Partida Rol por web

Historias del Dominio

Capítulo II. Guerra y funerales

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20/11/2019, 01:44
Aldern Dayne

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

Aldern asintió a lo primero que dijo Helaena, dándole la razón sobre la dignidad de los Stronghorse. Cuando siguió hablando estuvo a punto de intervenir, y se lo pensó durante un instante, hasta el momento en que habló de Aquilegia.

—Es posible —reconoció—. Y es una faena.

No podía decir mucho más al respecto. Las cosas eran así, y más aún desde el Dominio hacia el Norte. Aldern creía, sin embargo que en Dorne había espacio para otras cosas, y así lo había hecho saber siempre.

Cuando la muchacha siguió hablando, Aldern frunció el ceño. Dejó que Helaena hablase, que se desahogase, pero no tardó en negar con la cabeza. Cuando se negó a contar más, sin embargo, él se quedo pensativo un instante.

—Tu padre te estima —afirmó con seguridad. Y por primera vez en la vida Helaena escuchó a Aldern justificar a Lord Everam—. Pero tu padre también se equivoca. Y seguro que tiene muchas cosas encima ahora mismo: lo de Carellyn, ponerse al día tras volver... Y dormir en un castillo donde ya no tiene a su esposa. —Aldern tomó aire—. Estoy seguro de que está de tu lado. Porque además, tu lado y el tuyo son el mismo. Habrá roto su promesa, y te habrá hecho daño, pero estoy seguro de que no era esa su intención.

—No cuentes nada si no quieres, o si no crees que no puedes —añadió después—. Pero si quieres hablar de ello, puedo escucharte. Tú ya conoces mi secreto, al fin y al cabo. Y de todas formas, créeme que con lo de Carellyn en un rato estaré tan bebido que ni siquiera recordaré nada de lo que me digas.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Quiero iniciar una Intriga. Acompaño el post con tirada de Estatus+Reputación para la iniciativa, penalizando por la maldita herida.

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20/11/2019, 02:05
Aldern Dayne
- Tiradas (3)

Notas de juego

Como mañana tengo un día atareado, voy dejando aquí la tiradita...

 

Actitud inicial: Indiferencia.

Actitud aparente: Amistad.

Objetivo de la intriga: Sacar información.

Técnica: Convencer (de que no pasa nada si se desahoga).

 

Resultado de la tirada: 30.

Resultado de la maniobra: 6. Me quedo con el 3, que la actitud de Helaena con Aldern mejore un grado.

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20/11/2019, 02:14
Aldern Dayne

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

Aldern escuchó a Serah y la agudeza de sus palabras, y se forzó a sonreír. Por más que lo intentaba, que se fijaba en sus curvas, en su sonrisa... Tenía claro y más que claro que no era ni su cuerpo ni su boca la que quería estar mirando, y eso le enfadaba y le entristecía, por más que no dejase que se le notara. Dio otro trago al vaso de vino y miró a la muchacha un instante, tentado por un momento de marcharse de allí. Aquello había sido una idiotez. Y no tenía ganas de relatar un relato para que fuese puesto en duda, ni de ser el centro de atención.

Al oír lo del laúd, sin embargo, su mirada se desvió hacia el instrumento. Aquello podía ser entretenido, al menos. O eso esperaba. Las últimas composiciones que había hecho, sólo unas horas otras atrás, eran un tanto deprimentes. Por un instante se lo pensó, pero al final se puso en pie.

—En realidad no voy a narraros mis hazañas —enunció mientras caminaba hacia el instrumento—, sino las de un hombre que conocí en el frente. Mis hazañas no son nada al lado de las suyas. Su barco se separó de los demás y él solo venció a decenas, no, a cientos de barcos enemigos. Se llamaba... —Se sentó en la superficie de la mesa, de cara a Serah y a la gente de la taberna, y alzó la mirada—. Brian, aunque todos le llamábamos Patoso.

Dicho eso tocó la primera cuerda y escuchó su sonido. La tensó un poco antes de pasar a la siguiente. En realidad lo hacía más por darse interés que por cualquier otra cosa.

Cuando el Lord nos hizo llamar

ninguno se esperaba

acabar en medio del mar

con calamares en la cara.

Yo nunca había luchado

más que contra conejos,

de repente era la guerra:

ir al frente o ir preso.

Me preparé como pude

y me dieron una espada

el primer día ya me corté,

de verdad estaba afilada.

Cuando el Lord nos hizo llamar

ninguno se esperaba

acabar en medio del mar

con calamares en la cara.

Después cogimos el barco,

desde el principio, mareado,

al compañero le olían los pies

y toda la noche roncando.

Cuando en la cubierta avisaron

todos fuimos corriendo

a lo lejos venían unos barcos,

así, a ojo, doscientos. 

Cuando el Lord nos hizo llamar

ninguno se esperaba

acabar en medio del mar

con calamares en la cara.

De repente estaban encima,

los del kraken nos abordaban,

mi compañero se desmayó

y yo había perdido la espada.

Si queréis que os sea sincero,

pensé en hacerme el muerto

hasta que vi que remataban

a todo el que estaba en el suelo.

Cuando el Lord nos hizo llamar

ninguno se esperaba

acabar en medio del mar

con calamares en la cara.

De repente yo ahí estaba

con cinco krakens al lado,

os juro que nunca he visto

hombres más feos ni tardos.

Me aparté como bien pude,

y tuve muy mala suete,

tiré una antorcha al suelo

y el fuego empezó a comerme.

Cuando el Lord nos hizo llamar

ninguno se esperaba

acabar en medio del mar

con calamares en la cara.

Empecé a correr por el barco

tan rápido cómo podía,

al final acabé en el mar

viendo como el barco ardía.

Todo el mundo saltaba, 

todos estaban ardiendo

y luego los barcos de al lado

se contagiaron del fuego.

Cuando el Lord nos hizo llamar

ninguno se esperaba

acabar en medio del mar

con calamares en la cara.

Doscientos barcos ardieron

doscientos uno con el nuestro,

si creéis que es un mal cambio

¿por qué no contáis con los dedos?

Si me dijeran antes de ir

que los kraken hacían barcos

porque no sabían nadar

no lo creería en cien años.

Cuando el Lord nos hizo llamar

ninguno se esperaba

acabar en medio del mar

con calamares en la cara.

Ahora dicen que soy un héroe,

dicen que soy un guerrero,

yo, ¿qué queréis que os diga?

Yo tengo miedo del fuego.

Si alguna vez acabáis

uno contra doscientos,

recordad: no saben nadar

y son torpes y lerdos.

Cuando el Lord nos hizo llamar

ninguno se esperaba

acabar en medio del mar

con calamares en la cara.

 

Cuando el Lord nos hizo llamar

ninguno se esperaba

acabar en medio del mar

con calamares en la cara.

 

Cuando el Lord nos hizo llamar

ninguno se esperaba

acabar en medio del mar

con calamares en la cara.

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20/11/2019, 20:14
Serah

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

Cuando Aldern tomó el laud y explicó lo que se disponía a narrar, unos pocos desviaron su atención hacia él. La canción fue despertando a la concurrencia y poco a poco se iban uniendo a ella en su estribillo mientras guardaban silencio en el resto de estrofas riendo con cada una de ellas.

Durante al menos ese rato en el que el joven tuvo que agudizar su ingenio para hilar los versos y estrofas, pudo olvidar esa nube oscura que se cernía invisible sobre él, y dejarse contagiar de aquel ambiente. Ver a Serah como aceptaba la petición de baile de un casi anciano y como el vino y la cerveza se hizo casi imprescindibles. Esa alegría por un momento le hizo evadirse de todo aquello que le atormentaba. Pero la canción no era eterna aunque los vítores y aplausos hacia él así lo parecían. Rápido un hombre se encargó de que a Aldern no le faltase vino dejando una jarra en su mesa sin mediar permiso y dedicándole una sonrisa antes de volver con sus compañeros. 

Serah acalorada terminó su baile con el anciano y de nuevo sacudió la mano. Se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, dejando entrever un escote que aún despertaría a los muertos. 

Aquello generó las protestas de un ya ebrio paisano que aseguró que él cantaba a cambio de un beso, comenzando a berrear, hasta que una batería de cortezas y migas de pan lo volvieron a sentar.

Ingenio y agudeza no habéis perdido. Podría contrataros como juglar en la taberna si disparáis así las ventas de vino y cerveza.—

Finalmente volvió a la barra y regresó con algo de pan y un poco queso y tripa curada. —Anda, comed algo. Que tanta bebida os va a sentar mal y os lo habéis ganado. Que de mirarme no vais a vivir eternamente.— Dijo alzando una ceja.

¡¡Yo sí!!— Se escuchó al fondo al igual que la respuesta de otro hombre distinto. —¡¡Tú sí, porque estás gordo como un choto de matanza!!— Las risas volvieron a inundar la taberna. 

Aldern no pudo evitar pensar que aquella alegría era más auténtica. Sin tanta preocupación de quién es quién. Si eres hijo de Ser o de lord. Sin protocolos ni formas. Era como algo más familiar, más entrañable, incluso más sincero. Pronto, cuando la euforia se fuese disipando con los, las cosas volverían a la normalidad, pero en aquel momento, los hombres y mujeres celebraban la vida en sí. 

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20/11/2019, 22:00
Aldern Dayne

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

Al ver la reacción que iba despertando en la gente, Aldern se fue mentiendo un poco más en la canción, y luego más, hasta que en determinado momento se sintió casi libre de la mano que oprimía su garganta. Casi. No era sólo que la aceptación, la expectación y los vítores le sentasen bien, sino que tenía que tener su cabeza corriendo en otra dirección si quería seguir cantando. Ver a Serah bailar le distrajo otro poco, y desde luego le sacó una media sonrisa. Verla así le hacía darse cuenta de que pocas veces había visto a Carellyn actuar con naturalidad ante todos... Y ahí estaba otra vez, la doncella en sus pensamientos.

El chico siguió cantando, centrándose sólo en lo que estaba diciendo, y para cuando la canción se acercó a su fin y repitió un par de veces el estribillo su corazón galopaba al ritmo de la música. De hecho si llegó a acabar con tres estribillos seguidos no fue sólo por la gente, sino porque algo dentro de él de repente le hacía temer el silencio. Por suerte los vítores taparon esa posibilidad, y luego la cercanía de Serah y su beso. Aldern se sintió tentado de ponerle el brazo en la cintura y darle un beso diferente, uno de verdad, allí delante de todo el mundo, y si no lo hizo en parte fue simplemente por ser demasiado lento.

Acto seguido, cuando la tabernera añadió sus cumplidos a su beso, Aldern pensó que quizá había vencido ya su enfado, al menos en parte. Si habría o no una conversación al respecto, era algo que sólo el tiempo diría. El chico era consciente de que la mayoría de nobles no tendrían ese tipo de charlas: no rendían cuentas ante nadie, y menos ante una tabernera. Pero la relación que él mantenía con la gente nunca había sido así. Al principio para utilizarlos, pero cada vez se despertaba más en él otra cosa...

—Tendríamos que hablar de cuánto me pagarías —respondió Aldern a Serah delante de todos, como si eso de verdad fuera una opción—. Aunque si me contratases, me parece a mí que pronto acabaría con el vino y con la cerveza.

Después de eso ladeó un poco su postura, sin dejar de estar sentado en la mesa, para coger un poco de pan y queso. Rió con el comentario del parroquiano, y más con la respuesta que le dieron, y luego respondió a la muchacha.

—También podría no limitarme a mirarte —dijo bajando un poco la voz y manteniéndole un instante la mirada a la muchacha. Después le guió un ojo y llevó la vista al frente, dispuesto a dirigirse a todos, dispuesto a proponer un brindis. Si algo había aprendido el chico era que cuanto más se brindaba, más se bebía. Y cuanto más se bebía, más contenta estaba ella

—¡A ver, señores! —exclamó antes de alzar el vaso—. ¡Quiero proponer un brindis! ¡Por los héroes de guerra! —gritó con una sonrisa que tenía muy poco de ser real—. ¡Y por Serah, capaz de dar de beber y de comer a todos ellos!

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20/11/2019, 23:00
Helaena Stronghorse
- Tiradas (1)
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20/11/2019, 23:13
Helaena Stronghorse
- Tiradas (1)
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20/11/2019, 23:41
Helaena Stronghorse

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

Helaena miró a Aldern sorprendida. Desde siempre, cuando ella se quejaba de su familia —generalmente de su hermana—, él no decía nada, probablemente porque prefería no meterse en temas familiares, pero que a Helaena en muchas ocasiones le daba la sensación de que estaba más de su lado que del de Aquilegia o Everam. No así esta vez, pues el dorniense defendió al Lord a pesar de todo lo que ella le había contado. Quizá pensaba que Helaena era a veces dada al dramatismo y que, en cuanto se calmara, sus sentimientos no serían tan fuertes. O quizá el tiempo que había pasado en la guerra junto al Lord le había ayudado a unirse más a él y a comprenderlo mejor. En cualquier caso, hizo reflexionar a la joven.

Supongo que podrías tener razón. Tiene demasiadas cosas en la cabeza. Aunque ni siquiera me ha preguntado qué tal en Aguasfrías —dijo, torciendo el gesto con tristeza—. Claro que quizá quería preguntarme más tarde y no le he dado pie a ello… —Se llevó las manos a la cara, totalmente desmoralizada. Luego negó con la cabeza, mientras suspiraba y miró a Aldern de nuevo—. No sé, Aldern. Yo también echo de menos a mi madre y no por eso me olvido del resto de la familia… Al contrario, los necesito más —Se llevó una mano al pecho. Había intentado evitar sacar el fallecimiento de su madre, pues, a pesar de haber pasado semanas, aún lo sentía.

Escuchó al joven darle ánimos para que siguiera hablando y ella lo miró con angustia.

No puedo, Aldern. Y… no sé si quiero. Sí querría en cualquier otro momento, otro día… Sabes que me gusta escuchar tu opinión sobre muchos temas y tu visión es tan diferente al resto que siempre me ayuda —le explicó, esperando que él ya fuera consciente de eso—. Pero… de verdad que ni siquiera tengo ganas ahora mismo. Estoy realmente agotada, ahora me he puesto a pensar en mi madre y… —Suspiró, aguantando nuevas lágrimas tras mencionar otra vez a Lady Stronghorse—. Necesito que este día mejore, distraer mi mente, algo que había conseguido con tus historias de guerra —dijo, con una sonrisa, aunque algo apenada.

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20/11/2019, 23:46
Director

Notas de juego

Vale quedan hechas las tiradas. Te quedan 4 puntos de compostura. A por otro turno.

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20/11/2019, 23:47
Director

Vale, hechas las tiradas. Te quedarían 7 puntos de compostura. Otro turno

 

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20/11/2019, 23:59
Helaena Stronghorse
- Tiradas (3)
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21/11/2019, 02:03
Aldern Dayne

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

Aldern bajó la mirada al principio, al escuchar la respuesta de Helaena. Al verla tan abatida le puso una mano en el hombro y lo apretó afectuosamente. Luego, cundo ella se negó a seguir hablando, él la miró un instante. No tardó en contestar.

—Lo que te voy a decir no es para que te sientas culpable —empezó a contestar—, sino para que entiendas que de verdad estás equivocada. —Hizo una pausa para asegurarse de que era escuchado—. Lo primero que tu padre preguntó al regresar fue por ti, por si seguías en Aguasfrías y por cómo te estaba yendo. —Aldern apartó la mirada en ese momento—. Sé que has perdido a tu madre, pero tienes la suerte de tenerle aún a él. Si te puedo dar un consejo, es que no desperdicies el tiempo que tengáis por enfados —En ese momento no debía estar muy claro si el muchacho hablaba pensando en su propio padre, en su madre o en Carellyn—. Ganarás más si le dices de forma calmada y ordenada lo que sientes. Y no dudes de si te quiere. Si no te sale respetarlo, no lo respetes, pero dale la oportunidad de que vuelva a ganarse ese puesto. Además, eso sólo quiere decir que ya no eres una niña. Antes habrías aceptado cualquier cosa que dijera, y ya no.

Durante un par de segundos permaneció callado.

—Y no hace falta que me cuentes nada, desde luego —añadió después e hizo un gesto con la cabeza para invitar a la muchacha a seguir andando juntos—. A mí no me apetece hablar de historias de guerra... Pero sí puedo decirte que he visto a Ser Dwain un poco borracho.

- Tiradas (1)

Notas de juego

En su turno o cuando sea, Aldern claudica y proclama a Helaena victoriosa. No va a insistir.

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21/11/2019, 20:15
Aquilegia Stronghorse

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

Aquilegia sonrió con la comisura de los labios al ver como su padre cambiaba de actitud a una más comprensiva, más cálida. Había temido que ni entre ambas lograran hacerlo entrar en razón, pero parecía ser que había subestimado la empatía de su padre y esta no era nula, sino que solo estaba oculta tras una nube de profundo dolor. 

Al oír al hombre explicarle los problemas del matrimonio con un Tyrell a Helaena, Aquilegia suspiró. De haber sabido lo que planeaba su hermana ella habría sido la primera en decirle que eso estaba bien para sueños, pero para nada más. Habría evitado que llegara tan lejos. Pero la entendía. Ella misma no había hablado de lo que sentía a quienes creía se lo podían negar, aunque no pensara jamás actuar al respecto. Entendía lo que era hacer lo que fuera por mantener la ilusión viva un momento más. 

Determinada, asintió respecto a las obligaciones que le mencionaba su padre. Lo sabía, desde pequeña, y siempre había cumplido con su deber con aquella familia. Y no solo con su familia, con el pueblo de Riverside. No había vivido un solo día pensando en ella misma desde que era una cría, y ciertamente no empezaría a hacerlo ahora. 

Aún con el alma en un hilo por el futuro de su hermana, escuchó atentamente a lo que su padre le decía a la menor, esperando que tras ese cambio en su tono fueran buenas noticias. Escuchó su reproche, sus condiciones, y su promesa, y suspiró aliviada. Helaena seguiría siendo una Stronghorse a sus ojos también. Y con eso, Aquilegia sonrió más que satisfecha, dando unos pasos hacia su hermana le tomó una mano en un gesto de cariño. Se había contenido hasta el momento, pero el miedo de perderla le corría por las venas y el alivio que ahora sentía le obligaba a correr a ella. 

Por mi parte, me comprometo a mentir y fingir cuanto sea necesario. Ni Aldern ni Carellyn merecen nuestra honestidad y consideración - dijo una vez su hermana había dejado de hablar - Si necesitas disimular tu rabia, Hel, dirígela contra mí. Sé que te he dado motivos, y a Aldern no le parecerá nada raro. - miró a Helaena a los ojos - Y estoy de acuerdo en que debemos dejar claro que diremos o no sobre los Rowan, así como cualquier otro detalle relevante. Esperemos que el Dayne se confíe y crea que pueda meter cizaña entre nosotros, que pueda aprovecharse de nuestra aparente desunión. - habló seria, casi fría en sus palabras. Quizás porque, de no sentir el corazón gélido en ese preciso momento, si latiese como siempre por el dorniense, no podría decir lo siguiente sin llorar - Aldern sabe que siento algo por él, y me hizo creer que él hacia mí también. - miró a su padre - No hemos hecho nada más que darnos un beso, la noche antes de que partiera a la guerra, porque pensé que si moría jamás me perdonaría el callarme. - que tonta había sido - Eso ahora puede sernos útil. Él sigue creyendo que soy tonta y despistada, y más aún, que me muero de amor por él, que le soy leal y que estoy dispuesta a arriesgarme en su nombre. Podemos usar eso en su contra. En mí no debe ver más que una chiquilla estúpida dispuesta a ser manipulada, y ese es un recurso con el que debe contar. - apretó los labios y respirò profundo, llena de odio y de rabia - Y sobre eso, hay algo que quiero dejar en claro, especialmente a ti, Padre. - lo miró con determinación, aunque su tono seguía siendo suave y dulce, como siempre, lo que hacía sus palabras quizás un poco más escalofriantes por la calma con que resonaban - Quiero verlos muertos. No quiero ser justa, quiero ser cruel. Quiero que paguen por la confianza que traicionaron, por menospreciar una familia que los recibió de brazos abiertos, por todo lo que provocaron y las vidas que tomaron o quisieron tomar. - frunció ligeramente el ceño - Quiero verlos sufrir, que la tortura sea física, mental y ojalá pública, que por la noche recen porque el Desconocido los tome. Que ni su cuerpo, ni su sangre, ni su reputación existan para cuando esto acabe. Que entiendan por qué no tendrán jamás paz ni descanso, y por qué en su vida no habrá más que dolor. Y quiero que sepas que estoy dispuesta a lo que sea necesario para ello, y que no desobedeceré ninguna de tus órdenes pues confío en ti, pero también espero que entiendas que aunque tome años en cumplirse, no espero menos de lo que acabo de decir. 

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21/11/2019, 21:26
Aquilegia Stronghorse

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

La broma sobre Darlia le hizo reír, pues no tenía duda alguna de que así sería, y por un momento sus ojos permanecieron en los del chico aún con una sonrisa en los labios, pensando en cuántas noches se había ido a dormir rezando a los Siete por su retorno seguro. Se alegraba tanto de saber que estaba de regreso sano y salvo en Riverside, y que ya no tendría que preocuparse día y noche por lo que su padre y él estarían atravesando en la guerra... En realidad, tenerlo frente a ella parecía casi un espejismo. 

Y si bien ella tenía sus propias razones para sentirse triste, como le acababa de decir, al ver que era el humor de Aldern el que se desvanecía y este suspiraba triste, su ceño se frunció preocupada. Sin embargo, no quiso interrumpirlo, y en vez de eso escuchó atentamente a sus anécdotas, sonriendo con la última.

Sin duda es razón para sentirse orgulloso. No debe ser fácil sobrevivir a la celebración de un norteño. - dijo ampliando un poco más su sonrisa, intentando no centrarse en las que no le traían buenas sensaciones. Entre eso, y lo difícil que era no hablar de la última noche que lo había visto, la conversación le estaba resultado un poco menos fluida de lo que hubiese esperado. Ciertamente el maestre nunca le había enseñado de qué hablar con un soldado recién llegado de la guerra sin meter el dedo en la herida. 

¿Estabas muy ocupado? - preguntó mirando con curiosidad los instrumentos de escritura y el laúd. Él la había mandado a llamar, sí, pero quizás se esperaba que tardara un poco más para poder acabar algunas cosas antes y ella había sido la ansiosa que no había podido esperar un segundo más para volver a verlo, interrumpiendo lo que estuviera haciendo. 

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21/11/2019, 22:31
Everan Stronghorse

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

Everam escuchó a Helaena dolido. Si bien su dureza la consideró necesaria, no significaba que para él hubiese no hubiese sido un trago amargo.Estuvo a punto de decir algo pero se mantuvo en silencio al ver como Aquilegia se acercaba a ella en una muestra de afecto. No sería el quien lo detendría. 

Pero su gesto se torció en una expresión contenida, cuando Aquilegia reveló sus sentimientos hacia Aldern y pronunció aquel beso que se habían dado. Apartó la vista de ella y se puso en pie, dirigiéndose a abrir una botella de vino. Parecía ser vino de Rejo, que sin duda trajo a su regreso. Se sirvió un vaso y lo bebió de un trago, al igual que el segundo. No hubo tercero pues bebió directamente de la botella. La dejó sobre la mesa con brusquedad. Suficiente para que unas cuantas gotas de vino salpicaran la mesa. y se mantuvo de espaldas un instante antes de regresar junto a ellas y terminar de escuchar las palabras y deseos de Aquilegia. 

Se dice que del amor al odio sólo hay un paso. Paso que tú acabas de dar. Lo que nunca se dice es que del odio al amor también.— Dijo mirando a Aquilegia.

—¿Quién habla?. ¿Aquilegia enamorada, despechada?.—  Negó como si aquello fuese un gran desastre, un problema. Emitió entonces un suspiro.

Hijas, quiero que mañana volváis a Aguasfrías juntas. Que descanséis y aclaréis vuestras ideas.— Dijo pensativo apretando un instante sus ojos con los dedos. Asintiendo, como si fuese una decisión que acabase de tomar.

Helaena, enséñale a tu hermana todo aquello, cómo funciona Aguasfrías. ¿De acuerdo?. Quiero que os aisléis de todo esto unos días, que paséis un tiempo juntas. Que dejéis de ser dos niñas hermanas y seáis dos mujeres hermanas. Creo que necesitáis y os merecéis también este tiempo.— 

Las miró entonces anticipando su reacción, sus pensamientos.

Y es ahora cuando toda esa confianza que prometéis tener en mí, se disuelve y vuelven los pensamientos de "padre nos considera unas niñas, no cuenta con nosotras". — Asintió convencido.

Sí, padre os considera unas niñas y espero que esto os convierta en mujeres. No, padre sí cuenta con ellas. De hecho, voy a dejar medio futuro de la casa en vuestras manos. Y espero que después de esto, nunca más dudéis de "padre" y que si algo no cuenta, o decide, es por un motivo y por vuestro bien. Aún os queda mucho para estar preparadas y ser como vuestra madre. Una verdadera noble y gobernante. Vamos a ver si tenéis su sangre.— Dijo serio y con cierta severidad.

Como he dicho quiero que descanséis unos días allí. Pero quiero también que os encarguéis de que todas las tropas estén listas, con el equipo y armas perfectas para el Primer día de la vieja del mes del Guerrero. Vosotras partiréis de regreso dos días antes, pues debéis estar en la cumbre. No quiero que bajo ningún concepto faltéis. Antes de partir recibiréis a Ser Tyros, sus hombres y barcos y le entregaréis una carta que os daré cuando marchéis, con mis órdenes y el plan de batalla. También recibiréis a Ser Bernard a la cabeza de nuestra caballería de los Tronadores y Escorpiones. El mismo día. Dos o tres días antes de que volváis— Tomó aire un instante.

Anuncia tu enlace al pueblo, Aquilegia, haced un desfile con las tropas conmemorando la victoria del Rey, organizad una pequeña feria...lo que sea. Quiero que Aguasfrías sienta y sepa que los Stronghorse no nos olvidamos de ellos y que no sospechen que la acumulación de tropas es para un ataque. Lo dejo en vuestras manos el cómo y el qué. —

Hizo una pequeña pausa y tomó aire.

Durante la cumbre, Ermita alta ha de caer.— De nuevo presionó sus ojos con los dedos, pero esta vez más tiempo. Cansado sin duda. Pero sobre todo mentalmente.

Ahora sólo os pido, que abracéis a vuestro padre y le digáis que todo está bien...aunque no lo esté.—

 

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21/11/2019, 23:29
Helaena Stronghorse

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

¿Por qué era que todo lo que decía Aldern sonaba sensato, pero una parte de ella no lo terminaba de aceptar? Quizá se negaba a reconocer que su reacción había sido, como de costumbre, demasiado exagerada. Porque si lo reconocía y admitía que su padre no había sido tan horrible como ella lo había sentido en un principio, la invadiría una sensación de culpabilidad y de vergüenza demasiado grande para lo que podía aguantar en ese momento.

Nunca he aceptado cualquier cosa que me dijera… —dijo, recordando aquellos momentos en los que Lord Everam la alejaba de los campos de entrenamiento, mientras ella, entre quejas y llantos, se lamentaba por aquella terrible injusticia—. Solo que antes Padre no se tomaba tan en serio mis protestas ni yo tampoco me tomaba en serio el motivo por el que protestaba.

Aun así, miró a Aldern entre agradecida por aquellas palabras destinadas a reconciliar a padre e hija; y apenada por todos aquellos a los que el dorniense había perdido, con quienes ya no podría aprovechar él su tiempo. Luego suspiró aliviada por que hubiera aceptado su petición de dejar aquel tema.

Echó a caminar junto a él, más calmada y dispuesta a reprimir de nuevo todas aquellas emociones que siempre debieron quedar en su interior.

¿Ser Dwain? —repitió, extrañada. Claramente Aldern le estaba mintiendo. Eso o sus recuerdos afectados por el alcohol no se correspondían con la realidad—. Me resulta difícil de creer. Ese hombre es el ejemplo de la máxima sobriedad en todos los aspectos de su vida. He visto cómo vivía en Aguasfrías… De hecho, tú también lo habrás visto cuando estuviste allí —añadió—. Ser Dwain parece tener miedo a cualquier exceso. ¿Cómo lo engañaste para beber nada?

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22/11/2019, 00:13
Helaena Stronghorse

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

Helaena asintió a la propuesta de Aquilegia de dirigir su rabia contra ella. Ya había pensado seguir esa línea, así que su gesto fue simplemente una manera de confirmar que las dos hermanas se habían puesto de acuerdo. Lo que en absoluto esperaba fue la confesión que hizo Aquilegia segundos después.

La miró con los ojos como platos. Ella ya conocía aquellos sentimientos, por supuesto. Pero por nada del mundo habría imaginado que fuera a sacarlos a la luz ante su padre. Y mucho menos esperaba escuchar que ambos se habían besado antes de que él partiera. Ella misma le había aconsejado hacía años que diera un paso, al menos para saber lo que él sentía. Pero nunca creyó que fuera a hacerlo de verdad, conociéndola. Lo peor de todo es cómo había acabado aquel tema. Lo mejor, la reacción de su hermana. No lloraba desconsolada, no se achantaba. Tras el golpe inicial se había hecho fuerte. Así que, a diferencia de su padre, quien eligió ese momento para darse a la bebida, ella la miró con orgullo.

Estuvo a punto de responderle que no tenía razón. Que era imposible que Aquilegia, tras aquella traición y con el corazón roto, pudiera volver de nuevo al amor. Pero no se atrevió a rebatirle, no tras la discusión que acababan de tener.

Aceptó con un gesto, sin ninguna queja, el plan de su padre. No sabía qué reacción había esperado, pero Helaena creía que hacía bien en alejarlas de allí. Sabía que era más que capaz de fingir ante Aldern cuanto fuera posible, pero la pregunta no era si podía, sino si quería. Porque ahora, si pensaba en él, solo quería ver cómo la luz se apagaba de sus ojos. Aguasfrías las ayudaría a ambas. O eso esperaba.

Entendido, Padre. No debéis preocuparos, los hombres de allí son muy capaces y saben seguir órdenes, no habrá ningún problema —le aseguró, pues conocía la eficacia de aquellos a quienes Ser Dwain había puesto al cargo—. Un desfile de la victoria será una excelente idea. No solo apaciguará al pueblo, sino que cualquiera que escuche la noticia de las tropas allí congregadas sabrá que hay una excusa para ello —coincidió.

También coincidía en la siguiente afirmación de su padre. Ermita Alta debía caer. Y Campoestrella también. Aunque les llevara más tiempo conseguirlo. Lo importante, como había dicho Aquilegia, era que pagaran caro lo que habían hecho contra su familia.

Se acercó a su padre, lo besó en la mejilla y lo abrazó, dejando espacio a su hermana para que se uniera si así lo deseaba. Era un abrazo sentido, lleno de agradecimiento, cariño, alivio; pero también de pesar y de disculpa, pues aún se sentía culpable por todo.

Padre, no solamente está todo bien, sino que todo saldrá bien —le aseguró, mientras lo agarraba con fuerza—. Pero ¿por qué no queríais contarnos todo esto? De no haberlo hecho, no estaríamos ahora prevenidas contra Aldern y cualquier manipulación suya —No había, por supuesto, ningún reproche en aquella pregunta. Simplemente curiosidad por saber qué se le había pasado por la cabeza al Lord para querer mantener a sus hijas al margen de algo de tal magnitud.

Cuando se separó, tras varios segundos, preguntó:

¿Sabe algo el maestre de todo esto? ¿O Ser Dwain? La joven sabía la lealtad que el caballero profesaba a la familia y la poca contención de la que era capaz cuando se trataba de defenderlos. Habría imaginado que algo así habría desatado su furia. Claro que, por otro lado, él mismo había nombrado heredero al dorniense...¿O habéis preferido no contárselo a Ser Dwain por la relación que tiene con Aldern? ¿Y se sabe qué ha pasado realmente con Carellyn?

Con respecto a Aguasfrías, solamente le quedaba una última duda, que no tardó en formular en cuanto tuvo ocasión:

¿Seguirán Ser Dunan y Ser Badorc conmigo? ¿Con nosotras? —añadió, mirando a su hermana, pues ahora que Aquilegia iría también hacia la villa, quizá tendrían que compartir escolta. O tendría la suya propia.

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22/11/2019, 12:41
Serah

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

El comentario de Aldern arrancó alguna sonrisa en la gente y algún vaso se alzó en su dirección brindando por ello. Pero la insinuación a Serah, algo más discreta a oídos ajenos provocó una reacción en ella de negativa. Con un casi imperceptible gesto negó y apartó la mirada, para luego retirarse ella, disimulando con una bandeja y recoger jarras vacías.

El brindis fue secundado e incluso se pidieron más jarras, pero Serah negó y se dirigió a todos los clientes.

Señores...vamos a cerrar un rato la taberna. Primero porque os lo habéis bebido casi todo.— Dijo arrancando algunas carcajadas y risas. —Y segundo...— Dijo mirando a su alrededor, por el suelo lleno de restos de comida y charcos resecos algunos ya de cerveza y vino —Para que vosotros, mis queridos clientes, tengáis un sitio decente como se merecen...pues ahora parece una pocilga.—

Algún lamento se escuchó, pero las jarras comenzaron a ser apuradas, menos por un hombre que se negó de una forma desafiante.

—De eso nada...yo no ve levanto sin tomar la última. Qué vas a hacer guapa, ¿echarme?. — Serah no tuvo ni tiempo a responder cuando siete hombres de una de las mesas se pusieron en pie. Tenían aspecto, por lo tostado de su piel y lo robusto de su cuerpo, de ser hombres de campo, acostumbrados al trabajo duro.

Ella no, pero nosotros sí.— Afirmó uno de ellos. —Es más no te apures ni esa que te vas a la puta calle ahora mismo.—

No les resultó difícil sacarlo entre tantos, a parte de despedirlo con un par de guantazos.

—Gracias cariños míos. No sé que haría sin vosotros.— Agradeció con un beso en la mejilla a cada uno de ellos. —Vosotros sí que podéis quedaros a una última, que invita la casa.—

No gracias, guapa. Nos viene hasta bien para dormirla un poco y estar frescos. Que la tarde y noche son muy largas. Pero cuenta que luego nos terminamos el jornal aquí.— Respondió el hombre junto a sus acompañantes entre risas. Serah sonrió junto a ellos asintiendo.

Bueno, pero la primera y la última, serán por mi cuenta. Qué menos— Casi impuso con cariño y complicidad con ellos.

A eso no te diremos que no.— Aseguró otro de ellos que obtuvo aprobación del resto con una sonrisa. Así, apuraron sus jarras y se dispusieron a salir como comenzaba a hacer el resto con mayor o menor prisa.

Aldern estaba excluido de aquello, evidentemente por quién era. Probablemente muchos pensasen que aún visitaba a Serah por otros motivos más allá de la cerveza, como había estado haciendo durante un tiempo en el pasado.

Una vez vacía la taberna, dos jóvenes de poco más de de diez o doce días del nombre comenzaron a retirar todo de las mesas. Debían ser aprendices de la joven, que comenzaban a ganarse la vida. Aprovechó y se sentó en la misma mesa que Aldern y estiró un poco el cuello y el cuerpo. Se la veía algo cansada pero radiante, contenta. Sin duda la caja había sido fabulosa, y con lo que restaba de tarde y noche, podía llegar a serlo mucho más. 

Bueno, milord...me alegra veros de nuevo.— Dijo cruzando las piernas y moviendo el pie en círculos, como descansándolo.

Cómo os ha ido todo. Hace mucho que no sé nada de vos...— Preguntó sin acritud, o eso le pareció al menos. 

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22/11/2019, 15:15
Aldern Dayne

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

La negativa de Serah produjo en Aldern sentimientos encontrados. Por un lado no le gustaba el rechazo. Por otro, con todo lo que había pasado con Carellyn, no estaba seguro de si realmente tenía ganas de... Eso. ¿De olvidarse de todo? Desde luego. Pero quizá no de hacerlo de esa manera. Aún así al chico no le gustaba sentirse rechazado, claro, pero aunque en otro momento quizá le hubiera sentado mal esa tarde no pudo guardarle ningún rencor a la muchacha.

Aldern se alegró al oír cómo su brindis era secundado, y cuando oyó que la taberna se cerraría lo lamentó durante unos segundos. Había ido allí a distraerse, y aunque unos meses antes aquello habría significado que ellos acabasen perdiendo la ropa tras la negativa de ella no estaba tan seguro. Aún así optó por quedarse, comiendo tranquilamente el plato que Serah le había servido, y alzó la mirada al oír que alguien replicaba.

Los ojos de Aldern se dirigieron hacia la tabernera en ese momento, resuelto a intervenir en caso de que ella quisiera. Esa era una de las ocasiones en que su estatus sí podía ser de utilidad. Por fortuna él no fue necesario. Era de esperar. Al fin y al cabo, había estado meses sin pasar por allí: estaba claro que ella no le necesitaba.

Una vez que todos se marcharon Aldern miró a Serah a los ojos mientras se acercaba a la mesa, ignorando por completo a los chavales que limpiaban. Escuchó sus palabras y tomó aire, llenando sus pulmones. La herida le tiró menos que unos días atrás al hacerlo, y agradeció mentalmente los cuidados del maestre. Sin duda el hombre sabía lo que hacía.

—Es cierto —reconoció nada más empezar. Y entonces se dio cuenta de que no sabía qué decirle. El Aldern del pasado habría recurrido a la exageración o la mentira. En cambio, él... Él ya no se conocía ni a sí mismo—. Y lo siento. Han sido... Tiempos complicados. Aún así tendría que haber encontrado un hueco para pasarme por aquí.

Aldern dejó aquellas palabras en el aire durante algunos segundos, sin entrar en más detalle por el momento. Entonces la miró un instante.

—Estuve con Ser Dwain en Aguasfrías, luego en Dorne y finalmente en la guerra. Me han hecho algunos agujeros, pero no voy a contarte más historias de batallas, no te preocupes. —dijo. Si contase la verdad, quizá creería que exageraba. Y de todos modos, prefería que le llegasen a los oídos a través de otras bocas. Calló entonces un instante—. ¿Y cómo has estado tú?

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23/11/2019, 11:13
Serah

Séptimo día de la Doncella. Mes de la Madre. Año 289 A.C.

—Bien, muy bien— Respondió tras escuchar a Aldern. —Se ha notado un poco la ausencia de soldados en el castillo, pero también hubo días de auténtica locura. Durante el funeral tuve incluso que pagar a gente que me ayudara.— Dijo con incredulidad, como si no hubiese esperado tal avalancha de gente. Miró entonces a los muchachos mientras recogían.

Mira, al final he tenido que coger a estos dos diablillos como aprendices para que me echen una mano. De momento rompen más jarras de las que limpian y se beben los culos que sobran, que los he visto.— Hizo amago de dar un azote a uno que pasaba cerca el cual apretó el paso riendo. —¿Verdad que sí, granujas?— Rió quedándose sólo en el gesto.

Lo miró entonces con duda, algo temerosa. —Y... y estoyconalguien.— Soltó rápido. 

La relación entre ambos no había sido tan estricta como debía entre un noble de la categoría de Aldern y una tabernera, ya que Aldern no era tan estricto, como hacía un rato había demostrado. Pero estaba claro que debió pensar que tenía que darle una explicación por su reacción de antes, pues por ser quien era, podría tener consecuencias contrariarle.

Y soy muy feliz junto a él.— Añadió, dejando claro algo que quizás nunca había visto en ella. Exclusividad. 

Pero su rostro volvió a mostrar cierta preocupación, esta vez por él. Tal vez que fuesen algo más cercanos le otorgó el descaro de preguntar.

Y ¿vos, milord?...No os ha ido tan bien, ¿verdad?.— Preguntó de una forma empática mientras medio llenaba dos vasos. Uno para cada uno. —Cada vez os veía menos por la taberna y definitivamente dejásteis de visitar mi cama. Eso sólo puede significar que encontrásteis a otra mujer.— Aseguró antes de alzar ambas cejas en un gesto para animarle. —Nadie se cansa de Serah, si no es por otra mujer. Y qué mujer tuvo que ser...—Dijo como si hacer olvidar sus encantos, no estuviese al alcance de cualquiera. Probablemente si Aldern no se hubiese insinuado, la joven habría pensado que había decidido pasarse por su segunda casa como antes de dejar de hacerlo. Como un amigo y conocido, como hizo las pocas veces que la visitó sin buscar sus sábanas antes de dejar de ir. Pero el haberse insinuado le hizo ver que aquello que lo había alejado, ya no estaba ahí.

Qué ha ocurrido, milord...¿queréis hablar de ello?— Tendió el vaso hacia él arrastrándolo sobre la mesa, como ofreciendo una forma de desahogo tanto en el vaso como en sus oídos. Y es que si alguien conocía bien la naturaleza de los hombres, mejor que ellos mismos, esa era Serah.