Partida Rol por web

A la luz de la varita no ven muy bien, pero en una estantería llena de pequeñas macetas parece haber un papel que en teoría no debería estar ahí. Al acercarse pueden leer una pequeña nota con caligrafía bastante cuidada, pero no tanto como la de la Profesora Fiore o el Basilisco.

"Estimados alumnos, el invernadero es un lugar peligroso por la noche así que os ruego el mayor cuidado. Se que buscáis algunas plantas así que como castigo os propongo un juego. Las plantas están dispersas por esta estantería, pero un hechizo las protege. Se que usaréis cierto hechizo para descubrirlas, pero no os funcionará. Deberéis seguir el siguiente código: I35, D46, I51, I28, A22, B37, D04, B57, C13, A34. Algunas de estás plantas, quizá no sean las que buscáis. Atentamente, vuestra profesora de herbología"

-¿Coordenadas, tal vez?- Pregunto con un hilo de voz, pero sonriendo. Parecía un juego divertido.- Algunas de las plantas no son las que buscamos. Algunos de los números son demasiado elevados como para corresponderse con algún hueco de la estantería. ¿Alguna idea mejor?

Aunque sea el castigo era original y no letal por si mismo, aunque las plantas podían "pensar" otra cosa. no tenía claro si como condición sería necesario hacer el hechizo que ella había previsto, o podríamos "jugar" a ciegas.
 

Parecía un código sencillo: I, era izquierda; D, derecha; C, centro; A, arriba y B, Bajo. 

Puede que el hechizo que usase McGarden hiciese invisibles las macetas, pero nos hacía falta alguna referencia para saber donde estaban las macetas. Cojo un puñado de tierra del suelo, y lo voy lanzando a los estantes, para que en la base de los mismos, se marque el círculo del espacio que ocupan las macetas. Después comienzo a contar en el estante de la izquierda hasta llegar a la maceta número 35.

Si no hay suficientes, en la tercera balda, cuento hasta la quinta maceta. 

Justo cuando comienzan a tratar de descifrar el código que les ha dejado la Profesora McGarden, encuentran una nota justo un poco más abajo y con letra algo más pequeña.

PD: esto es una carrera contra el tiempo. Tenéis 5 minutos antes que las plantas os tomen por amenazas y os capturen. Si eso sucediese, estarán aquí cuando salga el sol y tendré que entregaros a la profesora Fiore. Daos prisa.

Parece que la cosa se complica más porque tienen que hacerlo más rápido de lo planeado. ¿Cómo hacerlo? En la parte superior e inferior hay 5 renglones de 15 plantas, en el central hay 3 renglones de 5 plantas, en los laterales hay 8 renglones de 15 plantas, salvo los 3 centrales.

La parte superior e inferior contenían 75 macetas, la parte media 15, las partes derecha e izquierda contenían 90 plantas. En total 180.

Todas las combinaciones de números daban tanto la posibilidad que de referirse en orden a contar las macetas, o que las coordenadas fuesen columna- fila, o fila columna. La diferencia nos haría coger plantas bien distintas. Siempre podíamos llevarnos los tres juegos de plantas, correspondientes a cada forma de identificar el código y luego ver cuáles eran las qu necesitábamos. 

"A22, no da lugar a error para los sistemas columna-fila o fila-columna, y me permitirá eliminar el sistema ordinal"

Estiro el brazo para coger la planta que ocupaba la posición en la segunda fila y columna de la parte superior de los estantes.

Scarlet se quedó pensativa por la nota, hasta que escuchó la voz de Spencer contándole una de sus teorías respecto a las plantas y su posición. A la muchacha le parecía que era una buena idea, aunque los números fuesen demasiado altos. Volvió a quedarse con expresión reflexiva, pero la nueva nota la alarmó aún más.

Vio como Spencer comenzaba a contar las plantas y a coger algunas, según sus movimientos, Scarlet supo pillar las intenciones de su compañero, entendiendo entonces el código que había que seguir. Ella sonrió y ayudó a su amigo según el patrón que él había establecido, contando las plantas según su posición.

Los minutos pasan y entre los dos consiguen casi todas las plantas en la lista de códigos. Cuando van a hacerse con una de las que faltan se dan cuenta que quedan a penas unos segundo para que pasen los 5 minutos y las plantas comienzan a impacientarse por los dos intrusos que perturban su descanso con la luz de la varita. 

Comienzan a oír ruidos de algo reptando por el suelo o por las cristaleras del invernadero. ¿Serán las plantas o será algo peor?  ¿Les dará tiempo a salir de ese lugar?

Scarlet acababa de terminar de coger una de las plantas que les quedaba cuando se dio cuenta del poco tiempo que les quedaba ahí dentro sin que las plantas fueran a por ellos.

Oh, no...

La muchacha, asustada al escuchar las plantas despertar, volvió a ir junto con Spencer para tomarle de la mano y tirar de él un poco para que él se diera cuenta del peligro al que estaban expuestos en ese momento. 

El miedo recorría el pequeño cuerpo de Scarlet cuando tiraba con urgencia de su compañero. Miraba a todos lados, inquieta, pensando que cualquier ruido que surgiese podría ser el último que escuchase jamás. El corazón comenzó a latirle con fuerza cuando sintió el reptar de algo en el suelo y en las cristaleras. Se estremeció ante tal sonido y volvió a insistirle a Spencer.

-Spencer, vámonos ya. Rápido.-le dijo con temblor en la voz mientras se aferraba a su brazo como si fuera lo único que existiese en ese momento.-...Si no... las plantas... las plantas...-intentaba terminar de decir con voz temblorosa, sintiendo el pánico recorrer su cuerpo como si éste creyera que si decía en voz alta lo que ocurriría, sucediese de verdad.

-¡Vámonos, por favor! ¡Deja las plantas!-volvió a pedir mientras sentía que cada vez le faltaba más y más el aire. La oscuridad y la penumbra que dejaba la varita hacía que diese la sensación de que el lugar era demasiado pequeño, la humedad y el calor del ambiente hacían que el aire pareciera viciado y espeso, difícil de aspirar. Además, la muchacha juraría que cada vez que miraba a una planta, ésta se había movido hacia un lado, incluso le parecía escuchar cosas que rompían el silencio de la noche. 

-¿Eh? .- Estaba distraído y sonriendo con el pequeño puzzle, pero las prisas que me mete Scarlet no se pueden ignorar. Las plantas se habían cerrado en torno a nosotros, más allá del límite de la luz que emitía la luz de Scarlet.- A la de tres, corremos. 

Cojo aire, levanto la varita, y con un gesto hacia las plantas en nuestro camino de vuelta exclamo:

-¡Depulso!¡Tres!-Cogiendo la mano de Scarlet, que me preocupaba  más que la recompensa, corremos entra las plantas, que van cerrándose de nuevo a nuestro paso. -¡Corre!¡Corre!¡Corre!.

Abrazada a su brazo, Scarlet intentó dejar de lado durante un momento el ruido que hacían las plantas al reptar hacia ellos para concentrarse en la suave voz de Spencer y así relajarse un poco, o al menos saber que él tenía la situación controlada... Aunque sus palabras no la calmaron lo más mínimo, más bien al contrario. 

¿Correr? ¿¿Cómo iba a correr si apenas conseguía sostenerse en pie por el temblor?? Era una locura, casi podía sentir como las plantas podían tragárselos poco a poco. El aire faltaba en sus pulmones y la sensación de oscuridad cada vez era mayor, la ansiedad se apoderaba de ella mientras que su rostro se tornaba pálido. 

Y sin saber cómo, consiguió seguir la mano guía de Spencer, que tiraba de ella dispuestos a salir de ahí. La muchacha corrió detrás de él con el corazón acelerado, sintiendo los nervios a flor de piel y con la adrenalina golpeándole en el pecho con cada latido. Sentía que se mareaba y que todo le daba vueltas, pero no dejaba de correr, sin saber si mirar atrás o no. De vez en cuando una planta rozaba sus delgadas piernas o le tomaba durante unos segundos del pie... pero en esos momentos, la muchacha no sabía como ni porqué, pero lograba sacar la fuerza suficiente como para seguir corriendo, como si la vida le fuera en ello. 

Por favor, no me sueltes, no me sueltes...-rogaba en silencio mientras sus piernas no dejaban de moverse, intentando esquivar a las feroces plantas que se cernían sobre ellos. 

-¡Inmovilus!-lograba decir cuando el nudo de la garganta se aflojaba y las palabras podían salir bien de entre sus labios. 

Cada vez veía más cerca la salida pero... ¿la alcanzarían a tiempo? 

Como un depredador verde, como una marea de hojas y tallos, las plantas se desbordaban hacia nosotros tras nuestros pasos.

-¡Flagrate!- De la punta de la varita comenzó a manar una linea de color rojo. 

La puerta, que no nos habíamos molestado en cerrar estaba frente a nosotros. encabezando la huida, salto el pequeño desnivel, tirando de Scarlet. Cerramos la puerta de golpe, apoyando el peso de nuestros cuerpos contra ella, mientras las tenaces depredadoras tratan de colarse por las rendijas. 

Como si de un grafitti improvisado se tratara, dibujo la runa de "Muro" en la puerta. Es todo lo que podía hacer, cruzo los dedos, mientras hago fuerza contra la puerta.

Pero Spencer, por los nervios, escribe mal la runa y las puertas del invernadero se abren de par en par y unos "tentáculos" verdosos y vegetales se enredan alrededor de la pierna de Spencer y tiran de él hacia el interior de la casa de cristal. Las plantas aun se ven amenazadas y se oyen los susurros que parecen clamar venganza.

La fuerza que ejerce la planta en la pierna es bastante grande y el agarre no es fácil de deshacer. Si el chico opone resistencia, quizá se quede sin pierna, pero si el chico no la opone, quedará atrapado hasta el amanecer y es cuando la profesora McGarden le encontrará y tendrá que llamar a la profesora Fiore.

La situación es de lo peor que se puede encontrar.

¡¡Sí, por fin!!

Era lo que la muchacha pensó al ver la salida cada vez más y más cerca, hasta que finalmente atravesaron la puerta para cerrarla tras de sí. Las plantas seguían avanzando dispuestas a atraparlos entre sus tentáculos, pero Spencer fue rápido en escribir la runa que impediría que pasasen dentro. Scarlet se permitió sonreír de medio lado y respirar hondo para tomar el aire que tanto le había faltado antes. No soltó la mano de Spencer, quería mantenerlo a su lado hasta que volvieran a la sala común y entonces debieran separarse. No sabía si quería que llegase ese momento. 

Entonces el sonido del cristal roto, quebró la quietud del momento y las plantas atravesaron la puerta para coger a su amigo de la pierna y arrastrarlo hacia el interior y la oscuridad de los invernaderos. Scarlet sintió el tirón en el brazo y prácticamente casi la arrastran a ella también, puesto que no quería soltar a Spencer. 

-¡Spencer!-gritó su nombres, asustada, cuando las plantas los arrastraban hacia su espesura. Sin embargo, la joven Ravenclaw se dio cuenta de que, si seguía tirando y oponiendo resistencia, las plantas romperían su pierna... o pasaría algo peor. Pero por el contrario, tampoco podía dejar que las profesoras lo descubrieran mañana. 

La muchacha por un momento sólo vio oscuridad. Oscuridad que se tragaba a Spencer cada vez a mayor velocidad. El aire volvía a faltar en sus pulmones y los ojos se le anegaban en lágrimas debido al miedo, que hacía que todo su cuerpo temblase. Pero no, ella no iba a dejarlo solo e irse. Obligó a su cuerpo a seguir corriendo por el invernadero, detrás de Spencer y la planta que lo arrastraba; debía combatir al miedo que sentía en ese momento, pues se estaban jugando mucho. 

Mientras los seguía y esquivaba las planta que intentaban atraparla a ella que se escabullía como un ratoncito, comenzó a pensar en sus apuntes de herbología y en el tipo de planta al que se enfrentaban. La mayoría eran muy sensibles a la luz solar. 

-¡Lumos solem!-exclamó apuntando con su varita a la planta que se llevaba a Spencer, esperando que el hechizo surtiera efecto y soltase al muchacho. Scarlet no dejo de correr, varita en mano, mientras ésta despedía un rayo de luz tan intenso que tuvo que apartar la vista y taparse los ojos ligeramente con la mano libre que tenía.