Life I: ¡El club de lo oculto se va de cazería!

2 de Julio, en el inframundo...

—Recuerden elegir bien su familiar, con él formarán un vínculo de por vida. No es algo que puedan abandonar fácilmente, y llegará a formar parte de ustedes hasta que su contrato se rompa.

Un viejo que llevaba rato subido a unas ramas les explicaba la importancia de apreciar a sus familiares. Ese sujeto se hacía llamar Zatouji, el maestro de los familiares. Después de haber llegado a aquel oscuro bosque del inframundo, Kiba y Koneko los dejaron a sus anchas, diciendo que se entretuviesen con Zatouji un rato; que debían buscar a alguien que se había quedado retrasado. Sin embargo, ¿quién podía ser ese alguien? Estaban los... nue-... diez completos. 

—Las sirenas del inframundo no son como las del Dios Poseidón, pero son buenas, a su manera —señaló con su mano hacia un lago cercano, donde se hallaban uno de esos seres... únicos. Con una carcajada se volvió hacia ustedes—. A pesar de sus apariencias, esas sirenas son muy buenas compañeras y guerreras; deberían aprovechar la oportunidad de que una de ellas esté cercana a este lago, es muy raro encontrarlas.

El viejo saltó hacia otra rama y dio una voltereta, posándose a lo alto de un árbol. La luna artificial y el cielo rojo hacían un raro contraste tras su sombra; casi lo hacían ver como un súper héroe, aunque no era más que un súper mono.

—Ustedes son nuevos por acá, ¿no es así? Tenía mucho tiempo sin ver a visitantes nuevos. Siempre es emocionante ayudarles a elegir familiares la primera vez. Los novatos son graciosos.

Mientras el viejo era presa de un golpe de nostalgia, escucharon pasos tras de ustedes. Cuando se voltearon advirtieron que Kiba venía acompañado de una chica contemporánea a ustedes. Sus ojos eran realmente hermosos, de un color tal que nunca llegaron a ver en la vida. Toda ella formaba una masa de belleza que se movía; por alguna razón se sentían atraídos hacia ella y a su espectacular cabello negro.

Val y Arabelle sonrieron al instante que la vieron, creando cierta confusión en todos. Yuu-chan, confundidoa le tocó el hombro a Chisa.

—Aniki, ¿quién es esa hermosa chica? ¿Es de nuestro equipo? —preguntó Yuu-chan, halando de la manga a la peliblanca Chisa.

Chisa era una chica pequeña, de grandes ojos. Su cabello era blanco y lacio. Al lado de ella había un chico exactamente igual a ella, pero con el cabello corto, y sin pequeños oppais. Ambos eran gemelos, saltaba a la vista.

Chisa contestó, volteando los ojos hacia atrás.

—Yuu-kun, yo tampoco lo sé. ¿Tú, Eizo? —el chico, embobado por la belleza de la chica, negó con la cabeza, sin dejar de mirarla, sonrojado. Chisa se molestó un poco por eso, pero prefirió no decirle nada a su hermano— Es un completo misterio para nosotros, Yuu-kun.

—¡Yuu-chan! ¡Yuu-chan! —corrigió la chica a la peliblanca, roja como un tomate.

—¡Sayaka-san! —Arabelle corrió para encontrarse más rápido con la pelinegra, tomando sus manos apenas estuvo lo suficientemente cerca, y apretándolas, con cariño— ¿Ya han terminado de estudiar tu Sacred Gear?

—Y hablando de sirenas... —el maestro de familiares se acomodó la gorra, sonrojado— ¿Quién atrapó a esa?

Se sentía muy avergonzada por haber tardado más de lo acordado, pero las pruebas finales habían tomado más de lo debido. Sin embargo, la chica siguió caminando hacia el lugar. Se encontró con Kiba y Koneko y los saludó con una simpática sonrisa.

No podía ocultar su ansia, ya que había pasado tanto tiempo apartada del grupo que sería como si fuera la chica nueva. Irónico, ¿No? Pero bueno, esas eran las decisiones que sus tutores habían tomado por ella y ella no tenía nada más que estar agradecida, ya que por eso estaba allí, ahora, y con más seguridad sobre su identidad y su papel.

Se notaba un poco ansiosa y trataba de caminar con cuidado de no tropezarse porque eso sí sería una tragedia. Al llegar con los demás y sentir que todos se giraron, Sayaka saltó levemente y sus mejillas se enrojecieron al instante. Lo sobrenatural de su blanca piel brillaba de manera especial y ella simplemente acomodó un mechón de cabello con un movimiento delicado para luego recibir a Arabelle con una sonrisa más tranquila.

- Arabelle-san. Qué gusto verte - le tomó las manos con gesto cariñoso igualmente.

- Bueno, al menos por el momento, sí. Pero ya sabes cómo es Azazel-sensei. Me dijo que si había alguna novedad, me llamaría nuevamente - su tono de voz era dulce y casi melódico.

Al darse cuenta que los demás estaban mirando, se giró algo asustada. Respiró profundo y con una reverencia formal, saludó a los presentes - Soy... Sayaka Umimori. Es un placer conocerlos y lamento el retraso - posó su mirada en Val un momento y le sonrió igualmente.

- Es bueno verte, Val-senpai -.

Había pasado cierto tiempo en lo que Shiori se dedicó a retomar sus estudios en Byoko-sho, ponerse al día con su compañera de habitación y lidiar con una escuela de alta tecnología que a ella le costaba aprender. Extrañaba de cierta manera la sencillez de un pupitre de madera y pizarrón; no que pantallas táctiles y demás cosas con láseres. Los primeros días fueron complicados porque no sabía dónde presionar, cómo escribir o sencillamente encender los aparatos pertinentes; pero a base de terquedad y pedir ayuda a Muto*.

Sin embargo, luego se les informó que debían buscar un familiar y ella simplemente renegó aunque debía ir. Le agradaba un poco tener a alguien como Chiho, pero al comprender en qué consistía aquél lazo sobrenatural sintió que quien estuviese con ella no merecía tener a alguien así para un largo tiempo. Ella conocía su oscuridad en su corazón y que alguien más lo compartiera le parecía injusto, aún así estaba ahí con el resto del club para ver qué pasaba. De todas maneras, conocer cosas del Inframundo al final le ayudarían para conocer mejor la nueva realidad en la que se encontraba.

Sin embargo, en medio de toda esa explicación, Kiba y Tōjō llegaron con una chica que la sacerdotisa no dejó de mirar por un par de segundos debido a que era realmente linda. Pero aquella primera impresión duró poco porque se volteó observando el panorama. Primero había llegado Nagayama-san y ahora la ojiambarina; ¿sería parte del clan o una compañera novata más? La forma en como Arabelle le saludó le indicó que ya tenían tiempo de conocerse, pero que nadie la presentara... Miró a Val un tanto decepcionada porque se le olvidó dado que era el líder; seguramente estaba distraído con algo y por eso no lo hizo.

Paciencia con este niño.

La recién llegada podría notar que de todo el grupo, descontando a los gemelos y a Yuu, Shiori era de baja estatura a comparación del resto; además, llevaba el uniforme de un colegio privado y unas gafas que se notaban nuevas; su cabello sujetado en dos coletas que revelaban que lo poseía largo y una mirada que mezclaba aburrición y frialdad destacando un brillo especial de ferocidad. 

-Hino Shiori, bienvenida-contestó en un tono tranquilo, pero sin ser irrespetuosa. Miraba directamente a los ojos de la chica hasta que notó que ella parecía ser tímida, por lo que cerró sus párpados un momento mientras continuaba con las presentaciones-. Puedes decirme como gustes, Umimori-san; solo te pido que no uses el -chan conmigo. 

Volvió a verle y luego se desvió estirando sus brazos para dejar que los demás se presentasen. 

En verdad este lugar esa asombroso. Estaba fascinado por ver tantas criaturas diferentes a pesar de que algunas sean obviamente de un aspecto no tan... Agradable. ¿Porque la sirenas del Inframundo son tan poco agraciadas, como las del Olimpo? Estas son en verdad terriblemente horribles, que desagradable... Pero vamos, la apariencia de un fiel guerrero no se mide por su apariencia, ¡Si no por su corazón!

En todo caso, el tipo este me da gracia, tiene tintas de super héroe aunque en realidad sea un súper mono. Iba a hacer un comentario, cuando observe a la chica con la que venía Kiba-dono, con sorpresa. Oye, oye, esos ojos y ese cabello me resultan demasiado familiares, ¿Será posible...? 

Mi rostro reflejaba sorpresa, y cuando ella empezaba a hablar y se refirió por su nombre, una vorágine de recuerdos invadieron mi cerebro. Claro que la recuerdo, ¡Si es Umi-chan! — ¡No puedo creerlo, ¿En verdad eres tú, Umi-chan?! — Mi rostro reflejaba gran felicidad al verla, han pasado en verdad varios años y jamás me olvidaría de ella. Me acerqué un poco, completamente feliz. — ¡Si que has crecido, han pasado muchos años! ¿Que haces aquí en el Inframundo? ¿Tú también eres un demonio...? Pensé que eras humana, cuando nos conocimos en aquella montaña, que nostalgia me da recordarlo. ¿Te acuerdas de mí? — Le pregunte, notablemente emocionado.

Val no dejó de sonreír en ningún momento al ver a Sayaka incorporarse.

—Me alegra ver que estás bien, Sayaka —se acercó a la chica y le desordenó un poco el cabello, casi como lo haría un hermano mayor.

—Como ya han escuchado, ella es Sayaka. Es su compañera, un alfil —explicó Val, volviéndose hacia todos.

Chisa y Eizo abrieron los ojos un poco y se miraron entre ellos.

—¿Esa Sayaka?

—Parece que sí es esa Sayaka.

Los gemelos parecían conocer al menos el nombre de la chica; se miraban entre ellos y miraban a Val, con ciertos ánimos de reproche.

Los peliblancos se acercaron a la chica, estudiándola con la mirada.

—Eres muy linda —Chisa también era linda, a su manera. Tenía las facciones muy refinadas, y era pequeña. Lo mismo para su hermano.

—¿En verdad tienes nuestra edad? —preguntó el otro gemelo, algo ruborizado.

Sin embargo, las preguntas no pudieron seguir una vez escucharon hablar a Suki. Val, Arabelle, los gemelos e incluso Yuu, se voltearon hacia el ojiverde al escucharle, desconcertados.

—¿Ustedes ya se conocen? —se pudo escuchar, al unísono.

Sayaka era una chica linda, y eso saltaba a simple vista. Sin embargo, algo más había detrás de esa belleza. Podías sentir un deje de energía desprenderse de ella. Era algo ínfimo, pero te hacía sentir levemente atraída hacia la chica. Pero no lo suficiente para nublar tu razón.

Lucía aparentemente menor que tú. Japonesa, de igual forma. Sus ojos tenían un bello color amarillento; eran realmente raros y espectaculares. Sus rasgos eran realmente perfilados, casi perfectos. La chica parecía gentil a simple vista.

Desprendía de su cuerpo, además de poder demoníaco, algo más... algo parecido a lo que desprendía Kobayashi. ¿Qué podría ser?

Algunos de los presentes se le acercaban y Sayaka se sentía un poco menos nerviosa. Vio a una chica muy alta y se sorprendió. Sayaka era de una estatura media, así que realmente era novedoso para ella.

- Mucho gusto, Hino-san. Y claro, no quisiera molestarle - le sonrió aún algo apenada.

Luego, miró a los gemelos con extrañeza como si tratara de recordar algo que ya había escuchado antes, así los pudo recordar. En una de las muchas charlas con los Gremory...

- Así que ustedes son Eizo-senpai y Chisa-senpai. Es un placer conocerles por fin - dio una reverencia para saludar a los gemelos, cuando vio la reacción del chico sus propias mejillas se colorearon.

- Bueno... Eso creo. Yo tengo 15 años - bajó la mirada un poco avergonzada.

Val se le acercó con ese gesto de hermano mayor y la chica solo se encogió de hombros - Val-senpai, no quisiera verme mal si quiero a un familiar tan adorable como Chiho-chan - y miró a Arabelle con una sonrisa.

Se sentía más tranquila, pero se descolocó por completo cuando escuchó una enérgica voz venir del grupo que ella acababa de conocer. Cuando el chico se acercó, dio un paso atrás notablemente nerviosa su cara se tornó roja.

- ¿U-Umi-chan? - sonaba notablemente confundida. Al escuchar lo que el chico decía, la cara de Sayaka era similar a la del resto que parecían haberse puesto de acuerdo para reaccionar.

- Yo... Lo siento, pero no recuerdo haber vivido en una montaña - su rostro cambió a un semblante más triste y le hizo una reverencia al joven de ojos verdes.

- Debes confundirme, yo nunca... fui solo humana - miró a un lado un tanto incómoda.

Estuvimos atendiendo al maestro de familiares mientras Kiba y Koneko iban en busca de un último miembro del grupo. No tardaron demasiado más en llegar y nos presentaron a la última miembro del grupo que formábamos bajo las órdenes de Val Belphegor.

Incliné mi cuerpo en una reverencia y saludé a la nueva integrante.

- Mucho gusto en conocerte, me llamo Muto Urena, seguro que nos llevamos bien - dije -. Chisa-chan, Eizo-kun, no atosigueis a Umimori-san - reprendía a los gemelos en un tono de madre adquirido sin querer de la mía.

Miré la escena en silencio. En mis manos un block de notas pasaba de una hoja a otra en segundos mientras la otra mano escribía apuntes. Había faltado 3 semanas a la escuela, y ahora volvía a faltar. La verdad, el pelear y tener que aguantar a aquel grupo de tarados era el menor de mis problemas, pero sin duda yo sería el suyo si por culpa de estas escapadas mis notas bajaban. 

Aunque debía admitir que yo mismo me había ofuscado con aquella derrota. En un cuaderno escrito como si de un ejercicio de calculo de variables se tratara había descrito distintas maneras de haber llevado aquella batalla y sus posibles finales. Cualquiera que lo leyera vería como si de un estudio de que habría pasado en varias batallas reales si hubiera sucedido algún cambio, como por ejemplo si Los Hunos hubieran centrado su fuego en un solo punto de la muralla o si La Armada Invencible pudiera haber tenido varias naves mas.

Aun estando concentrado en los estudios, era facil seguir la conversación insustancial que estaba pasando a mi alrededor. Me quedé con la información importante sobre los familiares, y sobre todo en que las sirenas del inframundo eran, cuanto menos, poco apetecibles como compañeros. Cuando la nueva integrante fue presentada y todo el mundo se volcó de lleno en los convencionalismos sociales, me vi obligado a seguirlos yo también.

-Itomi Murakami. Un placer y esas cosas-dije sin levantar apenas la mirada del cuaderno y terminando de calcular el resultado de un ejercicio y pasando al siguiente.

Siguiendo el curso de las presentaciones, Shiori había dado la media espalda mientras los demás hablaba y ella analizaba lo que había visto de la recién llegada. Definitivamente era una demoniza, pero algo más se dejaba entrever en aquella figura y aún no discernía qué era con exactitud, pues aunque ya conocía bastante de las criaturas sobrenaturales y seguía siendo un mundo desconocido en su gran mayoría. Intentó recordar algo que se asemejara a su deducción, pero nada se le venía a la cabeza. No es que fuera importante.... pero necesitaba distraerse de aquella atracción. Era leve, pero le molestaba no poder controlarlo.

-Tutéame si gustas, solo soy un año mayor, Umimori-san-pero lo que le permitió por fin pensar en otra cosa fue la declaración de los gemelos y la oji-ambarina. ¿Eran de la misma edad? ¿Ellos iban en primer año en Byoko-sho? Siempre pensó que eran de secundaria...

... Shiori, eres una idiota.

Soltó un enorme suspiro y se acomodó sus gafas con un gesto torcido de sus labios. Afortunadamente nunca dijo nada público... ¿O sí? Bueno, debía quitarle hierro al asunto y para ello ya sabía qué decir.

-Yo soy Caballo-comentó cuando nadie mencionó las piezas a sabiendas que Val se le había pasado-. Asumo que ya sabes los de Val y Arabelle-san. Muto-san e Ikutsuki-san son Torres; Itomi-san es alfil; los gemelos y Nagayama-san son peones- El callado también es Caballo. ¿Y eso que Reyner no hablaba? Eso le daba un mal presentimiento. Se acercó a Val y le dio una palmada fuerte en la espalda-. Estamos completos, ¿verdad?

Al parecer Umi-chan también venía a por un familiar, justo como nosotros. Y pensar que ha pasado tanto tiempo desde la última vez que la ví, desde que aquella melodía me transportó a otro mundo. Jamás volví a escuchar algo como aquello en verdad, fue sorprendente. Recordarlo me hace siempre sonreír. 

— ¿Eh? — Mi rostro se abrió en sorpresa. — ¿No recuerdas haber vivido en una montaña...? No te creo... — Era imposible, ¿En verdad me había olvidado? — ¿No recuerdas nada de aquel día lluvioso? Vamos, estoy seguro que... — Observar como se ponía nervioso me hizo dar un paso atrás, un poco mal al ver que la están haciendo sentir incómoda. — Ohhh... ¿Aún tienes aquella ocarina? Bueno, da igual... Perdóname, no era mi intención incomodarte. — Y hice una leve reverencia ante ella, al ver que estaba siendo muy maleducado. — Es una lastima, en verdad. — Era indudable que era ella, pero seguramente con el paso de los años, me olvidó, eh... Bueno, así suelen pasar las cosas, que más da... 

Los gemelos se ruborizaron al escuchar la edad de Sayaka, llevándose una mano detrás de la cabeza, sincronizados.

—Pensé que tenía dieciséis —dijo Eizo, riendo nerviosamente.

—Yo también. ¿Cómo es posible que... —Chisa se miró el busto; su plano busto, para luego mirar de reojo a Sayaka, con clara envidia— ella sea menor que yo?

Cuando Urena reprendió a los gemelos, Chisa fue la que respondió.

—¡Pero Urena! Puedo aceptar que tu tengas más que yo... pero una kouhai... realmente me siento...

—Chisa-senpai, no debes sentirte mal. Yo soy tu kouhai y no tengo nada de opp-...

—Tú ni siquiera eres mujer —replicó Chisa, con una mirada verdaderamente fría y cortante.

—Mierda —masculló Yuu, con su voz ronca, dando un paso hacia atrás, tratando de esquivar la hostilidad de la peliblanca.

Por su parte, Val y Arabelle, así como los demás, pasaron por alto el que Suki y Sayaka se conociesen una vez la chica no reconoció a Ikutsuki.

Val sonrió tontamente un poco cuando Shiori le dio la palmada en la espalda.

—Sí, el club de investigación de lo oculto está completo, ahora lo está —en la cara de Val había una gran sonrisa. Probablemente se sentía realmente orgulloso de tenerlos a todos ahí, junto a él.

—¡Bien! ¡Venga, venga! ¡Es hora de movernos, mocosos! —el maestro de familiares se subió a la copa de un árbol, casi escalándola como un mono, y cuando estuvo en la punta se quedó de pie en ella, manteniendo el equilibrio— Esta es la mejor hora para capturar a los familiares, antes del amanecer. Si nos tardamos más muchos pueden irse a dormir. Sepárense en grupos pequeños y llámenme cuando vean algún familiar que les llame la atención. Solo deben dar un grito y correré hacia ustedes. Eso es todo, no se pierdan. Hay familiares muy violentos, procuren tener cuidado. ¡Zatouji... out!

Y con un grito de super héroe, el viejo Zatouji se perdió entre el bosque, saltando como un mono de rama en rama.

—Es hora de partir —Val dio una aplauso y eso indicó el comienzo de la búsqueda de familiares.

Todo el grupo se dispersó apenas Val dio la señal. Unos se fueron más rápido, emocionados, otros, en cambio, no mostraban tanto entusiasmo.

Sea cual fuere el caso, ustedes dos habían terminado juntos. Y, al fin y al cabo, era mejor ir acompañado que solo, ¿no creen?

El bosque era realmente espeluznante. El cielo púrpura, tintándose de rojo, y las ramas de los árboles feas y marchitas no daban demasiadas ganas de estar por allí. El bioma en sí no cambiaba drásticamente, pero parecían haber pequeños biomas dentro de aquel basto bosque, tales como: lagos, pequeños senderos, pequeños prados, pantanos; el bosque parecía albergar todos los biomas, en menor escala, dentro de sí mismo. Era algo verdaderamente espectacular e increíble.

Mientras ambos caminaban por aquellos intrincados caminos, dos familiares aparecieron en su panorama.

Un hermoso lobo se asomaba a la lejanía entre uno de los troncos. Tenía sus orejas caiduchas; ustedes parecían intimidarle.

Más a la derecha, escondido entre unos arbustos, se hallaba una especie de tigre, tan hermoso como el lobo. Él, a diferencia del lobo, parecía bastante más hostil.

¿Qué sería lo siguiente que harían ustedes?

Todo el grupo se dispersó apenas Val dio la señal. Unos se fueron más rápido, emocionados, otros, en cambio, no mostraban tanto entusiasmo.

Sea cual fuere el caso, ustedes dos habían terminado juntos. Y, al fin y al cabo, era mejor ir acompañado que solo, ¿no creen?

El bosque era realmente espeluznante. El cielo púrpura, tintándose de rojo, y las ramas de los árboles feas y marchitas no daban demasiadas ganas de estar por allí. El bioma en sí no cambiaba drásticamente, pero parecían haber pequeños biomas dentro de aquel basto bosque, tales como: lagos, pequeños senderos, pequeños prados, pantanos; el bosque parecía albergar todos los biomas, en menor escala, dentro de sí mismo. Era algo verdaderamente espectacular e increíble.

Mientras ambos caminaban por aquellos intrincados caminos, dos familiares aparecieron en su panorama.

Corriendo por una pequeña pradera estaba un lobo. Era casi como los lobos que conocían en el mundo humano, solo que este estaba completamente cubierto por calientes llamas rojas. El suelo a su paso se quemaba. El lobo se detuvo cuando los detectó, mirándolos, receloso.

Saliendo de una pequeña cueva excavada bajo tierra, un zorrito se encrispó al verlos. Era un zorrito de color azul, pero había algo raro en él; él también estaba cubierto de fuego.

¿Qué sería lo siguiente que harían ustedes?

Todo el grupo se dispersó apenas Val dio la señal. Unos se fueron más rápido, emocionados, otros, en cambio, no mostraban tanto entusiasmo.

Sea cual fuere el caso, te habías quedado a solas con Val cuando todos se fueron. El chico se ofreció a acompañarte y, como solo quedaban ustedes dos por partir, ¿por qué no ir junto a tu senpai?

El bosque era realmente espeluznante. El cielo púrpura, tintándose de rojo, y las ramas de los árboles feas y marchitas no daban demasiadas ganas de estar por allí. El bioma en sí no cambiaba drásticamente, pero parecían haber pequeños biomas dentro de aquel basto bosque, tales como: lagos, pequeños senderos, pequeños prados, pantanos; el bosque parecía albergar todos los biomas, en menor escala, dentro de sí mismo. Era algo verdaderamente espectacular e increíble.

Mientras ambos caminaban por aquellos intrincados caminos, un familiar apareció en su panorama.

El monito los miraba desde una rama, curioso por las caras que no conocía. Se estaba comiendo una especie de fruto de algún árbol del inframundo.

¿Qué sería lo siguiente que harías?

Todo el grupo se dispersó apenas Val dio la señal. Unos se fueron más rápido, emocionados, otros, en cambio, no mostraban tanto entusiasmo.

Sea cual fuere el caso, te trataste de escabullir de los demás. Sin embargo, cuando ya ibas medianamente alejado, sentiste unos pasos que te seguían. Cuando confrontaste a tu perseguidor te diste cuenta de que era Yuu. Sea cual fuere el caso, ustedes dos habían terminado juntos. Y, al fin y al cabo, era mejor ir acompañado que solo, ¿no crees?

El bosque era realmente espeluznante. El cielo púrpura, tintándose de rojo, y las ramas de los árboles feas y marchitas no daban demasiadas ganas de estar por allí. El bioma en sí no cambiaba drásticamente, pero parecían haber pequeños biomas dentro de aquel basto bosque, tales como: lagos, pequeños senderos, pequeños prados, pantanos; el bosque parecía albergar todos los biomas, en menor escala, dentro de sí mismo. Era algo verdaderamente espectacular e increíble.

Mientras ambos caminaban por aquellos intrincados caminos, un familiar apareció en su panorama.

Era un caballo negro, con los ojos rojizos. Sus patas no parecían tocar el suelo y echaba fuego por la nariz. Detuvo su andar apenas se toó con ustedes, relinchando.

¿Qué es lo siguiente que harías?

La pelinegra no había salido con mucho entusiasmo porque aún no estaba convencida de si sería bueno tener un familiar o no. Apenas solo conocía los beneficios en persona por como era Chiho con Arabelle; pero era todo, sin más experiencias o una explicación más extensa de ello. ¿Cómo sería tener uno?

Al cabo de unos minutos se topó con Itomi y le saludó con un movimiento de cabeza. Le habría gustado irse por su cuenta para meditar en solitario porque constantemente realzaban la importancia de aquél lazo que duraría por mucho tiempo, mas la compañía del pelirrojo no era uno que le molestase.

Al menos no es Reyner.

-¿Le sigues dando vueltas a la pelea contra los Gremory?-preguntó solo para tener de qué hablar. Sin embargo, divisó aquellas criaturas y estuvo a punto de invocar a Mikasuki, mas no lo vio necesario de momento. Aún así adoptó una postura que le permitiese tener su katana si algo pasaba, pues no todas las criaturas podrían ser pacíficas. ¿Les entenderían?-. ¿Hola? 

Atinó a decir eso nada más, mirando a su compañero para ver qué estaba haciendo. 

Cerré el cuaderno de golpe y lo guardé en la bolsa que llevaba. No lo hacía por que me importara la busqueda de familiar o por que me interesara tener una charla agradable con Shiori. Simplemente ya había terminado de hacer todos los ejercicios y no me había traído los que quedaban. Gran error, para la proxima vez tengo que recordar lo insustanciales de las conversaciones y lo facil que es seguirlas incluso mientras se hacen otras cosas. 

-No, eso ya lo terminé de hacer a la noche siguiente. Terminé imaginando mas de 30 desenlaces, y sinceramente, la unica opción de victoria que teniamos eran varias fallas que rompieran en ese momento bajo nuestros pies y justo se los tragaran a ellos. 

Justo al decir eso empezaron a salir algunas bestias al camino. Miré a una y otra, y sin interactuar con ninguna y dejando a buscar el familiar me senté bajo un arbol a esperar como se resolvía la situación. La verdad, no estaba interesado en buscar un familiar, no quería tener una mascota a mi cargo, pero algo me decía que quisiera yo o no iba a terminar con una. De pronto un escalofrío recorrió mi espalda. Mierda, esto no es algo bueno.

El lobo retrocedió al escuchar la voz de Shiori, lanzando un bufido. Con sus orejas caídas se ocultó entre los árboles, alejándose de ustedes.

Por su parte, el tigre dio un latigazo al suelo con su gran y larga cola y les dio la espalda, poco interesado en acercarse, yéndose igualmente.

Al Itomi sentarse en el árbol, algo encima de las ramas empezó a sonar. Sonó desde la copa del árbol, y poco a poco fue descendiendo. Sea lo que fuese que estaba allí se había caído de la copa del árbol, y ahora había terminado por caer justo en la cabeza de Itomi.

La cosita cayó boca abajo en la cabeza de Itomi, con sus patitas traseras colgando en la frente del pelinaranja. Chillaba lastímeramente, mientras jadeaba para recuperar el aliento.

¿Qué cosa era esa? Era tan pequeña como un oso de peluche y, de hecho, parecía un oso panda del mundo humano. No obstante, emanaba una energía extraña.

Al poco tiempo, algo más pareció sonar entre las ramas del árbol. De entre las pocas hojas secas que guindaban de una de las ramas, una cabecita salió a relucir, la cabeza de un gato.

Con sus grandes ojos azules la criatura alada miró a Itomi, seguidamente a Shiori. Parecía un poco renuente a acercarse, pero al mismo tiempo parecía preocupado por el panda.