Partida Rol por web

Dejaste a Rodrigo en el callejon. Cruzaste el umbral de la puerta magica que se encuentra entre las sombras. Paseaste como de costumbre entre los negros pasillos cruzados de cadenas y algun que otro cuerpo colgado de los altos techos. Huele mal, y todo esta iluminado con una rojiza luz. Esta es la parte fea de la orden.
Pasan los minutos y llegas al amplio patio iluminado con antorchas de luz blanca que nunca se apagan.... Y alli te sientas y esperas audiencia...

(de indumentaria llevo una túnica negra con capucha, típica entre los miembros de la orden, con la capucha puesta. Debajo de ella mi indumentaria normal, incluyendo los puñales.)
Me limito a sentarme en silencio, a esperar.

Empiezas a oir varios pasos que se acercan al Patio.
Pasan varios minutos y ves llegar cuatro figuras con la tunica de alto rango. Se paran forman un semicirculo y asienten para luego mirarte fijamente... Te da muy mala espina, parece como si devoraran tu alma con tan solo mirarte, te da la impresion de que vas a morir alli mismo... no hay excapatoria... no hay supervivencia... es el fin....

Debajo de la capucha y tras las sombras de ésta, la cara de la espía muestra durante un momento una expresión de terror y miedo. Como si estuviera a punto de ser ensartada por el filo de una espada en una muerte inminente.
Pese a todo, consigue mantener la calma suficiente para controlarse e intentar no temblar.
Inquieta, se levanta, se quita la capucha y hace la tradicional reverencia, arrodillándose sobre una rodilla, a las cuatro figuras.
Espera en esa pose a que los sabios tomen la primera palabra, pues no es necesaria presentación alguna. Ellos conocen a la joven mejor que ella a ellos...

- Como ordenéis. - Dice La espía con un firme tono de voz. - Decídme cómo podré encontrar a Sabetodo y partiré de inmediato.

- No, mi señor. - Dice con tono firme - Partiré tan pronto como me sea posible. Levanta la cabeza y mira a los cuatro sabios con una expresión sombría y sonriente en el rostro. - Tened por seguro que no os decepcionaré.

La espía se levanta de su reverencial postura para acto seguido volver a colocarse la capucha y marcharse a paso lento y sigiloso.
``Quizá sea la última vez que vea esto.´´ piensa mientras recorre los pasadizos, los normales y los grotescos, con cierta mueca de descontento. ``Siempre puede ser la última...´´ Pensó esbozando una sombría sonrisa.

Al volver al callejón, volvió junto a Rodrigo.
- Vamos Rodri, hay trabajo...

Elena se detiene al escuchar la pregunta. Vuelve la cabeza hacia Rodrigo y esboza una pícara sonrisa.
- A La Aguja Negra, amigo mío. - Contesta, volviéndo su cabeza de nuevo, hasta quedar de espaldas al hombre. - Partiremos mañana por la mañana. Necesito de tus habilidades esta noche, puede ser un viaje largo.

Elena baja la cabeza, pensativa, y enmudece durante un momento. Luego vuelve a dirigir su mirada a Rodrigo, esta vez, con aire algo más serio.
- Necesito que elabores lo de siempre para mi y mis ``juguetes´´... Respecto al transporte, nos colaremos en alguna caravana con destino a la ciudad. Ahora volvamos, Tenemos cosas que preparar. - Dice esbozando su pícara sonrisa en la última frase. - Además, estoy algo cansada.

Pasais la noche en calma mientras Rodrigo elabora los venenos que le has pedido y uno especial. Te explica que las Llamas letales son para cuchillos arrojadizos que el mismo te da. Cuando te los muestra ves que tienen una capsulita de cristal en la mitad de la hoja. Al parecer se revienta por contacto violento y libera una espesa nube de color rojo, sus efectos son muerte por asfixia o por abrasion

Elena se dedica esa noche a preparar el equipo para el amanecer.
En un macuto, pequeñas raciones de comida y agua, un mapa, brújula y el dinero necesario. Sólo el necesario. El resto lo guardaría en sitios más protegidos.
También se encargó de medio hacer el macuto de Rodrigo, dejando que luego éste lo terminase con lo que gustara.

Elena se mostró muy complacida con Rodrigo por su trabajo, y sobre todo por el nuevo detalle.
Se lo agradeció bastante. Lo bastante que alguien como Elena puede agradecer a su mejor amigo.

Esa noche Elena durmió poco. No eran muchas las noches en las que Elena no tenía pesadillas y acababa desvelándose. De todas formas no le importó mucho pues tenía previsto despertarse pronto.

El plan era conseguir colarse en alguna caravana o carro de mercancías, o que fuera, que tuviese la ciudad como destino.

La mujer se levanta en cuanto Rodrigo la despierta.
- ¿Seguro? - Contesta mientras hace una pequeña pausa para reflexionar. - Entonces pongámonos en marcha, coge tu macuto. - Se levanta y se prepara, colocando discretamente los cuchillos envenenados (Normales) en la parte trasera de su cintura, pues una túnia será suficiente para esconderlos.
Tras esto, se dispone a abandonar su casa junto con Rodrigo para dirigirse hacia allí.

Rodrigo recoge sus bartulos y te sigue sin decir nada...

El plan es ir hacia los condados del oeste para hacerse pasar por gente de los mismos y colarse, por asi decirlo, entre las personas del lugar que se dirigen a La Aguja Negra.
Por el camino hacia los condados del oeste o hacia el grupo de personas de los mismos más cercano, cogemos las vías menos transitadas, atravesando incluso en alguna ocasión, algún bosque.
No durante la travesía, pero en cuanto van llegando y en los grupos de gente Elena toma esta apariencia.

Toma el nombre de José Rivera por si alguen le pregunta.
A Rodrigo cuanto menos le vean la cara mejor, y si preguntan se llama Juan Fernández.

Adquieres la nueva apariencia que una vez vistes por el mercado. Salis de tu casa y os encaminais hacia el oeste.
Te fijas en la calle predomina un gran pesar, todo parece triste y desolado, sucio y sin vida... pero no le das importancia.

Salis de la ciudad, no sin antes con la prada de un miembro de la Santa Orden* os para y os da la advertencia de que en esa direccion todas las tierras estan asoladas. Pero no haceis caso y continuais el camino.
Al principio todo tiene el tipico color verde, pero tras un dia de camino, la tierra esta mustia... A lo lejos veis un pueblo reducido a cenizas y mas lejos aun veis una caravana de gente...

Intentando guardar el disimulo y la discreción, nos intentamos acoplar a la caravana. Intentamos parecer desamparados, con la cabeza baja, dando la impresión de estar demasiado pesanumbrados y absortos en nuestros pensamientos como para evitar que alguien se moleste en hablar con nosotros.

Avanzais con mas prisa que la caravana y os internais en ella, nadie os hace caso ni os presta atencion ni nada... todos andan con pesadumbre y tristeza.

Cuando pasasteis por el pueblo visteis numerosos cadaveres tirados, desmembrados, calcinados...

Al pasar por el pueblo, Elena no puede evitar estremecerse ante la dantesca escena. Desacostumbrada a ver tales masacres atraviesa el pueblo con miedo y temblores, incluso con paradas breves para vómitar por las nauseas y arcadas repentinas. Cada vez que Rodrigo se tiende a ayudarla, la mujer (Con la apariencia de hombre) lo rechaza y le hace un falso testimonio de sentirse bien.
Aún en la caravana, no puede evitar escapársele los temblores y algún que otro escalofrío.

Sigue la marcha intentando centrar sus pensamientos en... lo que sea.

Conforme avanzais a un lento paso, solo escuchas los lloros de la muchedumbre, de bebe, de mujeres y ancianas... no hay casi hombres entre los miembros de la caravana.
Subis otra colina, y cuando llegais a la cuspide de la misma, en la distancia vislumbras varias figuras de color negro y unas cuantas plateadas... Dirias que son soldados con sus armaduras...

N nn n nn no me ggggusta - te susurra Rodrigo algo asustado