Partida Rol por web

Yermo Capital

El Yermo es desolado, cálido, árido, y es un puñetero lugar para cualquier persona. Pero para un robot... bueno, la cosa cambia un poco... pero no tanto.

Viajas hacia el sur, dónde pretendes buscar algo que descubrir.

Pero el camino por ahora, parece desierto... o no...

El yermo parece desierto, pero siempre es así en aspecto exterior. Eso no me impide lanzar mis sensores a buscar en todas direcciones, tratando de procesar cualquier cosa que salga de lo normal. Tampoco espero encontrar demasiado, pero cualquier cosa mejor que quedarse con un humano empeñado en transformarme en chatarra. Nadie quiere ser transformado en chatarra...

¿encontraré de una vez un sitio donde conseguir esas mejoras que tan bien me vendrían?

El Yermo es un lugar impredecible...

Y desierto por lo que parece...

Estabas flotando tan tranquilo, buscando un lugar en dónde pasar el día y de ser posible, algo de refugio para la noche, cuando un sonido de dientes afilados apareció detrás de una de las carreteras serpenteantes y rotas del lugar...

¡Una Ratatopo!

Y te había visto, y tu no la habías detectado...

¡Y se lanza a por ti!

-¡Bi bibip! -Exclamo al verme sorprendido en mi paseo. Pero el problema pasa rápido, cuando computo la nueva situación dentro de mis variables y actúo con respecto al protocolo indicado, liberando en primer lugar la emisión que aterra a mis enemigos.

Y entonces abro fuego, calibrando mi arma para impactar en el deleznable enemigo. Casi parece que no le voy a impactar, pero mi mirilla es certera y el golpe cae sobre él. ¡Sufre, enemigo!

El disparo entra en el ojo de la Ratatopo y hace que su cabeza estalle en mil pedazos.

A lo lejos, ahora que prestas un poco más de atención y que no tienes ninguna distracción, parece elevarse una estructura que se puede ver sobre el horizonte.

Son un par de horas de viaje y probablemente, llegarías por la noche, por lo que tienes un largo trecho que recorrer.

¡Toma tu merecido, enemigo! Orgulloso de mi mismo, lanzo un par de pitidos antes de continuar avanzando. Sin enfrentamientos en las inmediaciones, mis sensores visuales detectan una estructura humana lejana y, mientras avanzo hacia ella haciendo cálculos trigonométricos para obtener altura y distancia -y por ende tiempo de recorrido con respecto a mi velocidad media- trato de compararla en el mapa almacenado con respecto a otros edificios humanos de posición conocida. Invariablemente, mantengo mi rumbo mientras realizo esos cálculos, pues es un destino tan bueno como cualquier otro si me aleja del humano achatarrador.

¡Rumbo, entonces, al nuevo destino! Los obstáculos no son nada, y pronto llegaré...

Noche 1

Yermo Capital

Las antenas de comunicaciones se podían ver a lo lejos. Estabas a pocos minutos del lugar, y ya saboreabas que cosas podrías encontrar allí, en ese sitio que parecía derruido, pero que a su vez, exudaba tecnología por todas partes.

Pero como ya sabías, el Yermo es peligroso.

Y más para un robot que viaja sólo.

En ese momento, dos supermutantes salieron de la puerta de uno de los edificios con antenas y te miraron fijamente. Estaban armados con dos barras de hierro enormes y dando un grito, se lanzaron a por ti corriendo.

Atacas infructuosamente al supermutante, y este devuelve tu ataque con su arma.

Te golpea con fuerza, pero rápidamente, escapas del lugar y te metes en una de las torres con antenas.

Al parecer, ahora está todo muy tranquilo.

Salitéis a explorar el Yermo, cada uno desde su lugar y al final, como una jugarreta del destino, os fuistéis encontrando poco a poco en el desierto desolado.

Ahora estáis en el medio de la nada, los cuatro juntos, cada uno con sus objetivos, cada uno allí por algún motivo distinto.

Pero juntos.

Por ahora, todo parece muy tranquilo.

Pero en el Yermo Capital, nunca se sabe.

-Bip-bip. -Exclamo al detectar más enemigos. Que ellos me hayan visto también no es óbice ni excusa para alegar cualquier clase de condicionamiento, y me preparo para la batalla. La superioridad tampoco importa, pero acaba siendo un factor determinante unido a mi maltrecho apoyo armamentístico para conseguir lograr cualquier clase de objetivo. Considerando la situación, me repliego de manera táctica soltando algunos disparos aleatorios y poco acertados, pero más que suficientes para cumplir con mi plan. Llegado a un nuevo destino, mis sensores vibran analizándolo todo y buscando otra vez presencias hostiles, aliadas o de cualquier otra clase. Sin lugar a dudas, una torre así puede ser un buen lugar para buscar material de cualquier tipo.

El hombre de la armadura de acero caminaba por el Yermo como si nada pudiera hacerle daño allí, como si no fuera uno de los lugares más peligrosos del planeta. No le importaba ser visto, pues su armadura bruñida relucía y brillaba por efecto del sol, delatando su posición.

O estaba muy seguro de sí mismo, o era un loco. En todo caso, así se lo encontraron los demás, a los que saludó con un ligero cabeceo, como si se conocieran de toda la vida y solo hubieran pasado unas horas desde que se vieron por última vez.

Soy Cross, de la Hermandad del Acero se presentó al fin.

Arcade Ganon, un placer.

Digo extendiendo mi mano, entonces mi estómago ruge.

Maldición, tengo hambre... Pero no importa... ¿Conocéis algo de ese lugar? Escuché de él por unos Caravaneros.

Nada al margen de lo que se rumorea por ahí respondió Cross estrechando la mano del tal Gannon. Que es un lugar desolado y peligroso. Como si el resto del mundo no lo fuera...

Mira alrededor con curiosidad.

Quizá haya algo por allí...

Me retiro el sombrero cuando veo aparecer por el Yermo a dos personas, me quedo mirándolos con tranquilidad mientras uno de ellos se presenta. Arcade no tarda mas que unos segundos en hablar con él. Otro miembro de la hermandad del acero, cada vez hay más...

- Soy Charon - respondo agarrando el rifle con gesto relajado - Estar atentos, parece que es la calma que precede a la tormenta.

Estaba dando un relajado paso por el Yermo...si es que un paseo por el Yermo puede denominarse relajado. Parece ser que el día era especialmente cálido o algo, pues otros tres viajeros se me unieron al camino.

- Buenous días génte. Mi marcado acento americano, mientras hacía un gesto con el ala del sombrero. Mi-nombre es Rose, pára servirles. 

Me metí los pulgares en el cinturón de los vaqueros, eché una ojeada a mi alrededor.

- Pues espero que no nos llueva muy fuerteu.