Partida Rol por web

Harvaka 1, Tierra de Piratas.

Capítulo 104. Callejeando por Alejandría.

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04/10/2017, 14:06
Director

El traqueteo de la carroza despertó a Elsabeth y a Euyun cuando un bache casi les provocó un vuelco al corazón. Seyran todavía no había acabado de cruzar la línea del horizonte, pero el elfo ya se encontraba a los mandos del carruaje camino de Alejandría. Había tomado una carretera muy secundaria por la cual el Rey de Catán no parecía tener interés alguno, dado su deplorable estado. No obstante era muy poco transitada y aportaba la discreción que Anwalën necesitaba en esos instantes.

- ¿Te ha despertado el socavón, querida? – Preguntó el elfo desde los mandos de la carroza y Elsabeth como Euyun se miraron, pues en ese momento no supieron con cuál de ellas hablaba.

Querida o querido era un apelativo que Anwalën utilizaba para referirse a casi cualquier persona de su entorno y ni la sureña, ni la norteña eran una excepción a aquella regla. Euyun se apresuró a contestar tratando así de evitar que Elsabeth se le adelantara, quien por otra parte no tenía interés alguno en hacerlo. No le gustaba que le llamaran así, le sonaba remilgado y casi humillante.

- ¡Vaya susto! – Proncunió Euyun y acto seguido miró con los ojos entrecerrados a su acompañante de cabina. - ¿Has madrugado mucho hoy, verdad?

- Así es pequeña, así es. – Respondió el elfo. – Debemos llegar cuanto antes a la mayor ciudad comercial del continente. Debemos reunirnos con el señor Arkam cuanto antes. – El elfo rió a carcajadas. - ¿Recuerdas lo que le dije cuando desembarcamos en Alejandría?

Euyun recordó a aquel amable almirante de la armada roja. Había olvidado por completo al hombre que estaba al mando del balandro llamado Adnan. El barco que les había conducido hasta aquella majestuosa ciudad. ¿Cuánto hacía desde que arribaran a puerto? ¿Una semana, diez días? No podía recordarlo, como tampoco recordaba las instrucciones que le había dado su patrón al soldado rojo.

- No… - Euyun confesó su mala memoria. – No puedo recordarlo.

- No esperaba eso de ti, querida. – Dijo con tono bromista el elfo. – Le dijo que buscara alojamiento para los soldados, le dije que se encargara de las reparaciones de las naves y lo más gracioso de todo es que le dije que en breve tendría más noticias mías. – El elfo puso entonces una expresión mucho más seria. – Sólo espero que haya cumplido a rajatabla con lo estipulado y no haya regresado al Imperio.

- ¿Cuáles son los planes para nuestro futuro inmediato entonces? – Preguntó Euyun.

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04/10/2017, 14:07
Director

Notas de juego

Debes decidir unas cuantas cosas:

  • Embarcar en el Adnan o no. 
  • Llevar contigo soldados o no.
  • Qué hacer con el Enfurecido (el otro barco que estaban reparando tras el combate en el puerto de Undamo)
  • Como conseguir que introducir a Elsabeth en la ciudad sin que nadie sospeche nada o intente escapar
  • Debes devolver el carruaje que alquilastes
  • Trazar una ruta hasta el otro lado del mar, hacia el reino de Sauk (no creo que sean hospitalarios con un barco de la armada roja)
  • Tema de dinero (va quedando poco)
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01/11/2017, 11:42
Euyun

Euyun descansaba de las heridas de sus contusiones y pensaba en lo que había hecho hasta ahora, en los asesinos en las muertes de los soldados. Sus heridas no la dejaban concentrarse ni dormir, todo su cuerpo le dolía e hizo que apretara los dientes de vez en cuando sobre todo cuando el carruaje viraba por zonas dificultosas a tal velocidad que movía su cuerpo y sentía el dolor de su dolorida piel. No podía echarle en cara al elfo nada, ya que había cumplido con su promesa de ver mundo, de hacerla diferente una aventurera una asesina, había cumplido su promesa de que no le pasaría nada mientras estuviera a su lado. Todo ello la confortaba y a la vez sentía el placer que le había provocado estar con una persona tan poderosa, una persona tan antigua y sabia. También sentía escalofríos y miedo sobre todo cuando lo veía desencajado fuera de sí, y eso le provocaba entre miedo y otras veces amor, misericordia. Pues ella a veces se identificaba aunque no con los altos designios del elfo pero sí en ser más que una simple Meretriz. Había conseguido alcanzar su sueño aunque para ello había tenido que tener una fe ciega en el elfo, en su cometido y al final en su fin. Ni los enanos habían sido tan fieles a sus designios y cuando la cosa se torció cuando vieron a la mujer que estaba siendo raptada, ni el oro pudo convencerlos de ello. En cambio Euyun viajaba no por dinero sino por ver el otro mundo y por enfrentarse al peligro que le esperaba en cada esquina. Sabía que sin el elfo no era nada solo una puta más, una puta hermosa y elegante que llegaría a tener arrugas y entonces su futuro llegaría a su fin. El único medio era encontrar a un hombre bueno que se enamorara de ella, pero había sobrepasado el límite y el aura de locura que invadía al Elfo se estaba también apoderando de ella. Y ya no veía un mundo feliz sin muerte ni sangre, sabía que debía de ser la fiel depositaria de su maestro. - Mi señor me gustaría llamarle Maestro si así me deja, creo que sus conocimientos no se deben de perder y me gustaría que me enseñara y me trasmitiera su legado. Sus libros son una fuente de inspiración que deseo seguir. Y aunque sé que no le hará falta cuando se convierta en divinidad me ayudará para seguir estableciendo estrechos lazos con su excelencia. La muerte es algo que todo el mundo siente repulsión pero el sacrificio, el sacrificarse por un ser que va a alcanzar la divinidad es un gesto noble, caballeresco y cualquier ser debería de sentirse honrado de ser llamado a tal cometido. 

Eyun la Eyun prostituta iba quedando atrás y cada vez sus pensamientos se asemejaban a la de un asesino, fría calculadora, sensual y peligrosa. El gusto por matar a quienes se creían superior era un placer que no se asemejaba a ningún otro ni al oro, ni al poder ni a la seguridad. El hecho de ver a un hombre poderoso caer y sentir como ella era la causa de quitarle toda su gloria en vida, sus deseos y anhelos era una sensación que la convertía en una divinidad. Sabía que su amo no se contentaría con este singular placer pero ella sí, y ansiaba perfeccionarse en este arte para así sentir una y otra vez el inmenso poder que aquello le provocaba. Arrebatar la vida de un ser vivo era algo que ahora la enloquecía pero cuanto más estatus tuviera su objetivo más la acercaba a ser divina. Se sentía con el poder en sus manos de la vida y la muerte, de la alegría y la tristeza, de la felicidad al vacío.

Ojeó a la norteña con una sonrisa que cada vez se iba pareciendo más a la de su maestro: - y tú estás destinada a un fin mayor siéntete orgullosa de ello tu vida por fin tiene una finalidad. Un objetivo grandioso que sirve de instrumento con la divinidad siéntete orgullosa y deja que tu vida que no era nada se convierta en leyenda. Y rió como hacía su maestro, una risa que provocaba escalofríos y después cerró los ojos para sentir mejor la respiración de la muchacha y a través de ella sus miedos y sus temblores y eso le daba placer y le calmaba el dolor.

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05/11/2017, 13:38
Elsabeth

¿Le estaba hablando a ella o sólo estaba realizando un alegato en alto? Elsabeth se hubiera puesto en pie y hubiera golpeado a Euyun tras escuchar aquellas insensateces, pero no lo hizo, pues quería mantener su cuartada. Se estaba haciendo la dormida y esperaba no haber despertado sospechas de su embuste. Cuanto más tiempo permaneciera en su supuesto estado de inconsciencia, más tiempo tendría para pensar en como escapar de allí.

Permaneció con los ojos cerrados y no respondió a las majaderías que aquella chica acababa de exponer casi a gritos. Por suerte tras unos segundos de silencio, parecía como si Euyun se hubiera rendido en su intento de comunicación con ella, cosa que agradecía sobremanera. No tenía intención alguna de discutir con alguien cuya mente esta enferma. No le llevaría a ningún lado.

Lo que acababa de expresar en alto, lo que le había dicho al elfo, demostraba que acababa de perder por completo lo poco que le quedaba de su cordura. Hasta ese momento le había perecido una chica retorcida que seguía a su patrón con cierta admiración, pero que lo hacía por temas muy terrenales, como el dinero o el poder, sin embargo acababa de destaparse como una completa demente ante ella.

Al igual que el elfo había perdido por completo la cabeza y empezaba a tener sueños de grandeza. ¿Eludir la muerte? ¿Convertirse en una divinidad? ¿Se estaba oyendo? Ambos estaban completamente locos y sus propósitos eran una aberración casi obscena. Por si fuera poco, aquella burda sirva de un elfo perturbado le decía que debía sentir orgullo de ser el instrumento por el cual podría llevar acabo dicha supuesta proeza. Debía pensar en una escapatoria, debía evitar a toda costa que sus captores cumplieran sus objetivos. No lo permitiría y mucho menos siendo ella el instrumento necesario para tales indecentes propósitos.

 

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06/11/2017, 23:05
Anwälen Manewë

Aquellas palabras resonaron en la mente del elfo durante unos momentos antes de poder captar la verdadera naturaleza de su significado. Euyun pretendía convertirse en su aprendiz, quería descubrir los caminos que había recorrido hasta ahora en solitario. Quería ser lo que él era y atesorar el oscuro conocimiento que una vez le fue confiado a él por Varanwoë.

Se sentía desconcertado y no sabía que responderle. Le había dejado sin palabras y por primera vez en mucho tiempo debía improvisar, pues no entraba en sus cavilaciones una circunstancia como aquella. No la había contemplado como posible, sin duda había infravalorado a Euyun.

Euyun captó en el rostro, en sus gestos y en la indecisión que desprendía el elfo, el conflicto interno al que estaba siendo sometido. Por primera vez era Euyun la que casi podía leer los pensamientos de su patrón y no al revés.

Hablaba de muerte, hablaba de sacrificio. Orgullo, honor, nobleza... Todo ello para alcanzar la divinidad. No estaba preparado para algo así. No esperaba tener que lidiar con un asunto como ese. Había subestimado a Euyun.

Cuando la descubrió arrebatando la vida de un rufián de agua salada, supo que sería un buen instrumento para la consecución de sus objetivos. Llegado el momento la hubiera utilizado a ella misma como objeto del ritual. En ese caso el honor y el noble gesto hubiera sido el papel que a la postre hubiera jugado aquella meretriz de apariencia frágil, convertida en asesina de afilada hoja.

Había visto demasiado, sabía demasiado. Euyun no era estúpida y en cambio si era curiosa. Esa curiosidad le había llevado a hacerse preguntas. Preguntas que no formuló hasta su momento preciso. Si, Euyun era una astuta felina que sabía moverse en zonas peligrosas con insultante facilidad.

Anwalën no quería un aprendiz, no lo necesitaba y desde luego nunca se había planteado tenerlo. Si objetivo era otro y de satisfacerlo la sabiduría que había acumulado no se perdería, pues el mismo sería su guardián por los siglos infinitos que estaban por venir.

Anwalën supuso entonces que quizás, como le pasara entonces al que fuera su maestro, llegaría un día en el que querría compartir con alguien su existencia. Había escuchado que los vampiros acababan por sucumbir a la tristeza y a la locura de una existencia insulsa y sin sentido. No quería que eso le sucediera a él.

Pensó rápido y halló una respuesta para Euyun. Un término medio era lo que le podía ofrecer. De esa forma pospondría en el tiempo su respuesta final. Ganar tiempo era lo que ansiaba ahora.

- Nunca me he planteado esa opción, querida. - Dijo Anwalën mirando a los ojos de la sureña con los suyos completamente negros. - En cualquier otro momento hubiera declinado tu oferta, quizás incluso te hubiera arrebatado la vida para alargar un poco más la mía. Pero no lo voy a hacer aunque tu propuesta pueda interferir en mis planes. - La voz del elfo sonaba muy seria, más que de costumbre. Se estaba tomando aquella propuesta como algo importante, de vital importancia. - No te diré ni di, ni no. Pero te pondré a prueba. Si eres digna de que me convierta en tu tutor... - Hizo una pausa para reflexionar un momento. - ... En tu mentor... - Afinó su posible función futura con respecto a la joven de cabello oscuro. - ...al final de mi viaje, te mostraré la senda de la nigromancia. Creo sin llegar a equivocarme demasiado, que ya llevo un tiempo dedicando mi tiempo a tu adiestramiento. Tan sólo sería incidir un tanto más en ciertas enseñanzas. ¿Aceptas, querida?

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07/11/2017, 10:31
Euyun

- Sí acepto maestro. - Dijo un tanto deprisa sin pensar en las palabras del Elfo, palabras duras y que rompían el esquema principal de la asesina pero que al fin y al cabo ahora no estaba por la labor de buscar excusas. Había puesto un pie más allá de la frontera y optó por el fanatismo y la sin razón. - No obstante no quiero convertirme en una divinidad Anwälen mi intención reside en que vos sí lo sea. Y yo ser un instrumento o una sacerdotisa para establecerle un culto que tendrá una devoción y un código. Mi intención es que ese culto se extienda por toda Gea y pueda así recibir no solo el sacrificio de sus fieles sino también su fe. Creo que en el otro plano le haría fuerte más fuerte que otros dioses y a la vez no rompería el vínculo con este. Es esa mi devoción maestro no sé si estaré errada o en lo cierto... Y si mis planes le satisfacen pero he de decirle que para tal caso necesito los conocimientos medios sobre este arte. Aunque he escuchado en que hay regiones donde se practica el Vudú pero no sé si me dará conocimiento sobre ello, pero todo lo que sea por comprenderle y estar más cerca de vos será de mi agrado y lo aceptaré mi señor.

En otro momento Eyun hubiera imaginado, hubiera querido razonar las explicaciones de su maestro. Pero esta vez ni lo pensó su cabeza estaba demasiado desestructurada y desestabilizada para pensar como antes. Ahora solo tenía un plan un fin y se lo había desvelado a su maestro aunque no sabía si lo vería conforme o por el contrario tenía otro cometido que no fuera ese. 

Sus ojos se abrieron para mirar al elfo con una sonrisa de aprecio pero en sus ojos ya se mostraba un cambio. Igual que una mujer desvirgada que ya no poseía su pureza, los ojos de la asesina habían cambiado por haber matado y en ellos más que belleza se podía uno hundir en su locura.

- Mi maestro mire para el frente no quiero que nos mate. - Dijo con una sonrisa dulce en su rostro pues veía como el elfo estaba prestando más atención a la expresión de Euyun que a conducir el carruaje que tanto desniveles tenía a su paso. Otra vez ojeó la pendiente del paisaje que se dejaba ver por aquella ventana, respiró aliviada por haberle dicho a su maestro todo lo que quería decirle. No sabía o no tenía idea de lo que era la nigromancia a no ser que se la relacionara con el Vudú, que según había escuchado en rumores de taberna era una magia oscura poseída por chamanes de tribus desconocidas que impregnaban ciertos objetos de maldiciones y dolor. 

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07/11/2017, 15:47
Director

El elfo posó su mirada en la irregular carretera que transitaban. Como bien había indicado Euyun una curva cerrada se aproximaba en el camino y Anwalën tuvo que hacer uso de su habilidad a los mandos del carruaje para no salirse de la senda. Aquel sobresalto sirvió para zanjar la conversación con Euyun, al menos por el momento.

El elfo estaba satisfecho por como había cerrado ese nuevo acuerdo con la joven sureña. No tenía tiempo para pensar ahora en las enseñanzas que debía impartir para que Euyun se convirtiera en una suerte de sacerdotisa como había sugerido. Debía centrarse en su objetivo más inmediarto y ese no era otro que el de llegar a Alejandría y embarcar de nuevo en el Adnan para cruzar el mar de Tildas camino de su destino.

Llegaron a la mayor ciudad comercial Gea unas pocas horas después del mediodía con Euyun a los mandos del carruaje. El elfo consideró que si penetraban tras las murallas de la ciudad catanesa con él como conductor, podían levantar las sospechas. Además prefería controlar el mismo Elsabeth, pues aunque aún no había despertado todavía, podía hacerlo en cualquier momento y quería tenerla bien cerca por si de nuevo trataba de huir.

El bullicio de aquella urbe urbana para nada había cesado. No obstante se respiraba un ambiente algo extraño. Las personas parecían tener más prisa de lo habitual y muchas menos ganas de hablar. De hecho el intenso murmullo que solía embargar las calles de las mayores ciudades de Gea había disminuido de forma ostensible. La gente parecía preocupada, pues hacían acopio de todo tipo de productos alimentarios.

Aquel nerviosismo también se apreciaba en los guardias. Parecía que se habían multiplicado en las últimas horas. Prácticamente tras cada esquina se podía encontrar una patrulla armada hasta los dientes y bien atenta a todo lo que le rodeaba. Sin duda aquel era un ambiente de preguerra, la guerra que Anwalën quería, la que había forzado y eso le complacía.

A medida que se acercaban a la zona portuaria el tráfico de carruajes y personas empezó a colapsar las calles. Pronto quedaron bloqueados en un embozo que les imposibilitaba dar media vuelta y que tan solo les permitía avanzar muy despacio. Anwalën miró a través de la ventana del carruaje y chasqueó la lengua fastidiado. Efectivamente estaban bloqueados y no sabían muy bien la razón, aunque era evidente que mucha gente trataba de avanzar hacia el puerto.

 

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07/11/2017, 15:55
Anwälen Manewë

Anwalën empezaba a preocuparse. Aquella afluencia de gente hacia el puerto no era normal a esas horas del día. De hecho nunca antes había visto un colapso como el de aquella tarde. Podía tratarse de un éxodo masivo tras los rumores de guerra que sin duda ya habían llegado a la ciudad, pero aún así era extraña la lentitud con la que avanzaban.

El elfo se detuvo a mirar un instante a Elsabeth. Empezaba a resultarle extraño que todavía no hubiera despertado. El trance que había sufrido había sido muy intenso, pero estaba casi convencido de que si no la había matado en el momento, ya debería haber recuperado la consciencia. Más tarde trataría de entrar en su mente para averiguar si estaba simulando su desmayo, pero en esos momentos tenía asuntos más apremiantes de los que preocuparse.

Se acerco a la zona delantera del carruaje para preguntarle a su joven sierva lo que alcanzaban a ver sus oscuros ojos. Posiblemente desde lo alto del banco desde donde pilotaba el carruaje pudiera ver algo más allá que lo que podía observar él desde el interior de la cabina.

- Euyun. - Llamó la atención de su compañera de viaje. - ¿Sabes que ocurre? ¿Ves que es lo que está entorpeciendo tanto la marcha? Levántate y mira a ver que ves... - Sugirió su patrón.

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07/11/2017, 18:12
Euyun

- Es lógica mi señor... - Dijo mientras hacia caso al Elfo y se levantaba del asiento del conductor. - Hay ambiente de guerra seguro que todos van hacia los barcos a escapar por el mar. No sé cuanto tiempo tardarán en atacar pero creo que pronto por la aglomeración que se está formando en las calles que conducen al distrito portuario. - Le decía la muchacha poniéndose una mano en la frente a modo de visera como si así pudiera ver en la lejanía. - No sé si es buena idea mi señor pero aconsejo liberar a dos caballos para ir hacia el puerto. El carruaje solo nos estorbará y las monturas son rápidas siempre podemos ir por los flancos o las callejuelas limítrofes que desembocarán en el puerto. 

La muchacha tenía toda la pinta de haber participado en alguna escaramuza con manchas de sangre por su vestido y varias heridas. Una en la parte de la espalda donde llevaba desgarrado la parte de atrás del chaleco de cuero oscuro. Se sentó otra vez de nuevo y se inclinó hacia la parte derecha para girar su pecho y cabeza hacia atrás donde estaría la cabeza del elfo mirando. Una típica sonrisa de cordialidad asomaba en el rostro de la muchacha como siempre que hablaba con el Elfo ya que era más lo compartido que lo desconocido. - Vos dirá, ¿qué hacemos? Aquella respuesta hizo que la muchacha se distrajera mirando hacia más allá de su carruaje y viendo como la fila de carros se iba añadiendo bloqueando la vuelta hacia la salida de la gran urbe. La gente de a pie también iban despacio por los lados de la acera formando una cola que se hacía cada vez más numerosa y que avanzaba cada vez con más lentitud. 

A Euyun le daba igual preguntar tras ver las numerosas cabezas que estaban al lado del carruaje e iban a pie. - Oiga buenos señores nos podría decir, ¿qué acontece?, veo mucha gente hacia el puerto soldados bien armados... ¿Acaso la guerra está cerca?, diga alguien a esta joven dama. - Interrogó a la masa de gente que estaban al lado del carruaje y andaban con paso lento. No era muy notoria esa actuación pero sin lugar a dudas era la acción más rápida para enterarse de lo que sucedía en la ciudad.

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09/11/2017, 12:40
Anwälen Manewë

- Sin duda iríamos más rápido, querida... - Habló Anwalën con una sonrisa en los labios. - No obstante, portamos con nosotros a una rehén. Por suerte permanece inconsciente y no causa problemas, pero muy diferente sería si la cargáramos sobre lomos de uno de los caballos. Marchar con una mujer inerte sobre un caballo, despertaría ciertas suspicacias incluso aquí en Alejandría, la ciudad esclavista por excelencia. Trata de averiguar algo entre la gente. - Le espetó.

Acto seguido el elfo regresó junto a Elsabeth. Comprobó entonces que los grilletes seguían en su sitio. Habían empezado a arañar las muñecas de la norteña causándole heridas y rojeces. Comprobó entonces las ligaduras que mantenían unidas sus piernas. Se habían aflojado un poco, pero el elfo no le dio importancia. El nudo sería suficiente hasta que alcanzaran el Adnan. Una vez abordo sería más fácil de controlar. Sólo esperaba que no se arrojase por la borda a la menor oportunidad.

- Tranquila muchacha. - Le dijo en un susurro casi imperceptible. - Pronto comprenderás lo que pretendo hacer. Como Euyun bien ha dicho, te sentirás orgullosa de lo que supondrá tu sacrificio. Cuando estemos en alta mar aflojaré tus amarres... - Tras decir aquello se sentó al lado de la norteña a la espera de las noticias por parte de la joven que ejercía las labores de cochera.

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09/11/2017, 12:47
Director

Nadie respondió a la pregunta lanzada por Euyun en un principio. Pocos fueron la que le miraron y menos los que parecieron comprender su ghirb. Mucha de la población catanesa entendía el idioma del desierto, pero desde luego no era la gran mayoría. Las barreras ideomáticas suponían un problema para mucha gente de Gea, aunque no lo había sido hasta ese momento para Euyun.

La asesina a los mandos del carruaje bufó fastidiada por la situación. Avanzaban cada vez con mayor lentitud y cada vez parecía haber menos espacio libre entre las personas que abarrotaban la calle. Llegó un momento en el que el carruaje se detuvo totalmente. Tras más de un minuto detenidos la sureña se puso en pie sobre el banco que ocupaba su trasero y trató de avistar más allá de la multitud, pero tan solo localizó los techos de otros carruajes y las cabezas de las centenares de personas allí atrapadas.

- ¿Ésto fastidia verdad? - Dijo un joven en el idioma nativo de Euyun. Se trataba de un chico con rasgos sureños, pelo rizado y oscuro, piel bronceada, nariz gruesa y ojos rasgados y oscuros. - He oído que la guerra está a punto de estallar... - En un primer momento lo dudó, pero tras aquella segunda afirmación era evidente que aquel súbdito de Tot se dirigía a ella.

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13/11/2017, 13:49
Euyun

Anwälen Manewë insistía en proseguir hasta el final en el carruaje, no creía viable llevar a una mujer como la norteña en uno de los caballos estando esposada. Despertaría demasiado la atención sobre todo de los guardias o incluso de la gente ya que algunos podían dar la voz de alarma. Su estancia fuera de las ciudades la había asalvajado y cuando su maestro razonó no pudo por menos que afirmar la lógica de sus intenciones y la poca congruencia de su plan. 

La muchacha no era tonta y se dio cuenta de que su dialecto particular no era muy hablado en la ciudad. Aquellas caras de extrañeza se lo dieron a entender y no le hizo falta observar más. Cuando tuvo que parar el carruaje por algunos minutos viendo que se habían quedado totalmente parados por la lentitud de la andadura hacia el puerto escuchó la voz de un muchacho que respondía a sus preguntas. Hablaba el idioma de la asesina y tenía los mismos rasgos de su origen natal, la muchacha no pudo por menos que prestarle atención sorprendida por encontrar a un paisano de sus tierras allí entre la vorágine en la gran ciudad.

Pero Euyun se había vuelto más desconfiada ya no era la muchacha inocente y agradable que miraba con buenas intenciones a los demás. En su caminar se había espabilado descubriendo un mundo cruel lleno de personas con oscuras intenciones que solo ansiaban el poder y la riqueza. Poco más pudo hallar que estuviera por encima de estos dos objetivos, y que sí además no espabilaba sería tragada por el gran mar de violencia a la que estaba sometida desde que tuvo que lidiar con los piratas. 

Miró al muchacho después de una ligera sorpresa para examinarlo más detenidamente por si tenía armas o las llevaba ocultas y aunque lo hacía disimuladamente podía darse cuenta un muchacho que fuera espabilado. - Hola - Le dijo ignorando todo lo que le había acabado de decir pues si no se saludaban lo demás era un tanto agresivo de entablar una conversación con un extraño. - Me llamo Euyun. - Le dijo al muchacho que sabía que intentaba responder a sus preguntas que había lanzado a los cuatro vientos. - ¿De dónde eres?, veo que tus rasgos se asemejan a los míos. - Ahora intentaba mostrarse sorprendida después de haber observado al muchacho y examinar las armas que portaba. 

Sabía que había cortado con rotundidad la conversación que pudiera mantener con el joven pero desde muy joven le habían enseñado que solo hablara con gente que conociera. El que una mujer entablara conversación con un desconocido se consideraba que aquella mujer debía de ser prostituta. Y aunque la joven lo había sido ahora ya no podía dejar que la confundieran, ¡No!, ahora trabajaba para su maestro y además se había convertido en una asesina. Su pasado quedó atrás y nunca podría recuperarlo solo necesitaba encontrar su destino que no tenía nada que ver con su antigua profesión. 

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14/11/2017, 20:20
Director

- Mi nombre es Keelhu. – Dijo aquel joven sonriendo tras obtener el nombre de aquella hermosa muchacha. – De Duartala. – Respondió manteniendo su mirada firme sobre Euyun. – ¿De dónde tú eres, verdad?

Una ceja se arqueó de forma involuntaria en el rostro de la sureña. Cierto era que sus rasgos denotaban su origen. Cualquiera podía deducir que una muchacha de piel bronceada, ojos rasgados y oscuros como su cabello y con la característica nariz de su raza, pertenecía al sur de Harvaka o al norte de Avidrain. Encontrándose en el primer continente nombrado, lo más lógico era que fuera roja o nazquiana.

¿Pero cómo había logrado deducir su lugar de procedencia con tal precisión? Su forma de hablar, sus vestimentas y sus maneras no eran las de una campesina. Ese podía haber sido el principal motivo por el que el tal Keelhu hubiera deducido que provenía de una ciudad. ¿Y qué mayor ciudad había en el sur que Duartala?

Pero en el fondo y aunque no quería admitirlo, Euyun empezó a sospechar el verdadero motivo por el cual aquel joven conocía la ciudad donde había vivido la mayor parte de su vida. Ese motivo sin duda era mucho más sencillo: ya se habían visto antes. En el Mady. ¿Dónde sino?

- Una vez me dijiste que… - El chico se puso rojo. - …que nadie te había hecho… - Carraspeó. – Que había sido especial… - Dudó Keelhu en decir las cosas por su nombre y trató de refinar sus palabras. Podía ser, algo parecido se lo decía a todos sus clientes.

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15/11/2017, 17:42
Euyun

Contestó con una afirmación de su cabeza pero sin responder a la sonrisa del muchacho con su sonrisa. Pues en la cultura de Duartala cuando una mujer sonreía a un hombre quería decir que le gustaba y quería tener una relación formal con él. Después el muchacho le siguió explicando de porqué la conocía y sabía de su ciudad. - Comprendo Keelhu ahora te recuerdo, anda ven sube al carromato y ponte aquí a mi lado y de paso cuéntame lo que sabes de la guerra. Y porqué se ha formado este colapso y hacia donde van. Nosotros vamos a embarcarnos pero a este ritmo tardaremos horas... Mientras cuéntame, ¿qué te ha llevado a la ciudad y hacia dónde vas? Por un momento parecía que Euyun recobraba otra vez la cordura y volvía a ser aquella muchacha joven, jovial e ingenua de la que poco se podía decir de ella que no fuera de su belleza. Pero seguro que el muchacho estaría interesado en sus cicatrices y en parte de la sangre que manchaba su espalda. - Son tiempos difíciles Keelhu hemos tenido que enfrentarnos en nuestro camino a asesinos. ¡No te lo puedes creer! - Le dijo abriendo de par en par sus ojos - mi señor que va detrás en el carro con otra sirvienta fue el que nos defendió pero tuvimos también que hacerles frente. Ah no te preocupes de verdad son solo rasguños estoy bien. Cuéntame de ti y de lo que sepas de esta ciudad y si nos puedes ayudar a ir antes al barco que nos espera, por cierto, ¿hacia donde ibas? La muchacha lo miraba ahora con delicadeza y con una buena expresión pero sin sonreírle debido a lo que eso significaba en la cultura de su tierra. Parecía un buen muchacho y de buen corazón y quizás eso significara más de lo que esperaba encontrar en esta ciudad. Sabía que si la norteña no era llevada al sacrificio sería ella la que ocupase su lugar pero si los acompañaba otro de buen corazón como Keelhu quizás la cosa cambiara. Pensando todas estas cosas se hizo la interesante esperando así obtener más información del muchacho y de su destino. Se le veía enamorado de Euyun, y eso podía ser una baza a favor de la asesina para ganarse al muchacho, y que fuera otro miembro dentro del reducido grupo que se había visto sin siervos al carecer ya de los enanos.

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16/11/2017, 14:48
Director

Contestó con una afirmación de su cabeza pero sin responder a la sonrisa del muchacho con su sonrisa. Pues en la cultura de Duartala cuando una mujer sonreía a un hombre quería decir que le gustaba y quería tener una relación formal con él. Después el muchacho le siguió explicando de porqué la conocía y sabía de su ciudad. - Comprendo Keelhu ahora te recuerdo, anda ven sube al carromato y ponte aquí a mi lado y de paso cuéntame lo que sabes de la guerra. Y porqué se ha formado este colapso y hacia donde van. Nosotros vamos a embarcarnos pero a este ritmo tardaremos horas... Mientras cuéntame, ¿qué te ha llevado a la ciudad y hacia dónde vas? Por un momento parecía que Euyun recobraba otra vez la cordura y volvía a ser aquella muchacha joven, jovial e ingenua de la que poco se podía decir de ella que no fuera de su belleza.

Aquel sorprendido joven decidió aceptar la oferta de Euyun y se encaramó sobre el carruaje junto a ella. Pese a que sabía de sobra que avanzaría hacia su destino mucho más rápido a pie, su sangre caliente casi le obligó a compartir el banco sobre el que la sureña guiaba a las bestias te tiro.

- Vine aquí a trabajar… - Dijo el chico. – Bueno, más bien vine por trabajo. Embarqué en un navío mercante y tras hacer escala en infinidad de puertos, finalmente recibí una buena oferta de trabajo aquí, en Alejandría. – Dijo el chico tratando de parecer enigmático de alguna forma en su respuesta. 

A Euyun no pareció interesarle demasiado la historia que Keelhu quería contarle y no le dio la satisfacción de poder hablar de aquel presunto trabajo que había encontrado y del que sin duda parecía estar orgulloso. Fue entonces cuando los ojos de Keelhu se centraron en el cuello de la camisa de la chica. Presentaba unas manchas color marrón cercano al granate. Sin duda se trataba de sangre seca y por mucho que Euyun trató de desviar la atención del chico sobre aquel detalle le fue imposible. Sus impresionantes ojos negros le miraron de forma felina y pues prosiguió con una serie de explicaciones que tan sólo los ojos de Keelhu habían solicitado. 

- Son tiempos difíciles Keelhu hemos tenido que enfrentarnos en nuestro camino a asesinos. ¡No te lo puedes creer! - Le dijo abriendo de par en par sus ojos. 

- ¿Asesinos? – Exclamó el joven con los ojos bien abiertos. - ¿Qué pasó? ¿Dónde? – Preguntó con interés.

- Mi señor que va detrás en el carro con otra sirvienta fue el que nos defendió pero tuvimos también que hacerles frente. Ah no te preocupes de verdad son solo rasguños estoy bien. Cuéntame de ti y de lo que sepas de esta ciudad y si nos puedes ayudar a ir antes al barco que nos espera, por cierto, ¿hacia donde ibas? La muchacha lo miraba ahora con delicadeza y con una buena expresión pero sin sonreírle debido a lo que eso significaba en la cultura de su tierra. Parecía un buen muchacho y de buen corazón y quizás eso significara más de lo que esperaba encontrar en esta ciudad. Sabía que si la norteña no era llevada al sacrificio sería ella la que ocupase su lugar pero si los acompañaba otro de buen corazón como Keelhu quizás la cosa cambiara. Pensando todas estas cosas se hizo la interesante esperando así obtener más información del muchacho y de su destino. Se le veía enamorado de Euyun, y eso podía ser una baza a favor de la asesina para ganarse al muchacho, y que fuera otro miembro dentro del reducido grupo que se había visto sin siervos al carecer ya de los enanos.

- Iba hacia el puerto, Euyun. - Respondió a la inquietud de la sureña. -  Trabajo como escribano para la compañía de Tildas Oriental. Se trata de una de las mayores navieras mercantes de toda Gea. Sin duda una de las tres o cuatro principales de todo el este del mar de Tildas. - Keelhu parecía convencido de que aquel cargo que él parecía creer tan importante, impresionaría a aquella chica. - Mi día a día se resume a verificar facturas, organizar albaranes, hacer inventarios... - A Euyun todo aquello le sonaba aburrido y por un momento desconectó de la conversación sin borrar la sonrisa de su rostro y sin dejar de asentir y expresar interés con sus bellos ojos rasgados. - ...los guardias que han montado el control que nos está retrasando me han fastidiado. Es uno de los primeras veces que llegaré, tarde. Espero que no influya en mi cargo, creo que están pensando en ascenderme a encargado del inventario en uno de los almacenes de la compañía... - Aquella revelación parecía haber devuelto a Euyun a la conversación de golpe. ¿Se estaban dirigiendo hacia un control de la guardia? ¿Revisarían la mercancía que portaban? ¿Descubrirían a Eslabeth?

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17/11/2017, 19:31
Euyun

¡Oh vaya infinidad de puertos!, sin duda el muchacho no se andaba con chiquitas pero también parecía que le sobraba imaginación. - Vaya Keelhu a mí todavía me falta aprender mucho sobre barcos y piratas. - Le echó un gesto de aprecio para así poner más aliciente a la conversación conforme a los piratas. 

- Ya te dije que no te preocupes lo importante es que llegamos bien. Mi señor se puede considerar todo un gran guerrero y puedo decir con firmeza que él nos salvó. No sabría decirte el lugar a medio camino de aquí pero no voy a comentárselo a nadie bastante que salimos con vida. Y no quiero más muertes sobre mi cabeza ni que alguien muera por mi culpa. - Hizo un poco de teatro la muchacha que a estas horas ya ni sabía el límite entre lo moral y lo abyecto. 

Cuando fue comentando su trabajo y las funciones que desempeñaba la muchacha puso cara de asombro. La verdad que le asombraba que alguno de los suyos hubiera llegado tan alto, allí los habitantes del desierto pocos sabían escribir y los que lo hacían se consideraban de la nobleza, y por tanto dominaban el arte que le daría prestigio pues estaban cercanos a los sacerdotes que desempeñaban sus funciones con un libro sagrado. - Estoy orgullosa de ti Keelhu, que hayas llegado a tan honorable trabajo es de mérito. Y creo que si un día vuelves a nuestras tierras se sentirán agraciados de tenerte en su presencia. - Más cumplidos sinceros le hacía Euyun que en cambio no se sentía atraída ya por una seguridad en el otro sexo, aunque se la pudiera dar junto a una buena reputación, se podía decir que el muchacho había llegado tarde. Ahora la asesina estaba centrada en otros menesteres no tan dignos a ojos de los hombres pero sí de los dioses.

Vaya esto último sí que tengo que comentárselo a mi señor, es un tanto peculiar y no le gusta nada que rebusquen en sus cosas. Si tú nos pudieras echar una mano en este tema para que nos dejen pasar... Un hombre de tu reputación tiene que dar una cierta veracidad ante los guardias, y los que le acompañen seguro que tendrán la confianza de todos, ¿no? 

Perdóname un segundo, se lo comunicaré a mi señor pero si tú pudieras asegurar que pasamos sin ser inspeccionados mi señor estaría en deuda contigo... Esperó un momento por si el muchacho le respondía antes de comunicárselo a su señor.

 

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17/11/2017, 20:51
Director

- Verás… - A Keelhu le cambió la cara tras aquella petición de la joven Euyun. - …pese a que he entrado a formar parte de una gran compañía y soy uno de los más avezados escribas de ésta… - Chasqueó la lengua y no pudo reprimir un bufido tras ser descubierto dándose más relevancia de la que realmente tenía. - …somos muchos escribas. Si es cierto que estoy empezando a destacar y lo de mi ascenso a encargado del inventario… - Tragó saliva. - …más bien es un proyecto a largo plazo, aunque mi patrón está muy contento con mi labor…

Euyun le miró desalentada y levantó una ceja ante aquella espontánea confesión. Sin duda lo próximo que iba a decir era que poco o nada podría hacer por evitar que la guardia registrara su carruaje sin era eso lo que pretendía.

- Aún no soy demasiado conocido en la ciudad. – Continuó diciendo el sureño. – Tengo algunos contactos, pero no sé si… - Se encogió de hombros. - …puedo intentarlo. – Resolvió.

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19/11/2017, 09:05
Euyun

Cuando el muchacho empezó a disculparse Euyun ya sabía que se había dado una importancia o un porte mucho más elevado que el que tenía. Pero también sabía que era conocedor de los mandamás que allí trabajaban y siendo Keelhu un trabajador tan eficiente y dedicado seguro que podía convencer a uno de esos peces gordos para que le hiciera un favor. A cambio el jefe se vería con un favor que había transmitido y que le cobraría al muchacho más adelante ya fuese con horas extras de trabajo o favores que debería de corresponder. A Euyun le importaba bien poco si con ello podía manipular al muchacho a sus propios fines que era al fin lo que había hecho durante toda su trayectoria de prostituta. Engatusar a su clientes hasta enamorarlos y que se gastaran en ella lo suficiente para que el pobre infeliz viviera miserablemente pero sin llegar a desplumarlo. Pues tan malo eran los extremos que si se escuchaba ese tipo de rumores solo harían mal al negocio. Así que siempre jugaba con las monedas de sus benefactores, sabiendo hasta donde debía de cortar la relación con el pobre infeliz que se creía que una puta podía enamorarse de uno de aquellos sucios clientes. 

- No vale con intentarlo hazlo. - Le dijo la hermosa muchacha del desierto y apoyó su mano en la de Keelhu. - No solo ganarás el aprecio de mi señor sino que también el mío. - Le dijo con esa sonrisa mientras se puso recta y después se inclinó lo suficiente con su chaleco apretado para que Keelhu pudiera ver aquel inicio de pecho que quería salir. - La meretriz pensaba que ya había dejado atrás su trabajo pero se veía otra vez en el conflicto de tener que volver a ofrecer sus encantos para conseguir salirse con la suya. Ser asesina estaba muy bien, pero no todo se podía resolver con muerte, había momentos como este que debía de utilizar otras armas como su encanto y provocación para subir el líbido de su compañero. Sabía que le había dejado una grata impresión de su última vez y seguro que ansiaba repetir el fecundo fruto que tan bien guardaba la muchacha.

Notas de juego

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20/11/2017, 15:44
Anwälen Manewë

Finalmente no fue Euyun quien penetró en el interior de la cabina para hablar con su patrón, sino que fue él quien asomó la cabeza al exterior alarmado por la conversación que la joven estaba teniendo con un desconocido, pues aunque no había logrado descifrar acerca de que trataba, le pareció realmente raro que estuviera conversando con alguien que no fuera él.

Nada más ver como aquel joven de rasgos sureños se encontraba sentado junto a la que ya consideraba prácticamente como si aprendiz, su ceño se frunció y sus oscuros ojos se cernieron sobre Keelhu escrutándole en busca de algún indicio acerca de sus intenciones. Acto seguido miró a Euyun demandando una explicación. No controlar todo lo que sucedía a su alrededor le turbaba la mente y le ponía de muy mal humor.

Por su parte, aquel joven se echó hacia atrás asustado por la mirada negra del elfo. Buscó con la mirada a la joven que conociera en Duartala tratando así de reconfortarse, pero aquellos preciosos ojos rasgados se fijaron sobre el elfo. Ella no parecía asustada, pero desde luego si se hallaba a la espera de que su patrón rompiera aquel ambiente de tensión.

- ¿Qué significa esto, Euyun? – Preguntó al fin Anwalën.

En ese momento fue Keelhu quien trató de romper el hielo excusándose ante el elfo y explicando el porqué de su presencia a bordo de aquel majestuoso carruaje. Sin embargo, al tratar de abrir la boca, el elfo le mostró la palma de su mano y el joven simplemente no pudo articular palabra pese a que lo intentó con todas sus fuerzas.

- ¿Quién és, Euyun? – Insistió su patrón. - ¿Qué hace aquí?

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22/11/2017, 14:09
Euyun

Su señor se había dado cuenta de Keelhu antes que ella los hubiera presentado. Cuando escuchó las palabras de su señor pidiendo una aclaración por parte de su discípula. Ella miró por última vez a Keelhu con una sonrisa y bajó del carruaje para ponerse a la altura de la ventana de su señor. - Hemos tenido suerte mi señor Anwälen conozco a Keelhu cuando ejercía la profesión. Muy buen muchacho que está enamorado de mí, le dijo con una sonrisa y mostrando confianza en su compañero, - gracias a él he podido saber que hay un control más adelante y le he pedido que nos ayude. Él trabaja ahora como escribano para la compañía Tildas Oriental. Se dedica a facturar hacer albaranes aquí en el puerto y por esta causa conoce a los jefazos que manejan todo este emporio. Por ahora no tiene un puesto tan importante para convencer a los guardias pero conoce a unos cuantos peces gordos y ellos sí pueden ayudarnos para que no nos registren. - Keelhu mantuvo la sonrisa a su señor. - ¿No hemos tenido suerte mi señor?, nos hemos librado de lo que sería bastante complicado de explicar, ¿verdad? Espero y sé que Keelhu hará todo lo posible pues le he dicho de su beneficencia y de la mía. - Se calló después de tan larga explicación poniendo los brazos en la ventanilla mientras esperaba la respuesta de su señor. Para Euyun había cumplido su objetivo con creces de informarse por la causa de tanta lentitud en el trayecto hacia el puerto.