Partida Rol por web

03:26 del 5 de Febrero año 2050: Centro de Contención y Reeducación Nº 11

Numero de Residentes: 228

Es una noche como otra mas en el centro, fuera podía escucharse las olas romper contra la barrera que recorre todo el perímetro del lugar y el frio aire marino como sopla. Es una de esas noches frías en las que a ninguno de los residentes les gustaría sufrir un castigo que le hiciera estar fuera durante la noche. Todo estaba como siempre, las puertas cerradas magnéticamente y el silencio reinando en todas partes, solo los pesados y seguros pasos de algunos guardias que patrullaban por las noches podían oírse, o incluso algunos mas ligeros, sin duda de científicos que iban de un lado a otro.

La gran mayoría de los residentes dormían, algunos plácidamente, otros inquietos, sin embargo, es justo en este instante cuando les sucede a todos. De pronto una voz suena en su cabeza, se trata de una voz femenina, una voz de mujer, una voz suave y dulce, que habla con amabilidad, con un tono de voz que les transmite tranquilidad y paz, una voz que sin duda suena muy femenina y agradable:

No te asustes… mi nombre es Mei y si, me estoy comunicando mentalmente con vosotros… Estamos aquí para ayudaros, para conduciros a la libertad, pero todo lo que merece la pena requiere unos sacrificios y un esfuerzo, ¿estáis dispuestos a ello?

En ese momento la puerta se abre automáticamente, como solía hacer por las mañanas, con un leve zumbido que hace que se abra. Aquellos que estén atentos pueden notar como no solo se ha abierto una puerta, parece que se han abierto varias puertas en la zona.

Ve, gánate tu libertad, vuelve a ser un ser humano, pero ten cuidado…

En ese instante se escucha una explosión en algún lugar lejano y toda la habitación tiembla y la las luces se apagan, quedando solo encendidas las de emergencia como respuesta, sin embargo, no es lo único que se escucha, las alarmas empiezan a sonar y una voz dura y familiar empieza a sonar por los altavoces

Atención a todos los residentes, queda terminantemente prohibido salir de sus habitaciones, serán castigados duramente si lo hacen.

Tras aquellas palabras que suenan realmente serias y amenazantes se escucha como se corta la megafonía, sin embargo, algo sucede y vuelve a activarse, de nuevo se escucha a Sylvester hablar, aunque esta vez parece que no esta hablando al micrófono, sino a una radio:

…están atacándonos… es un motín general en toda regla… no, no me importa, tomen medidas letales contra todos… esos engendros no deben escapar…

De nuevo la megafonía se silencia, el sonido de la voz del hombre deja paso a un silencio absoluto hasta que de nuevo la voz de aquella mujer resuena:

Huye… huye y vive o quédate y muere… tú eliges

Ante ellos tenían dos claras opciones, atravesar aquella puerta abierta fuera de su hora habitual o quedarse en la habitación como si nada, o quien sabe, quizás a alguien se le ocurriera una tercera o incluso una cuarta opción, pero en esos momentos estaban solos, solos en la habitación y ellos y solo ellos eran los únicos que podían decidir cual seria su camino a partir de ese momento.

Irwing se despertó con una mezcla de sensaciones, estaba asustado por lo súbito de lo ocurrido y erecto, como era habitual siempre que no tenía intimidad para descargar tensiones durante el día. Nunca había tenido mucha vergüenza por sus partes e intentaba comprender que era todo lo que había sucedido. Pero entre los sueños y el despertar brusco estaba desorientado. 

La voz en su cabeza había sido toda una sorpresa, una telépata. Les había hablado en plural, es decir a todos, con ese poder... tenía que ser ya una adulta, una mutante que había tenido la oportunidad de desarrollar su poder. No sabía quién era y ya se moría de envidia y al mismo tiempo la admiraba. Nunca había sido un rebelde, pero había oído el mensaje de la megafonía, especialmente el que Sylvester espera que no se oyera. Iban a masacrarlos a todos, era más importante que no salieran a que sencillamente obedecieran. No tendrían piedad con los dóciles. Además esta era la oportunidad que Irwing llevaba esperando mucho tiempo. Había permanecido con un perfil manso, pero siempre soñaba con irse de allí.

Huiría, claro que sí, sólo que no sería el primero en el frente, dejaría que otros se llevasen las primeras balas. Se tranquilizó, sabía que iba a extender el pánico. Se vistió con la ropa de deporte y se puso las zapatillas de correr. Sacó la mochila en la que les permitían llevar los libros a sus clases, y cogió ropa, incluidos guantes, un gorro de lana y una bufanda. De nada le serviría huir en pijama y evitar las balas si iba a morir de frío fuera de su jaula, como probablemente les pasase a otros menso previsores.

No podía dejar de pensar en Cooper, desde que había llegado no dejaba de notar como intercambiaban miradas, y le había hecho aflorar algo que hasta ahora no había sentido. No quería perderlo ahora, ni a él ni ese sentimiento.

También pensó en Kim Sun, pero no por mucho tiempo, compartían ideología pero ella tenía a la banda para hacer piña. Si quería usar sus poderes era ahora o nunca. Agarró la pulsera que llevaba y susurró:

- Por el poder que me ha sido otorgado, yo te convoco, numero ocho, Fuerza. Acude a mis brazos, dame poder para romper las ataduras.

Si tenía que funcionar y saltarse las normas, esta era la ocasión adecuada.

Cuando escucho la voz y las explosiones sé que ha llegado el momento, iba a sacar de aquí a Alex y a Ciara junto con los enanos dinamita, así que no tardo en ponerme en movimiento, con algo de suerte al salir el sol seríamos libres, así que, sin perder tiempo tomo un desarmador que había robado del taller para usarlo como arma.

Acto seguido me acerco a la puerta y presto atención a los sonidos provenientes del exterior, tenía que ir en busca de mis amigos y salir de aquí no importaba el cómo ni lo qué tuviera que hacer, si algún maldito guardia se cruzaba en mi camino moriría sin remedio, mi primera parada serían las habitaciones de Jason y Carlos, necesitaba de su ayuda para sacar a Alex, Eileen y Arturo.

Alex, Eileen y Arturo no merecían esta vida y no iba a perder el tiempo. Con algo de suerte Ciara ya estaría en movimiento y me la encontraría en camino a las habitaciones de los peques, sea como fuera iba a sacarlos a todos de aquí y si corría sangre, pues gustoso la vertería por el bienestar de mis amigos.

Cómo casi todas las noches estaba apunto de autoinducirse el sueño cuando, sino le resultaba imposible conseguirlo, cuando la voz sonó en su cabeza.  De inmediato se puso de pie, llevaba quince años esperando algo así, quince largos años en los que el rencor lo consumió por dentro, en los que transformó al niño dulce y apacible que era en un ser que ansía justicia, una justicia que sólo podrá conseguirse cuando los humanos entiendan que no merecen vivir más que los no humanos.

No lo dudó ni un sólo segundo.  Había no humanos jugándose la vida para darle esta oportunidad, no pensaba desperdiciarla, no tenía la más mínima intención de que cualquier sacrificio que estuvieran haciendo sus salvadores fuera en vano.

Salió a la obscuridad del pasillo sólo iluminada por las tenues luces de emergencia y comenzó a llamar a los que podría considerar amigos.

-Carlos- gritó desaforado -Megamax- continuó mientras buscaba con la vista a alguno -Ororo, Jason, Sun Hee, Kyra.  Rápido, tenemos que salir de aquí es nuestra oportunidad.-  Comenzó a moverse por el pasillo en dirección a la celda más cercana de sus compañeros -Ángeles llegó el momento de irnos de este puto lugar- su paso comenzó a acelerarse como lo hacían sus pulsaciones.  -Rápido.  Reúnanse- Los instaba a salir de sus celdas, a aprovechar la oportunidad, debían moverse rápido antes de que todo terminase.

Aquellos años en el centro no habían sido más que un tormento para Sun Hee. Años de ira, de tristeza, de sufrimiento, alimentándose del odio de aquellos que deseaban mantenerla encerrada, lejos del resto del mundo. Al menos, había hecho algunas amistades. Como la banda de la Nahuel, o Ciara. No obstante, todo aquello no era suficiente para que la joven se olvidara del hecho de que había sido separada de sus padres, alejada de todo, tan sólo para ser tratada como una cosa extraña, un monstruo que amenazaba al resto de la humanidad. Aquello… era completamente despreciable. Extrañaba a sus padres… pero a la vez recordaba muy bien que estos habían optado por abandonarla. No la habían defendido, evitado que se la llevaran, que la alejaran de ellos. No. Simplemente habían permitido que la encerraran en ese horrible lugar, debiendo de consumir aquella maldita medicación, junto con el maltrato de sus cuidadores. Los primeros dos años… había llorado en demasía durante la noche, sola en su habitación, preguntándose si sus padres la extrañarían. No obstante, a medida que el tiempo pasó, la mentalidad de la joven se volvió más fría respecto a sus padres, o al resto del mundo. La humanidad no era más que una enfermedad que requería de un buen liderazgo. Y esos eran los metahumanos como ella. Tenían miedo de lo que era mejor que ellos.

Sea lo que fuera, mientras se encontraba reflexionando, por enésima vez, sobre la necesidad de que la humanidad comprendiera que había quedado en el caso, una voz no tardó mucho en llamar su atención, haciendo que la joven Sun Hee se estremeciera y mirara a su alrededor, como si esperaba encontrar a alguien dentro de su habitación. No obstante, no vio a nadie. Sólo podía escuchar la voz resonando en su mente. - ¿Eh? – Preguntó, sorprendida, antes de comprender que alguien, con un poder particular, había optado por meterse en su cabeza. - ¿Quién eres? – Le preguntó, confundida, antes de que su expresión cambiara a una de total sorpresa. – Mei… ¿Sacrificios? – Preguntó, sorprendida, mientras intentaba comprender de qué hablaba. Sacrificios… No dudaría en sacrificar lo que fuera necesario para obtener la libertad que anhelaba. Si deseaba cumplir su deseo, primero debería de escapar aquel horrible lugar, y si para eso requería de sacrificar varias cosas, no lo dudaría ni por un segundo. – Está bien. – Dijo al final, a medida que se levantaba de su cama, decidida, antes de que el caos se desatara en el centro.

La puerta de su habitación se abrió, y con ella, la del resto de los “internados”. La joven observó sorprendida aquel fenómeno más que peculiar, antes de esbozar una amplia sonrisa, complacida por aquel evento de buena suerte. No sabía si saldría viva de aquello, pero al menos intentaría sobrevivir en lo posible. La explosión no tardó en llegar, y con ella las alarmas. La voz de Sylvester hizo que Sun Hee frunciera el ceño, realmente cabreada. – Cabronazo… - Masculló de mal humor, a medida que daba un paso hacia afuera, con la intención de abandonar su habitación. Era la oportunidad de oro. Mei tenía razón. Era salir o morir, y ella no pensaba quedarse en ese sitio con los brazos cruzados. Tal vez alguno de los otros internados lo aceptaría, pero no ella. Era la oportunidad que había estado esperando. – Nada va a retenerme. – Dijo con frialdad, la mirada entrecerrada, dispuesta a recobrar lo que le habían quitado. Las palabras de Sylvester, en la radio, hicieron que la joven chasqueara la lengua, realmente molesta. Medidas letales. Muchos ni siquiera desearían herir a los guardias, y el cabrón estaba ordenando que les dispararan. Desgraciado. – Eso hay que verlo. – Masculló entre dientes, realmente enojada, dispuesta a hacer uso de la violencia si era necesario. No eran más que unos ignorantes, unos necios que no comprendían que temían aquello que era mejor que ellos. Sea lo que fuera, Sun Hee no dudó en salir, dispuesta a escapar. Si bien, primero debería de encontrar a Ciara, y posiblemente a la banda. No podía dejar que Ciara fuera herida. Era alguien que apreciaba en demasía.

.       - Hola Mei, muchas gracias!    Pero por favor me puedes decir quiénes, cuántos son y dónde están ustedes y cómo o por dónde podemos alcanzarles? -       Dónde y responde Ororo a la gentil voz en su cabeza mientras qué se rueda sobre su cama para zafar de la orilla del alambrado de su cama una cuchara o cuchillo pulidos previamente para asomar los por la puerta para mirar con un reflejo en ellos si alguno de los alrededores está ocupado por guardias esperando un intento de escape para pararlo de inmediato, solo hasta reconocer que no hubiera guardias alrededor dice Ororo mentalmente como si susurrara:

          ,,- Hola vecino!     Has escuchado todo ese escándalo?     Desde donde están ustedes pueden reconocer alguna trampa por parte de los guardias? -.      Solo hasta escuchar su(s) respuestas y dependiendo de ellas se asoma por la celda para identificar de inmediato una vía de escape, antes de 

Clint despierta mirando al techo, había dormido boca arriba, no era lo habitual, normalmente dormía de lado pero desde que su siamés se desprendiera de él siete años atrás había tomado el dormir boca arriba como un lujo que jamás conociera antes. La voz hace que permanezca todavía en un trance onírico, sin distinguir bien la realidad hasta que se abre la puerta... la mira despertando y escucha la voz de O'Connor, cierra los ojos fuerte... él es el hombre del saco, de todo el centro le teme como al que más. La explosión hace que Clint se estremezca y deba salir de debajo de la sábana otra vez, colocándose en medio de la habitación como si de un terremoto se tratara. 

De nuevo esa voz, instándoles a salir.... los guardias vienen, se estarán preparando, no quiere ni pensarlo pero tampoco quiere quedarse en esta isla. Apenas conoce a nadie, echa de menos Houston y sus bosques. Da unos pasos hacia el pasillo, para escuchar al resto... van a cerrar las puertas, no puede quedarse dentro o no podrá elegir qué hacer... irse, o quedarse... podría hacer ambas. Se concentra en su poder, es inútil, no puede ¿y de qué serviría? Les matarían a ambos

Se coloca unos pantalones de chándal algo raídos por encima del pijama y una sudadera, hace doble nudo a las bambas y observa su habitación ¿Va a hacerlo? Un par de pasos hacia la puerta, hay movimiento ahí fuera. Vuelve sobre sus pasos y mete la mano en la maceta improvisada para sacar la semilla de aguacate de la que un brote verde y sano ha empezado a salir, apenas tiene raíces, no echará de menos la maceta. Guarda el brote en su bolsillo y llega hasta su puerta, se asoma con cautela, esperando escuchar los disparos de los guardias, observa con temor la puerta que antes era solo una división, una señal de prohibición, ahora parece que le amenaza con no volver a abrirse nunca, inspira corto y da un paso hacia afuera.

Como tantas otras noches, a Alex le estaba costando mucho dormir. La niña que mostraba tanta seguridad y rebeldía delante de todos, odiaba estar encerrada y sola. Tenía miedo de que la puerta se abriera y entrara el jefe de seguridad O'Connor para hacerle cosas horribles. Desde que había estado en sus manos durante toda una semana, la pequeña no descansaba bien. Se pasaba la noche despertando ante cualquier sonido e imaginando que era él que entraba a torturarla de nuevo. 

Consiguió dormirse y unos pasos cerca de su puerta la desvelaron nuevamente. Se arrebujó en la mantas, hacía frío y por mucho que se tapara no conseguía entrar en calor. Cerró nuevamente los ojos e intentó pensar en su mamá. Hacía tanto tiempo que no sabía nada de ella... ¿Estaría buscándola o ya se habría olvidado de ella? Mamá... Pero le costaba mucho recordar su rostro. Poco a poco había ido borrándose y por mucho que se esforzara no conseguía recordar su sonrisa, su olor... 

De repente una voz habló dentro de su cabeza. Alex se incorporó como un resorte y se quedó mirando hacia la puerta abierta, con los ojos abiertos como platos. Su corazón latía con fuerza al escuchar aquellas palabras de esperanza y libertad... Tanto tiempo deseándolo, rebelándose contra los guardias y recibiendo uno y otro castigo para al fin... 

Sus ojos azules se posaron sobre su calzado. Tenía que moverse deprisa, no podía dejar escapar aquella oportunidad. En ese momento una explosión hizo que su habitación temblara. Era verdad, alguien les iba a ayudar a salir de allí... Entonces la voz de O'Connor retumbó por los altavoces, provocando que la pequeña empezara a temblar. Sintió un sudor frío en la espalda y una garra que atenazaba su garganta. Respiró profundamente. No puedo quedarme aquí... No más... Nunca había tenido una oportunidad como aquella y no podía permitir que aquel orangután se la fastidiara.

Se levantó, cogiendo las deportivas y calzándoselas. No tenía la costumbre de desabrocharse los cordones, así que tan sólo tenía que meter el pie y hacer un poco de fuerza. Cogió una sudadera con capucha de encima de la silla y se asomó por la puerta para ver qué ocurría en el pasillo. 

Había escuchado las órdenes de matar. Sabía que aquello iba en serio y sus amigos seguro que harían lo posible por salir de allí. Pensó en Baltazar, en buscarle para ir juntos. Pero otro rostro se sobrepuso al de él. Elí... El muy tonto seguro que se quedaba en su habitación. Que haga lo que quiera... Se dijo mientras recordaba a su amigo. 

Pero no podía permitirlo... Sabía que nunca se lo perdonaría... Apretó con fuerza los dientes y se colocó la sudadera, cubriendo sus cabellos pelirrojos con la capucha, mientras salía al pasillo y empezaba a caminar hacia el dormitorio de Elí. 

Despierto sobresaltado, primero por la voz que escucho en mi cabeza - Mei?, no conozco a ninguna Mei, verdad? -pienso mientras me incorporo en la cama y veo como la puerta de mi celda se abre, me acerco a mirar sin salir cuando en ese momento se escucha una gran explosión en la distancia y me pongo alerta, todas las luces se apagan, las alarmas suenan y todo se transforma en caos, no se donde escuché una vez la frase "el caos es una escalera", pero hay que tener cuidado, se ha escuchado a Sylvester dar permiso para tomar medidas letales, y me da que a los guardias les va a dar igual si has intentado escapar como si no.

Miro mi brazalete por si hace algo raro, me recuerdo mentalmente que tendré que quitármelo, pero de momento no parece posible con las herramientas a mi alcance, así que de momento veré si alguien tiene un plan mejor, he escuchado que no solo mi celda se ha abierto, así que salgo al pasillo, primero buscando alguna cara conocida y después intentando recordar la ruta más rápida al exterior.

Dormía plácidamente cuando la voz en su cabeza le despierta y, todavía somnoliento se semi-incorpora sobre los codos para ver como se abre la puerta y en ese momento todo se precipita. Una explosión, temblores, las alarmas, la megafonía... Los ojos de Max se abren como platos según su cerebro empieza a hilvanar los acontecimientos.

Huye… huye y vive o quédate y muere… tú eliges

Ya completamente despierto y lúcido salta de la cama y se pone el chándal, su prenda más cómoda, y con premura reúne la otra muda de ropa junto con lo que pueda tener de comida, las mete en la bolsa de basura de la papelera y, bien atada, la mete en una mochila que se cuelga de los hombros. Ya estaba listo... ¿Ya?, no aún no, la pulsera... Introduce los dedos pulgar e índice entre la pulsera y su piel y tira con fuerza para arrancarla dejándola bajo su almohada así si alguien intenta localizarle pensará que está en su habitación.

Con cuidado se asoma por la puerta y si no ve ningún guardia por las cercanías saldrá a buscar a Ciara, no podría permitir que nada le pasase a su dulce amiga... Y la promesa de tomar medidas letales contra nosotros dejaba bien claro como terminaría la noche para los que no consiguieran escapar, ¡no podía permitirlo!

Aquella noche me metí en la cama esperando que fuera una noche sin sueños. Si visiones. Sin extrañas escenas. 

Pero lo tuve... Aunque era raro... Primero la voz... Era la primera vez que tenía un sueño así, en el que alguien me hablara de aquella manera... Y luego las puertas... Y la alarma... Y desee despertarme. Hasta que me di cuenta de que, todo aquello, por una vez, no era un sueño. 

Me levanté, me acerqué a la puerta y miré por el pasillo. ¿Habría gente saliendo? ¿Algunos se quedarían? Desde luego el mensaje del capullo de Sylvester no fue de ayuda. Nos quería a todos muertos. Sin ningún tipo de duda. 

Di un paso al interior de la habitación. Desde luego no quería quedarme allí. Quería salir. Pero no quería morir.

Por eso cerré los ojos e intenté concentrarme. Intenté tener una de mis visiones. Una que me dijera por dónde aparecerían los guardias o hubiera peligros que esquivar. 

Su pudiera tener alguna visión, saldría de la habitación esquivando los peligros y alejándome por el pasillo que hubiera visto. Pero en el caso de que no viese nada, me alejaría con cuidado por el pasillo y me dirigiría a ver a Dan Spencer, lo primero sería coger algo de mi habitación que pudiera usar para defenderme: a lo mejor la barra de hacer dominadas podría quitarla y usarla de porra improvisada o algo similar. Después saldría al pasillo e intentaría buscar con la mirada a Cooper e Irwing. 

Sufría una terrible pesadilla que terminó con una enorme explosión que lo despertó, aturdido pues el sonido y temblor eran reales. Una voz en la cabeza que no comprendía realmente y de pronto un anuncio. - ¿Han atacado el centro?... Asustado se levantó de la cama y miró por su ventana. El anuncio decía que se quedaran todos en las habitaciones y serían castigados, eso le hizo quedarse ya que bueno, era obediente por naturaleza. No fue hasta que escuchó entre interferencias a Sylvester decir que los mataran a todos. -¿QUÉ? Ansiedad, pánico, le daba miedo y lo único que llegó a comprender bien era el mensaje mental que recibía... Huir y sobrevivir... ¿Pero como? Quería ir con sus padres, deseaba estar al lado de ellos más que nada... **Con las manos temblorosas ató la sábana a los barrotes de la cama y abrió la ventana para poder saltar hacia el suelo, asustado por no saber si podría lograrlo o saldría terriblemente mal. Sabía de estas técnicas gracias a la ingeniosa de su mejor amiga Alex, pero aplicarlas le era complicado y estresante... Quería verlos a todos, saber que todo estaba bien y que era una broma pesada o algo similar.

**(Si  no se puede ir por la ventana porque tiene barrotes)

Con las manos temblorosas, abrió ligeramente la puerta de su habitación, tenía que ir con sus papás, tenía miedo del anuncio del señor Sylvester pero no tenía idea de si podría correr a través del pasillo sin acabar mal en el intento. 

Estoy inmerso en un sueño, me encuentro al lado de dos adultos, o al menos creo que soy yo, una versión anterior de mi propio ser, un niño asustadizo y hambriento, pero por alguna razón feliz, miro el rostro de esas dos personas, pero es borroso, siento que debería recordar esos rostros, pero soy incapaz de hacerlo, cada uno de ellos me toma de la mano y parece que me miraran con una gran sonrisa en sus rostros, y cuando pareciere que íbamos a empezar a caminar ocurrió, otra voz en mi cabeza, cuantos años llevo ya soportándolo y aun así no me acostumbro, pero gracias a Kyra he llegado a pensar que podría llegar el día que pueda controlarlo, el día que no me moleste.

Estoy listo, comienzo a concentrarme para intentar sacar esa voz de mi cabeza, pero me doy cuenta que hay algo diferente esta vez, no soy yo quien la esta sintonizando, es ella quien me sintoniza a mí, mis ojos se abren de par en par.

“Hay alguien con habilidades similares a las mías”

La idea me da escalofríos, pero tal vez ella pueda ayudarme a controlarlos y entonces la puerta se abre como si un nuevo día comenzara, pero aun no es la hora de que eso pase y la voz vuelve a hablar.

Escuchar esa voz es tan diferente a la de otros, hay tanta paz en sus palabras, me levanto de mi cama, estoy algo desorientado, hasta hace poco estaba en un sueño recurrente y ahora parecía que algo se movía en las sombras del centro.

Soy una persona tranquila y difícil de sorprender, pero la explosión me hizo chocar con la realidad y entonces el general sádico hablo, no pude evitar fruncir el ceño ante sus palabras, pero todo es peor cuando la megafonía vuelve a sonar, el odio en sus palabras y su agresividad, son cosas que ya había visto antes en su pensamiento, pero ahora era peor.

Y ahí estaba una vez más, esas palabras, pero tras ellas estaba la oscuridad, hasta ahora había vivido pasivamente en este lugar, evitando los problemas, pero con la llegada de Mei algo cambiaria y esta vida ya no era una opción, me vestí con mi ropa de diario y me aproxime al cajón de la mesa de noche para tomar a mi amigo ratón, me concentre y le envié sentimientos de tranquilidad, para que se subiere a mi mano y luego colocarlo en el bolsillo de mi Chandal.

Camine hasta la puerta sin salir e intente algo, algo que no había intentado hasta ahora, pero ¿Qué podía perder?

Cerré mis ojos y comencé a respirar, empecé a concentrarme en Mei, pensando “Mei, ¿puedes escuchare?”, me sentía en cierta forma un idiota estando allí e intentando contactar mentalmente a alguien que jamás había visto, que no sabia donde estaba y menos aun si yo era capaz de hacer tal cosa.

 Caída la noche luego de otro día normal en el centro, refiriéndome a los estándares del centro y no a lo que afuera se consideraría normal, esperaba poder tener otra noche tranquila y sin complicaciones, como mucho tener que soportar alguna disputa de algún ingresado con ganas espontaneas de molestar a los guaridas, pero parecía que no era lo que la noche tenía preparado para el centro.

 -¿Hmph...? -despertando en mi cama al escuchar aquella voz, me quedaría mirando un tanto atontado el techo mientras escuchaba de manera prácticamente inconsciente lo que aquella mujer decía, sin prestarle demasiada atención hasta que el ruido de la puerta abriéndose me hizo incorporarme de la cama, mostrando una expresión de auténtica sorpresa. -. Vaya...

 Al principio consideré que pudiese tratarse de un intento de fuga masivo por parte de alguno de los ingresados nuevos, de esos que no estaban al tanto de la alta seguridad del centro y no lo entenderían hasta intentarlo, pero la manera en la que todo el lugar se sacudió y la electricidad falló me hizo darme cuenta de que era algo un poco más grande que eso, siendo que las indicaciones de Sylvester seguidas por las duras ordenes que daba a los guardias era suficiente para saber que era algo que incluso a él le preocupaba. Lo que sea que estuviese sucediendo, estaba a un nivel distinto a cualquier otro motín.

 Las últimas palabras de aquella voz femenina parecían ir enserio, tanto como las de Sylvester al ordenar el uso de fuerza letales contra los integrantes para evitar su huida...

 Por un lado ya se había decidido hace mucho tiempo a no intentar llevarle la contraría a los del centro para evitarse problemas, pero por otro, ya había pasado mucho tiempo desde que se había ganado un merecido castigo, y si tarde o temprano lo iba a ganar igual y valía la pena que fuese por algo verdaderamente grande y con posibilidades de salir bien.

 -Bueno, quién no lo intenta... -concluí pasándome la mano para desperesarme, yendo al lavado en mi habitación para mojarme un poco la cara y terminar de despertarme.

 No tenía pertenecías que quisiera llevar conmigo de lograr salir, por lo que solo me quedaría caminar hacia la salida de mi habitación y emprender mi huida a paso acelerado pero precavido.

Mensaje telépata, puertas abiertas, sin duda la oportunidad que esperaban la mayoría, a Puleun no le preocupaba demasiado un posible castigo pues no tenía intención de huir, pero se filtró el mensaje agravante del drástico sylvester "medidas letales contra todos" ¿Eso incluía a quienes se quedarán en sus habitaciones? Ese majadero nunca debería hablar, era desagradable escuchar su voz... ¿Debería esconderse en el baño y esperar? Hacía tiempo que no sentía aquella sensación y no la añoraba, ansiedad; una nube que no se esfumaba y empeoraba con tanto ruido, y en un rincón apareció una silueta que aún no se formaba del todo.

"Un monstruo" ahí estaba esperando algo, sin una forma precisa, antaño tuvo a su madre para consolarle, hasta que uno de esos monstruos la asustó, arrebatándsela de su lado... Otro apareció poco después y atacó a su padre, y aunque se los merecía, bien pudo haberle atacado a ella.

Huir no le parecía inteligente, pero esperar a que el monstruo se acabara de materializar tampoco le parecía lo mejor. Pensó en que tal vez debiera ir al laboratorio médico, "maldición" odiaba esa situación...

Denzel se movió en la cama, en un estado de duermevela. Cuando la voz resonó en su cabeza no sabía bien si estaba dormido o despierto.

El no quería la libertad, no había nada allá afuera que le pudiese interesar, no le esperaba nadie, ni tenía una sola inquietud, por eso no entendía a aquellos que trataban de fugarse constantemente.

Así que simplemente se giró tratando de reconciliar el sueño, al oír aquella voz. Pero entonces se abrieron las puertas, y con ello empezó el caos.

Denzel no sabía muy bien que hacer, por un lado les habían ordenado quedarse en las habitaciones. Y el era un chico obediente que siempre cumplía las ordenes, ya que si no lo hacías te castigaban, y el odiaba los castigos, en especial aquellos que venían con dolor. Por otro lado, no sabía que harían Tiana e Ilia, en un principio supondría que harían caso a los guardias y se quedarían en su habitación. Pero ¿Y si no era así? ¿Y si decidían marcharse por miedo a lo que pudiera ocurrir cuando aquella escapada acabase?¿Y si se preocupaban por algún otro de sus amigos y decidían salir a protegerlos? El chico se quedó quieto durante un minuto, pensando todas las posibilidades, cuando escucho que se tomaran medidas letales. Aquello le asusto, no sabía que iba a ser de sus únicas amigas, y no quería perderlas. Así que cogió la baraja que tenía bajo el colchón y se dirigió en busca de sus amigas, si se habían quedado en la habitación simplemente volvería a la suya, pero necesitaba asegurarse de que ellas estarían bien.

Cuando Carlos sintió la voz en su mente no le costó entender lo que pasaba después de todo había una extraña familiaridad en la sensación, le recordaba de cierta forma a cuando el invadía la mente de otro ser. Esas palabras le dejaba saber que la tal Mei debía tener su poder bastante desarrollado, después de todo Carlos supuso que se estaba comunicando con todos los reclusos a la vez.

Ante las palabras de la Voz, Carlos se levantó no se había jugado el cuello por los críos para acobardarse ahora y así avanzo con cuidado hacia la puerta, si quería salir de aquí debería tener cuidado y reunirse con el resto de los ángeles y los críos, no los dejaría si se le da la opción.

El último anuncio de Sylvester puso en alerta a Carlos, tendría que tener más cuidado, pero no se quedaría quieto a que lo matasen, si lo iban a hacer se los pondría difícil, -Bueno, el cabron por fin consigue lo que siempre quiso una excusa para fusilarlos a todos-.

Después de las últimas palabras de la voz, Carlos abrió con cuidado la puerta e inspeccionó el pasillo, primero tenía que buscar a Jason era en el que más confiaba y después los dos podrían ver como reunirse con la banda o los chiquillos. Aunque en su mente también estaban Suzuka y Connor en principio deberían estar bien pero no sabía realmente que harían el resto de reclusos que no conocía.

Otro día había pasado, otra oportunidad para escapar no me había servido por lo menos en los cálculos que había hecho, por lo que me logre dormir profundamente, cuando de repente sentí una voz en mi cabeza lo cual no era mi imaginación, y me iba a levantar pero debía de ser una broma de alguno o alguna de los chicos/cas del centro, al rato escuche que las puertas se abrían de par en par, eso hizo que me despertase y cuando escuche la nueva voz que decía que escapemos, no lo dude así que salí de mi habitación para escapar, gracias a mi memoria eidética y mi habilidad para calcular matemáticamente todo recordaba los puntos de escape para salir de aquí.

En esos momentos me costo muchas palizas por parte de los guardias pero ya tenía trazado mentalmente el mapa de la instalación, así que no necesitaba buscar un mapa para escapar, ya lo conocía todo.

Así que aproveche para escaparme por los puntos ciegos que los guardias no consideraban importantes, deteniéndome cada vez que veía un guardia acercarse donde yo me encontraba por lo que me ocultaba en los puntos ciegos donde sabía que no buscarían, además que no tenían tiempo para buscar específicamente en esos lugares por el ataque al centro de investigación.

Arturo estaba dormido, cuando una voz femenina lo despertó, la idea de ser libre le agrado, de repente las puertas se abrieron automáticamente, Arturo estaba a punto de ir a buscar a sus amigas para poder escapar, pero sus pensamientos son interrumpidos por una explosión que hizo temblar la habitación, el anuncio de los altavoces de Sylvester hicieron al pequeño fruncir su seño, eso es algo que realmente no le importa, pero cuando escucho el mensaje que dio por él radió sus planes cambiaron, así que corrió hacia la habitación de Elí, tenía que sacar a su amigo de ahí, ya que estaba seguro de que el señor O’Connor tomaría esta oportunidad para matar a cuantos pudiera, sin importar si cumplieron o no las reglas.

Era una noche pesada como todas las noches en este pozo, entonces una voz femenina rompió la burda monotonía de la oscuridad, seguro una broma de alguna novata, o quisa incluso de alguna chica que había ocultado sus poderes, decidí cubrirme la cara y así ignorar aquel ridículo juego infantil, pero en ese momento el sonido de la puerta magnética se escuchó, ¿acaso es una alucinación?, ¿parte de la broma?, me levante atónito, la voz nos incitó a salir, pero necesitaba asegurarme de que era real, mientras mi mano se movía con temor hacia donde se encontraría la puerta de estar cerrada, sin embargo antes de poder comprobarlo con mis propias manos, se escuchó una explosión seguida de un mensaje que lo confirmo todo, O'Connor estaba ordenando que permaneciéramos en nuestras celdas, nadie habría planeado una broma con tanto detalle, era real.

Siempre me queje de los inútiles intentos de otros de escapar, salir de la prisión no era imposible, incluso era relativamente fácil para algunos, pero salir de la isla era lo que realmente sería imposible, solo necesitaban salir y buscarlos, y eso lo hacían para asegurarse que no hubiesen escapado, pues dejarnos morir de frío o hambre no sería ningún inconveniente para ellos, o quizá lo hacían para poder torturarnos, pero esta vez, justo ahora, había personas, personas como nosotros y que estaban aquí para ayudarnos, al fin tenemos una oportunidad real de salir de este agujero infernal, no puedo desaprovecharla.

Tomando una sabana, ropa negra y cubriéndome en ropa gris, para camuflarme aunque sea un poco en la oscuridad y las paredes del centro, él anunció que dio Sylvester, mientras me preparaba, no me sorprendió nada, mi vida siempre ha estado en juego en este lugar y es momento de arriesgarlo todo, usando una pata de la cama, tomo un breve momento para intentar arrancarme la pulsera, pero más importante, la volcó en el pasillo, me dará unos minutos más, es momento de correr silenciosamente gracias a mi vuelo.