Partida Rol por web

- No, la verdad es que no he notado nada extraño. Lo normal. Ojalá pudiera serles de más ayuda.

La mujer suspira desesperación y parece que el escuchar preguntas para las cuales no tiene respuesta, no hace más que ponerla más nerviosa. 

Harry se enfada un poco por la falta de pistas:

Aquí no hay nada señores. Dawson era un hombre ordenado, de eso no me cabe la menor duda.- Harry abre las carpetas y sobresalta un poco.- Esperar, miren esto. Estas carpetas amarillas de aquí corresponden a los trabajos del señor Dawson. A lo mejor tiene alguna nota o algo que nos indique si iba a hacer algo de la investigación antes de venir a la fiesta chicos.- Ahora se dirigió a la señora de la casa.- Señorita Dawson, ¿sabe dónde guardaba su marido su agenda? Si es que tenía claro.

Si yo fuera un hombre ocupado me llevaría la agenda conmigo, pero además tendría un equivalente de la misma en mi lugar de trabajo. Mirad bien por aquí, por si acaso. Nuestro objetivo es poder reconstruir sus movimientos en la tarde de su desaparición. Como última opción, tenemos el preguntar a todo el mundo: taxistas, empleados municipales... aunque eso seguramente lo esté haciendo mejor la policía.

Cada vez estaba más preocupado. El que hubieran hecho desaparecer al mismo ayudante del fiscal tenías resonancias inquietantes: estaban dispuestos a todo, y puede que Dawson estuviera llevando algún caso que los pusiera en peligro.

Harry siguió en lo suyo pero le resonó en la cabeza la frase de Percy: "...seguramente lo esté haciendo mejor la policía" Harry no pudo evitar reírse y mirar con una sonrisa cómplice a Percy.

Puesto que la cosa va de impostores, me deslizo hacia la sospecha. Trato de vislumbrar a la mujer en las fotografías que pueda haber sobre los aparadores o colgadas de la pared. Le pregunto:

-Por pura curiosidad, ¿qué disfraz había escogido su esposo? Y ¿tiene secretaria?

-¿Secretaria? Sí, comparte secretaria con el fiscal, en los juzgados. Mary Watson se llama. Iba a ir disfrazado de vaquero. Le gusta mucho todo lo que tenga que ver con el antiguo oeste. Ahí, en el cajón del escritorio es donde guarda habitualmente su dietario.

El dietario está efectivamente, en el cajón del escritorio. Revisáis los últimos apuntes. Parece que tenían un juicio ayer por la mañana. Hay un nombre, "Juicio Pinkerton". El expediente no está entre el montón de carpetas, lo cual es comprensible, pues ya no lo necesitaría. Por la tarde tenía que ir a los juzgados para despachar con el fiscal. Después tenía escrito "Cumpleaños John" y entremedias, como si fuese escrito a posteriori, con letra apretada entre dos renglones, "comprar regalo". En los apuntes anteriores, hay citas con diversas personas y notas de todo tipo. Nada que llame la atención. El los siguientes días sigue habiendo apuntes de cosas pendientes, algunos casos...

Comprobáis que otros nombres que se citan en el dietario sí coinciden con alguna de las carpetas. Revisáis algunas de ellas y podéis ver que se trata de eso, expedientes de casos judiciales escritos en lenguaje jurídico. Algún caso de apropiación indebida de unas fincas, uno de fraude fiscal...

La señora Dawson asiste a vuestro registro. Es evidente que no está muy a gusto viéndoos violar de esa forma la intimidad de su marido en busca de información.

-¿Hay algo más que pueda hacer por ayudarles?. 
 

Percy anotaba las cosas que pudieran ser interesantes. Negó con la cabeza levemente. No, de momento no, señora Dawson. Creo que deberíamos ir a la oficina del fiscal, a ver si alguno de estos hilos nos lleva a algo. Pero le agradezco muchísimo que haya tenido la confianza de dejarnos ayudar. Si sabemos algo, le avisaremos inmediatamente.

- Yo, desde mi experiencia, veo bien la idea de Percy. Siempre ha sido un chico brillante.

Por lo visto, no hay ninguna fotografía a la mano por la que pueda verificar que, en efecto, esta bella joven es la señora del fiscal. Acatando la intención de mis compañeros, me despido con algún énfasis:

-Señora Dawson, quede con usted nuestro deseo de que su esposo aparezca en las mejores condiciones posibles. Cuando todo se resuelva, estaré encantado de invitarles a asistir a una de mis actuaciones en el club Chaston, en el cual me desempeño como cantante. Alguien con su delicadeza no podrá por fuerza sino distinguir al auditorio.

-Gracias, caballeros. Les agradezco encarecidamente su ayuda-. 

Es justo en este momento cuando la mujer se derrumba y comienza a llorar desconsoladamente. La consoláis como podéis y marcháis en dirección a los juzgados.

Los juzgados se encuentran en el centro de Danvers, no muy lejos de allí. Se trata de un edificio de construcción estilo victoriano tardío.Os movéis en el coche hasta aparcar cerca. A estas horas de la tarde, no hay mucha gente en los juzgados dado que su actividad se desarrolla principalmente por la mañana. 

Entráis al vestíbulo. A vuestra izquierda hay un mostrador donde un ugier desplomado sobre su silla, hojea aburrido un ejemplar del periódico del día. 

Os acercáis a preguntar y levantando brevemente la vista del periódico os señala al fondo a la izquierda.

En realidad os fijáis que está bastante bien indicado. Siguiendo los carteles con flechas no tardáis en llegar a una estancia en la que pone Oficina del fiscal. Entráis a una antesala. A vuestra izquierda hay una galería que da al jardín trasero del edificio y gracias a la cual la cálida luz del atardecer ilumina la habitación. De frente, hay una puerta que pone Arnold Baker, fiscal del distrito. A vuestra derecha, otra puerta pone Henry Dawson, Ayudante del fiscal.

En otra de las esquinas, sobre una columna con fuste de un metro de alto, veis una balanza, símbolo de la justicia. 

Entre ambas puertas , se puede ver, tras una mesa de despacho a una señora de mediana edad, rubia y de aspecto amable. Ahora mismo está hablando distendidamente con un agente de seguridad. Detrás de ella, veis varios armarios cerrados. Todo parece pulcro y ordenado.

La señora que está tras la mesa, ordenando papeles, levanta la vista, se quita sus gafas y os saluda. 

-Buenas tardes, ¿les puedo ayudar en algo?.

-Es una mujer muy guapa, pero ¿estáis seguros de que era la esposa de Dawson? –inquirí en cuanto subimos al coche. –Ella te reconoció, Percy, pero me pareció que tú a ella no.

Ahora, frente a la secretaria, dejo que mis compañeros le consulten, mientras trato de enredar al vigilante de seguridad en una charla insustancial, empezando con un: “Parece un día tranquilo en los juzgados” o “Menuda temporada de mierda llevan los Red Sox”.

O es un genio del disfraz, o es la señora Dawson de toda la vida, Júpiter, tranquilo hombre, venía diciendo Percy mientras entraban en la oficina, discretamente, claro, que las secretarias tenían oídos largos y lengua suelta.

Hola señorita Watson, dijo a la secretaria con familiaridad. ¿Va todo bien? ¿Su sobrina se curó de esas paperas? Oh, vaya. Vaya vaya, responde a los comentarios o cotilleos de Mary. Quién lo diría. Repámpanos señorita Watson, en qué mundo vivimos. Y a propósito, se que es bastante irregular, pero me gustaría que nos anunciaras al señor fiscal. Es un asuntillo bastante serio que deberíamos hablar con él cuanto más rápido mejor.

La mujer mira a Percy con un gesto de disgusto.

-El señor fiscal no suele estar por las mañanas, lo lamento. ¿Quieren dejarle algún recado?

No, creo, dijo mirando a sus compañeros. Por cierto, disculpe la grosería. Le presento al señor Dixon y al señor James. El señor James es detective. Intentaremos localizar al señor fiscal más tarde. ¿Antes de la hora del almuerzo estaría bien?

La mujer turce el gesto, como si fuera a dar una noticia desagradable. 

-No suele estar por las tardes salvo que tenga una cita. Y yo en media hora acabo. Podría hacerles un hueco para mañana, si desean hablar con él.