Partida Rol por web

- No te preocupes, Yormund, yo ando tan perdido o más que tú, probablemente también haya entiendo mal muchas cosas. - Le contesto sonriéndole.

Tras aclararse ese asunto, respiro aliviado, aunque soy consciente de que no me traerían de vuelta. Miro a Alice, pensando en sus palabras hacia mí, tanto las de anoche como las de hoy. ¿Quizás era de las pocas que estaba siendo sincera conmigo y el resto pensaba igual que ella? Eso era de agradecer, aunque dolía.

Camino hacia un rincón, mirando el cuerpo del chico caído esta noche, esperando de verdad que funcionara lo que estaban diciendo.

Eko....No pude articular palabra alguna...miré a Tetsuo Espero que puedas hacer algo por el... 

Apreté mis puños y me senté cabizbaja, me sentía impotente no podía hacer nada por él. Las conversaciones se acumulaban, Zagam había vuelto, fui una de las artífices de su muerte...simplemente por azar, pero su regreso nos traería problemas como dijo Nil, ese poder suyo, ese portal imaginario nos iba a traer problemas.

No entendían sus divagaciones sobre las veces que tenías que morir, por un momento me sentí aislada de lo que me rodeaba, las palabras de Zagam hacia Yormund me hicieron alzar la mirada y asentir, por lo menos no era la única que se sentía así.

Miré a cada uno de los presentes, realmente los cambios acontecidos me hicieron dudar, ya no sé a quién creer

La mano de Tetsuo, se situaba sobre su pecho mientra con la diestra seguía agarrando la empuñadura de su alma, y mientras las palabras de todos los que allí os encontrabas se enfrentaban, en aire frío se empezó a densar, el suelo parecía vibrar, dejando que varias pequeñas esquirlas de roca perdidas comenzasen a bailar...

Y entonces, rompiendo uno de los cristales entro de forma enérgica, un pequeño pájaro de color negro, alguno hubierais dicho que era un insecto, pues su reducido tamaño, así lo dejaba a intuir...

El pequeño ave, parecía zigzagear en su vuelo, para terminar cada giro en un quiebro... Y como llamado por una fuerza ancestral, su último trayecto fue directo hacía el cadáver de Eko... Tetsuo aparto su mano como desconcertado, y entonces el colibrí impacto de lleno con el pecho herido de Eko, dejando tras la unión un pequeño resplandor...

A la vez que se unía el animal junto a el chico la piel del último parecía agrietarse, dejando varias heridas a su alrededor. Sus ojos aún cubiertos por la tela de la muerte, parecían volver en sí, mientras las heridas que trajeron la senda de la parca comenzaron a desaparecer...

De repente, Eko apretó los dientes como herido de un fuerte mal, y empezó a contracturarse para finalmente detener aquella danza macabra, en una expectante relajación, en la que sus ojos cobraron de nuevo su oscuro color.

Y tras unos segundo el hijo de Grovehn se alzaba de nuevo sobre sus pies, aferrando su arma de nuevo, ocultando su cuerpo ahora tatuado por una sombra en su pecho, mientras que el resto no dejabais de mirar su vuelta y una y otra vez...

Regresé a una esquina, y me dispuse a beber, aún tenía mi petaka de whiskey a la mitad, tenía la mirada fija en el cuerpo de Eko y en las acciones de Tetsuo. ¿Sería capaz de hacerle regresar? Pronto lo sabriamos, me encontraba nervioso, expectante ante lo que pueda suceder, aunque supongo que no tanto como el rubito o Zyllah. Verlos a ambos en aquel estado producía sentimientos que yo conocía bien, demasiado bien diría, sentimientos nada agradables.

No entendía porqué fueron a por Létang, me preguntaba que habrían visto en él para considerarle una amenaza y más considerando la cantidad de dianas que tenían a su disposición. El resto de conversaciones no me ayudaba en nada a entender bien que diablos estaba pasando. Todo me sonaba extraño, complejo, muchas suposiciones y nada en claro.

El acercamiento de la morena causó que despertara de mi ensimismamiento, la observé un poco desconcertado, como si no supiera a que se refería hasta que caí en la cuenta que  ella tenía razón, le hice aquel ofrecimiento que fue interrumpido ante la repentina apareción del sueño, mucho antes de lo previsto.

Saqué de nuevo la otra petaca, la que su contenido era vodka y se la di en silencio salvo unas escueta palabra que sonaba bastante lejana y más parecía una orden más que un ofrecimiento en sí. - Quédatela.

No tenía muchas ganas ni de participar en las conversaciones, ni de discutir, ni de nada prácticamente. Quizás más adelante, pero no ahora. 

Y entonces, llegó el momento, el caído despertó, y un pájaro bastante pequñeo revoloteó hasta llegar hasta él. Definitivamente había funcionado. En esta ocasión preferí pasar a un segundo plano.

Marceline soltó un largo suspiro al ver regresar a Eko.

No me malinterpretes, me alegra que estés vivo. Pero aquí tiene la gente la costumbre de hacer las resurrecciones demasiado rápido, y una no puede hacer las preguntas adecuadas... al menos, sin poder escuchar sus correspondientes respuestas. - tras esas palabras, su mirada se clavó en Eko - Desconozco la respuesta a tu última pregunta en el otro lado. No tengo claro si es algo que quiera descubrir realmente, aunque en el otro lado quizás si estuvieran más favorables a ello. En cualquier caso, te has ido antes de que te pudiera comentar algo. Aunque supongo que ya te habrás fijado, por lo que has visto allí abajo, una "costumbre" al regresar. Siento si no soy más específica, pero... - entonces Marceline miró al resto - hay cosas que no deben estar al alcance de los que aún no han muerto. - entonces puso una carita inocente - Oh, pero no tiene nada que ver con los sellos, si alguno le preocupa eso. Desconozco si la teoría que debemos morir todos al menos una vez para que los traidores venzan sea acertada, digamos que por lo que a mi respecta, es algo que no deseo comprobar. Y eso que ya he muerto, mirad que cosas tengo...

No respondí a las palabras de Yormund, pendiente solamente de las acciones de Tetsuo sobre el cuerpo de Eko, hasta que el sonido del cristal al romperse y el tintineo de los pedazos golpeando el suelo me sobresaltaron. Seguí con los ojos muy abiertos al pequeño pájaro en su vuelo hasta que llegó al pecho del muchacho y empezó su metamorfosis. 

Todos mis músculos se relajaron cuando abrió los ojos y la tela blanca que la muerte había puesto sobre ellos había desaparecido. Mis puños se aflojaron y respiré aliviada mientras me acercaba despacio observando el tatuaje que había aparecido sobre su pecho.

Al llegar a su altura entrecerré los ojos y lo miré de arriba a abajo. - Vaya, ha sido toda una decepción. Esperaba que aguantaras más antes de caer. - Dije, con un tono levemente burlón, intentando meterme con él. Sin embargo, la sonrisa que había surgido en mis labios reflejaba lo que realmente sentía al verlo de vuelta.

La verdad no era como se lo había esperado, pero había funcionado. Realmente se esperaba algo diferente, pero había funcionado. Dibujo una sonrisa en su rostro, más animada que antes, al fin lograba hacer algo bueno con sus poderes. Llevó la mano diestra hacia el hombro del Grovehn retornado, apretando de forma amistosa, antes de mencionar tranquilamente.- Bienvenido, Eko-san.- Y tras inclinar la cabeza en forma de saludo, se separó de él, ya que de seguro querría hablar con sus más cercanos.

Tras separarse de él, volteó para buscar un rostro conocido y cercano, Megan, pero se detuvo al verle llorar de aquella manera tan desconsolada. No lo pensó mucho antes de acercarse con prisa hacía ella, para arrodillarse a su lado y posar las manos sobre sus hombros. Busco su mirada con la propia para verle a los ojos, antes de murmurar en tono preocupado.- ¿Te encuentras bien? - 

Como supuso en un principio no tuvo respuesta del oriental, tristemente Poron ya lo suponía, desde que se encontraron nunca le había dirigido la palabra. En otro orden de cosas la llegada de ese pájaro lo cogió de sorpresa e instintivamente se llevo la mano a la cara. Después del regreso de Eko sonrió de manera amable.

-Te esperábamos.-Dijo a modo de saludo, antes de que el agujero echo por el animal, ahora un tatuaje en el pecho del hijo de Grovehn, le llamara poderosamente la atención.

-¿Por donde habrá entrado?-Haciendo una pregunta al aire, quiso pedir ayuda a Andrew para que le aupase y ver a través del agujero, pero como supuso que el resto de la gente estaría mas ocupada en otras cosas que ayudarlo, se echo una mano a si mismo y nadaba a través de la pared hasta llegar a la altura del cristal para mirar por el agujero.

Alargué la mano para coger la petaca que Liam me ofreció, no fue desagradable exactamente, sólo un poco seco, prueba evidente de que no le apetecía hablar, bien a mi tampoco. - Gracias- abrí la botellita y dí un trago, cerré los ojos encantada mientras el liquido bajaba por mi garganta calentando todo a su paso.- Mmmm un pedazo de mi casa envasado, debí haber traido un poco, pero no pensé que fuera a hacer falta, me equivoqué.- dije en bajo sin hablar a nadie en particular.

Degusté lentamente el licor en silencio sin dejar de mirar a Tetsuo agachado sobre el cuerpo de Eko, de pronto algo sucedió. Todo empezó a temblar como si fuera un pequeño terremoto, la temperatura bajó de improviso y pequeño... algo entró volando por toda la sala hasta estrellarse en el pecho de Eko, en pocos segundo estaba de regreso. - Creo que ahora mismo se están arrepintiendo de haberle matado, casi da miedo.- declaré con una sonrisa satisfecha del poder que ahora desprendía, igual que los que ya habían vuelto.- Aunque un animal tan pequeño... no sé cómo de efectivo será. Estoy deseando verlo, siempre que no sea en mi contra, claro.- 

Un leve zumbido.

El de sus propias alas.

Las de una parte de sí mismo.

El trayecto más corto no siempre es la línea recta. En el camino, un montón de ojos clavados en él. Zig. Zag. Zigzag.

Una mano que se aparta a tiempo. Y entonces la unión de algo indivisible. De dos cosas que para siempre serían uno. Que siempre tendrían que haberlo sido.

El dolor fue enorme. Mayor que el de una bala detonada a escasos centímetros del vientre. Y sin embargo era algo bueno. Era vida.

Los músculos de Eko comenzaron a contraerse, colocándose, buscando encajar de nuevo dentro de un cuerpo arruinado. En sus oídos uno y mil crujidos, voces y, finalmente, sólo ese tranquilo zumbido, como un tranquilo arrullo, recordándole que, aún siendo el mismo, había cambiado.

Los ojos de Eko se abrieron despacio, reconociendo un rostro amigo. Durante un instante estuvo a punto de hablar, pero la sensación de estar vivo era demasiado inmensa. Demasiado fuerte. Todo su cuerpo le enviaba señales, y él sólo pudo sonreír, con un enorme nudo en la garganta.

Las palabras de unos y otros le fueron llegando, atravesando la densa nube que había en su cabeza. Y, de repente, todo fue silencio. La luz volvió a su intensidad habitual a tiempo de ver cómo el hombre al que debía la vida se alejaba y Zyllah se ponía a su altura.

Su comentario le llegó como una bienvenida, y la limpia sonrisa de su rostro se volvió entre maliciosa y cómplice al responder.

- Alguien tenía que abrirte el camino, niña. - Le dijo con un tono más grave del que se le hubiera podido oír jamás al dirigirse a ella. Más profundo. Más íntimo. Más adulto. Más serio.

Luego se sentó en el suelo, mientras seguía recibiendo los comentarios de unos y de otros. Tetsuo se había alejado y no parecía oportuno interrumpir, pero sin duda era el primero con el que quería hablar.

Poniéndose en pie repasó con su mirada a todos uno por uno, tomándose su tiempo, y sólo cuando hubo terminado se miró su propio pecho. Algunos parecían alucinados con él. Y no era para menos. Una amplia sonrisa le llenó la cara, sintiéndose por primera vez en mucho tiempo como si estuviera completo.

Y entonces suspiró.

La contemplación tendría que esperar. Había mucho que hacer.

Puso una mano en el hombro de Zyllah, apretándolo suavemente, antes de girarse con decisión de cara a Marceline.

- Comprendo lo que dices, no te preocupes. - Le dijo con voz totalmente suave, como si se tratara de una conversación que hubieran dejado a medias. - A mí también me habría gustado explicarme más, pero parte de la compañía no me convencía. Esa pregunta es algo que quizá sea necesario responder en el futuro. Pero aún no.

Tras esto escuchó las palabras de Poron y Alexia, pero decidió responder primero a la mujer. Lo de él sería más largo.

- Te sorprendería lo que incluso un ratón puede llegar a hacer. - Le dijo manteniendo la sonrisa.

Fue entonces cuando su rostro se volvió serio y duro como una roca. Posó durante un instante sus ojos en Zyllah, tomando aire, y entonces dio un par de pasos en la dirección del payaso de circo. Trató de mantener su tono neutro, pero de inmediato una ceja se alzó, con expresión de incredulidad.

- Seguro. - Le dijo en tono irónico. - Debías esperarme expectante. - Añadió, antes de hacer una pausa. - Yo también esperaba volver. Para darte mi voto. - Anunció de una manera totalmente gélida. - Y te lo digo con antelación para que puedas defenderte. Porque es lo correcto.

- Sé gracias a Syd lo que puedes hacer. Y sé el bando del que estás. Sé lo peligroso que eres, y desde luego sé que nos has mantenido engañados. Es un buen disfraz el de payaso. - Dice, como si fuera un cumplido cargado de desprecio. Entonces se toma un instante para asegurarse de que le están escuchando. Busca con la mirada a aquellos que considera aliados, y cuando se detiene en Tetsuo sus pupilas irradian agradecimiento.

- Te acuso, Poron de Old. - Comienza, extendiendo un brazo en su dirección y bajándolo luego despacio. - Te acuso con la absoluta certeza del que sabe que has conspirado para destruir el sello que nos separa del infierno. Que has hurgado en nuestras almas, esperando encontrar aliados. Te acuso en mi nombre y en el de todos los que quieran unirse a mí este atardecer. Porque no dejaré que te salgas con la tuya.

Ivhone mantuvo durante unos segundos el pañuelo tendido sobre Megan, esperando que lo aceptara. De repente se escuchó el sonido de unos cristales al romperse y la prenda de tela cayó de los dedos extendidos de la joven, planeando con suavidad hasta caer sobre las rodillas de la Grovehn. Pero Ivhone ya no la miraba, sus ojos de avellana se habían abierto como platos al ver la velocidad con la que aquel pequeño colibrí irrumpía en aquel lugar. 

Se volvió y contempló como llegaba hasta Eko, uniéndose a él y otorgándole el aliento de la vida. Tetsuo se apartó, acercándose a Megan, entonces Ivhone se alejó, dejándoles solos. En el fondo sabía que había cometido una estupidez, la mujer no aceptaría su ayuda...

Una sonrisa sesgada se formó en sus labios al ver erguirse a Eko. Pero se mantuvo en silencio, dejando que fueran sus más allegados quienes se encargaran de darle la bienvenida. 

Escuchó las palabras de Marceline y enarcó una ceja, volviéndose para mirarla. No se acostumbraba a la frialdad con la que hablaba de la muerte, como si estar dividida de aquella manera fuera lo más natural del mundo. Ivhone estaba convencida de que se volvería loca y acabaría perdiendo la noción de la vida o la muerte. Estaba perdida en aquellos pensamientos cuando escuchó las palabras de Eko. 

Con aire distraído se volvió a mirarlo, pero ese aspecto soñador se rompió para dar paso a una expresión confusa. Su rostro había palidecido, mostrando un aspecto marmóreo.

- ¿Estás seguro...? - Preguntó con un hilo de voz mientras sus pupilas se dirigían hacia Eko. Quizás aquella pregunta podía sonar absurda tras la seguridad con la que él se había pronunciado. - ¿Qué te ha dicho Syd...? ¿Qué es lo que él puede hacer...? - Preguntó señalando a Poron...

Todo ocurría a su alrededor pero Megan apenas y se hacía consciente de lo que sucedía. Estaba inmersa en recuerdos dolorosos y en sentimientos paradógicos. Que curioso. Dos mitades, dos armas, dos rostros que mostrar, dos realidades en una sola persona, dos armas. Tal vez por esto era la manifestación de su legado un arma doble.

Ciertas voces se sentían más cerca y a medida que el dolor en su tobillo se iba, Megan iba recuperando la compostura y la calma. Al ir abriendo los ojos, ve que hay un pañuelo en sus piernas y la mano de Ivhone dejándolo caer. Tal vez esto era una ofrenda de paz de parte de ella. A pesar de todo, Megan no le guardaba rencor alguno, es sólo que encontró deplorable su actitud. Antes de que ella se alejara demasiado, la grovehn le dice débilmente - Gracias, Ivhone - y lo toma entre sus manos. Lo contempla por un momento, pues se parecía mucho a aquel que su madre había hecho para ella. Eso era lo único que aún tenía de ella. Por un momento volvieron a ella los recuerdos de su madre: el brillo de sus ojos, tal como los suyos propios, la suavidad de su cabello y lo dulce de su voz. La alegría de un recuerdo tan bello hacía que en su cara se fuera dibujando una débil sonrisa. Luego, escucha una voz que le tranquiliza.

Tetsuo se había acercado a ella y ella podía ver la preocupación en su rostro. El joven buscó su mirada y ella se exaltó un poco por la sorpresa, pero al verlo, mantuvo su mirada fija por un momento en él. Estaba realmente alegre de verle y le dedica una sonrisa sincera pero era diferente. Era una sonrisa inocente, cálida y abierta. Todo su rostro sonreía a la par. Con un tono tranquilo y cálido, le dice - Sí, es sólo que el cambio de la marca despertó algo extraño en mí y... Me invadieron los recuerdos de mi pasado - limpia sus lágrimas con el pañuelo que le dio Ivhone y puede ver que Eko ha vuelto. Mira nuevamente a Tetsuo y le dice - Veo que lo has hecho. Omedetou* -.

Su aparente calma duraría poco, pues debía recordar dónde estaban y qué hacían allí. Eko acusa a Poron en público, pero Megan parece no sorprenderse. Era una de sus opciones. Pone una mano en la mejilla de Tetsuo y lo acaricia suavemente, luego agrega - Gracias -.

En mi cabeza, iba haciendo cuentas. "Tú no, tú no, tú tal vez...". Ocho sospechosos, el número se reducía cada noche, si estabas atento, si leías entre líneas. 

Parecía que los muertos estaban de nuestro lado. Miro al payaso con curiosidad, después a Megan. Era otra de mis sospechosas, de robusta justiciera a niña desvalida, así, en un chasquido de dedos. La heredera del legado de los guerreros, se echa a llorar en una batalla cuando hacía menos de un día había matado a otra persona. Todos buscamos las constantes en los demás, la mía era no ser constante, pero cada vez que la actitud de alguno cambiaba bruscamente, atraía la atención de todas las miradas. Según las explicaciones del chico de los bocatas, Eko tendría mi apoyo. 

Aun asomado por el agujero observo con interés, sin llegar a saber lo que estaba mirando* cuando Eko hablo y lo acuso. Poron giro la cabeza confundido, normalmente nadie le hablaba directamente si no eran sus amigos.

-¿Perdón?-Se dejo caer y escucho con atención y los ojos bien abiertos. Sonrió como de costumbre al escuchar la acusación de Eko y como al ser un regresado todos sus amigos le escuchaban.

-No entiendo que te ha dicho Syd, pero si, me has pillado. Saco una baraja de tarot. Antes de aprender a controlar mi poder y convertirme en un payaso alegre, me enseñaron el arte de la adivinación. -Se sincero. -Con esto observo a la gente por las noches, pero no busco aliados, solo soy curioso. Y nunca lo he ocultado, siempre he soltado sutiles palabras para que supierais que puedo ser de ayuda, sin que los traidores vinieran a mi por. Por eso sabia de tu don de roba tumbas, y que robaste el poder de Zagam al menos la primera noche. Así como conocía la traición de Seele, tu enamorada. Y como conocía el poder de Alexia antes de que ella misma lo admitiera y por esto mismo no entiendo el poder que tiene Tetsuo, pues no es ese el que vi.-Si, Poron de Old se estaba exponiendo demasiado pero eso ya no importaba, si no moría a manos de los traidores moriría en la votación si no se explicaba.

-No entiendo que te ha dicho exactamente Syd, pero yo no busco aliados, si asi fuera, ¿No me hubiera aliado con Seele la segunda noche?-No había sonrisa en su rostro pero no le temblaba la voz.

Busco con la mirada a Alexia, pues ella conocía el poder del quinto muerto.
-¿Que puede haberle dicho a Eko?

Manteniendo el semblante duro, Eko asintió a la pregunta de Ivhone. Sin embargo, el propio chico se encargó de dar una visión de lo que él podía hacer

- Las cuentas no cuadran, Poron. - Le dijo en voz alta, con la misma decisión que antes. - ¿Cuántos dones quieres que pensemos que viste? - Preguntó, sin llegar a esperar respuesta. - Ayer por la mañana ya habías insinuado tanto el poder de Alexia como el mío, ¿y ahora añades también a Tetsuo? Aún sin contarlo a él no tuviste tiempo de examinar a Seele. Ese es el motivo por el que no llegasteis a ser aliados.

- Como tú mismo le dijiste a Vanna, te estás exponiendo. Lo que dices únicamente da más verdad a mis palabras.

-¿Oh? Te confundes. Yo no he dicho que vi a Seele, sino que supe que era tu enamorada. ¿Tu mismo lo dijiste recuerdas? Dijiste que tenias un vinculo parecido al de Andrew con ella. Yo solo vi en ti que estabas enamorado y el resto lo dijiste tu, lo que no comprendo es como te libraste de la muerte, las cartas me decían que estaríais unidos en vida y muerte.-Respondió lo mejor posible.

- Lo que dices ahora tiene aún menos sentido. - Responde Eko sin apartar su mirada, mientras una media sonrisa triunfal va dibujándose en su rostro. - No podrías haberte aliado con ella la segunda noche: Ella ya no estaba viva para entonces.

Arqueo la cabeza sin comprender, antes de alzar el dedo y encontrar la respuesta--O disculpa, con su nombre me refería a los asesinos o como quieras llamarlos. Pero no entiendo, que tiene que ver eso con que no tenga sentido. Estoy admitiendo mi don, exponiéndome a todos a tu juicio ¿Y te basas en que miento?-Parpadeo un par de veces sin comprender.

-Eko, ¿Tu puedes copiar aun los poderes de los muertos? Es posible que recojas la traición de Seele o Vanna ¿No?-Una pregunta que le quemaba de curiosidad, sus cartas no contaban todo. Un claro ejemplo era el oriental.

Observé expectante cómo el recién resucitado Eko (a quien ni me dio tiempo a recibir de vuelta) empezó a desarmar todos y cada uno de los argumentos de Poron. Preferí no meterme en aquella conversación para ver cómo el rubio se iba cavando su propia tumba cada vez más profunda. La acusación de Eko tomaba cada vez más peso en mi cabeza y la reacción de Poron no estaba dejando lugar a muchas dudas.

Me alegré del regreso del hijo de Yannick y sobre todo de que al menos esta vez hubiésemos sacado algo provechoso de su muerte, más allá de seguir ganando tiempo contra los traidores.

-Lo que no alcanzo a entender es cómo sabía Syd nada de esto... ¿Cómo supo que Poron estaba escrutando su alma? Pues otros, como por ejemplo Tetsuo, no se enteraron de nada...

No pude evitar una sonrisa cálida al escuchar la respuesta que me dio Eko. Después me aparté, dejándole espacio para que hablase con el resto que lo habían recibido. Y cuando acusó a Poron, de nuevo de la forma más teatral posible, mi gesto se volvió serio y me coloqué a su lado, escuchando las respuestas del payaso y viendo cómo se embarraba el mismo cada vez más.

- Poron, hace un momento has dicho que con tu poder comprobaste la traición de Seele. Menos de un minuto después, cuando te han hecho ver que no te habría dado tiempo para ello, dices que no lo hiciste. Mientras tanto intentas desesperadamente echar mierda hacia Tetsuo, que acabamos todos de ver cómo ha traído a Eko de vuelta, y sobre el mismo Eko, del cual creo que ya nadie duda... ¿No te das cuenta de que te estás contradiciendo y que tus palabras cada vez más confirman las suyas?

Hice una pausa, sin apartar la mirada de Poron. - Yo ya había notado que había algo que no cuadraba contigo. O eras tú o era Syd, y Alexia, Marceline y Eko han hablado de la inocencia de Syd... Quizá sería mejor para ti, si te queda algo de honor, que confieses tu traición. Estás quedando completamente en evidencia.

Finalmente me giré hacia Eko y busqué sus ojos, poniendo una mano en su antebrazo. - Cuenta con mi apoyo. - Le dije simplemente antes de soltarlo y seguir contemplando a Poron, preguntándome con qué iba a intentar salir ahora.