¿Y no podré participar?

Protesta con un quejido infantil, cruzándose de brazos.

Hebe... ¿Qué flor le darías?

Bueno... siempre es posible que me toque mirar a mi. ¿La flor? Espuela de caballero. Sin duda.

También puedo tocar para las dos.

Sonríe a la diosa mientras se pone en pie y se inclina en un gesto de respeto, preparándose para la llegada de Hebe.

Por cierto... me confundí. Tantas palabras me lían. Mi habitación no desaparece, pero es necesario compartir algún otro espacio con mis invitados. De este modo si me mandan al Océano, todos salís. Si te mandan al Océano, sales. Pero aún si yo estuviese en el Océano, podría seguir hablando en privado a espaldas de los que comunican ambos lados.

Pan. Tenemos un obstáculo. Esta noche han reclutado al tercer conjurado. Atendiendo a lo expresado por Atenea, eso significa que tanto ella como Thanatos son conjurados. Pero la estratega está ganando credibilidad. Tengo que hacer público lo que sé, pero eso es garantía de mi muerte. ¿Alguna idea?

Si quieres puedo cuestionarlo, hacerles temblar.

Y esperas un poco para decir lo que sabes... si la cosa no mejora.

¿Te parece?

Además... tiene sentido.

¿Me das la chance de cambiar las cosas?

Ya no será necesario, Artemis ha sido muy inteligente y me ha ahorrado la pelea.

Por ahí iban a ir mis preguntas. No sé para qué me esfuerzo.

Ahora... estoy pensando en Iris, para traerla.

Y en Hestia, como posible traidora. Pero no lo tengo claro, ni siquiera el porqué.

He estado pensando en lo de Hestia. Su poder es sospechoso. ¿Recuerdas que te dije que alguien podía hablar con los dioses en el inframundo y en el océano? Ese alguien es Hestia. No dejo de preguntarme: ¿en el océano? Es raro. Y los oráculos también son raros. Quizás tengas razón. También desconfío de Hefesto

Y así uno firma su sentencia de muerte.

Declara, tras su intervención en público.

¿Artemis, aunque no le queden flechas? ¿O Hestia, y le hacemos creer que somos aliados para tratar de evitar tu muerte?

Sorpréndeme

Artemis. No todo se basa en el poder.

Sonríe a su compañera, para acercarse y, sin preguntar, tratar de robar un beso de sus labios* antes de volver a su posición.

Eris capta en el último segundo las intenciones del sátiro e interpone un dedo entre los labios de uno y otro.

Creeme, no quieres probar esta manzana

Le dice separándose y guiñando un ojo.

El sonido de la flauta comenzó a sonar, y aquella no era una melodía cualquiera sino que se trataba de una creada por ti, una muy especial donde tu divinidad y tu talento convergían creando un lugar secreto que sólo tú...  y tus amantes habituales conocían...  

La puerta no se hizo esperar, emergió de la nada extendiendo la escalinata que tantas veces habías subido, aunque en esta ocasión el uso que ibas a darle no era...  exactamente el mismo.  En tiempos de guerra deben tomarse medidas desesperadas o cuanto menos, diferentes, si se quiere tener la más mínima oportunidad.

Paseas por tu habitación observando los más mínimos detalles, desde luego no ha sido creada para las reuniones secretas ni para concilios secretos, sin embargo, tendrá que servir...  ¿qué cara pondrán los invitados cuando vean la enorme cama como único lugar en el que sentarse? Casi sonríes sólo de pensarlo.

Mientras su melodía suena el escenario se prepara para la llegada de la diosa.

Es simple y sencillo y a su vez completamente parte de él: más de un millar de campanillas cubren la entrada como si de un manto se tratara. El aroma natural llenará la estancia con un aire fresco.

Y entonces el sátiro la esperaría, apoyado en la pared. Sabía que llegaría. Ella siempre lo hacía.

Y cuando ella entrase, él se inclinaría ante ella como la diosa que realmente es.

Entre las sombras, Eris sale a la luz avanzando unos pocos pasos.

No está claro si se siente celosa o precavida por la llegada de la diosa, o solamente está impaciente por recibirla, pero no les termina de dejar la intimidad con la que el sátiro solía recibir a sus invitadas.

Ártemis entra en la sala que se le presenta con cierta desconfianza. Apenas avanza un par de pasos, cuando se detiene a mirar a su alrededor. Lo cierto es que tanto la música como el olor a naturaleza que embriaga la sala hacen de él un lugar agradable y, de no haber sido por las circunstancias, una sonrisa recorrería ahora mismo su rostro. Curiosa, continúa por ella, tratando de comprender dónde se encontraba. Finalmente, descubre allí a Eris y Pan.

- Vaya, he de suponer que esto es cosa tuya, Pan. Me has sorprendido gratamente, tengo que reconocer. Confieso que no me esperaba algo así... -satisfecha por lo que suponía el verles allí, sonríe- ¿Qué lugar es este? Curioso.  No esperaba encontrartea ti también aquí, Eris. Si estáis aquí, quiere decir que sois fieles y leales a Zeus...

La diosa hace una pequeña reverencia respetuosa en dirección a ambos

-Eso nos deja a Deméter, Eros y Thánatos como posibles culpables. Teniendo en cuenta que uno caerá hoy en la votación... Interesante.

Mientras habla, Ártemis continúa paseando la mirada por el lugar disfrutando de su decoración boscosa.

En efecto.

Menciona con una cortés sonrisa a la cazadora. Pero luego finge estar ofendido.

¿No te esperabas que el dios de la virilidad se haya agenciado un rinconcito totalmente privado donde llevar a la práctica las artes que hacen suspirar a cualquier mujer, diosa o mortal?

Le guiña un ojo, un tanto más relajado.

La verdad es que me resulta un poco tediosa esta caza de brujas, no me entero mucho... y parece que eso enfada a algunos, como Helios.

Aquí nadie puede espiar, así que... si nos dices qué sabes, quienes fueron el objeto de tus flechas, tal vez Eris pueda sacar conclusiones con lo que ella sabe.

Dicho esto el sátiro salta sobre la cama e invita a las diosas a acompañarle, haciendo aparecer una bandeja de plata con uvas, tomando una entre los dedos y llevándola a los labios.

Ártemis ríe abiertamente, visiblemente más relajada.

-Así que Eris es tu cabeza pensante... espero que se lo pagues como merece. -la diosa de la caza hace un gesto con la cabeza a su homónima de la discordia.

Observando a ambos, se dirige junto a Pan y toma asiento junto a él.

-Veamos... el primer día que llegamos aquí citados por Zeus y supimos lo que ocurría, disparé la primera de mis flechas. -Ártemis comienza a haer recuento- La verdad es que el primer día no me gustó la actitud de Hefesto. Para ser sincera, tanta jovialidad y adulación no me resultaban de fiar. Pero mi flecha le atravesó. Al menos en ese primer día mi flecha sé que era inocente. Si ha sido tentado o no por los traidores a posteriori, no lo sé. -la diosa se estira para tomar una uva de la bandeja, que saborea tranquilamente- Necesito esperar cierto tiempo entre disparo y disparo... por lo que pasaron unos días hasta que pude repetirlo. La siguiente de mis flechas fue a parar a Heracles, cuando aún no tenía clara su inocencia. Esa noche mi flecha volvió a atravesar a su víctima, por lo que se me confirmó su inocencia una vez más. La tercera ya sabéis cuándo y a quién fue disparada... -Ártemis guiña un ojo a los presentes-Hasta el séptimo día no podré volver a hacer uso de mis flechas plateadas.

Escuchó atentamente el relato de Artemis y asintió con la cabeza.

Ese dato cuadra con que Hefesto pueda seguir siendo inocente. No era un conjurado original y nadie se ha convertido hasta hoy. Así que o es como me temo yél fue el verdadero objetivo de Atenea, o es como parecía de primeras y él es alguien inocente que cayó en la trampa. La teoría de Ares queda desmentida.

Heracleses una buena confirmación. Aunque había ganado confianza en él no estaba totalmente convencida.

Respecto a tus flechas, me temo que tu engaño de que yano te quedaban disponibles no resultaba muy creible. Esperemos que los conjurados selo hayan tragado, pero ya varios dioses han hablado como si tu no hubieras agotado ti poder, así que dudo que losconjurados confíen en que lo hayas agotado verdaderamente. Si te han creído, pasado mañana tus flechas nos serán de gran ayuda