Partida Rol por web

Un dia mas en el instituto Fujimi.

Has venido al instituto a ver a tu madre, pero esta no ha podido estar contigo. Aunque desearia disfrutar del dia contigo, ahora mismo esta muy ocupada. Ha habido un problema con un estudiante, y es su deber como directora hablar con el y solucionar el problema. Tu madre te quiere, pero se preocupa mucho por sus alumnos. Asi que mientras soluciona el problema, te ha sugerido que vayas al dojo a ver a Saeko Busujima, la capitana del equipo de Kendo y campeona nacional. Confia en que aprendas mucho con el encuentro.

Tras legar al dojo, te encuentras con que Saeko parece estar meditando. Se encuntra en el centro del tatami sentada sobre sus rodillas, con los ojos cerrados y un boken en su regazo. Todo es quietud, todo es paz. No se oye ni un solo ruido.

Mi primera impresión ha sido de decepción, ya que no me gusta hacer viajes para nada. Pero la sugerencia que me ha dado ha servido para animarme... Con que la capitana.. y campeona nacional. Tengo que hacerle una visita.. Ya lo creo que sí.

Con gran resolución, avanzo por los pasillos en dirección al dojo. Nada más entrar, puedo verla en el centro, con aspecto de estar pensando relajadamente. Si quieres algo en qué pensar, imagínate quién ha venido para hundirte en el puesto de segundona.

Avanzo sin preocuparme por el ruido que hacen mis zapatos, hasta detenerme a su lado. A pesar de lo que pueda pensar sobre ella, creo que la mejor forma de presentarme no es con hostilidad. Recuerda: eres encantadora y buena en todo. No hac efalat que se lo digas, sólo.. demuéstraselo.

Espero a que abra los ojos para dirigirme a ella con voz segura y casual.

-Perdona, ¿eres la capitana del equipo de kendo?

Saeko pega un respingo ante el escandalo que montas. Abre rapido los ojos y te mira. Finalmente vuelve a relajarse y pone una cara de fria serenidad. Asi es, soy yo. Se pone de pie, con el boken en la mano, y se pone frente a ti. Me llamo Saeko Busujima. Tu eres la hija de la directora. Es una afirmacion, no una pregunta. Tu madre me dijo que tu tambien practicas kendo. ¿Puedo ayudarte en algo? Siempre dispongo de teimpo para aquellos que siguen el Sendero de la Espada

Una sonrisita de suficiencia asoma a mis labios.

-Así que me conoces... Bien, yo también he oído hablar de ti-. Viniendo de mí, es un reconocimiento-. Y no sigo el camino de la espada.. No sé qué quiere decir eso. Yo sigo mi propio camino. En cuanto a mi razón de haber venido... Verás, me gustaría aprender algo. Ya sea que soy mejor que tú, o, con muy mala suerte- incluso en mi mente este pensamiento suena con poca fuerza, segura de que no ocurrirá - perdería contra ella... Con lo que aprendería su forma de luchar, y de esta forma, lo necesario para vencerla en otra ocasión. Porque está claro que yo soy mejor.

Señalo el dojo, dando a entender mi propuesta.

-Me gustaría averiguar si tienes algo que enseñarme, en cuyo caso, habría encontrado una motivación...

Saeko te mira extrañada. No parece haber entendido bien tu peticion. El kendo- dice como si le hablara a una niña de 6 años- es un largo camino de autosuperacion. Yo puedo enseñarte los fundamentos, pero el resto es cosa tuya. No hay ninguna formula magica. Todo se consigue con trabajo duro y habilidad. Eres tu quien debe recorrer ese camino, aprendiendo de sus errores y mejorando su destreza.

Un encendido enfado asoma en mis ojos. ¿Me está llamando idiota? ¿A mí?

-Ya conozco los fundamentos del kendo. Por eso estoy aquí. Tan sólo quiero comprobar si tienes algo que enseñarme... Lo cual dudo. No sé si entiendes mi propuesta, tendré que ser clara y concisa-. Con una sonrisa petulante, pronuncio las palabras lentamente, como si hablase a un niño-. Quiero enfrentarme a ti, tan sólo eso. A menos que.. tengas una razón para no hacerlo-. La sonrisa se ensancha. Miedo...

¿Razones? Podria darte mil razones para no querer luchar contigo, incluida tu propia integridad fisica. Pero eres tu quien debe preguntarse si hay razon para que luchemos. Me parece que lo unico qu quieres es comprobar si eres mejor que yo para incrementar tu propio ego.

Sí que soy fácil de interpretar...

-¿De verdad te vas a negar, cuando estoy diciendo que me gustaría que me enseñases algo, si tienes cualidades que quiero aprender? Y la única que debe de preocuparse por su integridad física soy yo misma, por eso no te tienes que preocupar... Ni tú, ni nadie.

Te equivocas. Si nos enfrentases y tu pierdes, estarias dolida por haber perdido. Si nos enfrentasemos y resultaras herida, eso pesaria sobre mi conciencia. Ninguna de las dos ganariamos. No tendria ningun inconveniente en luchar si creyese que aprenderias de tus errores, pero no pareces el tipo de persona que admite que ha fallado.Saeko se da la vuelta, guarda su boken en la funda y se vuelve a sentar en el suelo, para seguir meditando.

Alzo los ojos al cielo, en un arranque de incomprensión. Pero mira que llega  a ser cabezota... Sabiendo que no va a cambiar de idea, ya que ha dado suficientes motivos para pensar que es firme en su resolución, cambio mi perspectiva. No podré enfrentarme a ella, pero puedo continuar con mi segunda idea... Quizás esté dispuesta a enseñarme, siempre y cuando su orgullo no se lo impida. Sonrío desdeñosamente al pensarlo, ya que no parece ser de esa forma... No parece ser como yo.

-Bien, entiendo que no quieres luchar contra mí, aun cuando no comparta los motivos. En ese caso, ¿estarías dispuesta a enseñarme? Estoy segura de que debe de haber alguna diferencia a la forma de luchar que me enseñaron a mí, y la que sabes tú.

Por favor- te pide muy amablemente- sientate a mi lado. Meditemos juntas- hace un gesto con la mano derecha para que te coloques a su lado. El verdadero guerrero comprende la virtud de la paciencia.

Abro los ojos con sorpresa, ante su petición. Conteniendo un resoplido que delataría mi irritación, avanzo un par de pasos para hacer lo que me pide. Con delicadeza, para no hacer ruido, me siento a su lado y la observo para intentar imitarla. Si de verdad esto me va a servir.. Supongo que no me hará ningún daño probarlo. En cualquier caso, así pasará antes el tiempo, y llegará la hora de irme..

Te sientas a su lado sobre las rodillas, y cierras los ojos. Lo unico que eres capaz de pensar es "que estupidez". Aun asi intentas que no se te note. Poco habituada a esa postura, las piernas te duelen mucho, y se te quedan dormidas. Comienza a ser realmente molesto.

¡Bien! Creo que alcancé mi objetivo... Si ésta quería que se me durmiesen las piernas, lo ha conseguido... Menuda tipa, así va a conseguir que tenga mala circulación, y mala circulación es sinónimo de.. ¡varices!

Me levanto tan rápido como me lo permiten mis dormidas piernas, mientras hablo rápidamente excusándome.

-Eh.. Creo que se me hace tarde, puede que mi madre ya esté libre... ¿Tenías ideado que hiciese algo más, o estar sentada haciendo la imbécil es todo?

Espero su respuesta, para ver si realmente puedo hacer algo que merezca la pena.. O sólo estar sentada. Si es así, no vuelvo. Disimuladamente, masajeo mis piernas, para que vuelva la circulación. ¿Cómo lo conseguirá? Ya sé que es una insensible, pero aún así, tanto rato en esa postura.. Será cuestión de acostumbrarse.

Despues de pasar alrededor de 10 minutos junto a Saeko (aunque a ti te parece una eternidad) Ella se pone de pie muy despacio. Parece que ha ella no le ha afectado la postura, ya que es capaz de moverse perfectamente, mientras que tu no sientes las piernas. Saeko coge su boken y se dirige al centro del tatami. Hoy has aprendido las virtudes de la humildad y la paciencia. Puede que haya esperanza para ti despues de todo. Puede...

Despues alza su boken para ponerse en pose de lucha. Adelante. Atacame con todo lo que tengas. Quiero que me enseñes lo que sabes. No te preocupes, me limitare a parar tus golpes. No los devolvere.

Despues te señala una esquina del dojo, donde se ven varias espadas de madera.

-Eh.. Bueno, en ese caso, supongo que puedo esperar.

Me acerco a la esquina que me señala, y observo las espadas de madera, alzándolas para ver su longitud. Normalmente utilizo una de tamaño mediano, con la empuñadura adornada en letras de oro, donde pone mi nombre.. Regalo de mi padre. Será mejor que me conforme con una de éstas.

Voy sopesando una a una las espadas, hasta que encuentro una bien equilibrada que se ajusta a mi tamaño, no muy pesada y fácil de manejar. Para mi sorpresa, siento una gran ilusión, como si fuese la primera vez que practico...

Miro la espada una vez más, antes de mirar a Saeko con una ligera sonrisa que es más de felicidad que de otra cosa, y me coloco enfrente suya. Realizo el saludo que me han enseñado, y me coloco en posición de ataque. Más vale que la tantee primero... No hay peligro ni prisa, puesto que no me va a atacar, pero prefiero saber primero cómo se mueve... Me será más fácil vencerle.

Observando su reacción, y con plena concentración en mis acciones, lanzo el brazo recto hacia delante, en dirección a su pecho, con rapidez pero sin aplicar mucha fuerza.

Saeko para tu golpe con un simple giro de muñeca. A este le siguen mas golpes por tu parte a modo de tanteo, que ella bloquea con suma facilidad. Despues de unas estocadas rapidas, te mira a los ojos y dice: ya basta de formalidades. Atacame en serio, si no no podre evaluar tus habilidades.

-Bien, como habrás comprendido, sólo quería observar cómo te mueves. Permíteme un segundo - Me aparto y me dirijo a un lado del dojo, donde dejo mi chaqueta apartada. Es ligera, pero me está dando calor y me impide moverme bien...  Regreso hasta ella, y recojo la espada dejada en el suelo -. Ya estoy.

Coloco de nuevo la espada en posición cruzada, mientras afianzo mis pies en el suelo. Bien, estoy preparada. ¡Tú puedes! Eres la mejor en todo, y no debes desistir sólo porque es rápida y maneja la espada mejor que tú...

Preparada mentalmente para atacar en serio, respiro un par de veces antes de lanzarme a por su muñeca. Lanzo un golpe como el primero dado, y cuando avanza su espada para interceptarlo, giro la espada con rapidez para golpear fuertemente su mano derecha y hacerle soltar el arma. Antes de alcanzar mi objetivo, antes de que mis ojos alcancen a ver cómo su espada se mueve hasta colocarse en posición horizontal, noto en mis manos la presión de su parada. La fuerza de mi golpe recae sobre mí con dureza, al rebotar mi arma contra la suya. El dolor agudo no me hace perder la concentración. Rechino los dientes y continúo, sin desanimarme por ello.

Era de esperar, debe de haber luchado muchas más veces que yo. A mí sólo me han enseñado un par de golpes... Que hasta ahora me habían servido. Ahora ya no. Debo mejorar, y ella es mi mejor oportunidad. No puedo vencerle, pero tampoco caeré en la vergüenza de darme por perdida antes de haber puesto en práctica todo lo que sé.