Partida Rol por web

Domingo 31 de Diciembre, 20:00 h. Hogwarts.

Sería absurdo afirmar que tras seis días de intensos debates frente al Cáliz de Fuego y posteriores resoluciones, alguien no supiese lo que estaba por suceder cuando apenas restaban unos segundos para que diesen las 20:00h en el Gran Comedor de Hogwarts. La cena nuevamente había sido un funeral entre los alumnos de séptimo curso, quienes agotados física y mentalmente solo deseaban un desenlace propicio ante lo que consideraban ya la peor de las experiencias que jamás hubiesen vivido. ¿Qué nuevas sorpresas les depararía en esta ocasión el Cáliz de Fuego, quién dictaminaba el destino final del elegido por consenso?

En esta ocasión Filius Flitwick no mencionó nada, simplemente se aproximó con pasos lentos y pesados hasta el límite del círculo mágico, dispuesto a recoger el papel que sentenciaría a un nuevo alumno. Tanto Julius como Annabella intuían que podían ser uno de ambos los más votados, habiéndose preparado el Hufflepuff previamente para cuando todo quedase reflejado, pero la sorpresa sería una completa locura en cuanto el artefacto mágico empezó a emitir llamaradas incandescentes de distintas coloraciones, expulsando tras unos largos segundos de espera DOS votos con distintos nombres. 

"ANNABELLA LOWE"

"JULIUS SINCLAIR"

Uno a uno, todos los presentes se miraron entre sí para entender que debía hacerse en esos casos en los que el Cáliz de Fuego arrojaba dos votos al haber igualdad en la votaciones, y Filius Flitwick inmediatamente explicó lo que el contrato vinculante demandaba.

- En caso de empate en las votaciones, siendo liberados en ese especial caso dos votos con nombres distintos desde el interior del Cáliz, deberán ser los prefectos de sus propias casas de Hogwarts los que tomen la decisión final... - mencionó con tranquilidad el menudo hombrecillo, dirigiendo la mirada a Effie Goldwing y a Peter Hollman respectivamente - Peter Hollman, sois el prefecto de la casa Gryffindor a la que pertenece Annabella Lowe. ¿Cuál fue el nombre que elegiste arrojar dentro del Cáliz de Fuego? - y llevando la mirada a Effie Goldwing, realizó la misma solicitud a la joven Hufflepuff - Effie Goldwing, ¿Y en vuestro caso? ¿A quién votasteis para ser expulsado de Hogwarts? ¿Hay unanimidad en vuestra decisión?

Sorprendentemente seguía habiendo un empate en las votaciones, lo cual llevaba a la siguiente resolución.

- En caso de que siga permaneciendo un empate entre los prefectos de las propias casas implicadas, tendrán voz y voto las otras dos casas de Hogwarts... Amelia Spencer, como prefecta de Slytherin, ¿A quién dedicasteis el voto? ¿Y vos, joven Dwenrigar Ephias Taliesin, prefecto de Ravenclaw?

Si el empate seguía persistiendo entre todos los alumnos, la resolución final se tomaría al azar, con una probabilidad al 50% de que uno u otro fuese expulsado, salvo que una mayoría simple indicase que fuesen ambos expulsados o que ninguno de los dos fuese expulsado... Iniciaban los JUEGOS DEL HAMBRE.

La sinfonía del alma resonó en su mente, esta canción era de un país lejano con el que su padre logró seducir a la ex-maga de Hufflepuff. Raphael Sinclair era un tipo suave, un muggle simpático que jugaba videojuegos con él, lo llevaba a lugares y eras el padre de padres, sin duda. Dos corazones entonces palpitaban y estaban por ser sacrificados, se duelaban, el de él,  y el de Annabella. Era un significado doble, triple quizá o múltiple como el "Encanto" de Gémino que duplicaba y luego multiplicaba hasta... Bueno, quienes sabían, sabían.

Tronó el cuello y declaró.

- Ambos... Es una buena opción, pero un poco de caos no está mal, ¿eh?

Sí, se quería ganar el odio de Constance porque la quería, como expresó antes con esto, algo que ella odiaba:

- 50%, tire una moneda, Profesor Flitzwick y listo.

Pero al final, eso era una molestia, no llevaba a nada. Los votos habían dicho.

Qué caprichoso era Julius, como su Encanto Imperdonable, sin duda.

- Dos corazones, dos opciones, dos expulsados.

Chasqueó los dedos rítmicamente con su eterna cara de cabrón.

- ¡Ambos! ¡Annabelle Lowe, tú y tu maldad caerán conmigo!

Habló casi aguantándose la risa. Su caos era eterno, como dijo Jeremy:

"Chaos is my friend"

No dijo más.

La tensión de aquella noche resultaba máxima, no había podido votar a nadie, ambos parecían iguaente culpables y inocentes. Mi cabeza me dolía de devanarme buscando algo que indicara inequívocamente la inocencia o culpabilidad de uno en favor del otro, sin embargo nada surgía.
Y lo mismo pareció acontencer no solo en el cáliz sino también en la votación de prefectos, estábamos divididos. 8 personas de los cuales dos no habían emitido voto alguno y otros 3 que se decantaban por opuestos.
si está noche expulsamos a un inocente, mañana despertaremos solo 5 o quizá menos. Ya lo he dicho Miles de veces pero si hay un momento para ser sinceros y poner todo sobre la mesa es este. Debemos asegurarnos que el que se vaya por esa puerta sea el asesino.
Yo creo que...lo mejor es...
Me costó pero finalmente dejé salir.
Que se vayan los dos...

Julius, esta vez, dijo lo más sensato de todo: Echar a los dos sería lo más fácil para evitar dudas... No obstante, Amelia tenía una mayor duda en su mente ¿Y si se equivocaba? ¿Y si solo uno de los dos era el malo y condenaban a un inocente? ¿Y si no lo era ninguno? Annabella fue la que sin duda tenía el rostro de quien intentó matarla, pero Julius quien tenía el uniforme... ¿Quien sería el Caballero de Walpurgis?

-Ojalá no os equivoqueis en esto... - Dijo Amy suspirando - Aunque si realmente quereis echar a alguien de seguros y no sois capaces de dar un nombre podría darlo yo... Pero si el destino es quien ha hecho que estemos aquí... Vale. Que sea él el que decida. Como diría Valentina, estamos en la noche 6, multiplo de 3. Hoy es el día en que probablemente la dama del destino nos sonría a los leales de Hogwarts.

Ambos.

Peter había estado pensativo, pero finalmente se decantó... por la solución más dura.

Si se va Julius, por ejemplo, Annabella va a ser la sospechosa y expulsada mañana. Y viceversa, si se va Annabella, Julius va a ser el sospechoso y el expulsado mañana.

Expulsando hoy a los dos, ganamos una noche para Hogwarts. Y nos ahorramos los "os lo dije" en caso de no acertar ahora con el último Walpurgis.

Por Hogwarts. Para evitar otra noche de terror más. Ambos fuera.

Peter tenía un "lo siento" para Annabella atascado en la garganta... Pero no salía. ¿Y si Effie tenía razón en sus sospechas? Aquella horrible situación no podía alargarse más... Por Hogwarts.

​​​​​​

Constance se quedó completamente en blanco. ¿En serio iban a tener que elegir algo asi? Les estaban dando... no, les estaban obligando a elegir.

Julius eligió ambos, lo que se ganó una mirada extraña de Constance. Peter también la recibió al elegir ¡Era una locura! 

Dwen y Amy, algo más de lo mismo, eligieron al azar, para no sentirse culpables de su voto. 

La chica se quedó en silencio, ya habían elegido muchos y probablemente no tenía sentido hablar, pero iba a defenderlos igualmente, aunque Annabella fuera la sospechosa principal y nadie confiase en Julius.

-Ninguno, podemos expulsar mañana a alguien pero no podremos cambiar lo que hagamos hoy, no voy a arriesgar a un inocente ni a dejar que lo elija el azar para no sentir culpabilidad por lo que estamos haciendo.

¿Realmente era tan dificil verlo? Era una oportunidad nueva para investigar y hablar, solo debían protegerse por la noche, solo una noche más. "Por favor, que sea solo un día más" No podía entender qué llevaba a Julius a insistir una y otra y otra vez en caee en las votaciones, pero se acercó a él.

-¿Podemos hablar?

Quedamos Annabella, Nicholas y yo por decidir.

Miró a los otros dos y luego también a Peter.

Creo que me gustaría ser la última en votar...

Dwen, ¿sigue en pie lo de que te hagamos cualquier pregunta y serás sincero por orden del Imperio que te dio Annabelle?... ¿por quién votaste hoy?

Mi voto es claro - Dijo Nicholas con esa apatía asténica suya habitual

Si no les echamos ahora seguirán siendo siempre sospechosos y volveremos a repetir los votos una vez más mañana

Mi voto es claro y lo lamento por Julius, pero me alegro que entienda que no podemos dejar a Annabella una noche más para matar en nombre del señor tenebroso, mi voto es que ambos sean expulsados.

Sí, ayer vi a Dwen siguiéndome y no Annabella, no te vi a ti tal y has dicho, desconozco la intención de que Dwen me siguiera, pensé que era curiosidad, no creo que viniera con intenciones letales, pero yo no necesito luz para moverme por las catacumbas, es como una segunda casa para mí así que Dwen se perdió entre los peldaños y la oscuridad.

Ante la pregunta de Effie sonreí y dije
No vote a nadie, tenía la orden de votar a quien considerará culpable y la verdad es que ninguno de los dos tenía la certeza de culpabilidad.
Pero estoy de acuerdo tanto con Nicholas como con Peter.
Si hoy no eliminamos al asesino esta noche morirá alguien. Y quizá con artimañas sea más de un inocente, no podemos correr ese riesgo
Prefiero sacrificar un inocente ahora que poner en riesgo a todos

-Entonces, nada... Sacrifiquemos a los dos supongo. Igual el destino lo quiera así - Añadió Amelia a lo que decía todo el mundo de votar a los dos.

Está bien... hagámoslo. Si el propio Julius está de acuerdo con sacrificarse así, no lo retrasamos más 

Finalmente nos habíamos reducido a eso. Nunca hubiera esperado un empate con él. Julius estaba loco, y temía que tuviese un as en la manga. Dwen tenía razón cuando me dijo que debíamos haberle votado a él en vez de a Bella.

Todos optaron por la opción más lógica, la más práctica, y la más comprensible. Era más fácil que nos fuéramos los dos a tener que volver a aguantar una posible noche más en el infierno.

Me dolió cuando Peter mismo prefirió expulsarme. Pero sabía que en el fondo yo habría hecho lo mismo. Tan solo deseaba para mis adentros que Julius no hubiera estado haciendo todo lo posible por ser expulsado desde el principio, como había estado sospechando. Que podía provocar una votación suicida? no quería saberlo, y no iba a saberlo nunca. Eso sería problema del resto, mañana.

-B-bien. Acepto. Me aseguraré de que no haga nada extraño una vez esté fuera. - la única cosa buena de todo eso era que probablemente la pesadilla terminaría para los demás. Quizás incluso podría hablar con Vicky de nuevo en el mundo de los fantasmas que visitaba Nicholas.

Constance parecía consternada. No la miré a la cara. Y menos aún a Dwen, quien esperaba que hubiera demostrado mi inocencia pero no pudo. La suerte me había jodido la vida. La mala suerte de estar en mi posición, la mía, y la del resto. 

-Moriré como un alma libre. Yo misma elegí mi destino. Buena suerte...

[Relleno sentimental y dramático]

Por desgracia, la votación ganadora fue que ambos debían ser expulsados. Antes de que Constance pudiera hablar con Julius lejos del resto.
"¿Así que pagamos una probabilidad de expulsar sospechoso con una o dos vidas inocentes?" No quería quedarse a ver eso, pero estaba segura de que no le iban a dejar escaparse a la habitación o a cualquier otro sitio. Miró a Annabella, que parecía evitar sus ojos, ya que también había votado por expulsar a ambos. Después miró a Julius, que había conseguido lo que quería. ¿De qué iba a servir decirle nada ahora? "Si esta noche morimos será culpa vuestra"... "viviré con vuestro recuerdo para siempre"... "no voy a dejar que os vayais solos" Tantas palabras cruzaban por su mente, tantas formas diferentes de actuar, y no fue capaz de decir ninguna en voz alta.
-¿Estás contento, Julius? -Le preguntó en voz baja, pero no por que estuviera intentando esconderselo al resto, sino por que no le salía hablar más alto -¿Era esto lo que querías? ¿Morir delante de todos? -Añadió, secándose las lágrimas. Todas las muertes habían sido horribles... pero las de las votaciones eran las peores. No por que fueran desagradables, sino por que las veían venir. Les daba tiempo a comprender lo que estaba por pasar y peor aún, a saber que no podían impedirlo.
-En ese caso... -Se respondió a si misma sin darle tiempo al chico a decir una palabra -, estaré mirando... -¿Era una amenaza? Posiblemente lo era, Constance no estaba pensando con demasiada claridad al decir en voz alta que estaría mirando por las ventanas a que los dementores se tirasen sobre ellos, ya les habían hablado durante las clases de defensa contra las artes oscuras de lo horrible que era aquello, visto o vivido. Pero era lo único que le salió, si ellos querían ser vistos, ella no iba a apartar la mirada. Y después tendría que aprender a vivir con lo que fuera que viese.

Sonrió, de nuevo, como hizo antes con Dwen.

Ante las palabras de Dwenrigar, pensó en que podría optar por algo mejor, pero su determinación ya era admirable en sí.

A las de Amelia pues claro, siempre con sus cosas, pero apreciaba el simbolismo. 3 de Valentina, 2 de Gémino, multiplicado. El 6 era el número del Tarot Arcana de los Amantes, decisiones difíciles, conexiones potentes, gemelos. Aceptable.

Asintió orgulloso a lo de Peter. Parece que lo que le dijo antes le llegó algo. Si alguien podría sacar la famosa espada de Godric, podría ser él, seguramente. No estaría mal pedírsela para un totalmente confiable acto de observarla y devolverle exactamente la misma y no una réplica, oh no.

Nicholas a pesar de ser un pedante racista era eficiente y había ayudado constantemente. Tenía una personalidad el tipo y hasta era más honorable que su compañera de casa. Asintió igual admirando al tipo este. Bien.

Effie entonces optó por una decisión basada en... Ah bueno, mientras llegásemos a lo impotante, estaría bien. Esto ya no era por ellas dos y sus constantes cosas, sino por alguien más importante.

Por Jeremy.

Y que Dwenrigar cambiara de opinión le hizo de verdad mostrar agrado. Asintió también, orgulloso, orgulloso por él y en nombre e Jeremy mismo. Sin duda.

Finalmente, Constance. La parte difícil.

Al comienzo ella intentó hablarle de modo privado pero eso no se podía, estaban todos aquí, fijo que Flitzwick no los dejaba, o el Cáliz.

Pero entonces cuando ella mostró su nueva determinación él... Soltó una lágrima.

Y se le lanzó sin más, a abrazarla. La chica sintió que quizá él intentaría besarla, pero solo le besó la frente, últimamente.

^{_{- Cobarde hasta el final...}}

Se amonestó a sí mismo, riendo un poco y acariciando el pelo de la bella Hufflepuff, bella de corazón y de apariencia.

- Sí. Por favor cuida el tomo, dentro hay algunos papeles, pero puede que se hayan caído. Eran... Bueno, anotaciones bobas. Gracias por creer en mí, solo tú e Iwan hicieron eso. Busca un buen futuro después de esto.

Estaba contento, legítimamente, casi... Casi orgulloso de verdad.

El hecho de que Constance fuese a mirar con detalle le hacía sentir que debía irse con honor.

Por otro lado, faltaba alguien a quién responderle, a quién referenciar y considerar.

- Libertad, ¿eh? Ciertamente. Los que son esclavos piensan que son libres, pero los libres somos...

No lo sabía. Pero era difícil explicarlo. Antes del destino final Julius se sirvió un té final, el cual adornó con un aderezo, azúcar seguramente o algo cuidadosamente con su mano enmangada, bebiéndolo casi de un sorbo directo y acompañándolo con bollos y esos dulces de miel que hacían aquí redondos que le gustaban tanto.

Su última cena, literalmente.

[Relleno + drama juvenil]
Constance se sentía como si estuviera en una cámara oculta. Su madre le había contado como funcionaban mientras veían un programa en la televisión de la casa de sus abuelos, muchos años atrás. Una persona, la víctima, era metida en una situación estresante pero que se convertía en graciosa con pequeños detalles y, finalmente, se mostraba que todo era broma. Y ahora, ella se sentía así, salvo por el pequeño detalle de que no había absolutamente ninguna nota de humor en nada de lo que estaba sucediendo.
El murmullo que Julius intentó ocultar, por la cercanía, llego claro a oidos de la hufflepuff. Envolvió con sus brazos al chico y lo estrechó para intentar absorber su buen humor. No funcionó, pero se sintió algo mejor, aunque un poco molesta por algo.
-Claro... -Respondió sin darse cuenta cuando le pidio que cuidase del tomo y los papeles que quizás contenía. Se limpió rápidamente las lágrimas cuando Julius se apartó para tomar un té, mientras recitaba algún tipo de ¿cita? que no tenía sentido para ella. Confiaba en él, pero también confiaba en Annabella, y eso hacía que sintiera que estaban cometiendo un error garrafal. apretó con fuerza el pequeño tomo del comic de Julius y tomo aire, que soltó de golpe.
-^{_{Pues si tu no te atreves...}} -Murmuró, avanzando los pocos pasos que los separaban. Se quedó plantada a su lado durante un segundo pero empezó a ponerse roja, así que prefirió ser rápida. Estiró la mano, tomó de la corbata al chico, lo acercó y le dio un beso en los labios, de forma fugaz. Lo miró a los ojos, retándole a quejarse y se dio la vuelta, completamente colorada, alejándose de él todo lo que pudo sin que quedase excesivamente raro. Con suerte, nadie la estaría mirando, no les estaban prestando atención y todo eso era una broma MUY pesada y de un momento a otro, iban a empezar a reirse de ella. Prefería eso. Prefería tener que enfrentar la vergüenza de lo sucedido antes que el vacío de lo que iba a pasar.

El Cáliz de Fuego reaccionó una última vez en cuanto se resolvió por mayoría que ambos, tanto Annabella Lowe como Julius Sinclair deberían ser expulsados, sellando los dos nombres en los votos que hasta entonces habían permanecido como incandescentes pero sin llegar a ser grabados por completo. Sellados ambos votos, la expulsión fuera de Hogwarts debía ser realizada por fuerza, y conscientes los docentes del hecho, no dudaron en abrir las puertas del Colegio de Magia y Hechicería para que ambos saliesen por su propio pie.

La despedida que le dedicó Constance a Julius fue realmente emotiva, pero el joven Hufflepuff ya nada podía hacer para modificar su funesto destino, de igual forma que Annabella Lowe, la cual también asumió el veredicto al salir junto al tejón para cruzar el límite protegido.

Como una jauría de lobos hambrientos a los que se les lanza un hueso, los dementores olieron desde la lejanía los miedos y temores de ambos jóvenes, quienes tras ser expulsados se alejaban lentamente de las puertas de Hogwarts hacia su muerte segura. No obstante, Annabella Lowe tenía una sorpresa reservada para todos los presentes que les veían marchar, quizá un último acto a modo de sublime despedida por todo lo alto, y es que sin que nadie se lo esperase, ni si quiera Julius quién mantenía la mirada fija en los dementores que se les aproximaban, la Gryffindor realizó un movimiento extraño sacando de debajo de su túnica su varita mágica. Con un movimiento brusco la clavó inmisericorde en el ojo del chico de la Casa de los tejones, y como poseída por unas irrefrenables ganas de estrangular y matar a Julius, se le lanzó al cuello forcejeando, conduciendo y aprisionando con sus finos dedos el cuello del Hufflepuff.

Casi instintivamente Julius se revolvió por el suelo al sentir el agarre y las ansias asesinas de su hasta entonces aliada mortífaga, dedicándole una sonrisa macabra y transformándose mediante su condición de matamorfomago en la misma Annabella, la cual dudó durante unos instantes. Era una vil jugada, si deseaba asesinarle debería hacerlo con su propio rostro, lo cual creaba una especie de contradicción en la joven de la casa de los leones. ¿Cómo iba a estrangular a alguien que se representaba a sí misma? La duda fue suficiente para que el chico volviese a usar el cuttex que siempre había llevado escondido entre sus ropajes, y con el cual había asesinado tanto a leales de la Orden del Fénix como a Caballeros de Walpurgis. Una puñalada en el costado, y una segunda dirigida al cuello que de milagro Annabella logró esquivar, devolviéndole en compensación un mordisco en la muñeca que forzó al Hufflepuf a dejar caer el arma blanca a un costado. 

Tras varios momentos de tensión agónica y de revolverse por el suelo sin que hubiese un claro vencedor, Annabella se levantaría con la cara enloquecida, agarrando el brazo de su víctima y alzándolo para que todos lo vieran. La marca tenebrosa estaba ahí, dibujada en el brazo la víctima. La Gryffindor completamente fuera de sí inició una risa estridente, psicótica, con la mirada desencajada y la locura en su rostro mirando al cielo, todavía deslizándose desde la comisura de sus labios un fino hilillo de sangre tras el brutal segundo mordisco en el cuello. Lanzaría un Morsmordre al cielo como despedida, todavía sujetando con la otra mano la túnica de Julius.

La risa de Annabella sonó y sonó cada vez más fuerte, atrayendo a los Dementores en estampida, quiénes finalmente se abalanzaron sobre ella succionado su alma con el beso del dementor. La escena fue dantesca, escalofriante y un desenlace final justo y merecido para quienes habían azotado el Colegio de Magia y Hechicería desde sus cimientos en los últimos días...

Un ataque a traición era el mejor de todos.

No podías evitarlo, difícilmente podías resistirlo y aún con todo, no podías anticiparlo al cien por ciento.

"Controla tus emociones, sé uno entre las sombras, pequeño, que no puedan verte"

Las palabras del vejete, su abuelo y mentor mágico vinieron a él, y dichas palabras fueron usadas en su contra.

Abrió sus ojos de lleno al ser jalado hacia arriba entonces al ser movido de esa forma en un momento como menos, escénico. Quiso tomarla de la cintura y algo romántico pero ella escapó rápido. ¡Ah, maldición! Se relamió los labios entonces y se paró o intentó hacerlo pero casi se tropieza con las sillas. La silla meme de Nicholas en la que durmió por su eterna pedancia, ahora su propia condenación.

- ¡Agh!

Logró impedir a medias caerse y se alzó pero ella ya estaba lejos. Suspiró y sacó por última vez su libreta, anotando algo más. Luego, fue y la deslizó entre el tomo, abrazándola por la espalda, apenas más alto que ella, si es que.

- Ya después busca los otros tomos, es una buena historia, algo caótica, pero sí. Tiene adaptación y todo. Quizá puedas verla si el mundo se salva después de esto... Gracias.

Se acercó e hizo su propio ataque por la espalda, muy breve, los cabellos largos de ella taparon el momento, un beso simple desde el costado hacia su boca, en las tinieblas.

Sonrió entonces y deslizó la última hoja en aquel libro ilustrado, dígase. Luego volvió y se terminó sus bocados, parándose. Pronto vendría la hora. Suponía que ir a limpiarse y estar impecable para conocer a sus colegas, los Dementores, era etiqueta básica.

No mirar atrás.

El Cáliz de Fuego reaccionó una última vez en cuanto se resolvió por mayoría que ambos, tanto Annabella Lowe como Julius Sinclair deberían ser expulsados, sellando los dos nombres en los votos que hasta entonces habían permanecido como incandescentes pero sin llegar a ser grabados por completo. Sellados ambos votos, la expulsión fuera de Hogwarts debía ser realizada por fuerza, y conscientes los docentes del hecho, no dudaron en abrir las puertas del Colegio de Magia y Hechicería para que ambos saliesen por su propio pie.

La despedida que le dedicó Constance a Julius fue realmente emotiva, pero el joven Hufflepuff ya nada podía hacer para modificar su funesto destino, de igual forma que Annabella Lowe, la cual también asumió el veredicto al salir junto al tejón para cruzar el límite protegido.

Como una jauría de lobos hambrientos a los que se les lanza un hueso, los dementores olieron desde la lejanía los miedos y temores de ambos jóvenes, quienes tras ser expulsados se alejaban lentamente de las puertas de Hogwarts hacia su muerte segura. No obstante, Annabella Lowe tenía una sorpresa reservada para todos los presentes que les veían marchar, quizá un último acto a modo de sublime despedida por todo lo alto, y es que sin que nadie se lo esperase, ni si quiera Julius quién mantenía la mirada fija en los dementores que se les aproximaban, la Gryffindor realizó un movimiento extraño sacando de debajo de su túnica su varita mágica. Con un movimiento brusco la clavó inmisericorde en el ojo del chico de la Casa de los tejones, y como poseída por unas irrefrenables ganas de estrangular y matar a Julius, se le lanzó al cuello forcejeando, conduciendo y aprisionando con sus finos dedos el cuello del Hufflepuff.

Casi instintivamente Julius se revolvió por el suelo al sentir el agarre y las ansias asesinas de su hasta entonces aliada mortífaga, dedicándole una sonrisa macabra y transformándose mediante su condición de matamorfomago en la misma Annabella, la cual dudó durante unos instantes. Era una vil jugada, si deseaba asesinarle debería hacerlo con su propio rostro, lo cual creaba una especie de contradicción en la joven de la casa de los leones. ¿Cómo iba a estrangular a alguien que se representaba a sí misma? La duda fue suficiente para que el chico volviese a usar el cuttex que siempre había llevado escondido entre sus ropajes, y con el cual había asesinado tanto a leales de la Orden del Fénix como a Caballeros de Walpurgis. Una puñalada en el costado, y una segunda dirigida al cuello que de milagro Annabella logró esquivar, devolviéndole en compensación un mordisco en la muñeca que forzó al Hufflepuf a dejar caer el arma blanca a un costado. 

Tras varios momentos de tensión agónica y de revolverse por el suelo sin que hubiese un claro vencedor, Annabella se levantaría con la cara enloquecida, agarrando el brazo de su víctima y alzándolo para que todos lo vieran. La marca tenebrosa estaba ahí, dibujada en el brazo la víctima. La Gryffindor completamente fuera de sí inició una risa estridente, psicótica, con la mirada desencajada y la locura en su rostro mirando al cielo, todavía deslizándose desde la comisura de sus labios un fino hilillo de sangre tras el brutal segundo mordisco en el cuello. Lanzaría un Morsmordre al cielo como despedida, todavía sujetando con la otra mano la túnica de Julius.

La risa de Annabella sonó y sonó cada vez más fuerte, atrayendo a los dementores en estampida, quiénes finalmente se abalanzaron sobre ella succionado su alma con el beso del dementor. La escena fue dantesca, escalofriante y un desenlace final justo y merecido para quienes habían azotado el Colegio de Magia y Hechicería desde sus cimientos en los últimos días...

La marca tenebrosa conjurada en el cielo hizo temer los corazones de todos los presentes, ¿y si era la señal que esperaba el enemigo para lanzarse con todo su poder contra las defensas de Hogwarts y masacrar a los alumnos y docentes refugiados bajo las cuatro paredes del castillo? Un estruendo de chasquidos de varitas resonando desde la distancia, voces emitiendo conjuros y maldiciones, y gritos de gente asesinada empezó a acrecentarse, pero la desesperanza se tornó en alivio en cuanto vieron aproximarse sobrevolando con escobas un escuadrón de aurores del Ministerio de Magia, cuyos rostros eran tremendamente conocidos.

Harry Potter y Ron Weasley fueron los primeros en posar sus pies sobre el suelo, lanzando sendos patronus corpóreos que ahuyentaron a los dementores, y en medio de ambos descendió de su escoba la Ministra de Magia Hermione Granger. Justo detrás llegaron la directora de Hogwarts Minerva McGonagall, secundada por un par de profesores del Colegio de Magia y Hechicería, uno de ellos Neville Longbottom.

- ¿Quién ha conjurado la marca tenebrosa? - preguntó el niño que sobrevivió, que ya no era tan niño desde hacía años - Profesor Flitwick, ¿Cuál es la situación en Hogwarts?

El menudo profesor de Encantamientos, junto a la inestimable compañía de madame Pince y Madame Pomfrey les explicaron la situación a los recién llegados. Tantas muertes que lamentar y la traición dentro de las paredes de Hogwarts causaron dolor en los recién llegados, pero al menos la nuevas que traían no eran malas. Con esfuerzo y valentía habían logrado contener el avance enemigo en muchos frentes, forzando la retirada del nuevo Lord Tenebroso. Aunque se creía que habría regresado al colegio Durmstrang para replegarse y volver a lanzar una ofensiva inmediata, gracias al viejo magizoólogo Newt Scamander y su hermano, era inminente la llegada de refuerzos por parte del MACUSA. Unidos conseguirían una completa victoria en los venideros meses, si todo seguía el curso normal de acontecimientos... pero esa ya es otra historia ;)

Un final feliz a costo de sangre.

Miró la foto, en ella salian sus padres, él y su abuelo.

Y luego al mirar a los Dementores, se le tiró Annabelle.

Logró dañarla entonces pero al final ella había hecho más daño, su ojo herido era clave de que al final, estaba ciego.

Pero últimamente había podido proteger desde las sombras. Eso lo entendería cierta persona cuando leyera el regalito que le dió, sin más, pero ahora, moribundo, cayó al piso entonces, y mientras los Dementores consumían a la traidora, la que vendió a su propia supuesta mejor amiga y que pudo haber engañado a todos de no ser por... Por las múltiples deducciones y esfuerzos de todos y su propio pequeño to que, quedó mirando hacia arriba, un ojo sangrante, el ojo abierto apenas. Nieve, o lluvia, o... Un cielo estrellado.

Miró ese cielo estrellado entonces y pensó en la primera canción de aquella serie que compartió con aquella chica. Sonrió entonces. Morir así no estaba tan mal.

_{"Mira las estrellas del cielo nocturno... Brilla como esa estrella..."}

Y sintió como esos Hollows bastardos querían consumirlo, cuales Shang Tsungs de poca monta. Ni tuvo energía para agitarles, pero eso no servía. Al final se dejó estar y morir, jadeando. Saber que... Lo logró le bastaba.

Y que sus padres no habrían podido ver esto, porque ya no estaban aquí, desde hace medio año al menos. Su abuelo sería otro tema, pero quizá el viejo entendería la complejidad del asunto real, si es que esa persona ayudaba a esclarecerlo, o no.

Hasta siempre.

Buen juego.

Con largas ojeras fantasmagóricas la cabeza de Nicholas por fin cayó como un ladrillo sobre aquella incómoda mesa del comedor.

El costo había sido ridículamente alto, pero abanderándose en la verdad había conseguido llegar hasta el final

Le debía una gran disculpa a Nick Casi-Decapitado, no había creído en sus palabras, las empezó a sopesar como ciertas frente a la agresiva, irreverente y desquiciada defensa de Annabella. Y finalmente parece que había sido Julius el asesino del cutter y ella tan solo la última de las mortífagas. 

Todas las casas habían quedado terriblemente mermadas y Nicholas McKellen tardaría días en conjurar los espíritus de todos los fallecidos para interrogar sus lealtades y determinar quienes de ellos habían traicionado en vida a Hogwarts y a sus compañeros. Pero esa noche dormiría como un bendito. Desde que muriera el primero en aquella majaradería de colegio no se había vuelto a preocupar de morir, pero sí de encontrar a sus asesinos y por ello no había descansado ni una sola noche intentando adivinar las verdades y mentiras que los ecos fantasmagóricos del castillo dejaban oír. 

Con la mejilla sobre la madera de la mesa levantó un puño sin mucho entusiasmo - Hemos ganado