Partida Rol por web

La chica se sonroja ante los halagos de su amigo, sin dejar de sonreír de oreja a oreja. Juguetea con los mechones de su pelo oscuro, rizándolos con el dedo, mientras mira hacia abajo con timidez y modestia. Se sentía muy feliz por lo que acababa de realizar, era consciente de que esa clase de hechizos difícilmente tenían un buen resultado con tan poco entrenamiento. 

Lo cierto era que no había sido tan difícil. La magia es simple, son las personas quienes la ven como algo complicado. Scarlet pensaba que este hechizo en especial era tan complejo precisamente por eso, porque en el momento de elegir un momento feliz, la gente no se deja llevar y medita demasiado sobre cual es el momento más feliz de sus vidas. No hay un momento que sea mejor que otro, todo depende del momento y la situación en la que te encuentres. 

Se acercó al chico, que ahora estaba sentado sobre la mesa, sin dejar de colmarla de besos y cariño. Scarlet se dejó hacer, sin borrar su sonrisa triunfal de su rostro y riendo suavemente ante tal cantidad de atenciones. Cuando le pregunta en qué había pensado justo en el momento de realizar el hechizo, se queda pensativa durante un momento.

-Pensé en varias cosas.-comienza a hablar, sin dejar el tono pensativo.-Una de ellas fue cuando recibí la carta de Hogwarts... otra cuando realicé mi primer hechizo... otra cuando le partiste la nariz de un puñetazo a esos cretinos en primer curso...-dice, riéndose al recordar la curiosa forma en la que se conocieron.-También recordé la primera vez que... en fin... que estuvimos aquí.-se sonroja al mencionarlo y desvía la mirada a otro lado mientras ríe con algo de nerviosismo. Se recompone un poco y le vuelve a mirar para seguir explicando.-Pero... los recuerdos que aparecieron en mi mente justo antes de realizar el hechizo... fueron los días en los que recibía alguna carta tuya y el momento en el que os volví a ver a Logan y a ti este año, en el tren.-sonrió al recordarlo.-Este verano ha sido el peor de toda mi vida, me sentí terriblemente sola desde que sucedió lo de mis padres... Recibir cartas tuyas era como una luz parpadeante que me hacía ver que no lo estaba realmente. Y... veros en el tren, en septiembre... fue increíble.-conforme hablaba iba bajando el tono de voz, haciendo del momento algo más íntimo, a pesar de que se encontrasen totalmente solos. Mientras explica, sus dedos se entrelazan con los de Alex y alza su mirada tímida para mirarle a los ojos, con una sonrisa-No creo que haya un momento feliz por excelencia. Creo que todo depende de la situación en la que nos encontremos... Cuando vayas a hacer el hechizo, no pienses... el recuerdo ideal vendrá solo. Si te detienes a reflexionar, no saldrá.-le aconseja.- Inténtalo de nuevo si quieres, estamos aquí para practicar, ¿no?-lo anima a probar una vez más a hacer el hechizo, tirando suavemente de sus manos para que se levantase.

Alex se rió ligeramente, negando con la cabeza, al recordar sus andanzas de primer curso. Madre, la de castigos que había tenido que tragarse él para que poco a poco fuese moviéndose cada vez con más ojo. Y ahora no era él el castigado, pese a que hacía más ilegalidades de las que podía contar. Claro, que cierta profesora le había salvado hace no mucho.

- Bueno, ya sabes, soy increíble- respondió sin egolatría, encogiéndose de hombros como un mero medio para no sentirse de verdad el centro del universo. La devoción que le profesaba Scarlet era magna, pero no sabía muy bien cómo corresponderla sin sentirse un creído o sin rechazar el enfoque de su compañera-. Supongo que tienes razón, es un cúmulo de cosas- asintió para si con los labios fruncidos-. Me alegra formar parte de ellas.

Dio un último beso, fugaz, e hizo girar a Scarlet como una peonza, abrazándola por detrás por encima del ombligo. Pegó su mentón sobre el hombro izquierdo de la chica y estiró una mano ante ella, la diestra, con la varita extendida entre los dedos. Alex intentó abandonarse a un recurso feliz, pero ciertamente sólo sacó imágenes sueltas en su infancia, cuando aún era una entidad inocente y entregada. Recordaba el Callejón Diagón por primera vez, que aunque gris y oscuro, no dejaba de ser para él un pozo de magia inconmensurable.

Se devanó en un hilo la cabeza, recordando cuando su tía le cuidaba cuando aún era libre, instruyéndolo ligeramente en enseres de los muggles. La primera vez que vio la sala de los menesteres, el mapa del merodeador, y el primer beso con Scarlet. Cuando la chica dijo que le quería, y por qué no, ciertos recuerdos del pasado con Madelain.

- Expecto Patronum- dijo como si fuese la necesaria finalización de un ritual.

De la varita salió una hebra blanca que proyectó un escudo pálido ante Scarlet, frágil y oval pero completo y ligeramente opaco. Sonrió y besó a Scarlet en el cuello desnudo, bajando la varita y deshaciendo aquello antes de que se extinguiese por si mismo. No podía darse ese gusto.

- No está mal para ser yo- declaró con lo que parecía ser satisfacción-. ¿Y mi premio?- increpó con una sonrisa pícara pellizcando a Scarlet en un hombro-. La verdad, no contaba con que todo saliese tan bien a la primera. Pensaba que tendríamos que estar horas aquí- volvió a abrazar a la chica con la varita en el regazo, cual animal protegiendo a su camada-. Me alegra. Si quieres bajar a ver el club de duelo, vamos. Sino...- apretó ligeramente y acurrucó la cabeza en el cuello de la chica, frotando el pelo- no me importaría en absoluto quedarme aquí.

Era elemental que a Alex el club de duelo le daba bastante igual. Hendió una mano en la melena castaña de la chica y se puso a jugar con el pelo, rizándolo más de lo que ya de por si era.

Scarlet ríe ante la primera respuesta de Alex, para después dejar que la vuelva a besar y la haga girar sobre sí misma y así darle la espalda al chico, en el giro casi se hace un lío con sus propios pies y cae al suelo, pero consigue mantener el equilibrio y termina apoyándose en el hueco de mesa que dejan las piernas abiertas de Alex. 

La muchacha ladea la cabeza, pasando una mano por el pelo para llevarlo hacia el lado derecho y así él podía apoyar su cabeza en el hombro izquierdo de ella, sin mechones de pelo negro que entorpeciesen su visión y le desconcentrasen. La respiración de Alex acaricia la clavícula y el cuello de la muchacha, quien sonríe para sí ante ese agradable cosquilleo.

Durante esos momentos de silencio, Scarlet intenta descifrar los pensamientos del chico y averiguar qué recuerdos están cruzando por su mente en ese momento, como si intentase leerle el pensamiento. Su mano busca la libre de él, entrelazando sus dedos finos con los del chico. Esperaba que no se desconcentrase con ese gesto y que sirviera para que saliera bien. 

Sonríe ampliamente al ver la hebra blanquecina que sale de la varita de Alex. No era un patronus muy potente, pero al menos había salido y eso era un avance, tenía una base sobre la que practicar... sólo debía practicar un poco más. 

-¡Está muy bien, Alex!-le dijo dedicándole la mejor de sus sonrisas.-Con un poco más de práctica y esfuerzo, seguro que eres capaz de conjurar uno con forma de animal, ya lo verás. Esto sólo es el comienzo. -ríe suavemente al escuchar la petición de un premio y vuelve a girar sobre sí misma para colocar los brazos sobre los hombros de Alex y cerrarlos en un abrazo, atrayéndolo hacia sus labios en un beso suave y dulce. Le sonríe y se da la vuelta nuevamente volviendo a adoptar la misma postura de antes. Scarlet, deja caer la cabeza caer la cabeza hacia atrás con suavidad, para apoyarla sobre el hombro de Alex. Sonríe y deja que juguetee con su cabello.

-Sí, hemos avanzado mucho, ¡ahora sólo nos queda perfeccionarlo!-dice ella, animada e ilusionada por poder realizar más hechizos.-Por mí tampoco hay problema en quedarnos aquí más tiempo. Seguramente todos los de mi clase reten en duelo a Spencer como venganza por lo de anoche... prefiero ahorrarme ver eso.-dice.

Alex se sentía esencial. Decir bien, a gusto, feliz, tranquilo o comodo hubiese sido pecar de parco y mortecino en el término. Ni siquiera feliz, pues era un estado efímero y fugaz, como los besos de la persona amada o los vuelcos del corazón en los pasillos. Esencial era el estado místico que parecía tornarse onírico. Ese momento donde quieres pellizcarte para ver si has de despertar y sienes que todo el mundo alrededor ha dejado ser importante, e incluso de existir.

- Se me dan bien los esfuerzos- aseguró con una media sonrisa, clavando la mirada en un punto tras la pared, disfrutando del calor y la cercanía de Scarlet, como si eso fuese a curarlo todo-. Supongo que estamos viviendo el comienzo de muchas cosas.

La relación con Scarlet, fuese cual fuese su naturaleza o su futuro desarrollo. No se aventuraba a pensarlo, prefiriendo claramente centrarse en vivir el presente. No quería saber cómo acabaría, si es que acaso tenía que hacerlo jamás. Por otro lado estaba la Orden. Era un claro suicidio, pero también un gran proyecto de superación personal y, por qué no decirlo, una forma de realizarse como persona. Alex no sabía para qué había nacido, pero Scarlet y la Orden hacían que todo tuviese sentido en esos momentos. Le animaban a seguir adelante.

- Perfeccionarlas es importante- añadió dándole un eso en la mejilla antes de volver al status quo. Básicamente, Alex pensaba en voz alta, compartiendo su mente con la de Scarlet-. ¿Qué piensas sobre Spencer?

Lo dijo sin acritud, abierto, con la voz serena de un hombre que se sabe entre algodones. Scarlet sería comedida y educada al responder, si es que se decidía a hacerlo. Alex se había mordido la lengua y tragado sus pensamientos al respecto, ya que si por él fuese su respuesta hubiese sido "yo no" a la hora de ver cómo su casa lo devoraba en duelo como justicia personal.

Pero Alex estaba demasiado calado por Scarlet como para ser capaz de decir algo así. En su lugar se confirmaba con lo que la chica tuviese que sincerar al respeto. Sobre lo de el castigo, sobre su relación, o sobre la persona de Spencer en general. A ojos del león no era más que una hormiga que deseaba pisar con el zapato, pero ahí tenía un grillete en el tobillo, reteniéndolo. Ansiaba saber y justificar cual era la razón de que ese freno existiese.

Quizás, probablemente, eso ayudase a que no cogiese la llave y terminase clavando la bota en el suelo llegado el momento. Tenía muy claro que Spencer volvería a agitar, y más de una vez, una luz roja ante sus ojos para que cargase contra él. Era así, un provocador con pintas.

Alex bajó el diafragma y cerró los ojos, apretando ligeramente a Scarlet hacia si. La necesitaba sentir más cerca.

La pequeña águila se acurrucó entre los brazos de Alex, arrebujándose entre ellos y sintiéndose pequeñita, pequeñita... pero cálida y protegida; dejó que la estrechase un poco más y soltando el aire que le quedaba en los pulmones mientras lo hacía. Tomó aire mientras pensaba en la respuesta a la pregunta de Alex, la pregunta la había sacado ligeramente de esa sensación de ligereza que la rodeaba ahora mismo; hasta escuchar su pregunta, era como si estuviese flotando en un sueño, ya que tenía la misma sensación de tranquilidad, calma, quietud... Las palabras de Alex suponían una pequeña vuelta a la realidad, que le sujetaba los pies a la tierra.

Se lo piensa un poco más antes de hablar, no quería herir de ningún modo al chico, pero quería ser sincera ya que no se merecía menos. 

-Que qué pienso sobre Spencer...-parafraseó a Alex.-... Es una persona que encuentro interesante, la verdad. A mi parecer es una persona difícil de tratar, es decir, para llegar a conocerlo bien tienes que entenderlo e intentar llegar a algo más a fondo de lo que muestra... Aunque parezca mentira, nos parecemos bastante, en cierto modo me siento bastante identificada con su forma de ver las cosas, analizarlas, la curiosidad por conocerlo todo, encontrarle un porqué...-su voz adopta un tono soñador y entusiasta, no por esas cualidades de Spencer, sino por esas cualidades en sí. A pesar de todo, Scarlet es una Ravenclaw, el conocimiento y la curiosidad acerca de todo lo que la rodea forma parte de su naturaleza inquieta y ambiciosa por conocer cada vez más y más.

-Ambos somos unos enamorados de la magia y del mundo en general. Por eso me entiendo tan bien con él, creo, sólo que sus métodos de conocer las cosas tal vez sean más... "ilegales" que los míos, yo no me atrevería a entrar en el despacho del profesor para averiguar qué hay, él sí.-ríe con suavidad, aunque le traiga malos recuerdos.-También pienso que... la gente lo juzga demasiado rápido. Como dije, es una persona difícil de entender... de primeras puede parecer un impertinente y un provocador... en el fondo no es así de imbécil, sólo hay que tener paciencia e interés por él.-suspira y mira a Alex.-Lo creas o no, está ayudándonos mucho a Henri y a mí con... un pequeño proyecto, del cual apenas puedo hablarte, pero en cuanto pueda, te lo contaré todo. Te lo prometo.-le asegura con total seguridad.-Digamos que con ese proyecto, ha sacrificado algo para ayudarnos a nosotros.-Por no hablar de los unicornios...-piensa y sonríe enternecida al recordar a Enya.

-No puedo obligarte a que Spencer te caiga bien, a mí tampoco lo haría si no lo conociese como lo conozco. Pero... no es como todo el mundo piensa que es, de verdad.-termina diciendo.

Todo esto lo hace con un tono lo más objetivo posible, dejando a un lado lo que siente por Spencer e intentando responder lo mejor que puede a la pregunta de Alex, esperando no herirlo de ninguna manera y que entienda lo que ella quiere decir. 

Alex escuchó a Scarlet en silencio. La pequeña águila herida casi podía oír el tic-tac cíclico en su cerebro. Había un partido internacional de Quidditch ahí dentro y Scarlet era la comentarista principal del partido. Cuando terminó, Alexander Blair se limitó a asentir. Tragó saliva y bajó sus manos a la cintura de la chica, deslizándolas como un par de serpientes de seda. Giró la cadera con un movimiento de muñeca y dio 180º la vuelta a la quinceañera como si de una muñeca se tratase. Otro significado de muñeca, claro. Quedó cara con cara con ella. Rebosaba seguridad, determinación y confianza ciega.

- Nadie es como los demás piensan- aseguró tocándole la nariz con el índice como si fuese un interruptor. Sonrió de medio lado y aguzó los ojos-. Chris, Clare, Henri, William, tú, yo. Ya lo has visto- se explicó con relativa indiferencia, como si comentase algo obvio. Como si eso no hiciese a Spencer ni a nadie especial-. Pero tienes razón. Tú nunca sacrificarías a tus seres queridos por mera curiosidad y rebeldía- añadió dándole un matiz positivo para él águila.

Aún así pretendiéndolo se valió de ello para, de tapadillo, apuntar lo obvio sobre cuales eran las prioridades de Spencer a la hora de elegir entre la mano de su presunta amada y cotillear en el despacho de un profesor. Era la verdad literal y metamórficamente hablando, así que Alexander no estaba dispuesto a restarle importancia a tal muestra de egoísmo y, por qué no decirlo, ignorancia en grado sumo. Pero era ligeramente sutil y educado. Apreciaba demasiado a la morena.

- Sinceramente, Scarlet- apretó la cadera de la chica contra la de Alex, obligándola a acercarse un tanto más y sentir al chico-, ha amenazado a mis mejores amigos en público y delante de ambos con divulgar sus secretos, ha propiciado y dejado que te torturen, ha divulgado en público su opinión respecto al Director y se ha intentado meter en mis asuntos- resopló por la nariz ante el rostro de Scarlet. El suave vaho cálido tiñó el aire como un mantra.

Estaba enfadado con él, y desde luego quería henderle la nariz en el rostro, pero no lo hacía gracias a Scarlet.

- Es demasiado fácil juzgarlo y no entenderlo como para que sea mentira. Habrá alguna que otra cualidad que te parezca atractiva- sonrió con suficiencia, como si se supiera con un mayor número y magnitud de las mismas-, pero en él se trasforman en un peligro público. Y a la próxima vez que por egoísmo o estupidez perjudique a uno de mis seres queridos igual decido anteponer tu bienestar a tus emociones por él- ladeó la cabeza y puso una cara que mezclaba la pena con el asco. Como si eso fuese lo que pensase sobre Spencer y lo que Scarlet creía sentir por él-. Lo digo por si te quieres ir despidiendo de él, porque todo apunta a que volverá a cagarla.

Alex subió una de las manos por la espalda de la chica y la acarició la nuca con cariño, dejando allí la mano. Pegó su frente con la de la chica y se quedó allí, dándola afecto tras lo que había dicho. Era algo duro de asimilar, pero no por ello algo menos cierto. Acarició con su nariz la de Scarlet antes de hablar.

- Puedes quedarte, besarme y volver a decirme que me quieres- comenzó con un tono bastante soñador y rosa-, o puedes irte, ir al club de duelo y ver cómo tus compañeros de casa le pegan una paliza- finalizó en un color bastante más negro y un código mucho más descorazonador.

Esa era la realidad en la vida de Scarlet. Y Alexander tenía bastante claro qué elegiría de ser ella. Al león enamorado. Alexander era paciente, laxo, respetuoso y no tenía reparos en dejarle espacio a Scarlet. Incluso la consentía que estuviese besando a otro hombre. Pero seamos realistas. Eso es algo que no podía durar para siempre. Tarde o temprano el chico no aceptaría seguir siendo un plato compartido. Nadie podía. Así que cuanto antes eligiera un árbol menos duro sería talar el otro.

Las palabras del Gryffindor, aunque eran suaves, golpearon con fuerza la cabeza de Scarlet. La chica parpadeó varias veces seguidas, asimilando lo que acababa de decirle. Entendía que pensase así acerca de su compañero de casa, no era el mejor ejemplo de amigo modelo... pero tampoco pensaba que se mereciese ser juzgado de esa forma tan directa. Todo el mundo comete errores pero de éstos se aprendían, o eso quería creer Scarlet, dándole un voto de confianza a Spencer para convencerse de que no volverá a hacer algo tan imprudente que pusiera a sus compañeros en peligro. 

Sin embargo, no fue eso lo que más afecto a la muchacha. Lo que se quedó grabado en su cerebro a fuego fueron las palabras "Lo digo por si te quieres ir despidiendo de él, porque todo apunta a que volverá a cagarla." ¿Despidiéndose? ¿Por qué debería hacerlo? A pesar de todas las meteduras de pata, seguía siendo su amigo, independientemente de lo que sintiese por él. 

-¿De-despedirme?-dijo sin salir de su asombro. Nunca pensó que Alex fuese capaz de decirle algo así.-Spencer... es mi amigo. Tiene pocas personas a su alrededor en la que apoyarse, y yo soy una de ellas. A pesar de lo mucho que ha podido cagarla... sigue intentando hacer cosas por mí y por Henri, cosas que nos pueden ayudar muchísimo. No voy a darle la espalda, Alex.-sentencia, mirando con intensidad a los ojos azules de Alex.

Está seria y parece ligeramente molesta por lo que su amigo acababa de insinuar. No obstante, deja que el chico pegue su frente a la de ella y cierra los ojos con suavidad, intentando que las dulces palabras que le dedica no nublen su pensamiento. Scarlet suspira y vuelve a abrir los ojos, que se encuentran con los de su amigo.

-Alex, te quiero.-le dice con una suave sonrisa en el rostro, a pesar del pequeño enfado que ha nacido en su interior.-Pero no puedes pedirme que le de la espalda así como así, sigue siendo mi amigo, confío en él... Y yo no puedo decir eso de demasiadas personas.-confiar con certeza tan sólo confiaba en Alex y Spencer, aunque poco a poco Henri también iba haciéndose un hueco en el pequeño círculo de confianza de Scarlet.-Por eso... aunque te quiero y sé que debo estar contigo,-ante esto último desvía la mirada y sus mejillas se tiñen ligeramente de un color rosado.-él seguiría importándome y voy a ayudarle en todo lo que pueda, como su amiga... ¿Lo entiendes?

Alex sonrió. Sin embargo, no era una sonrisa feliz y triste. Era una sonrisa bastante triste y tierna, como quien se encuentra con un cachorro en un cepo. Un cachorro adorable y que necesitaba ayuda y mimos para recuperarse de tal tortura. Comprensivo, Alexander no pudo sino frotar los brazos de la chica con sus manos por encima de la túnica. En aquel momento suspiró haciendo pegar un bote al diafragma, pues hubiese dado lo indecible por acariciarle la verdadera piel de los brazos. Pero, a sabiendas de que otra cosa les ocupaba, ignoró y encerró aquello en un baúl imaginario.

- Lo entiendo- aseguró sin inmutarse de forma negativa ante las palabras de la chica.

Si esta había temido que se sintiese ofendido, no era así. Comprendía la reacción de Scarlet, la verdad. No podía enfadarse ni culparla por ello. Y aunque pudiese, era decisión de la chica y debía respetarla. No era quien para meterse con algo así, del mismo modo que no esperaba que nadie le cortase a él las alas. Allá cada quien con su libre albedrío, pese a que por supuesto Alex sólo quería impulsarla hacia el camino que él consideraba más correcto, lo consiguiese o no.

- Siento haberte hecho creer que me refería a cortar todo lazo con Spencer- comenzó con calma, con una seguridad que indicaba verdaderamente que esa no había sido su intención-. Me refería a despedirte como amante, no como ser humano- una sonrisa ya normal pero tímida asomó en sus comisuras-. Mira, amor mío- pronunció las palabras con cierto rintintín, sincero pero como si fuese términos que le costase usar-, yo no voy a obligarte a nada que no quieras hacer- aseguró con un tono tan sincero como la voz de dios en el monte Sinaí, y hasta el paralelismo salvando el afecto en la voz- , pero como alguien que te quiere y se preocupa por ti es mi deber decirte lo que pienso con sinceridad.

Pestañeó. Aquello era algo que hacían padres, hermanos, amigas, amigos, familia en general y allegados, incluida una pareja, siempre y cuando fuese algo sano. Por suerte para Scarlet y para si mismo, Alex no era ningún hombre que gustase de la imposición a su pareja ni de la violencia emocional. Como mucho, y como tantos otros, de una ligera manipulación emocional sana, tal y como era usual en el día a día de todos los seres humanos.

- Sabes tan bien como yo que no bajo al Club de Duelo y le hago una cara nueva a Spencer precisamente porque le aprecias, aunque sea algo que, por desgracia, temo nunca llegaré a comprender como tú lo haces- continuó. Una forma de decirle que respetaba su opinión y que la dejaría si con tanta convicción la defendía, pero que no creía poder compartirla-. Y soy capaz de tolerar que no seas sólo mía- el tono no indicaba en absoluto posesión, refiriéndose más bien y por total a la condición de amante, pareja y querida que objeto o trofeo-, siempre y cuando no puedas evitarlo, claro- una forma de decir que casos así los aceptaba, pero que todo tenía un límite y unas circunstancias-. Pero no creo poder compartirte siempre con alguien que considero tan dañino para ti.

Aferró la barbilla de Scarlet y, firme pero suave la puso a su altura. Tras un beso sencillo y ritual, tierno y afecto, siguió hablando. El beso hablaba por si mismo, en realidad.

- No necesito una respuesta de inmediato- anticipó, pues no podía obligarla a decidir en caliente y a las bravas algo que debía meditar y decidir atendiendo al corazón-, pero la necesitaré en algún momento. Llegará un día, más pronto o más temprano según qué haga Spencer, en que no podré soportar más el compartirte con alguien como él- puso una mueca de dolor, triste pero cierta. Esperaba que Scarlet entendiese esa emoción. Era como compartir a un ángel con su gemelo demoníaco-. Y entonces tendrás que elegir. O él o yo.

Nuevamente, pegó su frente con la de Scarlet. No se refería a matar a uno de los dos, o a olvidarse de él, pero sí a seleccionar a quién quería como pareja.

- No necesito que le des la espalda o dejes de ayudarle- un escalofrío recorrió la columna del chico, a sabiendas de que pedirle eso iría en contra de sus propios valores-, pero sí te suplicaría- un deje en su voz, totalmente preocupado, temía por la chica. Alex nunca suplicaba- que antepusieras tu bienestar al suyo. No necesito que te alejes a dos kilómetros de él, pero sí que no te sacrifiques demasiado por protegerle. No querría perderte, y menos por algo así.

Colocó un mechón de cabello tras la oreja de la chica y frotó su nariz con la de ella, afectuoso cual esquimal.

- No te enfades- la pidió-. Estás más guapa cuando sonríes. Y gracias. Ahora mismo eres un pilar en mi vida.

Acababa de decirle por segunda y tercera vez que le quería y que sabía que debía estar con él. Claro que era un pilar de su joven y esperemos que próspera vida.

La muchacha suspiró aliviada ante la aclaración que le dio su amigo. Se hubiese muerto allí mismo si realmente quisiese decir lo que ella pensó precipitadamente en un principio, se hubiese visto en una situación muy peliaguda y difícil de resolver en las jóvenes manos de la muchacha. 

No pudo evitar contener una sonrisa ante la última frase de Alex, sabía a la perfección qué botones presionar con la suavidad adecuada. Mientras la nariz del chico acariciaba la suya, Scarlet no dejaba de pensar que sí, que era cierto lo que el muchacho le decía... ella también lo sabía desde hace tiempo, por eso no quería comenzar nada de ningún tipo con ninguno de los dos; durante un segundo se arrepintió del beso de Spencer y los de Alex, si no hubiese dejado que ninguno la besase, si no hubiese expresado sus sentimientos en esos momentos... ahora la chica no se vería en esa disyuntiva. Quería a Alex, desde los once años había estado enamorada del Gryffindor, a quien tenía idealizado. Pero Spencer a la vez era alguien que le interesaba sobremanera, esa doble apariencia, tan frío y distante con los demás... pero tan cálido y afectuoso con ella... Si sólo lo hubiera dejado pasar, si ninguno supiera lo que ella siente... No tendría que elegir, no tendría que hacer daño a uno de los dos, no estaría haciéndoles daño ahora. Scarlet odiaba herir a quienes quería.

Sabía que tarde o temprano tendría que elegir: Alex, Spencer o ninguno, incluso. Ya no sabía ni qué pensar, la cabeza le daba vueltas, incapaz de decidirse. Había demasiadas emociones de por medio en ese preciso momento, necesitaba estar sola un tiempo y pensar, sin ningún Alexander Blair que nublase su mente con aquellos ojos azules y su voz cautivadora. 

-Tendrás una respuesta pronto... Te lo prometo.-era lo único que podía decirle en ese momento, mirándole a los ojos con un leve temblor en las manos, esperando que en ese tiempo no ocurriese nada. Suspiró y rodeó a Alex con sus delicados brazos, enterrando la cabeza en su cuello y respirando su olor.-Tú siempre has sido un gran pilar.-le dice, correspondiendo a las últimas palabras que el chico que le dedica. 

Tras unos momentos, se separa de él con una media sonrisa de disculpa, anticipándose a lo que va a decir:

-Necesito salir y estar sola... Quiero pensarlo todo detenidamente. Lo entiendes, ¿verdad?-acto seguido, se inclina para darle un beso suave en los labios, mientras que sus manos se entretienen una acariciando su mejilla y la otra su cabello.-Nos veremos mañana.

Dicho esto, tras despedirse de él, sale de la Sala de los Menesteres para pensar en la soledad de los pasillos del castillo para pensar, al fin y al cabo, es una Ravenclaw y necesita analizarlo todo detenidamente y con lógica. Pero lo que nuestra pequeña golondrina no entendía del todo aún, es que hay cosas que no se pueden razonar ni encontrarle la lógica. Hay cosas en las que simplemente hay que sentir. 

Scarlet llegó a la séptima planta, mientras, vigilaba que nadie la estuviera siguiendo ni de que hubiese algún testigo que la viese abrir la puerta de la secreta Sala de los Menesteres. Antes, tocó a la puerta con los nudillos y acto seguido pasó mientras preguntaba:

-Ho-hola... ¿se pu-puede?

Dentro vio a Alex y Chris y esbozó una sonrisa alegre. Cerró la puerta tras de sí y avanzó hasta sentarse en la silla de uno de los pupitres. 

-Pa-parece que lo de los galeones fu-funciona.-comenta con felicidad al ver que sus experimentos dieron sus frutos.-¿Para qué nos has lla-llamado, Chris? 

Alexander sonrió abiertamente cuando vio entrar a Scarlet. Sentado a su vez en otro de los pupitres, el hombre se guardó para sus adentros el impulso de coger y sentarse al lado de la chica cual cahorro necesitado de todavía más cariño, que no es que fuese falto, la verdad. En su lugar, se comedió y miró a Chris antes de interpelarla.

- Ilumínala- le pidió a la leona. Su tono era, sin embargo, un tanto extraño. ¿Y por qué? Pues porque el chico tampoco lo había preguntado y tenía sus dudas al respecto. Sobre eso y sobre las nuevas funciones del galeón.

Se aclara la garganta al ver que ha llegado Scarlet. El chivato funciona de manera perfecta y pronto Katie también debería estar ahí así que se sienta en una de las sillas vacías y sonríe.

-Bueno, lo primero era probar el chivato para las reuniones. Que desprenda calor creo que ayuda a que notemos que alguien nos llama para reunirnos, así que esa parte funciona muy bien. Lo otro que os quiero comentar es... introducir a una nueva persona en el grupo que podría ayudarnos con ciertos temas. Pero creo que deberíamos estar todos para decidir...

Deja de hablar un momento, como para darle tensión a la cosa y luego dice el nombre.

-¿Qué os parece Lissy?

Alex, reflexivo, se encogió de hombros y meditó durante unos instantes. Se acarició la barbilla e hizo inventario de sus conversaciones con ella. Finalmente, el chico soltó un soplido por lo bajo. No confiaba en introducir nuevos miembros a la ligera, la verdad, aunque todo sea dicho, bien era cierto que meter a más gente tenía tantos pros como contras.

- Su actitud no resultaría dañina para el grupo- apuntó en un tono pragmático, resultando más práctico e intentando ser objetivo que otra cosa-. Más bien, al contrario, es buena trabajando en equipo. Desconozco, sin embargo, si tiene motivos personales para estar aquí- reconoció con una sana franqueza-, sino ya la habría puesto yo hace tiempo.

Una forma educada de decir que, aunque podría trabajar bien con ellos, no sabía tenía razones para hacerlo. Sí, lo lógico era querer derrocar al régimen, pero si había tantos simpatizantes o sumisos era por algo. Vale, sí, todo sea dicho, también era un nido de víboras, que a Madelain le había faltado tiempo para saltar histriónica preguntando porqué nadie iba a querer rebelarse y al día siguiente pedirle ayuda. Pero igualmente, a Alex le gustaba jugar sobre seguro.

Estaba preguntando, en pocas palabras, si Chris sabía algo al respecto como para abrirla la puerta hasta la cocina.

Henri llegó a la reunión junto con Katie, ni tan siquiera habían empezado los deberes que fuerón a hacer a la biblioteca, pero tampoco es que al hufflepufh le importara mucho.

Hola- les dijo a los tres presentes cuando entró y se acomodo en la sala. - Necesito una de esas monedas. Sino es porque estaba junto a Katie me habría perdido la reunión y justo en este momento estaría dedicándome a los nada educativos deberes de historia de la mágia. - Añadió con la misma sonrisa que solía tener.

- Yo te hubiera rescatado. - le responde a Henri, una vez llegados a la reunión. Observa a los presentes, curiosa e intentando discernir lo que allí ocurría. - ¿Qué nos hemos perdido? ¿Está todo bien?

Se había asegurado de que todo estuviera en orden, que no los hubieran seguido ni nada por el estilo.
Y una vez dentro, deja su maleta y se acomoda junto a la pared.

Alexander sonrió someramente al ver entrar a los presentes. Se cruzó de brazos y se recostó, orgulloso de sus compañeros, ligeramente hacia atrás como si así fuese a verlos mejor. Miró a Chris y a Scarlet cuando Henri dijo no tener moneda, y compuso una mueca de extrañez y confusión, como si aquel hubiese sido un fallo bastante gordo, pero se guarda para si sus palabras. No era el momento de ponerse quejica, aunque le sabía mal por Henri.

- Supongo que en seguida te daremos una- apuntó a Henri manifestando su intención pero, por otro lado, hablando desde la ignorancia-. Sí, sí, está todo bien, creo- añade intercambiando el interlocutor por Katie-. Te has perdido a Chris y Scarlet haciendo las monedas- y yo también-, pero ahora veremos qué sigue.

Scarlet iba a contestar a la pregunta de Chris, ella no le veía ninguna pega a Lissy, a pesar de que la conocía desde hace muy poco tiempo realmente. Sin embargo, en ese momento llegan Katie y Henri y la Ravenclaw no tiene tiempo de contestar. Les sonríe y observa como toman asiento. 

Sonríe a los nuevos tejones que acaban de llegar, uniéndose a los leones y a la águila, que prefiere mantenerse callada hasta que se vuelva a reanudar la conversación. Pero no es capaz de de disimular su gesto contrariado al enterarse de que Henri no tenía su galeón... Ella pensaba que Chris se los habría dado a todo el mundo.

-Va-vaya, lo siento, Henri...-pide perdón agachando la cabeza, con una sonrisa tímida a modo de disculpa.-Enseguida te-tendrás uno...-le sonríe, conciliadora y esperando que no estuviese demasiado enfadado con ellas, aunque no lo parecía. 

Nota las miradas de todos como si hubiese hecho algo mal, pero sus motivos tiene. Parece que a pesar de ser bastante listos, no comprenden los peligros de ir repartiendo galeones a todo el mundo, aunque sean falsos... sobretodo si son falsos.

-Eh, eh... calma... no se los he dado a todo el mundo para que no parezca sospechoso... solo he dado a Katie el suyo a vista de todos. Es más - le da una moneda más a Alex - tú tendrás que dársela a tu hermana... no parecerá sospechoso que le des dinero.

Se acerca a Henri y le da otra. Parece mentira que hayan pensado que ella no le quiere dar uno de los chivatos.