Partida Rol por web

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Sentada en una esquina oscura del lugar, sin que nadie la notase, se encontraba una joven de cabello rubio, atado y probablemente teñido, vestida con un abrigo de lana de color negro y pantalones de mezclilla ligeramente rotos en los bordes y en las rodillas. Más allá de su aspecto fásico, la razón por la cual está siendo ignorada es, probablemente, porque esta profundamente dormida pese a todo el escándalo en la habitación, o eso parece.

-¿Qué eres, un policía o un periodista?-pregunto tapando con mi mano la hoja arrancada, evitando así que la chica pelirroja pueda escribir. No le había prestado mucha atención, al menos no más que la que había dedicado al resto, pero ella sí parecía haberse fijado en mí. ¿Qué pasa, tenía algo en la cara?

Aprovecho estos momentos para verla mejor. Desprende un aura diferente al resto de la sala, pero no tengo información suficiente como para saber si es algo bueno o malo. Prefiero no arriesgarme, al menos por ahora.

-No se trata de creer sino de saber que Dios existe. Y no, nunca he mentido en cuanto a como soy. Por eso estoy aquí.-acompaño mi confesión con otro trago de vino, pues pensar en lo que me había llevado a este salón me hacía querer beber. Graso error, pues el vino sigue igual de malo que antes. Con otra mueca, se lo ofrezco a Blutmond.

-Si lo quieres, es todo tuyo. Mira, el color pega con tu pelo y todo.-bromeo y levanto la mano de su papel. Necesito quitarme este sabor de la boca y voy a necesitar ambas manos para rebuscar en mis bolsillos bajo el hábito hasta encontrar un pañuelo.

Después de mi presentación busco una mesa para sentarme, pero cuando estoy a punto de sentarme en la mesa disponible que encontré, mis oídos captaron unas suculentas palabras. Al escuchar al viejo decir que quería que le tomara la tensión, mi oreja se retorció un poco y me detuve en seco antes de sentarme. Después de estar con mis rodillas semi flexionadas por un par de segundos, me doy la vuelta hacia el viejo y comienzo a caminar hacia el con ese cara de entusiasmo que mis colegas dicen que hago inconscientemente al ver a un paciente y cuando hablo mi voz sale con mucha emoción.

- Señor, señor, si quiere le puedo tomar la tensión justo ahora. También, si le interesa, puedo hacer cualquier tipo de examen y, o, u, operación quirúrgica con los materiales de los que dispongo justo ahora, ¡Puedo hacer hasta una Eutanacia! (_{Aunque eso tampoco es muy difícil...}). ¿Que me dice? ¡Le daré un descuento de tercera edad si quiere! 

Todos siempre me dicen que, de por si, mi actitud es muy llamativa, pero esta vez de seguro lo mas llamativo de todo fue que por accidente deje que la forma de mi ojo derecho cambiara. Mientras hablaba me iba emocionando, y llego a un punto en que mi emoción fue tal, que la pupila de mi ojo derecho se separo en dos. Justo como cuando una célula se divide para reproducirse. Una de las pupilas es roja, mientras que la otra es verde intenso. Ni yo estoy seguro de porque pasa eso. Pero meh, me gusta.

 El entusiasmo del doctor podría haber asustado a cualquiera, pero Le Mal era un hombre que apreciaba la pasión y la alegría por ayudar a los demás, incluso siendo un villano. Escuchó con gusto las palabras del joven médico, y no dudó en ofrecerle su brazo para que le hiciese un testeo de presión.

- ¡Ulala! Usted ofrece muchos servicios, monsieur. Dejaré que me tomé la presión y le daré un tarro de mi pipi... pero por el momento no tomaré la oferta de la eutanasia. Todavía tengo historia que escribir.

 Sin embargo, que la pupila de Doktar se separase en dos le llamó la atención. Quizá el hombre tenía una condición médica que le provocaba eso, pero alguien tendría que avisarle.

- Excusez-moi, pero... ¿qué le pasa en el ojo?

Blutmond sonrió, dejando el bolígrafo a un lado al ser obstruido por la mano de "Sister".

— Ni lo uno ni lo otro, querida. Solamente alguien que escribe como afición. — En lugar de escribir frenéticamente, escuchó con la mano derecha apoyada en la barbilla, sin perder su sonrisilla. Guiñó un ojo al de la máscara poco original, sin darle una respuesta negativa, pero tampoco afirmativa. Según qué clase de conocimientos quisiera de ella, podría llegar a ser interesante... Aunque eso solo dependía de él, por supuesto.

— Gracias por el ofrecimiento, Sister. — Tomó la copa de vino y la bebió de un simple trago, sin pestañear. — No será un Château Latour precisamente, pero no es lo peor que me he llevado a la boca. Tampoco lo mejor, claro... — Sacó un pañuelo de seda blanca del bolsillo interior de su chaqueta y se limpió los labios para retirar los restos de vino que pudieran haber permanecido. 

— Dices que no se trata de creer, sino de saber... ¿Cómo sabes que Dios existe? A fin de cuentas, nadie sabe a ciencia cierta algo que no puede experimentar. Innumerables físicos a lo largo de la historia se han dado de bruces con la imposibilidad de encontrar estas respuestas... ¿Quizá me hallo frente a alguien que por fin puede asegurarlo al cien por cien? — Libre al fin de poder escribir, se lanzó con su bolígrafo a garabatear un esbozo rápido del aspecto de Sister en aquel papel arrancado, tomando notas al mismo tiempo a la velocidad del rayo.

Schwester: Gewährleistet die Existenz Gottes. Scheint interessant, oder zumindest interessanter als andere Schurken, die nur bellen wie Hunde.

-En donde yo nací, hasta el peor vino tiene más cuerpo que el mejor de aquí.-le explico, lamentándome por un momento si no será culpa de mis papilas gustativas. Hago una mueca.-No consigo encontrar ninguno a la altura...

-Oye, ¿pero escribes para otros o para ti?-digo con recelo, observando lo que pone en el papel. Me sorprende encontrarme con un dibujo de mí, y sintiéndome demasiado autoconsciente de mi apariencia, recojo discretamente varios mechones bajo la cofia. Ni que eso fuera a arreglar que ahora aparezcan en su libreta. 

Aunque esta vez no le he tapado la hoja, su comportamiento me hace dudar de si no será algún espía enviado a recoger información. No sé como de frecuente será, pero seguro que alguna vez habrá pasado. Le echo un buen vistazo, intentando descubrirlo usando mis ojos, pero tengo que aceptar que es una misión imposible. Suspiro. Supongo que no pasa nada si se lo cuento por encima...

-Si buscas pruebas científicas, no puedo dártelas. Solamente lo sé, de la misma manera en la que cuando eres niño, sabes que tienes un quirk aunque todavía no tengas el conocimiento o la habilidad suficiente para controlarlo, y mucho menos para demostrárselo con seguridad a los demás.-intento juzgar su lenguaje corporal y facial a medida que lo explico. No es la primera vez que mi teoría se ha encontrado con burlas o peor aún, gestos de "¡blasfemia!". Hago un gesto distraído de cerrar los dedos alrededor del lugar en el que hace unos segundos estaba mi copa. Mis ganas de beber han vuelto y encima no voy a poder saciarlas. Genial.-No me hagas caso, sé que es... extraño.

-"Limstella, me apunto eso. Muy tranquila se ve que esta en su salsa, seguro que es una viuda negra de mucho cuidado. No me sorprenderia que usase su físico como cebo, así atrae a todos a una trampa mortal." Solo había sido una presentación, pero ignorarla podría ser un error. De pronto el ruido de una caida me distrae un segundo de la viuda negra, -"Y ese inútil? Joder y encima dice ser médico cuando no se tiene en pie, hay que joderse"

-"La niña sedienta de sangre se retira? ¿Que ostias hace? ¿se piensa que es invisible? O eso o se prepara para cargarse a alguien... A esta no le quito ojo" Por un instante Kim se centro casi en exclusivo en Chara, aunque con lo distraido que es no pudo evitar escuchar a blut irrumpir. -"Descaro e infamia? JAJAJA Y lo dice la persona que entra gritando y demostrando su ausencia de educación?" La mueca le cambia a ligera sonrisa, la situación era subrealista pero habia desviado su atención.

Kim estaba por irse, la paciencia no era su fuerte y esto se estaba volviendo aburrido, ¿Donde estaba la sangre que nos prometieron?. Aún quedaban varios villanos por examinar pero a excepción de muy pocos todos le parecian unos bocachancla, mucho hablar y poco hacer. En ese momento el Abuelo le habla al médico acaparando toda la atención de KiM, su desconfianza hacia los franceses provocaba una especial fijación.

-"Anda que valiente el abuelete, solo con ver la entrada del torpe ese que dice ser médico no dejaria que se acercase, aunque eso que ha dicho del ojo es interesante.... ¿tendra que ver con su quirk?" Kim seguía en su pared, atento a todo su alrededor, pero la actitud de ese 'médico' no inspiraba ninguna confiaza.

-"Llegados a este punto puede pasar dos cosas, que el médico se cargue al viejo, cosa que agradecería, o que según le ponga la mano encima el viejo haga desaparecer al patoso..." Sus rasgos faciales seguian cambiando de acorde a sus pensamientos, disimular no era su fuerte pero seguía sin articular palabra.

-"Meh me da igual con tal de que lo hagan rápido tengo curiosidad por ver que pasa con esos dos, aunque me decepcionaria no ver ningún cadaver..." suspiraba para que al fin y al cabo esta espera mereciese la pena, y con esta esperanza se aplazaban sus ganas de abandonar el tugurio de malamuerte al que nos habian llevado.

Quizás fuera la última en llegar a aquel sórdido bar, pero no por ello iba a ser la peor villana de los presentes, a fin de cuentas, el tiempo no era más que un constructo social y yo tenía todo el tiempo del mundo para disfrutar. Es por eso mismo que haber llegado algo tarde no era para mi la gran cosa, a fin de cuentas... ¿Qué importa si esto aún no había comenzado?.

-Cuánta gente hay aquí... -Comenté esbozando una mueca de desagrado- Me esperaba que la Liga de Villanos tuviera algo más de gusto a la hora de aceptar a cualquiera para unírseles... Aunque supongo que la criba real aún no ha empezado.

Pese a que había algún que otro rostro interesante, decidí ir directa a la barra del bar y subirme a uno de aquellos taburetes sobrantes, a fin de cuentas, no estaba en el plan tener que entablar conversación con esos "Wanna-be" de villanos. Estaba muy por encima de todos ellos y bien que lo sabía.

-Un Bloody Mary. -Indiqué al camarero- Bien cargado.

 Ciertamente, entre los presentes se encontraban personas más interesantes que otras, pero siempre muy variadas: habladores, carismáticos, excéntricos… La originalidad no faltaba en aquella habitación, y podía decir con toda seguridad que no había sido un desperdicio de tiempo aceptar la oferta de reunirme con otros villanos.

 -Es un fabuloso encuentro el que se lleva a cabo en este lugar… -decidí hablar luego de un largo silencio en el que me dediqué a escuchar como las voces pasaban de un rincón a otro de la sala. -. Disculpen mis modales… Me presento ante ustedes como Jack El Destripador, a sus servicios -finalmente me presenté al igual que el resto, retirando mi sombrero momentáneamente como un gesto caballeroso antes de volverlo a posar sobre mi cabeza. -. Damas, caballeros, creo que muchos se están yendo por las nubes… ¿Hablar de Dioses, estrellas, comprensiones más allá de lo entendible por los mortales…? En los tiempos actuales la única fuerza que merece ser reconocida es la del hombre por superar las adversidades, por levantarse cada día para esforzarse en hacer más cómoda su miserable vida que tarde o temprano verá su fin… Jóvenes, ancianos, seres celestiales… ¡Todo un festín de sueños y motivaciones! Es magnífico, simplemente magnífico… -llevándome una mano a la máscara, soltaría una leve carcajada antes de recuperar la compostura. -. Lo lamento, suelo emocionarme mucho con estas cosas… No suelo estar en presencia de personalidades tan interesantes. De verdad espero que sus nombres nunca aparezcan en una de mis tarjetas de trabajo, aunque de hacerlo les prometo que seré gentil… -habiendo hecho esas declaraciones, dejaría claro que a pesar de las impresiones y relaciones que se pudiesen hacer el trabajo era trabajo.

 Finalmente, empezaría a hablar de manera más específicas a las personas que llamaban más mi atención; más por sus gustos y personalidad que por los aires e impresiones que podían dar…

 -Señorita Sister, Lady Blutmoon… Espero que en otro momento podamos reunirnos para escucharlas hablar sobre sus creencias y motivos para tenerlas, con una bebida más adecuada para sus finos paladares -aunque para algunos aquello podría sonar como un intento de ligar, uno muy extraño, en el fondo sí que tenía interés puro en escuchar el debate entre la rubia y la pelirroja en un lugar menos poblado. - La carne adopta un sabor muy particular cuando la mente se somete a debates y alcohol...

Kanshu, que había tomado ejemplo de la chica pequeña con un lazo y se había pedido un buen Sex on the beach, estaba pegando un sorbo mientras miraba algo roja a Jack the Ripper. Por fin un hombre hecho y derecho, con modales y presencia. Con un par de palmadas en el asiento de al lado, lo invitó a sentarse a su lado y a tomarse algo con ella. Si aceptaba, Kanshu se sentiría feliz de tener cerca al hombre, si la rechazaba, se sentiría feliz porque sentiría que no es lo suficientemente buena para un hombretón como él.

Pasara lo que pasara... Parecía que iba a ser una buena noche para la peliblanca.

Al parecer su imponente aspecto no pareció imponer, verdad, a la chica que pregunto su nombre y satisfecho por ello, volvió a la barra donde las sillas eran ridículamente pequeñas para soportar su peso, por lo que ocupo parte del espacio del chico metálico que pidió agua. -Lo mismo. -Sabiendo que podría pedir algo no calorico se atrevió con lo mismo y se giro para observar a quienes faltaran por llegar.

-¿Nazi?-Uwaki, pensaba que aquella achuchable niña estaba disfrazada de Ladybug con esas lentes gigantes como ojos de bicho y hablaría del revés por ser el reveso de aquella otra heroína... ¿Pero Nazi? Los nazis eran tipos perfectos con bigote feos.

Las conversaciones, no eran interesantes o intensas, pero poco a poco la gente iba soltandose y era cuanto menos... entretenido escucharlos. Al menos mientras esperara a su bebida.

— Escribo para mí, por supuesto. ¿Por qué habría de escribir para otros? — Blutmond miró sin comprender realmente a Sister. Para ella el escribir le resultaba como tener una segunda mente. Lo que se escribía perduraba de manera inalterable, mientras que la memoria era difusa. En ese sentido, escribir e incluso dibujar era mucho más fiable que recurrir a los recuerdos, mucho más volátiles y poco precisos, cargados de imprecisiones y sesgos autogenerados. Las notas que tomaba en su cuaderno eran una información mucho más valiosa, especialmente si tenía la oportunidad de plasmar cada vez más ideas en el mismo.

— Si sabes sin más de su existencia, supongo que para ti es suficiente. — El rostro de la pelirroja permaneció con aquella sonrisa en estasis, sin cambiar un ápice de su naturaleza, aunque soltó una pequeña risita al ver que Sister se recogía unos mechones de cabello de forma recatada. — Parece que al fin y al cabo el vino no era tan malo — comentó al ver el gesto de su mano buscando el alcohol.

La presentación formal de Jack el Destripador captó su atención, sin embargo. Era otro de esos que llevaba una máscara poco original, pero al menos podía decirse que de modales no andaba falto. Agarró su cuaderno, dejando a un lado la página arrancada con la que había empezado a tomar notas sobre Sister, y dibujó a mano alzada el aspecto de aquel villano, adjuntando otro par de notas al dibujo.

— Claro, estaré encantada de charlar como dices, si es que para entonces continuamos con vida. Esta es tan efímera... Pero eso lo hace aún más emocionante, ¿verdad?. El dolor... La sangre... El sufrimiento y la desesperación al saber que la vida se escurre entre los dedos en apenas un suspiro... Son taaan dulces.

Cuando el viejo me informo de que mi ojo había cambiado de forma me llene de vergüenza instantaneamente. En el momento me di cuenta de había cambiado, y por costumbre intente regresarlo a la normalidad, tal vez lo logre al principio pero tal vez luego cambió de nuevo. Tal vez estoy demasiado emocionado. Al contestarle al viejo llevo mi mano a mi ojo derecho para taparlo mientras me disculpo, no seria la primera vez que pierdo un espesi- digo, paciente, por culpa de mi actitud junto y mi ojo.

- ¡Ho! lo siento. Le ruego me disculpe. Es algo que aveces pasa. Tal vez sea por mi Quirk... Honestamente ni yo estoy muy seguro. Por favor no le preste atención. ¡Ahora! presteme su brazo derecho por favor.

Meto mi mano dentro de mi bata y saco un pequeño tensiometro digital.

A nadie parecía importarle que un medio hombre - medio máquina andase desnudo por el bar así que se acercó a la barra y pidió un buen vaso de su mejor anticongelante.

Hola. ¿Me pone un buen vaso de su mejor anticongelante? Miro a mi izquierda y veo a la mujer vestida de monja. Miro a mi derecha y veo a un médico ofreciendo eutanasias... No digo nada más

La sombra del rincón había dejado de emitir ningún sonido tiempo atrás. Su ronroneo constante casi mecánico se había apagado como se apaga el de un gato cuando este deja de estar contento o estresado.

Ahora llevaba tanto tiempo inmóvil y en silencio en su rincón que, más incluso que antes, parecía una lampara de pie sin pies.

Sin embargo, entonces se puso en movimiento, demostrando así su existencia más allá del espejismo y flotó desde su rincón hasta la barra del bar, justo donde el grupo de los más habladores hacía gala de su pretendido protagonismo.

Al llegar a la barra, se quedó inmóvil mirando fijamente la bebida de uno de ellos: el agua con gas.

Dookoo....

Había pasado algo de tiempo, así que Magellanic había podido ir al baño, secarse y volver a la barra. Los cristales rotos de su ex-vaso ya habían desaparecido. Había pedido otro vaso con agua con gas, que llevaba en la mano.

Estaba mirando y escuchando. Era algo nuevo para él. Normalmente cuando empezaba a hablar no se callaba hasta la mañana siguiente, pero esa vez dejó a los demás que tomaran el protagonismo. Era improbable que Magellanic consiguiera aprender algo (¿Qué podrían enseñarle a él? Ignorantes), pero si iba a tener que trabajar con ellos, mejor actuar como una persona razonable.

Así pues, observaba y bebía. Hasta que Kagekami se le acercó.

-Puedo... ¿ayudarte? Em, ¿amigo?- Dijo. Aunque su compañero no era muy hablador. Magellanic miró a las otras personas de la habitación, como si intentara buscar otra persona con la que hablar. ¿Cómo? ¿Nervioso? Tonterías. Él... él n-no podía estar nervioso. No era digno de un villano tan brillante. De eso nada. No tenía miedo, no señor.

Finalmente, se fijó en que lo que miraba era su bebida.

-¿Quieres... beber? ¿Te pido un vaso?-

Por un instante Nigthmare se lleva una mano a la barbilla. Palabras de más y de menos por más de una parte, ese enmascarado tiene buen gusto para escoger las palabras, típico de un orador y un líder. Lo que el enmascarado quería explicar, dentro de su compleja mente, era que le alegraba la entrada de "Jack the Ripper", pero sentía que su presentación además de tardía, era usada para llenar el hueco del silencio. Y a poco tiempo vio como todo el resto seguían con sus reacciones y opiniones, unos en voz alta y otros en silencio.

Estos seres... Se quito la mano de la barbilla, y se dispuso a disfrutar otro trago del buen vino, mientras apreciaba las escasas, viejas y nuevas caras de por aquí. Ya que... por lo menos, espero que alguien más tenga la educación de presentarse, si no es que ya lo hicieron todos, antes de que llegará...

O cuervo negro que yace volando dificultosamente sobre campos de trigo seco, y ceniza... Bajo tu mano se encuentra el miedo, la alegría y el dolor. Nightmare soltó las palabras en un tono bajo casi imperceptible para cualquier ser común que no estuviera acostumbrado a escuchar atentamente. El dolor...eh. Tomó otro trago en silencio.

Ante la invitación a una bebida, la extraña y enmascarada sombra comenzó a ronronear de nuevo con alegría y miró fijamente a su interlocutor.

Salvo por el ronroneo, no había ni una sola variación relevante con respecto a la mirada fija e inerte anterior y, sin embargo, de algún modo todo aquel conjunto de falta de reacción, su nueva ubicación junto a la barra, las miradas a la bebida y a su propietario, el ronroneo inquietántemente mecánico y probablemente otra innumerable serie de indicios inconfesables, despertaron la impresión de que, verdaderamente, Kagekami quería una bebida.

Bien. Bien. ¡Ja, ja! No sabía por qué se había acobardado. Solo es una... cosa. Una cosa que quiere agua.

-Otro vaso.- Ordenó. -¿Sabes qué? No importa, ya lo hago yo.- Estiró su enorme brazo a través de la barra, tomó un vaso vacío de detrás y lo llenó de agua burbujeante de su botella.

-Aquí tienes, monstruito.- Se lo ofreció. Aunque no parecía tener nada con lo que agarrarlo. De repente, Magellanic volvió a preocuparse. Era una sensación extraña. Una intuición, que le decía que iba a ocurrir algo malo.

-¡Ja!- Dijo en voz alta, sin darse cuenta. Menuda tontería. ¿De qué debería preocuparse? ¿Qué misterios podía alojar ese universo a los que no pudiera enfrentarse él? ¡Magellanic era el que tenía que intimidar a los demás!