Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 0: Resonancia (Milka)

Cargando editor
09/02/2016, 18:24
Wamai Saád ú

Y como ya pasó antes cuando viajaste en sueños a ese concierto, las emociones de este joven también te embargan en una comunión mutua. Lo sientes con claridad y puedes intuir que él te siente a ti. 

 

Esa extraña ilusión vuelve a hacer mella en mi interior, desordenando todo lo que creo saber a cambio de unas emociones tan entrañables como desconocidas. Aprieto los parpados en un apacible y largo suspiro nasal, quizá dejándome ir... pero no así, esta vez el extraño suspiro trae la magia hasta mi sabana... hasta mi hogar. La noto, está a mi lado. 

Me centro en la realidad de Nyah por un instante, en la ungüento, viéndola impasible ante la presencia que puedo notar profundamente en este momento, el picor queda a un lado, nublo la vista de manera inconsciente, y me giro despacio para enfocar la cara de mi nueva visión. Otra mujer de piel blanca con ojos de mar. Siento un escalofrío positivo, pues no mastiqué hierbas, la veo con seguridad entre sensaciones que tocan el alma. Arqueo una ceja lentamente, un poco curioso, pero también impresionado. Alzo 3 dedos de una mano — Tu también... —  le digo, para saludar con la otra, quedando con ambas alzadas. ¿Como ha sido?... uno no lo sabe — ¿Por qué...? — le pregunto yo. Receptivo, no necesito saber nada, aunque a la misma vez quiera saberlo todo. Veo su atuendo, y parece envuelta por tristeza, así que continúo llevándome una mano abierta al pecho — Wamai — palpo 2 veces — ¿Tú? —. Lo suyo sería preguntarle "quien sois y que queréis de mi", pero las miradas entran profundamente, el hilo de energía es irrechazable. No siento nada negativo, y de hecho... empiezo a confiar en lo contrario. Así mismo, no puedo evitar lanzar alguna mirada a Nyah, creo que que tengo dones de la Kenia profunda,

Cargando editor
10/02/2016, 04:22
Nyah Baddhu

El rostro de la chica está tranquilo y no parece advertir tu presencia o tu escasez de ropa. Desde tu posición puedes ver cómo se encoge de hombros, aunque no tarda en apartar su mirada de aquel chico para buscar el suelo.

—Un poco, pero ignoro más de lo que sé —afirma luego, respondiendo a una palabras que no llegaste a escuchar..

Durante los instantes siguientes el tacto del ungüento en la piel de tu nuevo compañero comienza a aliviar tanto tu dolor como el suyo. Es una sensación placentera, fresca y casi puedes sentir la carne curándose bajo la pomada.

En el momento en que él se dirige a ti la chica lo observa manteniendo la sonrisa. Y cuando empieza a hablar puedes escuchar la risa de la chica llenando la habitación.

—Anda, deja de hacer el tonto —enuncia mientras deja el remedio sobre la mesa—Ya está. Verás como cura pronto —promete con una sonrisa educada—Puedo dejártelo si quieres —ofrece mientras hace un gesto con el ungüento. Finalmente le dedica a él una sonrisa un poco más nerviosa.

—¿Estás bien?

Cargando editor
10/02/2016, 16:33
Milka Bendij

Abro los ojos sorprendida cuando me devuelve la palabra y no me echa con ella, ni de su casa, ni de su mundo, ni de su sueño. No, él tiene preguntas iguales a la mías; y la misma fuerza para aferrase a la realidad.

Giro mi cabeza hacia la muchacha que ríe y entiendo que ella cree tan poco en mi como Aharon. - Milka. - respondo a la presentación de Wamai poniéndome en pie con gestos lentos y cautelosos, temiendo encontrar el punto de rotura del recuerdo ajeno en el que me he sumergido y desvirtuado.

Me coloco al lado de la chica y paseo una mano frente a sus ojos, mareando el aire hacia abajo y hacia arriba. - Tu me ves. - digo antes de girarme hacia el chico anotando aquella observación en voz alta sin que conduzca a ninguna respuesta nueva.

Sonrió con calidez a la pregunta de la chica del ungüento que activa en mí infinitos recuerdos de Dallas -Bien. Solo desorientada.- respondo en mi cabeza aunque no sea para mí su sonrisa.

-¿Dónde estás, Wamai? ¿Qué lugar es este? - interrumpo con la poca oportunidad de todo fantasma.

Cargando editor
12/02/2016, 14:24
Wamai Saád ú

Cuando me dirijo a la mujer blanca Nyah ríe, entiendo, y me gusta, la acompaño con una estirada sonrisa, pero un poco incomprendido — Si, si, estoy bien... me sentará bien, seguro — de hecho sienta bien el fresco, tanto como la emanación de energía en forma de presencia y profunda conexión de interiores... a la que lanzo curiosas miradas entre que recibo su nombre, Milka. Si la sintiera una asboluta desconocida, habria de agarrarle las manos y sonreír al presentarme, pero no es así. Veo como se pone en pie para llamar la atención de Nyah sin aparente respuesta. ¿Y que es Milka? Me pregunto mientras la observo con gracia, y aunque asiento a las palabras de Nyah, dudo en preguntarle yo también... ¿La ves?  

Intercalo miradas entre ambas con la boca en circulito, todavía sentado — Y no, no... no — niego insistente, y aunque tardo algunos segundos mientras las observo, bien respondo — ...con esto bastará, shukrani Nyah — le doy las gracias juntando las palmas, pues me conformo con lo obtenido y no preciso quedarme el remedio para los viles varazos de Muthengi. Pero ahora mismo estoy en otro mundo, o otro mundo está en Wamai, directamente.

Aun con todo... me apoyo en mis rodillas para levantarme y allegar la mezcla que Padre acaba de preparar — Espera... — alzo el indice — Wamai también tiene algo para Nyah — comunico, y doy un par de pasos un poco dudosos hacia la corroída encimera, esperando encontrar allí lo que busco. Y lo hago mirando hacia mis espaldas, hacia ellas, tal como si estuviese viendo una... mujer blanca en mi casa? ¿Fuga de almas...? quizá yo también sea uno de ellos, pero en pleno ciclo. Pero quizá ella también venga del mar, y no lo sea, puesto que yo tampoco lo soy... quizá uno debería dejar de hacerse preguntas sin sentido, cuando escucho la siguiente... ¿que lugar es este? Eso si tiene respuesta — Esto es... Nairobi — me giro palpándome el pecho nuevamente — Mi hogar — mi casa, y le pregunto acto seguido — ¿...pero... como se hace esto...? — … olvido el remedio de Padre por un instante, y entrecierro los parpados con un atisbo de sonrisa señalando hacia Milka — ¿Llegaste caminando? — pero miro hacia Nyah también, y cambio el dedo hacia su dirección. No quiero que me tome por loco a la de ya.

Cargando editor
12/02/2016, 17:03
Milka Bendij

Me siento extraña en esa situación, invisible a los ojos de esa mujer e innegablemente conectada con los de él, con el frescor que ella ha instalado en nuestras mejillas, tan agradable a la piel como sobrecogedor para el alma.

Mis ojos siguen sin encontrar un punto en el que descansar, y revoletean por toda la estancia como una polilla sin luz buscando una explicación, o el lugar dónde han quedado mis palabras suspendidas en el tiempo, a Dorian. Añoro su voz, pero todavía siento la calidez de su cariño y preocupación en mi interior, y, fuera de mi, le encuentro en la mirada de aquella mujer, en la vibración ajena que mi alma toma por propia. Y a pesar de mi falta y del inexplicable vacío en mis dedos; a pesar de mi confusión, y de toda falta de referencias a cómo actuar cuando tu eres el secreto. No tengo prisa, ni camino que me llame en mi cabeza; me siento libre, acogida y exactamente dónde debo estar.

Le miro, le escucho y le siento hablar con ella agradecido y sin avaricia, y cuando se levanta para alcanzar la mezcla, no puedo evitar volver a palpar en mi rostro el reflejo de aquella mejilla dañada que declara una injusticia, un capricho que Dios ya debe haber juzgado. Es entonces cuando busco con prisa la vía que debería adornar mi mano y ante su ausencia* acarició la piel primero con suavidad y poco después en un leve masaje que busca acostumbrarme a la falta de grilletes.

El movimiento de mis manos no acapara mi mirada como para impedir que siga a Wamai hasta la encimera para recoger mi respuesta, y entregarle mi sorpresa en una mueca extrañada pero confiada. - Nairobi, Kenya ¿cómo es posible? - abro las puertas de mi mente en busca de un momento en el qué aquello tuviese algún sentido - Su hogar -repito para mí y me adelanto a su amiga unos pasos, así como me adelanto a su pregunta aunque mi voz no sale hasta después de que la formule-.

-Llegué, simplemente llegué. Hace un momento estaba en Hamburg, en Alemania. Encerrada -en el infierno- me guardo esas últimas palabras para no asustarle-. Y ahora estoy aquí, casi parece imposible.

-¿Hablas alemán?- pregunto con sorpresa, afirmativamente y con un tenue matiz de orgullo en la expansión de mi lengua-. Sonrío sin saber a qué, pero su proximidad me evoca a ello. -Discúlpame por presentarme en tu hogar sin permiso ni explicación.

Notas de juego

* me lo he supuesto por analogía con el teléfono, si está, lo edito.

Cargando editor
12/02/2016, 19:11
Narrador

La voz de aquel hombre suena de alguna forma dentro de tu cabeza, reverberando por dentro y llenándote de una manera que no habías conocido antes. Su pronunciación es más clara que la de la mayoría de la gente que conoces, y a pesar de su aparente origen extranjero parece hablar un alemán tan de la zona como si fuera un nativo.

Cargando editor
13/02/2016, 04:29
Nyah Baddhu

Cerca de Wamai aquella chica, totalmente ajena a tu presencia, le observa con una sonrisa cuando dice estar bien. Sus ojos brillan, satisfechos, y no tarda en decir algunas palabras.

—La leche de gabón aliviará. Las bayas de iboga sanarán —asegura. Y de inmediato emite una pequeña risa cantarina, tapando su mano con la boca—. Aunque si las comes te ayudarán a ver las estrellas. De día. Y otras cosas que no están —comenta.

Después asiente cuando él niega necesitar más de aquel ungüento y recoge el frasco, tapándolo de nuevo. Luego, cuando dice tener algo para ella, alza los ojos en su dirección con una mezcla de sorpresa y expectación. En la encimera espera un trozo de tela húmeda, lista para ser usada, y es lo que él debe estar buscando. Pero cuando continúa hablándote a ti la chica frunce el ceño sin comprender. Por un instante parece pensar que se está riendo de ella, o algo parecido, aunque no acaba de entender por qué.

—¿Que si llegué...? —repite, sin saber qué contestar. No tarda en dibujar entonces una sonrisa educada y ponerse en pie, dando un par de pasos hacia la puerta—. Quizá he venido en mal momento, disculpa —dice antes de hacer un gesto para pedir perdón.

—Usiku mwema. Angalia wewe kesho —concluye de forma apresurada y ligeramente incómoda, disponiéndose a marcharse.

Notas de juego

Usiku mwema. Angalia wewe kesho: Buenas noches. Nos vemos mañana.

Cargando editor
16/02/2016, 11:11
Wamai Saád ú

Escucho sin saber muy bien como responder a Milka en presencia de Nyah, mas quiero hacerlo igual. Aunque sigo un poco confuso, la observo en cada palabra que emite con expresión curiosa. Yo también volé, pero no se como. No hay jugo mas alucinógeno que todo esto, me gustaría preguntarle cien cosas a Nyah, pero estoy en blanco... y el blanco me lleva hasta la mujer blanca, así que quiero preguntarle mil cosas a Milka. ¿Encerrada? y Alemania. Eso está muy lejos, en... algún país de... Italia, por lo menos, o por ahí donde haya muchos blancos.

Y me dispongo con la mezcla entre manos... de una vez, pero Nyah huele mi extrañeza mientras pienso en países lejanos. Veo que se dispone a marchar, y alzo la mano con el remedio mientras sigo sus fortuitos pasos — Nyah — pienso rápido — Wamai, a veces... se marea un poco — digo, dándome 2 golpecitos en la frente con la palma tras decir lo primero que se me ocurre — Y... hablamos swahili, no hay que disculparse. Ha sido un muy largo día — firmo mis propias palabras mientras asiento repetidamente, como si así tuviese mas sentido aquello que suelto, y a la vez dejando entrever lo tarde que es, pero respondo a Milka.

Y lo suyo sería acompañar a Nyah bajo el manto de las estrellas, como poco. Pero es que... ya estoy viendo estrellas, o sintiéndolas bien cerca. Tengo un candil de luz invisible dando mas que luz a mi alma, en plena casa, y siento necesidad de entenderme con ella. Vuelvo a mirar de forma fugaz para ese vacío en el que Nyah no ve a Milka, pero yo si.

— Ten, esto es para ti. Lo hizo el buen anciano, seguro que funciona — le extiendo la mezcla a Nyah, mirando para Milka, pero vuelvo rapidamente la mirada a la hembra morena — Té oscuro envuelto... y con agua del cielo se lleva el escozor y empieza a sanar — Si, creo que era tal cual. Le doy mi voz a las palabras de Padre, y añado — Si no te las llevas, seguro que secará — Quiero que se las lleve, pero también pretendo dejarla ir por hoy. Nada que no se pueda solucionar con un pequeño elefante de patas gordas mañana, espero — Usiku mwema, Nyah —.

Cargando editor
16/02/2016, 21:53
Nyah Baddhu

La joven detiene sus pasos al escuchar la voz del hombre y se gira hacia él, a medio camino hacia la puerta. Escucha sus palabras y pestañea un par de veces, siguiendo su mirada hacia donde tú te encuentras, sin que parezca ver más allí que el vacío. Finalmente asiente y coge con delicadeza el remedio que Wamai le tiende. Inclina un poco la cabeza ante él. 

Asante sana, Wamai —dice, recuperando algo de brillo en su sonrisa—. Extiende mi agradecimiento a tu padre, por favor. 

Y con esas palabras se marcha, dejándote a solas con ese hombre que te atrae y reclama desde dentro, directamente tirando de tu alma.

Cargando editor
19/02/2016, 00:06
Milka Bendij

Levanto una ceja extrañada cuando me corrige el idioma pero me supongo que se refiere con habitualidad pues mi pregunta tampoco aportaba más que una sorpresa a un hecho obvio para todo el que tuviera oídos.

Le sonrío cuando me niega la necesidad de disculpa, con una sonrisa más tierna que agradecida, con más admiración que ánimo. Y al sentirla en mis labios me doy cuenta que la conozco muy bien solo que en otros labios que en algún tiempo fueron el molde de los míos.

Aplaudo su modo de hablarnos a ambas, es inteligente, considerado y amable y casi me lleva a entender como he terminado vistiendo esa sonrisa que hasta el momento jamás había heredado de mi madre.

Procuro no molestar más de lo que mi propia presencia ya lo hace y recorro la habitación curiosa, para creerme una vez más aquella inesperada libertad, ese regalo que arrulla mi alma y llena mi corazón con un nuevo latir tan similar a la melodía de mi madre y a la vez tan distinto que me atrae y me da paz; pero a la vez, siento el frío de mi mano vacía y ese mismo vacío se instala en mi interior por los tres lazos más antiguos de mi alma.

- ¿Quién es Nyah? -pregunto sin decoro pero también sin exigencia cuando la otra mujer se ha ido - La sentí agradable.

Cargando editor
21/02/2016, 04:53
Wamai Saád ú

No podía dejar que Nyah se fuese con las manos vacías, pero tampoco que me viera haciendo el lunático por segunda vez. A través de malos entendidos me tomaría por loco, pero a través de peores entendidos los mas locos podrían terminar tirando piedras a mi casa fruto del miedo... por practicar magias desconocidas, y que desconozco. Tras despedirla, cierro la vieja puerta y apoyo mi espalda en ella. Suelto un pequeño suspiro rápido, necesitaba equilibrio, del mio... pero no tardo ni un segundo en dejarme llevar por esta hojita que el viento trae, pongo mis ojos sobre Milka, a la que sigo rondando el cuarto hasta que me habla de nuevo.

Ajabu!* Esto es increible!

Y por increíble que sea, me acerco a ella creyendo en todas y cada una de las leyendas o historias con las que crecí, cada vez con mas razón, y de ser. Estiro mi brazo, señalando hacia la puerta por donde se acaba de marchar Nyah. Se me traban las preguntas y sensaciones, todo en uno con ella misma — Ella... ella es Nyah — respondo, y sigo señalando hacia la puerta arqueando ambas cejas — Es mi... amiga, de este sol y esta luna, y... ¡no podía verte, ni escucharte! — ni con los ojos, ni con los oídos! sonrío por aquello que siento con los míos propios, sin duda. Por un segundo observo la puerta del cuarto, allí donde debe estar mi hermano, pero no me inquieta que este se asome y me vea hablando con las paredes, así que vuelvo inmediatamente al pelo de Milka, su piel y sus ojos — Wamai caminó hasta la costa, y aquí no hay costa — le digo haciendo el gesto de caminar con los dedos — No sé muy bien donde está Alemania, Milka, pero estás muy lejos de casa — asiento varias veces, esperando que comprenda toda esta incomprensión tanto como yo mismo. No tardo en fijarme en su atuendo de nuevo — ¿Por que estás encerrada? — Igual está enferma, adopto un tono bajo. No es lo mismo creer en magia, que se participe sin saber ni como, ni cuando, aunque se siente bien. Mi expresión no pretende ser solo educada, si no también cercana a la mágica compañía — ¿Estás triste, Milka? — le pregunto.

Notas de juego

*Increible

Cargando editor
22/02/2016, 17:22
Milka Bendij

Él señala la puerta pero yo miro su brazo, su mano y sus dedos, le miro con todos mi pasado trabajando en una explicación de quién es para mi alma, y todo mi presente asumiendo lo increíble de aquello.

Asiento a su primera respuesta, eso lo sabía, era deducible, y espero a la llegada de aquellas palabras que responden a lo realmente preguntado.
Cuando adorna el título de amiga no puedo evitar pensar en Dallas, a pesar de que resurge el sentimiento dolido que siempre matizará su nombre aun bajo numerosas capas de pintura más alegre.

- He conocido a un hombre en una habitación vacía- quito pasos entre nosotros cuando muestra indicios de vivir mi misma incógnita y no ser yo la única causa de la suya.

Asiento repetidamente con él, confirmando lo lejos que me encuentro de mi hogar de tres corazones - Europa- susurro para que mi palabra no entorpezca las suyas-.

Su voz se me antoja tan pacifica y cercana como la sombra de una caricia de Adam. Alzo una mano para apoyarla en mi sien y extiendo la otra sin pensarlo buscando la de Wamai - Me he acostumbrado a vivir con la tristeza -confieso sin valorar que puedo incomodarle-. Estoy asustada, Wamai, en Alemania quieren rebanarme el cerebro usando un tumor inexistente de excusa.- dejo caer la mano de mi sien por mi pelo y agarro mis dedos al bajo de un mechón con fuerza- Dirán que eres un síntoma pero no es cierto, ¿qué le ha pasado a tu mejilla?- alzo la mano que le buscaba en mi miedo para llegar bajo su corte con el reverso del índice. - Escuece.- afirmo más que pregunto.

Notas de juego

Cargando editor
24/02/2016, 05:57
Wamai Saád ú

Mi sonrisa sigue al borde de la locura incomprendida, mas no la pierdo ante tal acto con Milka. 

— ¿Un hombre? ¿Era negro? — Le pregunto. Aunque a todo asiento sin dejar escapar ni un ápice de atención a los gestos y palabras de esta hembra, hasta que me recoge la mano, momento en el que le muestro mi palma blanquita por debajo. Es una persona, casi como yo... o eso me dice su tacto. Vive triste, a lo que pienso que aquí las gentes sonríen por radical educación, así que incluso la pobreza simula felicidad, pero mi mente tropieza cuando dice rebanar, cerebro, tumor e inexistente, ademas de excusa. Parpadeo varias veces irguiendo totalmente mi espalda. Todo eso junto suena muy feo... Y ¿yo, un sintoma? Tardo un poco en comprender lo que quiere decirme, el equivalente a que alguien termine tirando piedras a mi casa. Ahora entiendo lo que quiere decir ese atuendo.

Ah? es... — y no sé que decir, realmente. Frunzo el ceño llevándome una mano a la cabeza, pensativo, cuando una visión francamente espiritual te dice que está triste, asustada y que van a cortarle el cerebro, uno se empieza a preguntar como ayudar, y que es el elegido por la sabana africana para hacerlo, pero también traga saliva — ¿Hacen... eso en Alemania, Milka? ¿solo porque no te creen? — pregunto, pero mas bien digo ¡que salvajes! — No temas, el ciclo a veces ofrece salidas... solo hay que verlas — le digo, como muy convencido y sin explicación alguna, tal como ahora, aquí y ahora. Asintiendo.

— Esto fue... fue por escuchar cosas donde no las había, trabajando — digo por el corte de mi cara. Gesticulo una mini-explosión elevando las manos — Boom — y niego con un atisbo de sonrisa estúpida — Wamai pensaba en terroristas religiosos, o aviones. Pero no había nada en el cielo — parecían bombas — El mandamas me corrigió... por asustarme... y gritar — y tirar el cesto con lo recogido por los aires, pero esto no se lo digo. Todo quedó en un remazo en la cara.

Vuelvo a sus ojos, entrecerrando un poco mas la mirada. Escuece... — ¿Milka lo nota? — pregunto, sabiendo que lo que acaba de decirme tiene mas peso que nada de lo que yo pueda soltar. Pero muestro interes.

Cargando editor
27/02/2016, 13:24
Milka Bendij

Miro su mano con el movimiento de rotación y estudio su palma sin querer, nunca he creído en quién dice conocerte con las líneas que los pliegues que el uso de tus manos dibujan en las mismas, no al menos hasta que lo demuestran y parecen ser una mágica excepción de todo aquello que me han educado a no creer.

Pero mis ojos están puestos en ella y en miles de palmas que se les han mostrado a lo largo de mis treinta y dos años de existencia real, ninguna igual, ni ninguna como la suya.

- Era...- empiezo a responder a su pregunta sin que mis palabras sepan ir más allá y mis labios quedan suspendidos en su movimiento mientras mi cerebro trabaja una vez más, en busca de pieles, en busca de Budi, en busca de las categorías de los tonos de piel que he oído-.

Aparto la mirada, de su mano, de él, del suelo que pisa, vuelvo a bloquearme, a perder las respuestas entre lluvias de datos, y él es familiar desconocido al que temo testar su paciencia.

- Moreno, pero sin llegar a tostado. Su piel se asemejaba a un bronceado de tres semanas de playa en un piel rosada, pero claramente era su color habitual, sin marcas ni espacios que desentonaran entre los pelos de su barba.

>> La pigmentación de su piel era parecida a la de los nativos americanos, como canela, y lejos de ser café.

Vuelvo a buscarle con la mirada, para determinar si todavía me tolera o si sus ojos han encontrado esa mirada que me condena a ser una niña a la que se le ha comido la lengua el gato, una vergonzosa sin vergüenza e infinito dolor de cabeza, pero una niña con madre a la que volver a sentir y despedir.

- ¿Habías visto el mar anteriormente? -cuelo mi curiosidad por su experiencia entre respuestas.

Aparto mis mano entonces, tomando una pizca de consciencia de que la regla de normalidad dicta no ir tomando manos ajenas solo por corroborar su existencia o encontrar un nuevo punto de sujeción al presente.

- No les he contado nada -me refiero a los médicos-. Con quién hablé me creyó pero luego... Me desmayé y la doctora Geller malinterpretó mi cerebro -me encogí de hombros y también miré mi camisola de hospital, - qué forma más incorrecta de presentarme- pagó mi cabello que arrugue entre mis dedos.

- Viste una explosión y te llevaste un corte.- declaré aunque más bien protestaba ¡que salvajes!

Me encuentro con sus ojos y me lleno de su espiritual compañía y agradable familiaridad. Asiento sin perder el contacto con su mirada y entonces me pellizco la mano y giro la piel en un experimento con una disculpa por adelantado en la mirada- ¿Y Wamai? ¿Lo has sentido?

Notas de juego

Cargando editor
01/03/2016, 04:36
Wamai Saád ú

Le sigo, intenta decirme que vio a un hombre un poco menos negro que yo... hasta menos que Jimiyu, que Nyha, o eso creo, y con barbas. Y vuelve a mis ojos tras esconder la mirada, me pregunta por el mar, y me habla de la doctora Geller... adoro el mar dentro de mi cabeza, y no sé quien es la doctora Geller en la suya, pero me gusta escuchar la voz de Milka. — Las escuché — las explosiones digo, y vuelvo al gesto de “boom” mas cerca de mi oreja mientras sigo sus nuevas palabras, viendo como tras asentir, finaliza con un pellizco así misma, pellizco que noto yo mismo — uh, uuh — doy un par de pasos frunciendo el ceño, me agarro mi propia mano, y vuelvo a los ojos de niebla de esta pequeña gacela — Si, si, Wamai lo nota! — respondo sorprendido — ¡Vudú! — magias prohibidas, o algo muy parecido. 

Pero no me lio en pensamientos, aun con sorpresa. Respondo a sus preguntas — Y no, no. Solo había visto mar en pantallas — aseguro — y en los carteles de la gran ciudad — también. — Pensaba verlo en Mombasa... algún día... — lejano... y tal vez inexistente porque uno no tiene/sabe ni como llegar, pero... justo como las visiones de hoy, así que a lo mejor... sí existe el día y uno encuentra como llegar — Pero ya lo ví, es gigante — le digo mientras me sobo la nuca, aunque no huele como esperaba — Uno se quedó con las ganas de correr hasta él — le sigo contando, con tintes de emoción en mis palabras — Pero también había una presencia brillante allí. Como Milka, mas dorada — Intento corresponder mi explicación a la suya — Si, tenia la piel... mas... dorada — mejor lo dejo ahí. En circunstancias normales no las diferenciaría, no es difícil ver blancas en el centro de la gran ciudad, pero aunque sumamente iguales estas se sienten sumamente distintas — Era Ruth, de Tamara — le digo — Pensé que era un sueño de magias, un angel, o un mensaje de la tierra  — o por el mar, de Mukuru desde allí donde su alma habite. Y muchas cosas mas, mezclando todas con magias africanas — A la primera hembra... bueno, no pude conocerla — Tampoco me olvido de ella, van 3. — Pero no sois visiones raras, sois... ¡gente! — exclamo como muy alto, pero en bajito. Miro al techo.

Y mirando al techo... me viene algo a la cabeza, vudú, al cerebro mas bien. Observo el pelo y cabecita de mi especial compañia — No hace frío aquí, pero... ¿Milka no tiene frío así? — con una sabana de esas por ropa, de hospital. Vuelvo a sus ojos grises, y le susurro ladeando mi gesto — ¿Si la doctora Geller le corta el cerebro a Milka, lo nota Wamai?— Oh...! ¡Dioses míos! Mukuru! Y madre Tierra de todos los ciclos! Espero que Geller cambie de opinión.

Cargando editor
04/03/2016, 01:51
Milka Bendij

Cuando manifiesta sentir el pellizco que he plantado en mi piel, me apresuro a presionar la palma de mi mano contra la zona rojiza de mi piel, más por creer hacerle bien que por el dolor de mi mano. Las he maltratado tanto que he perdido toda empatía con ellas, cuando quieran dejar de doler, encontraran una nueva excusa por molestarme.

Él lo llama vudú, pero yo no me creo muñeco, será otra magia, más divina seguro, pero en cualquier caso estamos más unidos de lo que mi corazón pretende hacerme creer; él y yo y Budi, tal vez- Tal vez nuestras almas fueron una antes de volver a la tierra -cruzo los dedos corazón e índice sin dejar de presionar mi mano pidiendo a Dios que me hable-.

Y entonces alzo las palmas de las manos, prometiendo inocencia- No lo creo vudú pero te debo una disculpa - busco su mano con los ojos y me avergüenzo de haber sido un médico, de experimentar y de que me resulte interesante-.

Le escucho narrar su impresión del mar, disfruto sus palabras y siento en mi aquella libertad a la que asocian al océano, quizás la entiendo ahora por el aliento del encierro que siento echar en mi nuca, quizás por lo soñado que suena la imagen en su voz.

- ¿Por qué no lo hiciste? -escurro mi pregunta entre sus palabras con timidez, incapaz de esperar a averiguar si mi duda se responderá sola, incapaz de escuchar las riñas de mi madre por ello aunque bien que llegan a mis oídos y desde dentro.

Sonrío cuando pronuncia mi nombre, y me siento absurda, me resulta tan familiar y próximo como para no escuchar a mi madre y permitirme interrumpir sin ánimo de hacerlo, pero sin estar pendiente de mantener mi boca cerrada y realmente no somos más que desconocidos construyendo un mismo puzzle de 5000 piezas sin más que las esquinas del marco.

Menciona a la otra mujer, y su nombre me predispone a juzgarla de bien, y la amabilidad de las palabras de Wamai me llevan a confirmarlo, quizás sus almas también se mezclaron al regreso. Quizás el asiático no fue un sueño ni un recuerdo, quizás la mujer del hotel tampoco lo fue. Quizás realmente estuve en su muerte y no hice nada. Quizás Dallas se ha equivocado.

Pierdo a Wamai en ese recuerdo que no puedo evitar y como siempre mis manos se congelan, mis ojos perforan el espacio y mi garganta libera un grito que guarda todas las fases que me ha hecho vivir aquel mismo disparo: pánico, horror, tristeza, y, ahora, culpabilidad.

Parpadeo buscando las miradas preocupadas, asustadas y cansadas de mis hijos y en su lugar sigue Wamai, reconfortante aun en la incomprensión.

- Gente y entornos -coincido-. Y fe.

A punto estoy de negar con la cabeza al frío, y de cerrar mis brazos sobre mi cuerpo enrabiada por esa ropa cuando Wamai encaja en aquel puzzle tendido en medio de alguna estación de trenes otra pieza y convierte mi miedo en nuestro miedo y mi peligro en el suyo.

Recuerdo a Budi, mi sorpresa, sus palabras, su tristeza calcada en mis ojos, sus promesas y nuestro juramento- No vamos a dejar que lo consigan -recito con mi voluntad perdida en ese aliento de mi nuca que cada vez es más intenso- No dejaré que lleguen a ti, Wamai -prometo a sus ojos desde el fondo de los míos-. Lo prometo -estiro mi meñique hacia él en un gesto reflejo que me han inculcado mis hijos-.

Notas de juego

Cargando editor
05/03/2016, 11:38
Wamai Saád ú

Veo como alza las palmas y no dudo en hacerlo yo también. Amani. Paz. Lo hago muy amenudo. Y no, quizá no sea vudú, ella lleva razón. Me manoseo el pescuezo a dos manos pensando. No hay peleles de tela, ni tampoco recipientes extraños para ello. Entonces... a lo peor es magia roja condimentada con efectos del vudú. No se que sería mejor. Y no soy dado a llamar a las malas energías, menos en alto, pero no puedo evitar mencionarlas, pensar en mancias ocultas, y los tabús de toda mi cultura con Milka ante mis ojos.

— No te disculpes, tengo las manos entre ramas todos los días — y de hecho estuve a punto de decirle "hazlo otra vez". Uno no ve hechizos de estos todos los días — Pero Milka no debe aguantar la respiración — añado, intentando quitar peso con una nueva sonrisa. En cuanto al oceano, tal vez me bastó con sentirlo cerca. O tal vez es que estaba tan boquiabierto que no tuve margen mas que para cerrar la boca— El mensaje parecía la hembra con ojos de mar, no el mar... pero el tiempo voló rápido — Aunque no descifré ningún mensaje mas allá que un sueño muy lucido, y que ahora sé un poco mas real.

No tarda ella en dar un equilibrio positivo a mis palabras, a mi pregunta anterior. Aquella que me conecta no solo a su alma, si no a su cuerpo también, como música. Y aunque en el fondo la respuesta de Milka también guarda un "quizá sí" tan grande como el parque nacional de Nairobi, todo lo que pueda inquietarme sobre mi cerebro, o el suyo, pierde peso con una pequeña frase protectora, aunque la entiendo de forma literal, y respondo como tal — Wamai corre mucho, Milka, tu no dejes que te cacen — y termina con una promesa que me agrada. Las promesas prometen. Veo que me apunta con el mas pequeño de sus dedos, y desconozco que significa esto para ella, pero tras un breve segundo recorriendo su blanco meñique con las pupilas, imito su gesto y apunto en su dirección. Ella no dejará que lleguen hasta mi, dice, yo no quiero que lleguen hasta ella, digo. Ahora... ¿como? desde aquí, mi sabana, hasta la muy lejana Europa — Yo prometo ayudarte, aun no sé como... pero lo haré — se lo aseguro, me uno a su causa, ya mía. Como poco no dejaré que me vuelvan a cruzar la cara. 

Y mis latidos aumentan por momentos, pues Milka parece otra hembrita tallada en fino cristal. Necesita al menos, una pata de conejo blanco, 2 velas marcadas y conocer la historia Zulú de las lagrimas del guepardo, para calmar su alma. Pero sobretodo, sobretodo, sobretodo... sonreír, para empezar a curarla. Engancho mi meñique al suyo y aprieto despacio. De poder hablar por si solos, mis ojos estarían diciéndole “Tranquila”

Cargando editor
07/03/2016, 23:39
Milka Bendij

Busco sus manos cuando se refiere a ellas, no porqué lo necesite para saber como son y descifrar en su piel cada recuerdo de las marcas de las ramas en ellas, no, sino para todo lo contrario, para verlas y no recordarlas. No quiero perderme en ese momento, no quiero ahogarme entre manos, solo me interesan las suyas, las mías, y ese dolor compartido que se ha vuelto dulce con la aceptación de Wamai y el inicio de una respuesta al porqué de sí mismo.

Le sonrío a canon con la sonrisa que él dibuja y que siento más que ver, la intuyo como un consejo que no tardo en seguir y a punto estoy de volver a probarlo, pero con una vez me basta, tal vez tendría sentido otra cosa; tal vez no lo sienta si estamos separados, como no sentí esa rama hasta verle.

Levanto la mirada de sus manos para oírle hablar de la mujer del mar y escuchar ese pequeño chiste sobre el tiempo. Qué agradable sería poder ignorar tan solo algunos segundos de él, pero supongo que ello no entra en el plan de Dios, supongo que sería desagradecido. Y es entonces cuando mi corazón se detiene al recordar aquello que mis manos han perdido al llegar al hogar de Wamai: el teléfono de Aharon, la voz de Dorian, mis palabras hacia él.

- ¿Cómo volviste de la playa? - busco mi pelo nerviosa, y doy con uno de los mechones maltratados por mis manos que esta vez, solo escurro entre mis dedos índice y corazón por pura culpabilidad por esas puntas deshilachadas.

Temo volver, temo no poder justificar mi ausencia, temo que Geller la justifique por mi, temo haber asustado a Dorian, pero más temo no poder volver esa misma noche, perder la oportunidad de abrazar a mis hijos, de arroparles, de prometerles no en vano que todo va bien.

El dedo más chico de Wamai alcanza el mío, y con ese pequeño gesto, e inmenso contacto, sonrío más con los ojos que con la fina línea de mis labios. Y aunque tampoco puedo imaginar qué puede hacer para ayudarme más allá de lo que ya ha hecho, más allá de ser calma, respuestas y esperanza, le creo en ese futuro de sus palabras, porqué no lo conozco pero mi corazón declara que haría lo mismo y todo mi alma se tiñe de una palabra: familia.

- Ya me han cazado -confieso lo que mi ropa grita y aparto la mirada a los meñiques para no guardar dentro de mi su decepción-.Pero voy a escapar-prometo de nuevo con el meñique todavía enlazado al suyo y mi alma vibrando más fuerte y decidida que nunca. Segura tras esa promesa de ayuda de Wamai que me sostiene casi como los abrazos de Adam-.

Tengo ayuda en camino, razones para confiar en mi corazón y solo un marido al que convencer para volver a abrazar a mis hijos, para cumplir una promesa repetida y proteger a los míos. Huir nunca ha sido un problema para mi, pero esta vez no quiero hacerlo, no sola, ni solo con Dallas.

- ¿Tienes hijos? -retiro mi meñique y busco esa puerta por la que ha salido su amiga, curiosa por echar un vistazo fuera pero comprendo porqué no se bañó en el mar. Con él es fácil hablar-.

Notas de juego

Cargando editor
09/03/2016, 19:15
Wamai Saád ú

Veo que Milka me regala una sonrisa, así que sumo algo de alegría a mis palabras, aunque respuesta... no tengo, o eso creo — No lo sé, Milka -me gusta mucho decir su nombre- De repente... — meneo mi otra mano con duda, llevando mis ojos al viejo techo que nos cubre día a día — ...De repente volví. Y creo ademas, que nunca me había ido — apunto con algo de emoción, emoción de gustarme aquello que no entiendo — Jimiyu me dijo que hablaba con dioses — susurro con gracia y fuerza. Me llevo una mano abierta al centro del pecho de nuevo — Jimiyu, mi hermano — y mucho más que eso. El nacido en épocas de sol. Apuesto a que ya está durmiendo. Mañana es Subira, digo... otro día.

También me dice que ya la cazaron. Pero ¿quien...? ¿Los médicos? ¿le impiden marchar?. Frunzo los labios a un lado. No sé en que clase de lugar está metida, pero aquí quien quiera vacunarse en una carpa tiene que hacer cola voluntariamente, si es con mascarilla mejor. Casi lo mismo en la abarrotada clínica publica. Estoy seguro que uno, y una, podría escaparse paseando sin que nadie se opusiera. Pero aprieto una ladeada sonrisa cuando, justo al momento, me dice que piensa huir apretando más el meñique — ¿Milka tiene un plan? — Jimiyu y yo somos buenos planeadores, aunque siempre sea el mismo. Pero ella es blanca... y los blancos siempre tienen chelines para ejecutar planes más mejores. Con esto aun estoy pensando en como puedo ayudarla. No puedo hacerlo directamente, creo, pero si su suerte es la mía estoy seguro de que existen maneras mas atrevidamente espirituales de hacerlo. Tan solo debo esperar a que alguna llegué a mi mente.

Mama Dunia kutarajia ishara. 

Y fue agradable sentir su minúsculo dedo apretar el mio durante unos largos segundos. Cuando me lo suelta percibo que lo que nosotros hacemos con las manos, ellos lo hacen así. Pero me pregunta por hijos. ¿Hijos? pienso en las olimpiada de bebés. Respondo — Nooo, no, Wamai aún no tiene bebés — Y no obligado, los hijos son casi necesarios para proseguir en muchos aspectos de nuestros ciclos. Algún día, pienso sin mas — ¿Milka tiene hijos? — le devuelvo la pregunta, y levanto una palma recta hasta la altura de mi estomago, refiriéndome a la posible altura de un niño no muy grande.

Por ultimo veo como ella se fija en la puerta, y casi sin querer vuelvo a su pregunta anterior, a mi memoria — Wa... Wamai... regresó mientras se abría una puerta — normal y corriente, me rasco la cabeza. Lanzo un vistazo a la puerta de mi casa y enarco ambas cejas — ¿La abrimos, Milka? — a lo peor tiene el mismo efecto que abrir una ventana, pero a lo mejor provocamos magia. Que sé yo.

Cargando editor
09/03/2016, 19:49
Milka Bendij

Dice no saber como volvió y esa respuesta no entra en mi de un modo violento, ni rasga esperanzas pues estas todavía no han sido creadas y justamente mi corazón se habían allanado a esa respuesta. Tampoco yo sé cómo he llegado.

Busco mi último recuerdo ligado a Alemania, lo busco en lo más próximo de mi presente y descubro que no es más que el recuerdo de una mentira a mi hijo y me resulta inevitable pensar que tal vez por ello me he alejado de él.

Cierro los ojos con el mismo dolor por la dulzura de su pregunta que sentí al oler el café molido que perfuma el aire de la habitación, de ese hogar. Y alzo con Wamai los ojos al techo como si yo fuera la sombra de su títere en un fuerte de sábanas.

Veo el techo, la bombilla solitaria y en mi parece una sola palabra "pronto" unida a la necesidad de cerrar los dedos de mi mano para sostener algo en ellos. Recuerdo mi llegada y grabo en ese recuerdo un sentimiento cada vez más fuerte de hogar de saberme en el lugar correcto.

Al escuchar que creía jamás haberse ido vuelvo a bajar la mirada para acudir al presente que es Wamai, para absorber aquella calma que parece rodearle y que necesito tanto como la carta perdida que completa la escalera. - No, nononono no. Wamai no puedo estar allí, no puedo estar sin estar consciente. - mis pupilas se dilatan histéricas y mis manos buscan mi cabeza para comprobar que no tengo medio cráneo fuera de sitio.

Palpo mis sienes y mi frente pero no son mis palmas en mí, sino la suya en su pecho la que airea el cosquilleo del fugitivo que empieza a escalarme desde mis pies. - Jimiyu -memorizo el nombre de su hermano y estoy segura que es un hombre que trae felicidad bajo sus pies, solo su nombre ya es un auténtico susurro de alegría que obliga a sonreír a quién se atreva a pronunciarlo-.

Ni mis pulmones ni mi corazón saben disminuir su ritmo y pronto mi sangre decide abandonar mis manos en gran medida, pero me han enseñado a no molestar con mis ansiedades y eso es justamente lo que hago.

- Mi plan es huir. Esperar a que todos duerman y entonces, correr -soy consciente de que no es un plan elaborado pero cuando lo pensé no temía por más cabezas que la mía-. El hombre de la habitación vacía, Budi, me dijo que vendría alguien a buscarme. Y si todo falla, mi hermana -me sorprendo gratamente ante la naturalidad con que ese título nace al pensar en Dallas- va a sacarme aunque tenga que ... usar métodos poco convencionales -prefiero omitir sus palabras por parecerme ambas una locura que no quiero que Wamai crea-.

Me hace gracia esa "o" alargada al negar los hijos, pero por educación y decoro aprieto mis mejillas para mantenerme lo más neutra posible a su respuesta a la que únicamente asiento y agradezco que me devuelva la pregunta, agradezco cualquier excusa que me facilite poner sus nombres en mis labios y sus recuerdos en mi mente. Callo unos segundos, perdida en esa altura marcada y en un determinado momento de mis recuerdos lleva toda la razón.

- Tres. -respondo poco después sin creer que el momento se hubiese podido perder- Vinieron juntos: Ariel, Vivían y Dorian- sonrío enmimismada y levanto mi mano a la altura de mi hombro para marcar su tamaño exacto-.

Mis labios están más que dispuestos a seguir contándole cosas de ellos y mis oídos son curiosos por más de lo que podría considerarse adecuado, pero esa puerta y la iluminación del chico lo barren todo de la mesa, justamente esa misma que ellos han parado.

Vuelvo a ser consiente de los punzones de mis nervios y de que debería estar en Alemania protegiendo mi cuerpo, protegiendo a Wamai, a Budi y quizás incluso a la mujer de la playa o al novio de Carla, y aun así miro esa puerta con desconfianza mientras me acerco a ella.

Escucho la pregunta de Wamai y mi mente niega con un sonoro "no" asustado pero mi pecho no le secunda, ni siquiera mi voz. Mis pasos hacia ella son cortos y cautelosos. Mi mano se alarga sola a un lado, en dirección a mi anfitrión, ahuecándose para recibir la suya, buscándole con el tacto pues mis ojos no encuentran un camino fuera de esa entrada, o salida-. ¿Y si desaparezco, Wamai?-¿Cómo sabré que estás bien? -aprieto mi mano si llegó a alcanzar la mía, y si no lo hizo, no queda más que un puño recogido en un ovillo de nervios -¿Puedes recitarme tu dirección?