Partida Rol por web

Horror en el Orient Express (2)

1.5 Londres - Mayfair

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28/10/2008, 15:51
Director

Lunes, 22 de Enero de 1923. 2:00

Los dos carruajes se detuvieron frente a una mansión en Berkeley Street, en el corazón de Mayfair. La niebla seguía dificultando la visión pero parecía que se aclaraba en aquella zona de la capital.

Descendieron de los coches, las damas primero, y se ciñeron los abrigos al cuerpo ante el intenso frío de la noche londinense. Una vez estuvieron todos abajo se dieron cuenta de que tanto Rigby como el doctor Lorenz habían decidido permanecer en el lugar del incendio. El que sí había acompañado al grupo era el otro representante de la Iglesia, al que todos reconocieron sin sombra de duda: Herber Edward Ryle, decano de Westminster Abbey que había venido por invitación de Lord James Connely.

Los caballos se movían inquietos al oler el miedo que todavía atenazaba a algunos de los presentes.

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28/10/2008, 16:25
Irina Ivanóvna Vasilieva

Estremeciéndose ante el frío húmedo Irina descendió del carruaje y permaneció de pie ante la entrada de la mansión. A pesar de la profunda impresión que los sucesos de la noche habían causado en ella, de manera inconciente evaluó con ojo artístico la fachada del edificio tomando buena nota de los detalles. Durante el trayecto en carruaje morbosos y estremecedores pensamientos la habían acosado manteniéndola en un silencio nada habitual en ella.  Dudaba de que alguna vez lograse olvidar todo lo vivido y en su fuero interno presentía que un gran paso había sido dado aquella noche. Un paso que la conduciría por un camino plagado de sombras y del que quizás nunca más fuese capaz de salir. Algo de aquello se plasmó en su rostro normalmente sereno y durante unos segundos una sombra de honda preocupación lo cubrió. Sin embargo, pronto recobró el dominio de sí misma y, reconociendo entre los presentes al decano de Westminster, se adelantó unos pasos haciendo resonar los tacones sobre el mojado empedrado.

-Buenas noches, padrre...-saludó en voz baja haciendo gala de una impecable cortesía al tiempo que inclinaba ligeramente la cabeza.-Quizás su prresencia pueda arrojar cierta paz a nuestrros corrazones-murmuró mientras aguardaba a que su anfitrión les diese paso al interior de la vivienda.

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28/10/2008, 16:45
Herber Edward Ryle

El decano asintió, visiblemente aliviado.

-Gracias, señorita -respondió ofreciéndole la mano-. Lamentablemente no llegamos a tiempo de aliviar al señor Smith. Rezo por su alma.

Ryle temblaba levemente debido al frío. Las ropas que llevaba no eran las mejores para combatir las inclemencias del tiempo.

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28/10/2008, 17:01
Hermana Lucía Sturzo

La Hermana Struzo descendió del coche tiritando, a pesar de estar arrebujada en sus gruesos hábitos de lana y cubierta por el aún más grueso abrigo que no se había llegado a quitar cuando decidió quedarse en la casa en la que el pobre Profesor Smith y su devoto Beddows habían fallecido de modo tan horrible. En silencio siguió al Deán y se quedó junto a él cuando la Srta. Irina se le acercó. Después de que éstos se saludaran, agregó a las palabras del religioso un comentario casi susurrado a la rusa, aunque perfectamente audible.

-He puesto al corriente al Reverendo acerca de lo que hemos presenciado, Señorita Irina. Y, por cierto, me alegro de verla tan entera, he de admitir que a mi me está costando asimilar lo sucedido. Incluso ahora, con el espíritu en la paz de la Confesión.

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28/10/2008, 18:43
Lord Reginald Balmister Cornwell

Notas de juego

Entiendo que estamos en la casa de Lord Connely o en la mia ????

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28/10/2008, 22:41
Lord James Connely

James descendió del carruaje que les había llevado hasta la residencia de Lord Balmister, en un barrio que no tenía nada que ver con aquel en el que se encontraban hacía tan solo unos minutos.
Aquí las casas eran completamente diferentes, dignas de aquellos pertenecientes a la alta sociedad londinense.

Cuando ya avanzaba hacia la escalinata que le llevaría al interior del edificio, escuchó las palabras de la hermana Sturzo, que no iban dirigidas a él, pero a las cuales respondió de todas formas - Pues espero que sea tan amable de repetir esas explicaciones a los demás, ya que aún no sabemos qué es lo que ocurrió en aquel horrible lugar.

A Connely le tenía terriblemente sorprendido la muerte de Beddows.....sí, la del profesor tambien, pero si se había declarado un incendio, el mayordomo se encontraba perfectamente, por lo que podría haber huído de las llamas.
Smith era otra cosa. En su estado seguro que no hubiese podido moverse.

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28/10/2008, 23:09
Dimitri Zagorianski

- Al igual que el resto de los presentos ardo en deseos de saber que ha sucedido. - el ruso se dio cuenta de lo inapropiado de la expresión para el caso y no pudo evitar el azoramiento - Disculpen la expresión, que sin duda no es la más adecuada. Yo. Er... Será mejor que entremos cuanto antes Lord Reginald. Las damas no aguantarán mucho en este frío.- dijo ignorando las penurias del sacerdote.

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29/10/2008, 09:43
Mia Worthington Balmister

Mia se mantenía junto a Regi. Esperaba ansiosa saber que había pasado, su innata curiosidad la empujaba a preguntar pero el miedo y su educación reprimían aquellos impulsos. Por suerte para ella, sus compañeros estaban igual de ansiosos por conocer lo sucedido, así que no tardarían muucho en relatar los hechos.

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29/10/2008, 10:45
Irina Ivanóvna Vasilieva

Ocultando de nuevo las manos en el manguito de lana, Irina hizo una mueca ante el comentario de Lord Connely. Ignorando abiertamente la directa recriminación sonrió levemente a la hermana Sturzo.

-Nada más lejos de la verdad...herrmana-estremeciéndose y no precisamente por el frío suspiró con expresión apenada-Sólo que...evito pensar en ello...-sus ojos se desenfocaron y durante unos segundos volvió a estar allí, en aquel cuarto contemplando aquella....cosa ardiente. Volviendo a estremecerse, parpadeó regresando a la realidad. Tras vacilar unos segundos se giró y avanzó en dirección a la puerta principal-Saldrán de dudas dentro de unos minutos, no se preocupe Lord Connelly...-comentó suavemente antes de pararse a su lado y mirarle fijamente a los ojos con expresión seria, sin rastro de emoción, y añadir casi susurrando-aunque prrobablemente, una vez hayamos acabado de contarr nuestra historia, desearrán no haberrla escuchado jamás

Notas de juego

regi!!! que nos congelamos! :P

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30/10/2008, 01:39
Lord Reginald Balmister Cornwell

Cuando Lord reginald bajó del coche, las damas ya habían bajado y se intentaban proteger del intenso frio de la noche londinense apretujando en sus abrigos lo mejor que podían. La niebla parecía que ya se estaba dispersado, dejando a la vista la enorme mansión de la familia ubicada en pleno corazón de Mayfair.

Observó un segundo a sus compañeros para ver   como estos le apremiaban para que se diera prisa. Las damas se estaban muriendo de frío, pero lo que Regi le preocupaba en esos momentos no era el frío, si no saber que había sucedido con su amigo, y que había provocado tan nefasto final.

Aconpañenme, por favor -Dijo mientras se acercaba a la verja de la mansión y llamaba para que le vinieran a abrir, al cabo de unos pocos minutos la puerta se abrió, y un mayordomo  de constitución delgada y entrado en años les dio la bien venida. A pesar de la avanzado de la hora iba impecablemente vestido.

- Buenas noches, Señor. -Dijo manteniendo un tono de voz en el que no se apreciaba ninguna emocion 

Buenas noches, Alfred. Prepara las habitaciones de invitados, estos caballeros se van a quedar a pasar la noche y prepara la  habitación que hay junto a la de Nancy para mi prima. Cuando hayas acabado dile a mi madre que mi prima ha tenido a bien de visitarnos y que se va a quedar unos dias

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31/10/2008, 00:42
Director

El mayordomo asintió y les condujo al interior de la mansión familiar. La comitiva agradeció el aumento de la temperatura sin tapujos, frotándose suavemente las enrojecidas mejillas. Los abrigos fueron recogidos por una doncella y retirados prontamente. Se respiraba un ambiente de eficacia reconfortante después del caos experimentado en las últimas dos horas.

Las paredes cubiertas de cuadros y tapices, el suelo enmoquetado, las lámparas colgantes... por un instante recordaron la velada en el Challenger Trust y lo mucho que había sucedido desde entonces. Siguieron a Alfred hasta el salón principal donde un criado acababa de arrojar otro par de leños para reavivar las brasas.

En el centro de la habitación, frente a la chimenea, dos grandes sofas de terciopelo ofrecían la promesa de un descanso de primera.

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31/10/2008, 11:03
Irina Ivanóvna Vasilieva

Tras dejar su abrigo, gorro y manguito en manos de la doncella, Irina se volvió y entró en el acogedor salón mientras se frotaba las largas manos. Ya era hora de estar a resguardo pensó examinando de reojo la habitación de forma disimulada antes de encaminarse hacia la chimenea con la intención de entrar en calor. Sin embargo la visión de las llamas chisporroteantes la hicieron detenerse en seco. Creo que prefiero no acercarme a un fuego durante una temporada...decidió estremeciéndose por la impresión de los recuerdos. Girando de nuevo sobre sus tacones, finalmente terminó encaminándose a uno de los sofás donde tomó asiento en el borde con elegancia. Su rostro había empalidecido y profundas ojeras de cansancio provocaban sombras en su anguloso rostro. Extrañamente, lejos de darle un aspecto demacrado, le hacía poseer una belleza más frágil, más irreal. Suspirando devió los ojos unos instantes hacia sus manos enlazadas sobre las rodillas tras lo cual alzó la mirada recuperada ya la compostura. Una sonrisa cortés curvó sus labios.

-Sin duda debo darle las gracias...Lord Balmister...ésto-hizo un gesto vago con la mano señalando la habitación-representa para mí mucho más de lo que cree en estos momentos.-luego se sumió de nuevo en el silencio. El calor, el acogedor ambiente eran como un bálsamo para su alma atormentada por lo acontecido. Sentada allí fue de repente consciente de lo profundamente cansada que estaba. Creo que debería comer algo...la noche no acaba sino de empezar...

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31/10/2008, 15:33
Dimitri Zagorianski

- ¿Y bien?

El general ruso esperaba impaciente por la historia de las mujeres, y no lo disimulaba. No era falta de amabilidad, era simplemente la rudeza del campo de batalla cuando uno espera un informe del último combate...

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31/10/2008, 22:17
Lord James Connely

James se adentró en el salón, tras dejar el abrigo en manos del personal de servicio, cosa que no hizo con el bastón, el cual le acompañó hasta situarse junto a la chimenea, apoyando un codo sobre la repisa decorativa que rodeaba esta.
Casi podía sentirse como en casa, pues aquella decoración se parecía bastante a la que él mismo tenía en su hogar.....se notaba que sus gustos y los de la familia Balmister se asemejaban bastante.

Ardía en deseos de que todos entraran para poder preguntar qué era lo que había ocurrido aquella noche mientras él había ido a buscar al sacerdote, pero Dimitri se había adelantado, olvidando todas las reglas de cortesía que se le presumía a las personas de elevada posición.
Agitó lentamente la cabeza de un lado a otro, pero prefirió no pronunciarse al respecto. Al menos ya no tenía que preguntar él mismo, sino esperar a que sus dudas fuesen despejadas.

Sacó una pitillera plateada de su bolsillo, la cual abrió en silencio y extrajo un largo cigarrillo perfectamente liado, llevándolo con un movimiento cadencioso hasta los labios.
Un segundo despues la pitillera había desaparecido y en su lugar se encontraba una caja de cerillas, de la cual sacó uno de los fósforos y se preparó para encenderlo, pero se detuvo en el último instante, volviéndose hacia los demás - ¿Les importa que fume?

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02/11/2008, 11:30
Hermana Lucía Sturzo

Atravesó el amplio espacio del Hall, y se adentró en el salón sin apenas apercibirse de lo que la rodeaba. Avanzó en línea recta, como llevada por una corriente invisible, inmersa en sus reflexiones. La doncella le había cogido el abrigo asistiendo impasible a sus movimientos mecánicos cuando se lo quitó, y ahora, sin el calor de la prenda, y aunque la temperatura de la Mansión Balmister era muy agradable, se dirigió temblando ligeramente hacia la chimenea, junto a la cual finalmente se detuvo.

Se apercibió entonces de que eso era exactamente lo que estaban haciendo todos a medida que entraban, sólo que casi inmediatamente también cada uno se había ido apartando y se había empezado a formar un semicírculo relativamente amplio del que la chimenea era el centro. Vió la reacción de Irina, al deslizar la vista sobre las llamas, pero en su caso era distinto.

No es al fuego al que temo, no es el fuego lo que recuerdo.

No, el fuego fué un medio. La causa es lo que la aterraba. Se cruzó de brazos, frotándoselos de modo inconsciente, intentando sentirse más amparada. Era una mujer fuerte, quizá no físicamente, pero sí anímicamente. Y, sin embargo, desamparo es lo que sentía. Su Fe la fortalecía, pero al mismo tiempo precisamente esa Fe es la que hacía que temblara. Su Fe le hablaba de una causa de lo ocurrido que era difícil de admitir... Quizá era mejor que los hechos fueran narrados por Irina, alguien menos... sesgado en cuanto a sus apreciaciones, desde el punto de vista del resto de los presentes.

Miró de nuevo a la rusa para buscar su mirada y transmitirle su muda petición, Hable usted en principio, Señorita Irina , justo en el momento en el que el impetuoso militar expresaba su impaciencia por conocer lo sucedido.  ¿Y bien?  Emitió un pequeño suspiro. Había llegado el momento. Debían explicarlo. ¿Les importa que fume? Sonrió, el simple comentario la devolvió a la realidad cotidiana, al aquí y el ahora.

Se dió la vuelta, y se sentó en el sofá, junto a la rusa, erguida, aún un poco envarada.

-Creo que es mejor que la Señorita Irina les cuente su versión primero. Yo la completaré, si es necesario...

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02/11/2008, 13:55
Irina Ivanóvna Vasilieva

Irina observó cómo el resto de sus acompañantes entraban en la sala y se dirigían bien a la chimenea o bien tomaban asiento a su alrededor. En silencio, el clima de expectación fue creciendo hasta que casi podía palparse. Una voz ruda, con acento, manifestó en voz alta el pensamiento del resto y fue seguida casi inmediatamente por la educada pregunta de Lord Connely. Negando con la cabeza De hecho a mí también me vendría bien uno...pensó mientras vio la hermana Sturzo tomaba asiento a su lado.

Cita :
 

-Creo que es mejor que la Señorita Irina les cuente su versión primero. Yo la completaré, si es necesario...

 

Asintiendo aquiescente dejó escapar un suspiro mientras ordenaba sus pensamientos y luego con la mirada perdida en algún punto de la alfombra comenzó a hablar con voz suave, pausada:

-Sé que tienen muchas preguntas...sé que lo que les voy a contar les va a resultar extraño y difícil de creer pero deben saber que no es más que la verdad....-hizo una pausa y se mordió los labios reacia a continuar pero finalmente logró encontrar el ánimo suficiente como para hacerlo y continuó en voz más baja, vacilante-después de que se marchasen a buscar al cura y al médico la señorita Sturzo y yo permanecimos en la habitación dando el poco consuelo que podíamos al señor Smith. Su mayordomo seguía muy agitado, diciendo que debíamos marcharnos y demás, pero apenas le hicimos caso. Como ya les dije tengo cierta..experiencia con personas quemadas...por lo de la guerra...y finalmente decidí que darle algo de beber al pobre hombre podía ser una buena idea-nueva pausa, agitó ligeramente la cabeza apesadumbrada, los hombros hundidos por la pena. Conforme hablaba se la veía más y más afectada-Así que dejé a la hermana en la habitación y salí al pasillo. Tras deambular unos minutos por la casa al final encontré la cocina y conseguí llenar un bol con algo de agua...-con expresión angustiada miró a la señorita Sturzo como buscando apoyo-no sé...muy bien...lo que había ocurrido en mi ausencia sólo sé que cuando regresé y abrí la puerta mis ojos contemplaron la más horrible de las escenas-a su pesar se estremeció y entrelazó con más fuerza las manos sobre las rodillas, los nudillos blancos por la tensión, los ojos muy abiertos por la impresión. De nuevo volvió a hablar pero esta vez en voz más baja aún de tal forma que todos los presentes tubieron que acercarse más para poderla oír-En la cama o...más bien en lo que quedaba de ella...el señor Smith se convulsionaba mientras su cuerpo, las sábanas, el colchón eran pasto de las llamas...el...¡el pobre hombre se había convertido en...en una...tea viviente!-exclamó con un sollozo apenas contenido. Parpadeó y dos solitarias lágrimas se deslizaron por sus mejillas. Siguió hablando, su historia rota por ocasionales hipidos-la...la hermana...estaba de rodillas en el suelo en medio de la habitación rezando...y el...el mayordomo parecía haber enloquecido mientras contemplaba algún punto del techo...entonces seguí su mirada y vi...vi una esfera llameante que se movía y titilaba flotando encima mío. Me entró miedo e instintivamente le tiré el agua y...y...-incapaz de continuar, jadeó y deshaciendo el nudo que eran sus manos buscó a tientas un pañuelo que se llevó a los ojos mientras sus hombros se estremcían por el llanto.

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02/11/2008, 17:38
Hermana Lucía Sturzo

Lucía la escuchaba en silencio. Con el cuerpo en tensión, miraba sus propias manos, dejadas suvemente sobre su regazo.

Estaba aparentemente más tranquila que Irina. La dejaba hablar, apenas afirmando con un gesto breve lo que ella iba relatando. Cuando la mujer empezó a sollozar e interrumpió su relato, la monja levantó la vista y la dirigió a las llamas que bailaban en el hogar de la chimenea. Sin dejar de mirarlas, y con un temblor imperceptible, siguió ella, hablando casi para sí misma.

-Me había puesto a mirar por la ventana. Noté calor en la nuca, un calor extraño, y escuché un gemido ahogado del lugar donde se encontraba Beddows. Me giré... y me encontré con la cama ardiendo, tal como la Señorita Irina ha descrito. Pero lo que realmente me heló el corazón fué... la causa. Sobre la cama, suspendido en el aire, había un ente formado por miles de pequeños puntos de luz que danzaban inexplicablemente como si se tratara de un ser vivo de llama. Allá donde tocaban, prendían fuego. El ser, llámenle lo que quieran a eso... aunque la Iglesia tiene un nombre concreto para definirle... avanzó lentamente abrasando el resto del techo, y se detuvo a escasos dos metros de mí.

Dejó de hablar, mirando aún las llamas, como hipnotizada. Hasta que se dió cuenta de que estaban esperando el resto de su relato. Inspiró profundamente, apartó la mirada por fin de la chimenea, y la dirigió hacia los que escuchaban. Siguió hablando, mientras pasaba sus ojos de uno a otro.

-Comprendí que estaba ante una manifestación sobrenatural. Y, desde el Credo católico... ahora sus ojos se detuvieron un segundo en los del deán de Westminster... ante lo que quizá podía ser una manifestación demoníaca. Así que me arrodillé, y recé. Justo entonces apareció la señorita Irina, con el agua. Y, como ha dicho, la lanzó a esa entidad. Y en ese momento se desató el caos. Los puntos de luz  chisporrotearon y se movieron alocados en contacto con el agua para iniciar una frenética carrera por la habitación, sin perder su forma corpórea. Antes de que pudieramos hacer nada ese demonio se lanzó en picado y se introdujo por el cuello de la camisa de Beddows. Fué horrible. ¡Pobre hombre! Le vimos debatirse, buscando nuestro socorro, nuestra ayuda. Finalmente lanzó un alarido y se convirtió súbitamente en una tea humana. Ardió sin posibilidad ninguna, incinerado por el mismo Diablo, y anduvo unos pasos preso del dolor y la impotencia. Se giró hacia su compañera, en el sofá, y tomó sus manos entre las suyas, en un gesto de solidaridad, más que de consuelo. Irina se marchó de la habitación, gritando, escaleras abajo. Y yo comprendí que no había otra cosa que hacer. El agua no había servido de nada, estaba claro que aquello era obra del Maligno, y comprendí entonces que eso explica todos los casos de combustión espontánea que están documentados y que los escépticos niegan contundentemente... el Diablo en persona...

Buscó alguna mirada erudita,  una confirmación tácita. Sin llegar a encontrarla, pues lo que halló en su lugar fué una generalizada expresión de pasmo, siguió.
 
-Me levanté finalmente del suelo, despacio, sin poder separar mis pupilas de la antorcha humana que ardía en en centro de la habitación, y reculé hacia la puerta casi sin darme cuenta. Con una infinita tristeza por las almas de Beddows y del profesor, de las que espero que el Señor se haya apiadado, y puesto que nada cabía ya hacer por sus cuerpos, finalmente recuperé mi sentido de supervivencia, y eché a correr hacia las escaleras y la entrada, hacia la calle, intentando no sentirme culpable por ello...
 
Su mirada se perdió de nuevo en algún punto indefinido, mientras su voz se había ido afinando, hacia la última frase. Si quizá a los demás les costaría aceptar lo que acababan de oir... era evidente que a ella le estaba costando aún aceptar que lo había vivido.

 

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02/11/2008, 21:17
Dimitri Zagorianski

El general escuchó la sorprendente historia sin interrumpir en ningún momento a las mujeres. Luego abrió la boca como para decir algo pero la cerró nuevamente. No se le ocurría nada que decir. En los campos de batalla había visto casos de alucinaciones colectivas provocadas por sucesos terribles y no tenía duda que algo parecido le pasaba a estas dos damas. Sin embargo decirlo en alto sería mucho más que una falta de tacto, sería simplemente un insulto.

Todo había ardido, eso quedaba claro, pero seguía sin conocer el origen del fuego. Y un... demonio... no era una explicación lógica.

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02/11/2008, 22:09
Lord Reginald Balmister Cornwell

Lord Reginald observo  lo turbadas que estaban las dos damas asi que se lo pensó dos veces antes de añadir algo. Fuera lo que fuera lo que habían visto estaba claro que estaban convencidas de que era algo fuera de lo normal, la Hermana había hablado incluso incluso del diablo...- bufff - No se preocupen, ahora están a salvo. Les prometo que aqui en mi casa nada malo les va a suceder -  Regi espero que sus compañeros se hubiesen dado cuenta de que nbo era el mejor momento para alterar a la hermana Lucía y a la señorita Ivanóvna.

Regi se acerco a la bola del mundo que habia junto a la chimea, la manipulo unos segundos tras los cuales esta se abrió mostrando en su interior un pequeño mueble bar sirvió un poco de coñac para la hermana y para la señorita Ivanóvna.

Aqui tienen, les sentará bien - Dijo sirviendoles la copa - Desean tomar algo ? considerense en su casa

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03/11/2008, 11:04
Irina Ivanóvna Vasilieva

Presa de incontrolables temblores Irina escuchó entre sollozos el resto del relato de la hermana. El recuerdo de todo lo acontecido, la constante rememoración del cuerpo en llamas del señor Beddows que se le aparecía cada vez que cerraba los ojos, y el cansancio que se había adueñado de ella, habían terminado por acabar con su habitual buen ánimo y saber estar. Mientras intentaba recuperar el control, la cara oculta entre las manos, escuchó que alguien se levantaba y el ligero tintineo de unos vasos.

Cita :
 

Aqui tienen, les sentará bien

Alzando la vista hacia Lord Balmister, se apresuró a secarse las lágrimas con ademnas delicados antes de aceptar el vaso que le tendía.

-Gracias...-murmuró con voz enroquecida por el llanto, esbozando una mueca de disculpa. Sus ojos azules se veían brillantes, límpidos. Ante el ofrecimiento del hombre negó con la cabeza-No gracias...crreo..crero que de momento no podríra...sólo...sólo denme unos instantes para calmarme...-añadió con un nuevo hipido, pero aún así se las arregló para esbozar una sonrisa de circunstancias. Luego se llevó el coñac a los labios y bebió a pequeños sorbos sintiendo cómo éste e deslizaba por su garganta, llameando, y reconfortándola.