Partida Rol por web

- Os lo agradezco mi señora - dije ciertamente abrumado, - pues es un gran regalo para un goblin viejo y cansado como yo.  Espero ser digno de él y obrar con sabiduría pues nuestro destino es cierto e incierto a la vez y a pesar de ello no querría que nada sucediese y que sucediese todo.  Mi mente a veces está confusa o quizá demasiado cansada de tanto caminar pero lo que es seguro, es que vuestro regalo me aportará conocimiento y sabiduría.  Por ello Hija de la Luna, os lo agradezco.

En cuanto entré no pude más que inclinarme y hacer una reverencia todo lo deremonial que me fue posible a pesar de mis torpes formas, estaba en presencia de la Hija de la Luna nada menos y eso era algo que no olvidría jamás:

- Trataré de usarlas con sabiduría y siempre en beneficio de Fantasía, siempre en beneficio de la de los Ojos Dorados y de nosotros mismos, pues la Nada no vencerá, de eso estoy seguro - dije con firmeza recogiendo aquel precioso regalo.

-La acepto con gusto mi reina. La usaré para defenderos del mal que nos acecha, se darán cuenta de que no son únicos seres peligrosos que rondan el castillo.

Después de agachar la cabeza se marchó de la habitación contemplando su nuevo juguete.

El alto espectro se arrodilla ante la emperatriz enferma y, mirando hacia el suelo, le responde.

-Mi señora... no oso comprender la auténtica naturaleza del don que me otorgáis. Pero os lo agradezco, tan sólo pido sabiduría para utilizarlo con el debido acierto.

-Hija de la Luna, tan sólo quiero que sepáis que atesoraré el momento de nuestra audición como el más precioso de mi existencia de espectro.- Dice, haciendo una nueva reverencia antes de retirarse.

Gwendi abandonó la sala y siguó a Atreyu. Le agradeció que se tomase la molestia de guiarle en el trayecto que conducía a la habitación donde se encontraba la Emperatriz, pues sola no hubiese sido capaz de llegar. Tras subir unas escaleras de caracol con cierta dificultad debido a su baja estatura, entró en la estancia que le había indicado el muchacho, y se acercó a la Soberana con pasos firmes y cortos, mostrando la preocupación que sentía por ella en su rostro. La Emperatriz le sonrió, y Gwendi la miró enternecida. Le resultaba admirable que, en su estado, pudiese sacar fuerzas para esbozar una sonrisa. Le explicó las características que tenía la sala en la que se iba a hospedar. La gnoma, asentía y escuchaba atenta las instrucciones de la soberana.

—Muchas gracias por confiar en mí, Alteza— respondió, mientras hacía una reverencia—. Espero estar a la altura y poder desempeñar con éxito la misión que me encomienda.

Se despidió de la Emperatriz y se dirigió de nuevo al salón, pensando en el don que se le había otorgado, y con cierto temor de que no supiese interpretar correctamente las respuestas de Uyulala. 

Acercandose al lecho con paso firme y seguro, pero mostrando un profundo respecto por aquella que estaba ahí sentada, el esqueleto andante una vez hubiera llegado al umbral de la cama, este se arrodilló ante ella, y sin siquiera levantar la cabeza extendió sus brazos para coger aquel objeto que le habían hecho digno de portar.

-Usaré todo lo que tenga en mi mano para traer la paz, la tranquilidad y la prosperidad a nuestra tierra, usaré bien este artefacto que usted ha considerado entregarme y espero obrar según el honor y el deber que se me ha concedido. 

Alzándose del suelo, Bones observa el artefacto que se le ha sido entregado y con un gran sentimiento de realización y de haber sido tomado en cuenta y cuyas confianzas habían sido depositadas en el, tuvo el valor o la osadía, de mirar a su benefactora a la cara y preguntar algo.

-¿Cuantos de estos objetos serán en total entregados a los 18 elegidos? No necesito saber a quien, ni siquiera que tipo de objeto ha sido entregado, ni sus poderes. Tan solo con saber su número, me es suficiente información. Por favor, si puede, haga un esfuerzo en recordar el número.

La magnífica presencia de la dama hizo que Duwin se inclinase ante Ella en un gesto natural.

-Agradecido estoy por este don que me concedéis. Procuraré usarlo sabiamente cuando tenga la oportunidad.

El dragón, a pesar de que podía volar, estaba seguro de que Ýgramul podría transportarle a lugares a los que él no podría acceder.

-Si no deseáis nada más de mí, regresaré a la reunión.

Kairim se queda como sobrecogido por la presencia imponente de la Emperatriz: tanta debilidad y tanta fuerza juntadas, el confluyo terrible de las contradicciones. “Esto…”, pregunta con una lleva duda, “esto es mi papel, poder usar las frutas?”

La soberana sonríe ante lo de "viejo y cansado".

- Entonces creo que será perfecto. Podrás estar aquí y allá, seguir siendo un viajero, pero sin moverte. Tu experiencia como "Caminante" te ayudará a comprender todos estos mundos.

A la emperatriz parece caerle simpática tu forma de moverte y hablar.

- Te deseo suerte. La Nada puede ser traicionera, pero si tu corazón y tus intenciones son sinceras, nos darán fuerza.

- Entiendo vuestra desazón. El Espejo puede resultar confuso, pero será útil. No podrá decirte quién es un traidor, si en el espejo no se mira un igual, y tampoco quién es benévolo. Por lo tanto, deberás encontrar lo que buscas de otra forma. Todos tendréis un don, y los dones de algunos se harán evidentes en algún momento, aunque no estará del todo claro quién ha usado el don en cuestión en muchas de las ocasiones. Pero el Espejo puede averiguarlo. Si vieras, por ejemplo, que las paredes de la Torre se vuelven negras, tú podrás buscar a aquel que ha tenido el poder de hacerlo.

- Todos han recibido un regalo, amigo mío. Su forma de usarlo, es decisión suya.

La soberana muestra en su voz determinación, pero también cierta impotencia. Confía, quizás, en que todos al final harán lo correcto con su regalo, y una vez más el bien triunfará a pesar de las adversidades.

- Tu papel depende de ti, querido amigo. Yo sólo intento ayudarte. Con estas frutas podrás averiguar muchas cosas si las utilizas bien. Para qué utilizas después esa información, es decisión tuya.

- Por favor, entra. - La soberana habla con una voz dulce, pero algo débil. - Acércate. Tengo algo para ti.

Atreyu se queda fuera de la sala y cierra la puerta. En ese momento, la Hija de la Luna mete una de sus manos entre los cojines y saca un extraño objeto que parece un pergamino.

- Éste es uno de los Pergaminos Replicantes. Te servirá para copiar los dones de otros, aunque sólo durará un tiempo limitado. No podrás copiar el mismo don dos veces, así que úsalo con cuidado. Debes llevártelo a tu habitación privada. Todas las puertas de la torre están bien disimuladas y sólo puede verlas quien sabe que están ahí, así que no te preocupes, nadie podrá robártelo, ni ver cómo lo usas.

Kairim comprende que las frutas son, de hecho, su papel, o más bien su utilización sabia. “Gracias por aclararme la duda, Emperatriz. Gracias por la confianza que tiene en mí. Espero poder estar a la altura de mi papel y contribuir a la defensa de su reino, y de Fantasía entera.”

Kairim efectúa una reverencia, luego se retira.  

La ent sigue a Atreyu escaleras arriba, alejarse del nivel del suelo no es algo que agrade a la mujer pues le gusta sentir que sus raíces pueden tocar la tierra a poco que se alarguen, pero la estructura de la Torre de Marfil es tan hermosa y tiene una talla tan bella y tan armoniosa, que parece formar parte de la naturaleza y aleja sus temores. El ascenso es lento para el pielverde, tiene que esperar al frondoso ser y su paso lento pero seguro.

Al llegar a un punto indeterminado el héroe le cede el paso, señalando una puerta casi invisible, con una inclinación de ramas Shantee la abre y se adentra en la estancia. La austeridad y la falta de ventanas hacen que más parezca una prisión que la habitación de una emperatriz, y la cara de la niña no hacen nada por mejorar esa impresión.

Avanza cuando recibe permiso y es raro ver como se acerca sin mover el tronco, sus raíces ejecutan un baile que hace parecer que se desliza por el suelo, cuando llega a la altura de la soberana de todos se agacha para extender sus ramas y coger el objeto que le es entregado. Asiente a la explicación mientras se lleva el objeto al pecho, una duda asalta a su mente y la enuncia con voz suave.

-¿Cómo que no podrán ver como la usso? He de rociar a la criatura, ¿no?

Se le hacía difícil imaginar que podría mojar a alguien sin que la vieran así como así.

Fenrir entró con un temor reverencial en la habitación de la Hija de la Luna. Un simple duende bromista, nunca pensó que llegaría a pisar tan magnífica estancia.

- Gracias, oh gran Emperatriz- Dijo el duende con una reverencia.

- No os preocupéis, Fenrir encontrará a los traidores que os amenazan y les hará pagar como se merecen.

Al salir de la habitación, dejó que Atreyu le guiara hasta su cuarto.

- Pero nadie sabrá lo que es. Y basta con que le mojes un poco. Puedes mojarte tus propias ramas, pues a ti no te afectará, y una vez en la sala, mojar a quien quieras. Podrán pensar que es rocío, o ni siquiera darse cuenta. Lo que quiero es que no te preocupes, y lo uses sin miedo.

Shantee asiente y hace una reverencia hacia la niña mientras la corteza de su pecho se abre, deposita el frasco dentro y el espacio de vuelve a cerrar.

-Sólo espero utilizarlo bien.

Con una leve sonrisa se gira y se encamina hacia la puerta de salida.

-Gracias, por confiar en nosotros.

-Para este obsequio tan valioso, creo que debemos sopesar toda accion.

-Antes de entregarselo a alguien mas. Es importante elegir.

-Si estamos de acuerdo.

Al ser un golem de multiples conciencias, no tenia una clara idea de que poder preguntar a la Hija de la Luna ahora que estaba presente. Aunque si rondaba una sola cosa en sus mentes.

-Podemos saber cuantas amenazas son aquella que desean.

-La nada absoluta.