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Historias del Dominio

Funeral: Lady Carellyn/Lord Martyn

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22/08/2019, 17:39
Carellyn Flores

Jardines. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Aquella mañana había escogido un vestido verde oscuro, tan oscuro que parecía casi negro. Lo sostenía con un cordoncillo dorado que se cruzaba en su cintura y había prescindido de cualquier tipo de adorno. Su tez parecía más pálida y tenía algunas ojeras que delataban que no había pasado una buena noche. Unas horas antes del amanecer habían comenzado los dolores en su vientre, más intensos de lo habitual y con un sangrado más abundante. Había vomitado minutos después de levantarse y debido a eso había decidido saltarse el desayuno. Se sentía algo débil y dolorida, pero ni siquiera eso era capaz de rebajar el buen humor que se había instalado en su interior desde que Arlo había regresado a su vida. 

En cuanto Carellyn puso un pie en el jardín una sonrisa boba se instaló en sus labios. No había vuelto a pasar por allí desde que había estado con Arlo y su corazón latió más fuerte con las imágenes que acudieron a su mente como destellos. 

Fue paseando hasta llegar al estanque, quería ver si las flores que habían florecido esa noche aún seguían allí. Y al ver que sí su sonrisa se acentuó, pues le parecían una hermosa representación del amor que se habían entregado en ese rincón. Se le había pasado por la cabeza comentarle ese detalle al maestre el día anterior, pero podía haber suscitado preguntas en él que no quería responder, así que lo había dejado correr. 

Pero no eran sólo las flores las que habitaban ese lugar, pues allí estaban Lord Mullendore y su hijo. La sonrisa de la joven se volvió tierna al contemplar cómo el niño jugaba con los patos y no pudo resistirse a acercarse a ellos. 

—Buenos días, milord —saludó, con una inclinación cortés—. ¿Os molesta si saludo al pequeño Quentyn? 

Era bien cierto que en Riverside siempre había sido tratada con respeto, al menos por parte de la familia, pero igual de bien sabía que corrían muchas supersticiones sobre los bastardos y había gente que prefería mantener a los niños alejados de ellos. Había aprendido ya de pequeña a preguntar antes de dar por hecho que podía dirigirse a cualquier criatura que se cruzase. 

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22/08/2019, 18:58
Lord Martyn Mullendore

Jardines. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C

Lord Martyn continuó agachado junto a su hijo cuando Carellyn saludó. El pequeño continuó ajeno a to excepto a los patos, estirando los brazos hacia ellos como si quisiera cogerlos, mientras su cuerpo lo sujetaba el padre para que no cayese al estanque.

Tras la petición lo llevó a sus brazos mientras se ponía en pie. El pequeño protestó con unos pucheros mientras sus brazos seguían estirados en dirección al estanque. 

Shhhh... Mira Quentyn, vas a conocer a Lady Carellyn— Dijo con voz suave besando la mejilla de su hijo. Señaló con el dedo y Quenty se giró para ver. Se quedó entonces callado, con la boca entreabierta. Volteó la cabeza hacia su padre y acto seguido la apoyó en su hombro tratando de rodearlo con aquellos cortos bracitos.

Uuuuuhhh, que poquito queda ya para ir a dormir, ¿eh?— Le dijo, para luego mirar a Carellyn alzando las cejas sonriente. 

Deslizó entonces al pequeño hasta el suelo y lo dejó de pie sujetando sus manos. 

Probemos con esto.— Propuso.—Le encanta— Explicó brevemente  sin perder la sonrisa.

—Quentyn no hay que ser descortés. Vamos a saludar a la doncella.— El pequeño echó la cabeza hacia atrás buscando el rostro de su padre, mientras reía. 

Lord Martyn comenzó a caminar despacio sin soltar las manos de su hijo. Éste comenzó a dar pasitos torpes hacia Carellyn sonriente, divertido. Emitió un pequeño chillido agudo, la carcajada de los más pequeños. Al llegar a la altura de Carellyn, su padre lo soltó cuando estuvo seguro de que  ella lo cogía. El pequeño rió, pero perdió la risa una vez se hubo fijado en el rostro de la joven. Permaneció serio, pero concentrado. Sus manitas tocaron el pelo de la doncella, su cara, sus ojos, como si la estuviese estudiando. Miró entonces de nuevo a su padre mientras se erguía.

Vamos, Quentyn, ¿no vas a darla un beso y un abrazo?. — El pequeño puso los labios en la mejilla de Carellyn sin perder la mirada hacia su progenitor, momento que Lord Martyn aprovecho para arquearse hacia atrás con las manos apoyadas en los lumbares de la espalda.

Y sé de otro al que le queda poco para ir a dormir también...— Murmuró, aún sonriendo. 

—¿Y el abrazo , hijo?, ¿dónde está el abrazo? — Quentyn volvió a mirar a Carellyn y apoyó la cabecita sobre el hombro de ella mientras sus bracitos la rodeaban como habían hecho con su padre un momento antes. 

Muy bien hijo, muy educado.— Lo animó mientras se acercaba a ambos. —¿Ves? Ella es lady Carellyn.— Reaccionó al gesto de su padre que la señalaba y de nuevo volvió a la exploración facial del rostro de la joven con expresión concentrada. Con la boquita cerrada, lo que hacía que sus mofletes resaltasen más aún.

Lady Carellyn, este es mi hijo Quentyn...— Sonrió ante lo evidente. —Algún día tengo que cambiar su presentación, o en unos años seguirá dando besos y abrazos a todas las damas.— Bromeó.

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22/08/2019, 19:57
Carellyn Flores

Jardines. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Carellyn creyó que iba a derretirse allí mismo al contemplar la ternura con que Lord Mullendore manejaba a su hijo. Su sonrisa se dulcificó y sus ojos seguían enternecidos cada monería de la criatura. 

Se agachó cuando el hombre bajó al pequeño y extendió los brazos hacia él para que no le diese miedo caminar. 

—Ohhhh, Quentyn. Ven aquí. —Lo llamó, con voz melosa—. ¡Pero qué bien andas ya! Qué piernas más fuertes. 

Lo cogió cuando llegó a su altura y se rió cuando sus manitas empezaron a examinar su rostro. 

—Sí, esta soy yo, Carellyn. Ohhh, pero qué rico eres —dijo, frotándole la mejilla con la nariz y aspirando su aroma a bebé—. ¿Te gustan los patos, Quentyn? 

Cuando la abrazó con sus bracitos los labios de Carellyn se apretaron en una expresión de pura ternura y lo abrazó ella también. 

—Si sigue siendo tan guapo como ahora dudo que ninguna se vaya a quejar —bromeó ella también, alzando la mirada por un instante hacia el padre para volver enseguida a mirar al pequeño—. ¿Tú qué dices, Quentyn? ¿Qué te parece a ti?

Sus ojos se fueron de nuevo hacia Lord Mullendore. Aquel hombre le había caído bien desde el primer momento en que lo había visto. En ese momento parecía cansado y no le extrañaba si se dedicaba a su hijo tanto como parecía. Pensó que decía mucho de él que no lo dejase directamente con una niñera todo el día y lo miró con cierta admiración. Había muchas cosas que le habría gustado preguntarle, de haber tenido confianza para ello, pero no la tenía y no quería ofenderle, así que se guardó las preguntas y sólo le sonrió. 

—Milord, hay una camada de gatitos aquí cerca —dijo, señalando con la mirada hacia el lugar donde estaban—. Son muy pequeñitos y se dejan coger. ¿Os parece bien si se los enseño a Quentyn? No dejaré que le hagan nada y mientras vos podéis descansar la espalda. 

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23/08/2019, 01:26
Lord Martyn Mullendore

Jardines. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Oh, os lo agradezco, pero no os preocupéis. Os acompaño.— Dijo aceptando el ir a ver la camada. —Si yo me duermo antes, no podré cantarle la canción del oso y la doncella. Entonces llorará, me despertaré, se la cantaré, se dormirá y yo ya me desvelaré.— Rió como si aquello ya lo hubiese vivido más de una vez. — Maldita la hora que se la enseñó su hermana mayor, porque además no basta con cantarla. Tengo que hacer los gestos de oso y de doncella en cada estrofa. Un despropósito...— Continuó contando sin perder el humor. Se notaba que a pesar de las quejas, disfrutaba de ello.

Hizo un gesto gentil con la mano. —Os sigo, Lady Carellyn—

Durante el breve trayecto el lord se interesó por ella y su familia

—Tengo entendido que sois hija de Lord Mathis. Vuestro hermanastro es Ser Arlo y Lady Rhonda vuestra tía, ¿estoy en lo cierto?. Me ha dado la impresión de que mantienen buena relación con vos. Debe de estar contenta de tenerlos aquí, ¿cierto?.— Era consciente de que las distancias se convertían en semanas, puede que meses incluso. Las obligaciones catapultaban esa cifra hasta años. 

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23/08/2019, 01:51
Carellyn Flores

Jardines. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Carellyn rió al escuchar las exigencias nocturnas del pequeño mientras asentía con la cabeza y se ponía en marcha hacia el lugar donde estaban instalados los gatitos.

—Oh, sé de lo que habláis, creedme. Mi hermano menor me tuvo durante un año entero haciendo un teatro nocturno sobre la Rosa de invierno —explicó, enternecida al hablar de Daniel—. Al principio era divertido, pero tras los dos primeros meses maldije el primer día que tuve esa brillante idea. Y por los Siete, que no se me ocurriese cambiar ni una línea, porque era capaz de detectarlo y hacerme empezar desde el principio.

Sus quejas eran tan poco convincentes como las de Lord Mullendore en realidad. Por el camino iba haciéndole monerías al pequeño, pero respondió al interés del padre con una sonrisa. 

—Así es —confirmó su parentesco con los tres—. Lo cierto es que sí. Me apena haberme encontrado con ellos en unas circunstancias tan funestas, pero hacía años que no tenía la oportunidad de ver a mi hermanastro y a mi tía, así que no puedo evitar alegrarme de verlos. ¿Vos~... Ohhhh, mira, Quentyn... —Se interrumpió a sí misma para señalarle al niño un insecto que pasaba cerca de ellos—. ¿Lo has visto? ¿Sabes lo que era eso? ¡Una libélula! —Pestañeó, centrándose de nuevo en lo que estaba diciendo antes de distraerse y miró al hombre con curiosidad—. Disculpadme. ¿Vos conocéis a mi padre? 

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23/08/2019, 04:31
Lord Martyn Mullendore

Lord Martyn escuchó la anécdota de Carellyn si perder la sonrisa, entendiendo perfectamente la situación y no pudo evitar soltar una carcajada que imitó su hijo ahora en los brazos de la joven doncella.

Al menos no fue necesario disfraz alguno para ambos....— Entonces miró a Carellyn con los ojos muy abiertos como a punto de volver a romper a reír si Carellyn confirmaba que en su caso sí.

Siguió prestando atención, hasta que Carellyn señaló a su hijo (de él) la libélula. —lula— repitió el pequeño alternando la mirada entre ambos. 

Muy bien hijo, libélula, muy bien. — Se dirigió al pequeño. —lula— Repitió de nuevo. —Bueno, venga, pues una lula.—Concedió.

No tengo el placer en persona. Pero como el resto de señores del Dominio, sí que he oído de él. Es un lord muy considerado aquí y en Poniente.—Respondió en referencia al padre de Carellyn.

Ya se encontraban muy cerca de la camada, pues algunos maulliditos lastimeros se escuchaban cerca. Pero fue la cara de Lord Martyn con un gesto entre el llanto y la plegaria, con con las palmas de las manos juntas moviéndolas de arriba a abajo con devoción lo que captó por completo la atención de la doncella.

Mientras caminaban en tramo que faltaba, Quentyn la había vuelto a abrazar y se había quedado dormidito sobre su hombro.

Por los Siete, se ha dormido...se ha dormido.— Agradeció como si hubiese contemplado un milagro. —Y sin oso...aaay bendita seáis..— Se acercó despacio para cerciorarse. —Por favor milady, no me atrevo ni a que cambie de brazos. Os importaría acompañarme hasta mis aposentos y meterlo en su cuna— Suplicó con felicidad. —Sin oso...hoy no hago el oso...—

 

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23/08/2019, 05:57
Carellyn Flores

Jardines. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Carellyn alzó un poco las cejas y su sonrisa se amplió, divertida.

—Oh, bueno, eso depende de lo que consideréis disfraz... —comentó, con una risa. 

Cuando el niño intentó repetir lo que ella había dicho, abrió mucho los ojos hacia él. 

—¡Eso es, Quentyn! Una libélula —lo achuchó enternecida y llevó la mirada hacia su padre. 

Le gustaba oír a otras personas hablar de su padre y verlo así con otros ojos distintos a los propios. Siempre hablaban cosas buenas de él y eso la hacía sentir orgullosa de ser su hija, a pesar de todo. De ahí su pregunta para Lord Martyn, aunque al fin él no lo conociese. Asintió, mostrando así que sabía de esa fama de Lord Mathis. 

Ya empezaba a escuchar a los gatitos cuando el hombre atrapó su atención. Lo miró extrañada, con cierta diversión expectante por entender qué hacía, hasta que se dio cuenta de que el pequeño se había dormido en sus brazos. Se derritió por completo y su boca se frunció con ternura. Trató de caminar más despacio para no despertarlo y apretó los labios para no reírse al escuchar la alegría de su padre. 

Habéis tenido suerte, os habéis librado —dijo en voz baja, empezando a torcer el rumbo para dirigirse a la salida—. Claro que os acompaño, no os preocupéis. Aunque lamentaré perderme la canción, estoy segura de que hacéis un oso espectacular —bromeó, cómoda con él.

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23/08/2019, 06:33
Lord Martyn Mullendore

Jardines. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C

Qué remedio. La fuerza de la costumbre.— Respondió sobre la interpretación de oso. —Pero no olvidéis la doncella. Me sale mejor aún— Sonrió bromeando...o no.

El lord adecuó el paso al de Carellyn, pero fue abandonar los jardines y el bullicio que provenía de las cocinas, la guardia en el patio de armas... Hacía falta reparar en el deseo de silencio, para percatarse de lo ruidoso que era en realidad el castillo. Notó la mano del lord entre la espalda y la cintura, en un gesto nada malintencionado. La mano invitaba a acelerar el paso, antes que el grito de un soldado o una petición en cocinas, pudiese dar al trate con todo. El pequeño Quentyn abrió un isntante los ojos pero por suerte para el lord, los volvió a cerrar, completamente instalado en los brazos de la doncella. La escena resultó un poco cómica con ambos entre corriendo y andando. Los guardias miraron extrañados pero ya desde varios metros antes Lord Martyn siseaba con el índice en los labios, pidiendo silencio. Al llegar a la puerta, sacó una gruesa llave de acero oscuro y trató de abrir la puerta con tanto cuidado como si fuese de cristal.

La habitación estaba a media luz, y Lord Martyn , como si temiese pisar el suelo, se dirigió a echar las cortinas mientras Carellyn colocaba al niño en la cuna que había junto la cama de su padre. El niño era precioso, pero así dormido, despertaba ternura de forma inevitable. Con el mismo cuidado que entraron, salieron. 

Lord Martyn apoyó el cuerpo y la cabeza en la puerta cerrando los ojos mientras soltaba aire despacio tras sortear "el peligro". sin prescindir aún del descanso que le proporcionaba, giro la cabeza para mirar a Carellyn.

Tenéis buena mano para los niños...— Aseguró. 

En ese momento una doncella que debía ser de su séquito apareció. Lord Martyn comunicó que el niño ya estaba dormido.

Si se despierta...si se despierta haced el oso , la doncella, el dragón el caballo o lo que haga falta. — Pidió dejando caer los brazos muertos. —Yo hoy no puedo más...— Esa expresión última sonó, tan, tan, tan cansada...

Se retiró entonces de la puerta e hizo un gesto a la doncella para que lo acompañase.

Muchas gracias, Lady Carellyn...— Habló ya en un tono normal al tomar cierta distancia.

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23/08/2019, 14:14
Carellyn Flores

Jardines. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Carellyn se asombró del jaleo que había en el castillo. ¿Acaso era así siempre y nunca lo había notado? ¿O justamente se debía a la gran cantidad de visitantes que tenían esos días? Como fuese, el gesto del Lord tuvo su respuesta y la muchacha apretó el paso, esforzándose por no mover demasiado al pequeño. Seguramente más tarde se reiría al pensar en la imagen que tenían que haber dado, los dos corriendo sin correr, con el objetivo máximo y primordial de que un bebé permaneciese dormido. Pero lo cierto era que en ese momento se entregó a tal tarea por completo y no se sintió tranquila hasta que no pudo depositar con cuidado a Quentyn en su cuna. 

Se quedó allí un instante, mientras el padre corría las cortinas y respiraba aliviado. Ella contemplaba enternecida a la criatura. Siempre le habían gustado los niños, ella creía que era culpa de lo adorable que había sido Daniel y lo mucho que lo quería. Pero en ese momento se dio cuenta de que no era en Daniel en quien estaba pensando al admirar la carita de Quentyn, sino en cuánto deseaba tener uno así que fuese suyo. 

Una idea, una sensación más bien, empezaba a gestarse en algún lugar de su estómago, aunque aún en sus primeras fases era demasiado pronto para que su mente la desarrollase. 

Lord Martyn la sacó de su ensimismamiento y le dedicó una sonrisa al mirarlo.

—Es cierto —convino en un susurro, al comentario sobre su mano con los niños—. Siempre me han gustado. 

Salió junto a él cuando llegó la doncella que cuidaría del sueño del pequeño y una vez fuera se giró para mirarlo. 

—No tenéis nada que agradecer, milord —manifestó, aún con la ternura del crío prendida de su sonrisa—. Ha sido un verdadero placer poder saludar a vuestro hijo y me alegro mucho de haberos sido de ayuda a vos. Quentyn es un verdadero encanto, sois un hombre afortunado.

Llevó los ojos hacia la puerta cerrada y luego volvió a mirar a Lord Martyn.

Creo que os estoy robando un tiempo que bien necesitáis para descansar, milord —aventuró, pues el hombre parecía estar agotado—. Así que, si no necesitáis nada de mí, me retiraré ya para que podáis hacerlo. Espero que tengáis un buen viaje mañana. 

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23/08/2019, 18:16
Lord Martyn Mullendore

Jardines. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C

—Sí que lo soy.— Reconoció. —A decir verdad, tengo tres hijos maravillosos.— Sonrió con orgullo, aunque algo de tristeza. 

Era sabido que Lord Martyn contrajo matrimonio con su mujer cuando ésta tenía sólo trece días del nombre y él veintiuno, aunque se cuenta que su difunta esposa, Lady Diane, estaba muy crecida ya a esa edad. También se dice que su amor fue casi como un cuento y que, aunque su matrimonio fuese fruto de un acuerdo, la complicidad y conexión entre ambos nació desde el primer momento que se vieron. Su historia era un poco como el cuento de hadas que todo joven noble desearía vivir; descubrir que la persona con la que tienes el deber de casarte, es el amor de tu vida. Tras la muerte de su mujer en el parto de la criatura que Carellyn había sostenido en sus brazos, una gran pena le tuvo tiempo aislado en su castillo.

Sin duda debía ser cierto aquello que se dice de que el tiempo cura todas las heridas, pues Lord Martyn no dio sensación de ser un hombre abatido por el dolor, pero a veces deben quedar cicatrices y aquel momentáneo reflejo de tristeza en sus ojos, era prueba de ello.

—Pero sí que os agradezco el buen rato de descanso que voy a tener. Aunque yo, ni me atrevo a entrar ahora en la habitación .— Negó como si aquello le diese más miedo que enfrentarse a un dragón. —Así que voy a aprovechar vuestro regalo, volver al jardín, buscar un buen lecho de hierba fresca...y dormir. Sí...dormir.— Asintió como si ya quedase muy lejana la última vez que pudo hacerlo en condiciones.—Pero no sin antes...— Interrumpió para desprenderse del pecho un broche de oro en forma de mariposa que simbolizaban el escudo de su casa acercándose a Carellyn y prendiéndolo en con cuidado sobre su vestido.—...haceros yo también uno.— Una vez acabó de prenderlo, puso su mano sobre el hombro de la doncella, más bien en el brazo, como gesto de acercamiento y agradecimiento.

Si alguna vez os veis en la necesidad de pasar por Tierras Altas, o decidís hacerlo sólo por conocer aquellas tierras, portad este broche. Seréis bienvenida* en cualquier lugar de mis dominios, en sus hospedajes, por la guardia y por sus gentes.— Aseguró. —Aunque me sentiría ofendido si no pasáseis a visitarnos por el castillo, ¿eh?— Bromeó, pues en realidad su intención era enviar el mensaje claro de que simplemente era bien recibida no sólo en sus tierras, sino también en su casa.

Lady Carellyn, ha sido un placer conoceros.— Dijo antes de disponerse a marchar.

Notas de juego

*Bienvenida= a no pagar un duro, la guardia velará por su seguridad y la gente se mostrará cercana y amable

Por cierto, cautivado.

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23/08/2019, 19:54
Carellyn Flores

Jardines. Tercer día del Guerrero. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Carellyn conocía la historia de Lord Martyn y ahora que había tenido la oportunidad de conocerlo también a él en persona, no pudo evitar entristecerse al notar la tristeza en su sonrisa. Se sintió también algo culpable, pues tal vez su comentario sobre lo afortunado que era no había sido el más apropiado. Sin embargo, disculparse por ello sería incidir en la herida y le pareció mejor dejarlo correr. 

Se rió bajito al escuchar los planes que tenía para poder descansar y estaba a punto de ponerse en marcha para dejarle hacerlo cuando sus palabras la detuvieron. Sus mejillas adquirieron algo de color al recibir el regalo y sus labios se curvaron en una sonrisa agradecida. 

Muchas gracias, milord —dijo tocando el broche que él le había puesto con la punta de los dedos—. Para mí también ha sido un placer. Me encantará visitaros si alguna vez tengo la oportunidad. 

Lo despidió con una inclinación cortés y salió ella también de la torre de invitados, aunque, en su caso, para encaminarse hacia su cuarto. 

···

Ahora que estaba sola, esa sensación que había empezado a germinar un rato atrás mientras tenía al niño en brazos comenzaba a echar raíces. Un retortijón en su vientre la hizo pensar en lo que podía estar perdiendo en ese mismo momento, en lo que había priorizado por encima de tener un pequeño como ese, pero suyo. Suyo y de Arlo, que en ese momento era el único hombre con el que querría compartir algo así.

Claro que la razón le decía que había hecho lo que tenía que hacer, que era lo mejor, que si se hubiese quedado embarazada habría sido un deshonor para su padre y toda su familia... todo eso, ya lo sabía. Pero, en ese caso, no era un pensamiento racional. Tan sólo era una sensación de pérdida que entristecía algo en su pecho. 

Sentada ya en su dormitorio se miró al espejo y se puso la mano en el vientre, como había hecho el día anterior, antes de tomarse la infusión que había robado. Le dolía y se sentía sensible y frágil.

Pensó en Ser Dwain. En lo que él le había dicho antes de partir. Le había dicho que era luz y vida. ¿Podía encajar eso con tomar un brebaje para evitar engendrarla? En realidad Carellyn ni siquiera estaba muy segura de lo que estaba pensando, pero sentía sus emociones revueltas por dentro. Tardaría aún en comprenderlas y ordenarlas lo suficiente, pero sentía que algo tenía que cambiar en ella.