Partida Rol por web

- ¿Qué necesito saber? - pregunto mirándole fijamente dejando la pregunta abierta a lo que quiera responderme, ni mucho menos voy a interrogarle como le está haciendo el policía. No me parecía apropiado teniendo en cuenta que era un tema algo doloroso. - Vamos, Park, hagamos que este hombre nos deje en paz.

– Tu dirás, ¿qué peligro debo esquivar?

Tomo control de los movimientos del oriental, no sé exactamente cómo pero lo estoy haciendo pero ahí va.

- No, espere, señor Inspector – digo abruptamente a través del cuerpo del hombre. Exclamo un poco más fuerte un ¡Ah! como si estuviera cansado de todo esto, una silaba que expresase un Vale, vamos por faena - Creo que me he expresado mal antes, la verdad es que estoy algo apabullado por la seriedad con la que está llevando mi problema y no puedo hacer más que pedirle disculpas, sin duda es un buen policía – explico cerrando la crítica con un gesto serio y una ligera inclinación de cabeza.

Como se habrá figurado sin duda alguna – empiezo tratando de hacerle sentir importante - algo así puede salpicar mi reputación, verá, le cuento

-Hyun- corrijo con cierto nerviosismo. -Park es... mi...- y luego miro a mi hermano. No podía simplemente ignorar su presencia y procedo a corregirme. -...nuestro apellido- finalizo la frase mientras trato de encontrar una manera de listar los hechos importantes. Primero debo encontrar algo de claridad, lo primordial es salir de aquí, es terminar con esto cuanto antes y volver a casa. Que volvamos a casa.

Pero él habla y tengo que contener la respiración, aún de pie, aún allí. Niego rápidamente con la cabeza. -No, no, no, no...- digo posando mis manos en su brazo, como si quisiera atraer su atención. Demasiado rápido, vamos demasiado rápido. -... no es mi reputación Devendra, no... lo que quiero... es que se resuelva esto- digo mirándolo fijamente, casi suplicando que buscase en mí aquel desasosiego que me empujaba más y más a considerar que todo esto era un síntoma de alguna aflicción psicológica.

-Quiero irnos. Quiero que acabe pronto y podamos ir a... casa. Volver a estar seguros- añado con énfasis, sintiéndome como un niño pequeño suplicando a sus padres cuando el miedo le envuelve.

El hombre levanta la mirada de la pantalla del teléfono con aquella intervención abrupta de Hyun. Frunce el ceño y lo contempla de arriba a abajo con cierta reticencia mientras su labio superior se crispa casi imperceptiblemente.

—¿Apabullado por mi seriedad? —repite, pestañeando como si aquello fuese lo último que esperaba escuchar hoy, pero enseguida otras de las palabras del coreano atraen su atención—. No se equivoque, señor Park. Yo no me figuro nada —aclara, frunciendo un poco más el ceño y dejando el teléfono sobre la mesa con la pantalla todavía encendida.

—Entonces, ¿qué preferiría usted? ¿Le gustaría más si fuese menos serio y me tomase su caso a cachondeo? ¿Me voy a comer unos dónuts mientras su acosador le sigue enviando mensajes? ¿O qué?

Hace una pausa y mira al hombre que tiene frente a sí, ignorando deliberadamente al que lo acompaña e inconscientemente al que está de pie.

—Dígame, señor Park. ¿Qué quiere que hagamos entonces? ¿Le digo a mis hombres que dejen de buscar, que no tenemos que llevar este asunto con tanta seriedad? —pregunta con sarcasmo para después tomar el teléfono de nuevo con sus manos—. Le agradecería que dejase de hacerme perder el tiempo. Si poner una denuncia es demasiado serio para usted puede marcharse.

El otro joven oriental gira el rostro para contemplar a Hyun cuando éste habla. Abre los ojos sorprendido por sus palabras y empieza a gesticular con las manos cuando el inspector responde, como si buscase el momento de intervenir y aplacar al policía.

—No, no, espere, inspector —pide con un tono educado pero decidido—. Mi hermano no ha querido decir eso, se lo aseguro. Es sólo que está un poco nervioso con todo este asunto. Pero por supuesto que le agradecemos su seriedad. Sólo queremos solucionar este asunto. Colaboraremos con todo lo que sea necesario.

Entonces mira de nuevo a Hyun y en sus ojos se puede ver una mirada suplicante cuando se dirige a él con un tono menos firme de lo que parece que le gustaría. —¿Verdad, Hyun?

Me sorprende lo canalla que está siendo el policía, era una falta de sensibilidad por su parte brutal. - Verdad - digo asintiendo a la pregunta del hermano de Park para ganar tiempo. ¿Qué es lo que me estoy perdiendo?, frunzo el ceño un instante algo confundido por la dureza del tipo. - Como bien dice mi hermano no deseo hacerles perder el tiempo, tan solo queremos tramitar este asunto con absoluta rigurosidad - comento alzando una mano y volviendo a ofrecer una sonrisa. 

- Le decía que para nosotros es preocupante alguien intente asustarnos de esta manera, por eso estamos aquí, para colaborar en todo lo posible y así descubrir quien es esta persona - explico. - Si en la floristería pudieran dar una descripción del acosador, o quizá si pagó con una tarjeta sería de gran ayuda, ¿no?

Creía que sería más fácil congeniar con el policía. Tener que desarrollar tanto un tema tan peliagudo y del cual no conozco más que una pizca... Podría estar metiendo la gamba y no me daría ni cuenta.

- Sin duda ustedes saben lo que deben hacer, por eso deposito mi confianza y mi seguridad en el cuerpo de policía - digo con una sonrisa amable.

La actitud del inspector me llena de miedo. Mi mano comienza a temblar y mi nerviosismo es evidente, como si fuese a mí a quien estuviese reprendiendo. Lo curioso, es que es a mí a quien riñe a pesar de que Devendra ha tomado mi lugar y trata de hacer lo mejor. Trago saliva, no me gusta la dirección que están tomando las cosas, no me gusta el prospecto de antagonizar al oficial y salir de allí en malos términos, o no salir pronto y tener que ser sometido a declaraciones innecesarias y cosas peores. 

Entonces mi hermano interviene, tratando de aliviar la tensión. Con cada minuto que pasa, mi admiración por Jhon crece. Y mi agradecimiento. Sé que no hay mucho que pueda hacer para darle en retorno, y sin embargo siento la necesidad y quizás la vergüenza, de no haber podido dar más por él de lo que debería haberlo hecho. -gracias, Ji-hoon- murmuro mirándolo desde la invisibilidad que me otorga este... estado mental.

La idea de la floristería parece adecuada. Asiento satisfecho, sé que con lo nervioso que estoy, aquello no se me habría ocurrido nunca. -Es una excelente idea- digo, añadiendo luego. -Ten... ten cuidado. No parece... que le agrade que le digan cómo hacer su trabajo... - advierto preocupado.

Si bien la intervención de Hyun respondiendo a la pregunta de su hermano parece calmar las aguas, esa arruga en el entrecejo del inspector no desaparece del todo, como si aquel fuese su lugar habitual.

—No me diga cómo hacer mi trabajo —responde entonces, aclarando aquel punto antes de dejarse llevar por el nuevo talante que muestra Hyun—. Yo no le digo a usted cómo aporrear las teclas de su piano, ¿verdad?

No espera respuesta, sus ojos vuelven a la pantalla del ordenador y empieza a teclear, transcribiendo los mensajes que va leyendo en el teléfono.

Cuando termina, se queda callado varios segundos, releyendo todo y cuando habla de nuevo lo hace mientras la impresora empieza a funcionar.

—Bien, señor Park —empieza, deslizando el teléfono por encima de la mesa hasta dejarlo cerca de las manos de su propietario—. Ahora, cuando firme la denuncia, la tramitaré. Después un coche-patrulla lo llevará a su casa y dará una vuelta por la zona para asegurarse de que todo está en orden. Durante los próximos días incluiremos su vivienda y su lugar de trabajo en las rondas de las patrullas, así que cada ciertas horas alguien pasará por allí.

Hace una pausa para sacar el papel ya impreso y lo deja sobre la mesa, junto a un bolígrafo azul.

—Investigaremos con los datos que tenemos y cuando sepamos algo más nos pondremos en contacto con usted. Si en cualquier momento el acosador vuelve a ponerse en contacto o recuerda cualquier dato relevante, no dude en llamar a esta comisaría y preguntar por el inspector Earling. Y durante los próximos días debe mantenerse localizable en todo momento.

Cruza los dedos de ambas manos sobre la mesa y detiene su mirada sobre el rostro de Hyun, esperando a que lea el escrito y lo firme.

Londres a 30 de Junio de 2016
Metropolitan Police,
Comisaría de Westminder
Broadway St.
Crime Reference: 2783651942.

AL JUZGADO:

El denunciante, Mr. Hyun Park, pianista de la Filarmónica de Londres, soltero, con carnet de conducir número: D113T09PJ3Y8478FSD, y residente en el 47 de Great Russell St, expone:

QUE: desde las 14h del día de hoy ha estado recibiendo mensajes de texto en su teléfono personal, provenientes del número 07123456789. Afirma no conocer al propietario de este teléfono. También ha recibido unas flores en su camerino que asegura han sido enviadas por la misma persona, adquiridas en The Flower Shop, Durham. Por el contenido de los mensajes que cito textualmente a continuación se puede deducir que han estado siguiendo al denunciante, así como tratando de intimidarlo.

Recibido a las 14.01h: «Sé por lo que estás pasando.»
Recibido a las 15.17h: «No estás solo, Hyun-jin, ni vas a estarlo nunca más. Pero tienes que tener cuidado.»
Recibido a las 22.15h: «Hyun, no confíes en nadie. Cualquiera puede ser uno de ellos.»
Recibido a las 22.42h: «No mires a nadie a los ojos.»
Recibido a las 23.07h: «No entres a ese hospital. Hyun, vete a casa. No estás loco. Te encontrarán si entras y no volverás a salir.»
Recibido a las 23.21h: «Hyun, deja de hacer tonterías. Tienen contactos en todas partes, deja de hacerte notar. Deja esa comisaría, vuelve a casa y quédate tranquilo. No mires a nadie a los ojos. Te acabarán atrapando si no empiezas a tener cuidado. Puedo ayudarte a entender lo que te pasa, pero tienes que mantenerte a salvo. Por ti y por los otros. »
Recibido a las 23.24h: «Sobre todo, no mires a nadie a los ojos.»
Recibido a las 23.27h: «Te contactaré cuando estés solo. Deja de ponerte en evidencia.»

Y para que conste, lo firmo aquí abajo:

Miro fijamente al inspector. Quisiera sentir la superioridad que otorga tener la razón, pero en aquel momento, sólo soy capaz de evocar una sombría resignación. "Aporrear" me digo a mí mismo, sintiéndome algo dolido por la manera como lo ha dicho. Si supiera lo que implica tocar el piano, crear música, dejarse llevar por aquello y ser capaz de arrancar los acordes más hermosos posibles de mi instrumento.

Suspiro con melancolía. Sigo observando al inspector y giro un poco la cabeza detallándole. -No... no recuerdo haber dicho que tocase el piano- digo en voz baja, más para mí que para él. ¿Qué podía significar aquello?. Niego con la cabeza repetidamente. Quizás lo hubiese mencionado en algún momento, después de todo, no he tenido mi completa concentración en lo que está sucediendo. Es por eso que Devendra está allí y no, es por eso que... es por eso que quiero irme pronto.

Me inclino a leer el papel junto a Devendra. Leo el texto de los dos últimos mensajes y siento como voy perdiendo el color. -¡Qu... quiere contactarme...!- digo pasando saliva. Trato de buscar consuelo en mi nuevo compañero. -¿No pueden... poner a un policía de guardia todo el tiempo? No... no sólo una patrulla- le digo a él, esperando que sepa transmitir mi inquietud.

Las palabras de Hyun llegan claras y nítidas pese a estar invadiendo su cuerpo, siento que está cerca pero no puedo hablarle directamente sin levantar sospechas extrañas. Frunzo el ceño tan solo un segundo al escuchar que él no había dicho de nunca nada de tocar el piano, es extraño de narices y me hace pensar que el policía quizá haya estado en el concierto o algo peor.

Cuidado

Asiento para Park aunque no sea esa la imagen que se vea desde fuera.

Pianista de la filarmónica de Londres.

Increíble.

Me siento minúsculo al lado de Park, sonaba tan impresionante que la sola idea estar tocando en una sala inmensa para tantas personas parecía un sueño. A Alisha le encantaría ver algo así...

Continuo leyendo y se torna más preocupante.

Te contactaré cuando estés solo.

Es muy alarmante, ¿cómo se le ocurre solo añadirle en la ronda de patrullas?

Firmo la carta por ahora con el nombre de Park, mejor ese trato que ninguno en caso de que las cosas se compliquen. - Señor Inspector, sobre estos últimos mensajes... - explico lentamente para tratar de darle realismo y profundidad a mi temor. - Se pasará cuando esté solo, tengo miedo de ser atacado cuando la patrulla se marche - explico. - ¿Qué debería hacer además de llamar a comisaría si se presentara en mi domicilio? - pregunto con temor.

El hombre no esconde un chasquido molesto con la intervención de Hyun. Durante un instante sus ojos lo miran con seriedad y en cuanto el papel está firmado, pulsa un botón y la impresora empieza a funcionar de nuevo.

—Puede pasar la noche en dependencias policias si lo prefiere —dice con una indiferencia forzada, enarcando ambas cejas, como si se estuviera conteniendo para no sugerir directamente que lo encierren en el calabozo—. O, ya que le van a contactar cuando esté solo, puede no quedarse a solas. Si se presenta en su domicilio, no le abra la puerta.

La impresora termina rápido, es un simple resguardo con el nombre de Hyun, un teléfono para contactar con la comisaría y el crime reference number: 2783651942. El inspector estampa un sello azul con el logotipo de la Metropolitan Police y luego acerca el papel por encima de la mesa. Sin prestar más atención a los dos jóvenes que tiene delante, empieza a ponerse en pie, llevando en su mano consigo en ese movimiento la denuncia firmada.

Empieza a caminar para salir de detrás del escritorio, con aparente intención de dirigirse a la puerta, pero antes de que llegue a hacerlo la voz de John interrumpe ese movimiento.

—¿No deberían ponerle una escolta permanente? —alega con un tono claramente indignado—. Una patrulla cada ciertas horas no es suficiente si lo están siguiendo y vigilando.

Mira entonces hacia Hyun, buscando algún gesto de aprobación o apoyo en una queja que considera a todas luces legítima.

—Yo puedo quedarme con él para que no esté a solas pero aún así considero que es su deber garantizar su seguridad, poniéndole una escolta o proporcionándole un piso tutelado o...

El hombre corta las palabras de John con un gesto tajante de su mano.

—Estoy seguro de que un hombre tan importante y con una reputación tan cuidada como su hermano —dice entonces, con evidente sarcasmo— no tendrá inconveniente en contratarse un guardaespaldas privado si cree que lo necesita.

Continúa su camino hacia la puerta y la abre para después recorrer a los dos hombres con la mirada, esperando aparentemente que se levanten y se marchen de allí.

—Si no le gusta, puede tramitar una queja en el mostrador de la entrada. Y ahora... Que tengan una buena noche. La patrulla les recogerá en la sala de espera.

Asiento repetidamente a la petición del hermano del oriental, él tiene razón. Si se trata de alguien verdaderamente peligroso podrían asaltarlo en cualquier momento.

Giro el rostro con cierta impotencia hacia el lugar donde veo que permanece Park, junto a mi, al lado de la silla. No puedo presionar al inspector ni intentar manipularlo para que haga algo que no quiera, y está claro que ese diablo trama algo. Si pregunto por cómo es que sabe la profesión de Hyun lo mismo se torna más violento al sentirse acorralado.

Deseo poder ayudarle con toda mi alma, pero siento que no lo estoy haciendo tan bien como creía que iba a poder hacerlo. A lo mejor quiere recuperar el control de sus actos y por si acaso antes de levantarme, espero.

Poso mi mano sobre su hombro. Lo miro con aire triste, pero asiento y pronuncio lentamente, con completa sinceridad. -Gracias- Sé que ha sido difícil, sé que yo mismo no hubiese podido tratar con aquel hombre de la manera como Devendra lo había hecho, que me habría puesto nervioso y mi cabeza palpita indicándome que él había dado lo mejor de sí. Esbozo una sonrisa melancólica, mientras siento el alivio propio de saber que podré volver a casa.

Al menos tendría la compañía de Jhon, al menos podría contar con él y no estaría a merced de aquel... personaje obsesionado. Quiero llamarle bromista, quiero pensar que se trata de una elaborada manera de acabar con mis nervios como parte de alguna rencilla de mis compañeros, pero dudo que alguien llegase tan lejos. ¿Un admirador obsesionado? ¿Marcus? Y luego venía a mí la extraña idea, el agujero que se provocaba cuando intentaba recordar en qué momento había comentado mi profesión al inspector.

Asiento para Devendra, adivinando sus intenciones. Era el momento de retomar el control, de volver. Tomo aire profundamente, y espero a que se levante para yo mismo proceder a sentarme en su lugar. Cierro los ojos, y espero que al abrirlos, yo vuelva a ser... yo.

En el momento en que te planteas volver a ceder ese control al oriental empiezas a sentir que ese hilo que os une empieza a tensarse. Poco a poco el sonido del ambiente se atenúa en tus oídos, así como el color de las luces fluorescentes. Al mismo tiempo los sonidos de la naturaleza van haciéndose más presentes y el aroma de tu infancia vuelve a llenarte por dentro.

Apenas unos segundos después de que el inspector termine de hablar empiezas a notar cómo ese hilo que te une con Devendra comienza a tensarse y, por un momento, te da la sensación de que podrías dejarte ir y acompañarle.

Pero finalmente sientes como su presencia se escurre como un puñado de arena entre los dedos de tu alma y tras ella tan sólo queda esa amarga sensación de soledad que ya habías experimentado.

En el tiempo que te lleva un parpadeo estás de nuevo en el asiento que antes ocupabas. El policía parece impacientarse esperando a que tanto tú como tu hermano os marchéis, y mientras que Ji-Hoon ya ha empezado a levantarse, tú continúas sentado.

El inspector cierra la puerta del despacho en cuanto salís y sus pasos lo llevan hacia el interior de la comisaría, llevando con él la denuncia que ha firmado Devendra a través de tu mano.

Ji-Hoon se queda un momento parado en aquel pasillo, contemplando la espalda del hombre con el ceño fruncido, pero finalmente parece reaccionar a tus palabras, con algunos segundos de retraso.

—No tienes nada que agradecerme, Hyung —responde, haciendo inconscientemente ese juego de palabras con tu nombre que solía hacer cuando era pequeño—. No voy a dejarte solo.

Se empieza a mover entonces con decisión hacia la salida, aunque sus ojos se dirigen a la joven del mostrador.

—¿Ponemos esa queja? ¿Crees que serviría de algo? —pregunta, buscando tu mirada y tu opinión antes de lanzar un par de preguntas más—. ¿Cómo te encuentras? ¿Vamos al hospital o a tu casa?

-Quizás...- dudo un instante, pensativo, tratando de poner mis ideas en orden. Es tarde y es difícil no sentir la inminencia de lo desconocido. La posibilidad (latente, presente, palpitante) de que algo pudiese suceder. Trato de relajarme, pero pasar más tiempo tratando de conseguir escoltas de la policía y luego algunas horas más en la sala de urgencias de una clínica, sin saber quién podría llegar allí o si entre los rostros de los pacientes y recién llegados se ocultaría... quien quiera que estuviese tratando de asustarme.

Niego suavemente con la cabeza. -Lo... lo dudo- digo finalmente. En casa estaría seguro. En casa podría relajarme sin tener que examinar las expresiones de la gente en busca de indicios de su peligrosidad. Observo la gente que aún está en la comisaría.

-Creo... creo que lo mejor es ir a casa- respondo honestamente, tratando de aparentar tranquilidad. -Puedo llamar a mi seguro y pedir una cita prioritaria mañana. Necesito... descansar- digo finalmente, tratando de poner de la manera más sencilla mi imperativa necesidad de refugiarme en mi hogar. Sonrío a mi hermano, sintiéndome algo culpable de tener que fingir que todo estaba mejor de lo que realmente creía.