Partida Rol por web

Nimay y Haathee se detuvieron un momento a reflexionar después del combate. Contemplaron a las mujeres que quedaban y dudaron. Probablemente le pedirían que pusiera su mirada sobre Theora o Smel, pero no pensaba hacerlo. Creía conocer los secretos de la niña lo suficiente como para hablar de ellos sin necesidad de escuchar los susurros de los Ashura. Y con la mujer del cocodrilo sería interesante conectar para acordar los siguientes pasos, pero ya tenían ese código que Olenna había transmitido. Si anunciaba que la había mirado sería para mentir y asegurar su inocencia. 

Así pues su elección estaría entre Bethanny, Sylvia y Yaiza. Creía saber lo que las tres podían hacer. Y si no se equivocaba las tres eran igualmente peligrosas. Sus muertes urgían. Si había entendido bien a la rubia, Bethanny podría volver a la vida una vez, como él había hecho. Eso le habían regalado las luces. Pero las otras dos también habían recibido su regalo. Olenna había dicho que Sylvia podía matar gracias a las luces y al parecer lo había hecho con la mujer de fuego. 

Suponía que Smel acabaría con Bethanny o Sylvia, probablemente con la primera porque eso era lo que Olenna había dicho que querían hacer la noche anterior. Pero tal vez la chica del arco fuese más peligrosa. Así que finalmente los ojos de ambos, hombre y elefante, se detuvieron sobre Yaiza. Si había recibido un don de Oldland al encenderse su nombre, debían saberlo. Era necesario conocer las opciones del enemigo antes de seguir trucando el juego.

—Yaiza Gray... —susurró a la sombra que se le acercó—. Traednos sus secretos...

Un pequeño baile de risas llegaba con el viento a los oídos de Nimay, como el juego de un niño que se alegra ante la oportunidad de hacer aquello que rompe las normas. Aquello que llena el corazón de adrenalina y te hace sentir vivo... 

El viento soplo como moviendo aquella sombra, en busca de información, y en cuestión de segundos, la sombras volvía a Nimay con aquellos secretos entre recuerdos de lo que fue al llegar a Oldland.

Aquel ente sin forma empezó a desvelar como una historia lo que había sido de de Yaiza al llegar...

Poco a poco apoyas tus pies sobre aquella tierra muerta que da comienzo a lo que algunos llaman la ciudad maldita, otros la entrada al averno, mientras que para el resto es simplemente Oldland.

Juegas entre tus manos, nerviosa, con la plumas de tus flechas mientras intentas ver algo más que muerte y orgullo en las heridas y ruinas de aquella ciudad, pero por más que miras solo encuentras ceños de odio y traición.

Tus pasos te han guiado hasta Oldland, y sabes que es el momento de luchar, de encontrar cual es el destino que te deparará tu vida tras visitar esta vieja ciudad. Estás dispuesta a luchar con todo, y no dejarte engañar, entregarás tus noches si hace falta, con la duda de ser descubierta por aquellos que os van a traicionar, pero todo un riesgo, y sin él todo no importará al final.

Posas de nuevo tu mirada, entre el resto antes de avanzar, dejando una sonrisa al encontrar un hilo de esperanza entre los demás, pues puede que la batalla traiga al menos un lazo eterno, algo que ni la muerte separe jamás...

  Aquel Asura sonreía ante la esencia de aquella mujer... pero no fueron sus únicas palabras, había más....

Es de noche... la luna reina incesante sobre vuestras cabezas, mientras las acusaciones y desvarios se enfrentan antes de sucumbir ante el destino de la ciudad maldita al anochecer...

Pero sin embargo, tu mirada ladea hacía un punto donde algo parece emerger, como un sol que se opone al momento del ocaso volviendo a salir en un simulacro de amanecer.

Tu mirada se ciernes sobre aquel lugar que os acoge, cuando callas aquella sensación.... Ya no existen ruinas, ni piedras rotas, ni arena que se mezcle en mitad de un adoquín pues todo parece haber vuelto a la vida dando paso a una plaza cubierta de columbarios, fosas y osarios.... un lugar que llora los restos de muchos, mientras decenas de estatuas en actitud rogante parecen esperar un perdón para aquel que aclama a sus epitafios....

El sol se alza en un perenne amanecer... bañando con un suave dorado aquel lugar. Tus pasos se hacen lentos mientras posas tu mirada en aquel lugar. Un camposanto que parece recordar cierto aire de sosiego y tranquilidad.

Una vieja sombra que ganaba a la figura que hoy se alzaba como Oldland...

 

 Aquel murmullo parecía seguir como si no esperara acabar...

Flecha Envenenada

Aquel sentimiento se extendía, mientras estremecías tus manos con rencor. La muerte no entendía de edades ni rasgos, tan sólo de desolación y de dolor. Ya estaba bien de tanta piedad y de tanta comprensión.

Tragas tu propia saliva, mientras asumes el peso de lo que pueda pasar, pero ya es hora de demostrar a aquella tierra maldita de que nada puede quedar impune. Si es necesario sesgar una vida lo harás, aunque necesites enjugar una de tus flechas con odio y rencor... y todo ello aderezado con un veneno que ocultas en tu interior.

 

 Parecía que había mucho que contar... y antes de terminar dijo el último secreto...

Aquellas heridas se cerraban por fuera, pero por dentro dejaban amarga hiel que empezaba a desbordarse y saltar entre tus dulces ojos, deseando venganza y saciar aquella sed.

Tanto tiempo domando aquel demonio que vivía en tu destino, para luego ser arrastrada y vejada sin más... Sentías como el odio crecía, y como tus dientes se apretaban con fuerza, deseando que todos pagaran por aquello que nunca podrán pagar.

El desprecio se instauraba en ti, bajo aquella máscara dulce que todos aún veían como un pequeño ángel y nada más...

 

Y de nuevo, mientras se alzaba la luna, emergía la magia de la noche, y con ella aquellos Asuras que te podrían dar la sabiduría necesaria para descargar tu dolor... Era el momento de quitar aquel velo falso de sonrisas y dejar que los demonios te ayudaran a pagar aquel odio que crecía sin cesar.

Nimay y Haathee miraron a su alrededor después de la caída de Theora. Todo estaba lleno de muerte. Todo estaba lleno de dolor. Aquellas ruinas estaban empapándose con la sangre inocente y pronto podría extender su odio y su ira por el mundo entero. El hombre sonrió. No había lugar para la inocencia en Oldland. Quizás era eso lo que necesitaba comprender para que su búsqueda llegase a su fin.

Las miradas de ambos, hombre y elefante, recorrieron después a los presentes uno a uno. Nimay no sentía la necesidad de conocer los secretos de ninguno de ellos pues creía que ya los conocía todos y los que no, no eran relevantes. Por primera vez no había perdido el vínculo con sus aliados al llegar el atardecer y Yaiza seguía a su lado en aquel bosque. ¿Hacia quién dirigir las sombras de los Ashura?

Dudó entre Bethanny y Sarghagas, pero finalmente sus ojos terminaron por buscar a Olenna y Smel. Atraer a una de las dos les permitiría planear estrategias en el bosque con más facilidad y si Yaiza sufría la locura de Theora, tendría al menos otra posibilidad cerca.

Así pues finalmente sus ojos recayeron en Smel mientras una media sonrisa satisfecha se esbozaba en sus labios. Iban a ganar aquella batalla. Pronto el odio cubriría la tierra y todos sentirían el dolor que atenazaba su pecho por la pérdida de Priya.

—Smel... Quón... —susurró a la sombra susurrante—. Traednos sus secretos...

Un pequeño baile de risas llegaba con el viento a los oídos de Nimay, como el juego de un niño que se alegra ante la oportunidad de hacer aquello que rompe las normas. Aquello que llena el corazón de adrenalina y te hace sentir vivo... 

El viento soplo como moviendo aquella sombra, en busca de información, y en cuestión de segundos, la sombras volvía a Nimay con aquellos secretos entre recuerdos de lo que fue al llegar a Oldland.

Aquel ente sin forma empezó a desvelar como una historia lo que había sido de de Smel al llegar...

Mientras Quón arrastra su vientre entre los parajes de Oldland, tu posas tu mirada en aquella tierra que un día fue cuna de leyendas, pero que hoy sólo parece ser el epitafio de aquello que fue.

Miras a los lados y ves como la tierra entre maleza y riachuelos parece aún respirar en un último intento de evitar el fracaso. Como una bestia que intenta resistir un mal golpe que propicia su final.

Aquellas leyendas que ahora descansan bajo la ciudad maldita, y que parece no volverán, son solo un velo de misterio que investigar. Pues tu has llegado a Oldland en busca de aquellas historias que hablan del averno... de puertas... de mentiras... de traición... y por ahora lo único que se muestra es desolación.

Miras a tu reptil mientras sabes que hará falta luchar... Es un alivio tenerle junto a ti. Pues gracias a él tu corazón se rige con fuerza y valor. Una fuerza capaz de abocar una mente a la antesala de la muerte, pues guardas entre tus manos la fuerza de las mandíbulas de Quón...

Quizás no tengas sus dientes para serrar la carne, pero al menos para anularlos sin dilación... es una técnica que requiere de fuerza... Pero en el pantano siempre todo requiere esfuerzo y valor. 

  Aquel Asura sonreía ante la esencia de aquella mujer... pero no fueron sus únicas palabras, había más....

Mientras la muerte se disipaba de tu cuerpo, y marcaba tu nueva piel... Sentiste un nuevo sentimiento dentro de tí, las ganas de demostrar la fuerza que siempre el pantano te había otorgado...

Tanto tiempo a la sombra, tanto tiempo esgrimiendo una sonrisa, y sin ninguna muestra final de cariño o de fidelidad. Habías fingido tu muerte, y ningún mensaje de consuelo llegaba a través de aquel lugar. Apretabas tus manos con fuerza, haciendo que aquel lodo se vertiese hasta el suelo, mientras tus nuevas zarpas sesgaban tu propia piel, antes de sellarse de nuevo bajo el lodo aquel.

Si ellos querían una sonrisa la tendrían, pero bajo ella, la noche se encendería demostrando que deberían de ser precavidos y no juzgar sin más...

Pues la fuerza se esconde en cualquier parte... incluso en una dulce sonrisa, que todos tiñen con el cariz de la candidez, eres Smel, y tu propio nombre de muestra la fuerza que pronto desplegaras...

Oldland ha sucumbido bajo aquella chica inocente, y saca la bestia que anida en tu interior, una bestia con fuerza y dolor...

 Aquel murmullo parecía seguir como si no esperara acabar...

El Recuerdo del Origen

Aquel aroma acre y dulce, que recordaba aquellas aguas mansas del pantano, al igual que aquel silencio ceremonial que nunca se silenciaban y te ayudaban a calmarte, y a disipar la soledad.

Tantos recuerdos que ahora venían a tu mente, como si Oldland te mostrase que aquella tierra solo era una estación de paso, pues aquel no era tu hogar... Un deseo ferviente y orgullosos se instalaba en ti, y con él una férrea decisión... cuando todo acabara, volverías a aquel lugar... nada te detendría, ni siquiera la muerte te podría frenar.

Un recuerdo se hacía fuerte como lo era tu origen... como lo era tu hogar.

Llegó el atardecer y se llevó una nueva vida. Nimay y Haathee se sentían satisfechos con el resultado y aquella vez sus ojos no necesitaron mirar en derredor para elegir. El hombre sonrió de medio lado, acariciando la victoria con la punta de los dedos. Al amanecer todo aquello habría terminado y la batalla llegaría a su fin. Al amanecer los Asura lo ayudarían a abrir esa puerta. Al amanecer la historia empezaría a reescribirse de nuevo y todo el dolor que almacenaba en su pecho se extendería por el mundo.

Pero antes, todavía podía pedir un secreto más. Los dos pares de ojos oscuros se detuvieron sobre la mujer del palo y la hiena. Ya conocía sus secretos, pero era la única que faltaba en su bosque. Pasarían la que esperaba fuese la última noche todos juntos.

—Olenna... —susurró a la sombra cuando se acercó a él—. Traednos sus secretos...

Un pequeño baile de risas llegaba con el viento a los oídos de Nimay, como el juego de un niño que se alegra ante la oportunidad de hacer aquello que rompe las normas. Aquello que llena el corazón de adrenalina y te hace sentir vivo... 

El viento soplo como moviendo aquella sombra, en busca de información, y en cuestión de segundos, la sombras volvía a Nimay con aquellos secretos entre recuerdos de lo que fue al llegar a Oldland.

Aquel ente sin forma empezó a desvelar como una historia lo que había sido de de Smel al llegar...

Nada más llegar a Oldland detienes tus pasos apoyándote en tu bastón, mientras posas tu mirada en aquella tierra maldita que se extiende ante ti. Una ciudad nutrida de vacíos y fantasmas, que asolan las cicatrices que rondan a cada paso. Tan sólo el viento parece habitar lo que un día fueron calles, sólo el viento se atreve a murmurar.

Tuerces tu gesto, mientras intentas buscar un nuevo rumbo al que dirigirte, pues aquella tierra no parece ser el destino donde encontrar tu historia. Falsas esperanzas escuchadas bajo una hoguera que vuelven a perderte sobre tu conciencia, llevándote a un humilde mascullo de rabia.

Estiras tus hombros antes de cambiar la dirección, cuando escuchas una risa a tu lado que te hace frenar aquel movimiento, aún sin cambiar la mirada esperando adivinar como un juego autopropuesto en realidad. Pasan unos segundos y sientes un frío hálito que roza tu mano junto a tu bastón, y sin poder remediarlo miras y encuentras sin quererlo, cuando ya no pensaba encontrar un destino en aquel lugar, la sonrisa de Mallie, que callada, parece darte la bienvenida a este nueva ciudad.

Parpadeas y parece que tu propia mente os ha llevado a claro sendero, aderezado con algún que otro árbol que se retuerce entre sí, para crecer en formas sinuosas antes de brindar su sombra a los demás. Un lugar plácido y sereno.... de alguna manera, aquel lugar que le enseñabas día a día a Mallie, a recrear mientras seguíais cautivas en el Corral.

Miras a un lado de nuevo Oldland parece presentarse sin más; de nuevo un gesto con tus parpados y Mallie sonríe jugueteando con sus pies sobre un banco bajo aquel árbol.

Sonríes mientras te adentras en la ciudad que algunos llaman maldita. Mientras comprendes que aquí ahora las voces, tienen para ti un lugar... Un lugar que donde Mallie estará contigo... 

Puede que tu destino sea compartir ambos mundos, vivos y muertos, pero al menos Mallie estará allí para ayudar.

  Aquel Asura sonreía ante la esencia de aquella mujer... pero no fueron sus únicas palabras, había más....

La Furia de Mallie

Aquella mirada nunca antes en Mallie, te hizo pensar tu olvido, en que quizás estuviese molesta por no tenerla presente en aquel lugar, pero pronto supiste que no era eso lo que reflejaban sus ojos, sino sus ganas de participar. Aquellas artes que un día enseñaste para defenderse en aquel Corral, ahora servirían como pago para agradecerte lo que hiciste por ella allí.

Estaba decidida a seguir tus palabras, y aunque estuviera muerta demostrar que en Oldland aquello no era un obstáculo, debía pagar tu ayuda, y lo haría hasta el final.

  Aquel murmullo parecía seguir como si no esperara acabar...

Es de noche... la luna reina incesante sobre vuestras cabezas, mientras las acusaciones y desvarios se enfrentan antes de sucumbir ante el destino de la ciudad maldita al anochecer...

Pero sin embargo, tu mirada ladea hacía un punto donde algo parece emerger, como un sol que se opone al momento del ocaso volviendo a salir en un simulacro de amanecer.

Tu mirada se ciernes sobre aquel lugar que os acoge, cuando callas aquella sensación.... Ya no existen ruinas, ni piedras rotas, ni arena que se mezcle en mitad de un adoquín pues todo parece haber vuelto a la vida dando paso a una plaza cubierta de columbarios, fosas y osarios.... un lugar que llora los restos de muchos, mientras decenas de estatuas en actitud rogante parecen esperar un perdón para aquel que aclama a sus epitafios....

El sol se alza en un perenne amanecer... bañando con un suave dorado aquel lugar. Tus pasos se hacen lentos mientras posas tu mirada en aquel lugar. Un camposanto que parece recordar cierto aire de sosiego y tranquilidad.

Una vieja sombra que ganaba a la figura que hoy se alzaba como Oldland...

  Parecía que había mucho que contar... y antes de terminar dijo el último secreto...

Tanto tiempo encerrada en aquel sitio, tanto tiempo recordando el olor de la sangre, y el sudor de la batalla, que ya todo aquello se volvía un poco normal en ti...

Como un recuerdo de aquel redil donde como animales o bestias, resistíais demostrando que solo los más fuertes serían capaces de avanzar. Media sonrisa se dibuja en tu mente, mientras el horror que habías vivido en aquel Corral, se hacía un espejo de lo que vivías hoy.

Hacía tanto tiempo de aquello, aunque las heridas aún seguían presentes en tu mente rota... Quizás no habías entendido aquel sitio, y tu misión era la de permanecer hasta el final, demostrando ser más fuerte.

La sangre seguiría cayendo, y con ella se alzaría tu victoria una vez más... La D hoy tenía un nuevo rumbo, la destrucción...