Partida Rol por web

Cuando ya está lo bastante lejos y en su sitio protegido de la chatarra donde están, se quita el casco y respira. Se quitaría la armadura, pero sería correr demasiado riesgo. Lo necesita, pero no puede. No debe. Se sienta en el suelo y apoya la cabeza en la pared que tiene detrás. Mira a Sebas.

-No lo sé, Sebas. Esa cosa ha cambiado a todos... directa o indirectamente. Si nos la podemos quitar de encima... pero solo hay una forma de mandarla a su cuadrante... No vienen muchas naves por aquí y pronto vendrán a recoger a aquellos que se lo han ganado y a dejarnos a mas marines que la han cagado.

Se pasa la mano enguantada por el pelo, pero es algo difícil con la armadura.

-Joder, necesito quitarme esta mierda y darme una ducha. Me ayudaría a pensar.

Sebas imitó a Sara. Se sentó, se quitó el casco, encendió un cigarrillo y tras un par de caladas se lo ofreció a la doctora.

-Va contra el reglamento. Ya. Como si aquí importara mucho.

Buscó algo en su equipo. Sonreía de oreja a oreja.

-Chocolate. Toma, te animará, doctora. Porque lo de la ducha va para largo. ¿Qué insinúas con eso de la nave de suministros? Suenas rara. Inquietante.

Miró hacia el pasillo.

- Si logramos llevarla a la base, ¿cómo vamos a enviarla a cualquier sitio? ¿Y cómo piensas que van a reaccionar la clase de energúmenos que tenemos por compañeros? Fíjate en Lance, está trastornado. ¿Y qué pasa con Khate? Esto es una mierda guapa. Pero sabes, no me cambiaría por nadie en cualquier sitio en este momento. Tía, tenemos una puta inteligencia extraterrestre ahí mismo, estamos hablando, aunque no comprendamos una mierda de lo que dice. Es alucinante.

Dio una larga y profunda calada.

-Tengo claro una cosa. Esto se va a resolver de dos maneras. Si protegemos a esa cosa y a Kathe, nos enfrentaremos al resto. Si no queremos esto, entregamos los paquetes, y nos hacemos los autistas. Comprueba tu armamento y munición. Y decide de qué bando te vas a poner. Yo estoy contigo elijas el que elijas. Y fíjate que no he mencionado nada de la ducha..

Coge el cigarro y le da una buena calada. No suele fumar, pero en esa situación siempre viene bien algo así. Le devuelve el cigarro y lo cambia por el chocolate.

-Oh... así que quieres estar a mi lado en la ducha - alza una ceja y luego ríe.

Apoya la cabeza en el metal de la nave. Le da un mordisco al chocolate.

-Bueno... creo que ya sabes mi posición. Prefiero que esa inteligencia extraterrestre vaya a donde quiera ir que tener rondando a mi alrededor algo que podría matarme si cree que no hago las cosas como debería según los estándares que le han enseñado esos científicos. Le han enseñado lo peor de la raza humana...

Le da otro bocado.

-Tenemos lo que nos merecemos. Los cosas se torcieron desde el principio... no hay nadie aquí capacitado para mandar y Lance no va a responder ante nadie que él no reconozca... lo dejó bien claro cuando traté de impedirle que abriese una de las puertas... y encima Kathe lo animó...

Le mira.

-No hay escapatoria, Sebas. O luchamos o morimos... da igual el bando. Y yo siempre me he caracterizado por hacer lo correcto. Me mandaron aquí por salvar a un raso en lugar de aun alto rango y no me arrepiento. Salvé una vida que aun tenía oportunidad de recuperarse. El alto mando no habría sobrevivido a ninguna operación. Así que no entregaré a Kathe y no entregaré a Berenice. Aunque los científicos se pueden quedar aquí... no confío en ninguno de ellos.

Noté el tacto de aquel ser que nos hablaba de forma extraña. Quería odiarla por lo que me había hecho. Por que los demás me miraban de forma distante. Por sentirme sola, algo que hasta ahora nunca había sucedido. Vi a la doctora marcharse. Necesitaba pensar y al parecer Sebas no iba a dejarla sola. La verdad es que me daba igual. El temor inicial al cambio que me había pasado empezaba a formar parte de mi forma de pensar. Solo esperaba no morir de forma violenta si lo que fuese que la había cambiado se enfrentaba a ella. Pero si tenía que ser, sería.

Sonreí a la mujer de mirada extraña, notando su cuerpo debajo de aquellas ropas normales. Noté su calor. Acaricié su mano de forma deliberada, lenta… Fuera lo que fuera no sentía miedo. De hecho parecía ser la única que me entendía en aquellos momentos. Me sorprendieron las palabras de Lance.

- ¿Por que tantas dudas sobre lo que soy Lance? ¿Por qué no dejarse llevar? ¿Por qué no te das cuenta de que sigo siendo Kathe, sin más? Demasiadas dudas Lance… No quiero que mueras por mi. Ya te dije que me se cuidar sola. Dejadla en paz y punto. No ves que puede hacer lo que quiera y cuando quiera!!! ¿Para que enfrentarte a ella? ¿Ahora quieres usar el raciocinio? ¿Ahora seguimos las reglas? La única verdad es que ella está aquí y aquí se quedará… Igual que todos nosotros!!

Me giré hacia Berenice. Estaba enfadada con Lance y de seguir así acabaría lanzándole algo a la cabeza. 

- ¿Qué necesitas de nosotros? ¿Cómo te podemos ayudar a salir de aquí? Tienes dudas y es normal, pero son las mismas que tenemos nosotros de ti.  – le dije acercándome sin temor, aunque ligeramente inquieta. Si Turk no decidía nada, intentaría aprender de Berenice, igual que ella intentaba aprender de ellos

La criatura con forma humana retrocedió ante el estallido de ira de Lance. Se apartó de Lance y Kathe. Él y Kathe intentaban seguir el hilo de sus pensamientos; Berenice lo intentaba a su vez. Los científicos callaban, y la doctora junto con Sebas se tomaron un descanso.

-Kathe ya no es lo que era. Ninguno, vosotros, yo, vuestro Universo, somos iguales a lo que fuimos. Cambiamos y evolucionamos con este contacto. Te obsesiona la materia, dejar de ser lo que eres. No quieres cambio; nada es inmutable. Estás perdido en tu núcleo. Ella ha superado las deficiencias de su estructura. Es perfecta, sin fisuras.

Se descompuso Berenice. Igual que si una turbina interior la absorbiese. Se reconstruyó a sí misma. La forma que tomó ahora fue familiar a los marines e intimidatoria, tanto como ellos mismos. De hecho, era como uno más de los propios marines.

Un marine enfundado por completo en su armadura blindada. La cabeza, embutida en el casco reglamentario, se giró hacia Kathe:

-No confío en vosotros. Él ofrece palabras retorcidas en su complejidad. Violencia controlada que él mismo no sabe dominar. No comprendéis; duplicáis mis dudas, las vuestras exponencialmente al paso del tiempo. Les acusáis de mi encierro y queréis retenerme de nuevo. ¿Es un juego? Vuestra mente es compleja como el universo. Preveo daño y muerte. No es justo para ellos, para vosotros.

Se dirigió hacia la salida de la estancia. Se topó con Sara y Sebas en la otra.

-No será necesaria una elección. Agradecimiento por tomar partido. Proteged a la marine Kathe; a la doctora Pleyer.

Aquel ser parecía nervioso. No acababa de entendernos, igual que nosotros no lo entendíamos a él. No obstante, mi miedo inicial había dejado paso a una sincera confianza. El dolor provocado inicialmente, había dejado paso al temor del resto de compañeros. A apartarla. A convertirla en un paria… Solo Berenice parecía ver en ella algo que ni siquiera ella era capaz de ver.

Pero Lance continuaba a lo suyo y su presión pareció comenzar a hacer mella en la mujer que teníamos delante, la cual se descompuso ante nuestros ojos, como si de vapor estuviese echa. Poco a poco se fue reconstruyendo hasta convertirse en un marine. Tras mirarlo fijamente, asombrada, comprobé que ahora era del género masculino. ¿Acaso estaba preparándose para defenderse? ¿Notaba la presión y el miedo que levantaba y se preparaba para lo peor?

- Yo no quiero retenerte Berenice!!! Quiero que seas libre… y entender. No escuches a Lance!!! Nunca tuvo demasiado tacto!!! Ni con sus compañeros ni con sus… amigos. Es cierto!!! Dudamos!!! Ante lo que no conocemos, igual que tú!!! ¿Acaso no es normal? Él…. él es un caso aparte. Dolor es la palabra que lo define. Por el que siente y por el que propaga. A enemigos y a los que intentan acercarse a él de buenas. Forma parte de su talante… - lo miré sin intimidarme. Odiaba la forma en que me miraba. Lo que decía de mi. - No quiero que te marches. Podemos cambiar, al menos algunos. Yo quiero entenderlo. ¿Me dejarás acompañarte? – le dije intentando retenerlo.

Su frase de despedida mientras salía hacía el pasillo por donde la doctora se había marchado me hizo ponerme alerta.

- ¿A qué tenemos que temer? ¿Por que me han de proteger?

—No puedo dejarme llevar, Kathe —ladró con la justa furia de un perro guardián —. Si supiera que eres realmente Kathe no tendría problema, pero ya no sé lo que eres. Podrías ser una proyección mental, un engaño de esa cosa. Kathe, nuestra Kathe, podría estar muerta y tú solo serias una marioneta, un guiñol en manos de Berenice que trata de engañarnos. Puedo fiarme de Kathe, y me fiaré de ti si eres Kathe, estés mutada o como quieras llamarlo. Pero si no lo eres…
Dudas, dudas, dudas. ¿Es que a todos les parecía normal aquella sandez? Él era un experto en incursiones. Te adentrabas en las líneas enemigas, acababas con uno de los soldados sin hacerle sangrar, le desnudabas, te vestías como él. Previamente habías aprendido su idioma, a imitar su acento, sus costumbres, y ya estabas dentro, dispuesto a sabotear los blindados o a asesinar al oficial al mando. Berenice podía ser un soldado, así de sencillo, y usar a Kathe como tapadera. No, no se fiaba. ¿Por què mierdas iba a fiarse? Era un soldado, estaban en guerra y pensaba como tal. Esos trucos de luces no iban a impresionarle. Y no, no era un jodido diplomático. Y ya se había cansado.
Le habló, a él, como si le conociera. ¿Quién coño se creía que era esa cosa para juzgarle? No era un dios omnisciente, solo se había colado en su mente, violado sus recuerdos, y decía que lo entendía. Podía leer su historia, como podía leer un libro, pero no entendía las palabras. Sabía que había perdido a sus compañeros, y que cada baja era una tragedia para él, pero no sabía nada de las noches de insomnio, de las charlas consigo mismo frente a un espejo rajado con su propia pistola apuntándole a las sienes. No sabía una mierda de lo que sentía. No era una puta máquina que pudiera interpretar con unos y ceros. Las emociones humanas eran complejas, no las entendería de una forma lógica. Y Berenice no parecía tener otra forma de entender el mundo.
—Todo cambia, pero nada se pierde. Todo permanece —la esputó, en un último arrebato de duelo filosófico.
Berenice cambió su aspecto. Parecía una marine. Se burlaba de ellos.
—No tienes derecho a vestir ese uniforme. ¿Por qué no te muestras como eres? ¿No tienes rostro? Deja de imitarnos. No eres humana y no te vamos a tratar como tal —estaba agresivo, hiriente, encendido.
Había un problema que solucionar y muchos abogaban por comprender, hablar o directamente quedarse cruzado de brazos. Aquella actitud tan laxa había sigo precedida, en las grandes decisiones de la historia, por masacres, guerras y holocaustos. Él no iba a quedarse de brazos cruzados. Berenice se marchaba, no iba a impedírselo.
—Si, vete ya a tomar por culo de una vez. Claro que prevés muerte. Por tu culpa. Lo cierto es que si tú no existieras mis compañeros aún estarían vivos y la asfixiante tranquilidad de Emmerson no se hubiera alterado. Has venido a jodernos, como todo el que viene aquí. Desaparece ya. Te hemos ofrecido nuestra ayuda y nos hablas con acertijos, encima te comportas como si estuvieras un escalón por encima de nosotros. Vale, puede que pertenezcas a una raza superior, pero en mi barrio a eso lo llamamos ser un capullo, vengas de la galaxia que vengas—escupió a un lado dando, para él, zanjada la discusión.
Con Kathe era otro cantar.
—Ahora te arrastras detrás de Berenice como hace unas horas te arrastrabas detrás de mí. Me has definido muy bien Kathe, soy el dolor. ¿Sabes que eres tú? La lástima. Aún sigues pensando que no eres lo bastante buena si no tienes a nadie a tu lado. Lo eres, siempre lo has sido, la más válida. No necesitas a Berenice, tampoco a mí. Entiende eso...

Se está bien ahí sin escuchar los gritos de todos los demás y las pullas que se lanzan unos a otros. Eso es lo que ha llevado esa misión al fracaso: falta de mando, órdenes mal dadas, desconfianza... malos rollos. Se pueden escuchar los gritos de los demás amortiguados por las paredes de metal de la nave y eso le ayuda a saber que las cosas van de mal en peor. No quiere regresar a esa sala de locos, pero quizá sea lo mejor...

De pronto, aparece un nuevo marine, pero por lo que dice y por como habla es evidente que es Berenice.

-Joder... cómo molaría esa habilidad en algunos momento.

Por lo que dice, la cosa se está a punto de liar. Escucha la voz de Kathe pidiendo a Berenice que la lleve con ella... eso significa que todos la han estado atacado. Le da un toque a Sebas en el pecho.

-Vamos... - se acaba el chocolate y se pone en pie. Le tiene una mano a Sebas para que haga lo mismo.

Se va a liar dentro de poco. Se vuelve a pasar la mano por el pelo y decide hacer algo antes de que sea demasiado tarde... no es propio de ella, pero pueden estar a punto de morir. Le coge del cuello del traje y hace que se incline hacia delante para plantarle un beso. No dura mucho el contacto. Ha sido como es ella: a veces demasiado abrupta.

-Tendrás que esperar a la ducha para lo que sigue.

Coge el casco y se lo coloca. Comprueba el arma innecesariamente. 

Sale de la sala, enfundada en su traje y mira tanto a Berenice como a Kathe y a los demás.

-¿Qué cojones está pasando aquí? ¿Me voy un momento y comienza la 5ª Guerra Mundial?

Se coloca delante de Kathe y Berenice con el arma lista. Quizá no funcione, pero si que se puede usar como arma contundente en caso necesario. Mira a Lance que está, si cabe, más enfadado que nunca. Enfadado con Kathe por haber pasado por algo que ella no controla.

-Lance, basta. Hace nada estabas preocupado por Kathe y ahora le estás gritando como un loco. ¿No crees que es suficiente? Kathe es insoportable, lo sé, pero sigue siendo nuestra compañera y ha pasado por una cosa que no entiende. Tendríamos que estar con ella. La conocemos.

Se mantiene en posición.

-¿A qué estás jugando, Lance? ¿Quieres hacerle daño a tu compañera? ¿A la chica que ha dicho que te quiere? Joder, despierta de una vez.

—No sabes si ella sigue siendo nuestra compañera, ese es el problema. Que sois unos crédulos...—mujeres, no podía entenderlas, su mecanismo era demasiado complicado para desgranarlo —.Yo no he hablado de hacer daño a nadie—se apartó, se cruzó de brazos y se apoyó contra una pared —.Y tampoco le he pedido a nadie que me quiera...

Las palabras de Lance me quemaron como un veneno corrosivo y nocivo… No pude evitar sentir odio en aquel momento. El calor recorrió mi cuerpo, encendiéndolo como la lava desbocada de un volcán. Mientras me quedaba petrificada unos escasos segundos antes de girarme y encararme nuevamente a él.

- Dilo claro Lance. No es lástima lo que sientes… Es asco!!! Repulsión por algo que no entiendes al igual que yo… Y miedo!! No me gusta estar sola!! Tienes razón!! Pero al menos se aceptar el calor de la gente que hay a mi alrededor, aprecio la compañía… Algo que tú no has tenido en tu puta vida. Te maltratas con lo que pasó en el pasado y de paso te permites el lujo de destruir el presente. Tienes razón!!! Nadie te pidió que te quisiera, pero es lo que mi corazón me pide cabronazo de mierda!!! Y no eres nadie para hablarme así. Ni siquiera se como alguien fue capaz de amarte nunca. A lo mejor solo te lo has inventado para ocultar tu maldita frustración!!! – y lo abofeteé con todas mis fuerzas.

Me quedé allí, respirando agitadamente, casi esperando su respuesta, violenta y letal. Con los puños cerrados y unas lágrimas que pugnaban por salir y que me limpié con el dorso de la manga de forma brusca. Casi deseaba ver aparecer su cuchillo y que atravesase mi corazón. Eso lo sabía hacer muy bien. Y no solo con las palabras. Con su forma de hacer tampoco se le daba mal.

-Kathe, suficiente. No quiero que te suicides, ¿vale?

La echa atrás y se planta entre Lance y ella. Como las cosas continúen así, Lance va a estallar... bueno, en realidad, no sabe como ha aguantado tanto. Seguro que está hirviendo debajo de su piel. Está a punto de iniciar la guerra como no lo controlen.

-Lance, siempre has sido un buen amigo, pero desde que has llegado a esta maldita nave has cambiado. ¿Qué ha sucedido? ¿Dónde te has perdido?

“No es lástima lo que sientes, es asco” había dicho Kathe. Y ahí tenía la tara mental que casi toda mujer poseía; histerismo, sacar las cosas de quicio, dar la vuelta a sus palabras, poner en su boca cosas que no había dicho, hacerse la víctima, fingir que él era un monstruo y ella una sufrida mujer, una Andrómeda anclada a una roca esperando a que su Kraken particular la descuartizase. Bla, bla, bla. De verdad, no necesitaba esa mierda. Solo había amado una vez, hace tiempo. Kathe se lo había recordado. Hablaban, reían, follaban, fue su época dorada. No había lugar para malos rollos, no había tiempo, entre las misiones de él y el trabajo de noche de ella. Era sencillo. Por eso se había enamorado entonces. Kathe era una fuente de problemas, un tornado, un huracán, no necesitaba eso mierda a todas horas en su vida.
—Acéptalo de una vez Kathe, sé que es difícil para ti. Y puede que sea la primera vez, pero te he rechazado —dijo con voz ronca.
Kathe se creía que tenía que quererla solo por ella le quería a él, ¡Cómo si la debiese algo! También le decía que tenía que aprovechar el presente. ¡A la mierda el presente! Tenía cuentas pendientes que ajustar, no podía simplemente borrarlo y seguía adelante, sería como darse la espalda a si mismo, a lo único que había tenido valor para él una vez. Había elegido su camino porque era el único que encajaba dentro de su obtusa mente. No quería cambiar, otro error típico de las mujeres. Joder, él era su vida, no quería cambiarla por otra de color de rosa.
Aguantó la bofetada, impertérrito. No respondió a Kathe, sería como intentar apagar una hoguera con gasolina.
—Me perdí hace mucho tiempo, Robles. Pensé que con la llegada de esta nave podría…saldar unas viejas cuentas. Me equivoqué, ese fue mi error. Seguimos atrapados en Emmerson.

Sebas se vio sorprendido por tu inesperado beso. Fue fugaz, brusco. Para cuando quiso devolverlo ya te habías retirado. Alzó una ceja. Sonrió.

-Lo tomaré como una promesa, doctora.

Te imitó y se puso el casco.

-Dolor. Defines a quien pienso amas como dolor. ¿Erradicación del dolor? Eliminación de la persona unidad llamada Lance. ¿Es eso lo que planteas? Destrucción. Siempre regreso al núcleo. Amar. Descripción no completa.

Berenice dio la espalda a la salida.

Intervino Khan. Agresivo. El ser escuchó. Asintió. Su voz átona, sin un ápice de emoción alguna.

-No soy humano. Puedo serlo. ¿Tú lo eres? Define humano. No puedes. Yo tampoco. Ayuda. Falso. Culpa. Falso. ¿Qué soy? Universo y la Nada. Un extraño. Un virus. Estoy aquí debido a vosotros. Inferiores. Escalón. Creo comprender. Posible. Confusión. Alteración.

La discusión subió de tono. Robles se puso del lado de Kathe. Sebas no abrió la boca.

-¡Ya basta! Suficiente, colegas. Cerrad el pico –estalló Turk-. Hemos venido en misión de rescate. Hay dos opciones: nos llevamos a los científicos. Usamos el protocolo con Kahte. Cuando lleguemos a la base entrará en cuarentena. La otra, omitimos cualquier dato sobre lo de Kathe y esa criatura. Esto no es factible. No podemos guardar ese secreto. Estoy al mando, tomo la decisión. Obedecéis y punto. Haremos lo primero. Es lo que manda el reglamento, lo que debe cumplir un marine. Y tú, Berenice, o como coño te llames, no podemos dejarte marchar. Quizá eres lo mejor, o Lance tiene razón y no podemos confiar en ti. No aclaras nada y estos jodidos cabrones tampoco –señaló a los científicos-.

-Berenice, escucha, te ruego que no nos dejes aquí. Nosotros te ayudamos, recuérdalo. –Gimoteó la más joven de las mujeres-,

Solo se escuchaba de fondo el ulular rasposo del viento fuera de la nave siniestrada.

-¿Cadenas? Soy una posesión? Esclavitud. Prisión. Crimen. Palabras humanas. Imperfectas. Entiendo. Necesitáis un objetivo para ser vosotros, para ser un todo. De lo contrario, disfunción, separación. Los científicos me eligen. Unidad persona Kahe me elige. Y ellos dos eligen a marine Kathe –miró a Sara y Sebas-

-Somos compañeros. Una unidad de soldados expertos. Nos apoyamos y cumplimos nuestras órdenes. No intentes ponernos en contra unos de otros. No nos va ese juego.

Avanzó un par de pasos hacia Turk.

-Objetivo: destruirme. Fuera de rango. Posibilidad. Eso es lo que queréis. Es vuestra liberación. Muerte. Órdenes. Significado: Marines. Humanos. Vuestro horizonte es limitado.

Por un momento pareció que iba a modificar su apariencia. No fue así.

-Nadie quiere eso, Berenice. Ellos siempre han querido ayudarnos. Ya se han producido suficientes muertes –dijo la mujer de edad.

-Es la confusión creada por el encuentro contigo. Somos imperfectos, lo reconocemos, somos humanos, es nuestra naturaleza.. –probó el hombre.

-No soy Berenice.

Berenice, Berenice. Aquel nombre no significa nada, denominaba pero no existía una definición anexa al mismo. Le llamaban de esa manera porque tenían que señalarlo, porque así, pensaban, acotaban el misterio, le ponían barreras, letras, números, lo catalogaban. Así podían ignorar el terror que les suponía estar delante de algo que no comprendían. Algo que escapaba de sus limitados entendimientos científicos. Era la felicidad del ignorante. Berenice, como llamarse idiota a uno mismo. Pero un idiota cuerdo.
—Ser humano…es más de lo que ves. Nos diseccionas con tus poderes. Ves nuestra biología, lees nuestros pensamientos, pero te falta lo más importante, lo que no puedes ver. No, no sé decirte lo que es ser humano, pero tú tampoco. Sin embargo, yo lo siento…
Era lo mejor que tenía. Mierda, no podía más con esa conversación. Iba a estallarle la cabeza. Llegó Turk, dio las órdenes. Ahí tenía algo a lo que agarrarse, algo sólido y tangible, una misión, un cometido. Si, como decía Berenice. Un objetivo. Algo que lo apartase de pensar. Detener a Berenice. ¿Cómo? Mierda Turk, no tenía que haberlo dicho en voz alta. Ahora estaba sobre aviso.
Quería responder a Berenice. Bueno, técnicamente quería golpearle, saltarle los dientes hasta que viera las estrellas sin necesidad de proyectarlas. Ellos no eran limitados, tampoco estaban divididos. Pese a todo. ¿O sí? ¿Hasta qué punto había elegido Kathe a esa cosa? ¿Seguía siendo más marine que alienígena? ¿Podía fiarse de ella? No podía pensar así, Berenice quería separarles, dividirles. ¿Por qué? ¿Temía la fuerza de la unidad? Apretó los dientes, no contestó. Se acabaron las palabras para él, se dedicó a revisar las ataduras de los prisioneros.

Se arrodilló frente a la mujer madura, esa vieja a la que le hubiera gustado partirle la mandíbula. Había momentos en la vida en los que debías de tragarte tu orgullo, cooperar, y seguir adelante. Había órdenes que cumplir.
—No sé lo que va a pasar, pero creo que estamos todos jodidos —le dijo, en voz tan baja que apenas era audible —. Ya habéis contenido a esa cosa una vez. En la cápsula. Dime como. Intentaré volver a contenerla. A cambio, un trato diferente para ti y los tuyos, le echaremos la culpa de las muertes al androide, a ti te dejaremos a cargo de esa cosa. Piénsalo bien. Somos nosotros, o esa cosa. Te lo volveré a repetir. Soy un soldado, estamos aquí en misión de rescate y solo veo una amenaza, esa cosa que mata de forma gratuita.

-Si no eres Berenice, te llamaré Bruce, por eso de conservar la B del nombre. La mente humana es complicada... podemos sentir miles de cosas a la vez. Da igual que sean contradictorias. Quizá eso es lo que te falta comprender de nosotros. 

Después de eso solo queda encararse a Turk. Ha estado con ella en muchas decisiones, pero no puede estar con ella en esa. Ella no sabe lo que les hacen a los sujetos en cuarentena. No sabe que cuando acabe la cuarentena no quedará nada de Kathe.

-Turk, piensa en lo que ordenas. ¿Quieres condenar a Kathe? Tú no sabes lo que le harán. 

Se encara a su compañera. Las malas decisiones nunca le han gustado. Hay que pensar las cosas antes de acatarlas. Quizá ella no sea como Lance que acepta cualquier orden solo porque es una orden en lugar de pensar a quien pone en riesgo.

-Esta misión dejó de ser de rescate en cuanto alguien ocultó que tenía otra misión y puso en peligro a todos los demás. Mi argumento sigue en pie. Una vez lleguemos a la base, todos los implicados serán silenciados de una u otra forma. Hemos descubierto cosas que ellos nos querían que descubriésemos. Así funcionan las altas esferas. Además, todos entraremos en cuarentena.

La científica no era tonta.

-No podemos. Fue en las instalaciones de la corporación. Aquí no hay los medios.

Puso la mano sobre la tuya.

- No puede leer la mente. Es lo que siente, lo que percibe. Es vuestra actitud. Os estáis destruyendo entre vosotros. Nos hacéis daño. Ella lo asimila todo, lo disecciona. Reacciona al entorno. Nunca la vimos así. No tengo ni idea de lo que es capaz, de cuáles son sus límites.