manipulándola. El vivo recuerdo de la fiesta de Slughorn era el cúlmen para enfadarla del todo. Ya no sabía por qué quería a Oliver muerto exactamente. ¿Era por ayudar a Carrie? ¿O era por puro deseo de venganza? Sea como fuere, lo que tenía claro es que deseaba ver sufrir a Oliver Carrow.

- Ya sabes que soy buena escuchando.- comentó recordando la vez a primeros de curso en que Carrie y ella se abrieron a conversaciones nunca antes planteadas.

Sonreí, al escuchar a mi madre hablar sobre mis hermanos- No es eso mamá. Nadie piensa que seas débil... de hecho, eres la mujer más fuerte que conozco... - le dije, mirándola con cariño, mientras comenzaba a hacer las camas de mis hermanos mayores- Pero nos preocupamos por ti. Y solo queremos que estés bien. Todos. - añadi, deteniendome un instante para dedicarle una sonrisa- Y me alegro de que Melissa esté por aqui... Asi por lo menos, entre contraccion y contraccion seguro que estáis entretenidas... - acabé por reir, divertida. Mi madre estaba a años luz de ser la mujer que era cuando mi padre estaba vivo, pero al menos se había recuperado bastante, en comparación con cómo había estado en años anteriores. -Y tranquila, que aunque Deir no esté, yo le ayudaré... - asentí, cuando me habló de ayudar a Melissa a buscar nombres.

Entonces percibi aquella tristeza en el gesto de mi madre, al hablar de mi hermana. Me detuve, y me acerqué a ella, rodeándola con mis brazos, en un gesto de apoyo- Todos la echamos de menos, mamá, pero supongo que habrá tenido sus razones para irse... Quizás quería ahorrarse tener que dar explicaciones por lo de Oliver... O quizás necesitaba algo de aire... Este trimestre no ha sido fácil para ella. Lo de Oliver le hizo mucho daño, aunque no quiera reconocerlo... Y luego estuvo lo de la fiesta, y el susto con Carrie... -y los problemas entre nosotras. Suspiré, guardándome eso último. Ya hablaría con mi madre sobre aquello. Necesitaba su consejo y su ayuda para lidiar con mi hermana gemela. Por mi parte, me estaba quedando sin cartuchos que quemar con ella.

Y acabé por dejarle un beso en la frente, sonriéndole, mientras asentía, separandome de ella para seguir haciendo la cama de Albert- Si, mamá. Yo estoy bien. Quitando el susto que nos dimos, las cosas con Leo van bien y parece que este año se me está dando bastante bien el curso... Si incluso Slughorn me invitó a la fiesta de eminencias por ser la mejor en clase de pociones... le expliqué, sabedora de que aquellas cosas le harian ilusion- Y bueno, no sé si Leo te lo habrá contado ya, pero él también se ha enterado de que no está solo, mamá. McGonagall es su tía... - le dije, bajando el tono para decir esto ultimo, con aire confidente y una sonrisilla, como si fuera el mayor secreto del mundo. -Y no quiero nada para Navidad, mama. Poder estar todos juntos y bien ya es suficiente regalo. - acabé por negar, sin querer que mi madre gastara nada más de lo imprescindible. No es que nos sobrara precisamente el dinero, y no quería que hiciera más esfuerzos de los que ya hacia a diario.

Carrie no vio la expresión de Deirdre, aún mirando hacia el techo con el pelo empapado, aplazando el momento de lavárselo por pura pereza; estaba demasiado cómoda y en realidad tampoco tenía prisa alguna.

- Es mi padre - terminó por decir con aparente indiferencia. En realidad no era ningún secreto, lo único que pretendía era que se lo contara la Carrie de siempre y no la muchacha insegura sobre su porvenir -. Quiere que me case o con Oliver o con Zac. Y por supuesto, me he dado cuenta de lo ingenua que he sido al creer que con la muerte de Oliver me libraría del compromiso. No te confundas, le quiero muerto - aclaró, con los ojos entrecerrados observando el juego de luces que producían las velas a través del agua que había en sus pestañas -. Pero aún así, ¿qué solucionará eso? No tenemos tanto dinero como antes y yo no tengo ningún modo de conseguirlo tan rápido. No me malinterpretes, nunca he esperado casarme por amor, siempre he sabido que mi matrimonio sería conveniente para mí, aunque sí quiero que exista una obvia compatibilidad con mi marido - abrió la boca para añadir algo más, aunque permaneció en silencio, como si se lo hubiera pensado mejor. En realidad, ¿por qué no quería casarse con Zac? Entraba en su esquema de lo que esperaba de su matrimonio, de hecho parecía ser la mejor opción que tenía delante. ¿Era simplemente porque no quería casarse tan joven? No. Era porque ella nunca había aceptado una orden de nadie y eso era lo que su padre estaba haciendo en aquellos momentos, imponiéndole su voluntad sin respetar la suya. Estaba indecisa e insegura y esos eran unos sentimientos que odiaba por desacostumbrados. Por desgracia, en esos instantes no confiaba en su padre, a quien creía capaz de lanzarle una imperius para llevarla hasta el altar o incluso de decidir que como ya era mayor de edad tenía que estar casada antes de volver a Hogwarts -. Supongo que eso es todo - mintió con tranquilidad a la par que se decidía a buscar su champú afrutado.

Me mantengo quieto y en silencio mientras uno por uno van desapareciendo. Cuando desaparece el último, permanezco unos segundos en silencio observando la chimenea. Parece que es mi turno. Es entonces cuando la voz de Katherine llama mi atención. Me giro hacia ella con una atractiva pero serena sonrisa en los labios.

- Y cumpliré con mis compromisos, como el buen Carrow que soy - le confirmo, mientras poso mi mano sobre su cintura y me inclino hacia ella para darle un beso. Durante una milésima de segundo mis ojos fueron hacia Bonnie. Sabía que no hablaría, pero aun así, no me gustaba su presencia. - Pero no quería hacerlo sin despedirme de ti y asegurarme de que podrás sobrevivir estos días sin mi presencia. - La expresión de su cara hace que sonría divertido. Sabía que, aunque fuese cierto, nunca me lo admitiría. - Nos veremos a la vuelta, ¿vale? Manten los ojos abiertos y recuerda nuestro acuerdo. 

Sin decir nada más eché a andar hacia la chimenea. Era el momento de marchar.

Deirdre observó a su amiga, pensativa ante la explicación sobre sus preocupaciones. Realmente no le gustaría encontrarse en su piel en aquellos momentos. Su madre resultaba ser todo lo contrario a lo que David Lewis mostraba. De hecho, durante el tiempo en que pasó al lado de Carrie tras lo del veneno, pensó que su madre jamás se habría despegado de la cama de ser ella la inconsciente.

Bueno, al menos me tiene a mí para estas cosas.

- Entiendo. Bueno, sea como fuere, eres y siempre serás Carrie Lewis. Te cases con uno o con otro, podrás hacer lo que te plazca y estoy segura de que encontrarías la manera de ser feliz en cualquier situación. Además... - bajó la mirada, clavándola en la esquina de la alfombra que reposaba en la entrada al baño.-siempre me tendrías a mí.

Tal vez ese sea el problema, pensó irónicamente cuando su amiga le recordó quién era. Le hacía gracia por otra parte que le hablara de felicidad. En realidad nunca se había sentido feliz ni infeliz, simplemente dejaba que pasara el tiempo sin objetivos buscando sin encontrar una motivación. Ahora había encontrado algo similar. No creía demasiado en la causa de los mortífagos pero sí en la necesidad de un cambio así que ese era un motor que la accionaba y que de hecho estaba despertando su potencial como hasta ahora no había sucedido. Por otra parte estaba Zac. No, no le necesitaba para seguir adelante. Pero lo cierto era que él sí la hacía feliz. No una felicidad de arco iris y ninfas bailando pero sí una sensación cálida y confortable, lo que en realidad había estado buscando durante tantos años en Hogwarts al rodearse de admiradoras: afecto.

Miró a Deirdre y le dirigió una sonrisa de las suyas, enigmática, a la par que se empezaba a aplicar el champú, propagando el olor a frutas por la sala. El problema de Deirdre, a pesar del mutuo afecto que se profesaban, era su incondicionalidad.

- Cuento con ello - murmuró medio en broma antes de aclararse el pelo en el agua.

- Sí. Me han puesto al día, pero cualquier cosa que puedas aportar será de gran ayuda. La orden se ha vuelto a poner en marcha y necesitamos la mayor ayuda posible. Algunos de los nuestros han caído de nuevo en batallas... no nos sobrán los colaboradores. A pesar de los intentos del ministerio por tranquilizar, está resultando complicado. Los magos y brujas vuelven a ver cómo se avecina el peligro y piensan que la era oscura nunca terminará. Que... ni siquiera Harry pudo eliminarla.- hizo una pausa, pensativa por todo lo que iba comentando. Hasta que, para finalizar su comentario miró con profunda determinación a Eve.- Pero eso no es cierto. Erradicaremos las secuelas. Podrías ayudarme a buscar información sobre magia oscura en la biblioteca si no te viene mal. A cambio puedo ayudarte a aparecerte sin problemas. ¿Te parece un buen trato? Es lo mínimo que puedo hacer. A no ser que quisieras unirte a la Orden, pero eso conllevaría demasiados peligros.

Deirdre sonrió ante la afirmación de Carrie antes de sumergir la cabeza bajo el agua, sintiendo cómo el calor se adhería a su piel momentos antes de salir nuevamente a la superficie.

- Bien. Además, mañana es tu cumpleaños. Será un día inolvidable. ¡Serás mayor de edad! Ya podrás hacer hechizos cuando quieras, aparecerte cuando tengas la licencia... libertad absoluta.

Se enjabonó el cuerpo con una esponja recién abierta, haciendo incapié en las piernas y en el cuello pues eran las zonas que más habían sufrido a causa del hollín y del polvo. Y una vez ambas chicas estuvieron totalmente aseadas salieron en busca de Zac. El chico las estaba esperando en su dormitorio, cambiándose la camiseta blanca por una camisa aún desabrochada. Las observó entrar mientras empezaba a abotonársela por debajo.

- ¿Ya habéis terminado? Dime, Carrie, ¿en tu casa se cena vestido formalmente o se puede ir con vaqueros?

Por fin vestida y con el pelo todavía húmedo, Carrie se presentó en la habitación de Zac junto a Deirdre para encontrarse que el chico aún estaba cambiándose. Enarcó las cejas ante la pregunta del chico y miró hacia abajo para contemplar su vestido.

- No te lo sabría decir, yo siempre voy así - dio una vuelta sobre sí misma para que vieran bien el vestido. En realidad, no importaba si era informal o formal puesto que Carrie lucía su estilo extravagante, a pesar de tener algún vestido normal -. Ves como te sientas más cómodo, a nadie le importará.

Le devolvió el beso ante el gesto de asco que puso Bonnie, algo apartada pero sin perder detalle.

- Me portaré bien... O haré lo que pueda.- le vio alejarse, despidiéndose de él con un gesto de mano y sonriéndole. No entendía por qué estaba con Oliver si siempre se habían llevado bien. Quizás le gustaba el hecho de transgredir las normas demasiado.

Con un último fogonazo verde, Oliver desapareció para aparecer cinco chimeneas más tarde en el salón de su casa. Pintaba bastante lúgrube. Como si hubiera tenido lugar un enfrentamiento no hacía demasiado. Había agujeros en la pared, una ventana estaba rota, cristales por el suelo... pero nada de eso parecía importarles a los presentes. Su primo estaba allí, al igual que sus padres que antes incluso de saludarle le pusieron un papel en el pecho:

Señor Carrow:- Invitación para mañana. Tendremos que ir de inmediato al callejón Diagon para comprarte algo adecuado. No podemos permitirnos perder esta oportunidad.
 

Terminó de abotonarse mientras Deirdre observaba los cuadros de las paredes preguntándose si ahí, en una casa mágica, también tendrían movilidad y de si los retratados que pudiera haber escucharían y hablarían.

Zac:- Bueno, nunca se sabe, ¿no?- y sonrió colocándose el cuello de la camisa en condiciones antes de agacharse un poco para recoger la corbata que había sacado, optando por meterla nuevamente en el cajón.- Estás muy guapa, por cierto.

Deirdre:- Qué raro escucharte decir todas esas cosas, Zac.

Zac:- Tú también estás muy guapa.- respondió ante la broma de la chica, exhibiendo su ya tan acostumbrada medio sonrisa.

Ella se encogió de hombros, sin siquiera mirar al chico, absorta en los cuadros:

Deirdre:- No es novedad.

Él negó con la cabeza antes de recoger la varita de la mesita de noche y guardársela, siempre lista para poder ser usada.

Zac:- ¿Qué hora es? ¿Y qué os apetece hacer?

Negué con vigor ante la propuesta de ayudar a cambio de clases de aparición.

- Oh no, no aceptaría algo así. Le ayudaré sin que tenga que darme nada a cambio. Aprenderé como el resto de alumnos. - era demasiado generosa para algo así, algo que a veces iba en mi contra, pero no gustaba hacer sentir a alguien que estaba en deuda. - Aunque tal vez necesitemos acceso a la sección Prohibida para algo así. Supongo que no es un problema si usted lo pide, por otro lado...

La sugerencia que había dejado caer sobre la orden del fénix tardó unos segundos en hacer efecto. ¿Era una indirecta, me pedía que me uniese a la Orden del Fénix? ¡Pero si tan sólo era una estudiante de 16 años! Por otro lado, eso terminaría con las dudas sobre qué hacer con mi futuro...

- La Órden del Fénix... Es imposible que yo pudiese formar parte de la élite, sería un lastre. - dije en voz alta, concluyendo mis pensamientos - O al menos ahora. Tal vez con algo ma´s de conocimiento y experiencia...

Sonrió ante la excusa de la prefecta sobre la Orden del Fénix.

- Todo el mundo es bienvenido a la orden siempre que quiera colaborar con ella. Creo que hace unos años dejamos patente la utilidad de lo jóvenes también. No obstante, prefiero que me sirvas de investigadora en lectura y de paso, si vieses algo extraño próximamente en Hogwarts, que contactes conmigo si no es mucha molestia. Sé que no me conoces de nada pero... es necesario colaborar y me han hablado de forma exquisita de ti.

Subieron hasta el segundo piso. Los lugares estaban prácticamente desiertos a causa de las vacaciones. Cada vez había menos alumnos que se quedaban en Hogwarts durante las vacaciones.

- No creo que haya ningún problema en acceder a la Sección Prohibida. ¿Te parece bien si empezamos mañana? Las dos horas que quedan para la cena tengo que usarlas en reunirme con la directora.

Da gusto encontrar estudiantes que se me parecen. Me acuerdo que en mis primeros años resultaba un bicho raro por estos pasillos. ¿Habrá sido igual para Eve? Parece muy responsable e inteligente.

- Eres demasiado buena, Kaitlin. No pasa nada por pedir algo material por Navidad.- y sin embargo lo decía con un brillo de orgullo en sus ojos y una sonrisa en los labios. Realmente le gustaba que su hija fuera de tal modo. Lo único que lamentaba era que quizás había llegado a esa madurez a raíz de lo sucedido con su padre.- ¡Y lo de Leonard es una excelente noticia! Y nada menos que con la directora. Eso le abrirá muchas puertas. ¿Crees que vendrá Minerva a pasar las navidades con nosotros entonces?

La puerta de entrada a la casa sonó con el ligero portazo que avisaba que alguien había llegado. Enseguida se empezaron a escuchar voces que se superponían unas a otras y la señora O'Hare sonrió ampliamente.

- ¡Ya estamos todos! ¡Vamos a saludarles!

- Vosotros también sois unos dignos acompañantes - contestó con elegancia como respuesta a los halagos y bromas entre ellos. No le pasó desapercibido el gesto de Zac al guardar la varita, algo que aprobó en silencio mientras sentía la suya propia en un bolsillo oculto entre los pliegues de su falda, a pesar de que le quedaba un día para poderla utilizar con plena libertad -. Aún queda una hora para cenar, nos sobra algo de tiempo, pero estoy tan acostumbrada a este lugar que no sé qué atractivos o entretenimientos podría presentar para los demás así que hagamos lo que queráis. ¿Queréis que os enseñe la casa? ¿Jugar con Ping pong? ¿Os muestro el leprechaun que tengo en la habitación? ¿O preferís que os presente a mi madre? - su última pregunta destilaba cierta ironía, aunque ni siquiera pareció darse cuenta de que ellos no tenían conocimiento de la nula relación que tenía con ésta última.

Cuando apareció en el salón el ambiente no le sorprendió. Los sucesos de los últimos meses habían convertido a las malas caras y la lugubridad en el pan de cada día. Al contrario que los desperfectos de la casa. Eso no solía ser tan común. Los observó durante un segundo de manera disimulada, mientras evaluaba a los presentes. Se preguntaba si había sido obra de un desencuentro entre su padre y Alexander (algo que no encajaba) o habían recibido un ataque del exterior. Si era lo segundo, resultaba mucho más preocupante.

Pero ese no era el momento de preguntar. Lo hubiese sabido sin la ayuda de la fuerza de su padre chocando contra su pecho. No necesitaba más para saber lo importante que era este matrimonio para su familia. Inevitablemente, las imágenes de su despedida con Katherine pasaron por su mente, al igual que los escarceos con Liliana y las promesas hechas a Deidre. Si su padre pudiese leerle la mente, no hubiese tenido la suerte de recibir ese 'caluroso' saludo.

Con tranquilidad llevó su mano hasta el pecho para sujetar el trozo de papel arrugado. En el proceso buscó la mirada de su primo Alexander, intentándole transmitir que todo estaba saliendo según lo planeado.

- Está bien - Acompañó sus palabras de un movimiento de cabeza afirmativo. Tras eso, echó a andar hacia el interior del comedor, en dirección a su madre. Corta y acertada. No valía la pena dar otra respuesta, su padre no había hecho una pregunta. - Madre, me alegro de verte - dejó caer un suave beso sobre su mejilla derecha. - A ti también, Alexandre. Ha pasado mucho tiempo.

Sin decir nada más, volvió a mirar a su padre. El viaje al Callejón Diagón era urgente, pero sería él el que indicase el momento justo para marchar. Él o su madre. La jerarquía era uno de los pilares clave en su costumbre familiar.

-Aly y Sasha- susurro, grabando los nombres en mi memoria, mientras correspondo a los saludos de las chicas con dos besos y un apretón de manos, lo suficientemente firme como para transmitir seguridad en mí mismo. Probablemente, conocerlas me iba a ser útil durante mi estancia en el orfanato. 

Asiento al ver el lugar al que señala Sasha y comprobar que, efectivamente, aquel era mi equipaje y por ende aquella, mi cama. Doy unos pasos hacia ahí y cojo las sábanas que descansan al pie del colchón para hacerme la cama. Las chicas continúan hablando y, por sus palabras intuyo que llevan un buen rato intentando cotillear en mis cosas. Quizás debería echarlas en la habitación, pienso. Desde luego no voy a ponerme a abrir el baúl con esas dos presentes, pero he de admitir que me gusta la compañía. Aunque este hubiese sido mi hogar tiempo atrás, lo cierto es que ya no tenía ni idea de cómo funcionaban los huérfanos ahí hoy en día. Tampoco es que hubiese tenido mucho contacto con los mayores. Pero claro, pienso mirando a las chicas que se yerguen ante mí, para entonces ellas debían ser igual de pequeñas que yo. Por un momento, me quedo mirándolas a ambas fijamente, intentando discernir si las conozco, si eran amigas mías cuando yo vivía ahí de pequeño. Si lo eran, no lo recuerdo. 

- ¿Tengo pintas de saber mucho de cerraduras?- pregunto- Pues una normal y corriente. A lo mejor estás perdiendo facultades.- respondo con un guiño a la de la coleta. Le devuelvo la sonrisa pícara ante el último comentario y alzo la ceja en un gesto sexy, aprovechando el "poder" que me da aquel cumplido, antes de responder.- Eso dependerá de qué clase de órdenes... Además, en teoría, no soy un novato. Pasé un tiempo aquí hace muchos años. 

La intervención de Sasha me sorprende, pues me hace recordar la época en la que realmente vivía en las calles dedicándome al hurto y el vagabundeo. Pero ahora...era imposible que tuviera el mismo aspecto desaliñado de antaño. Acababa de llegar del colegio de magia y hechicería, donde incluso nos hacían llevar túnica. Sí, pero has llegado a través de una chimenea, me recuerda mi subconsciente. Me llevo la mano al pelo, y al moverlo una fina lluvia de cenizas cae sobre mi rostro, reposando en parte en mis pestañas. Por supuesto no puedo decirles que me acabo de teletransportar, como quien dice, a una chimenea con unos polvos mágicos. Pensarían que estoy majara y McGonagall no lo aprobaría. Así que suelto lo primero que me viene a la mente. 

- Estaban en obras en el internado en el que estudio.- me encojo de hombros.- Razón por la que no puedo pasar allí las Navidades esta vez.- añado. Ya tendría tiempo de ponerle unos pilares más sólidos a mi historia. 

Me sonrojé ante el obvio piropo, aunque también me preguntase quién podría haber estado hablando con Hermione Granger y "de manera exquisita".

- Claro - ​le dije con determinación - me tiene a su entera disposición. Y Por supuesto que la conozco - me di cuenta de lo raro que sonaba eso, como si la hubiese estado espiando cuando la realidad era que era la primera vez que la veia. - Quiero decir, que todo el mundo conoce a Hermione Granger. Su reputación es exquisita, es usted un héroe. Y si no puedo confiar en alguien como usted en tiempos oscuros, ¿En quién si no?

Me sentí un poco estúpida al soltar semejante discursito, así que opté por dejarlo por hoy antes de necesitar que la tierra me tragase bien hondo. 

- No la molesto más, mañana  podemos empezar con la investigación. Buenas noches. - dije estirando la mano para estrecharsela.