Partida Rol por web

Darren y Mara se mantienen unos segundos en contacto y captas la magia entre ellos. Conoces los poderes de psicometría de Mara (ella misma te ha hablado de ellos y cómo reaccionaron en la biblioteca), pero esto va más allá: psicomancia. La magia de la mente.

No hay muchos psicomantes en el Consejo Blanco, seguramente porque la mayoría de las aplicaciones de ese tipo de magia rompen un par de las Leyes de la Magia y acaban con la cabeza separada del cuerpo por la espada de un guardián. Seguramente una leve comunicación mental consentida no viole la Tercera Ley, sobre todo utilizando un objeto como portador de los mensajes a través de la psicometría, pero puede ser peligroso utilizar ese tipo de trucos.

Raymond enarcó una ceja ante el comentario de Darren.

Osea, que sí que sabes lo que es tú "empleado". Ya me extrañaba lo contrario. Pero... Entonces para qué narices haces el paripé y dejas que se vaya con lo que está cayendo.

Pero sólo suspiró y rebufó un poco aguantandose lo que quería decir. Eso no iba a ayudar en nada ahora.

Vio la imagen que les enseño Mara pero no le sonaba lo más mínimo, aunque recordó la conversación que tuvieron durante la comida de que a Darren le habían seguido. Si era él de nuevo ya sí que era obvio que le estaban vigilando. Y eso nunca era bueno. Tal vez sería cuestión de ir a hablar con ese tipo.

Luego los dos jovenes mantuvieron una conversación, que hizo que al mago se le pusieran los pelos del cuerpo de punta. Lo que acababan de hacer era potencialmente peligroso. Eso era algo nuevo a lo que sabía de Mara, lo que indicaba que iba a tener que hablar con ella por si acaso.

No obstante, lo más importante de todo ahora era el tema de la sangre de Mara. Y estaba muy interesado en saber esa otra posibilidad que hablaba Darren.

¿A qué te refieres con otra posibilidad? ¿A la manera de conseguir su sangre o a bloquearla?

Sus dedos se deslizaban abandonando los de Darren cuando este los retuvo, haciendo que sus miradas conectaran de nuevo. «No lo digas. Por favor. No digas lo que estas pensando.» suplicaba en silencio la de Mara. El pecho de la joven se elevó con una trémula inspiración, soltando definitivamente los dedos de Darren y guardando silencio un largo minuto en que rehuyo la mirada de ambos.

Sus niveles de ansiedad volvían a incrementarse mientras evaluaba la situación, estudiando cada aspecto del rostro, bañado en odio y desprecio, que Darren le había mostrado. ¿eran esos sus ojos? ¿su nariz? ¿su boca? Se puso en pie y pausadamente se alejo un par de pasos dándoles la espalda. Ambos observaron como se debatía bajo la tensión de sus demonios personales, llevándose las manos al rostro frotándolo con ellas y deslizando los dedos entre sus cabellos, masajeándose el cuero cabelludo hasta que finalmente bajo la guardía y aún sin girarse a verlos comenzó a hablar.

-se refiere a los vínculos de la sangre, señor Grend...- trago grueso y se giro lentamente mientras se acariciaba el antebrazo – como le dije en la biblioteca, solo se me ocurría un momento y un lugar en el que alguien pudiera haber obtenido mi sangre...- su mirada paso del mago a Darren –que fue en la excursión al monte Rainier, cuando me hice un corte en el brazo...nada grabes, solo algo escandaloso por la sangre – torció el gesto y volvió a mirar al mago más seria – aunque lo que Darren ha querido decir es que...cabe la posibilidad de que la sangre que tiene el shide no sea mía, si no de un pariente consanguíneo diercto...¿señor Grend? - se acerco y tomo asiento, mirado solo al mago, aunque no a los ojos - ¿con sangre se podría localizar a alguien que tenga un vinculo así?

- Aún no lo sé - Responde a la anterior pregunta de Mara sobre el papel que jugaba aquel personaje en todo aquello - Llámalo corazonada. Pensé que era importante que lo vieses. Desconocemos el alcance de lo que está sucediendo, así que lo mínimo es que alguien más pueda estar prevenido, por si nos lo volvemos encontrar - Algo que, a su parecer, era bastante más probable de que ocurriese de lo que le apetecía.

Mientras hablaba la energía seguía fluyendo, transmitiendo palabras entre los dos enlazados sin que cruzasen ningún canal audible. Aunque el mago no comprendiese su contenido, debía ser consciente de que algo se estaban transmitiendo. Eso no le preocupaba. Al igual que Adrian tenía sus secretos, y los respetaba, Mara tenía los suyos y jamás se le ocurriría traicionarlos. Ella sería quien decidiría si compartirlos, cuando y con quien. Algo que alguien que tan poco contaba de sí mismo como el Sr.Grend bien debería comprender. ¿O acaso consideraba que era el único con potestad para guardar sus asuntos personales?

Cruza de nuevo la mirada con aquella a la que se negaba a soltar. ¿O tal vez era ella quien lo retenía? Otra vez tenía aquella sensación. Su corazón latía más rápido de lo que juzgaba la prudencia al sentir el roce, y resistiéndose a dar nombre a aquella sensación, se desprende de ella antes de que pudiera hacerle daño - ¿Quien temes que sufra? ¿Ella o nosotros? - Baja los ojos mientras un suspiro involuntario escapa de sus labios en lo que ella toma algo de distancia para masticar lo que le había contado. - Debo seguir siendo lo que ella necesita de mi, o la perderé de nuevo - Aquel viejo pensamiento regresa a la superficie, dándole la entereza que necesitaba para dejarla ir, devolviéndole su espacio personal mientras él mismo hacía un esfuerzo por tragarse lo que estaba borboteando en su garganta, oculto tras una gruesa y estudiada capa de indiferencia, junto a la máscara de profesionalidad que acostumbraba a usar con el mago. Se gira a este último para seguir hablando en lo que da a su amiga algo de tiempo para sí misma que bien sabía que necesitaría. Se incorpora y regresa a su posición anterior, en una banqueta estrecha a un lado.

- Intentar bloquear o mitigar sus lazos empáticos por la sangre es una posibilidad. - Concede - Aunque no estoy seguro de cómo le afectaría a ella. 

¿Tal cosa es posible? - Pregunta esta vez directamente al mago. 

- Pero mi idea era otra... - intenta aparentar más seguridad de la que sentía, y fue ese el momento que ella escogió para volver a hablar. Aguarda hasta su pregunta.

- En teoría si, Mara. La sangre de un pariente podría llevarte a los demás, pero no siempre funciona - Un retazo sutil de amargura asomó con su última frase. - Si quieres intentarlo, puedes contar con mi ayuda incondicional, aunque la idea que me rondaba apuntaba en otra dirección.

Puedo consultar a mi Patrón. Ha demostrado interés por el asunto. 

No acostumbro a provocarlo - Su labio se eleva en un gesto casi burlón sin un ápice de alegría - Generalmente es él quien decide qué contarme y cuando. No recuerdo si ha estado presente en uno de estos episodios, Sr. Grend, aunque Mara vio uno cuando éramos jóvenes. - La mira al nombrarla, nuevamente permitiéndose mirarla a los ojos al evocar aquel lejano encuentro. - ¿Cuanto recordará ella de aquello? Ni siquiera yo lo tengo claro - Seguía sin estar a gusto hablando del pasado. 

Llega una respuesta de Adrian:

Tranquila, hay hielo suficiente.

Os está mirando desde el bar de enfrente, a mí me ha perdido. ;) ¡Tienes que tener tú cuidado con que no te sigan! O usar al viejo Malauva como cebo. :P

Pero ahora en serio, ve con cuidado. Te pasé la foto y todo.

Si vienes para casa avísame y puedo ver de asegurarme desde la ventana de que no te siguen cuando estés llegando.

<3 ánimo.

Raymond se sentó en la silla y junto las manos por delante de su cabeza mirando a ambos unos instantes, decidiendo. Al final lo dejó estar, por el momento, porque tenían otras cosas urgentes que hacer.

Tal y como dice Darren a traves de la sangre se pueden encontrar a parientes, eso es más o menos fácil. Afectar a otros con la sangre de un pariente, a ese nivel, no tanto. Aunque ciertamente posible. Eso sí, ha de ser un pariente de primer grado, padres, hijos, hermanos. Además, los hermanos la mayoría de las veces se consideran de segundo grado a menos que sean mellizos. Que si ese fuera el caso es casi lo mismo que tener la propia sangre del individuo. Es un metodo de los más efectivos, si se hace correctamente. Pero como digo, para afectar así a alguien hace falta un control y precisión extraordinarios.

Ahora, lo que propones de bloquear esos lazos empáticamente. No sé a qué te refieres. O de si es posible siquiera. Supongo que sería al igual que cualquier otro bloqueo mágico, depende de la potencia del bloqueo y de la del que trate de pasarlo, que ya sabemos que es bastante. Ahora si la sangre que tiene no es de Mara puede que haya más posibilidades. Pero, si no es de Mara ¿de quién es?

No escapo el sutil matiz en las palabras de Darren, intuyendo una vez más el sufrimiento que habría pasado su amigo años atrás y del que aún era reacio a compartir con ella. Escucho a uno y a otro, dejándose guiar por sus conocimientos tomo una decisión.

-es usted muy perspicaz señor Grend...- el mago no dejaría de sorprenderla, su percepción y conocimiento había dado en la diana aún sin pretenderlo – tengo un hermano mellizo...del que no he sabido nada desde hace veinte años y quien Darren insinúa podría haber sido su última visita – dijo tomando la figura del gato negro entre sus dedos, volteándolo en ellos - ...tal vez lo sea – volvió a dejar el gato con el resto de figuras, humedeciéndose los labios antes de volver a hablar alzando la mirada sin fijarla en ninguno– de ser así, de...tratarse de mi hermano, dudo que este al tanto de mi implicación en el asunto del libro...¿que posibilidades se le ocurren, señor Grend? - luego de mirar al mago giro el rostro hacía Darren, enarcando una ceja - ¿y que interés puede tener tu patrón?...¿ahora le parezco mejor opción? - la pulla no iba dirigida a Darren pero era él que la sufriría por su patrón.

Él no tenía culpa que Mara le tuviera cierta manía a su acompañante, o que creyera que la distancia abismal que a veces sentía se habría entre ellos fuera cosa suya, más que de Darren.

- ... a través de la sangre se pueden encontrar a parientes, eso es ... fácil - Repite una voz en su cabeza.

Con un gesto lento, Darren se vuelve a las estanterías donde tenía archivados los albaranes en el momento en el que escuchó aquella afirmación, haciendo ver que se concentraba nuevamente en la búsqueda de aquel rastro que sabía que debía estar en alguna parte. La realidad era que aquello escocía. Pero se trataba de una vieja herida de la que ninguno de los presentes tenía culpa y, que él supiese, ambos desconocían que existiese. 

Intenta centrar la vista, pero su mente está en otra parte prestando a la conversación a su espalda solo una fracción de su atención.

- Un bloqueo, si. Magia de ocultación.  - Responde a la pregunta de Grend sin volverse - Tengo un contacto que es experto en esas artes. Puede que también sirviesen para bloquear ese tipo de rastreos. Nunca lo he intentado antes. - Aunque explicaría muchas cosas.

Vuelve otra página y sigue leyendo. No cambia su postura cuando escucha que Mara decide hablar de su pasado. En su poder estaba decidir en quién confiaba, si bien era cierto que al hablar tan específicamente de mellizos el sr.Grend delataba que sabía más de lo que aparentaba también sobre eso. Darren frunce el ceño. ¿Cuanto más no ignoraba?

Otra página, y entonces fue cuando llegó el dardo. Deja escapar el aire y se vuelve, solo parcialmente, serio y distante.

- Ahora sabemos que estás involucrada. Eso te hace interesante. - Parpadea y vuelve la mirada hacia el archivador mientras valoraba las posibilidades de lo que se había propuesto.

La afirmación de Mara de que tenía un hermano no es nueva, antes ya le dijo que haciauna semana sus hermanso le habían venido a ver. Aunque el comentario de un mellizo que hace veinte años del que no sabe nada sí que era nuevo. Y si encima es el segundo visitante de Darren hoy, el tercero realmente, paranóico de una guerra con las cortes shides puede complicar aún más las cosas.

Oh. Vaya. Sí. Eso podría ser. Pero lo que me extraña es que el shide te conocía por tú nombre. Una cosa es que sepa que eres hermana del dueño de la sangre que tiene, si es que asumimos que es la suya y no la tuya, y otra diferente que sepa quién eres realmente. Eso implica que ha tomado la molestia de identificarte.

Y esas cosas no suelen ser buenas.

El comentario siguiente de Darren sobre un experto en magia de ocultación hace enarcar una ceja al viejo mago.

¿Magia de ocultación? ¿Para camuflar una busqueda con sangre de la persona camuflada? Eso no iba a sevir.

Además Raymond creía que sabía de quién podía tratarse, y si era quién creía no iba a ser suficiente. No obstante se abstuvo de decir nada. No quería poner más nerviosa a la joven. Además, todo podía ayudar.

La verdad es que a Raymond no se le ocurría mucho más que hacer, él hubiese preferido algun tipo de bloqueo físico, no de ocultación. Pero lo cierto es que no sabía cómo hacer una para frenar a aquel ser.

Pasó por alto, deliveradamente los comentarios entre los jovenes y el patró de Darren. Ahí había algo que venía de antiguo, y estaba seguro de que era mejor no meterse.

Hay algo que te choca en las palabras de Raymond. El Lord Sidhe realmente nunca dijo tu nombre, sino tu apellido. La forma en la que pronunción "señorita Wright" se quedó grabada en tu mente. Curiosamente, el nombre que sí dijo completo fue el del mago.

De alguna forma, la teoría de que no es tu sangre la que tiene ese hombre, sino la de tu hermano, parece bastante plausible, y la forma en la que te llamó hace que esa solución sea más sencilla a que hubiera recogido tu sangre hace unas semanas en una excursión por el campo. Sin embargo, cada vez que recuerdas la imagen del hombre que proyectó Darren en ti, ves menos similitudes con lo que esperarías que fuera tu hermano. Parece que Darren ha acertado en parte de su hipótesis, pero desgraciadamente (o más bien, viendo la mirada del hombre que visitó la tienda, afortunadamente) no al completo.

Que fuera su sangre o de la de Jacen era lo de menos, lo averiguarían de una manera u otra, confiaba en ellos. Le preocupaba más que pudiera ser usada para volver a afectarla o rastrearla hasta casa. Aunque lo que posiblemente más le aterraba en ese momento, y que no confesaría por ahora, era que Darren tuviera razón y que ese hombre fuera Jacen. Él y su mirada de odio visceral, estaba tan grabada en su mente como la del señor shide tras su primer encuentro y sería difícil de olvidar.

Observo a Darren hablando de espaldas a ellos, poniendo los ojos en blanco ante su replica junto un suspiro «lo que hay que aguantar» Daba gracias a quien fuera que la hubiera marcado a ella, y posiblemente a Jacen, decidiera que con eso era suficiente y se abstuviera de hacer acto de presencia en su cabeza. «¿y si eso es lo que le ha ocurrido a Jacen?...» De ser así ¿sería ese el motivo que el hombre que le había mostrado Darren distara tanto de lo que esperaría que fuera su hermano hoy en día? Se sacudió ese horrible pensamientos y otros tantos peores, descartando la idea.

-estaría genial si alguno pudiera explicarme en que consiste ese bloqueo...porque así de primeras no me apetece nada volver a encontrármelo o pero que me rastree hasta casa – lo último que le apetecía era llevarlo a su hogar junto con Adrian y Jade - y mucho menos que pueda volver a afectarme sin tan siquiera estar en el mismo lugar físicamente – cerro los ojos ignorando una nueva notificación que no estaba por la labor de contestar en ese momento – por otro lado...si mi sangre nos llevara hasta...él – señalo el gato con cierta reticencia – con lo que eso implica, podría darnos – dejo salir el aire pesadamente por la nariz – muchas respuestas....así que yo empezaría por tratar de rastrear mi sangre y ver si nos lleva a alguna parte o no

Escucho a Grend, dejo pasar un momento para recapacitar escuchando el sonido de los dedos de Darren pasando paginas; en ese momento hasta un susurró le tensaba los músculos de la espalda.

-Señorita Wright...-remarcó la joven – jamás uso mi nombre, al contrario que con usted – se puso en pie mirando la espalda de Darren y luego al mago - es nuestro apellido...ignoro si mi hermano lo ha seguido usando pero no descartemos que por alguna retorcida razón me haya investigado – un mohín molesto se dibujo en sus labios brevemente – pero si Darren tiene razón, siendo ese hombre mi hermano y la sangre suya...entonces podría tener sentido que el shide usara tan solo mi apellido al sentir el lazo de sangre – aquello era demasiado, incluso para ella.

Los margaritas de Adrian no iban a bastar para sacarse toca aquella tensión que sentía cada vez más intensa agarrotando la espalda. Se dirigió finalmente donde estaba Darren parándose a su lado, dejando que Grend o él decidieran contestar a su pregunta sobre el bloqueo de sangre.

-¿encuentras lo que buscas o necesitas una mano? - pregunto procurando no sobresaltarle o invadir su privacidad entre papeles.

- Dijo que la llamó por su apellido - asiente, confirmando las palabras de Mara - Eso me dio la idea. ¿Está seguro de que dijo "señorita"?  - Se vuelve hacia él un poco - Intente ser preciso. Eso cambia las cosas.

Aumenta las opciones de que los haya investigado, y... - Se vuelve hacia Mara - Hace que sea más importante si cabe encontrar a nuestro gato y averiguar qué pasa con esa guerra.

Nuevamente habla hacia los papeles, pasando páginas con cierta frustración.

Ya los conoces, Mara. Solo que es posible que no los llamásemos así. Cuando hablamos de Bloqueos hablamos de conjuraciones que desbaratan los hechizos que tratan de penetrarles que sean más débiles que el mismo bloqueo. - Explica brevemente - si yo mismo me cubriese con uno, los trucos de un aprendiz me serían irrelevantes, pero en cuanto alguien consiguiese entrar por una brecha, lo mismo daría que no me hubiese molestado en levantar el bloqueo.

Una parte francamente frustrante e inútil de la magia cuando te enfrentabas a alguien más poderoso que tú mismo, pero lo que no le diría a ella era que en realidad... su mellizo no podía importarle menos. Si generando un bloqueo sobre ella hacía que los sondeos diesen primero siempre con el contrario, significaba que había una posibilidad de que no se molestasen en seguir buscando.

- Solo una posibilidad - Deja caer la carpeta casi con rabia sobre la mesa con la mente trabajando a más revoluciones de las que se sentía capaz.

- Si quieres intentarlo tú, adelante. Adrián tiene su propia forma de archivar los albaranes y ahora no encuentro nada - Le hecha la culpa a su empleado por pura tensión mal contenida. -  Es un libro encuadernado en cuero, de principios del XIX. "Vida y creencias de la antigua Mesopotamia"

Se lleva una mano al puente de la nariz - Tengo que hacer una llamada - Y despejarme - Si nadie lo retenía, saldría hacia la recepción, donde tenía el teléfono.

Raymond repasó la conversación* y Mara tenía razón. No la había llamado por su nombre, si no su apellido. Si en verdad su hermano sigue manteniendolo su explicación puede ser acertada. Además, muchas veces la explicación más sencilla suele ser la buena.

Sí, es cierto. Dijo señorita Wright. En mi caso es diferente, ya que me había "conocido" por la mañana de manera más exhaustiva.

La idea de Darren no es mala del todo. Si en verdad está buscandole a él, aunque el ocultamiento no sea lo suficientemente fuerte puede hacer que la otra persona destaque más. Si es que no tiene también uno. Pero es mejor que nada.

Lo siguiente podía asustar a la joven, pero era preferible que estuviese preparada y lo supiese todo.

Lo de no afectarte es más complicado. Si te localiza no va a ser impedimento la presencia. Por eso me gusta más el bloqueo que la ocultación. El bloqueo puede legar a debilitar el "ataque" lo suficiente como para que no haga nada, o muy poco. Los velos no se me acaban de dar bien, pero las barreras es otra cosa. Ahí sí que puedo ayudar.

Junto a Darren mirando los papeles, y aunque el mago había reafirmado lo mismo que ella, repitió aquello que había dicho el shide al activarse el hechizo de detección que lo aviso al ser observado.

-”¡Ah! Raymon Grend y la señorita Wright. Es la segunda vez que me observan. ¿Creen que ese débil círculo puede protegerles de mí?” -cito sin dejarse una sola palabra, tal y como el shide las había pronunciado en la visión del ritual de Grend – eso fue lo que alcanzó a decir antes que el señor Grend nos sacara...puede que aquí viniera de buenas pero sabe como intimidar a alguien – añadió girando un tanto la cara hacía él percibiendo como aumentaban sus niveles de frustración, volviendo la vista a los papeles* mientras los escuchaba – se a que te refieres...es solo...dijiste que no sabías como podría afectarme, supongo que no es lo mismo protegerse de incursiones mentales que trabajar con la sangre de alguien...eso es todo – vamos que le preocupaba que se siguiera jugando con su sangre, o la de su hermano, aunque fuera para protegerse.

Se revolvió en el sitio, junto a Darren, en un intento de desagarrotar sus hombros y cuello que comenzaban a doler bajo la tensión y nerviosismo que acumulaba la psíquica, cuyas manos temblorosas seguían buscando entre los papeles del anticuario.

-Entonces lo primero debería ser dar con nuestro gato...si...- resoplo cansada, empezando a sentirse de nuevo sobre pasada, como cuando había llegado a la tienda y lo había pagado con Darren y parcialmente en Adrian – se trata de mi hermano mi sangre debería ser suficiente para rastrear su paradero ¿no es así? señor Grend – se giró a verlo aun revisando alguno de los albaranes en sus manos - ¿podría hacerlo solo con eso o necesitaría algo más? - la voz le tembló ligeramente y regreso a los papeles ocultando así su semblante.

La petición de ayuda de su profesor favorito había desembocado en una madeja que no había hecho más que crecer y crecer, desde un doloroso e inesperado ataque por una simple visión, a intimidación, sangre, malentendidos y discusiones entre amigos, y la posibilidad que Jacen estuviera implicado en todo. Era más de lo que podía sobrellevar. Y luego Darren.

No había acudido a su rescate solo porque fuera consciente de su preocupación y la tensión que compartían, aunque fueran originadas por distintos motivos, si no que había buscado su cercanía porque lo necesitaba más que nunca a su lado. Sentía que no podría sostener mucho más la tensión que iba poco a poco creciendo en ella, acumulándose en la garganta, amenazando con inundar sus ojos y no estaba dispuesta a perder los papeles así.

Su tren de pensamientos no cesaba de dar vueltas a todo, en como se había torcido tanto el día y el que habría sucedido si no hubiera respondido a esa llamada «¿que habría sucedido entonces?» Las palabras de Grend, sabías como siempre, calaban con facilidad entre toda esa vorágine. Entonces la inusitada rabia de Darren al dejar caer la carpeta le hizo dar un salto en el sitio, mirando lo con una mezcla de desconcierto y miedo, no por el desahogo del anticuario, si no porque estaba desbordada y realmente asustada.

-Darren...-lo retuvo tomando su mano libre con la suya temblorosa, dejando el albarán del libro sobre la carpeta.

Busco su ojos con el semblante apoderado por la congoja, la respiración agitada y una mirada suplicante en sus expresivos ojos. Era consciente que solo iba a ir a la recepción de la tienda, que volvería pero la ansiedad no entendía de lógica o razón, así que esta se dejo llevar por completo por la necesidad. Y todo lo que necesitaba en ese momento era a él. Así, en otro impulso repentino, lo rodeo con los brazos y hundió el rostro en su pecho.

Visto desde fuera tenía cierta gracia cómo algunas cosas tan simples tenían tantísimo poder. Intenta con dificultad repasar lo que acababa de pasar buscando algo que se le hubiese podido escapar. Tal vez justo en el límite entre los momentos en los que sonreía mirándolo a los ojos y las pullas. Tenía que habérsele escapado algo. Algo fundamental. 

Dejó de intentarlo.

Con suavidad, Darren corresponde al abrazo de ella, calmado aunque algo rígido por la pose de obligada profesionalidad. Una de sus manos se apoya en la nuca de ella, enterrando los dedos en aquella fascinante textura de rizos suaves, caóticos y... perfectos. La mano contraria la rodea por los hombros, como si quisiera envolverla y aportarle alguna clase de seguridad a pesar de sus brazos delgaduchos. 

No sabía qué decir. Ni siquiera estaba seguro de por qué ella estaba tan afectada. No importaba. Era demasiado importante como para no corresponder a su petición sin palabras. 

Pero entonces cayó en la cuenta de algo y busca una salida. 

- Sr. Grend, - Vuelve a darle ese título, demasiado preocupado por Mara como para acordarse de que estaba enfadado con Raymond - ¿le importaría ... ? - para un momento después agregar - Le propongo que intente aclarar su malentendido y ganarse la confianza de alguien a quien necesitamos.

Puede que no haya otro momento.

El número está en un posit azul, junto al teléfono.

Sus ojos se vuelven hacia la muchacha en sus brazos, teñidos de preocupación. Era extraño verla así. Si, quería necesitaba estar a solas con Mara. Tener un minuto de intimidad que ella tanto parecía necesitar a pesar de que cuanto más se alargase el contacto más le acabaría costando dejarla ir.

Una sensación que ya le era familiar.

Sí, así es. Exactamente eso fue lo que dijo.

Simplemente añadió para tratar de hacer sentir más cómoda a Mara, pues se la notaba inquieta. Cosa normal por otro lado. Y aunque imaginaba que sabía la respuesta a su pregunta se la confirmó.

Sí. Con tú sangre y sabiendo a quién queremos buscar deberíamos poder localizar a tú hermano. Si es el gato o no ya se vería. Obviamente si tuvieramos algo más suyo iría mejor. Pero con eso bastará. Tranquila.

No es que fuera un experto en la materia. Pero sabía cómo se hacia. Si el mellizo de Mara no tenía ningún tipo de protección, si estaba en la ciudad. Y si en verdad el gato era él claro está.

Demasiados "sí"

Mientras pensaba en todo aquello los jovenens seguían hablando, trató de darles un poco de espacio, pero al parecer Darren quería algo más de intimidad. Y algo más según añadió después. Cosa que le molestó bastante pues entendió, o eso pensaba el mago, de quién hablaban.

No tengo ningún malentendido que aclarar. O confianza que ganarme. Aquí está quien quiere estar. Eso ya ha quedado bien claro.
Ahora, si quieres que os dejé solos, lo haré. Supongo que es importante, pero te recuerdo que tenemos un plazo. Hay que prepararse. Iré a por unos cafes enfrente.

El mago cogió su chaqueta y su sombrero y dejó a los dos jovenes sols.

Aunque estaba claro que algunas cosas no serían como el Sr. Grend se imaginaba, no se molestó en corregirlo aún, puesta como tenía la atención en otros asuntos.

Una vez se quedan solos,  Darren cambia un poco la postura encorvando la espalda en un intento verdadero de sostenerla. Apoya la cabeza en la de la contraria y lanza un hondo suspiro con los ojos cerrados, aferrándola, sintiéndola.

Un pecado rondó por su mente. Sería tan fácil... pero el mismo esfuerzo que hizo por alejarlo de un manotazo lo trajo de vuelta al presente con un escalofrío.

Eso no podía ser lo que Mara necesitaba. - Perp entonces ¿Qué es?

- Lo siento - Susurra con voz sentida.

Se aleja un ápice, buscando sus ojos. Incluso su moño alto parecía más despelusado, dándole una imagen un poco menos formal. Más blanda.
más él.

Con un gesto que no estaba seguro de cuál de los dos provenía le acaricia la frente, como si quisiera despejar las preocupaciones que la hacían fruncirse.

- ¿Qué puedo hacer por tí, Mara?
 

La caricia de los dedos de Darren sobre su nuca al tiempo que aspiraba su aroma, encontrando en él un olor familiar y tranquilizador, tuvo un efecto sedante en Mara, relajando la tensión de su cuerpo. La cuál regreso de inmediato al dirigirse a Grend, aferrándose a la chaqueta del anticuario, estremeciéndose, y emitiendo un sollozo quedo e inevitable.

«no...no, me alejes» Temió durante aquel breve momento en el que su cuerpo se mantuvo rígido entre sus brazos, antes que el mago se retirara.

Al estrecharse el abrazo de Darren sobre ella, deshizo aquella rigidez que ni ella misma entendía del todo, dejando escapar un trémulo suspiro de satisfacción y seguridad. Su abrazo era reconfortante, y dejándose envolver por esa calidez deseo permanecer entre sus brazos hasta el amanecer.

En esa justa armonía que vibraba suavemente entre ambos, enardeciendo su corazón y alma, se resistió a caer presa de los impulsos de la pasión que despertaba la cercanía de sus cuerpos y el calor que lo anegaba todo. Que deseaba a Darren no era ningún secreto que ocultara, lo deseaba con una intensidad fiera pero era consciente que con él debía ir conquistando pequeñas parcelas, como un viaje maravilloso, a la par que tortuoso. Pues cada vez que se acercaban a ese abismo que los conducía a caer juntos, cada vez que había estado a punto de sincerarse, de decirle lo que a veces se negaba a si misma que sentía por él, en cada una de esas ocasiones Darren, su voluntad o la del otro, se las arreglaba para alejarla.

Se separó un poco, lo justo para poder mirarlo a la cara y que sus ojos recorrieran sus rasgos antes de detenerse en los de él. Era evidente la cadencia ansiosa de su respiración, al encontrarse sus pupilas dilatadas por el instinto con la mirada profunda y oscura de Darren.

-Darren...- «...besame...quedate conmigo esta noche...» sus ojos fueron de inmediato a los labios de él – yo...perdona...- volvió a acercarse, a estrecharse contra él con un profundo jadeo contenido, negando con la cabeza.

«no...ahora no, no aquí...no con Darren...así no...»

La necesidad hambrienta de Mara se derramaba sobre el cuerpo de Darren, a duras penas contenida. Amenazándola con inflamar aquel deseo nacido de la carne y de la exaltación de su voluntad, del encuentro con las profundidades insondables de aquellas dos almas heridas, que buscaban refugió en aquel anhelo, en aquel afecto compartido por tantos años.

Habían sido tantas las ocasiones en que había querido correr hacía él, encontrándose terreno árido alejándolos, montañas que escalar y caídas de las que levantarse de nuevo. Incluso puertas que no podía traspasar, clamando porque la dejara entrar. No siempre iba a lograr detenerse, no iba a permitir que la alejara, no si esa era su voluntad. Pero ahí estaba, tragando grueso tratando de buscar las palabras adecuadas, evitando las que realmente quería decir, con sus manos enredadas a su espalda, anclándose a él.