Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 0: Resonancia (Morgan)

Cargando editor
06/03/2016, 23:22
Morgan Laurent

Supongo que solo tenemos que esperar...-me encojo de hombros. No se me da bien eso te "interrogar" a las personas, y menos sin que se me note... para mí eso de relacionarme, así, en general... no me gustaba. No entiendo a las personas, ni pretendo hacerlo. Supongo que por este tipo de cosas no terminé nunca de encajar en el cuerpo. Lo mío no es "ir de frente" (bueno, sí, pero no en ese sentido).

¿Hippie o medio vagabunda con Facebook?-arqueo una ceja-. A ver, sé que ahora la gente prefiere echarle fotos a la comida antes que comérsela... Pero si fuese medio vagabunda, no creo que tuviese siquiera cuenta, ¿no?-comento-. Aunque puede que tengas razón. A saber dónde coño está-respecto al comentario de las páginas amarillas vuelvo a encogerme de hombros-. Cuando estás asentado sueles pillarte un teléfono fijo. Eso quiere decir que, o bien no lo está o bien... está a nombre de otra persona-me paso una mano por el pelo-. En Europa son bastante distintos...

Resoplo. ¿Cómo la buscaría allí? Buena pregunta. Para ello necesito que me responda Dallas, con lo que sea, pero cualquier cosa que me de una pista: lugar de trabajo, sitios que frecuenta, la dirección de su casa... ¡algo! Pero allí, sin información, hago lo mismo que aquí... Y encima allí me estaría helando el culo.

Creo que deberíamos esperar a que respondiese Dallas, si es que lo hace...-me muerdo el labio, indecisa-. Allí o aquí, sin información, haría lo mismo...

Lo miro con una ceja arqueada.

Debes haber echado unas raíces fuertes allí... Aunque supongo que es normal. Aparecer de la puta nada en Nueva York con una tipa rara que busca a una tipa aún más rara...-chasqueo la lengua-. Joder.

Cargando editor
07/03/2016, 22:49
Wes Brooklyn

- Esperar... - Repito después de Morgan en tono cansado. Froto mi frente y ojos con una mano. Luego suspiro. - Puede que ahora sea hippie o una tirada y pase de él. A ver, todos hemos tenido en algún momento. - Confieso como si fuese una vergüenza de la adolescencia. - El quid de la cuestión es que ella, ahora, pasa de él. - Concluyo con naturalidad. Niego con la cabeza ante lo del teléfono fijo. - Eso que dices es una afirmación muy noventera, ahora no tiene tanto sentido. Pero vale, es un hilo del que probar a tirar. 

Con paciencia reposo mi espalda en el sofá y empiezo a jugar entrelazando mis dedos y recorriendo mi pierna con ellos, haciendo que son dos piernas que andan. Escucho como habla concentrado en lo mío, como si fuese una voz propia del ambiente similar al sonido del viento, aunque la entiendo y hago caso. - Pues sí... - Respondo con un poco de dejadez. Más tarde, cuando habla sobre mis raíces desvío mi vista hacia ella, concentrándome en ella. - No es solo raíces, es la sede de mi club. - Señalo con seriedad el parche que sobre mi corazón reza Prospect- Los Hell's Angels de San Bernardino. - Recito luego con orgullo y una sonrisa entre chulesca y fiera aparece en medio de mi cara. - Aún estoy en periodo de prueba, por lo que irme... Haría o que me echasen o que perdiese la oportunidad de promocionar para estar parcheado del todo. - Apoyo la cabeza contra el respaldo. - O me invento una gran, pero gran excusa, o espero a ser miembro de pleno derecho.

Cargando editor
09/03/2016, 03:09
Narrador

En otra pestaña la búsqueda de vuelos te lleva a una página de esas que buscan las mejores ofertas y te hacen un listado. Los precios parecen haber variado desde hace unos minutos cuando buscaste con anterioridad. Siguen oscilando bastante según la antelación con que se programa el viaje, pero si marcas los siguientes días van desde los seiscientos dólares hasta los dos mil, según las horas de viaje y los trasbordos. El más próximo sale a las dos y veinte de la noche del día siguiente y el viaje dura catorce horas así que llega a Hamburg dos días después. A partir de ahí, reducir el tiempo de viaje aumenta el precio de una forma proporcional.

En ese momento, mientras estás valorando las distintas opciones en cuanto a vuelos, un pitido te indica que has recibido un mensaje de chat en tu Facebook y al mirar, ves que el nombre de Dallas se ha iluminado en verde.

¿Conocida de Milka en Nueva York? Es raro... Nunca me ha hablado de ti. ¿Eres amiga de Abel? Milka está en el hospital. Puedo darte el teléfono de Aharon, que está con ella. Pero tendrás que explicarme quién eres. No es que desconfíe, pero... U know ;).

Cargando editor
09/03/2016, 21:14
Morgan Laurent

Me encogí de hombros. Lo veía normal, asentarse en una casa, casarse, hipoteca, teléfono fijo, mensaje a dúo con tu pareja... vale, quizás sí que tenía una visión algo anticuada de nuestra sociedad... ¿la gente seguía haciendo esa gilipollez? En fin. En cualquier caso... como había dicho él, era un hilo del que tirar, mejor ese que ninguno... 

En ese momento, un pitido sonó, advirtiéndome de que Dallas había contestado. Arqueé una ceja por toda sorpresa, parece que sí que estaba en peligro... o algo por el estilo. Esos Abel y Aharon... ¿alguno de ellos sería su "es complicado"? 

Parece que nuestra Milka está en el hospital...-le comunico a Wes, enseñándole el mensaje antes de comenzar a teclear.

¡Dios mío! ¿Está bien? ¡No sabía nada! 

No conozco a Abel ni a Aharon, aunque quizás Milka me habló de alguno (soy terrible para los nombres). La conocí hace tiempo, cuando viajé a Alemania hace un tiempo. Voy a volver dentro de poco y quería contactar con Milka. Entiendo que hagas preguntas, es normal. ¿Está Milka bien? Espero que no sea nada grave :S 

A ver si eso le suelta la lengua o algo así... Si no, ya tenemos un hilo del que tirar más... el hospital-comencé a buscar sobre hospitales en Hamburg, cuantos menos hubiesen, mejor. Con suerte solo habría uno y ya sabría a dónde ir por lo menos. También busqué en la lista de amigos de Milka a esos Aaron y Abel.

Cuando me habla de ese club lo miro con una sonrisa entre burlona y divertida. 

¿Club? ¿Los Hell's Angels?-arqueo una ceja-... ¿De verdad que soy solo yo la que se ha quedado en los noventa?-pregunto de coña. Suelto una suave risa-. ¿Sois una panda de moteros rebeldes que luchan contra el sistema?-pongo la voz ronca, dándole más "misterio" a la cosa, siguiendo la broma.

Cargando editor
10/03/2016, 22:59
Wes Brooklyn

Sigo con la mirada la respuesta de Dallas, asintiendo complacido al ver que más o menos entraba en el juego: si alguien desconfía ni siquiera habla a los desconocidos. - Nada, esta pava quiere que le demos rollo... Ya sabes, que le doremos la píldora y nos da el número de esos en menos de nada. - Lo digo con seguridad y sin apartar los ojos de la pantalla del Facebook.

Cuando empieza a escribir sigo cada letra con la mirada, evaluando la respuesta que le está enviando a Dallas. Estoy de acuerdo, así que no digo nada, y asiento con una sonrisa ladeada. - Me gusta, pero, ¿un solo hospital? - Pregunto sin mucha esperanza, ni idea. No sé muy bien como serán las cosas en Europa, el viejo continente. - Si cuela, cuela, ¿no? - Pregunto retóricamente mientras le da cañita a la búsqueda.

Luego se ríe, para su bien con respeto, del tema del club. - ¿Los noventa? Este rollo es más viejo que tú y que yo. - Respondo sonriendo al final. - Solo somos unos entusiastas de las motos. - Digo con fingida inocencia y un brillo altivo en la mirada. - El sistema es tan estúpido que se da de bruces el solo, nadie tiene que luchar contra él. - Replico con una respuesta que considero ingeniosa. 

Vuelvo entonces al tema de Dallas, analizando la situación. - Mmm... Espero que alguno de esos dos hable inglés bien, o que al menos llegue a darnos sus números. ¿Qué coño le habrá pasado a esta pava? Lo de Milka no puede ser coincidencia... - Niego y me cruzo de brazos.

Cargando editor
12/03/2016, 03:23
Narrador

Unos segundos después de nuevo el pitido avisa de que ha llegado una respuesta de esa mujer, Dallas.

Está bien, ha tenido un mareo y por ahora le están haciendo pruebas. Oye, mira, ya sé lo que vamos a hacer. No te puedo dar el teléfono de Aharon sin su permiso y total, tampoco creo que te dejen hablar con ella ahora porque no dejan entrar a nadie que no sea de la familia. Así que... Dame tú tu número y yo se lo doy a ella para que te llame en cuanto pueda. ¿Ok?

Cargando editor
16/03/2016, 21:47
Morgan Laurent

Me encojo de hombros, él lo había dicho: si cuela, cuela...

No creo que haya solo un hospital... miraré cuántos hay-digo mientras pongo en el buscador "Hospitales en Hamburg"-Espero que no haya demasiados...

No puedo evitar reír por sus respuestas. Así que ahora estaba charlando con un motero de California que había aparecido por arte de magia en el salón de Matt. Esto cada vez se parecía más a una película y yo cada vez parecía que me iba acostumbrando más a ello... Eso, o me estoy volviendo loca. Quizás ambas. Quizás sean lo mismo. 

- Entusiastas de las motos, ya... Boyscouts también, ¿no?-asiento una vez, primero seria, casi como si lo dijese en serio, pero luego esbozo una sonrisa divertida, como antes. 

En mi época de poli ya había tenido que interceder en algún que otro altercado entre moteros, no suelen dar problemas (la mayoría ya son demasiado viejos como para pensar en ello siquiera), por lo que casi podría contarlos con los dedos de una mano. También recuerdo la vez en la que uno me retó a beber... Aficionado...

- Uh, vale, vale, chico malo, reserva tu alma rebelde para los cocktails molotovs-sigo metiéndome un poco con él, ahora mirando la pantalla, pero sin dejar de sonreír.

Iba a añadir algo más, pero el sonido del aviso de mensaje suena en el portátil y le leo lo que me ha respondido Dalas.

- Parece que quiere mi número para luego dárselo...-fruncí los labios-. Tenemos que decirle algo a Dallas para que se lo diga a Milka y nos llame. Algo que le haga saber que tenemos que ponernos en contacto por la mierda que está sucediendo... No creo que seamos los únicos afectados-miro a Wes, esperando una respuesta. Joder, a mí se me daban realmente mal este tipo de cosas... lo sutil y yo no somos muy amigos. Me quedo pensativa un momento y digo:- Qué te parece algo así como... "Mándale recuerdos de Annabelle y Budi, él fue quien me dio la idea de ir de visita"... ¿quizás demasiado sutil? 

Cargando editor
17/03/2016, 01:07
Narrador

La búsqueda para localizar hospitales en la ciudad de Hamburg es rápida, basta un simple tecleo. Y de inmediato te das cuenta de que localizar a Milka así va a ser más tedioso y complicado de lo que podría haber sido si la ciudad fuera más pequeña. Sin embargo roza los dos millones de habitantes, y aunque no hace sombra a los más de ocho millones de Nueva York sin duda complica un poco las cosas.

En la pantalla, ya distribuidos en el mapa gracias al buscador, puedes ver más de una veintena de hospitales. Algunos tienen pinta de ser privados o más pequeños, pero no hay nada en las palabras de la tal Dallas que te permita descartar unos u otros.

Por otro lado, conforme pasan los segundos te das cuenta de que el nombre del club que Wes ha utilizado, los Hell's Angels, te suena bastante. Y de la época en que estabas en la policía, además. No recuerdas nada concreto, pero si un club posee filiales tanto en California como en tu zona no debe ser, ni mucho menos, pequeño.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Mapa.

Cargando editor
17/03/2016, 14:27
Wes Brooklyn

Que sus respuestas a mi confesión sobre mi oficio le saquen impertinencias me hace gracia. ¿Cómo podría picarme? Es como yo. Pienso con un cariño inmerecido por el tiempo que hace que nos conocemos, pero que resulta ser así en estas circunstancias. Tras su búsqueda miro la pantalla y levanto una ceja, negando con la cabeza. Fuck, más de veinte... Así mal vamos. Ese camino no va a resultar. - Automáticamente descarto esta manera de contactar con ella.

Cuando empieza a plantear la idea de poner un mensaje a Milka me tomo unos segundos para pensar algo que pueda funcionar. - Los tiros van por ahí... - Le digo asintiendo, con el tronco hacia adelante y apoyando mis antebrazos en las piernas. Mmm... ¿Hacer una alusión a las apariciones? Algo en plan: "Dile que se me apareció Anabelle y me acordé de ella. Saludos de Budi también". - Frunzo el ceño yo ahora: no me convence mucho como suena. - No sé, casi que prefiero la tuya eh Morgan. Ponle ahí, venga. - La animo chocando mis manos.

Cargando editor
19/03/2016, 19:24
Morgan Laurent

Resoplé al ver la cantidad de hospitales que había en Hamburg... su puta madre, ¿en serio? No, parecía que no iba a ser posible tirar de ese hilo por ahora, aunque si le pregunto a esta tal Dallas quizás me responda... No tendría por qué ocultarlo, ¿no? Es un hospital...

Reflexiono algo sobre la sugerencia de Wes y comienzo a teclear de nuevo:

Claro, mi número es 645-995-534*. Dile que me llame cuanto antes, por favor... Y si puedes dile también que el otro día aparecieron Annabelle y Budi, y me dieron recuerdos para ella... fue Budi quien me dio la idea de ir a verla, ella lo entenderá, creo.

¿En qué hospital está, por cierto?

Muchas gracias por todo :)

- Listo.-le dije a Wes cuando le di a enviar-. A esperar... supongo.

Notas de juego

* por poner... xD

Cargando editor
23/03/2016, 02:38
Narrador

Apenas unos segundos después llega la respuesta de Dallas, que parece estar atenta a la conversación.

En el Asklepios Klinik Barmbek, pero no sé si le dejarán recibir llamadas. Yo le paso tu número y tu recado.
Supongo que te llamará cuando pueda.

Saludos ;)!

Hasta este momento la presencia de Wes a tu lado te aporta una sensación cálida. No es una cuestión de temperatura, ni mucho menos, sino como si por primera vez alguien estuviera tocando tu alma con los dedos. Sin embargo, algo sucede. De repente está ahí y de repente en un momento dado, sin necesidad de girar la cabeza, sabes de alguna manera que vuelves a estar a solas.

Es como si el hilo invisible que te unía con él se hubiera estirado hasta desprenderse por la tensión. Junto a ti ahora el asiento está vacío, y no haber notado ningún cambio de peso en el sofá te haría ser más consciente de la posibilidad de que nunca haya estado ahí. Si no fuera por esa extraña sensación de soledad que ha dejado en tu pecho.

Cargando editor
01/04/2016, 11:18
Morgan Laurent

Vale, vale... ha colado. Parece que ha colado. Me permito sonreír de medio lado, al menos tengo ahora el nombre del hospital, con eso puedo hacer algo más. Tal vez una solución ahora sería viajar allí, o por lo menos esperar a que pueda llamar por teléfono... ¿lo hará? Quizás al no conocerme, pase de llamarme... Yo lo haría. Espero que los nombres que le he dado a Dallas hagan click en la cabeza de Milka y me llame... Supongo que si Wes la vio, ella también, ¿no? Al fin y al cabo, ella también parece estar metida en toda esta mierda. 

Muchas gracias, Dallas. ¡Eres muy amable! :D

Saludos!

Me despido de ella finalmente. Me recuesto en el sofá. No me hace falta mirar en dirección a Wes para saber que... ya no está. Esa sensación cálida abandona mi ser, como si con su ida se hubiese llevado un trozo de mí también. No me gustan estas cursiladas, pero... lo siento así, exactamente así. Me quedo unos instantes mirando a la nada, recreándome como un maldito adolescente hormonado en la sensación de abandono y desasosiego. Suspiro y acaricio el móvil en mi bolsillo, ¿le mando un mensaje? ¿y si no es su número? ¿y si de algún modo me lo he inventado? 

Joder, Morgan, déjate de gilipolleces infantiles.

Suspiro y saco el móvil del bolsillo para escribir un mensaje al número que me ha dado.

Dime que no me estoy volviendo loca. O que tú también lo estás. 

Lo dejo sobre la mesa. Me levanto del sofá y comienzo a dar vueltas por la casa, toda esta mierda comienza (¿ahora? no te lo crees ni tú) a superarme.  Me estiro, camino por el salón y la cocina, paso por el baño para lavarme la cara con agua fría. Me miro en el espejo. Respiro hondo y termino con un gran suspiro. Creo que voy a esperar a que Matt vuelva. Lo mismo incluso me invita a comer, me vendrá bien distraerme. Además, él es listo, seguro que sabrá aconsejarme bien. O eso espero. 

Cargando editor
02/04/2016, 03:35
Narrador

Tras despedirte de la tal Dallas no tarda en mostrársete la notificación de que ha visto tu mensaje, pero no llega a darle respuesta. Acto seguido te recuestas en el sofá con esa recién descubierta sensación de soledad tan difícil de explicar. En el lugar donde estaba Wes sólo queda esa media hoja en la que le apuntaste tu teléfono: sea como sea que se ha ido no se la ha llevado con él.

Apenas unos segundos más tarde le escribes ese mensaje sin tener siquiera la certeza de que ese número de móvil pertenezca a alguien. Aún así, ¿qué es lo peor que puede pasar?

Tus paseos por la casa te llevan de un lado para otro. No la conoces tan bien como la tuya, pero sí lo suficiente como para moverte con familiaridad. Al otro lado del espejo tu reflejo te devuelve una mirada cansada, y estás saliendo del baño cuando oyes el ruido de la puerta.

Cargando editor
02/04/2016, 04:04
Matthew Carter

Son exactamente las dos y cuarenta y ocho, tal y como él había predicho, cuando tu amigo llega de la calle. Su expresión es la que aparece en su rostro siempre que tiene la cabeza ocupada, con el ceño levemente fruncido y la mirada un poco baja. Sin embargo cuando sus ojos se cruzan con los tuyos te dedica una sonrisa. No ha llegado a saludar al entrar, ni tampoco a avisar en voz alta de que ya estaba en casa.

—Hola de nuevo —te dice, y por un momento parece evaluarte, como si hubiese encontrado algo distinto en ti y estuviera intentando averiguar de qué se trata. Aún así no se detiene demasiado en eso y no tarda en volver a hablar—. ¿Qué tal tu investigación? ¿Algo útil en la red? —Mientras pregunta se quita el abrigo y se dirige a la cocina. Al verle caminar sin esperarte otros podrían pensar que da por hecho que le acompañarás, pero tú le conoces mejor y sabes que realmente no le da importancia.

—Hoy es mi día de vegetariano, pero podemos comer otra cosa si lo prefieres.

Cargando editor
05/04/2016, 21:14
Morgan Laurent

Dios, Morgan, tienes aspecto de resaca... Tómate una cerveza ya.

Así era como pasaba las resacas (cuando las tenía): una buena cerveza por el gaznate. Dios, era genial sentir el frío de la bebida recorriendo la garganta y subiendo al cerebro que martilleaba como un condenado para quedarse tranquilo. Aunque por fortuna, mi resistencia innata al alcohol me había ahorrado muchas mañanas de resaca, y lo agradecía con creces. A diferencia de Lindsay, que se volvía insoportable... como una niña pequeña enferma, solo que esta solo quiere aspirinas, sofá y alguna película de poco pensar. 

Escuché entonces la puerta principal abrirse. Joder, nunca pensé que podría decir esto pero... qué alivio tener a alguien en casa. Soy una persona solitaria y disfruto de mi soledad... pero la ida de Wes me ha dejado un puto agujero dentro, como una especie de vacío... Tener a Matt aquí ahora me aliviaba de una forma pocas veces experimentadas antes. Joder, si hasta me entraban ganas de oírlo hablar sobre cualquiera de los autores que-no-conoce-ni-su-madre durante horas.

Le sonrío cuando entra y lo sigo a la cocina. Sé que no lo hace con esa intención, pero quería estar con alguien en ese momento. 

Hola-saludo-. Bueno... ha ido. Podría haber ido mejor-me encojo de hombros.

Sobre la comida... bueno, siempre he sido chica de comida rápida (Burger King, Pizza hut y el restaurante chino de dos manzanas más abajo me han salvado tantas comidas...), pero si había que comer vegetariano... en algún momento tendría que empezar a cuidarme algo. 

Por mí bien, vegetariano-respondo-. ¿Y tú? ¿Qué tal en el trabajo?

Cargando editor
06/04/2016, 01:20
Matthew Carter

Matt te mira y asiente, con una mirada que a otros les podría parecer perdida, pero que tú sabes que está centrada en algún otro asunto. No llega a insistir más en lo de la investigación, pero sabes de sobra que no es desinterés, sino que considera que contarás lo que quieras contar. Que sólo partiría de él preguntar si fuera curiosidad lo que le moviera.

—Vegetariano —repite mientras sus pupilas vuelven a enfocarse en tu rostro. Sale entonces de la cocina para acercarse al teléfono fijo—. Como siempre —responde entonces a tu pregunta, con un tono desapasionado que no parece querer negar detalles, sino ahorrároslos a ambos. Entonces te mira a los ojos—. Ya sabes lo que decía Émile de Girardin. 

Podrías quedarte esperando a que te explicase lo que decía aquel señor, como tal vez sería lógico que cualquier otra persona continuase esa frase. Pero conoces lo suficiente a Matt como para saber que no va a seguir hablando a menos que tú le preguntes. 

Descuelga el teléfono y marca un número de memoria, pulsando los botones con el dedo anular. Y mientras tanto, tu teléfono vibra con la notificación de un mensaje que se te muestra en pantalla desde ese mismo número al que tú acabas de escribir:

No lo estás. Luego hablamos. 

Mientras tanto al otro lado de la línea parecen haber cogido ya su llamada. Él pide de inmediato, y por cómo recita su lista de platos parece que suela hacerlo siempre de la misma manera. Bueno, conociéndole probablemente será así. Y probablemente llamará también siempre a la misma hora, como si su estómago, sus dedos y su voz estuvieran sincronizados con el minutero. Es cuando termina con un «Y una botella de agua fría» cuando su tono cambia ligeramente, aunque no llega a hacer ningún gesto para llamar tu atención.

—Un momento, por favor —pide a la persona que está al otro lado. Entonces se queda esperando, mirándote, probablemente esperando que le digas qué quieres para ti. Si no se lo dijeras con toda seguridad diría que dupliquen el pedido, sin más, y tendrías que comer lo que quiera que él haya encargado.

Ya con la comida en camino tu amigo comienza a abrir armario tras armario y dejar las cosas por pares sobre la encimera para poner la mesa: vasos, platos, cubiertos... En ningún momento vuelve a mencionar la herida de bala o hacer preguntas, aunque sí que dedica una mirada de más a la zona que antes te trató sin llegar a hacer ningún comentario al respecto.

—Estamos con el asesinato de una periodista —empieza entonces, como si realmente le hubieras preguntado algo. Sin embargo cuando dice la palabra «estamos» hay una leve inflexión en su voz que te hace pensar que eso quizá no sea del todo exacto—. Es curioso, porque le clavaron su estilográfica en la garganta —dice con total normalidad, como si hablar de muerte fuera de lo más habitual. Aunque dado su trabajo probablemente para él lo sea, como para ti lo fue en otro tiempo—. Dos días más tarde un pianista ahogado con una cuerda de piano. Y el capitán dice que no hay relación —comenta alzando ambas cejas y llevando un instante su vista al suelo, como si eso le pareciera inconcebible y al mismo tiempo inmaduro.

Cargando editor
08/04/2016, 21:42
Morgan Laurent

Estoy apoyada en el marco de la cocina mientras Matt va a hacer el encargo. 

¿"Pide vegetariano, será más sano"?-me aventuro a citar, sabiendo que, lógicamente, no es eso lo que decía el tal Émile-. Vamos, ya sabes que estas cosas no son lo mío, Matt.-le digo encogiéndome de hombros-, ¿qué es lo que decía?-pregunto, por curiosidad. 

Mientras mi amigo coge el teléfono fijo, me vibra a mí el móvil. Lo miro para poder leer un mensaje que confirma que no estoy loca, aunque sí que estoy viviendo una puta locura. Siento que palidezco durante un momento. Wow. Vale, una cosa es pensar que me estoy volviendo loca y que hace un momento me he tomado un par de birras con un motero que ha aparecido de la nada y se ha ido igual, y otra cosa es confirmar que ese motero ha aparecido y desaparecido en mis putas narices.

Elegí un mal día para dejar de fumar...-cito en mi cabeza. Hacía tiempo que me había puesto ese objetivo pero... ¿cómo coño no quieren que fume teniendo toda esta mierda encima? 

Sin embargo, sonrío. Saber que era verdad también es... reconfortante en cierto modo. Saber que he conectado así con una persona me acojona, pero es bueno saber que es real también, ¿no? Además, parecía un tipo de mi rollo, pocas palabras, sarcástico y aficionado a beber y fumar. Un poco más y soy yo con polla. 

- Ehm... sí, lo mismo-le respondo a Matt al ver que está esperando que le diga qué quiero. Nunca he pedido a un vegetariano, yo qué sé qué mierdas tendrán-. Me fío de tu criterio. Pero pídeme una cerveza-que vaya a comer vegetariano no significa que se me haya ido del todo la olla. 

Entonces comienza a hablarme de sus casos. Ah, qué tiempos, cuando estaba en el otro lado de la ley... Y todo eran protocolos, avisos, permisos, papeleos... aburrimiento. No sé en qué estaba pensando cuando me metí a poli, ¡yo! Desde luego, era (y soy) una yonki de la adrenalina en cierto modo. 

Una periodista apuñalada y un pianista ahorcado...-repito, reflexiva. Me quedo un momento con la mirada perdida, pensando-, ambos fueron asesinados con sus instrumentos de trabajo, ¿no? ¿Esa es la relación a la que te refieres?-comento. Dios, a veces echo de menos este tipo de cosas... Pero sin las responsabilidades que todo eso conllevaba.

Cargando editor
09/04/2016, 02:30
Matthew Carter

Al escuchar tu conclusión sobre el caso, tu amigo extiende ambas manos señalándote con las palmas hacia arriba, como si lo que has dicho fuese algo sencillamente evidente. 

—Y por eso sigo soportando tu mal humor —dice entonces, sin que una sonrisa adorne esas palabras convirtiéndolas en una broma. Al contrario: parece estar diciéndolo completamente en serio—«Todo el mundo habla de progreso, pero nadie sale de la rutina.», eso decía —agrega con el mismo tono neutro.

Empieza a poner la mesa, colocando cada plato frente al otro con una precisión que te hace pensar que si tuvieras una regla y midieras las distancias, la diferencia entre ellas sería, como mucho, milimétrica. Los vasos, las servilletas, los cubiertos... Todo es colocado con meticulosidad en un fiel reflejo. Y a la espera de que aparezca vuestra comida, repasa en más de una ocasión esa colocación. 

—Así que el capitán está gastando el doble de recursos necesarios por tratar el caso como si fueran dos —explica, sin llegar a levantar la mirada para observarte, ensimismado con la mesa—. Y tiene la mitad de pistas para cada uno.

Y parece estar a punto de añadir algo más cuando de repente tu teléfono empieza a vibrar de nuevo, esta vez con una llamada entrante. Un número largo y raro se muestra en pantalla, con varios prefijos: 011+49+40+685215369. Matt se calla, esperando a que respondas si quieres, y ahora sí levanta los ojos un instante, dedicándote un breve vistazo.

Cargando editor
11/04/2016, 16:47
Morgan Laurent

No puedo evitar esbozar una media sonrisa por su contestación, sé que no lo dices a malas... tampoco a buenas, simplemente lo dice, es lo que piensa. Por cosas como estas, Matt me parecía al principio un capullo pedante, hasta que me di cuenta de que realmente era pura y dura sinceridad y, joder, valoro eso. Además, tiene razón, no soy precisamente el "alma de la fiesta", soy consciente de que mi carácter no es precisamente fácil... pero me gusta así. 

Eres un capullo-le digo con la misma media sonrisa-. También porque te encantan mis magdalenas de zanahoria, no lo niegues-mi afición por la repostería en casos de estrés solo la conocen Lindsay porque vive conmigo y Matt porque no nos podíamos comer todas las horneadas, por lo que le llevaba unas cuantas al trabajo. Si ahora mismo estuviese en casa, probablemente me tiraría toda la tarde haciendo galletas de chocolate y nueces. Sí, soy toda una tipa dura-. Ah, sí, claro, era mi segunda opción-respondo a lo de la cita.

Lo miro poner la mesa. Lo ayudaría, pero probablemente sería más un estorbo que una verdadera ayuda para él, porque acabaría recolocando todo lo que yo he puesto. Por eso solo lo miro apoyada en el marco de la puerta y lo escucho mientras habla del caso y del capullo del capitán.

¿Y si le dices al capitán que hasta una exagente ha sido capaz de ver la obvia relación?-pregunto de forma retórica-. Ahora en serio, ¿quién se encarga del caso? 

Entonces escucho mi teléfono sonar y veo el largo número que aparece en mi pantalla. Tiene que ser ella... o eso esperaba. Me humedezco los labios y respiro hondo.

Un momento...-le digo a Matt, volviendo a la cocina para atender la llamada. Me apoyo en una de las encimeras y descuelgo-¿Diga?

Cargando editor
13/04/2016, 01:39
Narrador

Matthew te mira con curiosidad, incluso ladeando un poco la cabeza, cuando dices que aquella cita era tu segunda opción, como si estuviese evaluando hasta qué punto son tus palabras una broma o si realmente existe alguna remota posibilidad de que tu cultura sea mayor de lo que él piensa.

Y después, cuando preguntas por el caso pone «esa» cara. La que con el tiempo has aprendido a reconocer como preámbulo de su indignación, la que suele ir acompañada de una larga explicación sobre la incompetencia de alguien. En este caso parece que el capitán tiene todas las papeletas para ser el objetivo de sus palabras. 

Sin embargo, asiente con la cabeza cuando pides un momento y lo último que ves de él al entrar en la cocina es cómo recoloca uno de los vasos por décima vez.

El leve sonido residual de la estática llega a tu oreja desde la línea teléfonica, haciendo eco de tu voz al pronunciar esa palabra. Esperas respuesta pero antes de que llegue, algo sucede.

Es apenas un pestañeo lo que tardas en notar el cambio. Estás en la cocina de Matt, pulcra e impecable, sentada en la encimera y escuchando el movimiento de tu amigo al otro lado de la puerta, pero de repente estás también en lo que parece una habitación de hospital. 

No necesitas escucharla hablar para saber que ha sido la existencia de esa mujer que tienes delante la que ha tirado de ese hilo de tu pecho para unirlo al suyo. Y ella está y no está contigo en esos dos lugares al mismo tiempo.

 

 

 

Es una chica de unos treinta años y puedes percibir en su mirada la misma sorpresa que tú sientes, el mismo desdoblamiento. Está sentada en una camilla y un hombre sostiene su mano con un cariño infinito. El mismo hombre que, sentado en una butaca junto a la camilla, no parece capaz de apartar sus ojos preocupados de ella. 

Ella va vestida con un camisón fino, de hospital, y su rostro se encuentra pálido. No parece estar pasando su mejor momento.

Y en el momento en que vuestras pupilas se encuentran de nuevo sientes esa emoción familiar, como si acabaseis de conectar y siempre os hubierais conocido. Nunca la has visto, pero tu confianza en ella es tan grande que sabes que podrías confiarle cualquier cosa. Ese hilo invisible parece atarse una vez más, uniéndoos de una forma que tu mente no puede explicar, pero que sientes de una forma tan cierta como que lo tienes delante.