Partida Rol por web

¿Cuánto tiempo llevabas viviendo en Grigori? Desde que habías escapado de aquel laboratorio junto Hina muchas lunas habían pasado. La luna del inframundo era hermosa, pero no se comparaba a la del mundo humano. El inframundo existía en un espacio dimensional dentro del universo, pero al mismo tiempo fuera de este. Su luna era artificial; grande, de un color verde. Su cielo de un púrpura tranquilizador lleno de constelaciones falsas; lo que diferenciaba al día de la noche era que el tono del cielo se aclaraba o oscurecía. ¿Cuántas fotos habías tomado ya a ese cielo? ¿En alguna ocasión tendrías la oportunidad de tomar alguna foto al cielo humano?

En Grigori llevabas viviendo doce años junto a tu tía Hina. Luego de que fuesen acogidos por Azazel, fuiste sometido a múltiples pruebas para entender lo que habían hecho con tu cuerpo. Los resultados, a opinión de los mismos ángeles caídos, eran algo impresionante, pero al mismo tiempo una completa aberración. Baal fue buscado por una gran comisión formada por las tres grandes facciones, pero nunca pudieron encontrarlo; parecía como si el ángel caído se hubiese esfumado de la tierra. No quedaron registros de que hubiese más sobrevivientes como tú. Te convertiste en una reliquia sagrada directamente protegida por Azazel; las investigaciones con respecto a tu creación se detuvieron y, después de Hina, Azazel fue el primero en darte el trato que te merecías como un humano.

A lo largo de tu vida muy pocas eran las personas cercanas a ti. Podías contarlas con los dedos de una mano. Sin embargo, una de ellas era tu único amigo: Val Belphegor. Lo habías conocido en Grigori hacía poco más de diez años. Acompañando a Azazel lo recibiste junto a un apuesto joven vestido de traje llamado Kiba Yuuto. Val los saludó a Azazel y a ti con mucha elegancia y amabilidad, tratándote a ti también como un igual, lo mismo hizo Kiba. Val sería internado para ser sometido a múltiples pruebas; había algo que no funcionaba bien en su cuerpo. Pese a haber nacido en una familia de clase alta en donde el poder demoníaco no era precisamente una carencia, el poder de Val era casi inexistente. A su edad no se había manifestado y, en esos momentos, nada lo diferenciaba de un humano. Delgado, un poco más alto que tú; aquél débil joven y tú no tardarían en congeniar.

La primera vez estuvo cuatro meses internado. Fue sometido a múltiples intervenciones quirúrgicas. De tanto en tanto nacían niños como él entre los demonios, pero era un caso muy extraño. Hasta el momento los únicos demonios vivientes con ese estado eran Sairaorg Bael, líder de la casa Bael y el pequeño Val Belphegor, hijo menor del clan Belphegor.

Era raro ver algún niño en Grigori, por lo común solo tú y Val caminaban por los extensos pasillos llenos de científicos con batas blancas. En un principio daba miedo, pero eventualmente se acostumbró a algo que tú ya estabas: ver por entre los grandes paneles de cristal de los pasillos los estudios sobre Sacred Gears que se llevaban en los laboratorios.

En los dos años que llevabas viviendo en los laboratorios desde que habías sido adoptado, habías descubierto que Azazel era un gran fan de los Sacred Gear. Lideraba un proyecto para replicar esos artefactos creados por el Dios de la biblia, la cosa iba por buen rumbo. También te percataste que aunque Azazel ya no era el líder de los ángeles caídos, muchos lo seguían tratando como si lo fuese. Los ángeles caídos eran raros, pero divertidos.

Los años transcurrieron apaciblemente. Tú y tu tía Hina de tanto en tanto visitaban Lilith, la capital del inframundo, y otras tantas ciudades. Los demonios también eran raros; el estilo de vida en el inframundo no era muy distinto al de la tierra, pero ellos tenían otras tecnologías en base a la magia. Viviste como un ciudadano más todos los siguientes años.

Esos años también te sirvieron para conocer a Val quien, poco a poco, fue logrando desarrollar algo de poder demoníaco. Sin embargo, nunca pudo desarrollar el suficiente. Llegó un punto que delimitaba cuánto poder podía alcanzar y los científicos habían llegado a ello. Val era muy débil, pero aprendió magia intentando suplir este hecho; al menos eso era lo que te contaba cuando sus visitas se hacían esporádicas.

Val era uno de esos demonios extraños; le agradaban los humanos y despreciaba la familia purista en la que había nacido. Contigo solía charlar y comportarse como un chico completamente normal y estando en Grigori también lo hacía. Sabías que algunos demonios de clase alta miraban por encima del hombro a Val, incluso su propia familia, aunque él nunca te dijo eso.

Todo eso nos llevó hasta el punto en donde estabas luego del segundo ataque a Agreas.

—Mira muy bien esto, mocoso. El secreto está en que el impacto cubra de lleno el cuerpo del sujeto de experimentación. Así, completo, completo —hizo unas florituras con las manos para graficar lo que estaba haciendo—. Luego el impacto debe ser... seco. De lo contrario moriría.

Quien estaba a tu lado era Armaros, uno de los líderes de Grigori. 

Era un sujeto extraño. Vestía como un villano de tokusatsu y de hecho era su afición. Más de una vez te había dado un susto de muerte diciéndote: "¡VENGA, HÉROE. LUCHA CONMIGO. DEFIENDE LO QUE DEBE SER DEFENDIDO!" y invocando lanzas de luz que haría que cualquiera se mease en los pantalones.

En esta ocasión Armaros te había traído a una prueba de resistencia que se solía hacer a los portadores de Sacred gears que se estaban estudiando. La prueba consistía en amarrar a los sujetos de prueba a un gran poste de metal y, con una grúa, estrellarles de frente una bola de demolición. Tú estabas en la puerta del galpón junto al ángel caído y veías cómo la bola de demolición empezaba a balancearse.

—Y luego... ¡BAAAAAAAAAAAAAAAAAM! —la bola de demolición se balanceó una última vez para dirigirse a gran velocidad hacia el hombre amarrado en el poste; se agitaba con fuerza tratando de zafarse y gritaba con sus ojos llorosos.

PAAAAAAAAAAM.

Se escuchó el impacto de la bola de demolición que se detuvo en seco luego de golpear al sujeto de prueba. El de la grúa hizo que la bola de demolición se echase para atrás y, cuando lo hizo, viste al hombre completamente intacto, con una barrera de color azul semitransparente frente a él. El sujeto se había desmayado.

—Si lo haces bien el Sacred Gear se manifestará y el sujeto de prueba estará a salvo —tal como él lo decía, el sujeto de prueba tenía amarrado en la muñeca un collar que no tenía antes; resplandecía en un fuerte color verde—. ¿Tomaste nota, Spike? 

-Espero que terminemos con esto pronto - Suspiro mientras miro distraídamente hacia el cielo púrpura, no sé para qué me ha traído Armaros hasta aquí pero tampoco me he molestado en preguntar, supongo que se tratará de algún nuevo tipo de experimento o prueba. - ¿Quien sabe? - Solo quiero terminar rápidamente con lo que sea y poder regresar a casa a jugar un rato con el ordenador, ayudar a Hina a preparar la cena y luego entrenar un poco con ella, pues cada día me gustan más las pistolas.      

Al entrar en el cobertizo me quedo mirando con curiosidad, pero a pesar de las palabras de Armaros me cuesta centrarme y ver algo más allá de un tío amarrado a un poste al que van a atizarle un golpe con una bola de demolición.  

Espera…  ¿sujeto de prueba? –  Comento frotándome el pescuezo- Si la finalidad de la prueba es hacer que el sujeto sufra un patatús, desde luego ha sido un éxito rotundo. -Comento, viendo que el desafortunado se ha quedado inconsciente.   

Tras tantos años en Grigori y sabida la afición de Azael por las sacred gears suponía más que sabía, que este tipo de pruebas serían frecuentes, pero aun así no me esperaba que usaran un método tan…  peculiar.  

Humm - Respondo indeciso a la pregunta de mi acompañante, frotándome el mentón sin tener aún muy claro cuál es mi papel en todo este asunto, ni para qué me han traído hasta aquí, aunque por las palabras de Armaros parece que me está instruyendo para manejar la bola de demolición… ¿Querrán darme trabajo cómo operario de una bola de demolición? Bueno, parece divertido.

Ajá. Un golpe seco. Si. Que cubra de lleno el cuerpo del sujeto. Vale. Creo que lo tengo…   y sino no te preocupes, la práctica hace maestros ¿verdad? -Le respondo  dándole una palmadita en la espalda, animando a mi acompañante a que ocupe el lugar del infeliz del poste, para dejarnos de tanta explicación teórica y pasar a la práctica – Venga probemos. Eso si, intenta no estornudar.  

—No te quieras hacer el gracioso conmigo, enano —Armaros te tomó de la parte de atrás del cuello de la camisa y te levantó unos centímetros del suelo con bastante facilidad—. Te estoy mostrando uno de los métodos más vanguardistas. Los sacred gear funcionan en base a las emociones. Indiferentemente de la emoción que sienta el sujeto, si es lo bastante fuerte, su sacred gear se mostrará —te soltó y volvió su vista hacia el sujeto del poste—. En este caso trabajamos con el miedo. Esta es una técnica que usamos en los laboratorios hace más de dos décadas; nunca nos ha fallado.

Por un momento Amaros se quedó en silencio, cruzado de brazos, mientras unos ángeles caídos con batas de científicos volaban hacia el sujeto de prueba para desamarrarle y bajarle del poste.

—No sé por qué, pero Azazel quiere que empieces a empaparte en las investigaciones —Armaros se bajó la gran y pesada hacha que tenía en la espalda y te apuntó con ella—. Solo espero que no seas un héroe infiltrado y nos traiciones. De ser así... —no hiciste demasiado caso a Armaros, porque sabías su complejo de ser un villano de tokusatsu, además de que estaba bastante chiflado... como los experimentos que siempre se llevaban a cabo en Grigori. A pesar de que era la primera vez que veías el experimento de la grúa, habías visto unos cuantos mucho peores a lo largo de los años—. Te amarraré al poste y no dejaré que la bola de demolición se detenga —y después de eso se soltó a reír como un villano. Armaros estaba completamente chalado de la cabeza.

-Muy bien, muy bien…

Dijo Spike cayendo con agilidad después de que lo soltara su interlocutor.

-Si quieren que me empape de esas cosas debería tener un aliciente ¿No lo crees?

Miro al sujeto desmayado, aquello era entrenamiento, cierto, pero toda su vida parecía consistir en eso y de alguna manera, ya se estaba hartando, aunque sabia que era su deber para con Azazel, solo quería tal vez… alguna recompensa.

-No crees que ir a conocer a alguna chicas demonio podria ser un buen aliciente, llevo toda mi vida queriendo saber si aquí son tan… malos como dicen los mitos, y si las chicas son igual de malas.

Descargando sus frustraciones como comentarios picantes, se calmo y tras recobrar la compostura miro todo el lugar.

-Bien ¿Qué sigue?

—¿Qué sigue? ¿Cómo que qué sigue? —te dijo Armaros, como si le estuvieses haciendo una pregunta estúpida— ¿Qué se yo? ¿Acaso me ves cara de ser tu madre? Solo se me encargó mostrarte esto. Ve a dar una vuelta por ahí o algo —de forma bastante grosera Armaros te dejó en donde estabas para ir a ver al tipo que acababa de ser torturado. Ese tipo siempre había sido así de grosero, no había mucho que pudieses hacer o muchas cosas que pudieses reprocharle; claro, siempre y cuando no quisieras que te partiera en dos con su hacha gigante.

Confundido por la corta expedición hacia los infames experimentos, saliste del almacén con dirección al despacho de Azazel. Probablemente era mejor plantearle lo que deseabas: una recompensa. Estaba bien todo lo que había y seguía haciendo por ti. Te había dado un techo, educación y todo lo que un niño podía haber necesitado; tu tía Hino se había encargado de entrenarte, acompañarte y darte el amor que necesitabas. Pese a tu pasado, no podrías decir que los últimos años habían sido malos.

Recorriste el camino al despacho de Azazel saludando ocasionalmente a uno que otro científico con el que ya estabas familiarizado; después de todos, llevabas muchos años viéndoles.

El despacho de Azazel se encontraba en el último piso de los laboratorios. Después de unos minutos de caminar por largos pasillos blancos y subir por ascensores, llegaste frente a las dos grandes puertas con hermosos tallados de madera. Tocaste primero. Una rasposa voz te dijo desde dentro que pasases. Empujaste una de las puertas y pasaste de forma casual; ya existía esa confianza. Lo que te encontraste fue aquello que se venía viendo desde que, hace un mes, el ataque a Agreas había sucedido: un completo desastre.

Azazel estaba detrás de su escritorio; había varias botellas de whisky alrededor de este, la mayoría de estas vacías ya. Una copa a rebosar estaba al lado de estas; parecía que Azazel bebía su whisky sin hielo. Sobre todo el escritorio habían diferentes carpetas y papeles regados; muchos de estos papeles también estaban por el suelo. Bueno, en general todo era un chiquero. Envases de ramen, latas de cerveza, papeles y hojas arrugadas por toda la sala. Podrías decir que casi no había lugar para sentarse. Y es que, a pesar de lo ostentosa de aquella sala occidental, no se podía rescatar demasiado por semejantes fachas. Los espectaculares cuadros se veían opacados por la basura, las hermosas paredes color pastel no estaban a juego con las latas de cerveza y, aunque habían solo paneles de vidrio detrás de Azazel, cosa que brindaba una espectacular vista, el ángel caído había corrido las cortinas para que ni un solo rayo de luz entrase; la única luz que podías ver era gracias a bombillas.

Y pues Azazel... ¿qué decir de Azazel? Estaba hecho un desastre, tanto como su sala. Su barba estaba crecida de días y todo su aspecto estaba desaliñado. Estaba vestido con una camisa desabrochada que al parecer tenía días sin quitarse. Realmente no parecía más que un viejo borracho.

—Oh, Spike. Eres tú. Pasa, pasa —te saludó de forma casual mientras pasabas—. ¿Cómo te fue con el entrenamiento, divertido? Seguro que sí. Las primeras veces siempre es divertido —echó abajo los papeles que estaba ojeando para mirarte y se llevó a la boca el vaso de whisky; prácticamente bebía de este como si de agua se tratase—. Oh, siéntate. ¿Quieres un trago? Creo que dejé un vaso por allí —como siempre, era bastante despreocupado como para ofrecerle alcohol a un menor de edad.

Spike retuvo sus ganas de contestar, que le guardase respeto no era lo mismo que soportar tanto internamente lo que le hacia, en su interior un mini Spike le gritaba e imaginaba que le pateaba el trasero a ese fantoche de Armaros.

Con los años ese que consideraba su hogar en momentos de melancolía se preguntaba si era diferente a la cárcel que sufrieron sus hermanos, los demás clones, aunque solo era fugaz, no era la primera vez que le ocurría tener ese pensamiento, por lo cual pensaba que un cambio de aires le vendría bien.

-¡Qué hay!

-De divertido nada, esa cosa podría hacerme añicos sin problemas y seguramente Armaros te diría que fue un accidente.

Quizo tomar aquella bebida, no era su primera vez tomando alcohol, pero siempre fue a escondidas y casi siempre por culpa de Azazel, solo que el respeto por su tía.

-¿Olvidas que soy menor? Si Hina te escuchase…

Sentandose a un lado aguanto sus ganas de beber y le pregunto.

-¿Cuanto tiempo estaré aquí?

Azazel soltó una carcajada al escucharte, más divertido que nada; probablemente esa fuese su forma de darte la razón. ¿Tal vez te había mandado allí para tomarte el pelo?

—¿Le temes a esa mujer? Sabes, Spike, si te dejas controlar desde tu juventud terminarás siendo controlado durante toda tu vida. Con esa actitud probablemente te consigas a una linda chica de mal carácter que te prohíba ir con tus colegas a un cabaret de pechos. No es algo demasiado alentador —parecía que la mitad lo estaba diciendo en broma y la otra mitad en verdad se la creía. Bueno, no podías esperar demasiado de un viejo inmoral la mayoría del tiempo... y, además, borracho.

—¿Otra vez esa pregunta? —dijo, mirándote por encima de su vaso, una vez se terminó todo el contenido de un trago— El tiempo que sea necesario, al menos. No puedes asomar tu linda cabeza por el mundo humano, ¿sabes? A pesar de que las tres facciones estamos en buenos términos, tu existencia es algo que la iglesia aún no se contempla. Bueno, al menos no todos. Podrías decir que una parte de ella no quiere erradicarte, pero otra gran parte sí. En cuanto al inframundo... Sí, probablemente no sea buena idea que un humano con genes de ángel camine entre demonios, ¿no te parece? —Azazel tomó la botella de alcohol sobre su mesa y volvió a llenar su vaso. Mientras lo hacía, pareció recordar algo— Oh, por cierto. Val se comunicó conmigo. Dijo que mañana vendría a proponerte algo —una sonrisa pícara se pintó en su rostro—. Naturalmente yo sé de qué se trata, aunque no te lo diré. 

Spike trato de negar un argumento tan acertado, aunque fuese también su culpa por negarse a tomar aunque solo un trago, pero tal vez la razón mas directa, es que… no había nadie a quien impresionar y si una familia a la cual respetar.

-¿Y como quieres que lo sepa? Hay un limite en lo que se puede conocer de chicas aquí. Solo mi tía y ni se te ocurra meterme ideas raras en la cabeza.

Cuando le recordaron sus motivos de estar “a salvo / encerrado” asintió con desgana.

-Lo se, lose, es la misma perorata de siempre. A este ritmo me voy a volver fan de las chicas 2D.

En ese aspecto no le faltaba información, ya fuese por ser un laboratorio o por su encierro, tenia a su disposición montañas de material grafico del sexo opuesto y Azazel parecía una extraña fuente de recursos tipo Idol, Manga y demás cosas similares.

-Me voy a volver un otaku. Y no es por gusto que no salga, tu mismo lo dijiste, pero al menos tuvieras alguna linda asistente.

Un reproche al aire por lo del cabaret de pechos, podia imaginar todo lo que quisiera, pero era lo mismo que hablar del mar y no verlo en persona, esas dos montañas tan magnificas que eran su Dorado, su Shambala, le eran tan lejanos como aquellos sitios.

Así que se alegro de distraer su mente de esas bellas esferas con el asunto de Val.

-No me lo dirás… ¿Tal vez pueda comprar tu silencio con algún favor?

Quería saber aquello, aunque tenia la paciencia de su lado, era el asistió lo que le insistía a comprometerse por adelantar un poco de la diversión o quizás un cambio en la rutina.

Puede que en algún punto se hubiese planteado, precisamente, meterte ideas raras con respecto a tu tía Hina. Sin embargo, ante tu negativa anticipada, cerró la boca. Se divirtió con tus quejas, pero no pareció darles mayor importancia, al menos hasta que mencionaste.

—Hay lindas chicas por todos lados, ¿de qué hablas? Estás rodeado de lindas ángeles caídos —lo decía con cierto orgullo... y no podías quitarle la razón. Muchas de las chicas ángeles caídos que te topabas en Grigori eran hermosas. Bueno, ¿qué podrías esperar de seres que antes eran ángeles? La más hermosa de todas, quizá, era una de las líderes de los laboratorios, Sahariel—. ¿Qué pasa? ¿Acaso el pequeño Spike ha crecido tanto hasta el punto de...? —levantó una mano y hizo el gesto de pellizcar algo al aire, con una media sonrisa. Rió un poco y, por fin, calló su boca llevándose el vaso a ella.

—Interesante —respondió Azazel, claramente fingiéndose interesado por tu propuesta—. ¿Qué puedes ofrecerme? Espero que sea algo bastante bueno. Oh, y que no involucre a tu tía Hina. Es bastante linda, pero su carácter puede llegar a ser algo... histérico cuando se lo propone.

Spike no negó aquello, tal vez sus dudas no estuvieran fundamentados, pero el sentía que su razón era aquel confinamiento.

-Si ves la misma cara un día tras otro, dime que sentirías, no hay variedad… Por más variada que fuese, ademas conoces a mi tía, con ella cerca… -Un escalofrió recorrió su ser, desobedecer a su unica familia lo hacia sentir mal y más aun si agregaba el miedo que le producía Hina enojada. No se puede disfrutar.

-Si hablas de que crecí, al menos a mi me parece que si, querer salir, expandir mis horizontes, tal vez te suenen raras, pero estoy seguro de que tal ve tenga anotados todos los numeros de ventanas, tornillos y focos que hay en toda la instalación que me es permitido ver, a otras cosas… reitero… ¿De que sirve tener algo muy rico enfrente y no poder tocar? Me estas ofreciendo carne y me quitas los dientes...

Aquella podría ser una buena razón o el motivo de un joven de seguir una discusión que no quería perder. Ser caballeroso con chicas tan guapas era lo mismo que no tener nada.

-En especial si también mi tía les habla a todas ellas. Lo del favor, dime tú, yo puedo ofrecerme, pero tu ser el creativo ya que todo lo que tengo aquí es gracias a ti, por lo que dártelo es básicamente regresarte lo, así que supondré que sería algo a futuro.

La perspectiva le emocionaba salir, conocer chicas bonitas y no estar atado a la supervisión de su tía o Azazel le parecía bastante atractiva.

Azazel asintió entusiasmado a todo lo que decías, sobre todo a lo de la carne; por alguna razón parecía estar orgulloso de escucharte decir todo aquello. Asintió y asintió hasta que terminaste de hablar, volviendo a llenar su vaso una vez más.

—Tienes buenas razones, aunque no las suficientes. ¿Lo sabías? La mayoría de los que estamos acá en Grigori caímos por acostarnos con seres humanos. ¿Entiendes las oportunidades que tienes aquí, muchacho? Te dejas controlar demasiado por tu tía. Es hora de que seas libre y dejes volar tu libido adolescente. Sin embargo, entiendo lo que dices. Grigori es amplio, pero en una decena de años es fácil haber visto todo de él una y otra vez —Azazel te miró durante unos instantes con cierta preocupación. Fue por un momento, pero pudiste verlo. Se veía tal cual como cuando ojeaba todas la pilas de papeles que llegaban a su escritorio—. Las cosas fuera no están nada bien. No es un mundo que pueda disfrutarse. Me alegraría que te quedases en este lugar, pero supongo que no se puede evitar —su sonrisa despreocupada volvió y se reclinó aún más en su silla—. No se le puede quitar a un joven sus deseos de explorar nuevas posibilidades. De cualquier forma, al ver que no tienes nada interesante qué ofrecerme por ti mismo, me abstendré de pedir algo. Tendrás que esperar que Val te lo diga.

Spike cruzo sus brazos sobre su cabeza y miro el techo, aquellas palabras siempre parecían ser las mismas, de niño entendía todo aquello, ellos eran los adultos, Hina lo quería y por eso se conformaba con un “No” cuando insinuaba que podía salir.

-No son motivos suficientes…

Murmuro aquello como si quiera bastante descubrir lo que le faltaba, y con respecto a desobedecer a Hina, era un punto que se planteaba como un muro que ya podía escalar.

Cuantas veces aquellos cuerpos aparecieron en sus mentes sus últimos sueños???

-Esta bien, sera para luego, ademas creo que Val podría calmarme, de lo otro, no te equivoques, no me desagrada estar aquí, sino ya hubiera intentado huir o aprovecharme de los recursos de aquí, por cierto… ¿Es mejor tocar sin permiso o con permiso?

Por su tono era evidente que hablaba de chicas, había una sonrisa soñadora, como si aquella platica desbloqueara el como poder acercarse a una joven de buen cuerpo.

—Piensa lo que quieras —fue la respuesta de Azazel ante tu inconformidad. 

Volvió a rellenar el vaso de whisky y se lo tomó de un trago; la botella ya iba por la mitad, aunque no pareciese que Azazel estuviese embriagado.

Cuando mencionaste que Val podría calmarte, Azazel levantó las cejas fingiendo desconcierto; sabías porqué lo hacía, era para molestarte. Sin embargo, cuando hiciste aquella repentina pregunta, dejó de molestarte para ponerse un poco más serio y llevarse, de manera reflexiva, una mano al mentón.

—Depende de la relación y qué tan dispuesto estés a que te den una paliza. Una desconocida, de cualquier forma, no te daría permiso. La única forma de actuar en esa situación es tocar y, si tocas, serás visto como un depredador sexual; no es algo que te recomiende. Ahora, si lo haces con una amiga, tienes cierta posibilidad de que te dé la positiva; no está de más preguntar. Si no lo haces, puedes tocar sin permiso, aunque probablemente terminen odiándote o dándote una paliza. Si es tu pareja: el factor sorpresa es lo mejor, así que hazlo sin permiso.

Y así, durante minutos y minutos, Azazel siguió hablando sobre ese tema; casi parecía que estuviese defendiendo una tesis. Al parecer, habías tocado una tecla que sacaba a relucir la experiencia con las mujeres que tenía aquel ser milenario... y pervertido.

―○●○―

5 de noviembre. Día de tu reunión con Val Belphegor.

Por boca de Hina y los demás, te habías enterado de muchas cosas. Hace una semana, Byoko-sho, una academia prestigiosa en Tokio que funcionaba como base estratégica y escuela para muchos seres sobrenaturales, había sido atacada. En esa academia estudiaba Val, así como todos sus subordinados. Esta vez ninguno había fallecido, a diferencia del Rating Game en donde Sora Reyner, uno de los caballos de Val, había perdido la vida.

Te levantaste en un departamento ambientado para ti en uno de los últimos pisos de Grigori. Naturalmente, contigo también vivía tu tía Hina.

Tu habitación era espaciosa y estaba dotada con todo lo que habías pedido y necesitado a lo largo de tu vida. De alguna forma te volviste un protegido para Azazel, él se había encargado de darte todo lo que necesitases. Si bien habías vivido encerrado unos años, viviste encerrado de la forma más cómoda posible.

Tocaron la puerta de tu cuarto.

—Spike, levántate, ya es tarde.

Tu tía Hina no solía tocar tu puerta para entrar, pero luego de... toparse con la realidad de que estabas creciendo, entendió que ese tipo de medidas eran necesarias.

Spike meditaba en todo aquello, obviando el intento de provocación, ya que aquello no le llevaría a ningún lado, pelear con Azazel era como pelear con el cielo desde una cueva, cosa que se demostraba con su conocimiento sobre las chicas, las relaciones eran bastante complejas y para el era el equivalente a que le dieran consejos de una materia nueva, ninguno serviria y lo mas seguro es que olvidase casi todo para cuando tuviera que aplicarlos.

Tenía que intentar aplicar aquellos consejos antes de que se le olvidaran ¿Pero con quien?

Después de salir de esa oficina se puso a ver a las chicas, una vez localizada alguna que podría según a su criterio, no enojarse, preguntaría sin ningún tipo de reserva si podía tocarlas, con el resultado de….

—

Aquel lugar era cómodo, así que mientras un fuese algún ejercisió o deber militar, Spike siempre se mostraba despreocupado o perezoso, no por qué lo fuese, el asunto era guardar energías para cuando se requiriese como le había enseñado Hina, siempre hay que estar preparado.

-Otra vez…

El motivo de que su tía no entrar y su platica pasada con Azazel tuvieran lugar, estaba ahí mismo, era el único que todos los días se levantaba según un estilo de vida militar.

Ademas el culpable de que tuviera que buscar un sustituto en sus ratos libres de aquella energía que le proporcionaba, hacer ejercicio de más era eficiente… mientras durara el ejercicio y mientras estuviera cansado, estudiar era igual y las revistas o videos a el no le aportaban mayor apoyo que solo recrear la pupila, teniendo a lado semejantes demonios casi sucubus, un pedazo de papel o una pantalla sonaba muy insípido, pero debía buscar maneras de distraerse sino quería que en aquellos pensamientos se envolviese su tía.

Ya estaba levantado, suspirando por aquel problema, su solución temporal había sido la auto satisfacción, pero tampoco era lo suyo.

-Ya estoy listo.

Se había arreglado automáticamente, en lo que meditaba todo eso, un cambio de ropa, acicalamiento, cabello, perfume, aliento y todos los demás menesteres fueron cumplidos en tiempo récord, era un militar desde su nacimiento.

-¿Tarde para qué? Hoy no hay entrenamiento…

Algo se le olvida, estaba seguro, miraba a su tía a los ojos buscando cualquier señal que le recordase que se le olvido.

Cuando abriste la puerta, tu tía ya se encontraba caminando hacia el comedor. ¿Oh? No estaba vistiendo un pijama, sino su ropa casual. Intuías muy bien a qué se debía eso. En antaño, no era raro ver a Hina vestida de forma muy cómoda cuando tú y ella estaban solos en casas. Ropas ligeras que no enseñaban demasiado, pero que tampoco ocultaban todo. Por años te fue algo normal verla con ese tipo de ropa en casa. Sin embargo, conforme te volviste un adolescente, Hina, abruptamente, dejó de vestirse así en casa. Si necesitaba estar cómoda, optaba por cosas que de plano ocultasen todo. No es que hubiese notado en ti alguna conducta pervertida hacia ella. No eras un desviado como para interesarte en una mujer que prácticamente era tu familia. Sin embargo, puede que actuase de esa forma para no incomodarte. Aunque era una tontería, al final.

Hina no se detuvo hasta llegar a la cocina, estaba terminando de preparar el desayuno.

—¿Qué tan despistado puedes llegar a ser? —dijo con resignación, después de suspirar. Por un momento se volvió a mirarte.

Hina Busujima, una ex-miembro de la iglesia católica purista. Antigua exorcista, poseía habilidades que se distanciaban mucho de la media humana. A pesar de no poseer la fuerza de un demonio, pese a la fragilidad de su cuerpo, Hina era ágil, lo máximo que su cuerpo le permitía. Si bien es cierto que a pesar de su fuerza no podría enfrentarse a un demonio de clase alta y, muy dificultosamente, apenas podría luchar contra un demonio de clase media, eso ya era una proeza en sí mismo. Si los débiles eran limitados por su fuerza, debían usar su ingenio para compensarlo.

La belleza de de quien llamabas tía, tampoco se quedaba por detrás de sus habilidades. Años de arduo entrenamiento le habían dado una figura atlética, aunque su feminidad estaba impresa de forma marcada en ella. Un rostro con rasgos finos, ojos rasgados, pero grandes, y cabello negro; no era una exageración decir que era una belleza japonesa, a la altura de cualquier modelo popular.

—Hoy se supone que te reunías con tu amigo. ¿No fue eso lo que me dijiste ayer? —la sartén todavía hacía saltar los huevos y el tocino sobre su superficie. Aún caliente, tu tía empezó a servirlo en dos platos— Pensé que estarías muy emocionado al respecto, ha pasado algún tiempo desde la última vez que ese chico te visitó —llevó los platos a la mesa, en donde había una pequeña cesta con pan, además de una jarra de jugo de naranja con un par de vasos al lado—. Aunque no es como si estuvieses solo como antes, has conseguido buenos amigos como Shana y Reiji.

Shana, una chica que habías conocido hace dos años. Ella era una ángel hasta entonces, pero por tener deseos impuros (los cuales aún no te ha confesado), cayó como ángel caído y empezó a trabajar en los laboratorios como la asistente de Sarahiel. Era una chica tímida y algo nerviosa, pero muy amable. Su cabello era rojo como el ocaso y sus ojos eran verdes y hermosos, ¡toda una belleza occidental! Tenía una apariencia más o menos de tu edad, aunque tenía cientos de años más que tú. A pesar de eso, se llevaban bastante bien. Te llevaba muchos años, pero su mente seguía siendo tan inocente como la de una chiquilla.

Reiji, por otro lado, era un joven tres años mayor que tú que habías conocido hace cinco años. Era un humano que poseía un extraño sacred gear. Trabajaba para Grigori como un científico; en verdad ese chico tenía toda la pinta de un friki. Un otaku declarado y jurado, era el que te había enseñado qué había en ese mundo.

—Val está con Azazel. Le dije que lo llamaría cuando estuvieses despierto.

Spike, miro aquella figura delante suyo, siempre admiro a Hina y hoy ella lucía...

Sacudiendo su cabeza ordeno sus ideas, inmediatamente una sonrisa, el día por fin había llegado.

-Es cierto!!!

Mirando la cocina y volviendo a comportarse unos años menor a lo que dictaba su edad, miraba la comida hambriento, su pensamiento volvió a ser el del joven que buscaba entretener su mente para no escuchar su voz interna.

-Contar los días hace que me ponga ansioso, así que deje de hacerlo.

Mientras comía glotonamente, aunque aquí valdría hacer inca pie en que aun siendo voraz, no perdía los modales mínimos en la mesa, desapareciendo así los alimentos, se notaba que disfrutaba de aquel desayuno.

-Por cierto ¿Crees que pueda quedarme con Reiji y Shana? Estoy buscando algo, de momento quiero mantenerlo en secreto, pero ya te contare.

Con una sonrisa bastante sincera, por cierto, tal vez se veía un poco de comida por ahí, le pidio eso a Hina como un favor, quería organizarle una fiesta a su tía, su única familia. Spike sabia que algo de esa idea venia por sus recientes pensamientos, pero en su mayoría era debido a que la amaba mucho, por sus estudios sabia de los festejos a la familia, y aunque aun los hacía, quería poder demostrarle que era la persona que el podía considerar hogar.

-Bueno, piénsalo, voy saliendo -Cogiendo sus cosas, se dirigió a la salida a toda prisa. Le daré tus saludos a Val y Azazel.

Ademas le servia apartarse de Hina en esos días, la verdad, si no tuviese la facilidad de hacer algunos amigos y buenos colegas en aquel lugar, hace años se abría vuelto loco o mínimo un demente sexual.

—¿Reiji y... Shana? Claro, está bien —mientras comía, tú tía te miró con curiosidad. Se ruborizó un poco—. Supongo que ya estás creciendo.

Vio sorprendida cómo te terminabas rápido tu comida y te levantabas de la mesa.

—¿Pensarlo? Pero oye, ya te di mi respuesta... —te fuiste y cerraste la puerta detrás de ti. Hina suspiró y habló para sí misma— Definitivamente está creciendo...

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Donde tú vivías y el despacho de Azazel, no estaba demasiado lejos. Solo fue cosa de subir unos cuantos pisos y recorrer los largos pasillos. En unos pocos minutos llegaste. Entonces tocaste la puerta y la voz de Azazel te invitó a pasar.

Su despacho seguía hecho un desastre y él mismo lo era. Un joven de cabello blanco estaba sentado frente al escritorio del ángel caído. Llevaba ropas casuales y sencillas, lucía ojeroso y algo demacrado. A pesar de todo, su sonrisa gentil surgió al verte; no había duda, ese era Val Belphegor. También estaba hecho y desastre; Azazel y él combinaban bien ese día.

Val Belphegor, un nombre que te traía muchos recuerdos. No había ido a visitarte desde hacía casi tres meses. Supiste que por aquel entonces uno de sus sirvientes del clan había sido herido y estaba siendo tratado en Grigori. Muchas cosas habían pasado durante esos tres meses, sobre todo, movimientos estratégicos del grupo terrorista, quizá por eso Val estaba así.

Te enteraste de que por el buen trabajo que hizo reteniendo el ataque de la academia (a pesar de todas las bajas que hubieron y de que la misma academia tuviese que cerrar) le invitaron a entrar al equipo DxD. Y no solo había sido por eso. Dos integrantes de su equipo habían vencido a Habondia, la reina de las hadas; una Diosa con un poder comparable al de Azazel.

—Spike, ha pasado tiempo —levantó una mano, y te saludó de forma afable—. Me alegra ver que estás tan bien como siempre. ¿Cómo está tu tía Hina? Quizá la pase a ver luego de que hablemos.

Spike sonrió sintiéndose culpable de mentirle a Hina, pero debía mantener su fachada, ademas el rubor de Hina era algo que no podría sacar de su cabeza, aunque quizás no lo fuera tan malo, se veía muy linda de ese modo.

Cuando su mente comenzó a ir más lejos con esa imagen, ya estaba frente a Azazel y Val, a lo cual no pudo sino recibir a su amigo con los brazos abiertos.

-Val, si que ha pasado tiempo, te ves terrible. Creo que Azazel es mala influencia para ti.

Aunque sus palabras eran informales, estaban llenas de comprensión y sin nada de malicia.

-Hina esta bien.. -Trato de no deltar su conflicto. Luego vamos, le estoy organizando una fiesta sorpresa, creo que se la merece, por cierto estas invitado.

Luego de las presentaciones formales tomo un tono preocupado.

-He escuchado rumores ¿Como estas? Si no he escuchado mal, un ataque, una escuela cerrada, los grigori.

¿Necesitas ayuda?

Por su amigo Spike sentía que podía dar su vida, cosa que solo podía decir de Hina, el mismo Val, muy probable por Azazel y se jugaría el pellejo por sus demas amigos. Fuera de eso, el no era de los que saltaría a meterse en problemas por otro solo por altruismo.

-Si te has portado mal yo respondo por tí -Bromeo un poco. Ya me contaras, por ahora hay que ponernos al día, o más bien tu me pondras al día, mi reporte es tan corto que no vale la pena quitarles su tiempo a Azazel o a tí .

Val rió cuando lo comparaste con Azazel, asintiendo un poco. Realmente no eran muy diferentes, a Val solo le hacía falta tener un vaso de whisky al lado. Se mostró presto a ir a la fiesta sorpresa de tu tía Hina y bromeó un poco con ello, Azazel también. Aunque dejaron las bromas cuando pasaste al tema serio. Azazel te ofreció asiento, y un vaso de whisky.

—Por lástima, no has escuchado mal. Realmente todo es un desastre —sonrió un poco al ver que le ofrecías tu ayuda—. Supongo que sí —respondió, al ver que querías pasar al asunto que les competía. No estaba en contra de hacerlo. Suspiró, volviendo su rostro algo más serio.

—Estando aquí, puede que estés al tanto de la situación general —comenzó con su reporte—. Más de treinta mil fallecidos en el atentado a Tokio; cien mil entre todos los ataques repartidos en Kioto, Tokio y Rumania. Una gran base de operaciones destruida en el mundo humano, Byoko-sho, la escuela que custodiaba junto a otros demonios, templos destrozados y la tierra de los vampiros atacadas; todo esto, únicamente en el ataque más reciente. Más ataques, a mucha menor escala, se reportan en reinos nórdicos, así como en otras partes del mundo. Parece ser un comportamiento errático por parte de los terroristas, pero es una táctica efectiva —Val se interrumpió un momento—. Lo siento, he divagado, todo eso no fue lo que me trajo hasta acá —te miró directamente y, por fin, dijo:—. He venido para proponerte algo. Nunca quise inmiscuirte en esto, aún ahora no lo quiero, pero no confío en nadie más para proponerle algo así. ¿Quieres unirte a mi clan, Spike?

Azazel sonrió de lado y se cruzó de brazos, esperando tu reacción.

A diferencia de cuando hablo con Azazel, esta vez tomo el vaso que le ofrecían y aunque parecía tomar, un ojo avispado notaba que apenas daba sorbos al wiski, por lo que se mantenía firme en que era casi menor de edad.

Las noticias como sospechaba no eran nada buenas ni alentadoras, aunque aquellos eventos le parecían lejanos, como una noticia que uno olvida al minuto de haberla escuchado, pero esta vez venían de la boca de su amigo.

-¿Así de mal, he?

Y luego vino el verdadero shock. El vaso resbalo entre sus dedos mientras el miraba impactado a Val.

-…

El ruido del cristal rompiéndose en el suelo derramando todo su enervante contenido rompió aquellos segundos que a Spike le parecían eternos.

-jaja ¿Hablas en serio?

Aunque ya sabía la respuesta, su respuesta de defensa fue hacer una broma que cayó en oídos sordos.

Golpeando la mesa con sus dos manos extendidas, el joven se mostraba eufórico y casi se le podía ver sudar.

-Claro… yo siempre…

Estaba posiblemente el boleto de su salida frente a el, pero dar un paso sin retorno le parecía bastante sencillo antes, ahora sus pies eran de plomo.

-Digo, es un honor.