Partida Rol por web

El vietnamita que tal solo, había mostrado un leve rastro de sonrisa ante la únicas palabras que le dedico la niña, así como las palabras amables de su enamorada, ciertamente estaba dividido. Se mantenía al margen de todo, cansado seguramente, tan solo fumando un cigarro liado por sus etéreas manos.

Pero de repente, abrió los ojos y miro al cielo o lo que fuera eso que estaba sobre sus cabezas y a punto estuvo de perder su lumbre.

-Dime Olenna.-Despego entonces sus labios por primera vez.-¿Que piensan de mi los que aun están vivos?-Nunca antes hubiera pensado hacer esta pregunta, pero ahora parecía necesitar una respuesta, por escueta que fuera.

El ceño de Olenna se frunce poco a poco al escuchar hablar a la chica del búho, sin entender del todo algunas de las cosas que dice. Es cierto y nunca lo ha ocultado que en este lugar se siente mejor, más cómoda y menos enjaulada, pero en ningún momento ha forzado el comportarse diferente.

La Grovehn se encoge de hombros cuando la otra dice no tener que justificarse, evidenciando que tampoco nadie se lo ha pedido. Sin embargo un instante más tarde, cuando dice que defenderse es el don de Oldland, Olenna vuelve a reír.

—Es gracioso —empieza por aclarar—. Porque dices que no te justificas, pero lo haces con mentiras —asegura. Entonces hace un gesto con la mano que no rodea el bastón—. Defenderte no te lo dio Oldland. Defenderte de lo dieron las luces. Tu nombre se iluminó, como se iluminó el suyo —enuncia pasando a mirar al viejo al recibir su pregunta.

—Los vivos creen que traicionaste a la niña —expone—. Creen que dijiste palabras raras a la mujer globo, y creen que la defendías porque estabais unidos. —Tras eso hace un gesto con la barbilla, devolviéndole la pregunta de otra manera—. ¿Qué dicen de ti las luces?

Sonrie de manera amarga al saber que no seria bien recibido.-Que vuelva, la ciudad aun quiere que este presente entre vosotros. Pero dudo en hacerlo pues, no quiero que perdáis el tiempo conmigo, pensado que deseo abrir las puertas del infierno.-Comento antes de apurar su cigarro.

Olenna escucha con cierto asombro la revelación del viejo y ladea la cabeza, observándole con curiosidad.

—¿Y qué deseas? —pregunta entonces, como si realmente no tuviera ni idea y la respuesta pudiera ser cualquier cosa. Entonces se toma un instante para decir algo más, como si le hubiera estado dando vueltas a algo desde el día anterior.

—¿Por qué Roy, y no el de las cartas? Dos asesinos matan más que una.

Miro con extrañeza. - A mi esta ciudad no me ha dado nada… observo al Vietnamita ¿Qué se supone que otorga esta ciudad?

Apenas pasan unos segundos antes de que Olenna vuelva a hablar. Lo hace sin dar respuesta a las palabras de la chica del búho, como si sus preguntas ni siquiera tuvieran valor o sentido, y su tono es tranquilo.

—Fuera el de las cartas ríe —enuncia—. Grita mucho diciendo que la niña es desconsiderada por volver a tener piel. Se siguen encendiendo luces, y el árabe dice que no entiende las cuentas con los nueve muertos, pero son diez —dice antes de tomarse un momento para repasar a los presentes con la mirada. Luego se lleva un dedo a la sien con una mezcla de gravedad y extrañeza—. Uno no vino aquí.

En ese momento su mirada se fija sobre el falso rey.

—Alguien dice que tú y ella sois semillas —señala, empezando un gesto hacia la chica del búho. Después lleva su mirada de nuevo hacia el oriental, aún pendiente de su respuesta. Sin embargo añade una pregunta más.

—Ella sabía tus secretos —afirma hablando de la mujer globo, como si acabase de comprender—. Tú también sabes los suyos.

-Volver naturalmente, a pesar de todo deseo ver por mis propios ojos como termina todo, como Oldland evitara el final una vez mas. Llevo toda la vida esperando tal cosa.-Comento, siendo consciente del dolor que le produciría abandonarla.

-¿Asesino? No entiendo, creo que alguno aquí ya lo ha dicho claro, todos en mayor en menor medida somos asesinos. Pero si lo que preguntas es por aquellos que desean abrir las puertas, yo nunca a buscado tal cosa.-Comento.-El objetivo se elije, el amor no.-Susurro sin poder evitar mirar a su enamorada.

Contesto a la mujer que era el nexo entre ambos lugares.

-Pronto la ciudad también te llamara Aisha, como lo ha echo con todos aquellos que morimos en ella.-Contesto escuetamente a la mujer buho, pues parece que nadie mas quiso responderla.

-Yo solo se un secreto de ella. Y temo contarlo, pues no le gustara conocerlo a Theora, después de todo parece encariñado con él.-Miro a Katalina y torció el gesto un tanto celoso, raro verlo en aquel hombre.

Lanzo una fugaz mirada a Olenna de esas que matan. –Mira, me da igual lo que digan allí arriba sobre mi señalo al cielo con el dedo. –Yo sé quién soy y con eso me basta... Os pediría que os ahorrases los comentarios hacia mi persona de lo que opinan los demás y eso os incluye…  Así que por favor, haz el favor de vivir y dejar morir, si no es mucho pedir.

Tras escuchar las palabras del Vietnamita asiento con la cabeza a modo de aprobación. –Muchas gracias Nói, debo de confesar que habéis despertado mi curiosidad. Frunzo levemente el ceño ¿Para qué me llamara la ciudad? Guardo silencio si estoy muerta.

Con una mezcla de curiosidad y escepticismo Olenna va escuchando las palabras del viejo. Asiente a las primeras, sin que quede muy claro si las cree por completo. Con las siguientes, sin embargo, se da cuenta de que el hombre no le ha entendido y decide explicarse.

—Ocupaste el sitio de Roy —le dice con seguridad, poniéndole el situación—. ¿Por qué no el de las cartas? —Entonces hace un gesto con el bastón, señalando a la mujer globo. Su mano se mueve con una mezcla de desdén y desidia, como si ella no importara para más que para decir de quién habla—. La habrías ayudado más.

Después de eso guarda unos segundos de silencio antes de negar con la cabeza. Su gesto es serio y su voz grave, hosca.

—La ciudad ya la ha llamado. Ella miente —asegura. Un instante más tarde, cuando al fin el hombre habla de secretos, Olenna busca su mirada con claro interés. Sus pupilas están dilatadas y su cuello se inclina hacia adelante, como si acercándola más pudiera entenderle mejor.

—A la niña no le gustará —repite, aceptando esa parte, pero no tarda en darle la vuelta al asunto—. A la niña no le gusta morir. Si el secreto va a ayudar a que viva, le gustará más saberlo que no.

Dichas esas palabras se toma un instante más para pensar, y casi puede verse cómo su mente trabaja dentro de su cráneo. Su ceño se frunce al ponerse en la situación del hombre y no tarda en poner en voz alta aquello a lo que está dando vueltas.

—Si vuelves y no te mata el atardecer, te matan los asesinos. Eres peligro para ellos. Si vas a hacerlo hay que pensar bien. Y si vuelves y ella vuelve —enuncia señalando de nuevo a la mujer flotante— la verás morir otra vez.

Al acabar de hablar escucha a la mujer del búho y le devuelve la mirada. No carga sus ojos de esa intensidad asesina como la Eve, ni mucho menos, sino que la mira como si lo que la mujer acaba de decir fuera una tontería.

—Si no quieres saber, no escuches —le dice—. Otros quieren.

Me giro a los presentes. - Aquellos que quieran escuchar los comentarios hacia mi persona que lo digan y no tendré ningún problema… Aún así, sería todo un detalle por vuestra parte que respetaseis mi decisión. Miro a cada uno de los presentes esperando su respuesta.

En ese momento su mirada se fija sobre el falso rey.

—Alguien dice que tú y ella sois semillas —

Las palabras de Olenna no son inesperadas. Lo raro es que alguien tardase tanto en hacer la acusación.

- No se acerca de ella - digo señalando a Aisha con el pulgar - pero no me extraña que alguien diga eso de mi. Soy un objetivo fácil que inculpar. Solo porque tengo orgullo, que algunos llamarían arrogancia. Obviamente no tengo manera de probar que no soy lo que se dice de mi más que mi palabra, pero ya estoy muerto, ¿no? Y Aisha también. Suena a que quien dice eso está tratando de desviar la atención hacia gente que no le puede responder de manera directa para desviar de si mismo o misma las miradas. Además, es una estrategia inteligente: señala a dos personas y si cualquiera de los dos se demostrase que efectivamente era una semilla eso casi que inculparía automáticamente al otro a ojos de la gente. Y la 'honestidad' del acusador o acusadora sería probada.

Me encojo de hombros. Me parece bastante obvio. ¿Qué iba a ganar esa persona para el grupo 'bueno' con acusarnos realmente? - Tanto Aisha como yo eramos mal vistos en el grupo popular, nadie nos va a revivir. Aunque fueramos semillas decirlo ahora carece de utilidad por completo para el grupo. Mantén los ojos en esa persona.

Aunque tras un instante recapacito y levanto el dedo.

- Bueno, quizás me equivoco, no había considerado la posibilidad de que es posible que las semillas puedan alzar a sus caídos también. Puedo estar equivocado y simplemente esa persona piensa eso también, aunque me sigue pareciendo extraño. Si fueramos semillas y se nos reviviera todos pensarían eso directamente y se nos ajusticiaría de nuevo, ya que como digo, tenemos, o al menos yo, bastante mala imagen. - Añado esto consciente de que quizás me he equivocado y no es cuesión de mandar otro inocente aquí.

Olenna desvía un instante sus ojos hacia la chica del búho cuando ella dice aquellas palabras, y una ceja se enarca en su rostro elevada por el escepticismo. Es evidente que no acaba de entender el por qué dice eso, pero en cuanto las cosas encajan en su cabeza no tarda en reír sin cortarse.

—Es gracioso —comienza—. Dices que no se hable de ti para que no se diga que eres semilla, pero eso hace más claro que lo eres. —Entonces se encoge de hombros—. Y es gracioso también porque ellos pueden no decir nada, y yo querer que escuchen —dice mientras se ladea su sonrisa—. Mi boca es mía.

Después de eso vuelve a escuchar al Grovehn. Pone atención a sus palabras, pero no disimula que se fía bien poco de ellas.

—Ella no era mal vista —asegura. Es evidente en su tono que aquello poco le importa, pero no está mal aclararlo. Sin embargo hay algo a lo que sí asiente—. Mis ojos están en todos.

Tras esa breve aclaración hace una pausa. Puede ser claro en su actitud que no ha terminado de responder al hombre, pero hay cosas a las que aún quiere dar un par de vueltas. Sin embargo sí aprovecha para decir algo más.

—El de las cartas ahora dice que es jardinero —explica con un tono seco—. Dice que él no es semilla, que es flor, y que si muere otro será semilla. Dice que las luces le han dado eso. Pero es mentira, porque sus luces no se han encendido.

Al acabar de hablar es evidente cómo incluso aquí su agarre sobre el bastón se hace más firme. El atardecer se acerca, y ella debe estar preparada.

-Ella puede no creerme y si ella no lo hace dudo que el resto lo haga, eso es lo que hace la diferencia, Olenna.-Comento ante las palabras de querer vivir o morir.

-¿A que os referís con semillas y flores?-Por primera vez, el oriental, no llegaba a entender las palabras de los muertos.

"Buena pregunta amor. Yo no entiendo eso tampoco, acaso se volvieron jardineros entre los vivos?" pregunto curiosa mientras acomodaba junto a su amado. "La pequeña es muy erratica y no creo que te ayude mucho amor, incluso adivino que sera la primera en señalarte si revives. Por lo que yo no apostaria en ella sino en los demas." le aconsejo pareciendo cansada con las palabras de cada una.

"Dime la verdad, has investigado a la niña?alguien lo ha hecho?" le pregunto a la mujer del baston.

La esencia de Nói se desdibujaba mientras el atardecer caía...

No puedo más que reír ante las palabras del Grovehn. – No te das cuenta que tu arrogancia y orgullo es lo que te ha matado. Señalo a Orlenna las únicas palabras que han salido de su boca hacia ti estando yo viva son: "El falso rey intenta cosas en mi cabeza, pero no consigue". Ladeo la cabeza con incredulidad. Estas muerto y de aquí no saldrás y sabes ¿porque? semblante serio porque no caes bien.

Y en cuanto a ti Olenna piensa lo que quieras. Pero si no eres capaz de respetar la voluntad de un muerto eso dice todo de ti… no tengo más que añadir.

Mientras la esencia de Noi se desdibujaba. –Buen viaje Noi y espero que no seas de nuevo pasto de esa jauría de lobos con disfraz de oveja.

 Estas muerto y de aquí no saldrás y sabes ¿porque? semblante serio porque no caes bien.

 Me encojo de hombros. No es ninguna novedad. Tampoco me extraña demasiado que Olenna estuviera mintiendo acerca de decirle nada a Deidre de mi parte. Ni confía en mí ni probablemente le importe ella para nada. Ni nadie en general. Seguramente la niña no sea más que una útil herramienta para ella. Sonrío ante lo retorcida que seguramente sea mi hermana de legado.

- Qué le vamos a hacer... - me encojo de hombros. No voy a suplicar a nadie ni rebajarme. - Si la ciudad me quiere a este lado, sea.

Olenna se encuentra a punto de responder al oriental cuando la figura de este comienza a disiparse. Por unos segundos le ve marchar antes de escuchar las palabras de la mujer del búho. Ante ellas ladea la cabeza mirándola por unos instantes, como intentando entender por qué dice eso y se encoge de hombros.

—Di lo que quieras —resume así sus pensamientos antes de hacer un gesto con la mano, y realmente parece que no dé más importancia a esa conversación que a otra cualquiera—. Ella no sabe qué dijiste o qué no—señala mirándolo ahora a él—. Para la del lobo sólo diste un mensaje: que enviarías otros. ¿Falta mía no decir eso? —Pregunta antes de reír, aunque en esta ocasión no llega a explicar por qué es gracioso. Hace un gesto con la mano conforme sus carcajadas cesan, como aceptando aquello al no importarle en absoluto. —Pues falta mía.

Dicho eso le mira con un deje de seriedad. Toma aire una, dos y tres veces sin soltar el agarre de su bastón. Su corazón late con fuerza: es evidente que al otro lado el combate está a punto de tener lugar.

—Si quieres decir algo, dí —enuncia antes de levantar una mano—. Prometo decir.

Y mientras la noche caía la esencia de Daeron volvió...

Niego con la mano ante su promesa recostándome para ver la pelea, pues de algún modo la siento aunque esté en este lado.

- Concéntrate en lo que tienes entre manos ahora. No se que nos pasaría si te mueres también y no tengo mucha prisa por averiguarlo. Aunque imagino que pronto veremos a Daeron por aquí... Protege a Deidre si pudieras, solo eso.

No tengo por qué creer su palabra más de lo que ella cree en la mía. De hecho me empiezo a preguntar por qué se está dando por sentado que no sea una de las semillas solo por tener este papel. Quizás la ciudad no elegiría a una semilla para esto y la gente lo sabe en general... ni idea.