Partida Rol por web

Durante el rato que dura la reunión puedes ver cómo Vane parece tener una resaca mayor que muchos de los otros. En más de una ocasión habla, y cada vez que termina de hacerlo apoya la frente en su mano, como si necesitase un descanso. Su voz, además, no se alza por encima de las de los demás, y en ambas votaciones vota de la misma manera que su padre: a favor. Una vez que todo termina es de los últimos en levantarse, y lo hace con gesto cansado.

Bubbles, por su parte, sí pasa un buen rato hablando. Lo hace con sus gafas bien caladas, y en un par de ocasiones debe acallar las risas o comentarios de los demás. No te cuesta deducir que estará hablando sobre qué beneficios va a aportar realmente el negocio del que el agente Keating te ha hablado. Y deben ser buenas cantidades, pues a la mayoría de miembros parecen gustarles sus palabras.

Mientras tanto Cash permanece casi todo el tiempo en silencio, escuchando. Sea lo que sea de lo que están hablando, es evidente que no le convence. En más de una ocasión niega con la cabeza en silencio y con la mirada baja, y la única vez que le ves dirigirse a los demás lo hace hablando directamente a Rain. Su actitud es la de alguien que trata de apelar a la empatía de otra persona, pero no parece conseguir nada. Su mano se alza sólo en la segunda votación, y cuando abandona la sala lo hace para dirigirse a su cuarto, visiblemente derrotado.

El otro que no llega a pronunciarse a favor en la primera votación es Allen. Hay un momento en que le ves en pie tras las palabras de Bubbles, pero no para hablar de manera exaltada, sino para captar más la atención de los otros miembros. El vicepresidente se dirige a todos, y en especial al presidente, pero puedes notar en su actitud que ya da por hecho que la votación está perdida de antemano. Aún así él no da su brazo a torcer y, llegado el momento, no apoya lo que Rain claramente desea.

Una vez que la reunión termina puedes ver cómo sigue con los ojos a Cash, casi como si le debiera una disculpa. Sin embargo no llega a segurle. En lugar de eso palmea la espalda de Phil y, con la naturalidad de los buenos amigos, le sonríe y le hace un gesto hacia la barra, como si esperase tomarse algo con él ahora.

Y mientras que Allen se mantiene como alguien cabal y que expone sus argumentos de manera razonada puedes ver desde tu posición cómo Phil es el punto opuesto, alzando la voz y mandándole callar en alguna ocasión. Casi puedes oír su voz embrutecida decir que lo que está diciendo le importa tres cojones, como hace siempre que ya ha tomado su decisión y todo lo demás le parece pura mierda.

Sin embargo toda aquella hostilidad hacia el vicepresidente se disipa tan pronto como ha llegado, y lo hace cuando pasan las votaciones. Y cuando este le invita a acercarse a la barra él niega con la cabeza. Lo hace con expresión de estar ocupado, pero no tener nada en contra de él. Sin duda lo de esa noche habrá cargado a vuestro Sargento de duro trabajo.

De todos los presentes es Tito quien parece más ausente de la reunión, interviniendo para poco más que votar. Se nota que la noche anterior le ha pasado factura, y no se molesta en ocultarlo demasiado. Además, por su actitud, parece considerar aquella misa y las votaciones consecuentes una mera formalidad, como si ya todos supieran lo que se estaba decidiendo y cuál sería el resultado.

Una vez que todo termina se pone en pie lentamente, y luego se acerca al Presidente para cruzar unas palabras con él. Casi parece disculparse por su condición durante las conversaciones, aunque Rain no parece dar importancia al asunto. Después de todo, si de verdad la noche anterior ultimaron los detalles de un acuerdo así, todos se han ganado una buena juerga.

Es Zigzag, por su parte, el primero en salir de la reunión una vez esta ha terminado. Al verte alza ambas cejas y levanta el mentón, saludándote como si le sorprendiera verte levantado, y se dirige hacia ti. Un instante después, Vane le sigue.

Durante el transcurso de la reunión has podido ver a un Zigzag calmado y tranquilo. Ha intervenido sólo en un par de ocasiones, y cuando lo ha hecho ha sido con convicción. Y es ahora, con todo ya terminado, cuando en sus labios puedes ver una sonrisa que se extiende hasta su mirada.

- Ey, tío, buenos días. - Te dice mientras se acerca a la barra, colocándose al lado de Beverly. Entonces cruza contigo una mirada cómplice, haciendo un gesto con la cabeza hacia la chica que es casi una niña. - ¿Qué, has pasado una buena noche? - Pregunta entonces, estirando el brazo para darte un puñetazo amistoso. - Espero que estés descansado. Hoy vas a tener que estar a tope. - Asegura después, dedicándote una sonrisa y llevando su mirada hacia las fulanas con un claro gesto de Te contaré más cuando estemos a solas.

Mantener la atención en Beverly me parece sumamente difícil: entre la resaca y el deseo por estar en la reunión no se encuentra esa pelirroja. Sin embargo me permito sonreír con la cabeza baja entre fregadas cuando me dice eso. Lo que es una sonrisa aparente también es una pregunta en mi cabeza. ¿Me la habrá comido de noche? Desearía tener algún recuerdo, aunque fuera solo por saber la verdad. Con los compañeros tendré que vacilar un rato. Esas aventuras de polvetes nocturnos es algo que une mucho en esta banda. 

No le dirijo la mirada y respondo mientras friego. - Vas a lo que vas, ¿eh? - Luego suelto una risa despreocupada y vuelvo a centrarme en la reunión. Las cosas parecen seguir su cauce habitual: Rain y Phil, implacables; Allen y Cash, pensando más allá; Vane, aún medio borracho; Bubbles y Zigzag, diplomáticos e inteligentes, y Tito, como un soldado, solo abre la boca cuando va a meter un tiro. Y esa es mi banda... Pienso entre orgulloso y asustado. Ya les quiero y todo... 

A medida que van saliendo me pongo erguido y los saludo con un asentimiento, demostrando respeto y mostrándome atento y dispuesto a lo que sea. Esa es la actitud que se espera de un buen Prospect, o eso creo. A Vane me dedico ponerle una mueca divertida que le pregunta por ese pedazo resaca. Con el resto no me ando con coñas, salvo con Zigzag, a quien ya saludo con la sonrisa de un colega que echaba de menos a otro. Cuando se sienta en la barra le respondo. - ¿Como va eso? - Le digo en plan saludo, sin esperar respuesta. Al preguntarme por la noche me rasco la cabeza y entrecierro un ojo, haciendo evidente que es un tema del que los dos conocemos las respuesta. Recibo su puñetazo y me hago el inocente. - Ya sabes que soy un buen chico católico, tío. - Me excuso de broma entre risas. Ahora que menciona que debo estar en forma para hoy mi mirada se vuelve más dura y asiento, adquiriendo el semblante de un soldado al que le han dicho donde debe cavar la trinchera. - Por supuesto. - Aseguro ahora yo con decisión, finalizando mi sentencia en una sonrisa felina que deja por tierra la actitud de tigresa de Beverly. 

Esto era lo que necesitaba, matar dos pájaros de un tiro: el encargo de Keating y la integración en los Hell's Angels, aunque... ¿Realmente son compatibles? Sé que no, pero por un tiempo puedo mantener las dos cosas, pese a no saber en qué va a acabar esto. Nunca me espero nada bueno tras cualquier cosa, pero estoy mejor de lo que acostumbraba desde que todo comenzó, así que... Sin prisa. Me aclaro la voz con una tos forzada antes de volver a hablar, y pasar el estropajo un poco. - Si quedo con fuerzas tras limpiar toda tu pota, maricón. - Bromeo con él y tras un par de pasadas a la barra dejo el estropajo y cojo un refresco, ofreciéndole con un gesto uno a él y a Beverly también, si lo quisiesen. Una puta bebida de cola bien cargada de burbujas y cafeína es lo que necesito ahora. - Tengo que pasarme por mi kelo a coger un par de mudas limpias, y tal. - Vuelvo a coger el paño y levanto las cejas acompañándolas con ojos en blanco. - Cuando acabe con esta mierda, claro. - La verdad es que limpiar con esta resaca me está matando. Dedico una mirada corta a la muchacha y me muerdo el labio con inocente sensualidad, aprovechando mis encantos, sin tener mucha idea de qué pretendo con ello. Me hace gracia esa parte de mi que quiere quedar de cachondo con las tías y luego no las remata aunque las tuviese en fila suplicándolo. Como si nada vuelvo a mirar a Zigzag. - ¿A la tarde te cunde pillar unas hamburguesas de medio kilo? - Le pregunto despreocupado, ya que a veces nos cunde pillar la moto, tirar millas y jalarnos algo muy bruto.

La pelirroja suelta una carcajada ante tu respuesta en forma de pregunta y su sonrisa se afila después, volviéndose felina y atrevida. - La vida es corta, ¿no? No hay tiempo que perder. 

Sin embargo, cuando Zigzag llega a la barra, ella se calla y aparta la mirada, al parecer desentendiéndose y dejándote algo de intimidad con tu colega. Al menos la que podéis tener teniéndola sentada a menos de un metro. Rechaza el refresco que le ofreces, pero no se corta ante tu pequeña insinuación y sus ojos claros te recorren de arriba a abajo detenidamente, dándote un buen y exhaustivo repaso para terminar mordiéndose el labio inferior de forma seductora.

Zigzag ríe con tus bromas con camaradería, aunque no te ofrece ayuda ni mucho menos. Enarca ambas cejas cuando le ofreces un refresco y se estira por encima de la barra para alcanzar una cerveza. - Mariconadas las justas, ¿eh? -dice mientras abre la lata y se pimpla la mitad de un buen trago. 

A tu oferta de ir a pillar unas hamburguesas asiente. - Sí, tío, cojonudo. Las resacas me dan un hambre que no veas. Aunque no podemos liarnos demasiado, a las ocho en punto tenemos que estar aquí como un clavo. - Se inclina un poco sobre la barra para añadir algo más, en un tono más bajo. - Hoy vamos a comenzar un negocio de la hostia. 

Y en ese momento Vane se incorpora a vosotros y se sienta en un taburete junto a Zigzag. Da un golpe en la barra mientras os mira de medio lado.

- ¿Qué pasa, mariquitas? -bromea- No os arriméis tanto, que luego pasa lo que pasa. - Te mira a ti entonces. - Wes, tío, ¿no tendrás por ahí algo para el dolor de cabeza? Creo que me va a reventar en cualquier momento. Puta mierda de fiesta, joder. Estoy hecho mierda. Derrotado. Acabado. Destruido.

Parece reparar en ese momento en la presencia de Beverly y le dedica una mirada torcida ante la que la chica deja de poner la oreja de inmediato. - ¿Y tú qué haces aquí, muñeca? ¿No tienes otro sitio donde posar ese culito prieto un rato? Porque si quieres te busco un buen asiento, sólo tienes que pedirlo -termina, poniendo una mano sobre su entrepierna ostentosamente-.

Al decirme que la vida es corta lo primero que viene a mi mente es que no todas, pero la mayoría de los que llevamos este estilo de vida sí. Ladeo la cabeza y me encojo de hombros porque realmente nunca me importó mucho lo larga que sea la vida o aprovecharla, yo simplemente he remado. Que Beverly "haga sitio" al resto me gusta, y es una actitud típica de nuestras putillas o aspirantes a ser la chuchi de alguno. Normalmente del que pueden o las aguanta un tiempo. 

Cuando el tonto de Zigzag pilla la cerveza con esa chulería yo le respondo del mismo modo, levantando las cejas. - Si te puedes pimplar eso... - Paso la balleta por la barra y suspiro. - Es porque ayer bebiste como una maricona. - Acabo mi frase dándome cuenta de que sueno como todo un barman con su clientela de toda la vida. Con tranquilidad doy un trago a mi refresco, sin complejo alguno. Sin embargo, algo punzante se agita dentro de mi con lo de mariconada. Eso es lo que soy a fin de cuentas, o un pedazo podrido de mi: un maricón. En este momento, gracias a Dios, no. John está en la casa y eso me gusta. Soy mejor así.

Dejando de lado esa frase de colegas que me ha removido un poco por dentro muestro conformidad con su aceptación sobre tomar las hamburguesas. Nada mejor que media vaca o cerdo, ni me importa, cuando tienes tanto alcohol que echar de tu cuerpo. - Estaremos de sobra. Vamos con tiempo y ya. - Le resto importancia al tema, pero de un modo serio, dejando claro que estar puntual me importa. De hecho, lo hace y mucho. Muchísimo. 

Esa pequeña seriedad o profesionalidad, según como se vea, se transforma en una mueca de ilusión, aunque más que ilusión parece hambre. Se juntaron las ganas de comer y el hambre, sin duda alguna. Apoyo las dos manos en la barra y me apoyo la balleta en el hombro, asintiendo motivado. Me doy cuenta también, en ese mismo momento, de que tengo que reportar esa reunión, y eso no es cosa fácil. Si me pillasen sacando alguna foto o algo así estoy seguro de que acabo muerto a martillazos. Del mismo modo, dejarlo pasar sería ayudarlos, lo que me pone en un compromiso muy serio. Ayudar a mis hermanos o ser un buen agente... No veo como puede salir bien esto. No llego a reflejar estas preocupaciones en mi semblante: son demasiados años anulándome como para que se me vaya la pinza ahora, y lo que me hace retornar a la normalidad es la cháchara de Vane.

- Ayer fue buena entonces, ¿eh? - Le digo al hijo de Rain, que no aguanta las resacas ni la mitad de bien que su padre. Niego sonriendo y echo un ojo cerca de la caja registradora, donde a veces hay ibuprofenos. Para la desgracia de Vane solo queda un blíster vacío que nadie tuvo la idea de tirar. Incluso podría ser yo el que no lo hizo en su momento, pero ahora sí*. Ahora me vuelvo a él negando con la cabeza y sonrisilla de así es la vida para darle la mala noticia. - Mala suerte, tronco. Dicen que si tomas más alcohol se pasa el dolor. Mierdas de ph o síndrome de abstinencia... Algo así. - Me giro hacia Zigzag y con complicidad me dirijo. - ¿No tío? - Si nos sale bien la jugada el animal de Vane aún se encuentra peor y nos echamos unas risas tomando la hamburguesa. Putadas de colegas.

Finalmete cuando se dirige a Beverly así no me siento afectado, ni fingo estarlo. Ella no es nada para mi y es una zorra como la que aparecerá el siguiente día, y el siguiente, y así sucesivamente hasta que la muerte nos lleve con ella. - Eso sí que es bueno para las resacas. - Digo en un suspiro mientras finiquito la limpieza de la puta barra. Tiro la balleta al fregadero. Pongo los brazos en jarras y me dirijo a ellos. - Bueno, ¿alguno se cagó esta noche por el pasillo o me puedo echar un rato? - Pregunto lo suficientemente alto como para que me escuche algún miembro de la banda que esté cerca y no metido en la conversación.

Tus amigos - no, tus amigos no, los amigos de John - parecen cómodos a tu lado. Zigzag no tarda en asentir con respecto a lo de ir con tiempo. Luego, cuando le dices a Vane aquello sobre el alcohol una media sonrisa aparece en su rostro, y al preguntarle directamente alza la cerveza que tiene en la mano.

- Exactamente -dice mientras asiente aparentemente convencido-. Dormirse borracho y despertar es para el cerebro como ir a ciento y pico y frenar de golpe -expone dándote la razón antes de volver a alzar al botella-. Hay que frenar poco a poco -asegura dedicándote una mirada cómplice, antes de añadir algo más-. Y si estás así vas a necesitar más que una birra -comenta entonces, con un brillo de diversión en las pupilas-.

Mientras tanto Beverly se mantiene observando a Vane cuando este se dirige a ella. Por un momento se queda mirándote mientras el otro habla, como esperando por tu parte algún movimiento o comentario demostrando tu oposición a la oferta de Vane y que no llega.

Finalmente, cuando Vane termina, acaba por ponerse en pie y dirigirse a él. Su paso es sinuoso y seductor, aunque ni por asomo tanto como anoche. Es entonces cuando la chica se sienta directamente sobre él, pegándose a su cuerpo. Y aún en ese momento te dedica una nueva mirada, felina y desafiante, como si te estuviera retando a ti, como si aún estuviese esperando que la reclamaras como tuya.

- Si es por quitar una resaca... - empieza entonces con tono grave, sin cortarse porque tú o Zigzag estéis delante. Después de todo, Vane la ha invitado -.

Al ver la reacción de la chica Vane se echa un poco para atrás, haciéndole sitio, mientras rodea con sus manos su cadera. La observa durante un instante antes de dedicarle una sonrisa que pierde fuerza por el peso de la resaca.

- Podemos hacer que pierdas también la tuya, guapa -promete, aunque en su estado lo único que parece capaz de perder es la dignidad-.

Entonces, con vuestros comentarios, no tarda en separar la vista de ella y dirigirse a ti.

- Venga, hermano, dame algo que haga que se me pase esta mierda. - te pide antes de acomodar un poco su postura, aún con la fulana encima, sin aclarar si se refiere a una cerveza o a alguna bebida más fuerte-.

Phil había tardado en abandonar la capilla, pero después de que Allen rechazara la invitación se dirige hacia la barra. Su caminar es tosco y un poco torpe, y cuando alzas la voz de esa manera sus ojos se dirigen a ti con una chispa de diversión.

- Eh, eh -protesta, haciendo un gesto con la mano para desechar tu pregunta-. Aquello sólo fue una vez -dice con la voz rascada mientras su boca se va transformando en una sonrisa torcida-. Aunque aún estoy a tiempo de repetirlo -te informa antes de dirigirse hacia vosotros-.

Su mirada se posa en Zigzag y en Vane, pero pasa por completo de las chicas.

- ¿Ya vas a irte a dormirla? Joder. Los jóvenes de hoy tenéis menos aguante que la polla de este -asegura mientras pone una mano en el hombro de Vane-.

No es que tenga fama de flojo, ni mucho menos, sino que aquel comentario viene dado sólo por la presencia de la putilla.

Zigzag sigue la broma, y yo no pienso dejarla a medias. - Tal cual. - Apoyo su introducción sobre ir a cien. - Quien dice una birra dice dos, o tres... - Sigo perfilando su mentira para echarnos unas risas a costa del hermano Vane. Tuerzo la cabeza hacia un lado en un gesto que indica que la cantidad está a su elección. Mi cara de bueno solo refleja disposición a ayudar a un colega, y eso es lo que pienso hacer: ayudar a Zigzag con la coña.

Mi reacción a la especie de repaso que me da Beverly antes de ir a Vane es mantener la mirada a esta con tranquilidad. Mis ojos se afilan y si ella me está retando o poniendo a prueba, yo lo estoy haciendo diez veces más. Sé bien que las chicas que vienen aquí no andan sobradas de libertad de elección, y si se sube encima de Vane no pasará nada, pero si va a más con él, habrá perdido toda oportunidad conmigo. Al fin y al cabo, ella solo me vale como tapadera para el club, interesándome bien poco como persona.

Cuando se sube encima del resacoso Vane sonrío por lo bajo, entendiendo perfectamente el juego adolescente que está jugando la pelirroja - como lo que es. Soy más frío que eso, y por ello mi sonrisa es autosuficiente y tranquila. Cierro los ojos un instante e inclino la cabeza hacia ella de un modo que parezco darle total responsabilidad en su elección. Con una chispa de sorpresa observo ahora a Vane. Parece que sí que le vamos a dar algo... Empecemos suaves. Pienso con cierta malicia mientras saco un botellín de Budweiser. Lo abro con la soltura de un barman y se lo ofrezco. El beso de Judas. - Que aproveche, hermano. - Le deseo, y a continuación hago un estiramiento trayendo mis brazos hacia el pecho con la ayuda del otro. Aún sigo entumecido por la resaca, y estar de pie medio currando no ayuda.

La intervención estelar de Phil me arranca una risa como respuesta y tiro el trapo a la barra haciéndome el enfadado, pero siempre con una sonrisa en la cara. Cuando se sitúa con nosotros estiro más mi espalda, demostrando estar mejor de lo que estoy, firme y listo para lo que sea. Me encojo de hombros cuando juzga nuestro aguante. - Se dice que hoy hay que estar a tope. - Respondo al Sargento de Armas como si eso me pareciese más que suficiente para justificar un pequeño descanso. Mantengo la mirada a Phil unos segundos y finalmente le ofrezco algo. - ¿Una birra? - Le digo a mi oficial.

En el mismo momento en que continúas con aquella mentira Zigzag intercambia una nueva mirada cómplice contigo, y un instante más tarde dedica una inocente sonrisa a Vane, que parece estar tragándoselo todo. Después, cuando Phil se une a vosotros, abre un poco su postura, dejándole espacio en el grupo, y no tarda en reír con su broma.

- Cuando quieras echamos un mano a mano. - Le propone, retándole a una de aquellas competiciones de beber que solían acabar con los dos miembros participantes en el suelo. - Eso sí, cuando pierdas me pagas la hamburguesa del día siguiente. - Expone su condición, tendiéndole la mano para invitarle a aceptar aquel trato. Entonces hace un gesto a los que estáis presentes, nombrándoos testigos de aquel pacto. - Chicos, no olvidéis este momento: es el día que Phil inició su cuesta abajo hacia la vejez al ser vencido por un joven sin aguante. - Os informa, dedicándole al nombrado también una sonrisa y dándole una palmada amistosa en la espalda. Era evidente que ni Zigzag ni nadie podía pensar que Phil se estuviera habiendo viejo, pero ese no era un motivo para no meterse con él.

Al escuchar tu respuesta Phil te dedica una mirada larga, asintiendo repetidamente. Su expresión es un claro No lo sabes tú bien que no llega a expresar en voz alta. Luego, con tu oferta, alza una mano con el índice y el corazón levantados. - Dame dos y me las llevo. - Te dice, y en cuanto se las tiendes se gira para marcharse, aunque es interrumpido por el desafío de Zigzag. El hombre detiene entonces sus pasos y le mira de arriba a abajo. Cerca de ellos, Vane observa la situación y Beverly, que sabe de sobra cuál es su posición, finge no estar escuchando nada mientras enreda su mano en el cabello del chico y busca la piel de su cuello con la boca.

- Más bien recordaréis este día como ese en el que un viejo pateó el culo de Zigzag hasta que no pudo más y se meó en los pantalones. - Responde corrigiéndole, asintiendo a las palabras del chico y estrechando su mano. Luego os dedica una mirada a Vane, a Zigzag y por último a ti, ignorando por completo a la fulana. - Más os vale estar preparados esta noche, sin tonterías. - Os advierte. - Ya habrá tiempo de celebrarlo luego. - Añade después.

- Si queréis algo, estoy en mi habitación. - Os dice mientras se prepara para marcharse. - Tengo más trabajo que el puto Papá Noel en Nochebuena. - Comenta con una sonrisa dando los primeros pasos en dirección al pasillo. - Pero merecerá la pena.

Zigzag, tras estrechar con fuerza la mano del vuestro Sargento de Armas palmea con fuerza su hombro cuando este se despide. - Si ves que te pierdes de camino a tu cuarto, pega un grito. - Le dice mientras se aleja. - Es normal empezar a desorientarse al llegar a una edad. - Comenta con complicidad antes de girarse de nuevo hacia ti.

- Creo que voy a hacer como tú y voy a echarme un rato. - Te informa antes de echar un vistazo a su teléfono. - ¿Nos vemos en un par de horas y vamos a eso? - Pregunta, esperando tu confirmación para marcharse.