Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 1: Tú ya no eres sólo tú (Wamai)

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19/06/2016, 02:26
Nyah Baddhu

Los ojos de la chica, tras encontrar el suelo, se dirigen hacia ese punto del hombro de Wamai donde la vara se apoya. Ella aprieta los labios un instante, como si así estuviera mordiendo sus propias palabras, y se mantiene contenida hasta que Wamai y el vigilante empiezan a caminar. Los pasos de ella van algunos metros por detrás, como si fuera sólo una sombra.

De camino hay más de cincuenta cabezas y más de cien ojos que siguen la estela que deja el paso de los tres. Se oyen algunos murmullos, pero estos desaparecen con una mirada del hombre que lleva la vara.

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19/06/2016, 02:35
Montu búh "Jimiyu"

Más adelante, en el lugar al que los tres se dirigen, hay un chico y una chica que de repente parecen recoger a toda prisa, como si estuvieran acelerando conscientemente tras haber sido pillados haciendo algo. Los ojos de ambos buscan a Wamai como si sólo con esa mirada ya estuvieran haciendo algo prohibido y la voz de él no tarda en romper el ambiente. Es una de esas voces capaces de sonar al mismo tiempo temerosas y optimistas.

—¿Ves, Subira? —dice a su compañera—. Si recoges así, como te estoy enseñando —enuncia alzando un poco la voz, disimulando mal cómo habla sólo para que el vigilante le escuche—, irás mucho más rápido. Yo llevo así tres horas y ya he hecho el triple que ayer en todo el día. —Pero cuando os fijáis un poco más os dais cuenta de lo más curioso. No es la poca credibilidad de sus palabras, no, sino su habilidad para hacer como que está recogiendo sin hacerlo realmente, demasiado ocupado en llevar dos cestos al mismo tiempo sin que parezca nada extraño.

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20/06/2016, 20:11
Ruth Williams

A Dan le encantaba ser el centro de atención, quizás por eso el trabajo de boy le iría bien. Por eso y porque estaba bueno, para qué engañarnos. A las solteras y demás fauna que frecuentaba esos sitios les iba a encantar un moreno de ojos azules bronceado y tatuado. Que no supiera bailar iba a ser secundario. 

Se les caerán las bragas.
Menudo gigoló.

Sonreiría por ese pensamiento, pero al mismo tiempo me preocupaba que golpearan a Wamai. Aunque yo no lo sentía como él, así que niego cuando dice que debo sentir el disparo, pero el hombro me escuece y me lo tengo que frotar. Miro malamente al viejo, a mí no me había levantado nunca la mano nadie. -Menudo cabrón, eso escuece. ¿Por qué te golpea? ¿Es porque te pilla trabajando cada vez que nos ves? ¿Por eso te "mareas"?

Miro a aquel anciano que parecía muy severo y como el resto interviene a nuestro alrededor. Estaba claro que ellos a mí no me veían, de ser de otra forma llamaría la atención.

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23/06/2016, 02:14
Wamai Saád ú

Lo primero que le pedía ayer a Jimiyu era no llamar la atención, pero me estoy llevando la palma yo mismo.  Asiento a Muthengi tragando saliva y entrecierro los ojos con cada berrido. Esa vara significa mi trabajo y sus amenazas mi hogar. Y mal que viene si lo pierdo todo, pues mis palabras no solo no florecen, si no que se marchitan. Creo que voy a tener al viejo respirando en mi nuca el resto de la jornada, pero al menos no me he llevado un tercer zurrazo. Fiu!

Camino con Muthengi detrás de mí, pensando en que la suerte aún está por arrancar, como cuando hay que empujar la furgoneta para que lo haga. Y desde luego, noto la varita en el hombro.

También miro a Nyah de reojo mientras me sostengo el hombro y tuerzo mí espalda, intento mantener la postura, pero no mucho, teniendo en cuenta que ella estaba conmigo prefiero llevarme toda la atención del viejo — No pasa nada Wamai — me digo. Miro a Ruth y dirijo mi vista hacia el final de la larga hilera de plantas de café, luego vuelvo y posó mis ojos en la planta que hurgaban mis dedos antes de todo esto. Con sus granitos, algunos rojos, algunos más oscuros, juntos en pequeños montones, pero en realidad me resulta imposible concentrarme con dolores repartidos. Tan solo espero que Jimiyu capte que hoy tendrá que ayudarme a sudar por 3, porque yo lo estoy haciendo por 6. Si intentaba adelantar trabajo, acabo de atrasarlo. Y Mukuru, hubiese estado bien que se parase el tiempo. Éstas magias tienen un filo que corta la curiosidad.

También escucho a Ruth, y hago el amago de responder, pero solo asiento varias veces.

Notas de juego

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25/06/2016, 22:59
Muthengi "el que se mueve alrededor"

El hombre que lleva la vara sigue a Wamai hasta que él se pone a recolectar de nuevo. Sus ojos se dirigen hacia el chico que acaba de hablar, mirándole como si no creyese nada de lo que dice pero aquello aún no fuera suficiente para llevarse un varazo.

—¡Vago! —grita entonces con la misma voz desgarrada y es difícil saber a cuál de los dos se dirige. Quizá incluso se lo diga a ambos. Un instante más tarde es evidente que se dirige a Wamai—. ¿Te crees te pagan que pierdas el tiempo? —pregunta de manera retórica—. ¿Te crees que los demás no saben marearse? Lo de este rato te lo descontarán tres veces de la paga —asegura, aunque parece poco probable que él sepa de cuánto rato se trata. Luego sigue vociferando, pero aunque es evidente que habla de Wamai parece gritar más para sí mismo—. ¡Si vas a venir a marearte te quedas en casa y no vuelves! ¡Vagos y maleantes! ¡Aquí no hay más que vagos y maleantes!

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25/06/2016, 23:17
Narrador

Es en ese instante cuando la chica que acompañaba a Wamai, Nyah, hace un gesto cómplice al grupo aprovechando que está a la espalda del viejo. Lo hace manera discreta pero decidida. Acto seguido toca con aparente recato el hombro del anciano y al darse este la vuelta el otro chico, Jimiyu, le pasa rápidamente a Wamai el cesto sobrante mientras Nyah susurra unas palabras al viejo. En el rostro del chico y de la que parece ser Subira se dibujan dos sonrisas gemelas y llenas de triunfo, como si acabasen de vivir algún tipo de aventura.

Mientras tanto basta un vistazo de Ruth y de Wamai para que ambos se den cuenta de que no podría acercarse y agitar las plantas que él le pide en ese otro lugar tan lejano. O, más bien, podría hacerlo... Pero eso probablemente le metería a él en más líos. Así ambos podéis sentir revolverse en vuestro interior la necesidad de Wamai por ser ayudado. Y entonces, ambos tenéis la certeza de que entregar esa ayuda es tan sencillo como querer hacerlo y querer recibirla. No es un conocimiento racional, sino más bien una sensación difícil de poner en palabras. Aún en el medio de la tensión de la situación sabéis que bastaría un símbolo, como que él le entregase a Ruth su cesto, para que ella tomase el control y ser ella quien ocupe su lugar sin que nadie lo sepa.

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28/06/2016, 21:42
Ruth Williams

Me olvido de lo que pasa donde estoy, de Dan en el escenario haciendo el idiota y de toda la gente que hay a mi alrededor. En realidad mi atención está centrada en la explicación que me da Wamai y en el intenso dolor del hombro.

Puto viejo de los cojones...

-Vale... Quieres quedarte a la chica y el viejo es un cabrón- confirmo sus palabras. Bueno, entendía que el viejo no le gustaba y la chica sí, para mí estaba claro. -Menuda mierda currar con alguien dándote con una vara... Si yo tuviera que hacerlo así haría tiempo que hubiera quemado mi casa- confieso pensativa, ya que en mi casa estaba mi taller. 

Y me sentaría a verla arder.
Quiero a mis padres, pero si me hubieran levantado la mano una vez se hubieran ido a la mierda.
Quizás por eso a papá no le gustó que le robara el taller.
Nunca le gustará.
Que se joda, sus tablas son imperfectas. Me daban jaquecas.

-Le preguntaré a Carol-la-maciza- me río y niego a lo del miedo. -No, joder. Bueno, es que la magia no existe. Esto que nos pasa es raro de cojones, pero no creo que sea magia. Todo tiene una explicación. Todo roto tiene un parche.

Sigo la mirada de Wamai hacia el grupo del hotel y el engañabobos que tiene lugar en él. -Espera, espera, espera- digo acelerada y apaciguando a Wamai con ambas manos. -¿Me estás diciendo que puedo tocar las cosas de aquí? ¿No se supone que no estoy porque no me ven?

Quedo pensativa y acabo dirigiéndome hacia los arbustos que ha señalado Wamai. Inclino la cabeza hacia un lado antes de tratar de tocar uno y moverlo.

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29/06/2016, 05:10
Wamai Saád ú

Muthengi sigue gritando, parece que quisiese que se enterasen los de esta comunidad y los de la otra punta de Nairobi. Espero que sean amenazas llenas de mentira y exagere, igual que siempre. De inicio creo que una planta moviéndose sola tendría que quitarme toda atención de encima, además, estos dolorcillos en hombro, pecho y espalda me nublan un poco la mente. Asiento a las primeras palabras de Ruth, me gusta Nyah y Muthengi es un pequeño gusano rebozándose al sol ¡Pero yo no quemaría mi casa por nada del mundo! revoloteo la cabeza.

De algún modo siento que necesito un pequeño respiro, respiro que las dos hermanas y mi propio hermano me conceden con una pequeña jugada al despiste. ¿Y que le dice?. Me quedo tieso por un segundo, pero recojo el cesto que me pasa Jimiyu, mi jermano. A su vez también veo a la hembra con ojos de mar. ¿piensa?, ¿siente?. También la escucho y sigo recolectando aquí, si no me voy a llevar otro varazo.

Y sí, sí - Asiento seguro de que puede tocar cosas, aunque algo parece engranar en mi mente y estomago cuando vuelvo a ver los ojos de Ruth, sobre lo que le pido — Espera Es...espera... un poco – Espera Ruth. Miro al sol durante dos segundos. Luego la miro a los ojos de nuevo, niego minimamente, miro las plantas, niego, y abro mucho los ojos intentando decirle sin palabras “no toques nada”, y por ultimo disimulo evitar un pequeño estornudo.

Entre tanto busco o espero un momento para agradecer a Jimiyu, Nyah, y Subira el gesto, sea con una mirada, o con un pequeño amago de sonrisa — Shukrani — No me puedo quejar, me ayudan sin comprender, aguanto los varazos, pero el disparo... -ugh- me sigue doblando un poco. Miro a Ruth una vez más, espero que le pregunte cosas a Carol-la-que-sabe-cosas, en el seminario.

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02/07/2016, 00:56
Nyah Baddhu

El viejo termina por alejarse cuando un ruido llama su atención algunos arbustos más allá. Mientras se marcha murmurando para sí mismo, todavía sacude el aire con la vara, con una amenaza que sus ojos no formalizan. Las dos chicas y el joven suspiran aliviados y es entonces cuando Nyah se gira hacia Wamai, con el ceño fruncido y los ojos escrutadores llenos de una curiosidad incontenible.

—¿Qué ha pasado Wamai? ¿Qué te pasó en el árbol? Dijiste aquello... Y tu espíritu se marchó. Te quedaste como un cascarón. Me asusté. Te moví pero no reaccionabas. ¿Dónde fue Wamai?

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07/07/2016, 17:43
Wamai Saád ú

Por algún motivo el anciano se aleja de mí, es entonces cuando escucho la voz Nyah un poco más cerca — Uf... no lo sé, Nyah, pero estoy bien — Respiro, y no aliviado, pero respiro, que siempre es bueno, por mucho que escueza, sea por un varazo, o por un disparo, y dejando a un lado la cruda amenaza de cobrar por -3 por haberme puesto a jugar con magias. Respiro. Sostengo el cesto con un brazo y entrecierro los ojos mirando para ella, miro para Ruth, y miro para ella de nuevo — Tengo... — alucinaciones, y nuevos hermanos blancos — trago saliva... — mbuzis... — No lo sé Nyah. Sé que Wamai necesita suerte, prometo intentar explicar. Todo roto tiene un parche — me gusta esto. Y... el tiempo no frena para Wamai, mas según me dice Nyah, el tiempo frena a Wamai, aunque ahora está compartiendo ser con Ruth en 2 sitios al mismo tiempo.

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15/08/2016, 17:31
Nyah Baddhu

Los ojos de la chica permanecen sobre Wamai con las pupilas dilatadas y expectantes. Es evidente que espera respuestas, aunque cuando este dice no saber qué pasó ella no llega a parecer decepcionada. Cuando él lleva la mirada hacia Ruth ella parece más atenta todavía, y en el momento en que afirma que tratará de explicarlo toda la curiosidad de la chica parece recogerse de nuevo hacia sus ojos, como si aceptase aquel aplazamiento por el momento. Las pupilas de Nyah se detienen por un instante en la otra negra, Subira, y parece asumir que si el chico no se explica es por su presencia.

—No todo —responde entonces con una pequeña sonrisa. No parece que lo haga por llevarle la contraria, ni que crea que él necesite más explicación. Es más bien como si aceptase tomar aquellas escasas palabras como un cambio de tema. Su tono cuando vuelve a hablar es más cotidiano.

—A madre le regalaron un jarrón una vez —expone—. O, bueno, se lo cambiaron por carne. —Tras esas palabras lleva los ojos de nuevo a Wamai, y algo en ella hace pensar que hay más tras esa historia a pesar de que ella salta directamente hacia el final—. Ese roto no tenía parche.

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15/08/2016, 17:38
Montu búh "Jimiyu"

Mientras el hombre de la vara se aleja el otro chico joven, Jimiyu, le sigue con la mirada. Sus ojos denotan al mismo tiempo una pizca de temor y muy poco respeto. Y conforme el viejo más se aleja la atención del chico va estando más presente, de forma que parece capturar sólo algunas de las palabras de Nyah al vuelo.

—Eso es porque no nos conocíais a nosotros —asegura entonces, haciendo un gesto con la barbilla para incluir a Wamai en la conversación—. Un roto de jarrón se arregla con pasta de arcilla. Se hace arcilla, se arregla y luego se pinta —asegura—. Si se hace bien, como nosotros, ni se nota —afirma, aunque más bien parece que esté hablando de algo que no ha hecho nunca—. Queda igual que antes, pero más grande. Mejor.

Tras esas palabras el chico mira por un instante a las chicas, que parecen a punto de reír. Una idea parece que acabe de cruzar de un punto de su sien a la otra, y cuando vuelve a hablar da la impresión de temer la respuesta.

—No tenéis los pedazos para que lo hagamos, ¿no? —dice, tan dubitativo que es en ese momento cuando las chicas sí echan a reír.

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15/08/2016, 17:42
Narrador
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Mientras las risas alegran tus oídos esa sensación que se extiende desde tu pecho en el hotel de Sydney parece llegar también a este lugar de sol y café. El hilo se estira y por un instante te sientes como si estuvieras intentando sujetarlo en dos direcciones opuestas con el peligro de desgarrarte a ti misma. Pero finalmente notas cómo la tensión te obliga a alejarte, al mismo tiempo que sientes a Wamai abandonando tu lado en el otro lugar.

Un instante antes estás aquí, y al siguiente eres consciente de que tu consciencia vuelve a ser solamente una. Ya no estás en ese sitio donde las chicas reían. Ahora sólo estás de vuelta en Sydney, con Dan.

Notas de juego

Continúa únicamente en Capítulo 1: Tú ya no eres sólo tú (Ruth).

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15/08/2016, 17:42
Narrador

Mientras las risas alegran tus oídos esa sensación que se extiende desde tu pecho en el lugar de mármol parece llegar también a este lugar de sol y café. El hilo se estira y por un instante te sientes como si estuvieras intentando sujetarlo en dos direcciones opuestas con el peligro de desgarrarte a ti mismo. De nuevo una soledad dulce y salada se extiende por tu pecho y no necesitas mirar en dirección al lugar que ocupaba Ruth para saber que no se encuentra allí.

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15/08/2016, 17:43
Subira Baddhu

—Sí, los tenemos —responde Subira a tu hermano, aunque por el brillo de sus ojos parece más bien que esté bromeando por ver hasta dónde es capaz de llegar—. Los guardamos en un paño esperando encontrar la forma de arreglarlos. Debe ser el destino el que te ha puesto en nuestro camino —le dice a tu hermano con cierta malicia, aumentando aún más el compromiso en el que él se ha metido solito. O a los dos.

—Hacemos una cosa —propone, intercambiando una mirada cómplice con Nyah—. Esta tarde os damos los trozos. Si mañana está arreglado, os daremos un regalo. Si no lo está, nos lo dais vosotros. ¿Trato? —dice la chica, extendiendo una mano en dirección a Jmiyu que él no tarda en tomar. Divertida, Nyah hace lo mismo en tu dirección.

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21/08/2016, 14:35
Wamai Saád ú

Joto mara nyingi. Mucho sol, como siempre. A uno le vendría bien que alguien le echase un cubo de agua por encima, aunque fuese de la marrón. 

Tengo que buscar algún modo de explicar esto sin que parezca un disparate. Cuando fijo la vista en el terreno me entran ganas de hacer un croquis en la tierra, de lo descubierto, con Ruth, al descubierto, pero luego recuerdo que si me despisto me azotan y se me pasa. Y atento a la culebrilla con vara, Muthengi –no a la vista- poco a poco, trato de perder ese semblante cansado, al sol, encorvado y quejoso por maldiciones ajenas que atraen las propias de un instante a otro — Ugh...

Paso la mirada por Nyah. “No todo” — ¿No todo? — Quizá no, tuerzo una mueca, pero este seguro que sí. Estiro mi espalda hacia atrás, y prosigo escuchando la historia sin historia del jarrón. Pienso en el roto y busco un parche adecuado entre mis sabidurias, pero Jimiyu sale con las suyas y una buena manera para la ocasión — Oooh, sí — arcilla, polvos de colores. Me gusta la arena roja — ...Nosotros ...somos buenos arregladores de jarrones — añado sin apenas mirar, con cierta gracia, y si no tuviese el cesto contra el mismo me palparía dos veces el pecho para darle mayor credibilidad.

Entonces me pierdo por otro pequeño instante más, como cuando a uno le dan vértigos mientras camina, pero estando quieto. Sostengo fuerte una planta, ademas de mi cesto, estas magias espirituales están llenas de luces, pero los mensajes se disparan y los suspiros se vuelven extraños. Cuando trato de mirar hacia Ruth sé que ya no es necesario, la hembra con ojos de mar ya no está unida a Wamai y por ende Wamai sale de aquella reunión de ritos adivinatorios blancos. Vuelvo a ser uno. Lo ultimo que veo es al macho entusiasta decir "estamos de misión".

"Misión" pienso, pero agito la cabeza con la danza de risas y palabras, ahora con Subira. Por su forma de expresarse algo me dice que la gata africana va a romper un jarrón a martillazos para la ocasión. Yo miro para Nyah y asiento. No lo digo con palabras, pero lo digo con los ojos. Trato. No puede ser tan tan difícil recrear un jarrón.

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28/09/2016, 01:43
Narrador

El resto de la mañana parece envolverse de una normalidad que tras toda la magia vivida ahora resulta ajena. Los pasos de Muthengi lo llevan a vuestra cercanía en más de una ocasión y más de dos y no te cuesta notar que parece estar intentando pillaros por sorpresa haciendo algo que no sea coger grano tras grano hasta llenar el cesto. Nyah y Subira se quedan cerca y la mirada de la primera te busca de vez en cuando, con sus ojos oscuros cargados de preguntas que no llega a poner en voz alta.

Para cuando llega la hora de firmar ves que Nyah y Subira se reparten el contenido de sus cestos de forma que los dos parezcan igual de llenos y no tardáis en hacer lo mismo Jimiyu y tú. Muthengi contempla el resultado de vuestro trabajo con los ojos entrecerrados y mientras las dos chicas empiezan a salir de la plantación, el viejo se entretiene contigo y tu hermano, comprobando cada uno de vuestros cestos con una precisión poco habitual.

Algunas voces más altas llaman tu atención cuando por fin conseguís libraros del encargado del cafetal y vuestros pasos os llevan hacia la salida. No te cuesta encontrar al hombre de bigote que viste por la mañana, acompañado de otro, feo y contrahecho como si algún dios lo hubiese maldecido al nacer. Ambos están hablando con Nyah, que niega enérgicamente con la cabeza mientras sus ojos buscan el suelo, a un par de pasos de Subira. Ella contempla la escena con los puños apretados a ambos costados de su cuerpo.

La tensión se percibe incluso desde donde estáis, pero antes de que lleguéis a la altura de la menor de las dos mujeres, el tipo del bigote coge con fuerza a Nyah del brazo y la obliga a entrar en un cuatro por cuatro negro con las lunas tintadas. Para cuando alcanzáis a la menor de las dos hermanas, el coche arranca y empieza a alejarse, dejando una nube de polvo tras él.

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28/09/2016, 23:27
Subira Baddhu

La chica tiene las mandíbulas tan apretadas como los puños y el rostro congestionado. Apenas parece notar vuestra presencia por el rabillo del ojo, pues toda su atención está en el vehículo que se marcha, al que mira con un odio palpable que no se esfuerza en disimular.

—Malnacido, maldita rata cagada por un chacal —masculla entre dientes con la voz afectada.

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30/09/2016, 17:17
Wamai Saád ú

Marrón, verde y azul, nuestro paisaje. A uno le pesan los brazos y se entretiene pensando en las magias. Pero aun así, Muthengi tiene que conformarse con ver a Wamai trabajar, sin más, y palmear cada vez que un insecto decide apoyarse en su morena piel al descubierto. Entre tanto, sube el nivel del cesto. Intercambio alguna mirada con Nyah, algún comentario pasajero con algún que otro recolector cercano, alguna mirada chistosa con mi hermano, y por supuesto... ejercito secretamente mi hombro para tantear la marcha de ese mágico dolor en la clavícula. 

Para cuando llega el momento de marchar, el "por fin" de cada día, traslado el cesto hasta su debido lugar, donde otros kenianos seguirán la cadena de trabajo. No tardo en dejar mi maltrecha firma, junto con mi hermano, cuando de pronto veo que el propio Capataz se esmera en revisar nuestros cestos. En este momento un enorme bostezo me obliga a cerrar la boca con fuerza... y dejarlo salir por mis abiertos orificios nasales. Mas uno espera que sus anteriores amenazas estuviesen vacías de verdad, o que esté lo puntual y necesariamente senil como para haberlas olvidado. Quizá observa con minucia lo que supongo que supondrá: hemos igualado los cestos – aunque no por 3+1, claro – en teoría podemos irnos. 

Con todo, y con nada, cruzo los brazos por un pequeño instante, tengo los boliceps cargados, pero entonces.... me doy cuenta de alguna voz fuera de lugar, con la cual pongo la mirada en situación, ignorando a Muthengi, e incluso a Jimiyu por un momento, pudiendo decirse que mis ojos se enfocan como un único ojo de pez en ese par de machos bravos, junto a Nyah. Veo la tensión, así que me adelanto cuanto puedo, pero sin tiempo. Se la llevan. — ¿Qué pasó, pues? — ... frunzo el ceño.

Y obvio, si no se hubieran marchado me hubiese jugado un brazo a la altura del codo por impulso. ¿Eso era un Jeep? — ¿A dónde la llevan? — que no es lo que me preoucupa de lo brusco, si no el para qué. Pregunto apenas llego a la altura de Subira, tras escuchar sus rebufos. Con apuro bajo mi cabeza hasta la altura de la suya con los ojos muy abiertos. Miro a Jimiyu por un instante, con una ceja alzada, y vuelvo rápidamente a la hembra para que me saque de dudas. Lo primero que se me pasa por la cabeza es ir corriendo a buscar las llaves de nuestro cuatro por cuatro latas. 

¿...Subira? — Veo el trasero del vehiculo alejarse...

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30/09/2016, 23:18
Rasul Brahmi

Puedes oír cómo algunas de las personas congregadas a la salida del cafetal comienzan a comentar lo sucedido con Nyah. Los murmullos se extienden rápidamente, y probablemente mañana toda la comunidad sepa más o menos lo que pasó. Es probable también que según a quién se le pregunte no fuera un coche, sino cuatro, y el tipo feo que acompañaba al del bigote sería un hombre grande como un árbol y desagradable a la vista como un pez. Quizá incluso le faltase una oreja por haberla perdido en una pelea.

En cualquier caso las voces empezaban a dispersarse, y después de ellas la gente. Poco a poco el corro que se había formado se disuelve y las miradas de casi todos sus integrantes se fijan en Subira o en ti antes de marcharse.

—Se veía venir —comenta Rasul mientras empieza a caminar con su andar patizambo. A pesar de que le has derrotado con esa historia que no puede haber averiguado su mirada no parece la de alguien que ha perdido. Es posible que con lo que acaba de pasar lo otro simplemente haya quedado atrás.