Partida Rol por web

Katia come la manzana y noto cómo su presencia se vuelve más perceptible. No me había dado cuenta antes, pero de alguna forma siento cómo todos nos distinguimos ahora de una forma especial, como si el mismo material del que se forjan las leyendas fuera ahora más evidente en nosotros. Durante un momento me pregunto si sólo otros seres de sangre divina podrán notar esa cualidad de la misma forma que yo o si nuestro estado actual será también evidente para los humanos.

Supongo que es una pregunta de la que no tardaré en obtener respuesta, pienso. Después de todo, es inevitable que nos crucemos con personas normales y corrientes, y aunque estemos luchando tanto por ellas como por nuestros padres, no puedo quitarme de la cabeza la idea de que tal vez estarían mejor sin nosotros.

Cybil me contesta la pregunta anterior y no puedo evitar una sonrisa.

- ¿De vuelta a las minas de sal, eh? - Además del juego de palabras* no puedo evitar recordar que la primera vez que rescatamos a Cybil estaba en las galerías de una ciudad minera abandonada, retenida por el hermano de Gunnar. - Prefiero matar hrimthurssar - gigantes de escarcha-, pero si Odín ordena enfrentarse con muspells, habrá que enfriar sus llamas primero - vaticino en tono gélido. - ¿En qué sentido esa actividad minera es inusual? - No tengo mucha idea de minería, lo mío son los espacios abiertos, pero quiero saber qué es lo que ha llamado la atención en esa zona.

El guerrero envainó su arma tras haber sentido con gozo cómo el poder de los dioses le había sido concedido. Lleno de dicha y devoción, estaba más que preparado para presentar batalla fuera cual fuera el enemigo a batir. Sus gestas habían sido numerosas, pero entre ellas nunca estuvo el combatir contra muspells y Svartalfs. Conocer al enemigo es fundamental a la hora de combatirlo, pero al mismo tiempo sólo se puede lograr tal cosa luchando contra él.

Se cruzó de brazos y asintió a las palabras de Hilda. Recordó las Eddas con las que había crecido y frunció el ceño tras analizar brevemente las palabras de la Hija de Loki.

-Extraño... Una alianza entre seres tan malvados no puede ser bueno, en ningún caso. Y si hay actividad minera sólo puedo pensar en que dicho acuerdo pueda estar sirviendo a la forja de armas. Combinar la ciencia de los Svartalf y la maestría de los Muspells para trabajar cualquier metal es hablar de dolor y muerte. Sugiero que partamos de inmediato, sin demora, si tenemos intención de acabar con las maquinaciones de tan abominables seres.

- Sin duda alguna es una muy mala combinación de enemigos. - digo. No podemos dejar que esa unión fructifere.

- Bueno, ¿no te parece bastante inusual que unos elfos oscuros y unos gigantes de fuego se estén dedicando a excavar unas minas? -respondió Cybill a Hilda

Asiento con resignación. La verdad es que, con lo que llevamos pasado desde el inicio del Fimbulvert, mi definición de inusual ha sufrido bastantes cambios.

- Tenéis razón, por supuesto - admito mirando a Asbjörn y James. Me agrada ver que el hijo de Thor tiene cabeza además de músculo. No me cabe duda de que será una valiosa incorporación al grupo.

- Bien, Cybil, si no tienes más información que darnos, supongo que tendremos que partir para allí lo antes posible. - Me vuelvo hacia el resto del grupo. - Por mi parte, estoy lista. Siempre me ha gustado viajar ligera de equipaje y en el todo terreno tengo lo poco que voy a poder necesitar. - Por supuesto, las reliquias que me dió mi padre las llevo siempre encima aunque de alguna forma siento que, tras comer esa manzana no necesitaría algunas de ellas para acceder a mis herencias divinas. Es algo que tendré que probar en algún momento.

- Yo llevo encima todo lo que necesito. - digo palmeando las fundas de mis armas.

- Cuando querais podemos empezar el baile.

Exhale y eleve la cabeza, esa gota de sudor que me corría por la cien tras todas esas visiones ahora mágicamente se consumía para volver a darme un porte fresco, sexy y jovial como el que siempre llevo.

Y dando media vuelta, miro de nuevo al grupo. -Ya... ¿Pennsylvania?- Pero eso no queda allá del otro lado del mar, cerca de Trasnnsylvania o como se diga...
Pienso un segundo mientras reviso mi nuevo celular... -Ajá! Ruta 61, ya se que camino tomar... ¿Como piensan ir ustedes?- Pregunto con rostro seguro.

-Sobra uno para el Jeep, y hay lugar yendo de a dos en las motos.- Digo y señalo a mi grupo.

Me encojo de hombros.

- Si queréis ir por tierra, tendréis que mantener el ritmo, Ian. - Le digo, más por preocupación por su grupo de moteros que por él. - Sabéis que yo puedo estar varios días sin dormir, y acostumbro a parar únicamente para repostar.

Miro a nuestro grupo una vez más.

- Supongo que ahora no tendríamos tantos problemas como podríamos haber tenido el año pasado si intentamos pasar a un avión con todas nuestas armas - yo misma conozco algún truco que nos puede facilitar el camino sin demasiado problema. - En Pennsylvania podemos conseguir vehículos nuevos. Pero eso tendría que pasar por que Ian y su gente dejen aquí sus motos... - Recordando la reacción del hijo de Loki cuando su anterior moto quedó atrás mientras la cabaña de Groa cambiaba su posición, tal vez tardemos menos conduciendo que tratando de convencerle para coger un avión.

- Yo no tengo problema para viajar de una forma u otra. - comento. Y tampoco lo tengo para pasar mis armas por el Aerpuerto. - añado con una sonrisa burlona.

- Así que decidid rápido pues estamos perdiendo el tiempo.

- Chicos, no existe tráfico aéreo "oficial" en EEUU; casi todos los vuelos son privados o clandestinos, así que a menos que tengais algún contacto que os pueda proporcionar tal cosa, me temo que el viaje tendrá que ser por tierra

Las palabras de Cybil son como un bofetón. Hace un año que cayó en Jotunhammer y yo he estado demasiado desconectada del mundo en mi cruzada personal contra los gigantes de hielo. Pero, ¿realmente todo está tan sumido en el caos como para que el transporte aéreo se vaya al garete? Debería haber leído más los periódicos.

- Bien, entonces no hay más que hablar. - Digo encogiéndome de hombros. - Por favor, que alguien que viva en este planeta venga conmigo para ponerme al día...

Me vuelvo hacia Ian.

- No cabemos todos en mi Jeep y algunos habéis traído vuestros propios vehículos. Me adaptaré a vuestro ritmo... O vosotros al mío si los dones de vuestro padre os bendijeron con una resistencia sobrenatural más allá de la mía propia. Pero Ian, dile a tu gente que tendrá que darse prisa. - Si las cosas con el hijo de Loki no han cambiado mucho, esa frase probablemente haga que la banda de moteros salga disparada ahora mismo y sólo les adelante durante la noche, cuando paren a emborracharse y dormir.

Cojo el pendiente y levanto la mano. La bandada de cuervos que revoloteaba en el exterior se dirige hacia mi, desapareciendo al llegar a mi mano.

Al levantar la mano Hila los Cuervos bajan hacia ella y desaparecen al entrar en contacto con la misma.

- Guau. - pienso.

Sin más dilación paso a sentarme en el asiento del copiloto del Jeep de Hilda.

- Tú conduces preciosa. - le digo. Yo seré tus ojos.

-Salimos de aquí y tomamos la ruta 80 en Toledo y retomamos derecho hasta Centralia, no nos llevara más de 6 u 8 horas, quizá mas debido a que el camino esta hecho mierda. Son menos de dos estados de distancia, tres ciudades en el camino, no se necesita un avión para eso.-

-¿Partimos?-  Digo por ultima vez volviendo hacia el grupo de motequeros...

Conforme la gente pregntaba, Katia mantenía su silencio, observando cómo las cosas se iban desarrollando. No tenía aún la autoridad como para seguir planteando dudas al grupo: Eso era algo que se ganaba con el tiempo.

James se iba a marchar con Hilda, a lo que la pelirroja también se unió, alegando un argumento bastante razonable.

-No dispongo de ningún medio de transporte...  Vine aquí en taxi, así que ¿Serías tan amable de llevarme también?

Esperó la respuesta. Ir con Ian y su grupo de moteros NO era una opción viable.

Tenían una misión. Su primera misión... Pero no sentía miedo. Al contrario, estaba bastante emocionada, pese a saber que el combate no era su fuerte.

Habían otras cualidades en ella que podían incluso evitar el conflicto abierto, y esperaba poder utilizarlas.

Asiento mirando a Katia.

- Por supuesto - contesto. - No hace falta ni preguntarlo. Puedes dejar el equipaje en la parte de atrás, si has traído algo.

Miro a Asbjörn. De algún modo me resultaría más natural que el hijo de Thor invocase a un caballo volador de seis patas antes de que montase en un coche.

- ¿Tú vienes con nosotros? - Le pregunto. - Aún hay sitio atrás.

Mientras espero que Katia (y Asbjörn, si quiere) suban al coche, me vuelvo hacia Ian.

- OK, como sea. Nos vemos allí entonces. De todas formas ahora estaremos en contacto - digo refiriéndome a los teléfonos que nos ha dado Cybil.

-Iré con vos, dama Loken -asintió el guerrero, soltando las cinchas de las que pendía la vaina de la enorme espada para poder acomodarse en el vehículo de su compañera-. Mi caballo ya estará lejos, y de cualquier modo no me parece apropiado castigar al animal en una empresa como la que debemos acometer. 

Esbozó un atisbo de sonrisa, cortés más que otra cosa, y abrió la puerta trasera del todoterreno de la mujer para permitir que Katia subiera primero. Podía ser un Einherjar y haberse criado en un lugar remoto; podía haber pasado la gran mayoría de su vida en Asgard y en los Nueve Mundos del Yggdrasil, pero una cosa podía decirse de Asbjörn Urthson: era un caballero si se lo proponía.