CARONTE

El actuar de Cronos te había dejado confundido y al sentirte nuevamente normal, notaste que tu naturaleza había cambiado. Te viste en un barco, uno del cual solo habías escuchado, mientras notabas tus ropajes, una túnica que cubría todo tu cuerpo y te encontrabas en el averno, navegando el río Estigia.

Cuando te das cuenta quién eras, te sientes confundido pero aún más al notar que puedes comunicarte con los dioses que aún se encontraban en el Olimpo y con aquellos que cayeran en el Tártaro. Serías su contacto con el Olimpo mientras te mantengas con vida porque de no ser así, te unirás a ellos en la prisión a la cual una vez Cronos y sus hermanos fueron condenados.

Tras sentir como todo tu cuerpo se convertía en bronce y sentirte atrapado en aquella urna, escuchaste la voz de Cronos y segundos más tarde, tus oídos sentían el suave balanceo del agua. No sabías donde estabas ni sabías por qué, pero algo te había llevado a aquel lugar.

Te levantas alarmado y miras alrededor para encontrarte en un barco sobre el río Estigia. Solo los mortales viajaban en sus aguas y parecía que, esta vez, también lo harías tú. Miraste detrás tuyo y encontraste una figura con una túnica negra que cubría también su rostro. Posiblemente era Caronte, el barquero, pero no preguntaste nada.

Siguieron navegando rumbo a lo más profundo del Averno y allí encontraron las puertas del Tártaro, sin guardianes y sin Cronos en él. Las puertas se abrieron para darte ingreso y el barquero destapó su rostro en ese momento. Atenea era quien te había guiado hasta allí. Ella sería tu mensajera, tu confesora y tu enlace con el Olimpo. Solo ella podría cruzar los dos mundos pero ella estaba allí para escuchar todo aquello que estuvieras por decir.

Tras sentir como todo tu cuerpo se convertía en bronce y sentirte atrapado en aquella urna, escuchaste la voz de Cronos y segundos más tarde, tus oídos sentían el suave balanceo del agua. No sabías donde estabas ni sabías por qué, pero algo te había llevado a aquel lugar.

Te levantas alarmado y miras alrededor para encontrarte en un barco sobre el río Estigia. Solo los mortales viajaban en sus aguas y parecía que, esta vez, también lo harías tú. Miraste detrás tuyo y encontraste una figura con una túnica negra que cubría también su rostro. Posiblemente era Caronte, el barquero, pero no preguntaste nada. Además de eso, Dionisio y Eolo se miraron entre sí como tripulantes del barco de los muertos. El precio a pagar ya lo habían pagado con su inmortalidad. La deuda estaba saldada.

Siguieron navegando rumbo a lo más profundo del Averno y allí encontraron las puertas del Tártaro, sin guardianes y sin Cronos en él, solo se encontraba Hermes, quien había sido ejecutado. Las puertas se abrieron para darles ingreso y el barquero destapó su rostro en ese momento. Atenea era quien te había guiado hasta allí. Ella sería su mensajera, su confesora y su enlace con el Olimpo. Solo ella podría cruzar los dos mundos pero ella estaba allí para escuchar todo aquello que estuvieran por decir.

Había ocurrido, había fracasado en la labor que nos había reunido a todos los dioses y ahora estaba pagando el precio de mis actos. El río Estigia a ambos lados de la embarcación, una figura vestida de negra al timón y una inmensa puerta al frente. No podría regresar, pero todavía no estaba perdido para mis hermanos, todavía quedaba esperanza para ellos.

Las puertas se abrieron para recibirme, con Hermes allí, de quién había tomado la esencia en este extraño juego en el que Cronos nos había metido. Para mi sorpresa, quien conducía la barca no era quien creía, sino Atenea, a la que había visto momentos antes en el otro lado, en el Olimpo.

-Todavía estáis a tiempo -dije mientras me agarraba a los pliegues de su túnica negra-. Yo los vi, con el don de Hermes, el cual poseía, pude escurrirme entre ellos. Iris no es de los nuestros, es uno de ellos... -aprieto más las manos en torno a la tela, tironeando-. Tenían la vista fija en Hera, pero entonces me descubrieron... y sufrí la misma suerte que Hermes. Tienes que andar con cuidado, Atenea...

La otrora Diosa de la sabiduria y la guerra estaba serena mirando en silencio a los recien fallecidos, estaba meditativa y en silencio y no habia dicho palabra alguna. Entonces cuando revelo su rostro mostro que su tes era palida y tenia los ojos vendados como si fuera su otra interpretación, la diosa de la justicia.

Cuando escucho las palabras del recien fallecido la diosa hizo un gesto con su mano pidiendo silencio, los muertos no debian contar historias. Luego bajo de la barca y camino de modo fantasmal arrastrando su tunica negra y raida en circulos alrededor de los muertos, se acerco a Dionisio y con un afecto frio y gelido pero en contraste maternal toco con sus manos el rostro del Dios caido, le sonrió amorosamente y le susurro´:

_{-Mi querido mortal caido en las fauces del Hades, no debes temer al abrazo de la muerte, aqui todo ya ha pasado, dolor, envidia, celos, odios absurdos..............Aqui no existe nada de eso, a diferencia de tu vida como un dios ahora eres completamente libre, sin penas o responsabilidades.}

Atenea dejo al dios y se volvió a tapar su semblante con la capucha. Ella antes queria a todas las criaturas vivas y a los humanos en la vida, pero en su nuevo rol como la barquera del Estigia le tocaba querer y consolar a los muertos, amaba su nuevo rol forzado. Sin perder tiempo ella regreso a su bote y mirando de manera fantasmal a Dionisio le susurró:

_{-No temas Alma atormentada, antes de que esto termine varios caeran al Hades, yo vere  y hare según las palabras de los caidos en la muerte, Cronos caera o nosotros caeremos, todo depende de la voluntad de los muertos, que cuando vivos no tuvieron el caracter de decidir..............}

Terminada esta oración la barquera salio remando en su barca hacia la ribera del Estigia, habia muchos muertos que recoger y la muerte no descansa, menos ella ahora que era su socia.

Tras sentir como todo tu cuerpo se convertía en bronce y sentirte atrapado en aquella urna, escuchaste la voz de Cronos y segundos más tarde, tus oídos sentían el suave balanceo del agua. No sabías donde estabas ni sabías por qué, pero algo te había llevado a aquel lugar.

Te levantas alarmado y miras alrededor para encontrarte en un barco sobre el río Estigia. Solo los mortales viajaban en sus aguas y parecía que, esta vez, también lo harías tú. Miraste detrás tuyo y encontraste una figura con una túnica negra que cubría también su rostro. Posiblemente era Caronte, el barquero, pero no preguntaste nada. Allí fue cuando Hipnos, Thanatos, Artemisa, Ilitía y Asclepio se reconocieron en la barca, navegando hacia un destino al cual nunca se habían acercado. El precio a pagar ya lo habían pagado con su inmortalidad. La deuda estaba saldada.

Siguieron navegando rumbo a lo más profundo del Averno y allí encontraron las puertas del Tártaro, sin guardianes y sin Cronos en él, solo se encontraban Hermes, Dionisio y Eolo, quienes habían muerto el día anterior. Las puertas se abrieron para darles ingreso y el barquero destapó su rostro en ese momento. Atenea era quien les había guiado hasta allí. Ella sería su mensajera, su confesora y su enlace con el Olimpo. Solo ella podría cruzar los dos mundos pero ella estaba allí para escuchar todo aquello que estuvieran por decir.

De repente, la figura de Dionisio comienza a desaparecer de aquel lugar, pasando incluso el Estigia por su propia cuenta.

Tras de sí, la figura de Artemisa se desvanece de aquel lugar, navegando el Estigia por su cuenta, yendo más allá del Tártaro.

La mirada de Rea hizo que algo en tu corazón saltara y si bien ahora cumplías la función del barquero, la verdadera esencia de Atene luchaba a toda costa por salir. Entonces, escuchaste su voz en tu cabeza - Blande tu escudo sabiamente, como has hecho desde el día de tu nacimiento. Con ello, la verdadera Atenea se sentía más fuerte, más ella.

Tu rol secundario es Sabia: Puedes discernir cuántos titanes hay entre los muertos. A pesar de esto, no sabrás sus identidades. Único uso.

Asclepio cruzo por segunda ver el mas Estigia, la primera como mortal y la segunda como dios. El rio era ya conocido por aquel Dios que nació mortal, pero el dolor era distinto.

-Atenea dinos, que ha sido de Dionisio y Artemisa. ¿Han vuelto con vosotros?-Si era cierto que ese lugar era donde debían reunirse los convertidos en bronce, entonces busco con ahincó sin encontrar lo que buscaba antes de preguntar de nuevo a la diosa.-Si este lugar es nuestro hades, ¿Donde esta Gea?[/b]-Esperaba que aquella diosa, al parecer nexo directo con los vivos, respondiera sus incógnitas.

De repente, la figura de Hipnos fue desapareciendo de aquel lugar, guiada por un misterioso rayo de luz.

La barquera del averno bajo irritada de su medio de transporte y nuevo trabajo, tanto ir y venir de los caidos frutaba sus paseos por el rio Estigia. Mientras uno de los muertos habia tenido la delicadeza de hablar con ella, era el buen Asclepio que antes habia sido mortal, se acerco a el y se quito la capucha que cubria su rostro, le sonrió de manera maternal y le dijó:

-Mi pobre niño perdido, no temas al frio de la muerte. Ahora estas a salvo de todo mal, ya no tienes que temer al hambre o al dolor.

Dicho esto se sento de modo sereno en una piedra de esos dominios, puso las manos en las rodillas y declaró:

-Esto que te dire es una teoria mia, pero parece que ahora mismo se esta librando una guerra, no una guerra de espadas y escudos, sino una guerra secreta, ahora mismo ambos bandos estan usando sus nuevos dones para traer a sus aliados del Hades. Mascaras estan cayendo, mentiras se estan disipando, solo se que al final de todo sabremos al fin quien es quien.

Terminada esta frase Atenea guardo silencio, no se moveria de esa piedra y esperaria a que mas muertos llegaran al Sheol. Queria hablar con mas muertos, ninguno le habia dicho nada desde que llego y otros partieron antes de soltar palabra alguna, eso le hacia sentir un poco de soledad.

Quedo mucho rato en silencio, asimilando tanto su muerte como lo dicho por la reina del reino muerto. Como ella dijo Asclepio no tenia miedo, su segunda muerte seria distinta a la primera solo porque ahora no regresaría. Pero gracias a ella al menos podría saber de los vivos.

-Entonces insinuáis con esas palabras, que no todos lo que han vuelto a la vida, pues así lo interpreto, entre ellos, ¿Hay titanes y dioses? ¿Tal poder tienen los esbirros de Cronos que incluso eso pueden hacer? Entonces ni los que llegan aquí en la noche, están libres de pecado, bien podrían ser enviados de los propios titanes, después revividos para que en su regreso no se sospeche de ellos.-El dios de la medicina, se alarmo de sus propias palabras.-¿Así lo crees tu, Atenea? ¿Y que piensan los demás? Que otras noticias me traes de los vivos, de quien sospechan ahora, que sucede entre Zeus y Poseidon, por ejemplo.-Con la soledad y Atenea como única guía, el dios estaba en ascuas sin saber nada de nada.

Al escuchar las palabras del dios caido Atenea se puso de pie y fue a su barca, tomo su fiel remo que en esos dominios reemplazaba su baston habitual y con el empezo a dibujar 3 formas en la tierra, terminados estos señalo la primera: era un martillo de herrero, luego hablo en tono sereno y apagado:

-El antes muerto Dios Dionisio ha regresado al Olimpo y ha puesto en marcha una serie de acusaciones, la primera hacia Hefesto, dios de las llamas y la forja-Luego señalo la forma en la tierra con una copa de vino-La segunda acusación fue hacia Afrodita, diosa del amor y la belleza-Dijo para luego finalizar con el tercer dibujo que era un arcoiris-La ultima en ser señalada fue Iris, deidad que representa el arcoiris y que sirve a dioses como una de sus mensajeros.

Hecho esto ultimo se alejo de los dibujos hechos en la tierra, se dedico a vagar por la orilla del Estigia y de sus riberas recogio varias ramas marchitas de un arbol extraño*. Atenea habia oido de aquel arbol, uno que crecia en las riberas de sangre del infierno, pero jamas pudo bajar al Hades para verlo, ahora tenia varias de sus ramas en la mano, ya con ellas preparo una hoguera de llamas azules, estas no calentaban pero la diosa no lo queria para eso, queria iluminar el entorno, para cosas que iban a ocurrir en el futuro. Ya con la escenografia iluminada Atenea se sento en la piedra de antes y continuó:

-Ahora mismo los dioses se estan acusando entre si, ya no como antes que solo se atacaban a ciegas, en base a las palabras de Dionisio los dioses estan tomando posturas y revelando secretos, entre ellos los"Dones" o "Roles" que tiene cada quien. Dionisio ya ha amenazado que matara a Iris, pero ella a respondido que si se le mata volvera gracias a su don, pero no por ser una Titan. Tambien a embriagado a Zeus para que hable y nos cuente sus secretos, este ha hablado y nos ha dicho verdades, palabras que por ahora me reservo, no por dudar de ellas sino por que por ahora no es buen momento, solo dire que Afrodita no es tan culpable o Iris y Hefesto tan inocentes.

Terminada la frase la diosa calló por unos segundos, dejando que las llamas hicieran ruido en medio de aquel lugubre lugar. Despues miró al caido y le preguntó:

-Y tu mi gentil Asclepio, ¿que papel te ha sido designado en este encuentro? 

Tras sentir como todo tu cuerpo se convertía en bronce y sentirte atrapada en aquella urna, escuchaste la voz de Hefesto y segundos más tarde, tus oídos sentían el suave balanceo del agua. No sabías donde estabas ni sabías por qué, pero algo te había llevado a aquel lugar.

Te levantas alarmada y miras alrededor para encontrarte en un barco sobre el río Estigia. Solo los mortales viajaban en sus aguas y parecía que, esta vez, también lo harías tú. Miraste detrás tuyo y encontraste una figura con una túnica negra que cubría también su rostro. Posiblemente era Caronte, el barquero, pero no preguntaste nada. El precio a pagar ya lo habían pagado con su inmortalidad. La deuda estaba saldada. Entonces, Afrodita supo hacia dónde se dirigía, aunque nunca antes hubiera estado allí.

Siguieron navegando rumbo a lo más profundo del Averno y allí encontraron las puertas del Tártaro, sin guardianes y sin Cronos en él, solo se encontraban Hermes, Eolo, Ilitía, Thanatos y Asclepio, quienes habían muerto en días anteriores. Las puertas se abrieron para darte ingreso y el barquero destapó su rostro en ese momento. Atenea era quien te había guiado hasta allí. Ella sería tu mensajera, tu confesora y tu enlace con el Olimpo. Solo ella podría cruzar los dos mundos pero ella estaba allí para escuchar todo aquello que estuvieran por decir.