Partida Rol por web

Los bárbaros atacan la ciudad de roma. Mientras el caos y la destrucción campan a sus anchas un grupo de supervivientes se refugia en un templo levantando barricadas en los accesos del edificio para evitar ser atacados. Tras unos instantes de desconcierto finalmente conseguís identificaros hasta que finalmente podéis identificaros. Entre los supervivientes hay nobles, soldados, libertos y esclavos. Un variopinto grupo de gente que tendrá que colaborar para sobrevivir.

No falta mucho para que anochezca y en la calle se oyen los ruidos provocados por las tropas barbaras arrasando la ciudad así que de momento vuestra mejor opción es permanecer aquí.

 Tras los ruidos y gritos de la batalla y salpicado por la sangre de nuestros enemigos entro al recinto acompañado de mis hombres y de los demás bravos combatientes de Roma.

-Hijos de Roma. Nuestra madre ha levantado su clamor y nosotros, fieles y bravos hijos suyos, hemos cumplido con nuestro deber. Ahora, debes reposar y defender nuestro baluarte. ¡Que los dioses nos guíen y protejan para la gloria eterna de Roma!

Ohh por los dioses, mis costillas. Trato de acomodarme para que no me duelan tanto. A mi edad luchar me queda dificil, asì que mis pobres huesos sòlo pueden servir a noblas como la mayorìa de ustedes. Què los dioses guien a los que puedan pelear, yo me quedo fregando el piso.

Siguiendo a Cesar y palmeando la espalda de Voreno con una gran sonrisa, Tito Pullo entra limpiándose la sangre que los bárbaros le han dejado como recuerdo en los brazos. Al ver a su mujer se dirige hacia ella para abrazarla.

- ¡Eirene, estás a salvo! Pensaba que te había perdido a manos de esos malditos bárbaros. Había vuelto a darme a la bebida y salí a vengarte, pero ahora tengo algo mejor por lo que luchar. Espero que las legiones puedan venir en nuestra ayuda y liberar la ciudad.

 Parece que la situación se ha salvado de momento, aunque quien sabe. Yo les espero tras darme un buen baño con mis mejores ropas

-salve salvadores de Roma, en verdad ha sido una gran batalla-

Ojala los dioses tengan piedad, este templo es grande, pero el enemigo esta solo a unos centimetros, oh por los dioses proteger a esta esclava y a mi amo. Me siento en el suelo mientras escucho los sonidos de la guerra y la destrucción, tengo miedo que lleguen hasta aquí.

Una vez había logrado, con la ayuda de algunos otros, apuntalar la última de las barricadas al fin pudo tomarse un momento de descanso. Apoyó la espalda sobre la madera y echó un largo vistazo hacia el interior del templo. Un variopinto grupo se había unido tras esas paredes, esquivando así la sacudida de los bárbaros. Pudo reconocer a muchos de ellos, pero sobretodo, reconoció al Cesar.

- Salve Cesar. – dijo mientras mostraba su gratitud por medio de una reverencia. – Aquí Gaius Mecenas, para servirlo y ayudarlo en todo lo que sea. -

Cuando la invasión comenzó estaba de camino a la casa de mi amo, pero el miedo fue más fuerte que la obediencia y siguiendo a otra esclava me refugié en un templo. Al parecer no habíamos sido los únicos que habíamos tenido la misma idea. Rápidamente ayudé a los demás a asegurar el templo, pero sin hablar con nadie, de mi boca sólo salían lamentos y súplicas a los dioses. Sólo veía dos futuros para mí, morir a manos de un bárbaro o sufrir un castigo ejemplar de mi amo por haber cedido al miedo si es que salía con vida. Cuando terminamos, observo uno a uno a los presentes, somos un grupo de lo más curioso.

-¿De verdad, creen que vamos a estar seguros aquí?- pregunto a la esclava de mayor edad.

Mire con disgusto el lugar donde había acabado prisionero, un templo, esperando que los barbaros entren a asesinarnos

Cuando escucho que el escalvo pregunta si estaremos seguros niego con la cabeza

-dificilmente, pero al menos aquí viviremos unos días mas, tal vez ocurra un milagro y nos rescaten las legiones-

Levi entra acaloradamente en el templo y tras tomar aliento, mira a su alrededor y dándose un golpe en la cabeza, maldice y habla para sí.

Por las Barbas de Jupiter, las serpientes de medusa y el laverinto del minotauro. Ya sabía yo que me había confundido. El templo era el de Baco... ¡¡¡ EL DE BACO !!! Que no es que esté mal el de Artemisa, peroooo... hombre, por lo menos no nos moririamos de sed.

Reprendiéndose así mismo por la confusión, se gira nuevamente y mira a los presentes. Sorprendido por la cantidad de gente y las personalidades que se encuentra, Levi sonríe un tanto descolocado, se arrodilla ante el Cesar y se presenta.

Oh, mi Cesar. Que alegría de veros sano y salvo. Creí que no sobreviviríamos a la matanza de los bárbaros. Soy Levi, un leal subdito que también ha sobrevivido.

Servillia ha permanecido en una esquina, protegida y oscura, tratando de meditar acerca de la situación tan horripilante y rezando a la diosa Hera para que les ayude en tan difícil situación.

-Está claro que los Dioses han querido que nos reunamos todos aquí, es su designio. Pronto entenderemos el motivo- se acerca, surgiendo de entre las sombras, con un paso elegante y pausado. Se dirige hacia César, Pullo y Mecenas, por ser de mayor categoria y no simples esclavos.

-Han visto a mi hijo, Bruto? Salió a luchar pero no le he visto retornar...- les pide ésta. Su mirada de es preocupación y dolor.

- Claro que si, estaba con nosotros, ¿verdad Vore... Voreno?  - pregunta intrigado al ver que su compañero no está - ¡Si estaban con nosotros! Deben haberse retrasasdo, juraría que entraron. Busquémoslos, deben estar juntos. Tranquila, si no están aquí, saldré a buscarlos

Gaia estaba sentada en el suelo, en un rincon apartado de los demas romanos. Cada vez que oia algun grito o a alguien caer al suelo, un escalofrio le recorria. Temia que los dioses hubieran decidido el fin de Roma, abandonando la suerte los guerreros romanos que se hallaban ahi fuera. "¿Que hemos hecho mal?" se preguntaba mirando el techo del templo, imaginandose a los dioses observandoles.

Lentamente, se levanto y se acerco a su amo. No se sentia segura alejada de los demas y estar todos juntos parecia lo mas sensato que hacer en esos momentos.

Egneo Pompeyo y un batallón de soldados heridos entran al templo. El viejo entra cargado entre los cuatro soldados, respira, y está cubierto de sangre, más, aclaran los valientes guerreros, se trata de sangre de bárbaros, no de Pompeyo, quien ha caído desplomado de cansancio, tras horas de lucha sin cuartel. Los bárbaros parecen no dar tregua, por  cada uno que caía ante las espadas romanas, dos más tomaban su lugar, y los Romanos estaban perdiendo.

"Agua para el viejo Pompeyo!" se dejó oír, y un esclavo presto, logra enjuagar con agua su rostro, haciendo que se despierte con una inspiración honda.

-Por el casco de Minerva...!- dice con dificultad -Decidme, estoy en los campos de Marte y he muerto ahora? o aún no llegamos ante la presencia de Plutón... recuerdo el sonido del acero... y los gritos de mis enemigos a mis pies...  y luego todo es oscuridad... ¿He muerto en batalla?- pregunta con voz débil y ronca.

Marco Antonio era uno de los oficiales mas destacados de la comitiva de Cesar y habia estado con la XIII Legion en la ciudad combatiendo hasta que al final cuando ya casi no habia nadie con vida habia entrado al templo empapado de pies a cabezas con sangre propia y de los barbaros que querian destruir a Roma, su espada estaba mellada, el casco y la su escudo los habia perdido en el trajin de la batalla.

Aun asi mantenia su porte y aunque estaba exahusto lucia esa estupida media sonrisa que lo caracterizaba, tal vez luciera como un idiota pero muchos habian aprendido a respetar e incluso a temer al hombre tras esa sonrisa. Al ver a muchos de los nobles y algnos de sus aliados comento en voz altaPor todos los dioses! me alegro ver que lo mejor de Roma ah sobrevivido

Cita:

ojala que el motivo sea ver morir a los culpables de dejar que la Republica cayera en desgracia para que los barbaros por fin llegaran a nuestras puertas Seguramente esto es obra de los dioses, una dura prueba que los hijos de roma superaremos para demostrar que somos los mejores.

Marco Antonio se acerco caminando lentamente, ya que el cansancio y las heridas lo habian dejado disminuido, acercandose paso a paso a Julio Cesar Señor! le dijo cuando por fin llego a su lado Solo cuatro hombres de la XIII legion logramos llegar hasta aqui, contandolo a usted. Cuales son los planes para soportar el asedio?

El Gran julio cesar despoja su cuerpo del manto y la sange que lo cubren, deja de lado su casco y enfunda de nuevo su espada.

El informe de daños. Solo tres de sus hombres de la XIII legión siguen con el. Ademas, un grupo de mujeres, esclavos y libertos.

 -Reforzar las defensas del templo y atender a los heridos. No podemos dejar que esos bárbaros profanen este recinto. Que cada quien de la legión tomo un grupo de hombres y valla hacia uno de los bordes del castillo. Que las mujeres atiendan a los heridos. Pronto vendrán los refuerzos y el resto de mis legiones.