Partida Rol por web

- Ho-ho-ho, feliz Navidad, renacuajo-me acerco a la mesa de mi hermano para abrazarlo por la espalda y darle un sonoro beso en la mejilla-. Tengo un regalito para ti, mira-le pongo un paquete delante, para que lo abra. Es un estuche con un reloj de bolsillo antiguo, a mi hermano le gustaban ese tipo de cosas, no me extrañaría que en el futuro se interesase por la historia-. Espero que te guste. Feliz navidad a vosotros también, chicos-saludo a sus amigos con un guiño de ojos.

Una vez he dado el regalo a Charlie, voy a buscar a Joni, pero no parece estar en el Gran Comedor. Me acerco entonces donde Kristoff y Saana.

- Buenos días, chicos, ¡ah! Y feliz navidad-les saludo con una sonrisa-, ¿habéis visto a Joni?-les pregunto. Cojo de la mesa una manzana, aunque acababa de desayunar, me apetecía. Le doy un mordisco mientras espero la respuesta. 

- Hola Mia, Feliz Navidad a ti tambien. La verrrdad es que no tengo la más rrremota idea. Crrrreo que seguía durrrrmiendo cuando nosotrrrrros vinimos aquí. Si quierrrres te indico dónde nos alojamos y puedes irrr a verrr. - dice mientras, en total simbiosis, Saana saca una pluma y un pergamino de su bolso.

- ¿En serio? No le pega nada ser tan dormilón...-digo, sonriendo. Me río un poco, al imaginármelo durmiendo, roncando y con la baba colgando-. ¿De verdad? Pues sería genial, me haríais un favorazo, sois geniales-espero a que Saana termine de escribir.

Saana te dibuja un plano simple pero claro. Sus habitaciones al parecer están en la planta baja, pasadas las cocinas.

- No tenemos contraseñas cómo las vuestras, usamos llave, así que tendrás que golpear a la puerta para que Joni te escuche.

Miro el plano, conocía más o menos la zona por mis exploraciones en el castillo y mis visitas regulares a las cocinas. No me sería complicado llegar. 

- Muchas gracias, chicos-les digo a los extranjeros. Miro el plano de nuevo y lo guardo-. Pasad un buen día... ¡Feliz navidad de nuevo!-les digo con una sonrisa amplia antes de irme. 

Pongo rumbo a donde se supone que está la habitación de Joni. Al ver la puerta, estoy a punto de llamar, pero sonrío con algo de picardía y saco la varita. Apunto entonces a la cerradura y murmuro:

- Alohomora-conjuro en voz muy baja, tapando la varita con mi cuerpo, por si acaso. 

Tras unos minutos de comer, James se limpia con una servilleta y te mira.

- Yo estoy listo, si tú lo estás.

La mayoría de niños no caen en tus bromas, seguramente porque son demasiado obvias. Otros te miran cómo si estuvieses loco y huyen de ti. Un tercer grupo más pequeño parece intimidado y hace lo que les pides, pillándose el dedo con el paquete de chicles.

Al cabo de un rato notas una mano sobre tu hombro. 

- Ya he terminado de desayunar. - te anuncia Remus.

La puerta se abre sin problemas. Qué protección más penosa para los invitados.

Cuándo la puerta se abre ves que da a una especie de salón, como vuestras salas comunes, aunque más pequeño. Entonces ves a Joni frente a la chimenea girarse sorprendido. En la chimenea ves la cara de una mujer.

- ¿Mia? ¿Qué haces aquí?

Cuando oigo el chasquido de la puerta abrirse, sonrío triunfal. Aunque menuda mierda de seguridad tienen que con un triste alohomora puede abrirse... bueno, qué coño, será que mi alohomora es la hostia de bueno. Sí, será eso. 

Entro despacio, sigilosa, como hacía en casa cuando me escapaba por las noches para salir de fiesta con Roger Philips y volvía de madrugada. Sin embargo, Joni parece que está despierto y me pilla cuando me estoy dando la vuelta para cerrar la puerta. Me sobresalto al oír su voz.

- ¡Ay, la hostia! ¡Qué susto!-exclamo dándome la vuelta y después dejándome caer sobre esta de espaldas, aliviada-. Te parecerá bonito ir asustando así a la gente, ¿eh?-le suelto, aunque soy yo la que se ha colado en la habitación. Me río y pongo el bolso por delante, donde tenía los regalos-. Solo estaba comprobando la seguridad de vuestras habitaciones, cosa que me ha defraudado bastante, imagínate que no hubiese sido yo quien quisiese entrar en tu habitación, sino, yo que sé, un ladrón, o un asesino a sueldo o alguien con muy mala leche dispuesto a gastarte una broma pesada mientras dormías plácidamente... Nah, es broma, solo venía porque bueno, es Navidad y traigo un regalo para ti, ya que estas cosas se hacen en Navidad y...-me doy cuenta de que está "acompañado" por alguien de la chimenea-. Oh... no estabas solo. Lamento la interrupción. Ehm... ¿Feliz Navidad?-termino de decir con el paquete en la mano y una sonrisa en el rostro.

Resoplo decepcionado por el resultado de las bromas

-Remus, esta gente no tiene sentido del humor... Vamos fuera del Gran Comedor

Y después de decirlo me pongo en camino, mientras intento colársela a alguno más, pero entre que a nadie le interesaban los chicles muggles y que la broma por lo visto era demasiado obvia, no picó nadie. Finalmente llegamos fuera y antes de hablar me aseguré de que no hubiera nadie, entonces hablé en voz baja con Remus:

-He tenido una idea... Tengo un amigo entre los elfos domésticos, se llama Lino... Tal vez él podría ayudarnos con el tema Sofía, al fin y al cabo supongo que entre los elfos podrían contarse cosas... Y ellos saben muchas cosas que pasan en esta escuela. Tenía pensado mirar en las cocinas ahora antes de volver a mi sala común para ver si lo encontraba. Quería saber tu opinión, basicamente, y que estuvieras al tanto si por casualidad se aparecía un elfo doméstico con información... Porque seguramente sería él.

Al acabar pensé que tal vez había sonado muy misterioso con Remus para lo que realmente tenía que decir, pero bueno, lo hecho, hecho estaba.

Remus y Donnie también se van del comedor.

Remus te mira algo sorprendido por la idea.

 - Me parece bien, aunque creo que si hubiesen visto algo habrían informado ya al director... Son muy fieles a él.

Joni te mira sabiendo que lo único que puede hacer en ese momento es dejarte hablar. Pare cuùando terminas la cabeza de la chimenea se ríe y Joni parece seguir igual de tenso o nervioso que cuùando entrarste.

- Feliz Navidad. - responde la muejr de la chimenea - Supongo que esta es la amiga de la que me hablabas.

- MAMÁ. - dice Joni levantando la voz, ese típico tono que todos los adolescentes usáis cuándo vuesrtos padres os ponen en evidencia. - Vittu saatana perkele... - murmura por lo bajo. - Ya te escribiré. Feliz Navidad. - dice Joni girándose a su madre en la chimenea y apuntando con la varita.

- Pero Joni no...-  Joni corta la "llamada". Cuándo se gira ves que le han subido los colores.

- Podrías llamar a la puerta la próxima vez...

Sonrío cuando la mujer de la chimenea me felicita y la saludo con la mano, acercándome un poco. No puedo evitar ampliar mi sonrisa cuando dice que Joni le ha hablado de mí, murmura entonces algo por lo bajo que no consigo entender, pero no suena a algo bonito precisamente.

- ¡Un placer conocerla, señora Hanninen!-me despido rápidamente antes de que Joni corte la "llamada".

Me reprocha que no he llamado a la puerta, yo le miro con una sonrisa y niego con la cabeza

- Si llamo a la puerta, se perdería el factor sorpresa de la sorpresa... ¡d'uh!-digo, como si dijese  algo demasiado obvio.

Después esbozo una sonrisa inocente pero traviesa, como si no hubiese roto un plato en mi vida.

- Conque le has hablado a tu madre de mí, ¿eh?-me acerco a él, que parece que se ha sonrojado-, ¿qué le has dicho? ¿que has conocido a la pelirroja más divertida, simpática, guapa y, por supuesto, modesta de toda Gran Bretaña?, ¿eh, eh?-le digo, pinchándole en el estómago con un dedo.

Después de comer un poco más, le doy el último bocado a mi comida y le digo a James - Yo también lo estoy, podemos irnos. Elije tu el luga, pero que sea algún sitio sin tanta escandalera. -dije sonriéndole.

James se levanta y te tiende la mano, para ayudarte a levantar. 

- Me han dicho que la torre del reloj tiene unas vistas espectaculares. - te dice mientras salís del comedor.

Zoe abandona el comedor junto al hermano de London.

- ¡Estate quieta Mia! - dice encogiéndose ante tu toque, mientras intenta recomponerse. Se deja caer en el sofá que tienen en la pequeãna sala de estar. - Me preguntó si estaba haciendo amigos, y le dije que pocos, pero que había una loca pelirroja que me iba sacando a la calle de vez en cuando. - te dice con una media sonrisa. 

Es entonces cuándo mira el paquete que llevas encima, el que habías mencionado que era un regalo. Sólo ahora parece caer en que es un regalo para él y niega con la cabeza.

- Joder, ahora quedaré muy mal, yo no tengo nada para ti...

Me tiro de rodillas al suelo para que los perros vengan a mi. Me llenan la cara de babas, como obedeciendo las ordenes de Brad, pero a mi me encanta. 

- ¡En la boca no! -Le digo riéndome a Axel. Le agradezco en silencio a Brad que les distrajera con los huesos, estaba empezando a pensar que tragaría saliva de perro durante toda la semana. 

- Tienes suerte de que te lo dejen tener aquí. Aunque bueno, Axel ya es un poco de todos... Yo lo vengo a visitar desde primer curso. Es un mimado ¿Eh que sí? -Digo esto último en un tono alfo ridiculo, como el que usa la gente cuando le habla a los bebés, cuando el perro se vuelve a acercar. - ¡Los dos lo sois!

- Por cierto, Brad ¿Qué opinas de lo de Sophia? No he podido hablarlo mucho con nadie... ¿Quién le haría algo así? 

-Axel es un campeón. Hasta bucea conmigo ¿Sabes? Lástima que no puedas venir, lo tengo entrenado para que robe los bikinis...no querrás dar un espectáculo a los tritones.

Es todo broma, claro. No lo he entrenado para eso pero ¿Quién lo puede saber? mi sonrisa desaparece cuando menciona a Sophia.

-Honestamente...pensaba que no había nadie aquí capaz de algo así. Pero viendo que sí...se me vienen a la cabeza dos nombres. Cyril...y Charlotte. Sus ayudantes descerebrados no cuentan.