Partida Rol por web

Robert no puede reprimir un escalofrío cuando Charles menciona la metamorfosis.  

- Cállate maldito asesino, dirías cualquier cosa con tal de salvar a tu infame dios.

Las palabras de sus compañeros no caían en saco roto y Charles se planteaba la locura que estaba dispuesto a hacer. Miró la cara de Catherine y su mirada le dio frío en el espinazo. Pero escuchar suplicar a Singh hizo que toda la adrenalina que parecía estaba bajando volviese a recorrer su cuerpo de la cabeza a los pies.

Se acercó a él y le cogió de la solapa elevando su cabeza unos centímetros del suelo. 

- Frederick también tenía familia - le contestó soltándole bruscamente contra el suelo. 

Catherine sintió que, por un momento, sus palabras habían calado en Charles. Pero las palabras de Singh demostraron lo contrario. Sin ganas de ver la escena, levantó la cabeza para evitarla, cuando sus ojos se fijaron en la extraña forma que habían adoptado las nubes. Aún seguían trazando una espiral, pero el oscuro círculo vacío que había en el centro parecía diferente. Parecía más grande. Señaló al cielo tímidamente con un dedo. 

-No quiero dejarme llevar por la superstición, pero... bueno, ¿qué es lo que pasa ahí arriba? 

- ¿Eso también es una alucinación o un truco? - dijo Charles señalando a la espiral que se agrandaba - Algo que se escapa a nuestro conocimiento está ocurriendo aquí y creo que era lo que mi tío intentaba evitar a toda costa. Hasta que encontró la muerte.

Según hablaba, se acercó a Singh para arrastrarle cogiéndole por las piernas. 

- La daga ceremonial cayó allí detrás. Nos hará falta. - Ahora ya sonaba realmente determinado. 

Richard se aparta ante la determinación de Charles y dirige sus ojos siguiendo el dedo de Catherine. Hay algo ahí, ¿algo que viene de más allá de las estrellas, había dicho Singh?

- Puede ser un truco, una droga que nos hayan lanzado, musita con debilidad, pero el fusil está apuntando con firmeza a la cabeza de Singh. Por un momento piensa en descerrajarle un tiro ahi mismo, consciente de que lo que le espera es mucho peor. Luego vuelve a mirar a la sombra que se cierne sobre ellos, y cierra los ojos mientras musita una plegaria. Que Dios nos asista.

- Richard, entiendo la incredulidad pero... ¿desde cuando las alucinaciones son grupales?. Si no queréis ayudarme lo comprenderé. No es fácil lo que pido, pero me siento obligado a al menos intentarlo.

Charles seguía arrastrando a Singh hacia la lápida de su tío, cada vez con un gesto más triste en su cara. No quería hacer lo que estaba haciendo, pero ya se había convencido de que era inevitable. 

- El amuleto... creo que todos sospechamos dónde está. ¿Puedo contar con alguno de ustedes?

Catherine mira al suelo, evitando centrarse en Charles y en Singh. Sin embargo, el tiempo apremia. Y hay que tomar una decisión.

-Yo iré contigo -afirma con un hilillo de voz, casi como si deseara que no contaran con ella. Al menos, el rostro de su compañero volvía a mostrar algún sentimiento diferente del odio y la rabia anteriores. Aunque, si tenía una cosa clara, es que no pensaba manchar sus manos en sangre.  

Richard piensa por un momento en levantar el arma contra Charles, contra su amigo. Lo que está diciendo es una locura, pero...¿y si...? Vuelve a mirar a la oscuridad que se está formando por encima de sus cabezas. ¿Puede una alucinación ser compartida por varias personas? ¿O son mis amigos parte de la alucinación? Su mente vuelve unos minutos atrás, cuando el horror lo ha dejado reducido poco más que a un bebé recién nacido. ¿Y si todavía está bajo los efectos de la locura? ¿Y si sus amigos están muertos en realidad? Pero el dolor que siente en su brazo, en la herida de bala, le devuelve a la realidad. ¿Y si todo es verdad? Al fin y al cabo, Singh está ya con un pie en la tumba.

-Yo también te ayudaré.

Sintiéndose solo, el escritor habló:

-Sabes Charles que te apoyamos en lo que sea. Yo no lo habría hecho, al menos no privaría de su descanso a ningún familiar mío-. Su frente estaba perlada, su mano empapada igualmente, intentó inútilmente secarse el sudor de su frente más solo consiguió extenderselo 

La tierra sobre la tumba del Tío Freddy se encontraba suelta y parecía fácil cavar allí. Desafortunadamente sólo tenían una pala para cavar allí y podía llevar mucho tiempo. De ese detalle se percató uno de ellos y empezó a alejarse buscando alguna otra herramienta que sirviera. No tuvo que buscar mucho pues varias tumbas más allí había una tumba abierta, preparada para el oficio de la mañana siguiente y junto a aquel montículo de tierra, se encontraba otra pala.

El bastardo sollozaba.

Richard se quita la chaqueta mientras siente un escalofrío y le alarga el fusil a Catherine. ¿Podrá usarlo, si llegara el caso?, pregunta, sin especificar a qué se refiere. Después, sin esperar a ver quién es su compañero de cavar, resopla con el esfuerzo de hundir la pala en la tierra.

Charles se apartó un momento para buscar la daga ceremonial que habían dejado caer en la pelea y para cuando volvió con ella, Richard ya estaba cavando. Verle en esa tesitura le encogió el pecho y a punto estuvo de decirle que parase. Pero un vistazo rápido al cielo que les coronaba le hizo cambiar de opinión. 

Mientras empezaba a cavar comentaba con rictus serio. 
- Es irónico de veras.... vinimos aquí para evitar que estos indeseables profanasen la misma tumba que nosotros estamos abriendo... 
Pero Freddy, sé que esto es lo que querrías que hiciese.

Las palas comenzaron a adentrarse en la tierra horadándola con suavidad, los quejidos habían disminuido en intensidad, tal vez por la pérdida de fuerza, tal vez la desesperación estaba abandonándole al comprender su propio destino. Apenas una media hora después -el tiempo era algo difuso sin apenas luz, lo único parecido al tiempo era el portal que no paraba de crecer a ritmo constante- la pala produjo un sonido seco al golpear el suelo. Parecía que ya se encontraban seis pies bajo tierra.

El ataúd se encontraba sellado, entre los dos la tarea no se antojó complicada.Con ayuda de la pala abrieron el sello dando paso a un hedor horrible, una peste que acompañó a la apertura del ataúd. El calor de Junio no trató nada bien al Tío Freddy. Unas sombras ocultaban parcialmente su mutilada cara, sin embargo una luz de origen inicierto revelaba algo más horrible que la faz que recordaba su sobrino. Algo macabro... Fredderick vestía un traje oscuro con una camisa blanca, ambas cubiertas de tenues manchas de sangre. Tal vez por el zarandeo, tal vez por un mal trabajo del maquillador, la camisa se encontraba ligeramente abierta a la altura del cuello. Sus manos permanecían cruzadas sobre el pecho ambas con las uñas arrancadas.

Levantar aquel ataúd nunca fue el plan... Diablos, ni siquiera el plan era perturbar la paz del tío Freddie y ver aquello que estaban viendo. Nadie trajo cuerdas para levantar el ataúd, tocaba hacer lo que habían venido allí mismo. 

Los murmullos y quejidos seguían, a veces parecía escucharse un nombre... Rashid. En lo alto la oscuridad casi había terminado por cubrir las nubes.

Alguien tendrá que abrir la chaqueta y la camisa del Tío Freddy, cortar, abrir su abdomen y retirar el amuleto de los nocivos restos de la última comida del Tío Freddy mientras está de pie en la fosa. Algún otro tendrá que estar de pie en el borde de la fosa (o en ella) y alumbrar dentro con la luz. El rigor mortis ya ha pasado, con lo que los brazos del Tío
Freddy pueden moverse con facilidad. Abriendo la camisa encontrarán una sorprendente visión: el pecho del Tío Freddy
está decorado con un gran tatuaje de aspecto realista que representa una monstruosa mujer adornada con una diadema, colmillos de elefante y unos grandes y estrellados ojos. Una tirada de Antropología sugerirá que esta es, probablemente, Kali. Ambos ojos están heridos por quemaduras recientes, probablemente hechas con un cigarrillo. Otras quemaduras están diseminadas aleatoriamente por el torso del Tío Freddy.

Catherine agarraba el arma que le había tendido Richard con miedo, casi como temiendo que fuera a dispararse sola si la cogía con demasiada fuerza. Trató de serenarse para centrarse en su objetivo más inmediato: evitar la huida de Singh. Del sacrificio. Sin embargo, su rostro reflejaba la incomodidad de tener un aparato de matar gente entre las manos. 

El tiempo pasaba, y el sonido de las palas en la tierra fue reemplazado por el de los hombres trasteando con el ataúd del pobre Fredderick y, por último, con el ruido de las quejas de estos. El por qué de esa reacción no tardó en llegar arriba; el olor del cadáver abofeteó a la mujer, quien no pudo contener una sonora arcada. Si desde un primer momento Catherine no tenía ganas de acercarse al difunto tío Freddy, su hedor una vez descompuesto la obligó a retroceder un paso. 

La tarea era ingrata, no sólo por desenterrar un cuerpo, sino por tratarse de perturbar al pobre tío de Charles. Charles, despues de hoy tu tío encontrará la paz. Pero hasta entonces, Richard sólo puede resoplar por el esfuerzo, y más de una vez se tiene que detener a inclinarse sobre la tierra horadada, a intentar recuperar el resuello.

Por fin, la pala golpea madera. Ahí estamos. Ayuda a Charles a abrir la tapa, y al momento desea no haberlo hecho. Recuerda cuando se le olvidó un pescado en la encimera de su pensión durante una semana entera, y estuvo todo ese tiempo descomponiéndose. Pero esto es peor, mucho peor. El hedor le provoca arcadas, y, arrojando la pala a un lado, se arrodilla y profana suelo consagrado con lo que le queda de la exigua cena de ese dia. Y tener que abrirle... Tiene que reprimir las ganas de abrirle la cabeza a Saidh ahi mismo. Se limpia la boca con manos temblorosas y se gira hacia Charles, atento a su reacción al ver el cuerpo de su tío.