Partida Rol por web

La orientación de Dharma parece construida con una brújula cómo base, ya que escoge con decisión los pasillos y en antes de que os deis cuenta estáis en la torre, subiendo escaleras hacia vuestra sala común. De repente, de una pequeña puerta de roble sale Aelia respirando con dificultad y con los colores subidos en las mejillas.

Sigues a fe ciega las indicaciones y terminas en el pasillo que el cuadro te había dicho. No paras de correr aunque estés cansada, ya que no sabes cuánto tiempo te queda. Finalmente subes por las escalerillas del "atajo" y llegas hasta una puerta de madera. Está cerrada, pero apenas apoyas la mano en ella se abre cómo un resorte. Cuándo asomas la cabeza ves que estás, efectivamente, en las escaleras que llevan a tu Torre. 

Al sacar la cabeza por la pequeña puerta, resoplando por el cansancio y con las mejllas sonrojadas, ves que Dharma y Brad están casi a tu lado, mirándote con sorpresa. 

Después de elegir bien todos los pasillos y llegar, al fin, a la torre, a la que hemos llegado casi sin darnos cuenta, me sorprende ver a Aelia tan exaltada.

-¿Estás bien, Aelia? - pregunto con preocupación. Por un momento se me olvida la prisa que llevamos. 

Miro a Aelia, preocupado, pero no la conozco de mucho y no sé qué decirle.

-¿Pasó algo? - pregunto, aunque nada más decirlo me siento como un tonto.

Viendo que no sé si pese a eso vamos a llegar a tiempo subo a mi habitación y cojo las cosas con rapidez, volviendo luego a junto de la chica para ver cómo se encuentra, y también para dejarle tiempo a solas con Dharma que es amiga suya, y posiblemente no quiera decirme a mí lo que le pasa.

Me tranquilicé un poco, al pasar por la puerta y ver a Dharma y a Brad. Al fin y al cabo, pese a ser una manera un tanto egoísta de pensar si me iba a llegar tarde no iba a ser la única. En cuanto ellos me preguntaron, paré en seco y quedé dubitativa. -La verdad es que me había perdido, pero un señor dentro de un cuadro me hizo el favor en indicarme dónde estaba la sala común. Anda que si no llega a ser por eso ni me veis en clase.- Dicho esto, entré en el cuarto de las chicas, para coger el libro y los utensilios. Una vez hube recogido lo necesario (a parte del libro) para la clase de pociones bajé a reencontrarme con Dharma y Brad. -Uy, perdonad, qué maleducada que he sido. ¿Y vosotros? ¿Cómo estáis?- Dije, con un amago de sonrisa. -Llegaremos tarde, podríamos seguir hablando mientras bajamos.-

No me da tiempo ni a responderle que Aelia ha salido por patas hacia la habitación. Me encojo de hombros y la sigo, yendo a mi cama. Rebusco en mi baúl sacando todo el material necesario para la clase de pociones y salgo a toda prisa, encontrándome en la sala común de nuevo con la muchacha y con Brad. Respondo a la pregunta de Aelia con una encogida de hombros más, sin siquiera mi habitual dulce sonrisa en el rostro.

Esta chica debe de estar loca. Tiene doble personalidad.

Una vez estamos los tres salgo por la puerta en dirección a la clase de pociones. 

Llegas a la torre y el pomo con forma de águila reacciona cuándo lo tocas.

- "En primavera te deleito,

en verano te refresco,
en otoño te alimento
y en invierno te caliento."

Dime quién soy y mira así tras la puerta.

Alcé las cejas un poquito. ¡No me acordaba de lo de los acertijos! Pensé durante unos segundos, antes de empezar a meditar. -Bueno, Podría ser la sopa, ya que en otoño, como en todas las estaciones alimenta, en invierno te calienta, en la primavera te deleita con su sabor y aroma y en verano... Nadie ha dicho nada de la sopa fría, y está muy buena, pero... Diría que la respuesta correcta es el árbol, ya que en primavera muchos hacen flor, en verano te refresca su sombra, en otoño muchos dan frutos y en invierno la madera da calor... Sí, creo que sí. Dije convencida, asintiendo tranquila. Al fin y al cabo, lo peor que podía pasarme es que me quedara allí encerrada hasta que algún alumno lo descifrara.

El pomo asiente (o eso te parece) antes de girar y abrir la puerta a tu torre. Está desierta y la luz de la luna ilumina el centro de la habitación ya que la noche es clara.

-¡Gracias, supongo!- Le exclamé emocionada al pomo entrando, cerrando la puerta tras de mí. Sin olvidarme de devolver el libro que había leído en la biblioteca, subí hacia la habitación donde después dormiríamos todas las chicas de Ravenclaw. Le cambié el agua a todos los animales y le puse comida a Shiva, ya que no sabía de dónde sacar la comida para todos los demás animales. En cuanto hube acabado de dar de comer a Shiva, me cambié y me estiré en la cama. Serían las 9:15, cuando cerré los ojos por última vez.

Llegas a la torre sin perderte y con rapidez, pero sabes que es muy tarde ya que no hay absolutamente nadie en los pasillos. El pomo de la entrada de tu torre habla cuándo te acercas. El acertijo para entrar, claro.

"Fui y no soy,
no soy y fui,
mañana seré
y hablan siempre de mí."

No me acordaba de que en la puerta de la torre tenía que contestar a un acertijo. Me alisé uno de los rizos, pensando.

-El... ¿El futuro? - pregunta dubitativa. 

- Me temo que no es la respuesta correcta.

-Entonces.... - me mordí el labio inferior pensando. ¡Qué complicado es esto de las adivinanzas! - Estoy segura de que es algo relacionado con el tiempo. - Volví a alisarme un rizo. Me quedé callada un momento, pensando. "Fui y no soy..." Eso es algo pasado. "No soy y fui..." Sigue siendo pasado, y si no es es porque ya lo ha sido, por lo tanto es algo que cambia todo el rato." Mañana seré y hablan siempre de mí... "¿De qué hablamos siempre que será también mañana...?- ¡Ya sé! Creo que la respuesta es el día de ayer.- miré al pomo dubitativa. ¿Cuántos intentos tendría? 

El pomo no responde, simplemente gira y te deja pasar. 

La sala está vacía, debe ser bastante tarde y tus compañeras deben estar ya en la cama también.

Me adentro en la sala con una sonrisa de satisfacción en la cara. Al ver que no hay nadie por ahí considero que es hora de irse a dormir. De todas formas el cuerpo me lo pide, por lo que subo las escaleras que llevan hacia los dormitorios femeninos y me acerco a mi cama intentando no hacer ruido para no despertar a las demás chicas. 

Son las 6.30 Cuándo ves al mismo chico de ayer por la mañana bajar las escaleras.

- ¿Otra vez tú? Eres demasiado madrugadora para tu edad.

No sabía qué hora era, y sobra decir que me importaba. Si me había levantado tan pronto por la mañana era para poder estudiar con calma, y no tener a nadie molestando, para así poder centrarme en lo que en realidad importaba en aquél momento. Sin embargo, tras llevar un buen rato estudiando bajó Nathan Storm, aquél chico, llamado prefecto por los profesores pese a no ser ningún ministro. Antes de que pudiera decirle algo (y eso que tenía ganas de decirle que el libro que me había recomendado era maravilloso) me espetó casi con desdén que debía despertarme más tarde, y en consecuencia irme a dormir más tarde. Sí que es verdad que me había despertado pronto, pero tenía la costumbre de irme a dormir pronto en casa, como muy tarde a las diez de la noche y solía levantarme a las seis de la mañana. El día de ayer había sido una excepción, ya que me habían despertado mis padres. Los nervios habían hecho que me hubiera costado un poco más dormir de lo normal, supongo. De todos modos, lo que él estaba diciendo no era del todo consistente. Tenía once años y había dormido ocho horas. Según lo que había oído, si él estaba en quinto, sexto o séptimo, tan solo tenía cuatro, cinco, o seis años más que yo. Pese a ser mayor, él tampoco debería madrugar tanto, si lo mío le parecía exagerado. De todos modos él no podía saber a qué hora me había levantado, por muy listo que fuera, aunque supuse que sabría que hacía un buen rato que me había levantado, puesto que estaba a punto de empezar con transformaciones y ya había acabado de repasar pociones y de prepararme la clase de historia de la magia, la primera del día. ¿Quién era él para decidir a qué horas tenía que irme a dormir?

-Bueno, tú no es que hayas sido muy diferente a mí, ¿verdad Nathan? Al fin y al cabo, los dos somos los únicos despiertos a esta hora.– Dije, echando un rápido vistazo a mi alrededor. Lo había llamado por su nombre, esperaba que el título de prefecto no se le hubiera subido a la cabeza. Ya había amanecido, la luz solar entraba por la ventana y daba suficiente claridad como para ver sin ningún tipo de problema. Sonreí un poquito, de una forma tan misteriosamente divertida como algo melancólica antes de continuar hablando. Por lo general, solía ser bastante expresiva con gestos faciales –Me gustó bastante el libro que me recomendaste, la verdad. Por cierto, quisiera preguntarte un par de cosas. ¿Qué les pasa a los de Slytherin, que son tan altivos y desdeñosos con los demás?- Me paré un momento para coger aire, con una sonrisa misteriosamente divertida, como recordando la otra pregunta que tenía que hacerle. De hecho, se me había ocurrido ver si quería ayudarme con transformaciones, pero sentía que la otra pregunta era prioritaria respecto a esa. –Nunca llegué a conocer a mis padres, y ahora resulta que fueron magos. ¿Cambia eso algo sobre mí o sobre la visión que tienen los demás sobre mí? Y, a parte de eso… ¿Crees que sería conveniente que buscara algo sobre ellos o me centrara plenamente en los estudios o… Algo intermedio?- Cerré mi boca, con la impresión de que lo había molestado. ¡Estúpida! Siempre hablaba más de lo necesario, y nuevamente me había vuelto a poner en entredicho hablar.

Te mira con la ceja enarcada cuándo pronuncias su nombre.

- Soy el prefecto y tengo que vigilar que no hagáis maldades. - dijo cómo si eso lo explicase todo. - Además, me gusta la sala común cuando está vacía. Es más... tranquila.

Se acerca a las estanterias y curiosea los libros mientras tú le preguntas cosas.

- Todo depende de con quién te topes. También hay Ravenclaw y GRyffindor así. Lo que no creo que encuentres es Hufflepuff tan altivos, suelen humildes. Lo que dices suena sin duda a Lucius Malfoy y su pandilla, pero no creo que ellos pierdan el tiempo con primerizos. Se creen demasiado importantes. ¿Es que has tenido problemas con alguien? - te pregunta mientras coge un libro y se dirige a uno de los divanes. - Si otros alumnos te causan problemas informa a los prefectos, al jefe de la casa o a algún profesor. No hagas tonterías que nos hagan perder puntos.

Empieza a leer el libro que tiene en las manos cuándo le asaltas con la siguiente pregunta, algo que le coge al parecer completamente desprevenido.

- ¿Siempre te tomas tanta confianza con los desconocidos? Si lo que preguntas es mi opinión personal... A mí me dan igual esas cosas. Si preguntas la opinión general... Es posible que algunos alumnos te coloquen en un rango más alto por se hija de brujos, pero no creo que a la mayoría le importe un rábano. Seguramente te juzgarán por tus actos, al menos si son medianamente inteligentes. - contesta mientras pasa páginas del libro que lee. - Aunque no entiendo lo que quieres decir con eso último.

Es lógico que alguien que no te conoce no sepa cómo encajar las palabras.