Partida Rol por web

Mientras Toko Fukawa volvía hacia la Academia arrastrando a Koguma Kyoki, esta vislumbró algo a lo lejos entre la niebla; no parecía ser otra persona que Suzuki Mitsuoka, caminando sola, con dificultades mientras esta arrastraba algo consigo, muy similar a lo que la propia Toko estaba haciendo.

Sin dudarlo ni un solo instante, la chica de las gafas soltó a su compañero que dio un grito de malestar, mientras esta se escabullía por entre las plantas hasta finalmente ver como, en efecto, Suzuki Mitsuoka se encontraba arrastrando a Mitsuo Shimizu por el bosque.

Sin dudarlo ni un instante, la muchacha aprovechó un descuido de la joven para degollarla con sus tijeras especiales desde detrás y asfixiarla al convertir su saliva en lejía, quemándole desde el interior, todo con tal de hacerla desaparecer de una vez y para siempre...

Mientras Suzuki Mitsuoka se encontraba tirando del cuerpo de Mitsuo Shimizu, un grito llamó la atención de ella proveniente de su espalda, y por un instante esta parecía haber reconocido la voz de Koguma Kyoki, pero para su desgracia antes de que esta pudiera preguntar o llamar por su compañero desaparecido alguien apareció detrás de ella.

Con un arma afilada rajó el cuello de Suzuki Mitsuoka mientras una mano tapaba la boca de la chica que sintió como su saliva se convertía en una substancia distinta, corrosiva y nada agradable al paladar; al parecer alguien había vuelto su saliva en lejía y con las consiguientes apuñaladas por parte de la persona desde su espalda, esta terminó por cerrar los ojos, dejando a merced del asesino a Mitsuo Shimizu.

Despidiendo al otro grupo mientras se adentraba en el bosque, este equipo lo primero que hizo fue investigar habitación por habitación por encima, primero la primera planta y fueron subiendo hasta tras una hora de trabajo, terminar por llegar a la azotea en donde se encontraron con Tsuyuri Sunako, viva.

Mil voces, mil ruidos y un millón de formas distintas de como volver loca a alguien, por suerte Tsuyuri Sunako logró huir del lugar antes de que esta diera rienda suelta a su ira y terminara por hacer algo que no quería. Recluyéndose a sí misma en la azotea a la espera de que el aire nocturno calmara la fiesta que había en el interior de su cabeza.

Una vez en la azotea se quedó sentada en un rincón, hecha un ovillo con los brazos rodeando sus piernas y la cabeza apoyada en sus rodillas.

Parad.Porfavorporfavorporfavorporfavorporfavorporfavorporfavor.

Ahora mismo había demasiadas cosas en su cabeza que ni entendía, ni quería entender. No se fiaba de si misma y por eso había huído de la compañía de sus compañeros hacia cualquier sitio donde le llevasen los pies y que estuviese sola. Lo había logrado, pero de primeras no tenía tanta confianza en si misma.

El sueño y la tensión de no saber qué estaba ocurriendo realmente, de no ser capaz de localizar quién estaba jugando con ellos había hecho que por su mente cruzasen las opciones que en principio creía eran la única opción. Matarlos a todos. Y se acabaría. Y ella estaría a salvo. ¿Pero a qué precio? A la Sunako de siempre aquella idea ni se le pasaría por la cabeza, pero ahora era en lo único que podía pensar. En lo único que aquellas voces y ruidos le hacían pensar. Y por eso había tenido que escapar.

Y no solo eso, entre aquel grupo que estaba mirando con cierta sorpresa a la muchacha ex-desaparecida, había una cabeza que sobraba, una cabellera rosada también sobresalía de entre ellos, y al percatarse de esto, todos pudieron reconocer a la dueña de aquella cabellera como Nyu Deilnefle.

La muchacha tenía un corte en la garganta además de que sus ojos estaban notablemente irritados. Sea lo que fuera que le había pasado, era evidente que lo había pasado mal, al punto de estar ahí para tratar de arreglarlo, o algo similar.

Quizás para compensar un poco los números de cabezas que habían encontrado en aquella azotea, una de ellas simplemente explotó entre todo aquel grupo; en concreto la persona que se había desplomado no era otra que Hidari Sokumen, haciendo que su hermana gemela, Migi Sokumen, también muriera de improvisto.

Rodeando el cuello del joven había un pequeño y fino hilo rojo que se dirigía hacia la puerta y bajaba por las escaleras...

El grupo había encontrado a Tsuyuri Sunako que se encontraba desaparecida, aún a costa de perder a los Hermanos Sokumen; sea lo que estuviera pasando en aquel lugar, alguien estaba detrás de todo ello, quizás un fantasma, quizás una persona o lo que sea. Ahora el grupo era menor, pero no por ello debían darse por vencidos.

Si se separaban quizás pudieran encontrar algo interesante que les ayudara a superar las adversidades que estaban enfrentando, o quizás tan solo era una invitación en bandeja de plata para que otra persona más muriera... 

El sonido de una alarma lejana alertó a los presentes de algo que ocurría en el bosque, por desgracia ninguno de ellos era capaz de ver qué era lo que estaba pasando en el lugar más allá de la intensa niebla que lo estaba cubriendo; realmente el Quirk de Himawari Ame era aterrador y podía hacer mucho, puesto que la niebla aún no se levantaba ni parecía que iba a hacerlo pronto.

Tras terminar de hacer su trabajo en el bosque y desquitarse un poco por la poca fiabilidad que tenía la tecnología, este hombre volvió a adentrarse en el interior de la Academia, y leyendo por última vez lo que indicaba aquel dispositivo, este simplemente se encogió de hombros mientras ocultaba el hilo de piano junto a la soga que había usado Yuuta Takahashi, si cortaban la soga le haría un fuerte corte con el peso de la persona colgada. Preparando la soga desde la viga sobresaliente pero sin que se notara a simple vista.

Tras esto, el hombre activó la alarma de la escuela, y colocó en la puerta aquella granada de luz que tenía, las de gas habían sido un fracaso, por lo que esperaba que esta sirviera para su propósito sin problemas y... se escondió.

Mientras los alumnos que aún se encontraban en la Academia continuaban con su charla, teorías, planes y discusiones, un nuevo elemento interrumpió aquella escena, en concreto era el timbre de la escuela; algo no demasiado extraño de por sí, a fin de cuentas el sol ya se estaba poniendo y claramente era el fin del horario escolar.

El único problema que había con ese razonamiento es que la noche pasada no sonó nada, ni en ninguna de las mañanas ni en ninguno de los mediodías el timbre de la escuela sonó; tan solo ahora lo hacía lo que indicaba que no era algo automático, sino manual, es decir, alguien estaba ahí pulsando el botón en el despacho del director.

Aquel grupo se dirigió directamente a ver qué era lo que estaba pasando, pero cuando abrieron la puerta cerrada del despacho del director una luz blanca a la par que un sonido estridente los cegó y los ensordeció a todos, dejándolos expuestos por unos cuantos segundos mientras estos trataban de recuperar sus sentidos.

Entonces fue cuando Katsuo fue golpeado y lanzado contra una pared, mismo destino le ocurrió a Nyu Deilnefle que estaba en el otro lado del pasillo; mientras tanto, Arthur Ryuuji (y Mr. Clown) fueron empujados hacia atrás escalera abajo por aquella misma fuerza y finalmente Nakiri Gakuho fue empujado al interior del Despacho del director en donde una pequeña lata aún soltaba un humillo blanquecino.

¿Qué era lo que los había empujado a todos?. Era una criatura blanca que flotaba a un par de centímetros del suelo que estaba entre todos ellos. En efecto, hablo de Galatea Bakemoshi la cual estaba colgada de una tubería del techo por el cuello y esta se retorcía tratando de liberarse, pero cuanto más se retorcía más movía su cuerpo y con esto su gran cola alejando a todos de ella.

La única que no había recibido el empujón era Tsuyuri Sunako, la cual trató de acercarse sin demasiado éxito para que su compañera no se asfixiara y en cierto momento recordó algo... en ese mismo piso se encontraba la enfermería, por lo que la muchacha salió corriendo y se perdió en una habitación contigua.

Entrando en la enfermería, Tsuyuri Sunako encontró no solo unas tijeras para bajar a Galatea Bakemoshi, sino que además encontró un botiquín grande en la propia enfermería, algo bastante útil a fin de cuentas esta estaba herida, así como otros de sus compañeros, quizás podía hacer algo... pero primero lo primero, la chica colgada.

Tras levantarse del repentino ataque que sufrió, Nakiri Gakuho se fijó en las televisiones que se encontraban encendidas en ese momento, iluminando levemente la estancia. Al parecer el Director estaba teniendo una vigilancia constante de todo lo que pasaba en la escuela.

Una pantalla mostraba el aula de gimnasia, otra pantalla mostraba el comedor y se podía ver a Daito empalado desde la ventana, y otra pantalla mostraba el almacén de la cocina, la puerta se encontraba entreabierta y los cuerpos de Mikhail Nakamura y Karakuri tumbados en el suelo y un hilo rojo saliendo de la armadura de esta última.

Quizás no era el mejor destino caer escaleras abajo de espaldas, pero al menos Arthur Ryuuji, o mejor dicho Mr. Clown, se las ingenió para no resultar más herido de lo que ya ambos se encontraban. Rodando cual croqueta finalmente llegaron al piso de abajo, tumbados en el suelo, boca arriba, maldiciendo su suerte.

Cuando una vez se dispusieron a levantarse, algo llamó su atención; de debajo detrás de un pequeño armario algo metálico brillaba; sin mucho más que hacer, el muchacho se acercó y trató de colar su mano con la marioneta al interior de aquel hueco hasta que, al cabo de unos segundos, sacó lo que parecía ser una pistola reglamentaria de la Policía de Sakurami City, y lo que era mejor, tenía una bala.

Al cabo de unos intensos segundos que en realidad se acercaban más a los minutos que a las horas pese a que Galatea Bakemoshi así lo sintiera en su cuello y en sus pulmones; tanto Nakiri Gakuho había logrado salir del interior del despacho, Tsuyuri Sunako había logrado encontrar unas tijeras de la enfermería, Arthur Ryuuji (y Mr. Clown) había logrado subir las escaleras y tanto Katsuo como Nyu Deilnefle se recuperaron del impacto contra la pared que la cola salvaje les había empujado; finalmente todos ellos se dispusieron a ayudar a una Galatea Bakemoshi que ahora se retorcía menos.

Subiéndose a la espalda de Arthur Ryuuji, Tsuyuri Sunako logró elevarse hacia la cuerda y cortarla tras unos intentos mientras Katsuo, Nakiri Gakuho y Nyu Deilnefle trataban de levantar por las piernas a la muchacha para que pudiera respirar, o al menos aliviar la soga de su cuello.