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Historias del Dominio

Capítulo II. Guerra y funerales

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08/01/2020, 03:30
Aquilegia Stronghorse

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

Aquilegia esperó pacientemente a la respuesta del dorniense, estudiando sus ojos y sus facciones mientras el silencio reinaba entre ambos. Llevaba años soñando con esos profundos ojos azules, cuyo color se disimulaba tan perfectamente para quienes no le miraran con atención. De un solo vistazo, sus ojos podrían parecer negros, o incluso grises, pero ya llevaba tanto tiempo perdiéndose en el mar de sus ojos que para Aquilegia serían inconfundibles. 

Entonces hago bien en no darte esa bofetada - afirmó una vez el chico acabó de hablar - Si insistes en merecerte castigo entonces no hay uno mejor que no darte la satisfacción de librarte de la culpa que sientes. - respiró profundo, mirándolo a los ojos - Además, aunque me duela admitirlo, tienes toda la razón. Si sabías de lo que sentía, y tú no sentías lo mismo por mi... Debiste habérmelo dicho. - apretó ligeramente los labios, suspirando un momento y bajando la mirada. Por mucho que aquella conversación fuera lo mejor que le podía pasar a ambos, era imposible que no se le encogiera el corazón cada vez que hablaban de lo que Aldern jamás sentiría - Por otra parte... entiendo que no lo hicieras. Que si tenías la esperanza de amarme algún día, callaras. Fue cruel, innecesario y egoísta, pero lo entiendo. Yo callé por miedo a perderte, suponiendo que de todas formas de eso no nacería nada, que nunca podría hacer nada al respecto, incluso si me amabas... Así que, a mi manera, fui egoísta también. - volvió a subir la mirada a sus ojos - No puedo decir que no me importe en absoluto lo que hiciste, o que ahora mismo tenga la mejor de las impresiones de ti como hombre... Pero que no me ames jamás va a ser causa para dejar de considerarte mi amigo. Solo necesito un tiempo para aceptar todo esto, unos días. - sus ojos adquirieron un tono triste. Era imposible tragarse el rechazo y superar el dolor de un corazón roto con el objeto de tu amor a tu lado.

Mi padre me envió a Aguasfrías con Helaena por unos días, esperando que nos distrajeramos un poco organizando un desfile por la victoria del Rey. Volveré en menos de una semana, de todas formas, pero creo que es lo mejor. Estuvimos mucho tiempo separadas, y con todo lo que ha pasado... - frunció ligeramente el ceño - Puede que no tengamos las personalidades más compatibles, y que muchas veces no nos estimemos, pero sigue siendo mi hermana. Creo que nos hará bien pasar un tiempo juntas. - o al menos, eso esperaba. Siempre cabía la posibilidad de desastre, pues no confiaba ciegamente en el juicio de la menor ni en su propia paciencia con ella, pero tenía toda intención de que esos días salieran bien.