Partida Rol por web

Baugli, anticipándose a lo que esta seguro no tardará mucho en suceder saca su varita de armadura del mago. Con unos sutiles movimientos y unas pocas y delicadas palabras, el mago comienza a realizar el conjugo que le otorgará la resistencia extra que necesitará para la dura empresa que están a punto de acometer. – Toda precaución es poca cundo se anda por estos lares – dice el mago mientras comprueba que se le ha puesto dura – Estar atentos ahora..., hay seres más viles que los orcos en las profundidades de la tierra.

Sasto. 

Por favor Bauglir, por favor... no es momento ahora...

Al adentraros en el pequeño pasillo, contemplais varias puertas cerradas y unas escaleras en la parte más occidental por las que desciende un riachuelo de agua a borbotones. El muro de la parte sur del pasillo a las escaleras se ha colapsado, dejando un feo hueco que apenas muestra el interior de una oscura sala.

Extremando las precauciones, T´rijss pega una oreja a una de las puertas mientras sus compañeros guardan una breve pero tensa guardia bajo el repicar de la lluvia en el exterior. Al cabo de unos segundos, la elfa oscura está completamente segura de que no se escucha nada en el interior de la estancia.

Examino si hay trampas, y si tampoco las hallo, abro la puerta tratando de reducir el ruido lo máximo posible.

Wuzuk vigila el otro lado del pasillo mientras la elfa oscura estudia la puerta.

Beren entra en el corredor junto a sus compañeros y no baja la guardia ante lo que pueda aparecer más adelante.

Una vez se ha cerciorado de que no hay trampas, T´rijss abre lentamente la puerta de la sala. En el interior tan sólo encontrais tres camastros de madera a punto de desmoronarse.

Bien. Sugiero que alguien sigiloso y fuerte se encargue de bajar al orco mientras yo examino esta estancia con detenimiento (digo mirando a Berem y a Wuzuk). Bauglir. Tú quédate en la puerta vigilando.

Wuzuk sigue vigilando.

Beren, al ver que su compañero Wuzuk prefiere seguir vigilando, coge al orco y se lo echa a los hombros para meterlo dentro y evitar que sus compañeros lo descubran. Antes de cogerlo me fijo bien no vaya a ser que nos de alguna sorpresa todavia. 

Beren asciende por las húmedas y resbaladizas escaleras en el más absoluto de los silencios. Al llegar arriba, el elfo descubre el cadáver de uno de los vigías tirado en el suelo boca abajo junto a las almenas. Por su parte, la insistente lluvia forma charcos sobre el piso empedrado, escapando por los ocasionales parapetos diseñados para evacuarla hacia el exterior.

Asomo un poco la cabeza para ver si descubro algun visitante inesperado y si no veo nada me arrastro hasta él para evitar que el resto de vigias pueda verme,  le cojo por los tobillos y lo arrastro escaleras abajo. 

Siguiendo las instrucciones de T´rijss, Beren sube por las humedecidas escaleras y se pierde de vista en el piso superior. Por su parte, la elfa oscura entra con sumo cuidado a examinar la primera habitación que se encuentran en el pasillo mientras Bauglir y Wuzuk hacen guardia fuera.

De pronto, entre los escombros de la estancia aparecen súbitamente cuatro ciempiés de tamaño descomunal que cogen desprevenida a la avispada y curtida espadachina. Tres de ellos intentan morderle, consiguiéndolo sólo dos de ellos. El terror que recorre las venas de la drow es ahora doble: uno por el susto y dos por la cercanía del gigantesco reptil del patio a escasos metros de distancia.

Beren arrastra el cuerpo del orco hacia las escaleras sin hacer apenas ruido, pero dejándose ver en un par de ocasiones mientras maniobraba con el peso muerto. Sin embargo, el explorador parece casi seguro de que los dos vigías más cercanos ni siquiera se han percatado de la desaparición de su desafortunado compañero.

Al entrar de nuevo bajo la protección de la escala, los agudos sentidos del elfo escuchan algo que lo hace estremecerse, un sonido demasiado familiar. ¡En la planta inferior se está librando un combate!