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El Gran Comedor

La habitación era amplia y espaciosa; lo que más resaltaba de ella era aquella enorme y larga mesa de madera en el centro de la misma; pese a su tamaño, en donde podían comer tranquilamente 20 comensales; el gran tamaño de la estancia permitía también a tener más tipos de mobiliario en ella, en especial armarios de madera y cristal, algunos pedestales sobre los cuales habían jarrones, pequeñas cómodas... Sin contar con todos los platos de porcelana y cuadros de temática frutal que adornaban la estancia. Lo único que podría salirse de la norma era un cuadro situado tras el cabezal de la mesa más cercano a la puerta, ya que era similar a uno que se encontraba en el Gran Recibidor.

La Sala además poseía de una chimenea, la cual se encontraba en la misma pared que el de la puerta, con la excepción de que esta se encontraba hacia el otro lado del cabezal de la mesa. Además de esto poseía un enorme ventanal que casi cubría toda la pared al completo, teniendo como paisaje las vistas al precipicio que rodeaba el Castillo.

Quiero entrar la primera llegar a la chimenea y examinarla. Busco cualquier cosa que pueda encontrar, pero, sobre todas las cosas, hacerme con un atizador y guardarlo donde nadie lo vea (por debajo de la falda en el lateral del vestido por ejemplo).

Tengo un mal presentimiento acerca de los invitados y no quiero estar desarmada.

La Mesa estaba cubierta de comida, pareciera un banquete para los presentes, no faltaba absolutamente de nada, cualquier comida que uno se pudiera imaginar estaba ahí, el chef se había esforzado lo suficiente como para hacer platos de distintas índoles, materiales, culturas y estilos; pues se consideraba que así todos podían disfrutar de una deliciosa cena y sentirse "como en casa". Sobre la mesa también se hallaban servilletas con los nombres de los invitados bordados de color dorado; indicando así el sitio que estos debían de ocupar en la mesa.

El Barón se encontraba en el cabezal más alejado de la mesa, sirviéndose sin deparar en que los invitados estaban llegando, tampoco es que le importara teniendo en cuenta que les preparó 3 puzzles sencillos y estos llegaron más de 30 minutos tarde a la hora de la comida.

Al entrar me dirijo hacia la chimenea, me sitúo junto a ella admirándola un momento y luego me giro y me centro en la mesa sentándome y cubriéndome las piernas con la servilleta.

Suspiro y deposito con una amable sonrisa el teléfono móvil en el lugar indicado por el sirviente. Acto seguido entro al Gran comedor. Me sitúo al lado de Inara Serra, la única que, al parecer, me ha trasmitido calidez en lo que llevo de noche, sin embargo la idea de acercarme a la Baronesa es muy tentador, el situo al lado de la chimenea... Creo que debo entablar conversación con alguien o sino... esto se me hará aburrido -pienso para mí-, Mustafa parece que no es muy hablador... ¿ y si pruebo a entablar conversación con ese chico asiático?

En primera estancia, William entra en el comedor y al observar que las servilletas tienen nombre, busca la suya hasta darse cuenta de que su sitio se haya al lado del señor y la señora Backwell, dejando en dicha silla su chaqueta y su mochila para así poder vislumbrar la decoración de la sala con cierta suspicacia (pues todo puede ser un rompecabezas), fijándose sobre todo en la chimenea, la cual sentía cálida y reconfortante, y el largo cuadro que se extendía por la pared contraria.

La chimenea está hermosamente decorada, mas no hay nada que resaltar, en cuanto al cuadro...

Cuadro: La Espera

_{Gustav Klimt - 1909}

_{La espera asume la forma de una danzarina egipcia, con el rostro de perfil y los ojos almendrados dirigidos hacia la lejanía.}

_{Todo en la mujer espléndidamente enjoyada se torna decoración, empezando por la masa de cabellos negros, que se prolonga artificiosamente, ofreciendo un amarre visual al rostro, al hombro desnudo y a las manos. Estas, que Klimt coloca muchas veces en posiciones peculiares, siguen, en un movimiento de danza, la misma dirección que la mirada.}

_{Por debajo de la cabeza, totalmente fuera de eje con- respecto al cuerpo, se extiende el traje, a modo de gran triángulo que oculta por completo la anatomía.}

_{La tela está a su vez compuesta por triángulos, suavizados por el motivo de los rizos dorados del árbol de la vida o por la inserción de ojos estilizados, elemento otras veces repetido en el friso; se alternan con franjas horizontales de colores distintos y el traje resulta de este modo transformado en un puro ornamento.}

Me senté en mi sitio y guarde mi serservilleta en el bolsillo, acto seguido me dirigí hacia el barón --Señor backwell, pensé que íbamos ha hacer negocios solo usted y yo, una cena me podía esperar por las horas, pero tanta gente no se a que viene, me gustaría que cerremos nuestro trato lo antes posible para poder volver por donde hemos venido- Cuando termine de hablar no pude resistir la tentación y empecé a comer, parecía como si alguien quisiera quitarme la comida del ansia con el que comia

El Barón no detuvo su ingesta de comida, algo que agradeció que aquel orondo compañero lo hiciera también, en la mesa no era un lugar para hablar de negocios, favores o ese tipo de cosas; sino para comer y tratar temas ajenos al trabajo. Una vez que hubo terminado aquel muslo de pollo habló.

-Gustavo, por favor; le he invitado para celebrar mi cumpleaños y ya de paso tener negocios juntos, de esos que tanto tu como yo bien sabemos de que tratarán. Pero eso mañana, hoy es momento de celebrar. Hablando de celebrar... ¿Y los que faltan?.

Poco a poco la chimenea comenzó a calentar el ambiente, en particular la espalda de Gustavo, quien se encontraba justo enfrente de esta.

Por desgracia no hay nada de valor, ni atizador, ni troncos, absolutamente nada, solo una chimenea ardiendo.

Entonces, pazademos la noce aquí...- dije sin parar de comer, el valor ya empezaba a hacer mella en mi así que procedí a quitar mi americana, -Señor backwell - dije tratándome un trozo para que se me entendiera --¿puede alguna de sus sirvientas llevar la chaqueta a donde me hospedaré? Hace un calor aquí asfixiante - al quitármela se veía claramente las marcas de sudor en sobacos, espalda y cuello --y por favor si puede ser no use mi nombre frente a desconocidos, a saber si ese árabe o el chino va a por mí o algo al salir de aquí...-

William se rasca la cabeza mientras que finaliza su acción de observar el cuadro, perplejo ante el extravagante estilo artístico del autor. No tarda demasiado en dejar a un lado la curiosidad para sentarse en la silla que le corresponde, saludando levemente al barón Backwell con la cabeza.

- Los demás se encuentran algo aturdidos por... ya sabe. - dice tratando de olvidar la muerte que impregna el vestíbulo - Pero pronto se unirán, lo presiento. No tardarán demasiado.

El joven médico observa la inmensa cantidad de comida con cierta estupefacción a la vez que tranquilidad, pues es entendible que tal multitud de platos se hallen en una mesa como aquella. Recordando el por qué de su llegada en dicho día, William fuerza una felicitación, no olvidándose de que una niña ha fallecido recientemente en la vivienda.

- Felicidades señor Backwell. - dice tratando de esbozar una sonrisa y sonar amable.

Observa de refilón a las tres otras personas que se hayan en la sala, guardándose sus pensamientos para sí mismo.

Estoy algo nervioso pero paso a saludar al barón y tomo asiento, saludo a Mortimer y Mustafa con los cuales pretendo no tener problemas en la velada.

-Buenas señores, con todo esto de los puzzles y el percance de la niña (lo de la niña lo digo todavía un poco traumatizado, mirando a la mesa con cierto pesar) casi no nos hemos podido presentar (Intento no caer en ser una persona triste con lo que saco una pequeña sonrisa), soy Brett, encantado.

Miro a mi alrededor a ver a los diferentes comensales, no los analizo con detenimiento, pero si que me quedo mirando un poco mas a Eider e Inara las cuales están sentadas en la otra punta de la mesa, al lado de William smith. La primera me había impresionado desde el principio y la segunda era la única con la que había tenido algo de contacto.

No le doy muchas vueltas y me pongo a ver que comida hay, pese a la cantidad de comida que veo, opto lo que mi nutricionista me había apuntado en una hoja que debía tomar, pero cuando termino quedo hambriento; comer una pechuga de pollo y 50gr de arroz no saciaron mi apetito de atleta que ha tenido que mover las 4 estatuas de sitio. Como con moderación hasta que quedo lleno y espero que siga el banquete.

Después de comer me quedo observando el cuadro, no soy un apasionado del arte pero me asombra ver la cantidad de obras de arte que posee el barón.

El Barón da un aplauso y una Criada enmascarada entra al lugar, coge la chaqueta de Gustavo y sale del lugar tan rápido como esta había entrado, y como siempre sin mediar palabra con nada ni con nadie. Servicio eficaz.

El Barón entonces tornaría hacia el otro lado de la mesa, para ver ahí a su pequeña inversión de negocios haberse convertido en un doctor, quizás no el mejor del mundo, pero sí que era algo más de lo que este pudo haber siquiera aspirado a ser si no fuera por la ayuda que él le había proporcionado.

-Sí, William, es lógico que algunos se encuentren aturdidos, hay mucho tiempo de viaje por mis tierras para llegar hasta aquí y una vez dentro, el Gran Recibidor, con todo lo que esto conlleva, la ostentación y elegancia, el poderío de las cabezas de venado, los colmillos de elefante... y también sé que no todos están hechos para mis juegos mentales... !Incluso hay un negro allá fuera!. Dudo que logre entrar por la puerta sin ayuda... 

Tras estas palabras decide seguir comiendo.

La baronesa come en silencio, lo único que hace es lanzar miradas suplicantes al doctor y las dos mujeres sentadas junto a él y fantasear con que la silla del orondo invitado ceda como había ocurrido con la anterior y el invitado acabe metido dentro de la chimenea ardiendo.

Por si acaso, gira un poco su silla, para que el respaldo no dé directamente a la chimenea y si a ella le sucediera algo similar no acabase en llamas.

Una de las ventanas estaba abierta, en concreto la que se encontraba tras el deportista Brett Xiaojun; una ráfaga de aire frío golpeó el cuello del asiático, enfriando todas las gotas de agua y sudor que este llevaba encima. ¿Por qué diablos había una ventana abierta? ¿Por qué el deportista estaba en la esquina opuesta a la chimenea pese que el Mayordomo le dijo que no se preocupara?. Estas preguntas hicieron mella en la mente del deportista.

Me pongo encima de la mesa furioso, me quito el thawb, al quitármelo muestro mi Chaleco Bomba y grito fuertemente Al·lahu-àkbar 

¿A sí que este es el tal Barón? -pienso para mí, mientras con la mano le saludo desde mi lugar-.

Sin embargo, el cuadro de Klimt capta mi atención. Si no recuerdo mal, en mi antigua casa había una réplica en miniatura del mismo. ¿El ambiente del lugar? Demasiado para mí. Mi hogar es más cálido que este...

Le sonrío al joven atleta que se acaba de sentar en la esquina, creo que se me ha quedado mirando un par de segundos. En cambio, le doy un toque al joven que se halla sentado a mi vera, William.

-Hola, veo que se ha parado a observar el cuadro. Soy más partidaria del Beso del mismo autor... -le sonrío y me coloco la servilleta en mi regazo-.

En cambio, al ver por el rabillo de mi ojo al barón expreso mi gratitud por haberme invitado a la fiesta.

Llamo al mayordomo, intento guardar las formas pero se nota que estoy algo molesto.

-Disculpe señor, me había asegurado que me sentaría cerca de la chimenea, ya que no ha sido capaz de cumplir con su palabra, por favor, cierre esa ventana o terminaré quedándome peor que Dicaprio en Titanic... Gracias...

William intercambia miradas furtivas con Alice Backwell y con las mujeres a su derecha. Obviamente, todos ellos saben que esta situación es totalmente desagradable y no quieren estar todos en un sitio tan descabellado. El doctor tose ligeramente un par de veces con el puño en frente suya mientras que ofrece una mirada de consuelo y paciencia a la señorita Backwell, a la vez que gira su cabeza hacia Eider Relish.

-Si le digo la verdad... no soy tan conocedor del mundo del arte - admite sonriendo lo más bien que puede, pues la situación es obviamente incómoda con todo lo que ha sucedido y con la actitud de múltiples asistentes - De lo poco que sé de este mundo es sobre Van Gogh, Gabriel Rosetti y... - se detiene a pensar durante unos segundos mientras que mira de reojo como el resto de gente llega - William Turner. - toma un ligera pausa para tomar un ligero sorbo de vino y luego reanudar la charla - Bueno, luego hay otros como Pablo Picasso o Da Vinci pero... eso ya es cultura general, supongo. Lamento no ser una persona con la que se pueda hablar en demasía sobre estos temas. ¿Estaría interesada en luego, tras la cena, hablar en un ambiente con menos gente por metro cuadrado? - pregunta haciendo un obvio gesto con el ceño de que quiere un momento lejos de todo ese circo de locos y sociópatas - Obviamente, cualquiera de ustedes pueden unirse a la charla, debate o lo que surja, si quieren. - dice refiriéndose a Alice e Inara.