Partida Rol por web

¡Hay un primigenio en mi sopa!

II. Fundido en blanco

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14/10/2021, 08:47
Narrador

Han pasado varias semanas desde el incidente con la Estirpe del León en un anónimo maizal a las afueras de Oklahoma City.

La operación de RETURN puede catalogarse sin duda racional posible de éxito clamoroso. El objetivo, Alex Collins, fue recuperada sana y salva, así como también su tutora legal, Victoria Liebermann. Esta última, empero, presenta evidentes muestras de haber sido torturada y requiere de un examen psicológico para evaluar su utilidad a la agencia.

La intervención se ha saldado con cuatro bajas entre las filas de la secta y una herida grave a la que se ha podido extraer para su posterior interrogatorio. Solo la pericia del doctor Kristian Korsgaard ha permitido que RETURN cuente con este activo para proseguir sus investigaciones sobre el resurgimiento de la Estirpe. Lo destacable de esta recuperación reside en que la sectaria, en apariencia una agente de cierta jerarquía en la secta, se trata, precisamente, de una antigua víctima de la misma: Abigail Smith. Esto genera no pocas reflexiones en el imperturbable señor Hershko, a todas luces uno de los líderes de esta misteriosa agencia de espionaje que ha entrado en juego cuando más necesario era para salvar a los investigadores que había enviado a Oklahoma el profesor Charles Kane siguiendo la pista de una vieja amiga de Victoria Lieberman: Aileen Collins, la difunta madre de Alex.

Así es. Poco después de recuperarse del shock, Victoria reveló al grupo que su torturadora, con intención de quebrarla, cogió una llamada telefónica dirigida a ella proveniente del Sargento Payton informando del triste desenlace de la enigmática madre de Alex. Esta noticia pareció afectar en particular al maltrecho señor Bahramí, un tipo que pese a su actual estado de nerviosismo ha demostrado una fortaleza mental fuera de lo común atendiendo a las terribles revelaciones que ha presenciado. 

Los últimos trece años de vida de Aileen son un auténtico misterio, si bien la whitehat de la agencia, Sadie Bell, ha podido extraer de las redes algunas pistas que indican que tras cursar con escaso éxito sus estudios de periodismo, Aileen Collins se entregó a una vida disoluta viajando por toda la geografía de la América profunda sin dejar más pistas que unas cuantas fotos de sus viajes y de sus dudosas amistades. En los últimos tiempos parecía obsesionada con rastrear el paradero del padre biológico de Alex, figura de la que no existe ni siquiera un nombre en el famélico rastro que Aileen tiene en la red.

En RETURN genera no poco interés la figura del detective que Kane envió a Oklahoma City: Kyle Angel. Tanto Rutherford como Hershko han compartido sus impresiones sobre este individuo y estudian la posibilidad de establecer con él un vínculo más profundo. Rutherford sugiere no obstante que parece tener un componente autodestructivo que convendría analizar. Aunque resultó decisivo para salvar a la niña, es un hecho que Alex rehúye su contacto y que parece cerrarse en banda en su presencia.

Solo Alex sabe su verdadero nombre: Kyle Fucking Angel.

Han pasado varias semanas, sí. Y ahora tiene lugar en las oficinas de RETURN una reunión entre los supervivientes para poner en común diferentes puntos de vista sobre la situación acontecida. La Estirpe del León sigue activa, con alusiones directas de la prisionera Abigail Smith a su líder, Brian Taker. Este último permanece preso en la prisión de la isla de Witchrock, en Nueva York, condenado a perpetua. Es materialmente imposible que Taker ejerza liderazgo alguno en la secta. Aunque muchos de vosotros tenéis pruebas de sobra de que, de hecho, hay cosas que trascienden el concepto de lo que entendíais por real o incluso posible.

En secreto, Hershko ha sabido por Rutherford que el señor Sharpe salió ileso del maizal pero que no dio con el último de los sectarios, el que logró escapar. Esto solo ha confirmado un temor en el Rabino, pues Victoria Liebermann no ha identificado a su torturadora entre los cadáveres, algo que le generó un ataque de pánico.

Sobre esta anónima y amenazadora presencia no hay nombre, solo una vaga descripción que a cada día que pasa Victoria tiene más dificultad en evocar. Una imagen vaporosa que solo pervive en las pesadillas que la acechan desde el aciago día en que se cruzó con La Estirpe

Cierto es que solo supone de momento una amenaza aislada, pero sin conocimiento de cuántos integrantes tiene actualmente La Estirpe o de sus recursos, no hay forma de saber qué podría hacer para devolver el golpe. Lo que sí han manifestado tanto Armín como Victoria es su absoluta preocupación por sus familiares directos, algo para lo que RETURN no puede garantizar protección. Están expuestos.

Antes de comenzar la reunión, Kyle recibe un mensaje en su teléfono móvil de su buen amigo Benny, lo más parecido a un Robin para un Batman callejero como el detective. Conocedor hasta cierto punto del embrollo en el que anda metido Kyle, Benny ha logrado posponer el encuentro con Myrick hasta mañana por la noche.

Notas de juego

Puede comenzar la reunión.

 

@KyleAsí salvamos el intervalo de tiempo que podría evitar que llegases a esta reunión ;-)

Tienes tiempo de ir a ver a tu amigo Pinocho después, no hay problema ^^

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14/10/2021, 12:27
El Cazador

Eran las diez de la mañana. Las oficinas de Return estaban a las afueras de Boston*, en una casa emblemática, representativa de la arquitectura humanista de Frank Lloyd Wright. Construida en los años treinta del siglo XX para ser el confortable hogar de una familia americana de clase media, había sido restaurada para convertirse en una oficina luminosa, agradable, que transmitiera a los clientes la sensación de calma y seguridad que Abel quería asociar a la marca de la empresa.

Esperó a los invitados en el recibidor, saludándoles con un firme apretón de manos y una sonrisa apenas contenida para no salirse de la formalidad, salvo con Victoria, para la que se permitió un victorioso "Hola Vicky".

Vestía un traje muy parecido al de la noche en que se habían conocido. Del bolsillo de su chaqueta sobresalía un pequeño libro de hojas amarillentas.

Cuando hubieron llegado todos, con un "por favor, síganme" les guio hasta una sala de reuniones grande y estrecha, forrada en madera, con el suelo de grandes baldosas de cerámica y una pared hecha a base de puertas acristaladas que daba a un jardín de plantas de la zona.

Allí les esperaba Rutherford y otro hombre de aspecto inteligente que hablaba con él y al que Abel presentó como "doctor Corcoran, una eminencia en el campo de la psicología postraumática". Olía a café —sobre uno de los pocos muebles de la sala había una máquina de monodosis—  y, sutilmente, a tabaco.

Les invitó a tomar asiento alrededor de una larga mesa, en sillas cómodas ligeras, con los asientos forrados en ratán. Sobre una enorme alfombra persa. El fue el último. Comenzó la reunión con un comentario halagador.

—Señores, que estemos aquí todos, vivos, después de lo que hemos vivenciado, juntos, me parece todo un hito del que podemos estar orgullosos. Pero no hemos de bajar la guardia y por eso les he reunido aquí, para continuar aunando fuerzas y consensuar una estrategia que guíe nuestros siguientes pasos.

Notas de juego

(*) Si el Guardián prefiere cualquier otro emplazamiento para las oficinas, que lo diga y lo cambio sin problema.

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14/10/2021, 13:26
Director

Notas de juego

Al Guardián la ubicación elegida le resulta más que apropiada y original.

Definitivamente, estos Returners tienen un aroma intelectual y refinado que no pueden con él, oiga.

Proseguid.

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14/10/2021, 22:13
Armín Bahramí

Faltan aproximadamente diez minutos para las diez de la mañana. Las agujas de mi reloj están prácticamente la una sobre la otra; por algún motivo, la minúscula diferencia en su posición me resulta incómoda. Irritante. Sería mejor si, a las diez menos diez, el horario y el minutero coincidiesen de manera impecable. Pero no. Esa clase de inmaculada precisión se da únicamente a las doce, las tres hermanas (la alta, la gorda y la flaca) en un silencioso ménage à trois de perfección que solo dura un segundo. Mediodía exacto, medianoche exacta, apogeo y muerte o renacimiento. Las más insulsas de las horas. ¿Quién iba a decir que incluso una cosa tan arbitraria y nimia como una hora pudiese adolecer de algo tan intrínsecamente humano como la falta de originalidad?

Lo peor de todo es que ni siquiera importa. Si quieres que algo sea perfecto, solo puedes hacerlo tú mismo.

Estas semanas han sido un calvario. Los primeros días… Ni siquiera me acuerdo bien de los primeros días, la verdad. Solo recuerdo vagamente la angustia, el miedo, las preguntas y la tormentosa falta de respuestas, un agujero que poco a poco se iba haciendo más y más grande. De lo que sí me acuerdo es de que me aseguré de ponerle vigilancia a mi hija Azadé. Sin que ella lo supiera, por supuesto. Una agencia de seguridad pondría a un tipo que la siguiera a todas horas y me dijese qué hace y con quién habla. La broma sale más cara de lo que pensaba, pero más caro me saldría que uno de esos gilipollas le pusiera la mano encima a Azadé, y no pienso permitir que eso pase.

Luego… Luego me hundí. Me encerré en casa y a duras penas lograba salir de la cama. Llegué a odiar la luz del sol, que me decía que había llegado un día nuevo, la culpa por las obligaciones desatendidas mordiéndome el gaznate como una rata acorralada. Pero daba igual. Después de lo que había visto, de lo que sabía, todo daba igual. Solo quería desaparecer en un agujero negro y olvidar. Por suerte, James me ha aguantado todo este tiempo, ofreciéndose a acompañarme y a soportar mis mierdas durante mucho más tiempo del que yo habría soportado las suyas, probablemente. Incluso he visto a Azadé unas pocas veces, en las que he conseguido hacer el paripé y fingir que todo iba a las mil maravillas.

Pero ahora… Ahora todo es diferente. Hemos ganado. Hemos ganado, y joder, qué bien sienta la victoria ahora que soy capaz de verla. Pero no estoy contento, no. Estoy cabreado. Muy cabreado. Esos cabrones lo van a pagar. Es la hora de la venganza.

Y me he hartado de esperar.

Las oficinas de Return resultan ser una casa del tal Frank Lloyd Wright, arquitecto de los años treinta del siglo pasado con el que, hasta hoy, no estaba muy familiarizado. No me impresiona. Parece una imitación del estilo escandinavo, de esas que ponen de relieve el complejo de inferioridad y la falta de historia de los estadounidenses. Mientras me interno en el edificio, agradable aunque (también) poco creativo, echo a mi alrededor una mirada de escrutinio desapasionado.

—Buenos días, señor Hershko —saludo al hombre en respuesta a su bienvenida—. Bonito sitio.

Y es que, en honor a la verdad, bonito sí que es.

Uno a uno, todos los que estuvieron allí aquella noche van llegando. Los saludo a todos, con más afecto a Victoria, Farah y Kyle, y de un modo más cordial a los demás. Me alegra comprobar que Liebermann está lo bastante bien como para continuar dando guerra y plantando cara a los malnacidos de la Estirpe del León… que, todo sea dicho, acabó siendo un gatito sin uñas.

Por fin, después de las tediosas presentaciones, que cerca están de acabar con mi paciencia, pasamos todos a una sala de reuniones que va en la misma línea que el resto de la casa: amable, complaciente, domesticada. Una vez allí, Hershko nos presenta a otro hombre, otro doctor, esta vez un loquero: un tal Corcoran. Pues muy bien. Tras ocupar nuestros sitios, el israelí nos suelta un breve discurso triunfalista que ha de servir de introducción a lo que vamos a discutir a continuación: cómo asestar el golpe mortal a la Estirpe. Después de mirar a ambos lados, por si alguien quisiera hablar antes que yo, tomo la palabra.

—Gracias, señor Hershko. Si no tiene inconveniente, una de las primeras dudas que me gustaría despejar es: ¿Qué es Return? El profesor Kane no nos dijo una palabra sobre ustedes hasta que fue estrictamente necesario, y es evidente que están ustedes en clara ventaja. ¿Cuánto tiempo hace que se dedican a esto? Y el, eh, la cosa que vimos aquella noche… —Enarco una ceja sardónica que parece ligeramente fuera de lugar—. ¿Alguna vez habían visto algo parecido?

Realmente, lo último que me apetece ahora mismo es ponerme a rememorar nuestro encuentro con ese engendro al que no sé ni cómo llamar, pero qué remedio.

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15/10/2021, 10:14
El Cazador

—Nuestra empresa pronto cumplirá los cinco años. Normalmente nos subcontrata algún miembro de la Comunidad de Inteligencia de nuestro país, sobre todo el FBI. Pero también trabajamos, ocasionalmente, para entidades privadas y personas adineradas que quieren recuperar a sus hijos. La persona que les introdujo en esto decidió recurrir a nosotros cuando la cosa se le fue de las manos. 

Se levantó para traer a la mesa un dossier que había en una estantería. Siguió hablando, pasando alguna página, sin sentarse.

—Asesoramos, formamos y servimos de auditores externos, pero también recuperamos víctimas y tutelamos su desintoxicación. Colaboramos en interrogatorios y en el diseño de operaciones de todo tipo, incluida la infiltración, contraespionaje, intoxicación… Return es joven pero algunos de nosotros estamos en esto desde hace décadas. Personalmente, como agente del FBI, formé parte del operativo que desactivó a La Estirpe del León. La señorita Abigail Smith es mi Alex, solo que a ella la hemos recuperado trece años después y probablemente será mucho más difícil de recuperar.

Se sentó, acomodándose. Tomó aire, pensativo.

—Y es la primera vez en mi larga vida profesional que tengo un encuentro de este tipo. Esto lo cambia todo, ¿verdad? Hace el desafío más difícil, pero también más fascinante. De repente todo es más grande…

Levantó a la mirada y sonrió al hombre al que les acababa de presentar.

—El doctor Corcoran, buen amigo y colaborador desde hace muchos años todavía no me acaba de creer. Tengamos cuidado con él, es perfectamente capaz de hacer que terminemos la reunión convencidos de que lo que ocurrió aquella noche fue fruto de una alucinación colectiva. 

Notas de juego

Pongo esto por ansias vivas y por dar juego a los demás. Si he atropellado a laguien avisadme y lo retiro sin problema.

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15/10/2021, 10:48
Director

Notas de juego

Dado que tu última intervención era más descriptiva del lugar, esta es muy bienvenida, amigo Cusha.

Queremos a Abel dando guerra ;-D

En escenas como esta, el Guardián prefiere que lancéis un mensaje inicial de situación y luego intercambiéis mensajes concisos con cierta fluidez.

Vigilad, eso sí, que el resto no se quede atrás, que a todos (n)os gusta mucho escribir y todos sois importantes para mí.

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15/10/2021, 12:09
Armín Bahramí

Abel me da sus explicaciones, y yo las escucho con una media sonrisa afilada. ¿Así que formaste parte del equipo que «desactivó» a la Estirpe del León? Bueno, pues parece que no os salió tan bien, ¿no? Me sorprende la naturalidad con la que ha aceptado la existencia del monstruo que vimos todos hace tres semanas. Cuando afirma la supuesta capacidad del doctor Corcoran de lavarnos el cerebro y hacernos pensar que lo imaginamos todo, suelto una única carcajada aislada, un sonoro «ja» que resuena en el acristalado de la sala de reuniones. Después, me cruzo de brazos, aguardando en silencio a que los demás hablen.

Notas de juego

Yo también posteo, en plan muy cortito, para hacer una «intervención expresiva»; no quería dejar escapar la ocasión :P. ¡Perdón!

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15/10/2021, 12:30
Dr. Kristian Korsgaard

Apertura Zukertort. Una apertura no tan habitual, hipermoderna, casi contraintuitiva. Las blancas hacen un movimiento del caballo del flanco del rey, f3, y obligan a las negras a llevar la iniciativa. Sería una respuesta común que las negras busquen apoderarse del centro moviendo el peón a d5. Otra opción habitual es que las negras declinen la iniciativa y también muevan su caballo de rey a f6. Pero el cabrón de Rutherford había jugado al despiste, moviendo la atención al flanco de reina de una forma absurda: peón a b5.

Si Korsgaard hubiera estado jugando con cualquier otra persona, habría pensado que su rival era un imbécil y lo habría demolido rápidamente después de semejante despropósito. Pero analizar cada movimiento de Rutherford suponía no sólo un esfuerzo táctico, sino también un análisis meticuloso de variables extrañas al tablero, encerradas bajo un sombrero Fedora. En esta ocasión, el doctor no había sido capaz de entender la razón última del movimiento de su contrincante, que fue lo suficientemente efectivo para desconcentrarlo. ¿Había sido un movimiento fríamente calculado dentro de una estrategia clara o había sido una invocación al azar, al delirio fortuito, al caos? Korsgaard no era todavía capaz de responder esa pregunta.

La partida había terminado, una vez más, en tablas. Al doctor le había parecido una fea pelea en el barro, rastrera, sucia e indigna. Pero Rutherford la había calificado, con su habitual ironía, como «un divertimento al tempo di allegretto grazioso, ¿no cree, doctor?».

Rutherford. Ese maldito cabrón.

Eso había ocurrido un par de semanas atrás, pero Korsgaard seguía analizando la partida. O, para decirlo con mayor precisión, seguía maldiciendo internamente a Rutherford mientras repasaba cada movimiento de la partida. Cuando entró Abel con los invitados, el doctor miraba el tablero, sobre la mesa, con cierta decepción y una mueca de hastío. Ese peón en b5 le molestaba la vista, pero no podía apartar los ojos de él, casi con deseo. Rutherford. Ese maldito cabrón.

Por fin, levantó la vista, casi con desgana, hacia los invitados. Reconoció al detective psicólogo, el señor Angel; al indio calvo, el señor Bahramí; y a la mujer tuerta a la que había salvado la vida y cosido el pie, la señorita Liebermann. Cuando entraron, se puso en pie y saludó al grupo con un ligero asentimiento de cabeza y una sonrisa acogedora, mientras con sus manos se ajustaba la chaqueta del fino traje que llevaba ese día.

Cuando el día anterior había recibido el aviso de Rutherford de que debía acudir a las oficinas de Return, había encargado de urgencia a Bernadette Baptiste, su sordomuda criada haitiana, que le cepillara «el traje de oficina». Un traje de tres piezas de un índigo grisáceo y… en fin, querido lector, no te voy a cansar de nuevo con el acicalado detalle del traje del doctor, pues confío en tu rica imaginación para retratar en tu cabeza a un elegante Kristian Korsgaard, cuya compostura sabe combinar tan bien la espeluznante frialdad con un extraño atractivo acogedor.

Tras tomar asiento de nuevo, el doctor escuchó las palabras de Abel y de Armín en silencio, pues no creía tener demasiado para decir por el momento, pero su mirada se desviaba de vez en cuando a ese estúpido peón erigido en b5 como una burla. ¿Se estaba riendo de él aquel enano con cabeza de bola? Rutherford. Ese maldito cabrón.

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15/10/2021, 16:06
Miss Kukoo

Vicky había declarado que quería ir sola al encuentro en el cuartel de ¿RECOVERY? ¿Así era como se llamaba? Pero Farah había insistido en acompañarla. Las noticias abrumadoras sobre su familia la mantenían en vilo, ocupada para esquivar el bulto de su propio peso emocional y la fisioterapia le ayudaba a descargar su frustración, daba alas a la gran transformación que se gestaba dentro de suyo: los huevos de la araña alimetándose de sus entrañas.

Aquella mañana se había levantado al alba a hacer sus ejercicios, esos que le permitían andar con bastón en vez de hacerlo con muletas, y había meditado sobre la inevitabilidad de la muerte en su estudio. Allí a solas, había sacado el arma de su padre -ese viejo revólver- y había dado el giro ritual de cada mañana al tambor antes de ponérselo en la boca y apretar el gatillo. Una vez más la adrenalina le mantenía viva y la tranquilizaba la mismo tiempo. Lo guardó con ceremonia.

Se había bañado con la ayuda de Farah y se había vestido con un pantalón negro vestir, camisa carmesí de gasa con botones de perla y un chaleco haciendo juego con el pantalón. Se había peinado a un lado y se había delineado los ojos de negro.

El auto que Charles les había prestado la hacía sentir que le debían algo, algo más a la larga lista de lo que ya le debía a Charles. Mientras atravesaban el campo hacia la propiedad de RESURRECTION sintió un súbito rapto de euforia al contemplar las nubes proyectando largas y monstruosas sombras sobre la hierba verde, el cielo estaba tan azul que parecía el fondo de pantalla de una computadora y el sol con su luz blanca y anodina no dejaba de insumir vida y muerte con su radiación insidiosa… Casi podía oír el crujir de la hierba bajo el peso inminente de la luz y el automóvil comenzó a parecerle un enorme microondas que avanzaba contra las leyes de la aerodinamia deslizándose como un arma cargada por el negro pavimento candente. El sendero al infierno.

¿Por qué su cuerpo no estaba entre los de los sectarios? Ella sabía el porqué, porque si moría tenía que ser juntas. Tú lo sabes Arañita, este mundo es demasiado pequeño para las dos, solo puede haber una.

Solo puede haber una.

El saberla allí fuera torturando a otros le dio un respingo de excitación, miedo y... celos. ¿Y si mataba a su hermana? ¿Y si le cortaba los dedos a Étienne?

El viaje a la casa se había hecho largo y corto, como si el tiempo se estirara y de pronto la bandita elástica de los segundos se cortara y fuera el deber de uno materializarse de súbito en un lugar.

El escondite de REALITY era armonioso, mesurado, solemne en su justa medida. -Hola Abel -devolvió el saludo y le dio un beso en la mejilla, algo dentro suyo se sintió incómodo y no supo qué era hasta que logró identificarlo: la cercanía, era como si cada vez que ese hombre le decía “Vicky” le tocara un pecho.

Abrazó sin contemplaciones a Armín y lo retuvo unos largos segundos sin decir nada. Luego lo apartó y movió los labios “Después hablamos”. Otro beso en la mejilla para Kyle y una mirada a los ojos, como queriendo leer cómo estaba y también agradeciendo. Le dio un apretón de manos al resto.

Al entrar a la sala de reuniones lo primero que dijo fue -Qué hermosa vista tiene usted aquí, podrían matarlo desde casi cualquier ángulo -sonrió amena y avanzó apoyándose en el bastón hasta casi chocarse con la mesa.

Se tocó la cabeza y juntó los dos dedos deslizándolos desde su sien hacia afuera en una curva descendente, -Saludos caballeros -repasó con la mirada al resto del equipo allí, sonrió al hombre del fedora y parpadeó muy rápidamente sintiendo que el “especialista en psicología postraumática” era para ella -Doctor qué elegante está usted -halagó al hombre que le salvara el pie, el dedo… su integridad... -Le guiñaría un ojo pero me quedaría ciega -bromeó con una incisiva frialdad.

Escuchó el intercambio de Abel con Armín ¡Return! ¡Se llamaba Return!

Se acercó más a los implicados, quería escuchar sobre la criatura que no había podido ver, pero sí oír. Hizo un gesto de rictus con los labios -No sé si estoy orgullosa -se le escapó -Quizás ustedes sí. Yo no he hecho nada para sentirme orgullosa, todo lo contrario. Es más: no sé por qué estoy aquí ni qué interés pudiera tener Return en mi presencia, pero entiendo a lo que se refiere, Abel -lo miró a los ojos -Soy toda oídos.

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16/10/2021, 13:26
Kyle Angel

Mis dedos juegan con el vaso de café, haciéndolo girar, arrancando destellos del vidrio imposiblemente impoluto, pero solo en apariencia. A poco que observas con más detenimiento, percibes las irregularidades en su superficie, las marcas de uso prácticamente indetectables, las minúsculas manchas de agua. Como todo en este lugar.

Como nosotros mismos.

Visto desde fuera, podría parecer que no estoy prestando atención a la conversación. Tal vez sea así. Durante tres semanas, el sueño me ha rehuido mientras he intentado buscar la explicación a algo que no la tiene. Como cada mañana desde el Día D, mis ojos han examinado a conciencia la retorcida marca que discurre verticalmente por mi torso. Dejará señal, de eso no hay duda, una página más de la historia que se cuenta en mi cuerpo: las diversas quemaduras de cigarrillo que me regaló mi madre, o a la bonita incisión que conservo bajo la clavícula, cortesía de un compañero de celda. Pero sospecho que esta herida se parece más a las abultadas cicatrices que recorren mis antebrazos, no tanto por su forma como por su intención. Podría consolarme diciéndome que me la hizo un monstruo, pero no tengo tan claro si en realidad no me la he hecho yo mismo peleando contra uno, y una mentira no se convierte en verdad por más veces que la cuentes; el monstruo no es más que una excusa.

Hace dos semanas visité a Kathy. Creo que me vio más alterado de lo normal, porque no paraba de intentar hacerme hablar. Yo solo quería que me bajase la medicación para mantener la mente despierta, y si hubiese respondido a sus preguntas con la verdad, relatándole todo lo que ha ocurrido durante el caso Alex Collins, habría conseguido justo lo contrario. Al final, he tenido que optar por reducir yo mismo mis tomas a espaldas de la doctora.

Con Harry ha sido incluso peor. Hace una semana, su mirada de preocupación al ver la herida me ha hecho más daño que el diente de cualquier bestia. Porque sé que la pregunta silenciosa que albergaban sus ojos no era «¿qué te ha pasado?», sino «¿qué has hecho?». Yo, evidentemente, he saltado contra él, haciendo lo que mejor se me da, buscando sus puntos débiles e hiriéndolo con palabras de una crueldad imperdonable que aludían a su avanzada edad, sus problemas con el alcohol y su infidelidad hacia su esposa. El resultado ha sido el que esperaba, y no he vuelto a verlo ni a hablar con él desde entonces. Mejor así; es preferible alejarlos de ti a que sean ellos quienes tomen esa decisión cuando te conozcan de verdad.

Pero, ¿hay alguien que me conozca de verdad?

Miro a mi alrededor, y el mundo halla un nuevo modo de recordarme lo solo que estoy. Porque tal vez quienes más se acerquen sean los inadaptados que rodean la mesa en este preciso instante, sentados a mi alrededor. Si hubiese dependido de mí, jamás habría dejado a Alex en manos de Return. Se parecen demasiado a mí… o a aquello en lo que podría llegar a convertirme.

La sonora carcajada de Armín me saca de mis pensamientos, y me obliga a fijarme en él. La actitud de sus cejas resulta forzada, y sus ojos parecen demasiado brillantes. Tal vez no esté tan intacto como me ha parecido cuando lo he saludado. ¿Alguno de nosotros lo está?

—Resumiendo —digo dirigiéndome a Abel con tono hastiado. Es frustrante no haber encontrado ninguna información sobre Return que merezca la pena en tres semanas—. Sois la respuesta al botón del pánico que apretó Charles. Incidentalmente, habéis visto que no somos unos completos inútiles, y vais a proponernos el trabajo de nuestras vidas, que consistirá en ponernos a matar sectarios, con más o menos matices. ¿Me equivoco? —Mi lengua asoma peligrosamente entre mis incisivos—. Espero que al menos tengáis algo más que ofrecer que el profesor Kane.

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17/10/2021, 10:16
Sadie Bell

Sadie Bell corría por el maizal. Sus pies sentían la tierra cálida ceder mientras cientos de insectos brotaban a cada paso, enroscándose en su piel. Aferrada a su mano, Alex sonreía con la mirada perdida. Una sonrisa sanguinolenta que parecía responder a alguna broma macabra que solo ella comprendía. Una sombra enorme se detuvo sobre sus cabezas estremeciendo el maizal con el movimiento de sus alas, olfateando el aire, buscándolas. Sadie se detuvo y cubrió la boca de Alex ahogando la risa que parecía a punto de escapar de su garganta. Agazapadas en las sombras escucharon unos disparos lejanos. La Bestia se alejó y las dos jóvenes, enlazadas de la mano, continuaron su desesperada carrera, sin saber a dónde se dirigían, pero conscientes de una fuerza que parecía tirar de ellas inexorablemente. Súbitamente, como quien alcanza el borde del precipicio, Sadie y Alex llegaron a su destino. La puerta se alzaba en el centro de un claro lleno de símbolos, palpitando con un aura oscura. Una voz suave e infantil atravesó la puerta. Conocía aquella voz. Abigail. Sus nombres susurrados en la noche. Impelidas por una fuerza irresistible Sadie y Alex avanzaron hacia la puerta. Su mano se alzó hasta el pomo, como si un titiritero invisible la guiara. Mientras luchaba contra el impulso de abrir la puerta, el cielo se oscureció. La Bestia las había encontrado por fin. Un chillido infernal las golpeó desde las alturas mientras la criatura hecha de sombra se encogía como un ave rapaz a punto de lanzarse en picado. De un tirón, Sadie abrió la puerta. Lo supo antes de ver su silueta al otro lado. Su risa profunda y cargada de amenazas pareció recorrer el tiempo y el espacio desde su infancia. Brian Taker la observó con una sonrisa y los brazos abiertos. –Bienvenida a casa, Sadie.

Se despertó sobresaltada y empapada en sudor. Respiró aliviada. Estaba en su zulo. Todas las noches de las tres semanas que la separaban del incidente había soñado con aquella puerta y con Brian Taker. Cuando Abel le dijo que Abby estaba viva y en aquella granja, que era miembro de la Estirpe del León, que era una de las secuestradoras de Alex, Sadie sufrió un shock casi tan fuerte como el que le produjo la caída del Velo. Sabía que Abigail estaba detenida y una parte de ella ansiaba hablar con ella, pero había ido posponiendo el encuentro con la excusa del trabajo.

Por otra parte, la idea de volver allí, de encontrar la puerta, parecía haberla infectado. Abel había ordenado que esperaran y a Sadie cada día le resultaba más difícil cumplir sus órdenes. Mientras tanto se había entregado en cuerpo y alma al trabajo a pesar de que cada día pasaba menos tiempo en su zulo y más tiempo en la casa franca con Alex, Victoria y Farah. Esa noche, sin embargo, había conseguido terminar su pequeño proyecto. No solo había buscado incansablemente en la Deep Web cualquier información sobre Brian Taker, la Estirpe del León y fenómenos sobrenaturales con cierta credibilidad, sino que había conseguido infectar los servidores de Whatsapp con un gusano indetectable y de creación propia que había viajado por cada teléfono con la aplicación a lo largo del país y del mundo. Tarde o temprano tendría que comentarlo con Abel, así como tendría que enfrentarse a su amiga de la infancia. Pero aún no.

Se dio una ducha rápida y condujo velozmente hasta las oficinas de Return. Llegó por los pelos, justo a tiempo de escuchar a Abel y a Armín intercambiar sus primeras impresiones. Sadie se situó al fondo de la estancia, incómoda, de cara a los ventanales de la estancia. Nunca había comprendido la razón por la que Abel había elegido aquella casa para las oficinas de Return. Una reacción natural para alguien que estaba acostumbrada a moverse en las sombras. Algunos curiosos incluso habían llegado a tener el atrevimiento de intentar colarse para echar un vistazo a la famosa construcción. Los enormes ventanales no garantizaban ni la privacidad ni la seguridad. No podía evitar la sensación de que algún día alguien los acribillaría desde un seto y ellos morirían como moscas. Y todo en aras de la belleza. Sonrió ante la apreciación de Victoria. Sadie había podido contemplar su lucha por recuperarse y la respetaba profundamente por su enorme fortaleza y valentía. Las palabras de Kyle parecieron traerla de vuelta.

–Imagino que han sido unas semanas difíciles para todos. Para mí lo han sido. Le he dado muchas vueltas a todo lo que vivimos esa noche, al resurgir de Brian Taker y sus seguidores, a los símbolos que vimos en el campo, a la Bestia. La Estirpe del León es más peligrosa que nunca y eso nos afecta a todos. Dice mucho de vosotros que hayáis venido hoy. Esa noche no tuve la oportunidad de darte las gracias, Kyle, pero estoy convencida que nos salvaste con tu beso de fuego. – Sadie hizo un gesto de gratitud y asentimiento hacia el investigador privado, al igual que lo había hecho en su momento con Abel. Los dos habían sido fundamentales para rescatar a Alex con vida y para la supervivencia del grupo y ella nunca lo olvidaría. 

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17/10/2021, 16:37
Corcoran

El hombre al que Abel identifica como Dr. Lance Corcoran parece sufrir de una apabullante apatía. Permanece en su asiento, el más cercano a Abel, sentado con aire distraído, diríase que en una intrigante elucubración, mientras fuma en el más absoluto silencio, en apariencia ajeno a todo lo que ocurre a su alrededor. 

Nada tiene que ver este hombre con el aire de espionaje que transmiten Abel Hershko o Rex Randall Rutherford. Menos aún con la pasión interior que destila Sadie Bell. Quizás, en un sentido algo remoto, el Dr. Kristian Korsgaard y este individuo sí guarden un vago parecido por su gusto por el silencio, pero nada más lejos de la realidad. Mientras al buen doctor Korsgaard se le intuye un sarcasmo sutil en su afilada sonrisa y reluce como un dandy ataviado con sus mejores galas, Corcoran se limita a existir como un maniquí en un escaparate, vestido con un jersey de cuello alto de un negro impoluto y unos pantalones baratos a juego. No parece estar presente en la conversación, pero, al mismo tiempo, de algún modo difícil de precisar, existe la sensación de que algo está a punto de pasar a su alrededor. Y esa sensación del qué puede ocurrir es lo que sacude a los presentes cuando Armín ríe con fuerza ante las palabras de Abel sobre Lance Corcoran...

@Abel: —El doctor Corcoran, buen amigo y colaborador desde hace muchos años todavía no me acaba de creer. Tengamos cuidado con él, es perfectamente capaz de hacer que terminemos la reunión convencidos de que lo que ocurrió aquella noche fue fruto de una alucinación colectiva. 

Corcoran ni siquiera pestañea ante la presentación y alabanza que le dedica Abel. Por toda respuesta, exhala humo. Como un dragón en pleno proceso digestivo. Su rostro parece girarse imperceptiblemente, sus ojos oscuros se entornan mientras da una macilenta calada al cigarrillo, volcados por unos segundos en Armín Bahramí. Un tenso silencio parece instalarse en la sala, como si un invisible público reclamase silencio, anhelante por saber la ácida réplica que este colaborador de RETURN tiene preparada para el artista. 

Pero no hay réplica.

Corcoran pierde el interés rápidamente en Armín, como un gato que observa a un simio carcajearse desde lo alto de un árbol. Es la misma indiferencia. Vuelve a dar una calada al cigarrillo mientras admira el horizonte a través de los ventanales de la sala de estar y sonríe en un efímero destello, como si solo él acabase de entender una secreta broma que no está dispuesto a compartir.

Es una sonrisa breve y tímida, pero, sobre todo, culpable.

Debe tratarse sin duda de una broma sucia.

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17/10/2021, 17:04
Rutherford

Rutherford estaba sentado entre Abel y Korsgaard, en frente de Sadie y Corcoran. El tipo vestía como de costumbre, con un impecable atuendo de gánster italiano pero matizado por sus inconfundibles rasgos un sociópata con ascendencia irlandesa. Como todos los integrantes de RETURN, parecía poco afectado por los acontecimientos sucedidos -Kyle Dixit- el Día D. Se le veía de buen humor, incluso. Satisfecho por haber recobrado a una integrante de la secta viva y, para colmo, a la niña, Alex Collins sin haber sufrido una sola baja en el equipo.

La operación había sido un éxito clamoroso, con algunos civiles malheridos, cierto, pero, en fin, eran civilesPodría haber sido peor. Podrían haber herido de gravedad a Abel. O a Sadie. O al doctor. Bueno, a este último no le habría importado que le hiriesen un poquito. Lo justo para rasgarle el traje de cachemira. Pero para Rutherford había una sensible diferencia entre perder a alguien útil y a un potencial candidato a rehén.

Hacía falta alguien como él en RETURN. Alguien que aunara el pragmatismo americano con la mala leche del lobo del cuento de Caperucita Roja. 

Preferiblemente, el de la versión original.

¿Recordáis la mermelada de fresa hecha con sangre de la abuelita?

Ese.

Rutherford había estudiado el expediente de los pupilos de Charles Kane y había determinado con precisión para qué podían servir en RETURN. Habían mantenido un extenso y sesudo debate con Abel antes de iniciar la reunión que tenía lugar en ese momento. Se estimaba que había durado alrededor de veintidós segundos.

He aquí un extracto de la conversación:

—En la más optimista de las previsiones, Abel, podrían servirnos como escudos humanos. Por curiosidad, ¿Has leído el informe psicológico de Corcoran? Esto, Abel, es la forma más retorcida de sarcasmo israelí que he visto en mi vida, amigo mío. Debo reconocerlo: eres un mago del humor. Un detective con tendencias suicidas, un artista con un trastorno mental en estado de gestación y posibles tendencias maníaco-depresivas y una pobre mujer mutilada que, por lo que sabemos, cantó todo lo que sabía a la única superviviente conocida de La última visita del señor Sharpe... ¿Y quieres invitarles a una reunión?

>> Abel, querido, no sé qué escondes en ese archivador rojo que custodias como si fuese una primera edición de La Torá, pero no hace falta que te diga que parece una muy mala idea.

A decir verdad, fue la conversación completa.

Ahora Rutherford, según terminó de hablar Sadie, centró su vulpina mirada en Abel, aguardando una magistral respuesta que disipase las dudas sobre aquella reunión que el veterano agente de la CIA albergaba sobre la utilidad de aquellos cuatro recelosos supervivientes a un mero primer contacto con una de las múltiples sectas que anidan en la América Profunda.

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17/10/2021, 17:27
Director

Notas de juego

Guardo a Farah para después.

Proseguid.

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18/10/2021, 12:04
El Cazador

A las alusiones sobre la posibilidad de ser acribillados por francotiradores no había contestado más que con una sonrisa y un leve encogimiento de hombros.

También sonrió después, ya en la reunión, pensando que tras las palabras del detective toda aquella parafernalia se parecería mucho a uno de esos congresos que se organizan en Hawái para promocionar algún avance en la implantología bucal. Había algo de verdad en eso y la sensación de estar vendiéndoles la moto a los recién llegados, en el contexto de estos días en los que una especie de ebriedad le embargaba, no hizo más que inflamar su discurso.

—El Consejo de Administración de Return ha debatido largo y tendido sobre la línea a seguir con respecto a lo sucedido y estamos plenamente de acuerdo con que sois una oportunidad que no deberíamos dejar escapar. Teniendo en cuenta eso, no os hemos hecho venir para venderos nada —por supuesto, mentía—, sino para que podamos acordar con vosotros nuestra estrategia futura.

Preguntó si a alguien le molestaba que fumara. El maldito Corcoran se divertía incitando su vicio y demostrando así su debilidad. Sacó un cigarro con idea de guardárselo con una disculpa si alguien objetaba.

—Creemos que hay tres escenarios con respecto al futuro inmediato de nuestra relación y queremos hablarlo ahora para acordar qué es lo mejor que podemos hacer para salir airosos.

»La primera opción y más sencilla para vosotros es que dejéis esto en nuestras manos. En ese caso nosotros asumiremos la responsabilidad de protegeros como testigos y víctimas que sois. Usaríamos nuestra infraestructura para ayudaros a recuperaros y seguir con vuestras vidas, con la única condición de que sigáis nuestras instrucciones, en materia de seguridad, al pie de la letra.

Se levantó y abrió la carpeta roja. Sacó un taco de subcarpetas y lo dio a Sadie para que lo "rulara" hasta que cada invitado tuviera la suya. El titulo de cada una era "contrato de COLABORADOR RETURN".

—La segunda opción es que cada cual siga por su lado, lo que en mi opinión sería innecesariamente arriesgado y antieconómico. En ese caso os propongo que abramos un canal seguro para comunicarnos y colaborar.

»La tercera, nuestra favorita —sonrió señalando a Rutherford— es que aunamos fuerza y os cobijéis bajo el paraguas de RETURN con la categoría de colaboradores, para lo que cada uno de vosotros tiene un contrato en frente para firmar. Seréis parte de nuestro equipo. No tengo más que ofrecer que hacerte mi compañero, Kyle.

Miró a los ventanales y luego a Victoria.

—Lo ocurrido el otro día lo cambia todo. Estamos todos infectados, de una u otra manera, envenenados, y ante nosotros se abre un abismo. Habría que ser idiota para no presentir algo así, y más idiota todavía para no tener miedo. Nadie está más preparado que vosotros para ayudarnos en este camino porque esta es vuestra pesadilla tanto como la nuestra. Es así de sencillo.

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18/10/2021, 13:32
Kyle Angel

Intento no poner los ojos en blanco al oír la propuesta de Abel, que usa la conocida técnica de ofrecer un número limitado de alternativas para crear una falsa sensación de libertad. Se cree inteligente y probablemente lo sea, pero tendrá que esforzarse un poco más si pretende engañarme.

—Es obvio que la opción más lógica consistiría en colaborar —digo juntando las yemas de los dedos en señal de asertividad, con un uso plenamente deliberado del condicional—. Al fin y al cabo, uno de los miembros de la Estirpe del León escapó con información que les permitirá localizarnos. —El tono que empleo basta para insinuar lo conveniente que resulta ese lamentable desliz para forzar nuestra colaboración con Return, así que no lo digo abiertamente—. Pero, como seguro que ya sabes, he estado diez años en prisión por un crimen que no cometí. No sé los demás, pero por lo que a mí respecta, la autonomía es un lujo que valoro demasiado. —Siento cómo una ira orgullosa me invade cuando digo estas palabras, pero mi rostro sigue sereno, y mi voz imperturbable—. De modo que acepto trabajar conjuntamente con Return, en tanto en cuanto ello represente un beneficio para mí y para mis esfuerzos, pero no firmaré ningún contrato de colaboración, y no deberé nada ni rendiré cuentas a nadie. —Mi mirada no cede ni un milímetro al añadir lo siguiente—. Como mucho, firmaré un acuerdo de confidencialidad, comprometiéndome a no revelar la naturaleza de vuestra organización ni de vuestras actividades. —Como si tuviera otra opción. Esta gente me descerrajará un tiro en la nunca a la mínima oportunidad que les dé si me limito a irme tan campante. Lo sé, y ellos saben que lo sé, así que no hay necesidad de decirlo en voz alta—. No tengo más que ofrecer que mi discreción, Abel —añado, ahora sí, en una clara paráfrasis de las palabras de Hershko que solo suena ligeramente burlona. Tomo un trago de café de mi vaso, que por alguna razón, sabe más ácido que amargo—. Y sí, estoy de acuerdo. Lo ocurrido el otro día lo cambia todo.

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18/10/2021, 19:13
Rutherford

A las palabras concisas y bien medidas de Kyle las suceden una expresiva mirada que Rutherford dispendia a Abel mientras arquea sus vulpinas cejas, aguardando sin duda la reacción del Rabino.

Te lo dije, parece insinuar.

Incluso, parece añadir: La correa no servirá para este perro.

Y eso con gafas de sol.

¿Habrá desarrollado Rutherford algún tipo de fotosensibilidad durante su estancia en la CIA?

Too much shades makes a shady character, you know.

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18/10/2021, 19:22
Corcoran

Corcoran parece salir de su ensimismamiento y se pone en pie tras apagar el cigarrillo en un cenicero que queda muy próximo a Abel. Se alza en silencio y se aproxima a una mesita aislada en el salón, junto a los enormes ventanales que a más de uno hacen presagiar el atentado de una pérfida mente criminal al otro lado de la pantalla. Sobre la mesita hay una taza de café matutino, ahora vacía a salvo de pequeñas manchas oscuras que delatan que ha sido degustado con fruición, y junto a la taza un libro sobre el que reposan unas gafas de un diseño bastante anodino. Corcoran toma primero las gafas, se las coloca con parsimonia sobre el puente nasal y hojea el libro con aire distraído mientras mueve los labios sin pronunciar palabra alguna. Tiene marcados con muchísimas etiquetas adhesivas diferentes pasajes del mismo.

Para los allí presentes el libro puede carecer de significado, pero no para uno de ellos.

Corcoran se gira sobre sus pasos y vuelve a tomar asiento en la mesa mientras sigue leyendo en estado de completa abstracción las páginas de Cómo atrapé a un asesino de niñas desde mi celda.

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18/10/2021, 22:13
Dr. Kristian Korsgaard

El doctor Korsgaard observaba de vez en cuando a los presentes. Le devolvió una sonrisa encantadora a la señorita Liebermann cuando le había halagado su estilo. Durante las tres últimas semanas había visitado casi todos los días a la herida mujer para comprobar que su estado de salud progresaba y debía confesar que el recio y sarcástico carácter de aquella mujer le resultaba lo suficientemente aceptable como para que aquellas visitas no resultaran una excesiva carga.

—Bajo ciertas circunstancias, sobrevivir puede considerarse todo un orgullo, señorita Liebermann —le dijo cuando ella había manifestado su incapacidad para sentirse orgullosa por nada de lo que había hecho—. No se prive del placer de la vanidad.

Selló estas palabras con otra sonrisa, no menos encantadora que la primera. Sin embargo, las impertinentes palabras del señor Angel le produjeron un profundo aburrimiento y lograron borrarle la sonrisa de la cara. En ese momento, la mirada se le desvió de nuevo, impaciente, hacia el peón de b5.

El señor Hershko, sin embargo, con su habitual diplomacia, trató de explicar con cuidado las opciones que el detective y sus amigos tenían, mientras la señorita Bell mostraba su habitual empatía y le agradecía a Kyle Angel haberles salvado la vida. O algo así.

Pero todas aquellas palabras no eran más que bencina en el fuego encendido que el señor Angel llevaba en su interior. Este profundizó la brecha de su terquedad con un tono que aumentó el aburrimiento de Korsgaard. El doctor se distrajo un rato mirando el maxilar inferior del detective moverse rápidamente mientras profería palabras que, en la cabeza de Korsgaard, no eran más que los ladridos de un perro malherido, tratando de aferrarse a su hueso de juguete.

Quizás Kyle Angel les había salvado la vida en aquel maizal. O quizá no. Pero lo que a Korsgaard le parecía claro es que aquel detective era una bomba de relojería con el minutero trucado, por lo que era preferible no tenerlo cerca, y se lamentaba internamente de que Abel se empeñara en pedirle su colaboración. El señor Hershko estaba metiendo una bomba impredecible en su casa.

Sin embargo, rápidamente se cansó también del entretenimiento fugaz que le proporcionaban los caninos movimientos maxilofaciales de Kyle Angel y concentró su atención en los puños de su chaqueta. Veintinueve milímetros. Veintinueve milímetros. Se ajustó bien los puños. Veintinueve, exactos.

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18/10/2021, 22:43
Armín Bahramí

El detective Angel tampoco parece haberse levantado de buen humor hoy, y le falta tiempo para cuestionar a Abel con su habitual sarcasmo. Lejos de amilanarse, el señor Hershko procede a explayarse, compartiendo con nosotros algunas matizaciones adicionales que, pese a que él mismo afirma lo contrario, suenan al preámbulo de un futuro intento de venta. Durante el breve intervalo en el que Abel se enciende un cigarrillo, se hace un silencio casi absoluto, roto únicamente por el rápido sonido de mi zapato golpeando rítmicamente el suelo. Se toma su tiempo. Es exasperante. Miro a mi alrededor. Nadie habla. Pero bueno, ¿qué le pasa a todo el mundo? ¿Por qué están todos tan tranquilos, tan… dormidos? ¡Venga, espabilad! Al cabo de un rato que se me hace eterno, Hershko retoma la palabra para comunicarnos las que, según dice, son las tres alternativas que ha tenido tiempo de idear para nosotros en estos días. Tuerzo la boca. Las opciones que nos explica el hombre parecen bastante razonables, pero hay algo en él, cierto entusiasmo beatífico en su tono de voz y en la calculada amabilidad con la que nos habla, que me resulta irritante. Me dan ganas de llevarle la contraria solo por eso.

Kyle se me adelanta justo cuando yo ya estaba abriendo la boca para responder, en una rotunda declaración de independencia, dejando claro que, al igual que yo, es perfectamente consciente de que Hershko está tratando de manipularnos. Está dispuesto a colaborar, siempre que ello le reporte un beneficio, y sin someterse en momento alguno a más ataduras que las imprescindibles.

—Bravo, Kyle —digo en cuanto Kyle finaliza su alegato—. Creo que tus palabras no podían ser más acertadas. —Devuelvo la mirada a Abel—. Señor Hershko, lo que ha dicho mi…

En ese momento, el doctor Corcoran se pone en pie. Guardo silencio, pensando que el tipo va a iluminarnos con alguna perla de su supuesta sabiduría. Pero no. Corcoran se limita a marcharse, yéndose a una mesa apartada. Ignorándonos. ¿De dónde han sacado a ese payaso? Un acceso de ira primitiva me sube por la garganta, pero no protestaré. No pienso darle a ese imbécil la atención que indudablemente busca. De modo que, con una sonrisa cortante, continúo hablando:

—Lo que ha dicho mi compañero coincide plenamente con mi pensamiento. En todo caso, creo que todo eso son menudencias que se pueden dejar para más adelante. Lo que realmente me preocupa, y que nadie parece haber contemplado, es la evidente implicación de la policía en lo que ocurrió hace tres semanas. —Enarco una ceja, dejando que los demás absorban lo que acabo de decir, fruto de las conclusiones a las que he llegado después de darle vueltas y más vueltas a lo largo de las últimas semanas—. Piénsenlo bien. Su manera de actuar desde que llegamos a Oklahoma City no puede deberse a otra cosa. Claramente querían que Alex se «perdiese» —hago el gesto de las comillas con los dedos— para que la Estirpe del León pudiese hacerse con ella. Solo que lo disfrazaron de incompetencia. Pero estas semanas lo he estado pensando, y de verdad que no sé cómo no nos hemos dado cuenta antes. Cada puta cosa que hicieron aquella noche estuvo destinada a entorpecernos. Y ese desgraciado de Whataperry, con razón nos costó tan poco convencerlo de que nos acompañase. Pensaba llevarnos directamente a la boca del lobo. O del León. Ustedes me entienden. —Una sonrisa rápida se extiende por mi cara como un espasmo, desapareciendo tan rápidamente como se ha formado—. Menos mal que Crowley… Por cierto, ¿qué ha sido de Crowley? ¿Alguien sabe dónde está? Bueno, da igual. El caso es que… ¡Ah! Y ese tipo. El… —Chasqueo los dedos, como para ayudarme a recordar—. Taker, eso. Brian Taker. Si está en la cárcel, supuestamente incomunicado, alguien tiene que haber estado ayudándolo para que sus órdenes llegasen a los suyos. La policía, claramente, a través del funcionariado de la prisión.

Trago saliva, buscando con la mirada los rostros de mis compañeros. Seguro que ellos entienden perfectamente a qué me refiero.

—Entonces… Si la policía los está ayudando, ¿qué se supone que tenemos que hacer si queremos cargarnos a esos hijos de puta? ¿Enfrentarnos a las autoridades a cada paso del camino? ¿Y qué harán cuando se den cuenta de que lo sabemos? —pregunto con un tono burlón, casi cantarín—. Apuesto a que eso es algo con lo que no habían contado.

Me quedo mirando a Hershko, que es quien ha decidido hablar por Return en esta reunión. Durante unos segundos, lo único que se oye es el nervioso tap, tap, tap de mi zapato.