Partida Rol por web

Lo tendría cercado si no fuera jodidamente bueno. Pienso, aunque he de admitir que el optimismo de Ino y de Haku se me está pegando. Estoy más cerca, eso es innegable pero... Aún hay muchas preguntas sin respuesta. Aún no consigo explicar cómo consiguió apoderarse de mi ordenador, por ejemplo. Tal vez Ash se haya guardado un as bajo la manga. Lo cierto es que me tiene desconcertada y, de una manera algo retorcida, excitada. Sus últimas palabras se repiten en mi cabeza. ¿Me está ofreciendo algo? ¿Qué podría querer de mí? Además, la información que ha recolectado Ghoul indica que podría ser así.

Todo es cuestión de tiempo, aunque estoy más cerca de dar con él, sin duda. Solo hay que esperar a que de un paso en falso. Aunque tal vez no sea ésa nuestra única posibilidad. Digo, dejando el misterio en el aire unos segundos. Te mantendré informado.

Cuando Haku menciona a Ino mi ceño se frunce con preocupación. Lo cierto es que ya debería haber vuelto. Respondo, echándole mano al móvil. Es muy raro que no haya avisado si no va a llegar a tiempo. A diferencia de mí, ella sí que avisa de esas cosas. Marco su número y espero su respuesta con cierta ansiedad mal disimulada. Después de todas las cosas extrañas que han pasado últimamente mis nervios están más sensibles que de costumbre, algo que detesto.

Puede que Ash quiera hacernos una oferta para recuperar esos archivos. O puede que espere que le hagamos nosotros la oferta y, si le gusta, aceptarla. Es un tipo que se vende al mejor postor, así que alguna compañía lo habrá contratado. Pero no sería la primera vez que cambia de bando. Le gustan los retos y el dinero. Le digo a Haku mirándole a los ojos con cierto intensidad mientras espero que Ino conteste el teléfono.

Conoces lo suficiente a tu primo para saber que, cuando hablas, se queda más con la parte de que estás cada vez más cerca que con la de que es cuestión de tiempo, a pesar de ser él mismo quien lo ha dicho. Y cuando dices eso de esperar a que dé un paso en falso su sonrisa reaparece ligeramente. No lo hace de una forma muy pronunciada, pero sí lo suficiente para entender que Haku empieza a poner los pies sobre la tierra después de ese día de locos.

En el momento en que dejas ese misterio en él ves crecer en él una vez más la curiosidad, y mientras los tonos de llamada van sonando en el teléfono él escruta tu rostro, como queriendo obtener de ahí alguna pista. Es al final, cuando acabas, cuando él asiente conforme.

—Esa es nuestra otra opción, ¿no? —pregunta interesado con el tono de quien habla de un madero al que agarrarse tras un naufragio—. Pagarle para que nos los devuelva. Creía que no querías hacer eso —expone. Sin embargo en ese momento algo capta su atención y saca el teléfono del bolsillo. En el tuyo Ino sigue sin responder, y llega el punto en el que la llamada se corta.

—Perdona, tengo que coger —se disculpa Haku antes de mostrarte el teléfono, donde puedes ver la foto de Sorato Mei, su secretario, y llevárselo luego a la oreja—. Dime —pide sin saludos, y aunque por la cara que pone tu primo no parece que sea nada grave, sí debe ser algo que requiere su atención inmediata—. Un momento —vuelve a hablar al aparato antes de dirigirse de nuevo a ti.

—Rena, escríbeme con lo que sea, me tengo que ir. Me alegro de que hayamos podido hablar. Y saluda a Ino de mi parte.

La marcha de tu primo es casi tan inesperada como su llegada. Es posible que esa llamada tenga que ver con lo sucedido durante la mañana, o quizá incluso con la reunión de accionistas, o es posible que no. Después de todo la empresa ha crecido mucho en los últimos años y ahora Haku está continuamente siendo reclamado por ella.

Ya a solas, el tiempo empieza a pasar lentamente. La ausencia de Ino se hace más fuerte a cada rato, sobre todo por lo inesperado. Y ninguna de las llamadas de teléfono parece capaz de localizarla.

Han pasado ya un par de horas desde que Haku se ha ido cuando te sientes un poco extraña. Una sensación cálida comienza a nacer en tu vientre. Al principio es un cosquilleo placentero que envía señales eléctricas por tu cuerpo, pero poco a poco la sensación se va volviendo más y más sexual hasta que tu respiración empieza a volverse más densa y pesada y puedes recrear con total precisión un aliento entrecortado jadeando en un contrapunto perfecto con el tuyo. No recuerdas cuándo fue la última vez que estuviste tan excitada como ahora y no necesitas tocarte para saber que la humedad ha empezado a extenderse por tu ropa interior. Aún con todo lo que tienes encima sientes tus ánimos inflamados y probablemente si hablases tu voz sonaría incluso más grave de lo habitual.

Acompaño a Haku hasta la entrada y me despido de él con una sonrisa que pretende disimular mi preocupación por Ino, por la empresa, por la locura que está pasando. De pronto todo parece estar patas arriba. Tomo aire con fuerza una vez cierro la puerta y, tras expulsarlo en un largo suspiro, me dirijo a la habitación a seguir trabajando para recuperar los archivos. Interrumpo mi trabajo de vez en cuando para hacer algunas llamadas a Ino, llamadas que no son respondidas y aumentan mi preocupación.

Una sensación extraña interrumpe mi trabajo y me obliga a recostarme en el asiento, tratando de indentificarla. No tarda en volverse más intensa y enseguida entiendo lo que significa. Mi respiración empieza a entrecortarse. Soy incapaz de controlar el placer que se apodera de mí. Lo más inquietante es que, junto con mi respiración escucho claramente la de otra persona, pero allí no hay nadie.

Cuando todo acaba abro la boca, sorprendida por todo aquello. Ni siquiera he tenido tiempo a recuperarme cuando todo a mi alrededor cambia. Estoy loca. Me digo, pese a sentir todas aquellas cosas muy reales. Estoy volviéndome loca. Reconozco la habitación en la que estoy y no tardo en ver a Milka. Una mueca de preocupación aparece en mi rostro al verla en aquel estado. ¿Qué te pasa? Pensaba que ya estaba solucionado.

Las palabras de la mujer me sacan de dudas y la miro con severidad. ¿Será ella? Me pregunto, mientras me acerco a Milka sin perder detalle de la presunta doctora. He cambiado todos los horarios para que no pudieran operarla, la cancelación no es una coincidencia. Pienso con gravedad.

Aprieto los labios, cada vez más cabreada por ver a la mujer en aquel estado. No está bien hacerle pasar por aquello a una mujer. Se suponía que había ocupado todas y cada una de las salas de operaciones y la había quitado de la lista. Tal vez al haberlos acorralado para ganar tiempo se han puesto nerviosos y por eso se han apresurado. No puedo evitar sentirme nerviosa. Voy a intentar conseguirle el alta. No, mejor cambio de planta.

No pierdo el tiempo. Me meto en el ordenador para conseguir mandar a alguien se lo de. Una enfermera. Redacto el acta con todo detdalle y pongo un nombre junto con mi número falso para que, en caso de problemas contacten conmigo. Me aseguro de que lo pongan en urgente y lo mando a la impresora del hospital para que lo envíen cuanto antes mejor.

Después de hacer eso cambio todos y cada uno de los registros de Milka y los falsifico, indicando que el médico principal era desde el primer momento Anke Faoudine. Esperaba que con eso la doctora de Milka quedase deslegitimada, sobre todo teniendo en cuenta que ni siquiera trabajaba allí. También me aseguré de añadir a Anke a la lista de médicos del centro.

A parte de eso redactó un informe de alta que debía ejecutarse en el plazo de una hora. A parte de eso, traté de acordarme de cómo había dejado los horarios de los quirófanos para identificar el cambio que había metido la falsa trabajadora del hospital y poder sustituirlo nuevamente.

Te sumerges de nuevo en esa página web cuyos entresijos ya te son familiares después de haber estado hurgando en sus tripas unas horas atrás. En apenas unos minutos ya has alterado de nuevo los horarios y todos los registros relacionados con Milka. Te aseguras de que no quede ningún quirófano libre y de respaldar la creación de ese nuevo doctor que acabas de inventar.

Estás bastante satisfecha con el trabajo realizado cuando terminas de gestionar el alta de Milka. Sin embargo, es entonces cuando tu móvil vibra sobre la mesa con un sms recibido desde un número desconocido:

Y, como si ese mensaje fuese una señal, la luz roja del monitor de tu derecha empieza a parpadear al mismo tiempo que un sonido estridente te alarma: alguien está tratando de rastrear tu ubicación.

Ni siquiera sé la razón lógica por la que estoy ayudando a esa mujer, sobre todo teniendo en cuenta mis propios problemas y la posibilidad de que todo esto no sea más que un delirio de mi mente, simplemente siento que tengo que hacerlo. Todo parece que va bien hasta que Ash me manda un mensaje. ¿Qué tiene él que ver en todo esto? ¿Cómo puede saberlo? ¿Acaso ha conseguido penetrar otra vez sin que me de cuenta y me está monitorizando?

Nada más recibir el mensaje apago el ordenador, con la esperanza de que no hayan podido penetrar ni infectarme. Si no han podido hacerlo desapareceré por completo y no podrán rastrearme. Si me han infectado tendré que hacer lo que mejor se me da, joderles bien.

Enciendo de nuevo el ordenador y me pongo en marcha para comprobar si han conseguido penetrar e instalar algo. Mientras tanto, abro la pestaña del chat de Ash. Me intriga que él sepa quien es esa gente y me molesta tener que pedirle información precisamente a él, pero no me queda opción.

Están a punto de operar a una amiga en contra de su voluntad y de la ley. No sé que es lo que quieren hacerle, no sé quienes son, pero no puedo permitir que lo hagan.  Los conoces. ¿Quiénes son? ¿Qué quieren de ella?

Me vendría bien toda la información que puedas darme, al margen de todo lo demás. Esto no tiene que ver conmigo.

 Mientras compruebo el estado de mi ordenador, miro una vez más a mi movil. Maldita sea... Sin pensármelo trato de localizar el móvil de Ino por su gps. Es algo que nunca he hecho antes y que odio hacer ahora, pero tengo un mal presentimiento de todo esto.

El inusual silencio de la habitación en cuanto apagas el ordenador y los ventiladores de este dejan de funcionar resulta un poco pesado. Puedes sentir la tensión de no saber por primera vez en mucho tiempo qué es lo que está pasando, de no ser tú quien tiene el control de la situación.

Al encenderlo el aparato arranca, iniciando el sistema operativo en sólo unos segundos. Contar con el mejor equipo es indispensable teniendo en cuenta tu trabajo, y esos ordenadores perezosos que usa la mayoría de gente en oficinas son lo equivalente a bicicletas al lado de tu Ferrari. Te basta un simple escaneo rápido para darte cuenta de que no han introducido nada en tu sistema, quizá por falta de tiempo. Y aún así, por si acaso, dejas ejecutándose un barrido en más profundidad que tardará un rato en hacer la comprobación completa.

Acudes de inmediato al chat de ASH, encontrándole conectado. Tus palabras le llegan sin aparente retraso y aún así te da la impresión de que tarda más de lo frecuente en contestar. Y aún cuando responde su respuesta es más escueta de lo habitual, carente de su habitual sentido del humor.

Nombre y apellidos de tu amiga.

Mientras tanto no tienes dificultades para localizar el móvil de Ino. Su señal llega clara y está localizada en una esquina a sólo tres calles de la redacción.

Aficionados. Pienso, mientras dejo que se analice en más profundidad la posible contaminación. Lo cierto es que de no haber sido por Ash tal vez no hubiera podido actuar a tiempo. Me muerdo el labio, nerviosa. ¿Qué es lo que une todo? Ash me roba los archivos y, además, conoce a la gente que le está haciendo esto a Milka. No puede ser casualidad.

Recibo el mensaje de Ash y, tras pensármelo unos segundos le escribo el nombre de Milka. No tiene sentido ocultárselo, sobre todo porque será capaz de averiguarlo si revisa los cambios que he hecho con respecto a la chica. El hacker es demasiado listo como para no hacerlo.

Milka Bendij. Cuando esto acabe tenemos que hablar.

 Me fijo en si el móvil de Ino se mueve o si se mantiene quieto. Sería raro que así fuese. Muy raro. Mientras tanto, trato de acceder a las cámaras del hospital en el que se encuentra Milka para intentar captar una imagen de la doctora y de la gente que la acompaña, si es que la acompaña alguien. Extremo la atención y me preparo para apagarlo todo en caso de que suena la alarma. Además, me pongo personalmente a revisar la seguridad del sistema mientras tanto por si alguien decide entrar. A parte de captar la foto, si me da tiempo a seguir los movimientos de la doctora será mucho mejor...

La señal del móvil de Ino no se mueve ni un centímetro en tu pantalla. Continúa en esa esquina, inmóvil, haciendo que un mal presentimiento en forma de escalofrío incómodo se deslice desde tu nuca por tu espina dorsal.

No ha pasado ni un minuto antes de que ASH responda en el chat que tienes abierto, comenzando con lo que parece un número de cuenta internacional.

    GRACFRP2 FR76 0201 5491 2201 4214 5610 117    
    30.000 $ americanos.
    Tienes 5 minutos. Después hablaremos.

Mientras tanto vuelves a entrar en la web del hospital. Todo sigue como lo dejaste un momento atrás y comienzas la búsqueda en su red interna de la señal de las cámaras de seguridad. Pero no tardas en darte cuenta de que eso no será tan sencillo como con las cámaras de tráfico, que funcionan vía satélite. En este caso probablemente esa señal sólo vaya a los ordenadores de las garitas de seguridad y tu éxito dependerá de si esos ordenadores están conectados a la red o no. En cualquier caso, vas a tener que zambullirte de lleno en la red del hospital para poder llegar hasta ellos.

Quiero ayudar a Milka, pero no puedo dejar pasar por más tiempo lo de Ino. Es muy probable que algo vaya mal. ¿Tal vez la reunión era una trampa? Intento apartar esos pensamientos de la cabeza, pero no puedo evitar que vuelvan a atormentarme. Ino también estaba metida en asuntos peligrosos y tal vez necesitase mi ayuda.

Lo siento. Murmuro, mientras salgo de la red del hospital y me dispongo a pagar el precio que ha puesto Ash Por un momento pienso que le pagaré desde la cuenta de algún pederasta, pero niego con la cabeza. Demasiado lento. Tendría que mostrarle las pruebas y amenazarle con sacarlas a la luz para que no tratase de cancelar la transferencia. Ino podría necesitarme ya.

Transfiero el dinero desde mi cuenta, ocultando su procedencia, con la intención de recuperarlo más adelante por medios no legales y le pongo un último mensaje a Ash.

Hecho. Protege a Milka, esa es la prioridad. Si puedes descubrir quien está detrás de ella sería de gran ayuda. Tengo que irme. Algo malo ha pasando. Estaré en el móvil.

Una vez escrito eso apago el ordenador sin esperar la respuesta de Ash y salgo a la calle en busca de Ino. La única pista que tengo de ella era la dirección que señala el móvil. Espero encontrarla allí esperando el autobús o entretenida con algo.

No tardas en hacer la transferencia, asegurándote de usar distintos nodos en el proceso para no dejar ningún rastro que pueda guiar a alguien en el camino inverso y en unos minutos ya estás saliendo por la puerta del piso.

Es cuando el ascensor llega a la planta baja cuando te suena el móvil con una llamada proveniente de un «Número privado». Y al descolgar es una voz distorsionada la que te responde.

—Tenemos diez minutos de línea segura así que no me andaré por las ramas —dice esa voz de la que no podrías adivinar ni edad, ni procedencia, en un perfecto inglés—. Tu amiga está en manos de la BPO —asegura usando unas siglas que no conoces, y no te da ni un segundo para que asumas eso antes de proseguir—. Eso quiere decir que está muy jodida.

»Lo que van a hacerle es una lobotomía para apagar su cerebro y convertirla en un puto zombie. Yo no puedo protegerla, eso sólo lo podéis hacer tú y el resto de tu grupo. Y más vale que os deis prisa porque cuanto más intentas retrasarlo, más se dan cuenta de que ella ya no está sola.

ASH habla con fluidez, sin detenerse ni un instante.

—Ahora te están rastreando a ti. Debes mantener un perfil bajo y tener mucho cuidado. Ocho minutos. ¿Alguna pregunta?

La llamada de Ash me pilla un poco por sorpresa. No me la esperaba tan pronto. Además, mi mente está bastante centrada en Ino en este momento. Cojo el teléfono y escucho lo que me tiene que decir. Frunzo el ceño al darme cuenta de que Ash sabe mucho más de lo que dice.

¿Cómo sabes lo del grupo? Es a primera pregunta que sale de mi boca casi sin pensarlo. ¿Qué nos está pasando, lo sabes? Cualquier cosa que puedas decirnos nos será de gran ayuda. Me será de gran ayuda. Rectifico.

¿Qué es la BPO? ¿Tiene algo que ver con lo que nos ha pasado o tienen a Milka por otra razón? Tras meditar un poco hago una última pregunta, una que lleva rondando mi cabeza desde la interrupción de Ash a mi invasión del hospital. ¿Tienes tú algo que ver con ellos o con lo que nos está pasando? ¿Por eso has venido a por mí? ¿O es cosa del que te ha contratado? Si es así, deberías cuestionarte para quien trabajas. Lo digo en un tono frío y acusatorio, sin importarme que pueda enfadarse conmigo. Me ha jodido mucho al poner en jaque los archivos y con todo lo que está pasando el tiempo que puedo dedicarle a recuperarlos se ha visto comprometido.

—No lo sabía, tú acabas de confirmarlo —responde esa voz distorsianada hablando con rapidez—. Y supongo que si preguntas qué os está pasando es que no hace mucho que habéis renacido. Sois sentients —añade, pronunciando esa palabra en un perfecto francés que contrasta con el resto de palabras inglesas que la rodean—. Sensates. Sintientes. Ya iréis viendo cómo funciona, si no os coge la BPO antes. Ahora lo que debería importarte es que si pierdes a uno de tu grupo, perderás una parte de ti misma.

Hace una pausa brevísima, apenas el tiempo justo para tomar aliento, y continúa.

—La BPO, Biologic Preservation Organization, es una organización multinacional que crearon gobiernos de todo el mundo y que pretende erradicar a los sentients. Tienen otros nombres, pero ese es el principal. Si tienen a Milka es porque han descubierto lo que es. Y ahora te están intentando rastrear a ti, probablemente por ayudarla. Cuanto más te hagas notar, más cerrarán el cerco a tu alrededor. En cuanto al resto... —Escuchas una leve risa al otro lado de la línea, pero enseguida sigue hablando a toda velocidad. —Dejemos las preguntas personales sobre mí para otro día. No somos colegas, DarkScissor. Tu opinión sobre mi trabajo me importa una mierda. Cuatro minutos.

Una cosa me gusta de este tío, es directo. No se anda por las ramas ni se hace pasar por quien no es para caer bien. Eso me evita muchos formalismos incómodos e innecesarios. ¿Eso significa que hay más como nosotros? ¿Qué son los sensates? ¿Cómo se crearon, de dónde salen?

Cuatro minutos, será mejor que elija bien mis preguntas. Sigo andando mientras hablo con Ash.Mi preocupación se reparte entre la llamada telefónica y la falta de respuesta telefónica de Ino. ¿Dónde estás? Todo esto tiene muy mala pinta. Multinacionales, gobiernos, experimentos de lobotomía... Tiene toda la pinta de experimento fuera de control o algo así.

Veo que entiendes bastante más que yo de este tema. ¿Qué harías para ayudar a Milka desde aquí? ¿O solo se la puede ayudar desde allí? Pregunto, remarcando la última palabra y esperando que la entienda. ¿Conoces a alguien que pueda ayudarnos, enseñarnos o lo que sea? ¿Puedes hacerlo tú?

La voz al otro lado del teléfono permanece en silencio mientras hablas, dejando que termines antes de responder siquiera a la primera de tus cuestiones. Si prestas atención sí puedes oír una respiración constante, deformada por lo que quiera que sea el filtro o aplicación que esté usando.

Una vez terminas apenas pasan un par de segundos antes de que ASH comience a responder. Al igual que tú, parece que prefiere aprovechar el tiempo.

—Claro que hay más como vosotros, DarkScissor, por todo el mundo—responde con celeridad—. La creencia general es que no han sido creados, siempre han estado aquí, conviviendo con el resto de la humanidad. Hay quien cree que estaban antes. La mayoría ni siquiera llegan a descubrir lo que son. Y para ellos es una suerte, porque mientras no renaces no llamas tanto la atención. Tres minutos.

Se detiene para tomar aire, pero no te cede la palabra todavía, pues sigue hablando rápidamente.

—Desde donde estás tienes complicado ayudarla. Puedes hacerlo y exponerte, pero es un riesgo para ti y para los tuyos. La mejor manera es desde allí, claro. Si yo fuera tú haría que ella fuese a un ordenador —añade, con cierta complicidad en su tono—. Puedes usar tus habilidades a través de ella. Revienta su seguridad desde dentro y no te rastrearán mientras tanto.

»Hay un grupo de gente que se opone a la BPO —dice entonces, tras tomar aliento—. Sentients —aclara—. Les hablaré de vosotros. Si ellos quieren enseñaros, os contactarán. Pero nadie tutela a un grupo entero. Cuantas más conexiones más riesgo de ser descubierto. Ten cuidado, DarkScissor, y sobre todo no mires a nadie a los ojos. Un minuto.

Asiento a medida que me responde, aunque Ash no sea capaz de percibirlo. Absorbo en mi mente cada nota de información y trato de sacar mis propias conclusiones.  Me cuesta creer que, habiendo gente por todo el mundo con las habilidades de las que habla Ash, no sea de dominio público. Probablemente la BPO esté haciendo bastante bien las cosas.

Chasqueo la lengua cuando me dice lo de mantener un perfil bajo. No me gusta la idea, aunque... Siempre que no me pillen mantendré el perfil bajo. Frunzo el ceño con lo de no mirar a nadie a los ojos. No es algo que me vaya a costar, pero... ¿Por qué lo dirá? Tal vez por las conexiones o algo así.

Un minuto. Tiempo para una pregunta. Dos como mucho. Sigo acercándome hacia el lugar donde debería encontrarse el teléfono de Ino y noto mi nerviosismo aumentando. Da igual que no puedan enseñarnos a todos. Que enseñen a los que puedan, ya nos encargaremos nosotros enseñarles a los demás. Respondo rápidamente. En realidad me hubiera gustado decir que me enseñen a mí, pero bueno. Una pregunta. ¿Cómo consiguen localizarnos? ¿Qué métodos usan? Si conocemos los métodos podremos evitarlos.

—Están en todas partes —responde ASH hablando rápido—. Pero sobre todo tienen contactos en hospitales y centros de salud. Es donde resulta más sencillo detectar las anomalías que os delatan. Te hacen una resonancia y zas; entras en su base de datos. —Hace una pausa para tomar aire. —Se acabó el tiempo. Suerte, Darkscissor.

Y lo siguiente que te llega es el zumbido de la línea cortada.

Unos minutos después de que ASH cuelgue el teléfono tus pies se detienen en la esquina entre dos calles concurridas, cerca de la redacción para la que trabaja Ino, pero también de la Yokohama Landmark Tower.

El tráfico no es denso, pero sí frecuente y la gente se mueve por la zona de negocios como una masa incesante. Siempre es así. La ciudad tiene un pulso, un ritmo, que parece impregnarse en cada uno de sus habitantes hasta que todos forman parte de su oleaje particular.

Ino no está a la vista, pero sin duda el GPS de su teléfono indicaba que estaba en esta esquina.

Miro alrededor tratando de localizar a Ino con el teléfono aún en el oído, pero no consigo localizarla. Según mi anterior búsqueda el teléfono debería estar allí, pero no parece estar. Tras unos segundos de búsqueda trato de localizar de nuevo su teléfono, esta vez con mi teléfono móvil.

Tal vez esté en alguno de los edificios cercanos. O tal vez el teléfono esté abandonado en algún lugar de la calle. Me pongo a buscar la señal del teléfono de Ino. Una vez localizado, si sigue indicando que está allí, trataré de buscar un bolso, una chaqueta o algo que me ayude a localizar el teléfono o entraré en el edificio en el que aparezca la señal de Ino.

La impaciencia me hace actuar de forma algo impulsiva, pero no puedo evitar quitarme la sensación de que algo va terriblemente mal. Y eso sin contar el hecho de que, en algún lugar de Alemania, hay una mujer indefensa que necesita mi ayuda.