Aquí comienza tu historia...
 

Krasor

Un soldado que tenía una misión: proteger hasta el fin de sus días el reino de su señor de sus enemigos. Tal era su deber y su fuerza de voluntad que el día en que la batalla estuvo a punto de llevarse su vida, selló un pacto fabricado de pura obstinación con un ser desconocido. Desde entonces este guerrero no podía morir pero si degenerarse. No descansará hasta que el último descendiente de los enemigos de su señor sea destruido. ¡Pobre desgraciado que custodia una ciudad igual de ruinosa que sus huesos! Y desafortunados sean los descendientes  de los enemigos de su señor.

El caído ahora es libre, puede caminar allí donde estén, tras miles de años de cautiverio. Camina sin descanso mientras su oxidada hoja deja cadáveres a su paso, tantos que podrían llenar dos veces el reino de su señor.

Pero no es suficiente, aún quedan enemigos que abatir. El poder del Maldito, como le llaman algunos, es tal que dicen que ha enfrentado a hordas de orcos él sólo antes de siquiera perder un brazo.

Ahora ha encontrado el poder de varios planos, donde sabe que un enemigo suyo se oculta... Es plenamente consciente de que es el último ¿podrá abatirlo y hacer descansar su alma? ¿Quizá encuentre también aquella entidad con la que selló el pacto? ¿o, como dicen algunas lenguas, la venganza nunca alcanza fin y algo nuevo le hará continuar?

El Maldito: Al concluir el tercer amanecer desde tu muerte, volverás a la vida, una única vez, contará desde la primera vez que mueras, tanto si en ese momento estás vivo como si no.

Ira de Rakedus Traidora: Cuando mueras te llevarás contigo a la tumba a uno de tus atacantes. Si los ves, podrás escoger a cual, pero si no, lo arrastrarás al azar. Por cada otro personaje que te ataque, deberás de lanzar 1d20 oculto, si sacas de 1 a 5 éste personaje morirá.

Siervo: Sirves a Lianne, ella te protege de los males y tú le ayudas. Tenéis un vínculo que va más allá del que cualquier mortal pueda conocer. Sabes que estar con ella te da confianza, no necesitas poder cuando tienes a una Señora Oscura de tu lado. No obstante, cuando ella muera, perderás el uso de tu Capacidad, salvo que sirva para traerla de vuelta a la vida. Si sobrevives dos amaneceres sin ella, tu verdadero poder se liberará.

Ira de Rakedus: Cuando mueras te llevarás contigo a la tumba a uno de tus atacantes. Si los ves, podrás escoger a cual, pero si no, lo arrastrarás al azar. Al comenzar cada día, escogerás a un personaje. Cuando mueras lanzarás, además, 1d20 oculto, si sacas 11 o más, podrás arrastrar contigo a la tumba ese personaje.

Vengador: Cuando mueras te llevarás contigo a la tumba a uno de tus atacantes. Si los ves, podrás escoger a cual, pero si no, lo arrastrarás al azar.

Una luz invade tu ser.

Te sientes impresionado, rodeado. Varias siluetas se dibujan enfrente tuya, las identificas rápidamente como Cell, Rakedus y Zyba.

Una mano amistosa te hace girarte y entonces ves a Eir. Ella te sonríe y su sonrisa te calma.

Esto es el Juicio, tranquilo. Estaré aquí para guiarte. Ellos pueden ofrecerte su apoyo si lo deseas, pero la elección final dependerá en exclusiva de tí. No dudes en preguntarme a mí o a ellos si tienes alguna duda, pero recuerda que aquí se pondrá en juego tu Alma, el Don único que te identifica con el resto de la existencia.

Dicho esto, Eir retrocede un paso.

Zyba se adelanta. Te mira. Asiente.

Libérate de tus ataduras. Libérate de tu juramento. Cuando todo termine, podrás descansar en paz.

Sin mucho más que añadir, retrocede para ceder la voz a los demás.

Continúa impertubable tus andanzas.

Recita Cell, inspirándote.

¡Véngate de tus enemigos!

Impera Rakedus con una voz de pura locura.

Mi Rey ha muerto hace mucho tiempo... pero sus enemigos siguen vivos.....

¡Y la venganza es lo que yo te impero!

 Eres noble, te ofrezco que continúes con tus andanzas.

Observo. Conozco. Estás atado. Sé libre... Y descansa en paz.

La venganza es por lo que estoy aquí, y la venganza será por lo que llege mi descanso final

¿Rakedus entonces? Una vez tomada tu decisión final... No podrá cambiar... Estoy aquí para guiarte.

Por mí puedes seguir tu senda.

Rakedus es mi Elección

Un portal se abre con un gesto de Eir.

Crúzalo para alcanzar tu destino. Suerte en tu empresa.

¡Vamos!

Krasor cruza el portal sin pensarselo ni dudar 

Un gran destello tras que cruces.

Pero en tu mente, tu juicio ha sido emitido.

La presencia de Rakedus se hace patente en todo tu ser.

Bienvenido sea, el Don de la venganza será el suyo... Mi Vengador...

Vengador: Cuando mueras te llevarás contigo a la tumba a uno de tus atacantes. Si los ves, podrás escoger a cual, pero si no, lo arrastrarás al azar.

La Locura es fuerte en tí, Krasor. Muy fuerte, mi esencia te impregnará, te potenciará más allá de lo que podrías imaginarte. Tú portarás mi Ira. La Ira de Rakedus.

Ira de Rakedus: Cuando mueras te llevarás contigo a la tumba a uno de tus atacantes. Si los ves, podrás escoger a cual, pero si no, lo arrastrarás al azar. Al comenzar cada día, escogerás a un personaje. Cuando mueras lanzarás, además, 1d20 oculto, si sacas 11 o más, podrás arrastrar contigo a la tumba ese personaje.

Algo afecta tu mente. Algo poderoso. Alzas tus ojos, los clavas en ella.

Siervo: Sirves a Lianne, ella te protege de los males y tú le ayudas. Tenéis un vínculo que va más allá del que cualquier mortal pueda conocer. Sabes que estar con ella te da confianza, no necesitas poder cuando tienes a una Señora Oscura de tu lado. No obstante, cuando ella muera, perderás el uso de tu Capacidad, salvo que sirva para traerla de vuelta a la vida. Si sobrevives dos amaneceres sin ella, tu verdadero poder se liberará.

Dile que estoy de su lado a través de tí. Díselo. ¡Díselo!