Partida Rol por web

Pensé que todos hablaban español en estas épocas. 

Sacó un poco de la morfina que tenían para emergencias.  Como esta. 

¿Se la aplico?    - Preguntó a todos. 

Se agachó.

- Señor, señor, ¿qué le causó esto?    Déjenos ayudarlo.  -Dijo en español. 

Era una ceremonia de "conversión" animal, y ¿falló?

Paré a la doctora que iba a inyectarle morfina.

No desperdicie la medicina, doctora. Creo que no podemos hacer nada por él. Se desangra. Sólo esperaba que pudiera articular alguna palabra o gruñido o algo que nos indicara algo sobre él o lo que ha pasado aquí.

Vuelvo mi vista al moribundo.

Lo que es seguro es que ha pasado hace poco. Seguramente debe haber más como él por aquí. Mire sus brazos. ¿Cree que podría ser una especie de híbrido con animal?

Por alguna razón me vino a la mente la película "La isla del Doctor Moreau"

El moribundo se retira los ropajes como puede, quedando completamente desnudo, y deposita sus manos sobre su pecho, con las palmas en contacto con el resto de su cuerpo. Luego, su mirada desencajada por el dolor muestra los esfuerzos que hace por cerrar los ojos buscando un resquicio de paz y esbozando una sonrisa. Finalmente, levanta las manos hacia arriba en señal de ofrecimiento y deja de respirar.

Me quedo sorprendido por los movimientos del moribundo. Parecía que aquello formaba parte de lo que fuera que le había pasado. Por su cara no daba la impresión de que aquello representaba una especie de honor para él. La sonrisa que había esbozado antes de morir, implicaba que no había hecho lo que fuera por obligación, sino por decisión propia. O simplemente aceptaba el sacrificio sin más.

El hacha a su lado me daba a creer que aquello no era un simple sacrificio. Al contrario, parecía que era una especie de combate ritual con algún tipo de criatura o animal que podría ser considerado un Dios para ellos. Ahora que había muerto, miré alrededor para comprobar que no había nadie y cogí el hacha del guerrero. Quería ver si era de una concepción especial, con runas o marcas en su hoja o en su mango.

El cuerpo pasaría a formar parte de la alfombra de huesos que cubría la sala. Ahora sabíamos, más o menos, de donde habían salido el resto. Combates rituales contra algún tipo de criatura. No creía que fuera entre miembros de la misma tribu o pueblo. Tal vez la criatura extraña que vimos fuera en las cuevas fuera el otro elemento de ese combate. Pero entonces, ¿aquella criatura acecptaba esos combates? No debía ser agresiva, si no, no se explica los asientos para espectadores, como si fueran las gradas de un circo romano.

Si la criatura fuera agresiva o malvada, atacaría al resto de personas que estuvieran presenciando el evento.

Doctora, ¿reconoce esos gestos?

Miré nuevamente el cuerpo para ver si tenía algún tipo de tatuaje o adornos rituales como pendientes, aros o piercings de algún tipo.

Al remover el cuerpo, las únicas marcas que encuentras son cicatrices con forma de dentelladas.

Por alguna razón, encontrarse allí una especie de humano antiguo le resultó más chocante que la criatura que habían visto anteriormente. La criatura era lo que había venido buscando, pero aquel hombre era algo diferente. Todo aquello hacía que tuviese muchas preguntas. ¿Cuanto tiempo llevaba aislado aquel lugar? ¿Cuanto se había apartado la evolución del camino que había tomado en el resto del mundo? No solo eso. ¿Que había evitado que se mezclasen con el resto del mundo? No estaban en una isla perdida en el pacífico, sino en medio de Galícia. ¿Que accidente geográfico podría mantener todo un ecosistema aislado tanto tiempo? 

Apenas había tenido tiempo de formularse las preguntas cuando aquel hombre pareció expirar su último aliento. Sus heridas eran mortales de necesidad, no había nada que ellos pudiesen haber hecho. Aunque daba por echa la causa de tales heridas, prefirió asegurarse. Se arrodilló y examinó las heridas, tratando de discernir entre las que pudiera causar aquella criatura, similares quizá a las de un oso sobredimensionado, o las de alguna otra criatura que pudiese haber por la zona. Que hubieran visto a uno no quería decir que fuese el único. 

-Deberíamos mantener silencio - le dijo a sus compañeros en voz baja - Abajo, en la bóveda, escuchamos pasos de algo grande. Creo que todos sabemos de quien son - torció el gesto al decirlo. 

¿Será como la licantropía?  Una vez mordido, ... ¿se convierte?  - Si me parece un ritual religioso, por lo de la actitud de paz, ensayada e internalizada. 

¿Será un culto moderno, sobre una cultura recuperada del antaño?  

¿Que diferencia habría Uxia, con los animales de la jaula?  ¿Son los convertidos, listos para ser liberados?

¿nos quedaremos a ver la transformación?

Además, piensen que la cantidad de huesos de esta sala, así como la presencia de este guerrero muerto implica que esta gente o no tienen ritos funerarios o no consideran que lo que suceda aqui necesita uno.

Me puse alerta ante la advertencia de la doctora Uxía respecto al silencio.

Podría no ser ningún rito iniciático sino una especie de expiación de culpa.

Comprobé que el guerrero estuviera realmente muerto y lo examiné todo lo meticulosamente que pude. Buscaba alguna especie de tatuajes o marcas en su piel, en la espalda, en la nuca, en las manos. Intenté determinar su edad, pero su aspecto distaba de un humano convencional y podría distorsionar ese cálculo.

Obviando lo que implicaba un cuerpo muerto, le abrí también un poco la boca para inspeccionar esa extraña dentadura. También quería comprobar el estado de sus extremidades, manos, pies, para intentar identificar las más claras diferencias con nosotros.

El cuerpo no tiene pulso, por lo que en base al conocimiento forense que tenéis, podéis catalogarlo como muerto. Determinar su edad es complicado, pues su anatomía no parece haber seguido los patrones de crecimiento conocidos, y utilizar esos estándares podría llevaros a un error. Su dentadura es lo más llamativo junto a sus ojos. La disposición de sus dientes es más parecida a la de un animal salvaje carnívoro que a la de un humano. Sus ojos, aún por reacciones bioquímicas, hacen que reaccionen a la luz de la linterna a pesar de la ausencia de vida. Sus grandes pupilas (ahora cerradas al apuntar a ellas directamente con la linterna) les permiten, casi con toda probabilidad, desarrollar su vida en condiciones de poca luz. Es por ello que el interior las cuevas pueden haber sido su hogar y su escondite todo este tiempo.

Me levanté después de examinar el cuerpo y alumbré el resto de la sala, notando la salida que había de ella. No había más caminos que regresar por donde habíamos venido o continuar por el pasillo que salía.

¿Descubrieron algo en el otro camino? ¿La bóveda tenía alguna cosa de interés?

Recordé que las doctoras habían ido por el otro camino para inspeccionar lo que la doctora Sharada había visto. Quizás los dos descubrimientos pudieras estar en relación y uno complementara el otro.

Deberíamos continuar. Por aquel pasillo.

Los dos ciervos enfrentándose.  Muchos otros animales enjaulados.   En la bóveda no había nada dibujado, creo.  ¿Cierto Uxía?

Y el ominoso sonido de las pisadas y gruñidos del úrsido.

Pareció ponderar sus opciones.  Una buena arqueóloga no deja un sitio sin analizar antes de moverse al siguiente.

Vamos a examinar más el sitio.   

Parte de mi quiere liberar a los animales de su jaula.  Pero, dado su carnivorismo de los herbívoros, no se si sea prudente. 

¿Será un ciclo cerrado de vida?  ¿Los humanos trogloditas se reciclan con los animales que luego se comen sus remanentes? 

Vamos. 

Se levantó, algo decepcionada, tras no encontrar nada interesante en las heridas del cadáver. 

-La bóveda podría ser el lugar de los combates. Sería bastante normal que se tratase de un lugar amplio y con buena acústica. ¿ si la doctora tenía razón y aquí ocurre una transformación? El vencedor se lleva parte de la esencia del vencido, y poco a poco se transforma. Quizá nuestro oso humanoide ha sido el vencedor de muchos combates. Quizá hace que los animales luchen entre ellos para que ellos también se fortalezcan, y enfrentarse solo a los más fuertes. 

Justo cuando la criptozoóloga se levanta para marcharse, se escucha a alguien toser.

La Dra. Srinivasan se va directo hacia donde oyó toser.  

¿Hay alguien aquí?  ¿Alguien en problemas? 

Su instinto es jalar el botiquín hacia ella y ponerse la mascarilla.  Puede ser que vayan a necesitar ayudar a alguien.  

Le pide a Uxia que lo diga en español o el idioma local, cualquiera que este sea. 

Creía estar llegando a alguna conclusión sobre lo que ocurría allí, pero una tos interrumpió su hilo de pensamiento. Rápidamente se levantó e iluminó con la linterna la dirección de donde había venido el sonido. 

-¿Hay alguien? ¿Hai alguén? - probó en español y en gallego, sin levantar demasiado la voz, la criatura seguía en algún lugar de esas cuevas - Deberíamos acercarnos - sugirió a sus compañeros. 

Empezó a caminar con cuidado en la dirección de la que había llegado la tos, tratando de alcanzar a quien lo había producido.

Uxía comenzó a caminar en dirección a la tos, intentando comunicarse con quien quiera que estuviera escondido allí. Me levanté y fui tras ella, alumbrando con la linterna por delante para iluminar lo máximo posible la zona. Estaba nervioso y expectante de encontrar una criatura viva en aquel lugar.

Podría suponer que no sería peligrosa. Quizás si agresiva, seguramente intentaría defenderse aludiendo a su instinto de supervivencia, pero no la consideraría peligrosa. Si lo fuera, ya nos habría atacado mientras estábamos desprevenidos.

Tenga cuidado, Uxía. No sabemos qué puede ser ni cuántos pueden ser.

Los haces luminosos de las linternas crean un escenario de sombras en movimiento muy peculiar en aquella sala con el cadáver tendido en el suelo. Vuestras conclusiones coinciden en que el ruido ha venido de una zona concreta de losas de piedra que sirven de bancos. Allí os dirigís para descubrir, en cuclillas detrás de una roca, un tipo con las mismas características físicas que las del cadáver. Se cubre medianamente los ojos con el brazo para protegerse de la luz intensa. En su otro brazo sostiene un hacha pequeña impregnada en sangre. Sangre como la que rodea toda la comisura de su boca, goteando hasta sus piernas.

-No creo que el gallego nos vaya a servir aquí... 

Aquel hombre parecía igual que el que había muerto delante de ellos momentos antes. Un hombre llegado de otra era. Se fijó en la sangre que le caía de la boca y en el hacha que  llevaba en la mano. ¿Se había estado comiendo al otro hombre? Observó alrededor, buscando algún resto de carne que pudiese estar devorando. 

Por precaución empuñó en la mano libre la pistola de dardos. No sabía si aquel hombre podía ponerse violento en cualquier momento.