Partida Rol por web

Asisto a la escena que se va desenvolviendo en el caos, con ataque de alien incluido, y también otro misterioso "afeitado muy apurado", esta vez a Hayes. No puedo evitar estar visiblemente nervioso, las cosas no están saliendo como deberían. 

-Señor Hasarov. No deberíamos ajusticiar tranquilamente a nadie. Siguiendo ésa línea de razonamiento, podríamos dar un arma a cada miembro vivo, matarnos unos a otros, y así asegurarnos de que los infiltrados no nos infecten... Pero no creo que sea adecuado. Y mucho menos que alguien aproveche para degollar gente. ¿A nadie le incomoda el hecho de que en los ataques del alien aparezca siempre alguien degollado? O tenemos un aprendiz de barbero muy ansioso por practicar, o hay un asesino suelto. 

Señalo con la cabeza la escena en la que están envueltos varios de los tripulantes, con armas apuntando y cuchillos clavados, sin atreverme a intervenir hasta que se dé una orden al respecto.

-Ésto es lo que yo quería evitar. Es lo que ocurre cuando se distribuyen armas entre gente con los nervios a flor de piel. Hasta el momento, usted y Katarina sólo han disparado a supuestos infiltrados, señalados por otros que decían serlo. Pero el padre no estaba entre ellos, y ahora está herido. ¿Debo pegar un tiro a todo aquel que se interponga entre lo que creo y yo, señor?

-No, usted debe hacer lo que yo ordene. Y después de la historia de Claude, para mí bastante convincente, me quedó claro la culpabilidad de algunos y tuvimos que tomar decisiones. No le pido que las tome usted, señor Paysal, para eso estoy yo que soy su superior.

-Lo entiendo, señor... Pero creo que la reacción de Claude y el bisturí en el brazo del padre ha sido desproporcionada. Seguramente había otros modos menos agresivos de lograr que se lograra ajusticiar a John, si es lo que se desea, sin herir a alguien en principio inocente. 

Miro a Paysal. Al parecer todavia quedaba algo de cordura entre esta gente.

No se esfuerce, señor Paysal. La hipocresía aumenta al mismo tiempo que el miedo. Los inocentes se convierten en asesinos, los defensores en culpables y los miedosos en líderes. Al parecer, aquí dentro hay más de un monstruo que le da igual dedicarse a matar sin pruebas ni convicciones.

Se río ante las palabras de Hasarov, muy jefe de seguridad era, pero poco había hecho.

- Escuchen... Tengo un plan para acabar con esa cosa, pero solo lo explicare a aquellos que estén de acuerdo en seguirme. - Volvió a observar a todos, dispuesto a moverse del puesto de mando.

- ¿Quién esta conmigo? -

Lamentablemente yo no, estoy a punto de ser asesinado. - comento brevemente, con la mirada clavada de nuevo en Vaugan.

Dirijo mi mirada hacia Nikolai

Puedes contar conmigo, ahora mismo mi único objetivo es detener a esa cosa de alguna manera, que hasta donde se no existe, pero si tu tienes alguna opción viable, puedes contar con mi apoyo para lo que necesites

- Creo que todos estamos contigo Nikolai...sólo que estamos esperando a acabar con los infiltrados, si el padre Francesco no interrumpe más y, de paso, me deja que le atienda esa herida de bisturí- digo acercándome al cura, a ver si puedo apartarlo de William un poco. Luego me vuelvo hacia éste:- William, creo que es más importante que te ocupes de Bailey en estos momentos. Ni siquiera se ha arrepentido y si estáis tan seguros de que Manfred no era un infiltrado, ha de serlo él.

-Bueno, vamos a calmarnos todos. Nadie más va a matar a nadie. Ya ha habido demasiadas muertes. Katarina, lleve a los sospechosos a un lugar seguro y enciérrelos allí. Los demás salgamos del puente, esto ya no es seguro.

- ¡Estaros quietos de una maldita vez! - Grito para hacerme oír en mitad de todo, y busco algo donde subirme para estar algo más elevado que ellos y que me vean bien. - ¡Dejad ya las pistolas! ¡No es necesario que le dispares, Will! ¡Los vamos a encerrar en las cámaras de hibernación y ya está! Julian sabe manejarlas, y yo también sé usarlas un poco. Los dejaremos ahí y punto. Cuando lleguemos a la Tierra, avisamos a la policía. Seguro que igualmente los mandarán a freírse en la silla eléctrica... - Digo, con cierto alivio. - ¡Y vais a dejar de hacer planes por vuestra cuenta YA! Eso va especialmente por ti, señor lanzallamas. ¡YA SABEMOS QUIÉNES SON LOS MALOS! Ahora hay que encerrarlos y luego matar al alien.

Miro a Hasarov.

- Estamos en una situación de peligro y usted es el jefe de seguridad, ¡ponga orden! - Miro luego a Julian. - Sí, hibernarlos es una forma de evitar peleas. Estarán inutilizados y no morirán. Yo te ayudo, que sé manejar un poco las máquinas.

- Como ordene, señor.

Me dirijo a Bailey y le apunto con la pistola. - Andando... No sabes de la que te has librado, cabrón... Un movimiento en falso, y acabas como Manfred, ¿entendido? Tienes la oportunidad de llegar sano y salvo a la tierra, así que tranquilito, y las manos donde pueda verlas.

Le obligo a salir a punta de pistola y le llevo a alguna sala de la nave que pueda ser cerrada con llave o con código sólo desde fuera.

William mira a John y levanta la pistola al tiempo que el cura se lanza para evitar la catástrofe, mas Claude es rápida y clava el bisturí en el brazo del sacerdote, impidiéndole llegar hasta el amnésico.

La pistola escupe la bala y esta perfora el pecho de John haciéndole caer al suelo.

Francesco grita de frustración mientras se lleva la mano al brazo que empieza a sangrar de forma peligrosamente abundante.

- ¡Maldita sea! ¡No, Fran! - Corro hacia él y le agarro el brazo para que no sangre, apretando mucho donde tiene la herida, aunque me manche de sangre. - ¡Tapar la herida! Tapar la herida, tapar la herida... ¡Doctoras, por favor!

Corro a examinar la herida del cura, debe haberle perforado una arteria, pues sangra mucho. Me quito el cinturón y le practico un torniquete en la parte superior del brazo, de manera que el sangrado disminuye. Mientras, apremio a los demás:

- Ahora SÍ debemos movernos hacia la enfermería, cuanto antes mejor. Aquí no puedo hacer mucho más.

Luego miro a Claude:

-¿No podías darle un puñetazo o una patada y ya está?

Enfurecido, y con el rostro contraido en una mueca de dolor, llevó su mano embadurnada en sangre al rostro de Claude, salpicándolo de rojo carmesí- Tomad y bebed todos de él, porque esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados.-su mandíbula apretada y su ceño fruncido, evidenciaban que la ira amenazaba con dominarlo. 

Sin embargo, al notar la preocupación de George, su expresión se suavizó. Entonces fue consciente de la manera en la que estaba sangrando. La impresión hizo que se marease, y tuviese que apoyarse sobre el chico, procurando no dejar caer todo su peso sobre él- Estaré bien... Estaré...-dijo, pálido, al ver acercarse a la doctora.

Al ver la herida desde cerca, no parece haber desgarrado ninguna arteria, sino que, al haberse realizado el corte de forma brusca y en movimiento, ha desgarrado bastante músculo, lo cual provoca mucha sangre.

El brazo de Francesco podría peligrar si estuvieseis en el siglo XIV o así, pero con os conocimientos médicos de que dispones y el material que hay e la enfermería... como mucho tendrá el brazo torpe durante unos días, nada más.
 

-No, doctora, no podía. Era mucho más práctico herir al pobre sacerdote-digo, con un tono obviamente irónico, mientras me acerco a comprobar el estado del hombre. No llego a tocarlo, y tampoco me acerco suficiente para que me toque él, pues aún hay cierta desconfianza al respecto.

-¿Necesitará ayuda para caminar por si la pérdida de sangre le afecta? Si la necesita y se fía, yo puedo ayudarle. 

Sin dar tiempo casi a una respuesta, me giro para mirar al señor Hasarov.

-Señor, creo que sí deberíamos ir a la enfermería. Podría desangrarse si no le atienden. 

Claude se asusta al ver salir tanta sangre del brazo del sacerdote y se queda paralizada mirándolo. Ella había intentado no hacerle daño real, pero el hombre se había movido demasiado rápido. La joven empieza a temblar y no reacciona hasta que el sacerdote la toca con sus dedos llenos de sangre y entonces aprieta las mandíbulas y endereza la espalda al escuchar sus palabras.

Sin embargo, prefiere no responderle, aunque su mirada es elocuente. Durante un instante duda si hacerse cargo de la herida, pero la doctora Alonso se adelante, y Claude prefiere apartarse, dando pequeños pasos hacia atrás. - Tiene razón, doctora, - reconoce, con la voz más temblorosa de lo que le gustaría - pero no lo pensé, reaccioné por instinto. Sólo sabía que no podía permitir que el señor Harper siguiera manejando al padre a su antojo. No podía permitir que siguiera interfiriendo y aquí todos se quejan pero pocos hacen algo de verdad por detener a los malditos infiltrados. - Finaliza, dedicándole una mirada de absoluto desprecio al señor Paysal.

Busca con la mirada al sacerdote y respira más aliviada al ver que no es tan grave como parecía en un primer momento, y que tan sólo parece necesitar algunos puntos. - Lo lamento, padre. - Dice entonces en voz baja, tragándose el orgullo y haciendo un esfuerzo por mirarle a los ojos. - Intentaba ayudarle. Pero creo que he estado bajo mucha tensión. No espero que pueda perdonarme, pero de verdad que lo lamento.

Tras estas palabras se aleja sin limpiarse la sangre de la cara, ni mirar a nadie, con la intención de asomarse al pasillo y comprobar si pueden salir ya hacia la enfermería.

La decisión ya estaba tomada, así que todos os preparáis para ir a la enfermería, llevando con vosotros también los cadáveres. Katarina se preocupa de mantener vigilado en todo momento a Peter Bailey.

Os acercáis a la puerta con temor y la abris lentamente, no hay rastro del Alien, pero un frío vapor avanza por el suelo entrando en el puesto de mando. Podéis escuchar agua goteando, y las luces parpadean... ¿En qué momento vuestra nave ha llegado a tener ese estado?

Empezáis a andar por el pasillo, preocupados y atentos, todos en piña, con los miembros de seguridad intentando ir delante y en los flancos. La tensión puede palparse en el ambiente.

Y entonces, hay un ruido, todos os detenéis y miráis en todas direcciones buscando al Alien.

William empieza a retroceder llevándose las manos al pecho, como si algo le doliese y entonces podéis ver como el Alien aparece salido de la nada frente a él.

Antes de que la criatura pueda atacar, Nikolai da un paso al frente con el lanzallamas y lanza una bocanada de fuego entre William y la criatura.

-El señor es mi pastor, nada me falta - Oís decir a Francesco y entonces sale corriendo - ¡Engendro de Satán! ¡Ven a por mi si te atreves!

El Alien mira el fuego que tiene frente a si, quizás podría avanzar, pero Francesco es una presa más fácil, así que echa a correr tras de él.

En ese momento William cae al suelo y se sujeta el pecho con fuerza William grita aún más y podéis ver como un bulto aparece en su carne para abrirse paso en una explosión sanguinolienta.

A penas os da tiempo a reaccionar y la pequeña criatura ya a echado a correr alejándose y entrando por un pequeño conducto de ventilación, dejando tras de si el cadáver de William.