Partida Rol por web

Fyas está inquieta. La muerte de Nimay le había crispado tanto como a mí. Estoy en un dilema. Por una parte siento que la muerte de Roy ha sido prematura e injusta. Por otro, Theora necesita a Nimay. Ella misma ha admitido que solo confía en él.

A pesar de que su desconfianza me dolía, lo entendía, y en realidad me parecía inteligente por su parte.

- Además... por alguna razón con Roy no funciona. Sí, tienes razón. Inténtalo con Nimay. La chica necesita alguien en quien confiar.

Con paso sinuoso se escondió tu reptil bajo las ruinas, hasta llegar hasta los cuerpos elegidos para aquella acción... Una dentellada, inocular poco a poco aquel veneno... y luego volver a ti.

Fyas, parecía satisfecha con lo hecho, pero el tiempo pasaba y Nimay seguía tendido y sin señalas de volver...

De nuevo, la mañana llegaba y con ella, aquel macabro espectáculo... Quizás Fyas pudiera hacer algo por los caídos... quizás su veneno, surgiera efecto... O quizás era demasiado pronto para saber que hacer.

En tus manos estaba proceder o no.

Fyas me mira, y sisea para llamar mi atención.

- No lo sé. No lo tengo nada claro. Todos parecen culpables... Quizás no deberíamos levantar a nadie.

Ella vuelve a sisear, contrariada.

- ¿Y qué quieres que haga? Aquellos en los que realmente confío por suerte siguen vivos.

Esta vez más que un siseo es un chasquido lo que Fyas emite.

- Sí, respuestas... ¿Pero quién? ¿Cuál de ellos nos ayudaría más vivo que muerto?

Fyas abre la boca para cerrarla con un golpe seco mientras mueve de un lado a otro el último tramo de su cuerpo.

- Vale. Te dejo elegir a ti. Espero que no te equivoques. Si es que funciona.

El ofidio se pierde en la pila de muertos.

Y siguiendo el camino hacía Smel, Fyas acercó su mandíbula e inoculó gran parte de su veneno... era fuerte tu deseo de volverla a ver, al igual que tus intenciones de no errar esta vez...

Y tras aquel veneno ella surgió...

Aquella misma luz que se erguía en el centro del lugar, se presentaba ante ti.

Mientras aquel destello despertaba, sentías como Fyas, se erguía como si hasta ahora no se sintiera completa en aquel lugar... tanto tiempo albergando aquel veneno, y hasta ahora no había sentido aquel proceso que la hacía madurar... Como llevar su esencia hasta el propio destino que Oldland debía procurar.

El Veneno Maduro

Miras a Fyas, y ahora su porte se hace erguido como si en este tiempo en aquella ciudad, pareciera haber crecido y ganado en esencia y voluntad. Una voluntad que rebosaba de entre sus queníferos, donde se acumulaba aquel veneno que como ella había llegado a madurar.

Seguiría siendo la misma, con aquel don para sanar, pero aquella reserva tan abundante y madura, ahora podía ser usada en Oldland para algo más. Quizás para matar, o para librar de la muerte que en algún momento se albergará entre ti, antes que los demás.

Oldland era tierra maldita... pero también de oportunidad, si se sabía aprovechar...

¿Matar o protegerme? ¿ Protegerme ahora, que estamos tan cerca, y no parece que esté en el punto de mira de nadie? Y como dice Olenna, con una muerte puedo evitar dos más...

Fyas sisea conforme. Sabe en qué estoy pensando.

- A por Fiona, amiga mía.

Será extraño matar a una mujer...

De nuevo, la mañana llegaba y con ella, aquel macabro espectáculo... Quizás Fyas pudiera hacer algo por los caídos... quizás su veneno, surgiera efecto... O quizás era demasiado pronto para saber que hacer.

En tus manos estaba proceder o no.

- Esta vez es fácil la elección, pequeña.

Miro a mi alrededor buscando al cuerpo de mi elección. Haber hablado con Olenna me había ayudado a aclarar las ideas y tonar una decisión. Encuentro con la mirada la figura tendida de Yaiza.

- Venga, inténtalo.

Mientras la muerte se apoderaba de su alma, y justo antes de abandonarte a expirar, centrarse tu mirada en el centro de aquella sala, sobre aquellos símbolos escritos en un idioma que no llegabas a descifrar.

Eran como sellos, que ahora se alzaban del suelo y empezaban a danzar, como dispuestos a que tu alma los tocase, sin saber decir, cómo sabía que debías de aferrarte a uno, como si aquello fuera obligado, antes de dejarte marchar...

Debías de decir uno,  ¿Pero cuál...?

XV - XVII 

Una última luz antes de que la oscuridad me invada. Una marca. Un sello.

Extiendo la mano hasta la marca XV, acariciándola con los dedos antes de dejarme ir.