Partida Rol por web

Harvaka 1, Tierra de Piratas.

Capítulo 104. Callejeando por Alejandría.

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22/11/2017, 15:47
Anwälen Manewë

Anwalën miró por encima del hombro de Euyun para fijar su oscura mirada en el joven que parecía responder al nombre de Keelhu. De su expresión se deducía que no estaba demasiado convencido de hacia donde se dirigían los acontecimientos. Volvió a centrar su tenebrosa mirada vacía de inmensidad sobre ella.

- ¿Confías en él tanto como para dejar en sus manos la suerte que nos atañe? – Preguntó el elfo. – Lo siento Euyun, pero demasiada aleatoriedad dejas en manos de un simple mortal. De un joven que apenas ha vivido una ínfima parte de lo que yo lo he hecho. Dale las gracias y dile que se marche o se mantenga al margen. Si luego quiere devolver el carruaje a las cocheras donde alquilamos su servicio que lo haga, puede quedarse la fianza como pago a sus servicios. – Euyun sintió entonces como su patrón la miraba con cierta altivez. – Si antes de nuestra partida quieres pagarle con tus servicios, hazlo… - Negó con la cabeza. - …pero ya no eres una prostituta, ya no eres una vulgar puta Euyun.

No dijo nada más. No le transmitió lo que iban a hacer, ni cómo superarían el control de la guardia. El elfo en ocasiones era así, silencioso y reservado. Simplemente se internó de nuevo en el carruaje y corrió la cortinilla de la ventana. Aquellas palabras le dolieron a la ex meretriz. Aunque podía ser que llevase razón y sin duda había pasado por sus pensamientos la idea de rememorar viejos pasajes de su vida junto a Keelhu, no le sentó bien el modo en que su patrón le había tratado.

Sabía que Anwalën tenía poderes mentales. Podía ser que le hubiera leído la mente y hubiera descubierto que por su cabeza había pasado la idea de ofrecerle a Keelhu sus encantos para salirse con la suya. Le hubiera leído la mente o hubiera intuido sus intenciones, lo cierto era que bien por su irresponsabilidad, bien por su intención de regresar al pasado por un momento o simplemente por celos, Anwalën se había mostrado muy furibundo ante ella. Una charla le esperaba más adelante con su patrón sobre aquel incidente, de eso no había duda.

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23/11/2017, 09:04
Euyun

Euyun volvió a montar en el carruaje pensativa y ofuscada por lo que su señor le acababa de decir. Miró a Keelhu con una sonrisa pero su mirada estaba más allá de él estaba en contestar una preguntas que le venían a la mente. - Mi señor le agradece su información y no quiere que usted intervenga en sus decisiones. Es demasiado pedir un favor de este tipo a una persona que él desconoce. También me ha comunicado que puede mandar a algún empleado para que deje el carruaje en la cochera quedándose la fianza como pago por sus servicios. 

Euyun había hablado de que mandara a un empleado no de el mismo Keelhu, pues veía que su señor quería presentar a su compañero como un fantoche y era algo que no iba a permitirlo. Cuando hubo comunicado la respuesta de su señor lo hizo de forma seria y hablando a Keelhu de usted para que supiera diferenciar el mensaje. 

Euyun volvió a mirar al horizonte y otra vez a Keelhu, - te escribiré Keelhu y si algún día tengo la suficiente independencia volveré para que nos conozcamos mejor. Ahora nuestros caminos nos separan pues mi señor no quiere que se siga esta conversación. Me alegro por ti y tu futuro. - Dijo la exmeretriz dándole un beso en la mejilla a modo de despedida e indicándole con la mano que bajara del carro.  

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23/11/2017, 19:06
Director

La cara de Keelhu cambió tan rápido como Euyun regresó a su lado con las instrucciones que su patrón le había le había dado. Aquel joven sureño tan solo quería ser amable y con un poco de suerte hacer amistad con aquella preciosa chica de penetrante mirada. Fuera como fuera, Euyun parecía muy convencida de querer acatar las órdenes que había recibido y su actitud despreocupada hasta el momento había cambiado de forma repentina hacia una mucho más seca y concisa.

Keelhu supo que poco o nada había que tratar con Euyun. Sin embargo, cuando la duartalesa le dijo que le escribiría, un rayo de luz iluminó su entristecida mirada y no pudo evitar que una sonrisa bobalicona surgiera en sus labios a la vez que se despedía con la mano de Euyun, pues tras varios minutos parados el carruaje se puso de nuevo en marcha guiado por la asesina que iba a los mandos.

Para cuando Euyun puso la vista en el frente esperando no volver a ver más a aquel amable joven, éste volvió a aparecer corriendo por el lateral de un carruaje y levantó la mano, la cual portaba un trozo de papel enrollado. Euyun lo agarró y entonces sí, Keelhu se quedó atrás y despidiéndose de ella con una sonrisa a la vez que le lanzaba un beso con la mano.

La asesina desenrolló el pergamino, observando una serie de letras en ghirb. Por lo que había aprendido gracias al esmero con que Anwalën le había desvelado los misterios de la escritura y la lectura, pudo deducir el mensaje que llevaba escrito. Se trataba de una dirección: “Avenida del Embarcadero. Compañía de Tildas Oriental. Un placer haberme reencontrado contigo, te llevaré en el corazón. Keelhu Basal”.

 

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23/11/2017, 19:07
Director

¡Equis enim dolec! – Alguien habló elevando el tono de voz de forma desmesurada.

Euyun que permanencia absorta en el descifrado de aquellos caracteres con los que Keelhu le había obsequiado se sobresaltó y de forma acertada e instintiva tiró de las riendas deteniendo el carruaje de forma algo brusca. Escuchó entonces como algo se removía en el interior de la cabina y como algo golpeaba contra la pared que hacía tope con su espalda.

Ante ella tenía a un total de seis guardias portuarios. Vestían su típico uniforme compuesto por una casaca de color ocre y calzones negros acompañados por una capa azul añil. Un uniforme muy vistoso que sin duda provocaba una imagen imborrable de la retina de todo aquel que desembarcaba en Alejandría. Junto a ellos se encontraba un séptimo soldado, éste en cambio vestía el uniforme de la guardia de la ciudad, casaca dorada con pechera, botas negras y un bicornio emplumado sobre la cabeza.

¿Abitur nisi dua etiram? – Uno de los soldados de capa azul, el cual le apuntaba con su fusil le preguntó algo en el idioma de Catán, aunque Euyun no entendió una sola palabra.

Estaba a punto de avisar a Anwalën cuando éste de nuevo como leyendo su mente surgió del interior de la carroza para situarse junto a Euyun. Fue entonces cuando aquel nervioso soldado que meneaba su arma frente a ellos y escupía salvia entre sus mellados dientes repitió de nuevo la pregunta.

¿Abitur nisi dua etiram? – En ésta segunda ocasión el tono fue más imperativo.

Anwalën, quien de nuevo se había vendado los ojos se disponía a contestar cuando el soldado de la casaca dorada se interpuso entre el nervioso soldado del puerto bajando su arma y haciéndole un gesto con la otra mano tratando de que rebajara la tensión.

Perdonen los modales de mi compañero. – Dijo aquel soldado ya entrado en años, al que las entradas en su frente habían empezado a recortar terreno a su larga melena castaña. – La guerra se cierne sobre nosotros y el nerviosismo entre la tropa es cada vez más evidente. ¿Les importa mostrarme el interior del carruaje? – Preguntó finalmente.

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28/11/2017, 08:25
Euyun

La mujer sabía que tenía que tener amigos hasta en el infierno, y guardó la dirección con una sonrisa en los labios despidiéndose agradablemente de su compañero por si alguna vez el destino hiciera que se encontrasen. Fue entonces cuando se percató que había llegado hacia el puesto de guardia, y de forma inquisitiva uno de ellos le preguntaba en un idioma que desconocía. Después de que Euyun mirase atrás, y ver a su señor que salió para estar junto a ella, y al querer contestar su señor al guardia se interpuso una voz del que sería el jefe de ellos y le habló en un idioma ya conocido. Ante la pregunta del jefe de la guardia Euyun miró a Anwälen queriendo que él fuera el que hablase antes que ella. Ella miró a su compañero dando a entender al jefe de la guardia que no era nadie para permitir o no lo que había en el interior. Dejando patente que era la sierva de su señor y como así hacían las siervas esperaban a que su señor fuera el que se pronunciara sobre el asunto.

Sostenía las riendas con sus suaves manos esperando la señal de su señor, pues poco le importaba los rifles y uniformes cuando su alma se había encumbrado hacia lo más alto. Y sentía en ese momento miedo e incertidumbre que debía de degustarlo pues era cuando la asesina se sentía más viva, y esa sensación era la que le compensaba de sobra sobre el poder y el dinero. Mostró no obstante una cara de incertidumbre y nerviosismo cuando en su interior bullía la aventura y el sentimiento de gozo de su estado actual.

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28/11/2017, 14:47
Anwälen Manewë

- Somos simples comerciantes. – Mintió el elfo en catanés. – Tan solo tratamos de embarcar para regresar a nuestra tierra tras unos meses en el extranjero. – Volvió a falsear la verdad en el idioma oficial de Alejandría y Catán. – No creo necesario registrar el carruaje pues está vacío a excepción de los pasajeros que viajamos abordo.

Los guardias se miraron exasperados. Sin duda esa no era la primera vez que escuchaban alguna excusa por el estilo durante ese laborioso día. Uno de ellos, el soldado del uniforma azul, quien exhibía sin vergüenza alguna una prominente barriga cervecera y que lucía un curvado y frondoso bigote negro se adelantó dos pasos.

- Debemos registrar todo carruaje, mi buen señor. – Dijo aquel hombre en ghirb para que también Euyun lo entendiera mientras la miraba de reojo.

Anwalën Manewë no había querido tener que utilizar sus poderes. No tan pronto. Todavía se encontraba agotado desde la última vez que tuviera que hacer gala de su magia y si sus cuentas no eran incorrectas, debía emular esa misma noche el ritual que le mantenía con vida y que alimentaba su energía arcana. Sus energías estaban bajo mínimos, pero debía sí o sí volver a ahondar en el oscuro poder que la nigromancia le había regalado para salvar ese apuro.

El elfo se concentró tratando de conectar con la mente del soldado que tenía delante. Pese a tener a pocos metros de distancia, parecía encontrarse muy lejos. Sin duda sus poderes mentales estaban realmente muy debilitados. No obstante, logró penetrar en la cabeza de aquel barrigudo guardia y de esa forma intentaría doblegar su voluntad como en tantas ocasiones lo había hecho con anterioridad.

- He dicho que no es necesario, mi buen guardia. – Dijo entonces el nigromante convencido de que su artimaña surtiría efecto.

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07/12/2017, 07:52
Elsabeth

Desde el interior de la cabina se escuchaba todo, no estaba tan aislada como para enmudecer las peticiones de los guardias. Era su oportunidad. El elfo nunca iba a estar más vulnerable que en ese preciso instante. Había sabido esperar el momento y ahora que Anwaën se veía contra las cuerdas era el momento de actuar y abandonar el estado prácticamente vegetal que había adoptado por pura supervivencia.

- ¡Auxilio! - Gritó con todas sus fuerzas. - ¡Guardias, socorro! - Gritó aún más fuerte. - ¡Me llevan secuestrada! ¡El elfo es mi raptor! - Se vació hasta casi desgañitarse.

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07/12/2017, 08:56
Euyun

Su señor habló en un idioma que desconocía cosa que la pilló de sorpresa pues debía de entender todo lo que se decía. Quizás con ello le quitaba protagonismo a la muchacha o quizás la salvaguardaba de que pudiera tener algún tipo de complicidad con el plan de su señor. Pero los guardias que querían que los dos lo entendieran habló en el idioma de la muchacha con ello queriendo establecer un vínculo entre ella y su señor. Quizás una forma indirecta de decir que si encontraban algo irregular en el carruaje los dos serían culpables y por ello hablaban en el idioma que fueran entendido por los dos.

Se percató que el guardia la miraba de reojo cuando hablaba en su idioma esperando su reacción. La muchacha se mostraba algo nerviosa y retraída por el uniforme de los soldados. Era un semblante que había mostrado para representar su papel de muchacha frágil y carente de acción. Aunque en su interior no tenía ningún miedo a lo que le pudiera suceder ni aquellos guardias la amedrentaban. Sabía que su señor estaba utilizando su sutil magia y fue entonces cuando todo se fue al garete al escuchar los gritos de la muchacha pidiendo auxilio. ¿Es que no la habían amordazado?, era increíble hasta qué grado de ingenuidad habían llegado. Aún así Euyun dio muestra de ser la sierva fiel a su señor y se mantuvo en su postura y callada esperando que su señor hablara y le diera una orden. 

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07/12/2017, 14:55
Director

Los guardias se miraron los unos a los otros ante los gritos procedentes del interior del carruaje. El soldado que portaba el uniforme de guardia de la ciudadela asintió con la cabeza e inmediatamente los soldados de la guardia portuaria alzaron sus rifles apuntando sus bayonetas en dirección a Anwalën y Euyun.

- Bajen del carruaje poco a poco. – Dijo el soldado de la casaca dorada y bicornio emplumado. – No intenten nada raro. Vamos a registrar el interior de la cabina.

El soldado que llevaba la iniciativa señaló con la mirada a dos de sus subordinados para acto seguido indicarles de nuevo con lenguaje de señas, que se dirigieran al portón lateral y de esa forma registraran su interior en busca de la dueña de la voz que había pedido auxilio. Ambos soldados rápidos como relámpagos, bajaron sus armas y acataron la orden de su superior encaminándose a averiguar lo que allí estaba sucediendo.

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08/12/2017, 12:30
Euyun

La muchacha entonces bajó del carro con las manos en alto ya que sabía que cualquier movimiento le provocaría la muerte. - Seis guardias en alerta eran demasiado hasta para la asesina que trabajaba en las sombras. Aún tras la aparente derrota de su señor confiaba en él ciegamente y sabía que en cuanto recuperase sus poderes la salvaría. - Lo miró entonces y le sonrió para que se diera cuenta que no le echaba la culpa de nada. Pudo hablar y decirles un montón de cosas como excusa de la muchacha pero delante de su señor prefirió callar. Si él no hablaba ella tampoco lo haría y luego seguiría la cárcel el interrogatorio o la guillotina. No lo sabía muy bien pero algún momento tendría para escapar siempre había un momento para todo y este no era el momento. 

Dio un pequeño brinco para bajar uno que fue lo suficiente para tocar el suelo y seguir con las manos levantadas mientras miraba a su señor con complacencia. Los guardias nunca los separarían ni más allá de la muerte pues su señor sabía lo que había más allá y sabía como controlar el poder del otro lado. Un lado que la gente temía y que pocas personas podían dominar, y aquellos que lo hacían vivían a las afueras de las aldeas como ermitaños o en islas salvajes entre tribus de caníbales. Según rumores según contaban pues la asesina ya había viajado lo suficiente y visto cosas extrañas que hacía su señor. Incluso meter las narices en algún que otro libro para tener una idea del mundo oscuro del Vudú.

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08/12/2017, 15:57
Anwälen Manewë

Anwalën Manewë creía recordar que había amordazado a Elsabeth, para estar prevenido por una situación como aquella. No era propio de él un descuido como ese, pues basaba su vida en el meticuloso estudio de todas las variables que podían acontecer en los futuros posibles. Aquella distracción podía costarles muy caro y sin duda lo habría hecho de no poder recurrir a sus poderes.

- Se trata de la hermana de mi sirvienta. - Dijo el elfo tratando de desviar la atención de los gritos procedentes del interior del carruaje. - La pobre ha perdido la cabeza. La estábamos llevado hacia a un sanatorio cuando nos encontramos con éste embozo... - Mintió de forma improvisada. Podía ser que fuera una mentira arriesgada, una vez desvelada la apariencia de Elsabethse haría evidente que no era hermana de Euyun ni de lejos, pero debía ganar tiempo.

No acababa de fiarse del dominio del mentalismo que hacia gala durante las últimas fechas. Lo cierto era que le afectaba demasiado, le debilitaba de una manera que le mermaba demasiado sus capacidades físicas y mentales. Había decidido reservar su magia únicamente para momentos en los que fuera la única salida y por desgracia, ese parecía uno de esos momentos.

El elfo trató de concentrarse en la mente del soldado que llevaba el mando de aquel pelotón. Sintió cierta sensación de vértigo, casi de mareo y por un momento estuvo a punto de desistir. Cerró los ojos tratando de aislarse del resto del mundo, debía mantener fija toda su concentración en lo que escondía aquel soldado en su interior. Sólo así podría sintonizar con su cerebro y conseguir doblegar su voluntad para evitar el registro y poder así pasar el control sin mayores dificultades y proseguir con su viaje hacia la inmortalidad.

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09/12/2017, 10:43
Director

Una sacudida golpeó de pronto la cabeza del elfo. Anwalën se sintió debilitado y comenzó a notar sabor a sangre en su boca. Tuvo que abrir los ojos al sentirse mareado y tuvo que agarrarse al carruaje para no perder el equilibrio. Se notó desfallecido e impotente. De nuevo sus poderes le estaban abandonando, pues le fue imposible conectar con la mente de aquel soldado. Recordó en ese momento que esa misma noche debía completar de nuevo el ritual, quizás por ello le fue imposible ejercer el control mental que tantas veces había realizado.

No tuvo tiempo para pensar en nada más, dos de los guardias le agarraron de los brazos y le ayudaron a descender del carruaje de forma muy poco amistosa. Anwalën cayó al suelo golpeándose con la nariz contra el firme, provocándole el sangrado y por el dolor que sentía, muy probablemente se la había roto. Al alzar la mirada observó como otros dos soldados preparaban unos fuertes grilletes para colocarlos en las muñecas de Euyun.

La joven asesina no esperaba ese desenlace. Su mentor, su maestro, había sido derrotado con demasiada facilidad. Sin duda sus poderes estaban muy debilitados. El deterioro de Anwalën en las últimas fechas era muy evidente. No podrían salvarles en esa ocasión y de no ser por los arcanos secretos del elfo no lograba imaginar que podía sacarles de aquella situación.

Uno de los soldados le dijo algo a Euyun. Lo cierto fue que pese a que no entendía el idioma, su gesticulación le evidenció que lo que pretendía de ella era que juntase las muñecas a la espalda, pues iba a proceder a amarrar sus muñecas con unos grilletes metálicos cubiertos de óxido, lo que no parecía indicar que fuera a ser una experiencia demasiado agradable y que lo más probable era que acabase con las muñecas llenas de sangrientos rasguños.

Mientras todo eso sucedía, los otros dos soldados procedieron a abrir el carruaje como su mando superior les había ordenado. Elsabeth observó como dos hombres uniformados, con casacas de color ocre y capa azul añil escudriñaban en el interior detectándola a ella. Entonces dijeron algo en el idioma que había tenido que aprender durante su estancia en Catán.

- Desátala. - Dijo uno de ellos algo más veterano que el joven soldado que penetró en el interior del carruaje.

Aquel hombre de cabello rubio y ojos claros penetró en el interior del carruaje y le desató las piernas ayudándola a ponerse en pie. Lo cierto era que tras tantas horas atada sus miembros estaban entumecidos y doloridos y le costó más de la cuenta hacer lo que le pedían. Acto seguido el soldado rebuscó entre el cuello de su camisa una llave unida a una cadena y al soltarla de la misma, procedió a abrir los grilletes que tantas heridas habían causado en las manos de la joven norteña.

- Gracias. - Dijo simplemente Elsabeth antes de desatar el pañuelo que permanecía atado a su cuello y que había servido de mordaza hasta que con cierta insistencia y roces contra el asiento había conseguido bajar de sus labios liberando así su habla.

- ¿Qué ha pasado, muchacha? - Preguntó su apuesto liberador. - ¿Quiénes son el elfo y la chica?

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10/12/2017, 21:46
Euyun

Por los dioses viejos y muertos pensó Euyun, ¿es que mi señor se estaba volviendo loco?, ¿decir que la norteña era mi hermana? No había una idea más absurda que la que había dicho y ese argumento era para que los encerraran sin lugar a ninguna duda. Euyun atendió a lo que querían los soldados y juntó las manos a la espalda para después hablar: - Lo siento guardias pero mi hermana es de otra madre una norteña, cuando veníamos hacia aquí fuimos asaltados por unos asesinos como pueden ver en mis heridas. Si os dais prisa los cuerpos deberían permanecer allí, mi hermana, hermanastra mejor dicho ha sufrido un shock a causa de ello y ahora nos ve como enemigos. Por eso la amordazamos y atamos hasta que ingresara en un sanatorio. No podíamos dejar que estuviera calumniándonos por todo el viaje ante gente desconocida que podía creer sus desvaríos. Lo siento mucho pero tanto mi señor como yo somos inocentes y solo queremos lo mejor para ella. - La muchacha miró a los guardias aterrorizada por ver que la iban a engrilletar nunca se había visto en esa circunstancia. Las voces de su propio yo que se reía de los guardias de repente enmudecieron debido a la atención máxima que la asesina estaba prestando a su argumento. Su voz le temblaba y le salió como una súplica para que no la esposaran. No miró a la norteña pero sí a los ojos de los guardias con un gesto de la faz que expresaba nerviosismo incluso se le humedecieron los ojos. - Tengo un amigo por favor aquí guardo su dirección en el papel que tengo en mi mano. Trabaja aquí se llama Keelhu y es un escriba de la compañía Tildas Oriental me conoce y os podrá asegurar que soy una buena persona. ¡Por favor! Dijo esta vez con sus ojos totalmente humedecidos.

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11/12/2017, 16:33
Director

- ¡Calla, zorra! – Le espetó uno de los guardias a la joven Euyun. - ¡No me cuentes más falacias, ya bastan las de tu acompañante!

Fue entonces cuando la duartalesa notó el frío metal oxidado alrededor de sus muñecas y cuando sonó el característico sonido del cierre de éstos, se sintió perdida. Automáticamente su corazón comenzó a bombear con fuerza debido al estrés, al miedo y al nerviosismo y alzó la cabeza buscando una vía de escape en su mentor.

El cielo se le vino a los pies cuando descubrió como Anwalën también había sido apresado. Se encontraba de rodillas y se dolía del estómago. A joven no lo había visto, pero deducía que el elfo trató de zafarse de sus captores y debilitado como estaba, no pudo evitar un doloroso golpe e puño en su estómago. Cuando los grilletes también se cerraron entorno a sus muñecas y sus dos captores le ayudaron a ponerse en pie, Euyun supo que su suerte ya no dependía de ellos mismos y que sólo un milagro les sacaría de esa.

Ver como Elsabeth descendía del carruaje ayudada por los soldados acabó de confirmar lo evidente. Una nueva luz iluminaba el rostro de la muchacha del norte. Era como si acabara de ser bendecida por los dioses. Para ella acababa una pesadilla que no había durado más que unos días, pero que había sido una tortura para su mente y también para su cuerpo.

Los ojos verdes de la muchacha se cruzaron con los rasgados ojos de la sureña. El mensaje que Elsabeth tenía para ella era claro: no le perdonaría lo que habían hecho o habían intentado hacer con ella. Para Elsabeth se acababa de hacer algún tipo de justicia cósmica y estaba contenta por ello. No tendría piedad a la hora de solicitar la mayor de las penas para sus captores. 

- ¿Qué ha pasado jovencita? – Preguntó el soldado de la ciudadela una vez Euyun y Anwalën fueron colocados el uno junto al otro de rodillas y bien custodiados por cuatro guardias apuntándoles con sus bayonetas, aunque lo cierto fue que Euyun no comprendió una sola palabra, pues no hablaba el idioma de Catán. 

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11/12/2017, 16:34
Elsabeth

- Me encontraba en el baile de Peregasto junto a mi señor, Lord Petrus Fillus cuando sobrevino un gran caos. – Comenzó explicando la norteña en un imperfecto catanés. – Entonces él me raptó… - Dijo señalando a Anwalën con un dedo acusador. - …me llevó por la fuerza y no sé con qué oscuras intenciones.

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11/12/2017, 16:35
Director

- Está bien muchacha. – Dijo el soldado. – Estás a salvo, te devolveremos junto a tu amo. – Desveló entonces.

Los ojos de Elsabeth miraron con temor al soldado. Su respiración se detuvo por un instante y creyó que también lo había hecho su corazón. No quería volver con su amo. Odiaba al sádico noble que la compró años atrás y que tras cansarse de su esposa y acabar con ella, pese a que logró que se culpabilizara de ello a la pobre Frida, decidió desposarse con ella y torturarla casi a diario para consumar un a todas luces desdichado matrimonio.

- ¡No, por favor! – Imploró la joven. - ¡No me lleven con ese monstruo! – Lloriqueó. - ¡Es malo conmigo, me hace daño! – Desveló.

- Lo siento mujer. – Habló el soldado a quien le había cambiado la cara. -  A todas luces eres propiedad de la casa Fillus. Es mi deber llevarte con él.

La mente de Anwalën se centró entonces en una última y desesperada opción. Buscó conectar con la única persona que en esos momentos podía sacarle de aquel atolladero. Echó de menos en esos momentos al grupo de enanos que tan bien le habían servido hasta el momento en que sus oscuros planes se enfrentaron a sus intereses. Lo único cierto fue que ya no los tenía consigo. Por ello recurrió a la última persona que podía salvarles de aquella situación.

El mensaje fue claro y conciso: Necesitamos ayuda, en la carretera que al puerto. Nos han detenido, ven cuanto antes y ven armado. El Emperador recompensará tus esfuerzos.

Minutos más tarde estaban siendo conducidos a través de aquella gran avenida en dirección al cuartel de la guardia. Por suerte Elsabeth seguía con ellos, pues de lo contrario aquel contratiempo daría definitivamente al traste con los planes del elfo, de tener que buscar una nueva candidata para el ritual. Todo ello teniendo en cuenta que salieran airosos de su arresto.

La multitud se agolpaba en la avenida aun habiendo sido desmontado el control por parte de la guardia. La mayor parte de los viandantes circulaban en contra dirección del grupo de soldados que portaba consigo a los dos detenidos y a la joven norteña. Pese a que trataban de evitarlo, mucho acababan golpeando contra el destacamento de la guardia, provocando que cayeran al suelo sus armas o que tuvieran que soltar en algún momento los grilletes unidos a alguno de los detenidos.

Pensaron tanto Anwalën como Euyun en salir corriendo cuando sucedía alguna de esas circunstancias. Sin embargo desestimaron muy pronto tal idea. Aquella vía estaba abarrotada, se hacía muy difícil seguir avanzando. Se había convertido en una ratonera y posiblemente acabara convirtiéndose en una trampa mortal. El control de la guardia sin duda había ocasionado un serio peligro para toda aquella masa allí agolpada. La gente allí reunida empezaba a sentir un fuerte agobio e incluso a alguno podía comenzarle a faltar el aire.

Cualquier cosa que desatara el pánico ocasionaría una tragedia. Muchos quedarían atrapados y serían pisoteados por el resto al salir corriendo en estampida. La situación se les había ido de las manos a los soldados y si no empezaba a menguar el flujo de ciudadanos que trataban de acceder al puerto, aquello iba a acabar en desgracia.

Lo cierto era que los guardias que los custodiaban empezaban a ponerse muy nerviosos. Respondían con empujones a los ciudadanos que irremediablemente chocaban contra ellos. Habían levantado una barrera de bayonetas que los usuarios de la vía trataban de evitar a toda costa. No obstante era imposible para muchos el no acabar arrollando al séquito de guardias, pues la muchedumbre avanzaba como un río desbocado tras la abertura de la calle al finalizar el control. Por suerte tanto para Anwalën, Euyun y Elsabeth, ellos no notaban el mismo agobio que el resto, pues el grupo de soldados había creado un espacio en el centro donde ellos caminaban vigilados y sin que el resto de peatones pudiera acceder.

- ¡Seguid avanzando! – Ordenó el guardia de la ciudadela. - ¡No permitáis que rompan la formación! ¡Que los prisioneros no se mezclen con el populacho! – Esas fueron las instrucciones del guardia, que mentalmente Anwalën le tradujo a Euyun y otra cosa era que sus hombres pudieran cumplirlas, pues empezaban a estar desbordados por la situación.

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14/12/2017, 18:37
Euyun

El cabronazo del guardia le llamó zorra, ¡será cabrón!, se había dado de alguien como si fueran los salvadores de un mundo que se caía a trozos por las guerras continuas a causa de las injusticias. - La muchacha se quedó con la cara del guardia, no pensaba olvidar tal afrenta, para el día que tuviera la venganza a su mano degollarlo como un cerdo obediente de la ley que era. Los grilletes fríos y dolorosos apresaron la suave carne de la muchacha sabiendo que demasiado tiempo con ellos le dejarían una marca permanente. Estuvo a punto de hacer una locura y golpear al guardia, pero vio cómo su compañero elfo ya se había adelantado y había recibido un buen puñetazo en el estómago. No fue mucha cosa pero lo suficiente para dejarlo fuera de juego, ¿y si en la cárcel había más prisioneros con los que lidiar? Al final Euyun prefirió guardarse las fuerzas para el momento que tuviera que utilizarlas quizás en la misma celda de la prisión. Pensó con frialdad su próximo movimiento, ya que no podía abandonar el raciocinio para así poder salir ilesa del problema en el que la había metido Anwälen. 

Su mirada se cruzó con la norteña cuando ésta bajaba del carro, sus ojos reflejaban odio y rencor, como señal de lo que tenía en su corazón y que los guardaría hasta la muerte por el acto tan vil de secuestrarla. Euyun no pudo reflejar en su rostro nada, pues fue empujada junto con su señor a ponerse de rodillas mientras veía a cuatro guardias que se ponían detrás de ellos, y escuchaba el sonido de sus fusiles que se cargaban. La asesina cerró los ojos y empezó a recordar los buenos tiempos que pasó cuando todavía era feliz. Estos sueños se vieron mezclados con sangre y cuchillos, con los ojos de la locura cuando apuñalaba a su adversario, y los ojos enemigos que iban perdiendo el brillo de la vida junto con su piel que adoptaba un tono ceniciento y el pelo perdía su brillo.

Notas de juego

Parte I (continúa)

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14/12/2017, 19:19
Euyun

La muchacha escuchó como la norteña hablaba con los guardias pero era en el idioma de Catán tan desconocido para ella. Solo pudo mirar para el suelo viendo la cara de la muerte que se burlaba de su vida. Empezó a respirar con un ritmo precipitado al escuchar sus latidos. Tenía que calmarse ante esta nueva situación a la que nunca se había visto antes imbuida, y la cambió haciéndose más profunda para intentar relajarse. Sus ojos cerrados pensaron en algo bonito y quería mantener al margen la sangre y la muerte pero no lo conseguía. 

Cuando Euyun consiguió calmarse, un nuevo empujón la hice levantarse junto al elfo y con presión de la bayoneta a su espalda empezó a andar. Caminaban por una gran avenida con la vergüenza de que esta vez iba esposada junto con su compañero como si fueran una exposición de feria. Toda la feminidad la fue perdiendo y sus recuerdos de mujer empezaban a borrarse para dejar paso al mundo cruel que la marginaba. Pero cuando la muchacha alzó la cabeza de nuevo se dio cuenta que la muchedumbre iba en su contra, y no se paraban a contemplarlos ni se quitaban de al lado de los guardias mientras chocaban con estos descaradamente sin importarle el uniforme. A la asesina se le antojo que con tanto choque podía birlar alguna cosa que le fuera necesaria. Así que en cuanto podía metía la mano en algún bolsillo, intentando coger algo que cupiera en una mano para que los guardias no se dieran cuenta del hurto. 

Cada vez se estaba haciendo más difícil avanzar por la gran muchedumbre que avanzaban en su contra. Los arrumacos achuchones simple se fueron volviendo más violentos. El gentío pronto estaba tan cerca de ellos que se iban metiendo entre el hueco de los guardias y los prisioneros. La oleada de olores y roces que secundaron una y otra vez cada movimiento se hizo más frecuente hasta llegar a la sensación de una cierta dificultad para no ser derribada por aquellos. Pero la insistencia de los guardias era heroica habiendo creado un cerco a su alrededor impidiendo que la gente fuera a más. Y mientras que ellos se llevaban lo peor la muchacha y sus compañeros iban caminando sin ninguna dificultad.

Unas palabras vinieron a la mente de la muchacha eran las palabras del elfo que le hablaba a su mente sin pronunciar palabra. Traduciendo lo que hablaban los guardias y las órdenes que daban. Ella miró al elfo y asintió diciéndole que estaba preparada para evadirse en cuanto tuviera la menor oportunidad. El cerco no dudaría mucho y entonces iría aunque fuera a gatas si así se alejaba de sus legales captores.

 

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14/12/2017, 20:24
Director

De pronto empezó a escucharse un gran alboroto procedente de la parte trasera del grupo de soldados que conducían a Anwalën, Euyun y Elsabeth hacia el puesto de guardia más cercano. La gente parecía estar quejándose de la llegada de alguien el cual avanzaba a empujones y provocaba que la gente acabara de bruces en el suelo o con algún que otro golpe.

Los soldados detuvieron el paso de forma instintiva a la espera de averiguar quién o quiénes eran los que estaban llevando a cabo tan incívica conducta. Al percatarse de que efectivamente alguien se acercaba a su posición de forma inminente y al escuchar rumores entre los viandantes de que era un grupo armado, el guardia de la ciudadela, quien parecía estar al mando de aquel pelotón, mandó a varios hombres custodiar a los detenidos, mientras que encargó a seis de ellos que se colocaran en dos fileras apuntando con sus bayonetas hacia el lugar de donde procedían las quejas.

Cuando Anwalën observó las casacas rojas sonrió y respiró aliviado. Un nutrido grupo de soldados imperiales acudía a su rescate. Sin duda se habían visto involucrados en una situación del todo inoportuna e inesperada, pero ahora tenía visos de resolverse a su favor. Había dudado de sus capacidades. Dudaba que pudiera haberle transmitido el mensaje a AIbab Arkam, como también dudaba que respondiera a su llamada y más aún que lo hiciera en tan corto periodo de tiempo.

Pero allí estaba el propio alférez al frente de un pelotón de más de veinte casacas rojas dispuestas a enfrentarse a la guardia catanesa por el rescate de su patrón. Aquel enfrentamiento entre guardias de ambas naciones en territorio de Catán podía acarrear serios problemas diplomáticos a muchos niveles, pero eso ahora a Anwalën Manewë poco le importaba. Ni Catán era su nación, ni tampoco lo era el Imperio.

- ¡Alto en nombre del rey! – Dijo el soldado de la ciudadela nada más ver aparecer al alférez Arkam luciendo un rostro enrojecido por el esfuerzo de la carrera y su bien recortado bigote imperial blanco.

- ¡Suelten al elfo! – Ordenó el alférez. – Es el protegido del Emperador Rojo. Mi misión es velar por su seguridad. – Argumentó.

- Ningún Emperador tiene jurisprudencia en tierras catanesas, menos usted. – Le reprobó el guardia local.

- No me obligue a… - Aibab trataba de negociar cuando el soldado le interrumpió para gritar.

- ¡Fuego! – Ordenó el soldado y una nube de polvo nubló la visión de los allí presentes, precedida por el ensordecedor ruido de las detonaciones de los fusiles y media docena de proyectiles que salió dirigida hacia los recién llegados.

Los erráticos disparos de la guardia portuaria desató el pánico entre la población civil. Tres fueron los heridos entre los viandantes allí congregados que nada tenían que ver con todo aquello. Uno cayó muerto por un disparo en la garganta. También resultó muerto un soldado rojo con un disparo en el pecho. Incluso Aibab fue herido en una pierna tras un rebote de un proyectil contra el suelo.

La respuesta de los soldados rojos no se hizo esperar. Ellos también iban armados con fusiles y sin esperar la orden del alférez detonaron sus armas. Curiosamente el primero en caer fue el propio guardia de la ciudadela. Pero las innumerables balas rojas acabaron rápidamente con cuatro guardias portuarios  e hirieron a otros dos. También resultaron muertas una joven y un anciano y heridos dos mozos que pasaban por ahí.

Para ese entonces el pánico ya se había desatado definitivamente entre la población provocando avalanchas de gente que se pisoteaba la una a la otra tratando de dejar atrás aquella caótica situación en la que sin quererlo se habían visto envueltos. Para ese entonces el combate ya había pasado al cuerpo a cuerpo.

Aibab ensartó con su sable de caballería a uno de los guardias, mientras que las bayonetas cataneseas hicieron estragos en dos de los soldados rojos antes de caer ante la ingente superioridad numérica de los extranjeros. Para ese entonces ya no quedaba un solo guardia portuario en pie y un Aibab algo cojo trataba de liberar de los grilletes a Anwalën para regresar a toda prisa al Adnan y huir de aquel puerto antes de que se diera la definitiva voz de alarma.

Quizás no lo había sentido en un primer momento debido probablemente a la excitación del momento. Pero ahora que uno de los soldados rojos acababa de liberarla de los pesados grilletes, Euyun notó un dolor punzante en el torso. Al mirar hacia su pecho observó una mancha rojo carmesí que empezaba a empapar su camisa. Le habían dado. Una bala roja había penetrado en su cuerpo provocándole una severa hemorragia. ¿Iba a morir?

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14/12/2017, 20:26
Director

Notas de juego

Buenos turnos Euyun! Buenas reflexión interna!