Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 0: Resonancia (Morgan)

Cargando editor
25/11/2015, 20:11
Morgan Laurent

Esa indiferencia, esa forma de actuar tan inocente me hace pensar que tal vez lo es, o quizás no es consciente de lo que se le viene encima. Y yo no dejo de acelerar, ¿por qué coño me importa este hombre? No debería importarme, pero de alguna forma me importa, más bien, me inquieta. Lo miro sin apartar los ojos de él un instante, mi instinto me dice que no es de fiar (¿quién lo es al fin y al cabo?) pero la información que tiene lo que dice... Es demasiado extraño, no me encaja nada y a la vez encaja todo. ¿Cómo sabía que vi a Annabelle? ¿Y mi nombre? ¿Cómo sabía yo quién era Annabelle? Lo he sabido desde el primer instante, y no la había visto en mi puta vida. 

Sigo fumando y echando la vista atrás cada poco. El humo del tabaco me ayuda a mantener la templanza en cierto modo, aunque estoy de los putos nervios. Escuchar acerca de Annabelle y de su... ¿legado? No me ayuda a tranquilizarme, ¿qué legado? ¿Qué pollas me estás contando, Hort? No puedo evitar mirarlo con una ceja arqueada, en una clara expresión de incredulidad y extrañeza. Joder, no puedo creerme lo que me dice, no tiene ningún sentido, pero a la vez... a la vez es cierto. Conozco a Annabelle y no la conozco a la vez. Hay dos cosas que no soporto: a los gilipollas y el no entender las cosas. Ahora la gilipollas estaba siendo yo y no me estaba enterando de una mierda. 

Vamos a ver...-comienzo a decir, llevándome el cigarro a la boca y sujetándolo con los labios mientras me pellizo el puente de la nariz, pensativa-. ¿Qué mierdas es eso del legado? ¿Qué es lo que va a pasar?- pregunto, directa, tajante. No puedo aguantar más, no puedo hacerme la cordial todo el rato y fingir que estoy bien y tranquila cuando no, quiero explicaciones, las quiero ya-. ¿Quién era Annabelle y por qué la vi? ¿De qué coño me conocéis?-respecto a las cosas raras que iba a experimentar lo miro con los ojos ligeramente entornados. ¿Se metía algo o qué?-¿A qué te refieres con eso?-le pregunto-¿Por qué debería empezar a sentir esas cosas?

Me estoy poniendo de los nervios. Odio que me den respuestas pero que realmente no me las den, odio que me den mil vueltas a las cosas, ¡qué coño te cuesta ser claro, joder! 

¿Y a mí qué me importa esa tal Milka?-pregunto. Una pava en Alemania necesitaba ayuda... pues vale, todos tenemos problemas, ¿qué pasa?-. Explícame qué coño está ocurriendo, lo mismo así puedo decidir qué hacer por lo menos, ¿no?

Cargando editor
27/11/2015, 13:01
Budi Hort

La expresión del hombre se va volviendo en cierta forma divertida con cada una de tus preguntas. Contempla con calma cómo te vas alterando y exasperando mientras camina a tu lado, siguiéndote el paso y comiendo tranquilamente sus patatas. Cuando terminas de preguntar, te sonríe de una forma que se te antoja paternal, con esa cara que ponen los padres cuando les sale un hijo curioso que les hace gracia con sus porqués.

Finalmente, resopla, antes de empezar a hablar de nuevo. —Todo esto debe estar pareciéndote una jodida locura, ¿no? —Hace una mueca con la boca, como si dejase una risa a medias incluso antes de que llegue a formarse. —No te preocupes, Morgan. Lo irás entendiendo todo poco a poco.

Con una calma casi parsimoniosa se mete una patata más en la boca y la mastica despacio antes de continuar, con un tono suave y cadencioso. —Todos experimentamos nacimientos y muertes en una vida, pero pocos saben lo que es renacer como un sintiente. Annabelle os dio el ser, pero eso es sólo el comienzo. A partir de ahora nada volverá a ser como antes. En tu interior probablemente ya lo sabes, sientes que todo es diferente.

Suspira y frunce los labios en una mueca. —Tú ya no eres solo tú. Si no estuvierais en peligro, podríais descubrir lo que eso significa a vuestro ritmo. —Niega con la cabeza, como molesto con la realidad. —Pero lo estáis —dice finalmente—. Están detrás de vosotros y ya tienen a Milka. No podéis permitiros perderla, Morgan —continúa, y su voz se vuelve levemente apremiante—. Puede que todavía no te des cuenta de lo importante que es ella para ti, pero si la salvas, te salvarás a ti. 

Cargando editor
28/11/2015, 04:14
Policía del NYPD

En aquel momento el callejón por el que te habías metido termina y cuando vais a dar un paso fuera de él, un coche de policía se detiene en seco, cortándoos el camino. El tipo a tu lado pestañea con cierto aire de incomprensión en un primer momento. Te mira confundido mientras dos policías salen a toda prisa del coche y lo apuntan con sus pistolas. 

—¡Budi Hort! —exclama uno de ellos con el rostro congestionado. Es alto y joven, con aspecto y actitud de haber estado en el ejército a pesar de su juventud— ¡Está usted detenido en nombre de la policía de Nueva York por delitos de terrorismo internacional! ¡Ponga las manos sobre la cabeza y acérquese sin hacer ningún movimiento brusco! 

Puedes notar que los dos policías también están pendientes de ti. Budi atrae la mayor parte de su atención, pero puedes ver con claridad en la breve mirada que intercambian tras verte que tienen toda la intención de detenerte a ti también. Por si acaso.

Cargando editor
28/11/2015, 04:14
Budi Hort

Poco a poco el hombre deja caer la bolsa de patatas y empieza a mover los brazos, muy lentamente mientras habla a toda velocidad en tu dirección. 

—Se llama Milka Bendij y vive en Hamburg, Alemania. Tienes que salvarla, Morgan. —Sus ojos se dirigen a los policías, pero no deja de hablarte a ti. —Y ahora corre, corre todo lo que puedas y no mires atrás. No dejes que te capturen y no mires a nadie directamente a los ojos.

Y con sus últimas palabras empieza a dar un paso hacia el coche de policía, pero cuando el joven lleva una mano a la espalda para coger las esposas sin dejar de apuntarle, puedes ver cómo Budi echa la cabeza hacia atrás para darle un cabezazo en la nariz como si quisiera darte el elemento de distracción que necesitas para huir.

Cargando editor
01/12/2015, 21:59
Morgan Laurent

Camino a su lado después de haber formulado mi torrente de preguntas, esperaba que se pusiese serio, que le pillase por sorpresa incluso pero no que pusiese esa estúpida cara, ¿quién coño se cree para mirarme así? No soporto que me traten con esa condescencia, no soporto a los tipos que van de "padrazo" por la vida y te tratan como si tuvieras cinco putos años. Tengo ya unos cuantos años encima como para que me venga en ese plan... Pero no digo nada. En parte porque la información me interesa, y en parte porque no se me olvida que ese hombre está buscado por terrorismo, tengo mal genio y muy mala hostia pero no soy estúpida... o no tanto. 

Ese rollo que me suelta sobre nacimientos y muertes... ¿de qué película lo ha copiado? En serio, ese rollo tan críptico y misterioso parece sacado de un puñetero thriller. Lo miro con una ceja arqueada, no me lo trago, estoy bien viva, me aseguro de llegar viva a la cama día tras día y hay veces que no es nada fácil. Sin embargo, en parte no puedo evitar pensar que algo de razón tiene... Vale, sí, algo ha cambiado, probablemente me esté volviendo loca, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos, es lo más probable. Loca de atar. 

¿Salvar a Milka? ¿La tienen? ¿Quién o quiénes? ¿Salvarme a mí? 

Lo miro confundida y me tomo la libertad de coger una patata de su bolsa. Me la llevo a la boca y mastico mientras pienso cómo hacer la pregunta... que realmente es más simple de lo que parece, aunque no sé si quiero saber la respuesta que me aguarda a esa pregunta.

¿Quién...?-estoy preguntando cuando de pronto la poli nos corta el paso.

Fuck, fuck, fuck! 

Levanto las manos como dicen, ¡joder! Como me gustaría volver a ser poli, solo tendría que sacar la placa y decir un "tranquilo, chicos, está todo controlado" hacer un poco el paripé y ¡listo! Pero no, no, no, tenía que dejar el puto cuerpo para ponerme a robar y a descubrir cuernos, ¡a quién se le ocurre! 

Entonces Budi me habla a toda prisa y lo miro incrédula, ¿pero qué me estás contando? No me da tiempo a responder, su cabeza ya está en la nariz del policía. Fuck fuck fuck... De perdidos al río... 

Echo a correr como me ha dicho, sin mirar atrás. El corazón me late a mil por hora, casi puedo sentir los disparos atravesando mi cuerpo, aún no habían salido del arma, pero saldrían ¡y tanto que saldrían! Ya me estoy viendo muerta en el suelo y todo porque me estoy volviendo loca, quizás sí, quizás lo mejor fuese encerrarme... Pero me estoy volviendo loca, así que no debería hacerme caso, ¿no? Ese estúpido pensamiento es el que hace que siga corriendo sin parar, ¡hacía tiempo que no me sentía tan llena de vida y tan cercana a la muerte!

¡¡Joder, joder, joder!!

Cargando editor
02/12/2015, 17:46
Narrador

Echas a correr mientras a tu espalda debe estar preparándose una buena. Escuchas al policía que acaba de ser golpeado gritar, al otro correr, golpes, más sirenas acercándose... Y finalmente una pistola detonándose. Te arde el brazo en el lugar donde la bala te roza, hiriéndote en su camino, pero sin impactar directamente en tu carne. Y entonces corres aún más. Conoces el protocolo lo suficiente como para saber que ninguno de los dos agentes dejará solo a su compañero con un presunto terrorista, de modo que si corres lo suficiente podrás librarte de ellos. La siguiente detonación ya suena demasiado lejos como para alcanzarte, pero aún así, sigues corriendo y corriendo hasta que estás segura de que los has dejado atrás y nadie va tras de ti.

Al principio corres sin ningún destino marcado, tan sólo con la necesidad de huir de aquel lugar. Por tu cabeza pasan muchas cosas y no todas parecen cuerdas. Las últimas palabras del tipo y su evidente aprensión han hecho que el nombre de esa tipa que no conoces se clave en tu memoria. No sabes qué le pasará a él ahora que deben haberlo atrapado, ¿pero realmente importa? Al fin y al cabo es un terrorista peligroso... O eso decían en las noticias de las que él no parecía consciente. 

Sin embargo, cuando te das cuenta tus pasos te han llevado de forma inconsciente cerca de tu casa. ¿Sabrán esos policías quién eres? ¿Será un lugar seguro? No te parece probable que te recuerden de tu época en el cuerpo. A ti ellos no te suenan, con lo que lo más probable es que ni siquiera estuvieran en la misma comisaría que tú. Y además la gente no suele fijarse en ti después del primer impacto visual. Como sea miras a tu alrededor y no hay coches de policía en tu calle, al menos por ahora. Parece que podrías subir si quieres y estar tranquila en tu casa.

Aunque también conoces otros lugares seguros en los que podrías esconderte hasta saber cómo está la cosa. Como la casa de Matt, por ejemplo. Si te buscan, él lo sabrá, seguro. Y te debe unas cuantas. Tampoco te parece probable que te busquen en casa de Paul. Al fin y al cabo sólo Lindsay sabe quién es y no sabe dónde vive.*

Te arde el brazo en el lugar donde la bala te ha dejado una herida. Es poco profunda, pero con la carrera no ha dejado de sangrar y tienes el brazo bastante sucio de sangre. Por ahora no te parece que eso haya llamado la atención de nadie, al fin y al cabo esto es Nueva York y cada uno va a su puta bola, pero eres consciente de que si cualquiera se fijase en ti, la situación podría complicarse aún más.

- Tiradas (4)

Notas de juego

*Son sugerencias de lugares que sabes seguros porque has sacado una megatirada de Callejeo, pero no son imposiciones ni mucho menos. Puedes hacer lo que quieras o ir donde te plazca, por supuestísimo. Esto sólo es una forma de darte la información de algunos sitios donde estarás a salvo si vas.

Cargando editor
04/12/2015, 01:04
Morgan Laurent

Corro. Corro sin parar, incluso cuando creo que mis piernas no son capaces de soportar el ritmo, aprieto, aprieto y no miro atrás, ni siquiera miro al frente, las palabras de Budi han calado hondo dentro de mí, no puedo mirar a nadie a los ojos, no puedo... Tengo que correr. Mi instinto de supervivencia se apodera de mi propio cuerpo, no puedo pensar solo correr y desear salir viva cada vez que oigo una bala detonar. Mi respiración está tan desbocada como mi corazón, que late con fuerza como si fuese a atravesar mis costillas en una de sus rítmicas embestidas. Todas las alarmas están disparadas, en mi cabeza una gran sirena roja alerta al resto del cuerpo de que estoy en peligro inminente y de que puede que no salga de esta.

Siento que mi corazón se detiene un solo instante al sentir el roce de la bala en mi brazo. Ya está, se acabó. Game over. Pero mis piernas no paran, apenas siento el dolor, la adrenalina recorre mis venas, las llena por completo, me hace no desfallecer, no gritar de dolor y, sobre todo, no pararme. Parar significa el fin. 

Creo que los he despistado, o por lo menos ya no me siguen. Mis pasos me han llevado de manera inconsciente a mi casa, a una zona cercana. Ahora que me he detenido, puedo sentir el dolor en mi brazo y la sangre chorrear por la manga de mi chaqueta. Joder, ha estado muy cerca. Apenas puedo mover el brazo por el dolor, que vuelve ahora de golpe, me arde. No puedo estar mucho tiempo en casa, por si acaso... Pero necesito curarme esto. Subiré rápido, cogeré lo necesario, me curaré e iré a casa de Matt, él probablemente se enterará de algo... además tiene un puto ordenador como cabeza, seguro que algo me puede ayudar.

Subo a casa con paso rápido y entro en casa dispuesta a curarme el brazo. Primero voy a la cocina y cojo una de mis botellas de whiskey para llevármela al baño. Ahí, le doy un trago bien largo, cómo lo necesito...
Me quito la chaqueta y la camiseta para después coger el botiquín y buscar lo necesario para desinfectarme la herida después de lavarla con agua tibia y jabón. Una vez limpia y desinfectada, me coloco una gasa y me vendo la zona dañada. Entre paso y paso, doy un trago a la botella de whiskey... Qué bien entra ahora. 

Cuando lo he recogido todo y ya estoy lista, me dirijo a casa de Matt. 

Cargando editor
06/12/2015, 03:07
Narrador

Tu carrera es impulsada no sólo por la fuerza de tus piernas, sino también por la adrenalina. Alrededor de la herida puedes sentir la temperatura elevarse conforme la sangre mancha tu ropa y tu piel empieza a hincharse, pero eso carece de importancia ante la perspectiva de que te detengan.

Finalmente, cuando tomas la decisión de subir a tu casa tienes la suerte de no cruzarte con ningún vecino. Sólo un instante más tarde estás entrando en tu casa, y por el silencio reinante parece que estarás sola. Lindsay aún no ha vuelto de casa de Darren. Aunque sin duda te vendría bien su ayuda - o la de cualquiera - a la hora de curarte el brazo es inevitable pensar en qué diría en el momento en que viera aquella herida y supiera cómo se había producido, si es que llegabas a contárselo.

Ya sin camiseta puedes examinar con más calma la herida. Está claro que la bala no ha quedado dentro, y eso es algo bueno, pero además de eso es difícil decir cómo de fea es la situación. Lavar y desinfectar la herida parece lo más recomendable, y a pesar del alcohol en esos momentos el dolor es realmente fuerte. Aunque luego, una vez vendada, remite un poco. Al menos tienes la movilidad necesaria como para hacer vida normal.

El camino hacia casa de Matt es breve. Está a sólo un par de paradas de metro o quince minutos andando, y de camino no ves más policías que una pareja con pinta de estar patrullando con normalidad. Sin embargo sabes que no por eso debes estar tranquila. Tu experiencia en la policía es suficiente como para saber que interrogarán a Budi, y probablemente también a Joe tras el aviso de Lindsay. Y si él da tu nombre... Mejor estar en un sitio seguro y con alguien de confianza para entonces. Así, al menos, estarás sobre aviso.

- Tiradas (2)
Cargando editor
06/12/2015, 03:46
Matthew Carter

Al llegar al portal de tu amigo y llamar al interfono este no tarda en abrirte. Es un edificio bastante nuevo, usado por completo para viviendas, y en el que Matt se ha asegurado de insonorizar por completo la suya. Es un hogar curioso, pues algunas habitaciones - la cocina, el comedor, el baño... - están en un orden impecable, mientras que otras, como la suya o la que usa de despacho para trabajar tienen libros por todas partes y pizarras llenas de anotaciones. Una vez tiempo atrás hizo el intento de compartir piso, pero no resultó bien.

En cuanto llegas arriba la puerta está ya abierta, y él esperando al otro lado. En su mano hay una taza humeante de café, y nada más verte sus ojos te repasan, evaluándote de algún modo.

—Pálida y con ojeras—te dice a modo de saludo—. Y con cara de haber corrido más de lo que a día de hoy aguantas—añade después, haciéndote un gesto para que pases—. En resumen, que tienes una pinta horrible—concluye con un tono que sólo puede calificarse de natural. No es que le falte tacto, es que ni siquiera sabe lo que es más que como concepto—. ¿Y qué tienes ahí?—pregunta al final, haciendo un gesto con la taza hacia tu brazo. Por si tu aspecto fuera poco, tu nueva ropa está manchándose también de sangre. Sin duda el vendaje, aunque te ha permitido aguantar, no ha sido muy afortunado.

Cargando editor
11/12/2015, 17:11
Morgan Laurent

Yo también me alegro de verte, capullo-le digo a mi antiguo compañero a modo de saludo, algo jadeante. 

Entro en su casa y me quito la chaqueta para descubrir el manchurrón de sangre, parece que ha calado la venda. Gruño y voy directa a la cocina de Matt en busca de algún rastro de alcohol que llevarme a la boca. Siendo Matt era bastante complicado, pero a estas alturas me valía hasta el vino para cocinar. 

¿Esto? Una heridita de nada...-miro mi brazo, realmente estaba empezando a doler bastante-, ¿me ayudas a curarla? Me es difícil hacerlo yo sola-le pido.

Saco la cajetilla de tabaco y saco un cigarro, no me había fumado ni uno todavía... y la verdad es que casi ni me había dado cuenta.

Al final el mejor remedio para dejar de fumar es que te persiga la poli...

¡Ah! También necesitaría que me dejases el portátil con internet, tengo un caso nuevo y algo... complicado-le explico a Matt-. Tengo que buscar información sobre una pava alemana...

Cargando editor
12/12/2015, 01:05
Matthew Carter

A pesar de tener la taza de café recién hecho en la mano tu amigo no hace ni el más mínimo gesto para ofrecerte otra similar. Para la gente suele ser fácil asumir que hace esas cosas por falta de educación, pero tú sabes bien que su cabeza ni siquiera suele pensar en esas cosas.

En el momento en que te diriges a la cocina él te sigue con naturalidad, como si esta fuera tu casa y él el invitado. Necesitas abrir la nevera y un par de puertas de la despensa antes de que él hable, adivinando lo que buscas.

—Estás de suerte —te dice—. Un tipo se empeñó ayer en que nos lleváramos cerveza casera para agradecernos un caso, está en la basura —te informa, y por fortuna parece que acaba de estrenar la bolsa. Acto seguido, cuando hablas sobre la herida él le dedica una rápida mirada. No responde a tus palabras. En lugar de eso se marcha, volviendo unos segundos más tarde con un botiquín.

—En un rato me tendré que ir, pero sírvete tú misma—contesta ya de vuelta con respecto a lo del portátil. Mientras tanto comienza a sacar de la pequeña maleta blanca gasas, desinfectante y tijeras. Sin pedir permiso las acerca a tu brazo para cortar el vendaje que te hiciste antes, y al descubrir la herida puedes ver cómo su ceño se frunce.

—¿Has dicho que es una herida de nada, o de bala? —pregunta con lo que debe ser un chiste. Sin embargo no hace ninguna mención a la obligatoriedad de reportar algo así, ni preguntas sobre su origen. No hay juicio en sus gestos o su mirada y actúa como si no le preocupara lo más mínimo. Sus ojos primero y sus dedos después van hacia el botiquín de nuevo, tomando aguja e hilo. Tu amigo ni siquiera hace mención al hecho de que normalmente algo así se haría con anestesia—. Quieta —dice con tono monocorde, no como si fuera una orden, sino como si fuese todo el aviso que vas a tener de que está a punto de empezar la sutura.

- Tiradas (1)
Cargando editor
15/12/2015, 22:46
Morgan Laurent

Sí, desde luego que es mi día de suerte...-dije, sarcástica. Seguramente Matt no lo pillase pero... ¿qué más daba? Precisamente por eso había ido a su casa, sabía que no haría demasiadas preguntas y, si las hacía, serían prácticas y no tendría por qué inventarme nada, o sí... pero ni se coscaría. 

Cojo de la bolsa de basura las cervezas sin abrir y miro el etiquetado.

Estas cosas deberían ser delito...-digo suspirando y negando con la cabeza-. Por estas cosas a veces echo de menos la comisaría-le digo abriendo la cerveza y dándole un primer trago, algo escéptica por ver qué me encontraba, aunque las artesanales que había probado no estaban nada mal-. La próxima vez que hagan algo así, dámelas a mí que les daré un mejor uso-le digo. 

Espero no tardar-le digo refiriéndome a lo del portátil. 

Ante su "chiste" no puedo evitar esbozar una leve sonrisa, por la situación y por su momento "cómico". Solté una suave risa y me encogí de hombros.

- Me caí en el baño-le respondo con una de las excusas más comunes que nos ponían en comisaría muchas de las mujeres que venían a denunciar malos tratos pero se echaban atrás. El humor negro me podía y sabía que Matt no se ofendería (eso si lo llegaba a pillar). 

Veo entonces que se va a poner a coser así. A pelo. Sin anestesia ni nada. Eso iba a doler y mucho.

¡Eh, eh! ¡qué haces con eso, doctor House!-exclamo apartando el brazo-, ¿no tienes crema anestésica o algo? Sacúdeme la cabeza con una botella si eso, así al menos estaré inconsciente... Es broma, ¿eh?-aclaro.

Cargando editor
16/12/2015, 03:47
Matthew Carter

Tu amigo te dedica una mirada larga cuando afirmas que se trata de tu día de suerte. La suya es una expresión que ya conoces bien, y que intenta decir que le falta información para entender ese chiste, si es que eso es lo que es. Siempre ha sido esa actitud la que lo ha separado de la gente, pero él tampoco ha parecido sentirse nunca molesto al respecto: sin duda es alguien que sabe disfrutar de la soledad tanto o más que de la compañía.

—La última vez que lo comprobé la cirrosis, la hipertensión, la depresión y los daños en el sistema nervioso no estaban considerados como un beneficio—responde a tu comentario sobre el buen uso de la cerveza. Lo hace con un tono neutro y monocorde, casi sin prestar atención, como si simplemente estuviera poniendo a los pensamientos que cruzan su cabeza corrigiéndote. El sabor que la cerveza deja en tu paladar es un ligeramente más amargo de lo habitual, pero aún así no deja de estar buena. Luego, ante tu broma sobre la caída en el baño, tu amigo dedica un nuevo vistazo a la herida, sin llegar a darle respuesta. Lo que pasa en esos momentos por su cabeza es un misterio.

En el momento en que apartas de esa forma el brazo él alza ambas manos, separando la aguja de ti, y ante el apelativo de doctor House frunce el ceño ligeramente. Acto seguido, cuando aclaras que se trata de una broma, hace el ademán de negar con la cabeza mientras alza las cejas, como si le resultasen incomprensibles aquellos comentarios.

—No tengo nada—admite. Entonces hace un gesto hacia la botella que sostienes en la mano—. Pero el alcohol libera dopamina y actúa como depresivo, podemos esperar a que estés borracha mientras te desangras,—valora hablando como si lo dijese en serio, antes de evaluarte durante un instante—, si no lo estás ya. Además, cuanta menos sangre te quede más fácil será que estés como una cuba—expone antes de encogerse de hombros—. Maravillas del cuerpo humano.

Cargando editor
18/12/2015, 14:08
Morgan Laurent

- Chico, visto así...-respondí a su comentario sobre la cerveza-. La virtud está en el punto medio... o algo así decía el pavo este... ¿Aristóteles era?-pregunto, recordaba haberlo escuchando alguna que otra vez en clase o incluso hablando con él.

Miré la aguja y mi brazo. No quedaban demasiadas opciones. Volví a suspirar, de perdidos al río supongo. Extendí mi brazo de nuevo hacia Matt, frunciendo los labios ligeramente. No era demasiado aficionada al dolor, a decir verdad, normalmente cuando iba hasta arriba de la adrenalina prácticamente ignoraba el dolor si recibía daño pero así, en frío... Como que me da respeto. 

Miro a Matt.

- Dale-le digo. Después doy un par de tragos de cerveza, tan largos que casi me termino el botellín. 

Cargando editor
19/12/2015, 23:22
Matthew Carter

Matt tan sólo asiente muy levemente a tu pregunta sobre Aristóteles, con la mirada detenida en tu brazo. Y durante un instante te sientes como si estuviera contando los centilitros de sangre que perdías para calcular cuándo te desmayarías por el desangramiento.

Levanta la mirada hacia tu rostro cuando das esos largos tragos que no consiguen emborracharte ni mucho menos. Necesitarías al menos unas diez cervezas como esa para empezar a notar algo. La comisura derecha de sus labios se estira en lo que parece una especie de sonrisa por algún chiste interno que no llega a poner en voz alta y en cuanto le das permiso, se inclina de nuevo sobre tu brazo blandiendo la aguja.

Durante los siguientes minutos sudas, vaya sí sudas. Puedes notar con claridad cómo la aguja penetra en tu piel una y otra vez y el ardor de la herida se intensifica, enviando señales de dolor por todo el sistema nervioso de tu brazo. Es una sensación parecida a cuando te hicieron el tatuaje del muslo, pero peor. Mucho peor. Al menos aquella vez te pusieron algo de crema anestésica antes de la tortura.

Cuando Matthew por fin termina, te echa gran cantidad de desinfectante en el brazo y te lo venda. —Analgésicos —dice, tendiéndote un bote blanco sin ningún tipo de etiqueta identificativa—. Por lo menos ahora no irás desangrándote por ahí. Pero no hagas movimientos muy bruscos o te saltarás los puntos —indica, señalando hacia tu brazo para después empezar a recoger meticulosamente todo el material que ha usado hasta dejar el botiquín exactamente tal y como estaba cuando lo abrió. Termina inclinando la cabeza para contemplar la mesa al ras para asegurarse de que no hay ningún resto de algodón, gasa o hilo de sutura.

Finalmente se pone en pie y se lleva el pequeño maletín blanco a su lugar. Cuando vuelve lo hace con una chaqueta en una mano y un portafolios en la otra. 

—Tengo que ir a la comisaría —te informa con naturalidad, como si no hubiera estado cosiéndote el brazo unos minutos antes—. Coge lo que necesites, el portátil está en el salón. Volveré a las dos y cuarenta ocho. Si sigues aquí, podemos comer juntos y si te apetece me cuentas en qué lío estás metida. —Puedes detectar una leve curiosidad en su tono, aunque te da la impresión de que si no se lo cuentas, tampoco le importará demasiado.

Y con esas palabras empieza a caminar hacia la puerta, considerándolas una despedida adecuada.

- Tiradas (1)
Cargando editor
08/01/2016, 11:20
Morgan Laurent

Aprieto los dientes cuando Matt comienza a coser la herida. Menos mal que es pequeña y la tortura no durará demasiado. Algunas veces, cuando la aguja atraviesa mi piel siseo por el dolor, casi preferiría repetir una y otra vez el tatuaje que me hice. Cuanto más avanza, más duele. Procuro no mirar, cometí el error de hacerlo la primera vez y casi me mareo al ver las puntadas de Matt. Por suerte, no tarda demasiado y para, terminando por fin esta tortura. 

Respiro hondo un par de veces y se me escapa un pequeño suspiro de alivio cuando siento el frescor del desinfectante en el brazo... seguido de un pequeño escozor que indica que esta haciendo su trabajo. Vuelvo a sisear y dejo que me vende el brazo. 

Gracias, Matt-le digo a mi amigo intentando que la gratitud se pusiese por delante del dolor. Tomo el botecito blanco y lo abro para tomarme un analgésico, me hará bien. 

Está bien-respondo levantándome y moviendo un poco el hombro del brazo herido lentamente y con suavidad para recuperar algo de movilidad-. Si estoy, hablaremos.

Dejo que se vaya antes de coger otra cerveza e ir al salón. Busco el portátil y lo cojo una vez localizado para ponérmelo en el regazo una vez sentada en el sofá. Lo abro y entro en el navegador, tecleo en este:

Milka Bendij, Hamburg.

Si es conocida no me costará encontrar información sobre ella, si no... probablemente me aparezca su perfil de Facebook, algo es algo. 

Notas de juego

Lamento postear ahora :(

Cargando editor
08/01/2016, 23:00
Narrador

Matt se marcha sin decir nada más y en cuanto escuchas el sonido de la puerta sientes que tienes vía libre para empezar a investigar. El hombro te duele, pero parece que puedes moverlo con relativa facilidad. Así que armada con la cerveza y el portátil te acomodas en el salón. 

"Milka Bendij, Hamburg". Lo primero que puedes notar es que esa mujer no debe ser una celebridad, ni nada por el estilo. Ni siquiera famosa. Encuentras una página de Facebook que encaja con el nombre, el apellido y la ciudad, con el avatar de una mujer rubia con expresión de que no le hace ninguna gracia que le tomen esa foto. Su rostro no te resulta familiar en absoluto. Es bonita pero no tiene nada reseñable en sus rasgos, parece una chica normal, de unos treinta años. De esas que olvidas fácilmente tras encontrarte con ellas. Y sin embargo, tiene algo que te resulta familiar sin que sepas explicar qué es o por qué lo sientes así. 

No te da la impresión de que utilice mucho la red social, apenas tiene cuatro amigos, no hay fotos, ni más actividad que un par de menciones de una tal Dallas Turner. Su estado sentimental figura como "Es complicado". Al parecer se registró en ella hace más de un año y desde entonces no le ha dado uso. Lo que sí encuentras vinculado es una cuenta de Pinterest, que sí que parece utilizar un poco más. En cualquier caso, no te parece que sea una persona que utilice mucho el ordenador ni mucho menos. 

Llevas un buen rato ensimismada en la investigación cuando lo sientes, justo a tu lado. Es un hombre de unos treinta años y está sentado junto a ti. No es necesario llevar tu vista en su dirección para saber que está ahí, sentado a tu lado, mirando a su alrededor con una sorpresa que puedes percibir tú también en tu pecho. Y al contrario que con la mujer que se apareció hace dos noches en esta ocasión tienes la completa certeza de que todo está bien, de que ese es su lugar. A tu lado.

 

Lleva el pelo rubio echado hacia atrás y sujeto con gomina. Va vestido con ropa informal y una chupa de cuero, como esas que llevan los motoristas. Sus ojos claros tienen unas marcadas bolsas oscuras bajo ellos que parecen indicar que la noche anterior fue larga y tal vez no durmió bien. Parecen cargados de emociones contenidas y contradictorias, que acarician las tuyas a contrapelo. 

Y en el momento en que vuestras pupilas se encuentran algo en tu cerebro y en tu pecho parece conectar con él, como si lo conocieses de siempre, a pesar de no haberle visto nunca, como si pudieras confiar en él tu vida, incluso tu propia alma. Un hilo invisible parece atarse entonces, uniéndoos de una forma que tu mente no puede racionalizar ni explicar, pero que sientes de una forma tan innegable como inexorable. 

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

No te preocupes, hemos visto en el foro que además del viaje has tenido algunas dificultades :).

Cargando editor
12/01/2016, 19:43
Morgan Laurent

Rastreo lo que puedo acerca de esa tal Milka. Tal y como esperaba, tiene una página en Facebook como sospechaba, no es nadie conocido, pero sigue siendo una mujer en el siglo XXI. Observo su foto de perfil, es una mujer que rondará los treinta, quizás sea mayor que yo. Su mirada es algo cansada y transmiten hastío y algo de molestia, creo que no quería que le tomasen esa foto... y con razón, no es nada fotogénica. No se lo echo en cara, yo también prefiero estar detrás de la cámara antes que delante, no me gustan demasiado las fotos. Echo un vistazo más en sus fotos, que son inexistentes; sus amigos, que no llegan a cinco, y solo hay una chica que la menciona (Dallas Turner, tal vez por ahí encuentre algo); también miro su relación "Es complicado" aka "me follo a alguien con quien quiero algo más pero pasa de mi culo", pero ni siquiera ahí pone el nombre. De su perfil no puedo sacar nada más, pero veo que tiene una cuenta en Pinterest a la que sí que le ha dado algo más de uso, pero tampoco demasiado. Vaya, de todas las personas que tenía que investigar, tenía que tocarme una que pertenece al 5% de la población del primer mundo que no se tira el día contando su vida en las redes sociales.

Resoplo y me recuesto un poco sobre el sofá, intentando acomodarme algo más. El hombro me duele ligeramente, pero es bastante soportable. Doy un sorbo a mi cerveza y voy a volver al trabajo cuando de repente... Lo noto.

Siento una presencia a mi lado. Sé que está ahí aunque ni la he mirado. Una parte de mí, casi todo mi ser me dice que... que está bien, que es normal, que tiene que estar aquí conmigo. Pero otra, otra se siente incómoda, alerta, no suelo sentirme así de bien con nadie, menos aún con alguien a quien ni siquiera he mirado... Y a la vez, sé que está todo bien, que estoy a salvo. Joder, ¿me estoy volviendo loca?

Me atrevo a mirarlo entonces. Es un hombre que rondará los treinta años, rubio, fuerte, lleva una chupa de cuero bastante chula (y parece cara), y su cara... Su cara parece cansada, una gran sombra subraya su mirada, parece que no ha pasado una buena noche. Sus ojos están cansados, pero su mirada parece despierta, muestra confusión y una gran cantidad de emociones contradictorias... creo que está casi en la misma situación que yo. Mierda, ¿qué hago? No soy buena con estas situaciones. No me gusta la gente en general, pero él parece que sí, pero no sé una mierda sobre él, ¿qué coño debo decir o hacer?

Entreabro un poco los labios y los humedezco, pensando qué decir. Lo miro a él durante un par de segundos más.

- Ehm... ¿una cerveza?-pregunto señalando el botellín de la mía. Casi al instante me arrepiento, ¿a qué viene? Pero... ¿qué otra cosa puedo decir así de repente?

Notas de juego

Iba a postear anoche, pero se me borró el tocho post y me cabreé y frustré mucho y hasta ahora que se me ha olvidado, no quería ni mirarlo xD No me ha quedado tan completo como el primero, pero he hecho lo que he podido >__<

 

Cargando editor
12/01/2016, 20:48
Wes Brooklyn

Las emociones de aquel hombre te embargan en esa extraña comunión entre ambos, acariciando con suavidad algún lugar en tu pecho. Puedes sentirlo, del mismo modo que intuyes que él te siente a ti.

 

Simplemente me subo a mi moto, sin pensar en nada, cuando de repente... ¿Qué coño? Nada encaja. En plan, ¿de quién carajo es este salón? ¿Quién es esa chica? Mi mirada, cuando la encuentra, pese a ese sentimiento, es de pura extrañeza. Me siento como si fuésemos dos víctimas de un secuestro, que no entienden nada pero empatizan de algún modo.

Mantengo mis ojos clavados en los suyos y mis labios forman una línea recta que no tiene pensado decir nada: la guerra está en mi cabeza. Tomo aire y me echo un poco hacia atrás, dando al respaldo su uso en cuanto veo que ella por algún motivo también se siente más o menos cómoda. Solo es después de que ella rompa el hielo, o mejor dicho, esta situación como mínimo sobrenatural, cuando me atrevo a hablar. 

- Eh... Sí, vale. - ¿Otra más? Mi hígado me da verdadera pena. Suspìro y levanto una mano en gesto de duda. - ¿Dónde coño estoy? - Pregunto al fin, haciendo la primera cosa coherente en mucho tiempo. - ¿Quién eres?

Cargando editor
15/01/2016, 09:34
Morgan Laurent

Esa cálida sensación dentro de mí... no me gusta, no me gusta una mierda. No entiendo por qué estoy sintiendo este tipo de cosas, y odio no entender qué sucede dentro de mí. Muevo la nariz e inspiro fuerte por esta, un gesto reflejo que tengo desde siempre y del que soy consciente desde el mes pasado cuando Lindsay me dijo riendo que lo hacía cada vez que estaba molesta o algo no me gustaba, decía que me parezco a un conejito con mala leche cada vez que lo hago y eso le parece adorable.

Dejo el portátil con la pantalla casi bajada del todo, una cosa es que ese tipo me caiga bien y otra es que vaya aireando mis asuntos por ahí, y me dirijo a la cocina a por dos cervezas más. Las abro por el camino y le tiendo una antes de sentarme donde estaba. A la mía aún le queda el culo, me encargo de matarla de un trago mientras escucho las palabras de ese tío. Espero que la cosa vaya productiva, demasiada mierda hoy y demasiada poca cerveza en casa de Matt.

Me llamo Morgan. Estás en Manhattan-respondo-, ¿y tú? ¿de dónde coño sales?