Partida Rol por web

Extrañamente en Grisel la primera a reaccionar ante la muerte del joven dejándome en un dilema que finalmente soluciono decidiendo a favor de mi sobrina ya que esta fuera de toda ayuda un joven con tanta voluntad por vengar a su señor. Intentaré vengarlo manteniendo siempre por delante la seguridad de mis sobrinas, ellas son mi primer deber.

La abrazo suavemente intentando que permanezca calmada. – Seguro que después de Anselminus eres la que mas sabe de curaciones.

– Intentemos recordar si sabemos alguna cosa de los nombres que nos han dicho. Si acudían a la boda lo mas fácil es que sean vecinos suyos como nosotros lastima que no nos haya dicho de que casa eran.

Miro un instante a Grisel pensando como lo digo para que nos siga el juego. Juego hay puede estar la solución.

– Que les faltara la ropa encajaría con bandidos andrajosos que van sustituyendo sus harapos por las ropas de sus victimas pero si disponían de armas de calidad no deben tener problemas de dinero. Lo que temo es que supieran que se celebraba la boda y los hayan matado para hacerse pasar por ellos. Si recordáramos sus escudos de armas podríamos descubrir a quienes los mataron o lo ordenaron. Pero sin saberlos corremos el riesgo de decírselo a uno de ellos. – Mirando a Grisel sonriéndole para animarla. – Debemos ser mas listos, no diremos nada hasta identificarlos, tenemos que ser pacientes y guardar silencio. – Acabo diciendo pasándole el dedo a Grisel por los labios como si le cerrada la boca.

Mientras hablo intento recordad alguna cosa de los nombres de los muertos.

Grisel asintió a las palabras de su tio y pensó sobre ello.- ¿Por que unos bandidos, o soldados, querrían ir a una boda?.- pregunto con un susurro.- ¿Quieren robar la dote de la novia? - pregunto como si su tío tuviera la respuesta. Se mordio el labio inferior mientras pensaba un poco.- Pero..tío, si son cuatro hombres y sólo dos tienen ropa buena... significa que dos vestiran arapos todavía ¿No?

Agacho la cabeza hacía Grisel continuando susurrando. – Creo que no llevaban harapos, las armas de calidad son mas caras que la ropa. Pero la de los muertos llevaban sus escudos de armas que es lo que esperaran ver en Cimera. A nosotros no nos conocen pero si nuestros escudos.

Negando levemente con la cabeza. – No lo se pero si ya han matado no tendrán ningún problema en volver ha hacerlo. Y sino recordamos ninguno podemos contárselo a uno de los que los han matado. Intenta pensar en sus nombres, ser Tymon y ser Rooddik, alguna cosa. También tienen la del joven.

- eh, chico. ¡Chico! - zarándeó Anselminus inútilmente al jóven intentando evitar que se durmiera en el sueño eterno, pero ya era demasiado tarde. Había gastado sus últimas fuerzas relatando lo poco que fue capaz sobre como murieron habían sido atacados.

Los ojos del maestre se humedecieron por su propia impotencia y frustración, pero ninguna lágrima llegó a caer. Anselminus cerró los párpados del escudero con toda la reverencia de que fue capaz ya que no había ningún sacerdote de los siete para mostrar el adecuado respeto por los muertos.

- El chico les llamó sir... - dijo repitiendo sus últimas palabras - Ya no hay duda de que se trataba de un par de caballeros; o peor, sólo un caballero y el hijo de alguna casa menor. No deberíamos dejarles aquí. Envolvámolos con mantas y llevemos los cuerpos al menos hasta la posada, desde allí se podría enviar un mensajero para que los miembros de su casa se encarguen de ellos como merecen. -

- Mi mula. - continuó antes de dar la oportunidad de que se negasen - Es un poco terca, pero creo que podrá llevar a los tres si la libero de las alforjas y la atamos con una cuerda al carruaje u otro caballo para que nos siga. Si acompaño a Ártur al frente del carruaje no habrá nadie sin montura. -

Grisel guardo silencio unos segundos.-¿Y si no le decimos a nadie que encontramos a estas personas?. pregunto con un susurro.
- Podemos ir preguntar si Tymon a llegado, podemos decir que queremos verle, que tenemos un regalo para él... así es como me engañaban de pequeña para que saliera cuando me escondia. murmuro y despues añadió.- Entonces ese hombre malo saldrá y sabremos quien es... porque el no sabe que nosotros sabemos que se hace pasar por un hombre bueno.

El plan era simple, infantil, tanto que si se perfeccionaba un poco podría incluso ser digno de plantearlo en serio.

Continuando abrazado a Grisel. – Ves como eres mas lista que el maestre. El quiere anunciar a todos lo que sabemos. ¿Y si están allí en la posada esperando que acabe de llover?Como se lo explicamos para que no se enfade? Tu si lo has pensado y es un magnifico plan el que me has dicho.

– Ya has oído lo que acabo de decir y él esta ignorándolo. Aunque, cuando te deje en el carro explicáselo a tu hermana. Parece que les molesta obedecerme pero si lo decís dos damas seguro que querrán complaceros.

Grisel se sentía segura y cómoda en el abrazo de su tío. No tenia muchas ganas de apartarse, eran pocas las ocasiones en las que un contacto cercano le era ofrecido.
- No.- susurro y levanto la vista por encima del hombro para ver a su tío a los ojos. Estaba contenta de que viera que era lista, por encima de lo que todo el mundo anunciaba como grandes limitaciones mentales.- Si lo dices tu lo harán porque pensaran que es un buen plan, porque tu eres listo y hombre, y fuerte... y yo, yo solo soy una niña.- añadió dedicando a su tío una media sonrisa que delataba lo cómoda que estaba en su papel de tonta.
- No tienen que hacerlo para complacerme, tienen que hacerlo porque es buena opción y eso solo lo entenderán si sale de alguien que consideran digno de mandar.
Suspiro soltando todo el aire.- ¿Tengo que volver al carro? ¿No me puedo quedar un ratito mas?

Guio la montura hacia Anselminius.

Puede que simplemente no me haya oído.

Una vez a su lado vuelvo a exponerle mi planteamiento. – Maestre Anselminius, no hay duda de la piedad hacía Los Siete que expresan vuestras palabras. Si lo pregonamos en la taberna puede que se lo expliquemos a quienes sepan exactamente lo que ocurrió porque fueron ellos quienes los asesinaron. Tampoco digo de dejar aquí abandonados los cadáveres a merced de las alimañas ya que no podemos enterrarlos los llevaremos. Simplemente omitir de momento que uno de ellos seguía vivo cuando los encontramos.

Espero unos segundos para que lo valorén. – Yo creo que los mataron para hacerse pasar por ellos. Si les llega la noticia de que se han encontrado los cadáveres de ser Roddik, ser Tymon y su alumno. Simplemente se desharán de cualquier prenda un objeto de los muertos y sus asesinatos quedarán impunes.

Girando la montura mirando alternativamente a todos. – Creo que no debemos dejar sin castigo estas muertes pero para eso tenemos que actuar con discreción y, si como creo su objetivo es asistir a la boda. Esperar a que nos sean presentados y en ese momento denunciarlos al Lord como los asesinos de estos tres o como mínimo quienes lo ordenaron.

Agachando la cabeza hacía Grisel. – ¿Tú que opinas?

-Vuestro instinto de justicia es encomiable, pero también un tanto exagerado, Normand… +indico con voz pausada+ ¿Qué pruebas presentaríais de vuestra denuncia? Si quienes fueran eran personas de cierta reputacion, serian descubiertos al momento y la charada que pretenden no tendría siquiera sentido. Pero si, por el contrario, no son conocidos de nadie en Cimera, será vuestra palabra contra la de ellos... No hay nada que diferencie a un noble de un campesino salvo las prendas…

Frunció el labio ligeramente; el sabia esto muy bien desde pequeño. Suspiro y miro a los cuerpos, tanto al reciente examine como a los otros.

-Podemos llegar a un punto medio. Estoy de acuerdo en que pregonar a voces lo sucedido es peligroso y que esto no debe quedar así. Pero podemos encomendar los cuerpos al posadero sin hacer escándalo. Luego, poner al tanto a Lord Harte discretamente y que busque los nombres que menciono el joven en la lista de invitados o de  participantes del torneo, para que sean cuestionados. Es quien debe estar mejor informado. Además, son sus tierras; a él le corresponde hacerse cargo del asunto. Nuestro cometido es solo ser intermediarios de una boda, no investigadores o jueces no solicitados.

Los señores y los caballeros estaban empezando a mezclar las churras con las merinas. Hablaban de hacer justicia cuando como si eso fuera llegar y ver al que tiene cara de "malo". Konrad simplemente permaneció en silencio una vez se le escapó la vida al chico.

Normand podía parecer paranoico, pero seguramente solo querría cubrirse las espaldas, si de verdad estuvieran paranoicos Konrad ya estaría cabalgando solo y haciendo averiguaciones. Durante la decisión que se estaba tomando el seguía en silencio, taento con su característica mirada inquisitiva. Llegados a este punto tenía tantas teorías e ideas como los demás, pero solo estaba esperando unas palabras que le dijeran "cuanto de delante" iría a partir de ahora. Quizás querrían que hiciera de vanguardia o quizás pretendían que llegara primero al destino para echar un vistazo.

Si a alguien le tocaba deshacer aquel misterio sería a él, pero poco más iba a averiguar discutiendo allí.

Que su tío le preguntara la hizo sentir importante, sonrió, pero antes de hablar lo hizo Yoren, dejando entender que el plan le parecía una completa tontería. Grisel bajo la vista al suelo y se encogió de hombros.
- No sé tío, yo no sé nada de esas cosas.- susurro.- Sera mejor que vuelva a carro y nos marchemos cuanto antes. Tengo frió y estoy cansada.- añadió de volver a guardar silencio.

Me quedo mirando a Ser Yoren. – Como bien decís no estamos en las tierras de la Casa Serf, aunque no tengo vuestra certeza de que estemos en las de la Casa Harte como indicáis. Tampoco puedo cuestionaros en lo decís que si no conocéis a ser Roddik y ser Tymon es que carecen de reputación. A vos seguramente os aclamaran al cruzar las puertas de Cimera.

Con un tono mas serio. – Tener una cosa presente todos. No estamos en las tierras de la Casa Serf pero seguís estando a las ordenes de nuestra casa y que sepa mi hermano no nos ha puesto a vuestro servicio para que condescendientemente decidáis que parte de las ordenes deben ser ignoradas. Puede que tener unos asesinos a nuestro lado en la boda, o quién lo haya encargado, sea una tontería de un noble. He dedicado mi vida a mis sobrinas y para mi es muy importante. Ademas las ordenes del Rey Robert eran de velar por el buen desarrollo de la boda. – Señalando los cadáveres. – De momento no va bien si ya hay tres invitados muertos y por lo que se de las dos casas cualquiera puede haber querido cobrarse una venganza. Si no sabéis quienes son, ¿como podéis estar seguro de que venían por parte de Sylvie Harte y no de ser Kevan Manning?

Al oír la petición de mi sobrina asiento. – De acuerdo Grisel. – Guio la montura hasta que queda al lado del carro. – Lylian ayuda a tu hermana a pasar al carro parecé que ha cogido frío.

El aroma de la muerte que manaba de los cadáveres volvía aún más tensa la situación, especialmente después de que el joven escudero recobrara el sentido regresando de entre los muertos por unos segundos sólo para dar algunos vagos detalles sobre lo ocurrido y exhalar después su último aliento. El malestar se generalizaba y la tensión se volvía tirante entre los miembros de la casa, que discutían sobre el proceder ante la situación que se les planteaba por delante: investigar sobre lo ocurrido en busca de ajusticiar a unos caídos que yacían todavía en la fría tierra del camino o delegar la tarea en otros que pudieran conocer a los muertos y las posibles causas del ataque mejor que ellos. Mientras Normand defendía una postura, ser Yoren se agarraba a la otra, y los demás miembros de la comitiva aguardaban cual de las dos ideas saldría vencedora.

Entretanto, algunos de ellos habían tratado de reconocer los nombres de los dos caballeros asesinados. Pero sin un apellido y, especialmente, sin unos colores o blasones que los identificaran poco podrían hacer. Cada hombre que era nombrado caballero tenía el derecho de elegir sus propios colores; y a esto había que añadir que existía una ingente cantidad de caballeros errantes de nombres desconocidos que poblaban los caminos de los Siete Reinos. Aún habiendo contado con apellidos y los blasones de los caballeros les hubiera resultado difícil averiguar algo sobre ellos, pero con sólo los nombres resultaba imposible. Había cientos de Tymons y Roddiks.

Pero el tiempo apremiaba y debían resolver la situación lo más pronto posible para volver al camino y encontrar la posada antes de que la noche cayera sobre ellos. Especialmente con todos los peligros que el camino ocultaba, como ya habían podido comprobar.

Ignoro la pulla con una ligera sonrisa socarrona; era típico. Aunque de hecho, sí tenía una modesta reputación entre los caballeros de torneos, Yoren no hacia gala de ella ante los meros cortesanos, y desde que estaba con los Serf no había marchado a competir a ningún lado. Pero no era el caso hablar del tema.

-La imaginación desbocada debe ser compañera del ocio. Exagerar también en el pedido del rey, intentando abarcar algo que es competencia de los señores locales, es también cambiar las órdenes dadas a vuestro antojo.  Si son unos meros desconocidos con mala suerte o parte de algo mas, lo sabremos al llegar a Cimera. Entonces podréis ocupar vuestro aburrimiento estorbando a los locales con el tema. Ahora, seria bueno dejar de mojarnos y llegar a una posada cuanto antes.  No resolveremos nada aquí parados.

Resoplo con desdén. Nobles y sus tonterías. A veces, solo a veces, el lugar que los dioses le habían dado tenía sus ventajas; no necesitaba ver fantasmas en todos lados para entretenerse.

Observó a unos y a otros en silencio. No tenía ganas de meterse en medio de aquella discusión, mas cuando su tío se acercó para que Grisel accediera al carruaje, ayudó a su hermana a pasar de la montura al interior del transporte. La asió con firmeza, pero también con cuidado. No quería que se cayera ni tampoco hacerle daño, aunque tampoco es que tuviera demasiada fuerza. No obstante, ¿dejarían a los cadáveres allí para que fueran devorados por animales salvajes o carroñeros?
—Propongo llevar los cadáveres a la posada, pagar para que tengan un entierro mínimamente decente en lugar de abandonarlos aquí. Una vez en Cimera, puedo encargarme de encontrar a quien se haga pasar por alguno de los hombres mencionados por el moribundo.
Cómo era algo que no iba a compartir. Sabía que su tío iba a negarse, pero era la forma más discreta y directa de dar con ellos, si es que en realidad los asesinos iban a asistir. Además, iba a hacerlo dijera lo que dijera Normand. Cuando algo se le metía en la cabeza, lo hacía. Por ello le lanzó una mirada significativa llena de determinación.
—Antes de que digáis que no, mi querido tío, os aconsejo pensarlo con detenimiento. Si os preocupa mi seguridad, ser Yoren puede encargarse personalmente de ella.

Las palabras de Lylian me descolocan, sabe que daría mi vida por ella así como he renunciado a mi propia vida privada por ellas y mi hermano. Siento sus palabras como un cuchillo en mis tripas y cuando acaba diciendo que en quién confiara su vida sera en Ser Yoren es como si lo retorciera.

Acotando la cabeza respondo. – Como ordene Lady Lylian.

Permanezco en silencio perdido en mis pensamientos.

Cuando Garond comenzó a despedir a todos los que llevaban generaciones sirviendo a nuestra casa debí marchar. Parecé que sobramos todos los que no seamos recién llegados.

Konrad siguió observando. Aunque estaba deacuerdo con Normand en ser más que precavidos, Lylian tenía razon, por simple dignidad era mejor moverse ya y hacer los arreglos necesarios para los fallecidos. No es que Konrad fuera un hombre especialmente piadoso, o que cuidara del respeto a los demás, pero entendía que esas normas de cortesía regían la sociedad, en especial entre los nobles.

Con un ademán copiando a Normand se dispuso a lo que se pedía. Seguramente le tocaría a él ensuciarse un poco para recoger a aquellos hombres. No es que guardara rencor a los señores por dejarle a los servidores como el esas cosas, pero siempre era gracioso que exigieran decencia que debían cumplir otros.

Bajó del carro con la mirada puesta en su tío. No es que confiara antes en un recién llegado que en él, sino que alguien debía quedarse con Grisel y él era el más adecuado para ello. Además, estaba segura de que por su cuenta también intentaría averiguar algo, y era mejor los dos por separado que juntos. Con la capucha de la capa, se cubrió la cabeza para evitar mojarse en exceso.
—Iré a pie, que el carro sirva de algo.
Seguramente aquello no gustaría a Normand ni a algunos de los presentes, en especial a su hermana, pero no veía porqué ir cómoda cuando el espacio podría ser mejor usado para la tarea dispuesta. Además, le dolía el trasero de llevar tanto rato sentada, y caminar le vendría bien aunque los bajos de su falda se ensuciaran. En la posada podría cambiarse.

El maestre se reprendió mentalmente. Lo último que había deseado era provocar una discusión, pero ya había ocurrido y no había vuelta atrás. Solo podía actuar para que aquella insensatez terminase cuanto antes.

- El caso es que no podíamos actuar como si no hubiesemos visto a estos hombres muertos y abandonados a su suerte en el borde del camino. - respondió Anselminus de forma calmada para hacer comprender a sir Normand lo que significaba aquella decisión intentando no dañar más su orgullo. - aún podemos guardar en secreto lo que sabemos de ellos si así lo deseáis, pero al menos habremos actuado honoráblemente. - Esperó pacientemente a la respuesta afirmativa de sir Normand antes de comenzar la tarea de envolver los cuerpos en gruesas telas para ocultar sus rígidas figuras antes de poder llevarlas con ellos hasta la posada.

La posada de la encrucijada

El maestre se encargó de preparar los cuerpos para poder transportarlos en las condiciones más dignas posibles dadas las circunstancias en las que se encontraban. Konrad y el resto de sirvientes se tuvieron que encargar de aupar los cuerpos hasta el carruaje para poder transportarlos según lo dispuesto por Lady Lylian Serf, aún a pesar de que no encontraron un consenso entre cuál debía ser el modo de proceder a continuación y por ello finalmente se impusieron los deseos de la joven heredera.

A continuación retomaron la marcha bajo la intensa tormenta que continuaba cayendo sobre ellos dejando atrás el lugar de la terrible carnicería que había interrumpido su camino. Tras una hora larga de viaje agradecieron la visión de las tablas de madera y el techo de paja de la posada, que bajo la incesante llovizna era algo de agradecer. Especialmente la columna de humo gris azulado que emergía de la chimenea de la posada ascendiendo al frío cielo colmado de nubes. Aquella visión hizo rugir de hambre sus estómagos ante la promesa de un hogar cálido y, si los dioses eran benevolentes, algo de comida y bebida caliente para descansar de aquella larga jornada de viaje que había agotado sus fuerzas, especialmente tras la visión de la sangre y el fétido olor de la muerte.

En los establos fueron atendidos por un muchacho llamado Davin que se protegía de la lluvia compartiendo techo con los animales del interior, era un joven robusto de bueno brazos y sonrisa bobalicona. Saludó al grupo amablemente, como le habían enseñado y se encargó de los cabellos para los que parecía tener buena mano. Tras dejar los caballos y el carruaje en el establo tuvieron que sobrepasar el patio embarrado de la posada para acceder al interior de la misma. Allí fueron gratamente recibidos por el calor que la chimenea encendida mantenía en toda la estancia. La posadera era una mujer vieja llamada Masha Heddle, de pelo gris y dientes manchados de rojo por la hojamarga que masticaba de forma constante. Tenía a algunos jóvenes que la ayudaban con el trabajo del lugar, aunque no estaba claro si eran familiares o simples parias que habían encontrado un hogar con ella. Entre todos destacaba una linda sirviente que se hallaba a finales de la adolescencia y que atendía con displicencia las mesas, llevando comida y bebida y mostrando una bonita sonrisa a los extranjeros que más llamaban su atención.

En la posada había algunos viajeros más como un viejo anciano de barba gris o un soldado que se mantenía cerca del hogar, sorbiendo té de una humeante taza mientras tosía en silencio. Un grupo de hombres de diversas edades se entretenía apostando a los dados en una de las mesas mientras la mayoría del resto de huéspedes comía y bebía manteniendo conversaciones distraídas.