Partida Rol por web

Lord Harte parecía contrariado con la narración de ser Yoren Piedra. Por una parte estaba horrorizado de que sus invitados reales, pues aunque no tuvieran sangre real habían venido a la boda por orden expresa del Rey Robert, hubieran sido atacados en mitad del camino. No quedaría nada bien que las noticias dijeran que unos enviados del Rey habían sido asaltados en las tierras de los Harte, llenas de bandidos. El modus operandi de los villanos tampoco agradaba al Señor de Cimera, pues significaba que llevaban cuanto menos unos días ejerciendo aquel vil modo de subsistencia en sus tierras sin que nadie hubiese hecho nada. Lamentaba todo aquello, y se alegraba de que los Serf hubieran salido con vida del encontronazo, pero por otro lado no compartía el castigo que se había impuesto a los ladrones.

-¿Acaso creéis que sois quien para imponer semejante castigo? - Le recriminó al caballero. No le gustaba que un caballero hubiera tomado la decisión de ajusticiar por su cuenta y riesgo a un bandido, por mucho que este lo mereciera después de lo que les había hecho. Matar a un hombre en combate era una cosa, pero colgarlo y dejar allí su cadáver proyectaba cierta imagen. Especialmente cuando no era el Señor de las tierras quien lo hacía. Su mirada de reproche se hizo extensible a los Serf, al parecer no podían controlar a sus súbditos.

-Está bien, olvidaremos el asunto. -Dijo tras las últimas palabras de Lady Grisel. -Enviaré a mis patrulleros en busca de los bandidos que se dieron a la fuga.

La expresión de Lord Gerard Harte parece confirmar mis temores, y mas aun sus primeras palabras. Me temo que tendré que solicitarle su clemencia en nombre de la Casa Serf, lo que implicaría que estaríamos en deuda con su Casa, la Harte. Todo esto pese a nuestro cometido, encargado por el mismo Rey Robert, de haber sido seleccionados como una casa neutral entre las casas Harte y Manning. Afortunadamente, puede que para que no se sepa, no dejaría de ser una mancha para su casa, ha decidido dejarlo estar a cambio de que el asunto se olvide.

Miro a mis sobrinas y a los servidores que nos acompañan intentando que recuerden la orden de silencio sobre lo sucedido.

No creo que si de aquí unas horas todo el castillo habla de cierto ahorcado no acabe de cambiar de opinión.

Por si acaso recalco sus palabras. – Os agradezco vuestra comprensión, uno de sus compañeros se debate entre la vida y la muerte, pero no es excusa. No mencionaremos el incidente para no preocupar a vuestros invitados por una banda de salteadores que han perdido a su líder.

Intento buscar la mirada de Konrad para indicarle que debemos hablar discretamente.

Lylian observó en silencio la escena, estaba claro que al Lord de las tierras le había molestado la actuación de Ser Yoren pero por suerte decidió que era mejor dejarlo correr. Tras las palabras de su tío creyó oportuno no intervenir en la conversación, estaba deseando que el tema de conversación derivase hacia otros menesteres mucho menos desagradables pero no quería volver a hablar de más. La conversación estaba resultando tensa y no iba a resultar fácil salir de ese atolladero.

Alzo una ceja ante la absurda pregunta. ¿Quién se creía…? Pero si acababa de decirlo! Al igual de explicar muy claramente sus motivos.  Suspiro lentamente, miro a lady Lylian, para intercambiar un gesto de “pero”. Ella también había sido honesta y clara en sus formas, así que probablemente entendía como se sentía.

La diferencia es que Yoren no debía hacer nada más aquí. Solo estaba esperando permiso para retirarse, ya que sus deberes no incluían en absoluto participar en los debates sobre la boda. Si se apresuraran seria tanto mejor…. Ya quería echar una ojeada a lo único interesante para el dentro de Cimera; los contendientes de la justa. Aunque no fuera a participar en esta ocasión siempre eran un lindo espectáculo.

El señor del castillo se enfado. Por suerte decidió que no debia castigar a Yoren... ni ella lo habría permitido, pero se alegraba de que todo hubiera pasado.

Miro a Lord Gerard con claro gesto de alivio y sonrió con timidez, dedicandole una ligera reverencia en agradecimiento por pasar por alto una ejecución en sus tierras. Despues vio que Yoren parecía incomodo y ella misma no se sentia precisamente relajada en aquella reunión.

Con cuidado dio un pequeño tironcito a la manga de su hermana y la miro con cara de cachorrito. Queria que le permitiera retirarse ya que sabía que en ese momento empezaria la parte aburrida de colocar invitados, preparar flores... o lo que fuera que tenian que hacer para organizar cosas. De todas formas poco podía aportar Grisel a la conversación y con un poco de suerte conseguiria llevarse a Yoren como "escolta", liberandole tambien del tedió que se avecinaba.

La justificada reprobación de Lord Harte provocó un leve temblor en las piernas del maestre, que no sobrellevaba demasiado bien aquél tipo de reprimendas aunque no fueran dirigidas específicamente sobre él. Por suerte para todos el lord no fue demasiado severo, y ser Normand mantuvo la compostura espléndidamente con sus palabras tranquilizadoras.

Como casi todos, Anselminus estaba deseando que la conversación volviera a centrarse alrededor de la boda para que pudieran dejar atrás aquél asunto tan desagradable y desapareciera la tensión e incomodidad evidente entre ambas familias en aquél momento.

Al notar el pequeño tirón que su hermana le dio en la manga del vestido parpadeó y la miró con ternura. Seguro que se sentía incómoda y no podía culparla por ello, el ambiente no era agradable para ninguno. Temiendo qeu esa incomodidad provocase que su hermana dijera algo inconveniente alzó su mirada y se dirigió con una sonrisa al Lord de la casa Harte.
-MiLord, si no os resulta inconveniente y dado que hemos zanjado ya el tema anterior me gustaría que mi hermana saliera al exterior, aunque no lo diga por no avergonzarse sé que aún está algo alterada y le vendrá bien tomar el aire, nuestros sirvientes pueden acompañarla. Mientras, si os place, mi tío y yo estaríamos encantados de ofrecer nuestra ayuda en cualquier tema relacionado con el enlace de vuestra hermosa hija. esperaba que Lord Harte no pusiera inconveniente pues Grisel ya se había comportado bastante bien, pero sin duda ese toque de atención hacia ella era un claro indicativo de que se estaba impacientando y eso nunca era un buen augurio.

Después de unos instantes de tensión, el ambiente se fue relajando con las palabras conciliadoras de Normand. Lady Lylian adivinó en los ojos suplicantes de su hermana pequeña el deseo de escapar del tedioso tema que se avecinaba a tratar en la reunión y solicitó a Lord Gerard permiso para que ella y el resto de súbditos de los Serf abandonaran el lugar.

-Claro, claro. -Dijo el lord haciendo un gesto con la mano que invitaba a Lady Grisel a ir a correr fuera. -Id a jugar pequeña. Hay un jardín en la parte posterior del castillo, a nuestras hijas les encantaba. Corred a verlo.

Los Harte no quisieron agobiar a los Serf con detalles de la boda, ni entrar en la planificación del evento. Aunque a Lady Ella Harte sí que le preocupaba dónde colocarían a algunos familiares que llevaban años de rencillas con los Manning para evitar algún altercado durante la ceremonia. Pero Lord Gerard insistió en que ya entrarían en los detalles más adelante, y que aquel era tiempo solo para darles la bienvenida.

-No os robaremos más tiempo por ahora, seguro que estáis deseando ir a descansar del viaje. Nos veremos esta noche para el banquete de bienvenida a los invitados.

Al acabar la presentación, Yoren espero a que comenzaran a  retirarse para abordar discretamente a las señoras Serf e informales sus movimientos hasta el banquete, dado que iba a tomarse un tiempo para si mismo...

-Voy a dar un vistazo a la fortaleza, si no les molesta. Después de lo ocurrido, mi confianza en la seguridad de los Harte ha… disminuido. +declaro en tono bajo al estar lejos del oído del señor de la casa+ Confió en que mis señoras no irán muy lejos sin compañía, aunque me atrevo a sugerirles que descansen un poco más. Fue un viaje pesado y deben estar radiantes en la noche.

Sonrió levemente al decirlo, a sabiendas de que dos damitas como ellas difícilmente pasarían desapercibidas. En cuanto a él, por otro lado… bien, las penumbras eran un lugar acogedor, una vez te acostumbrabas a ellas.

- ¡Muchas gracias señor!.- dijo Grisel con entusiasmo. Un bonito jardín era algo que la animaba, tal vez encontrara a alguien para jugar, despues de todo los hombres malos no iban a jugar por jardines bonitos y pensaba que seria un sitio seguro, mucho más que una habitación en un lugar desconocido.

Cuando la reunión termino Grisel escucho que Yoren queria explorar y la muchacha le miro con ojos de cachorrillo. Explorar era peligroso si había hombres malos en el castillo y el señor de aquellas tierras estaba un poco enfadado con él... así que alomejor no le había perdonado del todo y si le pasaba algo... igual no mandaba a nadie para ayudarlo.

-¿Puedo ir contigo?.-pidio con un hilo de voz. Realmente no quería, preferia mil veces ir a ese jardín bonito a jugar pero despues del ataque los bandidos no estaba dispuesta a dejar a nadíe más sólo. Temia demasiado que les pasara nada malo a cualquiera de ellos.

Grisel agarro la manga de Yoren e insistió.-Sere buena, no te molestare.

-No os preocupéis por mí Ser Yoren, no pretendo salir de los aposentos hasta la hora de la cena.
Lylian se marchó a los aposentos que les habían asignado. En otra ocasión tal vez habría paseado por los alrededores, así podría haber visto de primera mano quienes habían acudido al enlace.
Sin embargo se encontraba exhausta, necesitaba descansar, un rato a solas y arreglarse para la cena sin prisas pues en cuanto Grisel estuviese en el mismo cuarto que ella reclamaría parte de su atención. Lo que más necesitaba Lylian en estos momentos era un rato a solas.

Estoy preparándome, intentando recordar lo que se de la casa de Lord Gerard Harte y la de los Manning, pero nos despide hasta la hora del banquete de esta noche.

Realizo una leve inclinación de cabeza ante él y su esposa. – Como consideréis más adecuado Lord Gerard, nos retiramos.

Mientras nos dirigimos hacía las puertas de la sala busco la mirada de Konrad ya que no estoy seguro de que haya captado mis indicaciones, aunque no son cosas que pueda hablar aquí y ahora públicamente.

Miro un instante a Grisel y le sonrió despacio, aunque comprendiendo la lógica curiosidad que la invadía, como así también el hastió tras tanto tiempo en la carreta. Dado que al parecer nadie se oponía, doblo ligeramente el brazo para ofrecérselo. Era mucho mejor así, como la señorita que se esperaba, a que fuera prendida de la manga como la niña que realmente era.

-Claro que puedes venir conmigo a dar un paseo, Grisel.  +aprobó, con la expresión mucho mas relajada que durante la reunión+ Tu casi nunca molestas…+rio por lo bajo, aunque remarcando la broma con un pequeño guiño cómplice.  

Saludo con un cabeceo al resto y se la llevo despacio por otro lado, deseando comenzar por las murallas, para tener un vistazo cabal del recinto y sus alrededores, antes de explorar los interiores.

La tensión desapareció y por fin pudieron respirar tranquilos. El maestre se deshizo en unas palabras de agradecimiento hacia lord Harte, aunque en voz tan baja que dudaba que le hubiera oído. Ese hombre le imponía aún más que lord Serf, tal vez porque estaba acostumbrado a la presencia y personalidad de su señor.

- Si me dispensan creo que iré a pedir consejo al maestre de la fortaleza, podría ayudar con las heridas de Ártur. Me las apañaré bien solo, pero si en algún momento me necesitan manden a un siervo de los Harte en mi busca y acudiré de inmediato. - En realidad una parte de él también quería echar un vistazo a los pergaminos del maestre y examinar los recodos interiores de la fortaleza, que le recordaban a sus días en la ciudadela, pero aquél capricho tendría que esperar hasta estar seguro de que el mayordomo estaba bien atendido.

Grisel sonrió abiertamente, por primera vez en mucho tiempo. Estaba casi segura de que la mandarian al cuarto con su hermana, donde solo podría dormir o contar los ladrillos de la pared como unico entretenimiento. Sabía que ante el aburrimiento las imagenes horribles del viaje la asalarian y atormentarian, pero ir del brazo de Yoren a dar un paseo alejaba aquellos pensamientos, al menos durante un rato.

Le gusto que la tratara como a una dama y le ofreciera el brazo, aquellas cosas la hacian sentir como la chica mayor que era... al menos fisicamente. Se agarro a su brazo antes de que cambiara de idea.

-Aveces es divertido molestar un poquito.- le confesó con una sonrisa infantil y despues le hablo a su hermana.

- Luego nos vemos Lylian, no te preocupes, sere muy buena.- prometió... aunque de eso a que lo cumpliera podía verse un camino muy largo.

Mientras el grueso del grupo regresaba a los aposentos que les habían asignado, el maestre Anselminus se dirigía en búsqueda del compañero de orden que atendía aquel castillo para ver qué ayuda le podía proporcionar en su intento de curar las heridas del mayordomo de su casa. El maestre Hamdan era un hombre de mediana edad graduado en la ciudadela con bastante diligencia, lo que le había procurado distintos eslabones para su cadena. Tenía una espesa barba de color blanco y un rostro amable y bonachón con unos redondeados mofletes que solían enrojecerse por el frío. Con gusto se prestó a ayudar a Anselminus en su tarea, y recogió algunos ungüentos de su despensa personal que podían ayudar a examinar a Ártur.

Por su parte, Yoren se decidió a recorrer la fortaleza y Grisel le pidió si podía unirse. El caballero aceptó y ambos dieron una larga vuelta alrededor de Cimera. El castillo disponía de gruesos muros y se alzaba como una fortificación bien defendida. A pesar de la benevolencia de Lord Harte con los asaltadores de caminos, su recelo por los Manning le había llevado a mantener hombres fuertemente armados en sus muros y patrullando alrededor del castillo. En el patio de armas, el mismo caballero que habían visto a su llegada desmontaba a otro rival como quien se toma un guiso y pide otra ración. Tras despojar de su caballo al último adversario, el jinete se retiró el yelmo dejando ver un rostro perlado de sudor y enrojecido por el esfuerzo, pero todavía lleno de determinación como para vencer a algún rival más. Era un joven robusto, muy alto y musculoso, aunque no era muy agraciado; su rostro estaba picado de viruela y llevaba una barba que pretendía ocultar estas imperfecciones.

Al caer la noche los Serf y otras casas asistentes a la boda fueron acudiendo al Gran Salón de Cimera para el banquete de bienvenida al que estaban invitados. Las largas mesas a las que estaban invitados a tomar asiento estaban cubiertas con finas mantelerías y completamente repletas de platos. Los criados entraban y salían del salón constantemente trayendo nuevos y variados platos de comida y rellenando las jarras de bebida de los invitados. Sobre las mesas encontraron hogazas de pan crujiente recién horneado acompañado de vasijas de mantequilla y miel, abundantes tubérculos asados, sobre todo zanahorias y distintas variedades de nabos. También se sirvieron cebollas asadas en salsa de carne, quesos enteros, tanto suaves como fuertes. Los invitados ya se encontraban llenos antes de que sirvieran el plato estrella, pero antes se regó con abundante vino y cerveza las gargantas de todos los presentes. El vino había ido variando de tipo y denominación según los platos que se iban sirviendo. Unos juglares y unos malabaristas entretenían a los nobles antes de servir el plato principal, con la intención de dar cierto descanso a los estómagos de los invitados. Un grupo de trovadores actuó frente a todos los allí reunidos. Entonces llegó el turno del gran plato: los criados llegaron cargando amplias bandejas de asado de ternera con un rebozo de ajo y hierbas que sin duda hizo las delicias de los más refinados paladares que estaban presentes en el salón y provocó una cascada de brindis en honor a Lord Harte.

Ser Yoren tomo distancia durante el banquete; observaba mejor así. Por eso en vez de sentarse con los Serf, busco su lugar entre los caballeros y nobles menores invitados a la boda, par así poder mirar las mesas importantes desde fuera, mientras escuchaba las conversaciones de los guerreros como él.

Desde luego engullo con ansias, feliz de rellenarse con buena comida de castillo, pero se modero al beber para no embotar sus sentidos. Ante todo, se fijo en quienes compartían mesa y busco presentarse, a la par que saber sus nombres.  Quería hacerse una idea de a quienes habían abierto los Harte las puertas.

-Buenas noches. Soy Ser Yoren Piedra, vasallo de la casa Serf. +saludo a sus compañeros de mesa en general, al comenzar el banquete.  Luego de las presentaciones podrían pasar a la charla normal.

Anselminus se había animado tras la conversación con el maestre Hamdan, se notaba que había vivido lo bastante como para ver algunas heridas graves, y su experiencia y confianza en lo que estaba haciendo se le habían contagiado al joven maestre de los Serf.

Durante la cena la presencia de tantos invitados notables intimidaba a Anselminus. Apenas había intercambiado algunas palabras con sirvientes, y sonaban frívolas mientras estos les servían la cena; de modo que el joven maestre disfrutaba su comida y observaba algunos rostros distinguidos mayormente en silencio; deseando que hubiera una buena oportunidad para intercambiar más palabras con el maeste Hamdan.

Grisel había disfrutado mucho del paseo, junto a Yoren, quien se encontraba sentado alejado de ella. La muchacho solto el aire pesadamente, como resignada a soportar el tedio de una noche atrapada por sus deberes. La comida tenía una pinta magnifica, por lo menos podría entretenerse con algo y así evitar que nadie la metiera en una de esas conversaciones aburridas de las que no solia entender ni la mitad de las cosas o donde las mujeres presentes hablaban mal de las ausentes.

Estaba junto a su hermana, como no podia ser de otra manera, preguntandose cuantas cenas más estarian juntas antes de que esta decidiera que hombre seria el padre de sus niños tontos y cabezones. Le daba mucha rabia, parecia que Lylian no entendiera que casarse significaba alejarse de ella.

Por un momento se la imagino casada con el caballero de las marcas en la cara que habia visto junto a Yoren y se le quito el apetito apesar del rico olor de la comida. Busco a Yoren de nuevo con la mirada, el hacia que se sintiera segura y protegida... pero estaba un poco lejos para lograr ese magico efecto en ella.