Partida Rol por web

Los dos caballeros se miran entre ellos con expresión triste, meditando las palabras de Arkaeron. Con un gesto Derek libera de su control a los muertos, que vuelven a estar comandados por el nigromante. Amnyin, que ha permanecido en silencio desde que dio la amarga noticia mira con pesadumbre la vara curativa entre sus manos hasta que acierta a reaccionar acercándose al mago e invocando el poder mágico del objeto para sanar sus heridas más graves.

Entre todos reina un silencio espectral tras el desafío lanzado por Naldar.

Los enemigos ante vosotros sin duda han sido desmoralizados, sus jefes han muerto y una noche de fácil matanza se ha convertido en una batalla para ellos. Pero aún así superan a los defensores en una proporción mayor de diez a uno, arrasar la aldea, matar a sus habitantes y robar las pocas riquezas que pueda haber es algo muy fácil. Entre las tropas, los astutos gnols tienen inteligencia suficiente para darse cuenta, y los osgos fuerza suficiente como para imponer las órdenes a los más cobardes y débiles. Al menos a muchos de ellos.

Unas pocas flechas vuelan hacia la aldea lanzadas por la retaguardia y eso parece ser el detonante que precipita todo. La marea de enemigos se lanza hacia Asbrav, rugiendo y alzando sus armas preparados para acabar con toda vida que haya en la población. Algunos grupos, especialmente de orcos, quedan cobardemente rezagados, otros pocos huyen desapareciendo entre los árboles o simplemente en la oscuridad aprovechando el caos del combate. Sin embargo la gran mayoría de los enemigos se lanzan hacia los pocos y debilitados defensores, algunos cuernos graves resuenan dando la llamada al ataque. La carga es generalizada, por todos los flancos de la aldea a la vez.

Flechas incendiarias vuelven a trazar arcos hacia los tejados de Asbrav, a ese ritmo en cuestión de minutos todo será reducido a cenizas y la defensa es poco menos que imposible. La empalizada puede dar unos pocos minutos pero...

...en la mente de todos está la brecha norte de la muralla, por la que entró Arkaeron. Además de la puerta principal, cubierta por vosotros, los asaltantes tienen otra entrada limpia y despejada. Las tropas entrarán en la ciudad como corre el agua en un rio, matando todo a su paso.

La violencia vuelve a empezar en el campo de batalla. El momento es delicado. La moral de los compañeras está en el punto más bajo y las ganas de seguir luchando son pocas. Sólo un primitivo deseo será capaz de inflamar los corazones: la venganza.

En un momento como este, con dos flancos abiertos en la ciudad, es cuando se echa de menos la capcidad de dirección del caído Finrod.

Por la mente del gnomo pasan dos ideas, la lucha o la retirada al edificio principal de piedra, donde quedaríamos sitiados hasta quedarnos sin alimentos!

Por instinto más que por ninguna dote de mando Kandalian dice:

Amnyin y Derek, vayámos a la entrada norte. Allí reclutaremos a los aldeanos que queden para frenar la entrada del enemigo. El resto intentad contenerlos en la empalizada e iros retirándoos en caso necesario hasta el edificio principal.

Fuerza y honor. POR FINROD!

El gnomo echa a correr hacia la entrada norte sin saber a ciencia cierta si el drow y el caballero le siguen.

El nigromante permanece totalmente erguido con la daga maldita en su mano, tratando de parecer lo mas amenazador posible, despues da una orden sencilla a sus no-muertos.

Al frente, en linea protegednos.

Sin perder ni un segundo comienza a conjurar, saca de una de sus bolsitas una pizca de polvo y las moja con unas gotitas de agua, un par de gestos y unas palabras arcanas y el hechizo se materializa.
Sobre las cabezas de sus enemigos una especie de nube comienza a formarse, de la cual, comienza a caer granizo del tamaño de puños, golpeando a los enemigos y haciendo que su marcha sea mas lenta, pues correr se les hace casi imposible.

Pagareis cara vuestra osadía. Naldar Vuelve a la muralla, allí estaras mas seguro.

Alza su daga.

VAMOS COMPAÑEROS, POR FINROD, CACEMOS A ESTOS BASTARDOS, VENGUEMOS A NUESTRO COMPAÑERO, ESTO ES AHORA ALGO PERSONAL

Cargando con el cuerpo de Finrod entras en la aldea, adentrándote hacia la segunda línea defensiva donde esperan los aldeanos indefensos y los últimos combatientes defensores.

Todo parece indicar que la aldea está intacta, salvo algún incendio de poca importancia extinto ya. De querer arrasar la aldea habrían podido hacerlo ya, teniendo en cuenta además que en el norte hay una importante brecha en la empalizada.

En ese momento un puñado de flechas ígneas vuelan sobre los tejados y un rumor sordo se apodera de la aldea. Tienes la total certeza de que el ataque sobre el poblado se ha generalizado, el ejército se lanza contra todos los lados de la frágil muralla. Centenares de enemigos armados se abalanzan sobre el casi indefenso pueblo y en pocos minutos estarán por todas partes.

Unos aldeanos asustados están plantados ante ti mirando horrorizados el cadáver de Finrod, en ese momento oyes unos gritos de voz conocida.

Kandalian, seguido de Derek y Amyin, corren hacia el norte del pueblo cuando se cruzan casi contigo. En su cara se puede ver la alarma.

Las nubes se agolpan en unos segundos sobre la vanguardia del malvado ejército a las órdenes de Arkaeron, un mágico granizo llueve sobre los enemigos, en un radio de unos 20 pies los oponentes caen al suelo muertos por los impactos y el gélido frio o cubriéndose con sus ropas resisten a duras penas, avanzando lentamente contra el fuerte viento que ha sido invocado.

El temporal se mantiene unos segundos tras los que se desvanece, los enemigos que no han soportado los efectos por estar fuera de su radio continúan su carga, el frente de la ofensiva ha sido mermado y aún el hielo y la escarcha que ha quedado en el suelo ralentiza a los asaltantes orcos y gnols.

El sabueso negro que tan bien os ha servido en el combate se desvanece poco a poco y el caballero Derek sigue a Kandalian en su carrera hacia el norte de la población, acompañado de Amnyin.

En tu carrera te cruzas con Vanth, el bárbaro está cerca de la segunda línea defensiva y del almacén de piedra, rodeado por aldeanos asustados y unos pocos combatientes que no saben qué hacer. El jóven humano aún carga con el cuerpo del paladín en sus brazos.

El caballero Derek te ha seguido sin cuestionar las órdenes, como esperabas también Amnyin te sigue.

Vanth os ha visto y os mira con expresión desolada.

Kandalian frena su avance al ver a Vanth.

Vamos amigo! La ofensiva se recrudece. Estamos en serio peligro... Finrod puede esperar. Déjalo en un lugar seguro y regresa a las puertas de la ciudad. Hay que acabar con el enemigo! Después honraremos a los caídos.

El gesto serio y de dolor de Kandalian es trasmitido por entero al bárbaro humano.

Nosotros nos vamos a la entrada Norte, a cortar el avance de ese frente...

Sin más parte hacia el destino, seguido por Derek y Amnyin.

No resistirás mucho así, déjame...

dice Derek acercándose al bárbaro. Alza su mano libre de guante dejando su escudo a la espalda.

...los Dioses aún no nos han abandonado, guerrero, no del todo al menos. Que la fuerza de los Dioses de la batalla cure tus heridas.

sin cambiar su triste expresión Derek mira por última vez a Vanth, que siente como sus peores heridas mejoran, consciente de que cualquier despedida esta noche podría ser definitiva.

Buena suerte, guerrero. concluye, antes de seguir al gnomo.

Sintiendo el cambio en sus heridas el bárbaro queda unos instantes sin palabras, mientras los otros continúan su camino. El jóven dejó el cuerpo de Finrod a uno de los aldeanos no combatientes y observó alejarse al gnomo, el caballero y el drow.

Buena suerte...

repitió, con tono triste, sin saber si es escuchado pero sin poder hacer otra cosa que aferrar su espada con fuerza y ver a algunos de sus amigos hacia un destino tan desconocido como el suyo propio.

La marea de enemigos no parece cejar en su empeño, la carga continua hacia las puertas, aunque dificultada por el conjuro. Los laterales de la ciudad sin duda recibirán el ataque con la misma fuerza y seguramente no aguanten más que unos pocos minutos antes de abrirse nuevas brechas.

Ante la puerta el nutrido grupo de vanguardia corre contra los defensores, el choque amenaza con ser terrible.

La caballero observa al enemigo avanzar, la marea de bestias resulta intimidante pero ningún defensor muestra temor y la mujer no es menos. Sin embargo habla para todos mientras prepara sus armas para el inminente choque:

estemos preparados para retroceder a las barricadas...

El nigromante vio como poco a poco los enemigos se abalanzaban sobre ellos.

Replegaos, utilicemos la puerta como embudo, así tendremos que luchar contra menos a la vez y mis conjuros serán mas efectivos

Acompañando a mis palabras corro hacia la puerta

Esqueletos, seguidme hasta la puerta y protegedla

Una vez llegado a buen lugar, se gira y comienza a conjurar, al terminar, dos rayos de fuego salen de su dedo en direccion a los enemigos, uno contra uno osgo y otro contra un gnoll

A toda carrera llegas a la empalizada norte y en seguida ves la brecha, por ella podrían entrar casi media docena de orcos en línea y solo hay un par de aldeanos para defenderla.

Afortunadamente Derek y Amnyin te siguen, aunque han quedado algo atras, tambien cinco o seis aldeanos armados con lanzas y garrotes os acompañan, alertados por tus órdenes.

Mientras corres, rebajando un poco el ritmo para que te alcancen tus aliados empiezas a ver siluetas aparecer en el jirón de oscuridad que deja ver la grieta en la muralla. Orcos, gnols... un osgo. Poco a poco los enemigos se acercan haciéndose visibles para tu aguda visión a medida que se acercan a las antorchas de la empalizada. Las hachas, espadas curvas o mazas en sus manos tienen mala pinta. Los orcos tal vez sean estupidos, pero también muy fuertes, los ojos de los gnols brillan en la oscuridad con una ferocidad aterradora y los osgos, al menos un pie más alto que cualquier humano, tienen estampas intimidantes.

Medio centenar, quizá, de enemigos avanzan directamente hacia el trozo caído de muro. El lugar más vulnerable. Seguramente las demás bestias se reparten por todo el perímetro de la aldea tratando de abrir brechas nuevas o entrar por las mismas puertas de Asbrav.

Y en el lado opuesto de la muralla... ocho lanceros asustados, un caballero herido, el misterioso Amnyin y tú.

El gnomo llega seguido por sus aliados hasta la empalizada a tiempo de decir unas palabras a los pobres y asustados habitantes de Asbrav que se encargan de proteger esa zona.

Saludos amigos. Somos pocos pero nuestros corazones están con los vuestros. No somos de la ciudad, pero daremos nuestras vidas por ella y sus habitantes. Agarrad fuerte vuestras armas y luchad con coraje. San Culthbert os recompensará.

El gnomo escudriña la oscuridad haciendo balance de la confrontación inmediata...

Amnyin, ataca con el arco ahora que aún están lejos... Derek, confío en ti!